– Reflexiones en la inauguración del curso en la facultad de Teología
LA inauguración del Curso Académico de la Facultad de Teología de Granada nos invita a hacemos algunas reflexiones. Este año, por primera vez, después de 67 años se hará con la ausencia de los seminaristas de nuestra Diócesis.
En la actualidad y a pesar de la acentuada crisis de vocaciones, un significativo número de seminaristas salidos de parroquias granadinas, están incorporados en diferentes Seminarios de Andalucía, Toledo, Burgos, Vicaría General Castrense y en el monasterio de Poblet.
Por otra parte, al muy reducido número de seminaristas de nuestra Diócesis (unos 7 entre los 5 cursos) se les impone la retirada y renuncia a su formación académica en la Facultad de Teología de Granada.
Los nada evangélicos desencuentros, y sin un diálogo abierto, producen enfrentamientos y un triste y perjudicial desconcierto. Es esencial vivir las palabras de Juan Pablo II en el 132° discurso (12 de Junio de 1996: «Todos deben esforzarse por lograr la unidad plena».
Uniéndome al cada vez más numeroso grupo de personas mayores (algunas octogenarias), que retornan a las diferentes Facultades de la mayor parte de las Universidades, me he matriculado recientemente en la Facultad de Teología de Granada. Esto me da la oportunidad de tener un reencuentro vivo y gozoso con esta Facultad.
Así, poder tener una actitud de mantener la capacidad intelectual de la mente, diversificar unas relaciones sociales o aumentar las relaciones intergeneracionales.
Al realizar la tesis doctoral, deseo que todo el arduo esfuerzo (a los 72 años) sea un sencillo signo de reconocimiento y gratitud a la Facultad de Teología de Granada y en particular a la Compañía de Jesús.
Creo conveniente reseñar la importancia de los tres periodos de la estancia de la Compañía de Jesús en Granada. Son fechas y notas que sintetizo y entresaco del artículo que aparece en la Guía Académica (2006-2007): La Facultad de Teología y su historia (págs. 9-11).
El inicio de la presencia de los jesuitas en Granada profundiza en el tiempo, pues ya en septiembre de 1554, se abre el Colegio de San Pablo, que al poco tiempo será una de las más importantes instituciones universitarias, con cátedras de Lógica, Filosofía y Teología. Posteriormente se promovió la Fundación del Colegio Mayor San Bartolomé y Santiago, de gran prestigio en su historia.
En 1767 se produjo la expulsión de la Compañía de Jesús y se puso fin a esta primera presencia académica, pero dejaron un importantísimo legado. El Arzobispado de Granada recibió uno de los más significativos templos de Granada (Santos Justo y Pastor), y al mismo tiempo un gran complejo parroquial y la dirección del mencionado Colegio Mayor.
La Universidad de Granada recibió lo que fue la sede central y Facultad de Derecho, junto con lo que es hoy el Jardín Botánico. También quedó integrado en la biblioteca de la Universidad un importante fondo de libros, incunables y colecciones impresas de los siglos XVI, XVII Y XVIII.
La segunda etapa de los jesuitas en Granada se inicia en el año 1894, con la construcción en el Cercado Alto de Cartuja de un Centro de formación en el que se impartirán estudios de Humanidades, Filosofía y de Teología. Al mismo tiempo se impulsa una labor científica con la promoción de Ciencias Naturales y la Fundación del Observatorio de Cartuja.
En el año 1932 es perseguida y disuelta la Compañía de Jesús. Vuelven de nuevo a Granada para comenzar el curso 1939-1940 y empieza la tercera etapa con una importante labor y como Facultad de Teología, con derecho a conferir grados académicos.
Al principio en una situación difícil y precaria de la Diócesis de Granada, se ofrecen para dirigir los Seminarios y poner a su servicio sus instalaciones, su profesorado, sus formadores y la dirección espiritual.
La Facultad de Teología siempre ha gozado de un extraordinario crédito en las distintas áreas y especialidades. Nombres de teólogos muy reconocidos por su preparación, por sus publicaciones y sobre todo por su entrega y testimonio. Generaciones continuadas durante 66 años de sacerdotes diocesanos, de misioneros y posteriormente de varias congregaciones religiosas, así como de seglares, hemos participado de una formación teológica y de espiritualidad.
Así, todo árbol bueno da frutos buenos (Mt 7,17). Frutos no de obras materiales, ni de números de matrículas, ni de expedientes académicos archivados, sino de personas de carne y hueso, de mujeres y hombres, que fueron profundizando su formación y su futuro de praxis pastoral en comunión con sus profesores en un clima de libertad verdadera y de responsabilidad.
Frutos de 67 años de formación en la Facultad de Teología, que han cristalizado en tantas generaciones de sacerdotes diocesanos y misioneros: Unos después de años de servicio de pastoral y de entrega evangélica a tantas parroquias granadinas ya recibieron el ciento por uno del Evangelio; otros continuamos nuestra labor evangelizadora con limitaciones y fallos, pero siempre con gran ilusión y entrega, como los sacerdotes más jóvenes que tienen que multiplicarse para poder atender a cinco o seis pueblos con pequeñas comunidades.
Sacerdotes, capellanes de hospitales, de la cárcel o de residencias de mayores, que prestan un servicio espiritual con gran sensibilidad humana. Sacerdotes de Granada y de Guadix que dirigen o colaboran en obras sociales y de rehabilitación como Proyecto Hombre o centros de acogida de transeúntes e inmigrantes.
Frutos que han ido extendiéndose eliminando fronteras. Actualmente, gran parte de los 340 misioneros, salidos de las diócesis de Granada y de Guadix: sacerdotes, religiosos y religiosas han pasado por la Facultad de Teología.
Hoy estos misioneros, desde California, Méjico, América Central y del Sur, hasta África y algunos en Asia con su entrega despliegan una proliferación de obras, haciendo del seguimiento de Jesús un proyecto de vida y de misión.
La Facultad de Teología ha ido renovándose de acuerdo con las directrices del Concilio Vaticano II. Sus nuevos estatutos dan apertura a órdenes religiosas y seglares. Su profesorado en la actualidad está compuesto no sólo de jesuitas sino de sacerdotes diocesanos y de varias órdenes religiosas. Se ha ampliado su labor a través del Instituto Superior de Ciencias Religiosas y de varios Centros agregados o afiliados de diócesis andaluzas.
No se puede olvidar la pastoral de culto y espiritualidad que realiza la Compañía de Jesús en el frecuentado templo del Sagrado Corazón de Jesús; en el Centro Universitario Francisco Suárez se realiza una continuada formación con diversidad de cursos, de conferencias y otras actividades con gran prestigio entre profesores, estudiantes y otros grupos.
Varios miembros de la Compañía de Jesús están integrados en una actitud de servicio y de vivencia en el mundo de la pobreza y marginación.
Mucho tiene que reconocer la sociedad granadina, la Universidad y la Diócesis ante tan importante labor y testimonio.
Como toda obra evangélica, a la Compañía de Jesús en su devenir histórico de Granada no le han faltado sombras: Expulsión (año 1767); persecución al ser disuelta (año 1932) y últimamente con la retirada impuesta al reducido número de seminaristas de Granada a la Facultad de Teología, por considerar peligrosa su formación y orientación. Pero estas sombras no oscurecen la labor evangélica de los jesuitas en Granada sino que la engrandecen más e ilumina con las palabras del Hijo de Dios, Jesús de Nazaret: «Bienaventurados seréis, cuando os injurien, os persigan, os expulsen y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos, pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros». (Mt. 5, 11-12; Lc. 6,27).
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