Con el Campus seguimos topando

– Con el Campus seguimos topando.

Si el asunto del Campus para Ceuta ya se encontraba encarrilado entre las Administraciones y la Universidad de Granada después de mucho batallar, bueno hubiera sido que poco se hubiera ‘meneado’ el asunto para ser utilizado como un nuevo ‘pim pam pum’ entre representantes del PSOE y los de la Ciudad Autónoma del PP que estaban bien calladitos como manda la prudencia, para beneficio de las futuras generaciones de jóvenes ceutíes.

Cada semana, el polivalente Salvador De la Encina [que un día anda sacando las castañas del fuego a Magdalena Alvarez, otro a las infraestructuras gaditanas y los viernes a los socialistas ceutíes] tocó el asunto del Campus, probablemente mal asesorado, criticando el ‘efecto urbanístico’ que supuestamente andaría detras del interés del gobierno ceutí.

Confundió De la Encina al PP con el GIL que también contaba con un proyecto de Campus como parte de un ‘magnífico todo urbanístico’. No es así. El interés real [que debería entender De la Encina] que se encuentra tras la construcción del Campus, con el apoyo de la Universidad de Granada y de la Administración General del Estado es el de poner freno al brutal desarraigo que padece Ceuta, ciudad natal de De la Encina por otro lado. Tras el interés del gobierno ceutí, y que debería ser también el interés del De la Encina se encuentra el dar una salida, un futuro a los jóvenes ceutíes y, ¿por qué no? a los jóvenes del alrededor interesados en formarse universitariamente hablando. ¿Sabe De la Encina y, por tanto el PSOE, o cualquiera que distinto piense, el abrumador costo económico que le supone a las familias ceutíes mantener a sus hijos en ciudades como Granada, Algeciras, Cádiz, Sevilla, Málaga, Madrid…?. ¿Han cuantificado las decenas de miles de euros producidos en Ceuta que se marchan mensualmente de la ciudad y que por tanto no revierten en ella a causa del éxodo universitario?… Hay asuntos que no convienen ser usados como armas arrojadizas entre colores políticos. Es más necesaria la altura de miras por Ceuta.
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Septem Nostra pide que se elabore un catálogo de suelos contaminados

– Septem Nostra pide que se elabore un catálogo de suelos contaminados

La asociación ecologista Septem Nostra reclamó a la Administración de Ceuta que elabore un inventario de suelos contaminados en la ciudad para evitar situaciones “tan lamentables” como la negativa del Estado a construir un nuevo instituto en la zona de Ybarrola por su deterioro.

El presidente de la asociación ecologista, José Manuel Pérez, precisó que la Consejería de Medio Ambiente ha agotado el plazo dispuesto por la normativa vigente para confeccionar este catálogo, una medida que considera “imprescindible” para la edificación y el uso de los terrenos donde se ha desarrollado algún tipo de industria, se han depositado vehículos, se han vertido aguas residuales o restos altamente tóxicos.

Por su parte, el Ministerio de Medio Ambiente está realizando un catálogo de terrenos de titularidad pública estatal en Ceuta, tal y como recoge el Boletín Oficial del Estado del pasado 20 de agosto de 2006, que especifica la puesta en marcha de un estudio y caracterización de parcelas.

El texto incluye una serie de acuartelamientos militares -González Tablas, Cañonero Dato, Coronel Fiscer, Coronel Galindo, El Hacho, El Jaral, García Aldave, entre otros muchos- que la empresa Emgrisa inventará y analizará por su potencial contaminación. La regeneración de estos suelos puede producirse en procesos breves, de seis meses a dos años con medidas drásticas o a lo largo de décadas si se trata de plantas u organismos. Así lo señaló el catedrático en Edafología de la Universidad de Granada, Carlos Dorronsoro.
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Educación rechaza el proyecto del campus universitario de la Ciudad

– Educación rechaza el proyecto del campus universitario de la Ciudad.

La integración de Enfermería en la UGR será un hecho en 2008.

El Ministerio de Educación y Ciencia (MEC) ha rechazado el proyecto de campus universitario presentado por el Gobierno de Ceuta. Según explicó ayer el presidente de la Comisión que dirige el PSOE, Salvador de la Encina, el MEC considera que «la propuesta debe ser mejorada y no sólo un plan urbanístico». «La consejera de Educación deberá presentar una nueva propuesta», aclaró De la Encina, para quien el campus propuesto por el Gobierno de Vivas es un «error conceptual». «Deben separar la actuación urbanística de la cuestión educativa», aseveró. «Lo urgente es consolidar la oferta universitaria que tenemos y estudiar otras potencialidades», propuso. La poca población universitaria, la lejanía del campus de Granada y la competencia de universidades cercanas, son condicionantes que hay que tener en cuenta a juicio de De la Encina, que anunció que el director general de Universidades, Javier Vidal, visitará próximamente la ciudad.

El presidente de la Ciudad, Juan Vivas, se mostró ayer «sorprendido» y disgustado por la respuesta del MEC. «Ahora que pensábamos que todo estaba hecho», lamentó. Vivas defendió el proyecto de campus universitario de la Consejería de Educación, Mabel Deu.

Enfermería en la UGR

Por otra parte, De la Encina anunció que, como en su día se comprometió el gobierno socialista, la escuela de Enfermería de Cruz Roja se integrará en la Universidad de Granada en 2008, una vez que concluya el proceso electoral en la UGR -el 3 de diciembre- y se elija un nuevo equipo rectoral.

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Universidad

– Universidad

En 9 de octubre de 1932, en el paraninfo de la Universidad de Granada, José Ortega y Gasset pronunció su famosa conferencia En el centenario de una Universidad. La institución granadina cumplía el cuarto centenario, y estaba celebrando un pasado lleno de nombres ilustres, un quehacer cotidiano inseparable de la vida y las ilusiones de la ciudad. Ortega y Gasset sugirió que recordar no es nunca un acto pasivo. Siempre hacemos ejercicio de memoria pensando en el porvenir, en lo que está por llegar, en lo que queda por hacer. La Universidad de Granada, que se acerca poco a poco a su quinto centenario, celebra la próxima semana elecciones a rector. La proximidad y la lejanía extreman sus relaciones en un ámbito obligado a consolidar un saber de siglos en la actualidad sin freno de la juventud y de la ciencia. Un proceso electoral es un tiempo de promesas y afirmaciones sobre el futuro. Tal vez por eso llevo días pensando en el pasado, en mi experiencia universitaria, desde que me matriculé en los años setenta, como estudiante de Filosofía y Letras, al final de una época oscura. Aquel tiempo pasado era sin duda peor. La opacidad y la rutina formal se sentaban junto a la burocratización del saber en unos claustros fosilizados. Sólo la energía de los estudiantes y los jóvenes profesores pudo devolverle la vida a la Universidad. El tiempo de los sabios aislados fue sustituido por una ilusión colectiva, que no se limitó a la consabida politización que exigían los años, sino a un notable modernización de los saberes y al esfuerzo por adaptar las estructuras y los marcos legales a la transparencia obligada en una realidad democrática. Si pienso en la investigación, en las relaciones internacionales, en la formación de los alumnos, en el patrimonio de las bibliotecas, siento la tentación de reivindicar la política en su sentido más noble: la ilusión humana de organizar de manera justa el progreso y la convivencia de una sociedad.

Ortega y Gasset explicó en su conferencia que la consolidación de la Universidad europea en la Edad Media se debió al triunfo de la inteligencia sobre los dogmas de la Iglesia. ¿Sobre qué tendrá que fundarse hoy la Universidad del porvenir, esa institución por la que apostamos desde la experiencia del pasado? Lo que domina en Europa no es ya la Iglesia, sino la desilusión, la cancelación de la política, una inercia que corre a favor de intereses privados, egoístas y tramposos. Sé que voy contracorriente cuando afirmo que el futuro de la Universidad depende de su capacidad de politización. Por eso, y para evitar malos entendidos, aclaro que politizar no significa hacer de izquierdas o de derechas una institución, ni consentir que un rectorado dependa de un partido político, ni confundir la educación con el adoctrinamiento. Significa tomar conciencia de que la gestión universitaria, el rigor científico y humanista, son partes imprescindibles de la sociedad, de sus ilusiones de transformación, de sus meditaciones sobre el futuro. Hay que desconfiar tanto de los profesores que se someten a la consigna de un partido o de una autoridad, como de los que se declaran asépticos, neutrales, amparados en el falso rigor de una profesionalidad asocial. Son dos formas de traicionar la ilusión universitaria, el porvenir de una institución que, para recuperar prestigio y competencia, necesita algo más que convertirse en una fábrica de futuros empleados. La responsabilidad de los saberes no puede diluirse en los inevitables procesos de la democratización del saber. Sin pasión social y vital todo saber pierde su rigor. Esa es la inercia peligrosa de las sociedades que liquidan la política y se declaran irresponsables o apáticas ante dinámicas incontroladas. Recuperar la ilusión sería el mejor resultado de estas elecciones a rector para la ciudad de Granada.
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Un ‘lector’ de radiación hecho en España

– Un lector de radiación hecho en España

El invento es fruto del esfuerzo del Departamento de Electrónica y Tecnología de Computadores de la Universidad de Granada y de los hospitales Clínico San Cecilio y Virgen de las Nieves de la misma ciudad. Se trata de un sistema portátil que permite monitorizar la radiación ionizante que reciben determinados pacientes cuando, por ejemplo, siguen tratamientos como la radioterapia.

Dado el potencial altamente dañino de este tipo de radiaciones es necesario someter su uso a estrictas normas de control de calidad. «Con el desarrollo de este sistema intentamos aportar una herramienta más con la que reafirmar que los tratamientos se dan en las mejores condiciones de seguridad, algo que ya se está haciendo en los hospitales nacionales. Su desarrollo permite verificar el resultado final de la radiación mediante controles directos de la terapia a cada paciente, tales como la medición en vivo de la dosis que realmente se le administra», relata Alberto Palma, uno de los creadores del nuevo dispositivo.

El aparato, de un coste no superior a 20 euros, «aunque hay que añadir que incorpora un lector de radiación que cuesta cerca de 120 y que debe cambiarse para cada paciente, permite, dado su pequeño tamaño, que las mediciones se puedan realizar en diferentes partes del cuerpo de forma inmediata, además de favorecer que se mantenga un registro histórico de cada enfermo», insisten los autores del nuevo medidor.

El sistema, cuya patente está ya registrada, «va a ser sometido al primer ensayo clínico con pacientes en los meses inciales del próximo año, en los hospitales granadinos que han colaborado en su diseño. Ahora hay que probar su funcionamiento y su eficacia aunque nosotros no dudamos de su utilidad», adelanta el doctor Palma. Tanto para este investigador como para el resto del equipo que ha logrado realizar el invento, esta herramienta logra «avanzar en la generalización de un elemento de control importante ya que su uso puede extenderse a otros ámbitos como el de la protección laboral de profesionales expuestos a un ambiente radiactivo».

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La Escuela de Enfermería de Tánger: Un error más de nuestra política exterior

– La Escuela de Enfermería de Tánger: Un error más de nuestra política exterior.

CON cierto retraso leo el artículo que con el título: Mi Tánger, publicó mi querido amigo el profesor Antonio Gallego en este diario el pasado 21 de octubre. En él glosa, con el mismo estilo de siempre, el de escritor costumbrista, que sin embargo es capaz de mezclar en unos pocos renglones la historia con los recuerdos, lo trascendente con la anécdota, lo íntimo con lo público, la denuncia y la loa, una anécdota del final de los años 70 cuando era Rector de la Universidad de Granada y tenía responsabilidades de Gobierno en la ciudad de Tánger. Yo fui protagonista de esa historia, pues era el Catedrático Inspector, que la Universidad de Granada había nombrado para las Escuelas de Ceuta y Tánger. En la distancia de los años, le podríamos denominar anécdota, pero creo que fue algo más grave y trascendente, que una mera anécdota. Podría ser discutible si España colonizó bien, pero creo que habría unanimidad en estar de acuerdo en que descolonizamos peor, sea cual fuere la época y el lugar de la descolonización. Cualquiera que visite hoy nuestras excolonias siempre está expuesto a recibir un exabrupto, que a veces resulta difícil digerir, como cuando ante la plaza de Cuzco, con su majestuosa catedral renacentista, la guía de turno te recuerda solemnemente que allí se levantaba un maravilloso balate, que los bárbaros españoles destruimos para hacer aquello; o cuando nos reprochan en México que llevásemos la Universidad del Renacimiento y con ella la cultura de dieciséis siglos, a finales de 1520. Pero el caso de Tánger era distinto. Mi primera visita a la Escuela de Enfermería de Tánger fue el día 6 de diciembre de 1978. Deposité mi voto de apoyo a la Constitución y tomé rumbo a Tánger en mi propio coche. Pasar la frontera del Tarajal, aunque entonces en tránsito de vehículos por la frontera era muy escaso, resultaba un problema insalvable sin la ayuda de los gestores, que como moscas pululaban alrededor de la aduana. Entregar el pasaporte a aquellos espontáneos, sin la menor garantía de devolución, era una temeridad, pero o lo hacías o no pasabas. Tánger guardaba todavía, al decir de los notables del lugar, un poco del encanto de antaño, cuando era territorio internacional. Ya había perdido la fascinación de los años del estraperlo, cuando las medias de cristal y los calcetines de nylon venían de allí, del España de Tánger, periódico y equipo de fútbol, que jugaba la liga española, pero conservaba, aún, la prestancia de una ciudad que había tenido un reciente esplendor. De aquel Tánger nostálgico, pervivía el hotel Minzah. Seguía siendo casi el mismo que tanto impresionó a Churchil, cuando se hospedó en él con motivo de la Conferencia de Tánger. Era un hotel con un encanto especial, más que lujo, poseía elegancia y distinción.

España seguía teniendo posesiones en la zona norte de Marruecos, en Tánger manteníamos un Instituto de enseñanza media, con un cuadro de catedráticos de primerísima fila, dirigidos por una persona excepcional, D. Francisco Cabanillas, luego catedrático de latín en el Padre Suárez; un hospital primoroso, pabellonado, similar a nuestro Hospital Clínico y al Hospital Militar de Melilla, bastante bien equipado y con un cuadro de excelentes médicos. El hospital dependía directamente del Ministerio de Asuntos Exteriores. Existía una excelente biblioteca, la mejor de la ciudad y probablemente de todo Marruecos, pero sobretodo había una gran hispanofilia, el único lugar en el que he tenido la sensación de respeto y amor a España. Ello se debió a la inmensa labor que estas personas, a muchas de las cuales alude Antonio Gallego en su artículo, y muchos marroquíes que se sentían vinculados a España por lazos culturales. La lengua española se había mantenido bastante bien entre la población marroquí, gracias, entre otras cosas, a la TV y el fútbol.

Mi primera impresión sobre el futuro de la escuela fue muy grata. Teníamos todo lo necesario para hacer una excelente labor: profesores, hospital y una población receptiva y entusiasta. Jóvenes con ansias de salir de una cultura que las oprimía y las cosificaba, la escuela significaba para ellas la liberación. La escuela creció rápidamente y conseguimos contagiar de entusiasmo a muchas personas, pero en 1980 se produjo un cambio en la legislación española que obligaba a los títulos de grado medio a realizar el COU y la selectividad, hasta entonces se había exigido sólo el título de bachiller elemental. Aquello suponía la muerte de la escuela. Con un poco mas de esfuerzo y un año más de estudio, los franceses le ofrecían a nuestras futuras enfermeras la posibilidad de ser médicos en Rabat. Yo le planteé al rector la necesidad de hacer una disposición excepcional a la ley, con una cláusula particular para Tánger. El profesor Gallego hizo suya de inmediato mi propuesta y la defendió con gallardía y publicidad. Pero nuestras peticiones fueron denegadas. Aún mantuve abierta la escuela un año más, en una situación administrativa confusa, con la esperanza de que alguien se percatara del enorme error. Es más, propuse la creación de una Facultad de Medicina para el norte de Marruecos, basándome en que teníamos el primer recurso que era el hospital y que el número de estudiantes musulmanes en la facultad de Medicina de Granada era muy elevado, suficiente para una Facultad. La plétora de estudiantes de Medicina exigía unas medidas de númerus clausus, que afectarían en primer lugar a los alumnos árabes, como así ocurrió. La escuela de enfermeras se cerró, el hospital languideció, y para colmo cerramos la biblioteca. Con la última vuelta de llave a aquellas instituciones comenzó la diáspora de toda aquella gente que tanto había luchado por mantener la cultura española en el norte de África. España una vez más demostró su ceguera en política exterior. Los tangerinos nos hubiesen apoyado en cualquier proyecto, porque muchos de sus dirigentes habían estudiado en Granada y sus hijos también. Quiero, desde estas paginas, rendir tributo de gratitud a aquellos que hicieron posible un bello sueño durante algunos años. Mi Tánger como el de Antonio, sabe a pastela, a te moruno en los jardines del Minzah y a lealtad de los que supieron defender a España más que los que estaban obligados a hacerlo.
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Ideas de futuro para la Universidad

– Ideas de futuro para la Universidad.

LAS universidades cumplen con una misión específica, imprescindible e irremplazable en la sociedad: ofertan un servicio público esencial, que tiene como fin la gestión integral del conocimiento en beneficio de todas las personas.

Desde hace casi quinientos años, la ciudad de Granada ha tenido como una seña de identidad y motivo de satisfacción a su Universidad, que a lo largo de los siglos ha acogido a decenas de miles de profesores y trabajadores y ha formado a cientos de miles de profesionales. Conscientes de sus carencias y de sus fortalezas, quienes hoy integramos la comunidad universitaria granadina nos sentimos orgullosos de pertenecer a ella y, del mismo modo, respetamos y agradecemos el trabajo de aquellas personas que nos han precedido.

Manteniendo este compromiso con nuestra historia, con Granada, con Ceuta y con Melilla, somos conscientes, sin embargo, de que afrontamos nuevos tiempos. El Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) abre las puertas a una mayor competitividad en docencia, investigación e innovación, y la Universidad de Granada debe aprovechar esta coyuntura tanto para mantenerse entre las de más prestigio y valía como para avanzar y superarse.

Apoyaremos decididamente la labor docente, valorando su importancia y trascendencia en la Universidad. Docencia e investigación componen un binomio inseparable para la educación superior, y entre ellas debe existir un equilibrio en la persona del docente, del profesor. La mayoría de los alumnos exige y necesita una docencia de calidad, con profesores ilusionados y comprometidos con esta tarea, que apliquen junto a las técnicas clásicas nuevos métodos de innovación docente teórica y práctica. En investigación, el EEES plantea nuevas posibilidades de colaboración internacional, pero a su vez una mayor competitividad en áreas donde nuestros investigadores saldrán beneficiados. Nos comprometemos a ayudarlos con nuevos medios técnicos y humanos que agilicen la petición y gestión de los proyectos de investigación.

Nuestro programa de gobierno aporta ideas de futuro, coherentes, meditadas y realistas. Y es que los nuevos retos necesitan nuevos planteamientos; necesitamos renovación e ilusión, pero con lealtad a nuestra historia y a nuestra ciudad. De ahí surge, en primer lugar, nuestra visión global plasmada en el término Univerciudad: pacto entre la Universidad y nuestras ciudades sede, especialmente trascendente en Granada. Pacto de desarrollo coordinado, de diálogo basado en un principio simple: ni la Universidad puede alcanzar las cotas más altas sin la perfecta integración y coordinación con la ciudad, ni la ciudad debe ignorar la importancia social, económica y cultural de la Universidad. Esta relación es especialmente fácil de establecer si consideramos que ciudad y Universidad no compiten entre sí en nada ni por nada.

Por otra parte, en este siglo XXI hemos de luchar por una serie de valores universales, de las personas y del conjunto de la sociedad. En este sentido, concurro con un programa que defiende valores que deben impregnar el modo de actuar de la Universidad de Granada: trabajo por la paz, el diálogo y la tolerancia; promoción de la igualdad de oportunidades; solidaridad y cooperación; respeto al medio ambiente.

Represento una candidatura independiente e integradora, en la que personas de todas las edades, grupos universitarios e ideologías han venido trabajando pensando sólo en el bien común y en el progreso de nuestra Universidad. Es, además, una candidatura transparente; nuestro programa parte una base sólida de principios universales, ha sido realizado con las aportaciones de todos los colectivos de la comunidad universitaria y discutido y acordado en diferentes foros. Transparente también en la dirección de la campaña electoral. De ahí, y muy en coherencia con lo que hemos sido, somos y queremos ser como Universidad y como universitarios, la humildad y moderación de nuestra campaña electoral: somos y seremos efectivos, nunca hemos aspirado a ser efectistas.

Por todas estas razones y porque contigo es posible, como cabeza visible de una candidatura de progreso, solicito el voto de las mujeres y de los hombres que integran la Universidad de Granada, un voto comprometido con la institución, con la sociedad y con las personas.
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La ampliación del PTS: ¿Una nueva invasión especulativa de la vega?

– La ampliación del PTS: ¿Una nueva invasión especulativa de la vega?

AL leer esta noticia en la prensa, a los componentes de Ciudadanos por Granada, que somos mayores y tenemos memoria, nos viene a la mente lo que sucedió cuando desde la Junta de Andalucía, para compensar a Granada por la segunda Universidad de Sevilla y por el Parque Tecnológico de Málaga, se plantea la realización del Campus de la Salud en nuestra ciudad. En principio la idea parecía ser muy buena, pues la conjunción de la Universidad con las consejerías de Salud y de Educación, junto con una proyección social importante, a través de industrias punteras de producción biosanitaria, podría dar unos resultados muy positivos para el tejido social y económico de Granada. Aunque, las malas lenguas decían que al Gobierno Autonómico solo le interesaba, aparte de evitar el agravio comparativo, la creación de un hospital.

Se convoca entonces un concurso público para la decisión de la ubicación y el diseño del Campus de la Salud, con toda la parafernalia de un gran proyecto para la ciudad, a partir de un programa elaborado por las Consejerías de Salud, Educación y la Universidad de Granada en el que se contemplaba una ambiciosa realización de modernos centros docentes relacionados con la salud: bibliotecas, residencias de estudiantes, obviamente, el hospital clínico y la gran innovación que desarrollaría la industria granadina mediante la atracción de industrias punteras del sector, que contarían con centros de intercambio de tecnología y con toda la colaboración de la investigación de los departamentos de la universidad, que a su vez, se beneficiarían de los medios aportados por estas empresas para la potenciación de nuestra investigación. Granada abandonaría así la pobreza industrial que nos caracteriza y se proyectaría hacia el futuro, alcanzando definitivamente el tren de la industrialización próspera y moderna.

El concurso público recayó en un equipo granadino que contaba con arquitectos, ingenieros industriales y de caminos, médicos de la Escuela Andaluza de Salud Pública, físicos-químicos de la Universidad y otros científicos e investigadores. Todo pintaba muy bien y Granada se felicitaba por ello. Pero, la Administración Autonómica quería hacer un hospital.

A la vuelta de la esquina se apilaban los intereses de unos pocos que, apoyados por responsables políticos más la colaboración entusiasta de la Fundación Campus de la Salud, consiguieron arrebatar el control del proyecto técnico al equipo granadino, ganador del concurso, designando al frente del mismo a un hábil técnico que daría lugar al cambio del uso del suelo previsto para el Campus, a suelo residencial. Esta rápida transformación tuvo la aquiescencia de la mayoría puesto que se advertía de que serían viviendas para el personal sanitario al servicio del Campus de la Salud. La finalidad de éstas, que inmediatamente pasaron a ser viviendas de lujo, era la financiación del ya reducido Campus de la Salud, puesto que la Administración nunca dio muestras de querer tirar de este carro mediante las correspondientes inversiones realizadas en los plazos razonables. (La Universidad Pablo Olavide de Sevilla y el Parque Tecnológico de Málaga, coetáneos de nuestro Campus de la Salud, llevan años funcionando).

Casualmente las zonas que se redujeron eran las más sensibles al desarrollo económico de Granada en las que se ubicarían los centros pilotos de la empresas de tecnología avanzada que podrían, como después se ha demostrado, acudir a la cita con el desarrollo de la biotecnología. Los beneficios económicos conseguidos, seguramente fueron rápidos y de escasa difusión.

Al quedar el Campus de la Salud tan reducido, se plantea su primera ampliación. ¿Por qué no usar, entonces, algunas parcelas de las facultades que quedan por hacer para construir hoteles? Eso sí, pero que sean dedicados a la salud. ¿Que más nos da que la ampliación vaya por la vega? Pero, ¿qué pasará con los nuevos terrenos que se asignen? ¿Se repetirá la historia y volverá la Fundación Campus de la Salud a realizar una operación similar con la justificación de la ampliación? ¿Los flecos dan terror! Todavía se encuentran en activo muchos de los responsables políticos, lejanos y próximos, alguno muy próximo al Campus, de aquella manipulación. Y, para no perder tiempo, ya se anuncia en la prensa una segunda ampliación. Lo que da juego, da juego. En el Parque Tecnológico de la Salud, nuestro Campus de la Salud, cabe todo. Solo depende del nombre que se le asigne.
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Apuesta para el bienestar de la ciudadanía: Medio Ambiente y Cultura en Granada

– Apuesta para el bienestar de la ciudadanía: Medio Ambiente y Cultura en Granada.

EN las últimas semanas, los ciudadanos de Granada, y no sólo aquellos que pertenecen a la comunidad universitaria, han tenido la oportunidad de conocer las propuestas de los candidatos a Rector para una de las instituciones más prestigiosas de la provincia: su Universidad. Y es que el resultado de las elecciones no afectará sólo a los campus universitarios, sino a toda la provincia y a las ciudades de Ceuta y Melilla. Luis Rico, consciente de ello, no ha escatimado esfuerzos en presentar ante los medios de comunicación, ante los diferentes grupos sociales y los representantes institucionales de Granada, Ceuta y Melilla, las ideas que animan el programa de progreso con el que se presenta a Rector. Durante la campaña, ha mostrado su disposición a imprimir un cambio equilibrado en la gestión y en la política universitaria, que permita la adaptación a los requerimientos del futuro inmediato. Tanto en el interior de las aulas, como fuera de ellas: en el espacio común de todos los ciudadanos cuya vida social y cultural, en gran medida, está vertebrada por la actividad universitaria.

Las áreas que concentran las prioridades de gobierno que se compromete a desarrollar Luis Rico, para la consolidación de una universidad socialmente avanzada, son: la autogestión de los servicios del alumnado, el apoyo a la carrera profesional del personal universitario, el impulso a la política científica, la reordenación académica para la convergencia europea, la modernización de la administración, la esfera cultural de la universidad y la responsabilidad social corporativa. Son éstas dos últimas, Esfera Cultural y Responsabilidad Social Corporativa, las que sin duda tendrán un mayor efecto inmediato en la vida de aquellos granadinos que, aunque no voten el martes día 4, serán beneficiarios de la política que se haga desde el Hospital Real.

El desarrollo sostenible y el respeto al medio ambiente son una de sus prioridades; por ello la universidad debe asumir un claro compromiso con la protección y conservación del medio ambiente, promoviendo la formación e innovación docente en este campo y fomentando la investigación sobre temas ambientales y sus aplicaciones científicas, artísticas, humanísticas y tecnológicas. Junto con medidas para el ahorro energético y el consumo de recursos naturales, la gestión de residuos y la creación de zonas verdes, es básica la suscripción de compromisos de responsabilidad social corporativa e integración en redes nacionales e internacionales que promuevan cambios sostenibles como la Red de Universidades por el Cambio Climático, Compromisos en el diseño y desarrollo de Planes Estratégicos Andaluces de Medio Ambiente en vigor o iniciativas como la promoción de la Carta de la Tierra. Es importante, asimismo, la suscripción de acuerdos con entidades que promuevan los compromisos derivados de los Convenios Internacionales de Cambio Climático, Conservación de Especies Protegidas, Aarhus, Biodiversidad, etc.

En cuanto a la cultura, la Universidad de Granada cuenta con un bagaje y unos activos históricos, culturales y sociales de capital importancia, así como con una relación enriquecedora con el entorno y una producción artística y cultural atractiva para toda la comunidad universitaria y para el conjunto de la sociedad. Los edificios históricos (La Madraza, el Hospital Real, el Carmen de la Victoria, Casa de Porras) deben estar abiertos a toda la sociedad granadina, porque hacer ciudad es proyectar universidad y viceversa. Se entiende que, además de lugares, hay que aportar ideas novedosas, y procurar que las relaciones con Granada y sus gentes, con la ciudadanía, se hagan cada vez más fluidas en todos los campos (literatura, música, cine, teatro, arte, etc.). Para organizar y desarrollar una cultura universitaria, el compromiso inicial -ambicioso, es cierto, pero posible con el esfuerzo común- consiste en crear la Esfera Cultural de la Universidad de Granada, imaginada y representada como un sistema, como un espacio de radios y ejes de actividades, de paralelos de acciones conjuntas con instituciones y organizaciones culturales del entorno. Necesitamos incrementar nuestra relación con la sociedad granadina y complementar sus actividades con nuestras aportaciones. Se trata de hacer más y mejor, sin desaprovechar aquellos esfuerzos que se han hecho en etapas anteriores pero aumentando nuestra presencia, porque no tiene sentido que la Universidad viva ajena a los macroproyectos culturales que necesariamente han de promoverse en Granada. Y nosotros tenemos que estar en primera línea, sembrando y haciendo ciudad, que es hacer también universidad.

Estas prioridades en las relaciones entre la ciudad de Granada y su Universidad están en el núcleo del programa con el que Luis Rico ha establecido su compromiso de gobierno para los cuatro próximos años. Esta es la propuesta que defiende, que ha mostrado en aulas y pasillos, en servicios y departamentos, sin estridencias ni efectismos, con el juego limpio que le caracteriza, con honestidad, con sentido común y responsabilidad, con la garantía de su experiencia en la gestión que le hace creíble y confiable, y con el amor a una Universidad de Granada que, como toda la ciudad, está orgullosa de su historia y confiada en su porvenir.
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Perfilar nuestra institución, elegir a un rector

– Perfilar nuestra institución, elegir a un rector.

EL proceso de elección del Rector de la Universidad de Granada toca su fin. Los implicados, y tal vez los ciudadanos de Granada en general, padecemos cierta saturación comprensible, acaso porque la campaña electoral se ha contagiado inevitablemente de las mismas fórmulas del circo político. Sin embargo, la elección del Rector de la Universidad de Granada es un hecho trascendente, vital para la propia Universidad de Granada y, seguramente, también para la ciudad. Del nuevo equipo rectoral y de su política universitaria emergerá una nueva orientación para nuestra Universidad, con una impronta singular, a imagen y semejanza de sus máximos responsables. No siempre el perfil resultante merece el elogio. La Universidad de Granada, pese a su potencial en recursos humanos y materiales, a veces no ha logrado escapar a la mediocridad de un modelo de Universidad provinciana, en el peor sentido de la expresión, preocupada simplemente por el marketing local o la gestión más o menos eficiente de unas enseñanzas concebidas con la misma ambición que en la academia de la esquina: «Preparar al alumno para los exámenes». Así lo denunciaba críticamente Francisco Giner de los Ríos respecto de la Universidad del siglo XIX, aspirando a una institución que diera crédito a su propia denominación, que buscara básicamente la investigación y el saber para formar a partir de ellos a la juventud.

Necesitamos, más que queremos, una Universidad que mire más hacia fuera y no tanto hacia el entorno inmediato. Una Universidad de Granada cosmopolita, internacional, competitiva, que se base en el pilar fundamental de la investigación de primer nivel, que oriente su política a generar y gestionar recursos para este fin esencial, relacionándose y compitiendo con las mejores Universidades extranjeras. Precisamos una Universidad que no se deje llevar por una función social mal entendida, que huya de la masificación y de las estadísticas cuantitativas para cuidar en el detalle las necesidades de los equipos investigadores y ser exigente y no complaciente con los procesos docentes. Debemos conseguir una Universidad que estimule la colaboración con las empresas privadas, que en España siguen sin comprender el activo que supone la inversión en saber. Preferimos una Universidad comprometida, plural, crítica y políticamente incorrecta a una Universidad preocupada por su brillo en el entorno social.

No todos los miembros de la comunidad universitaria se sienten cómodos significándose. Sin detrimento alguno de los méritos de los demás candidatos, desde el inicio del proceso hemos dado nuestro apoyo a Francisco González Lodeiro. Simpatizamos y apreciamos a otros candidatos que, a nuestro juicio, han contribuido a conferir a estas elecciones una altura muy notable. Pero creemos que la Universidad de Granada debe mucho al impulso de Francisco González Lodeiro en su época de Vicerrector de Investigación; su gestión fue proverbialmente ejemplar en la apertura exterior de la Universidad de Granada y en la concepción de la investigación de calidad como una prioridad política, cuya inercia ha rendido muy buenos frutos más allá de su mandato. Seguramente su honradez y su talante para trabajar en equipo le han ayudado a la hora de adquirir ese perfil acreditado que justifica un voto, el nuestro, cuyo único afán es la Universidad en la que muchos creemos, y con la que a veces no nos queda más remedio que soñar. Ojalá que, cualquiera que sea el resultado, todos los votos sirvan a la misma ambición, al mismo sueño…
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Laboratorio farmacéutico

– Laboratorio farmacéutico.

En los 156 años de historia de la Facultad de Farmacia de la UGR se han otorgado 16.344 títulos. Nos cuentan cómo aprenden y forman.

CUANDO a la madre y hermana de Irene Jiménez, alumna de cuarto de Farmacia de la Universidad de Granada (UGR), les duele la cabeza le preguntan qué deben tomarse. Después «no se fían mucho», bromea Irene, a quien le queda poco para licenciarse. No obstante, que nadie se preocupe porque la formación de los farmacéuticos que estudian en la Facultad granadina es «muy buena». Es una carrera «dura» y reciben una formación amplia encaminada a dedicarse a diferentes campos profesionales. Cuando terminan tampoco tienen muchos problemas de paro. Más bien todo lo contrario, «ahora no hay desempleo».

Este año unos doscientos profesores están enseñando a unos 2.832 alumnos cuáles son los secretos de los campos relacionados con la industria farmacéutica. ¿Cómo reacciona nuestro cuerpo ante determinados medicamentos? ¿Cuál es la composición química? Y cientos de historias más. Este centro es el tercero más antiguo de España -por delante están Madrid y Barcelona- y el mayor en número de alumnos. Se fundó en 1850 y aún sigue atrayendo a estudiantes de Murcia, Valencia, Alicante y el resto de Andalucía, aunque se hayan creado otros centros de estas características.

El decano de la Facultad, Luis Recalde, explica que ésta es una profesión gremial y en «nuestro centro se forman terceras y cuartas generaciones de farmacéuticos. A los padres les gusta que sus hijos se formen en el mismo centro que lo hicieron ellos». También reconoce que en algunas ocasiones en Farmacia se matriculan alumnos que no han podido entrar en otras carreras, pero al final acaban satisfechos.

Es el caso de Sonia Ruiz, alumna de cuarto, que entró en Farmacia porque no tenía nota ni para Medicina ni Enfermería, pero ahora se están «cumpliendo mis objetivos». En un futuro le gustaría dedicarse a cuestiones relacionadas con el laboratorio, comenta mientras se prepara para escuchar las explicaciones del profesor Juan Niclós, director del departamento de Química Inorgánica. Tocaba conocer los aspectos inorgánicos de algunos procesos.

Práctica y teoría

Química Inorgánica, Bioquímica, Anatomía e Histología Humana, Física, Historia de la Farmacia, Nutrición y Bromatología… son algunas de las asignaturas que deben superar los futuros farmacéuticos. Materias que las imparten en departamentos como el dirigido por el mencionado Juan Niclós en el que en explican en clase y en los laboratorios. En estos últimos se dan a los estudiantes razones y explicaciones para que puedan conectar la teoría con la realidad práctica. Les dotan, en definitiva, como comenta Niclós, de los elementos suficientes para que ejerzan con mentalidad química: «Un químico mira una cosa y piensa en qué lo puede transformar». Lo conocido como radiofarmacia está muy presente en sus temarios.

En el departamento de Bioquímica y Biología Molecular II, en el que imparten diferentes asignaturas, se encargan de analizar y ver todo a nivel molecular. En este caso, la directora es María Dolores Suárez, una catedrática que lleva muchos años en la Universidad y que ha visto cómo se formaban y creaban muchos nuevos farmacéuticos. En las materias que imparten les enseñan a los alumnos todo tipo de conocimientos relacionados con esta rama en la que se analizan las reacciones de los seres humanos.

En la Bioquímica Clínica, por ejemplo, se habla de la determinación analítica que se lleva en los laboratorios para el diagnóstico, control y seguimiento de los pacientes. Así, María Dolores Suárez pone algunos ejemplos para explicar la importancia de estas materias. Añade que estudian, por ejemplo, el mecanismo molecular para que la glucosa se mantenga constante. Otro ejemplo lo pone con el colesterol. Lo sintetizan y analizan porqué razones se encuentra en sangre o porqué puede elevarse. Y añade que el colesterol es muy necesario para «nuestro organismo» lo malo es que esté en niveles altos.

Los futuros farmacéuticos durante los cinco cursos -normalmente necesitan más años un buen porcentaje para terminar- asisten a un buen número de clases en laboratorios y al final también tienen que hacer seis meses de prácticas en farmacias hospitalarias o en comunitarias. En los laboratorios se les enseña, por ejemplo, a separar proteínas como les explicaba hace unos días la profesora María Dolores Mesa a los alumnos de primero, a trabajar analizando ratones…, entre otras muchas cosas. En las oficinas de Farmacia los alumnos se aproximan a la realidad.

Según los datos facilitados por el decano de la Facultad de Farmacia granadina, el 50% de los estudiantes que se licencian al final trabajan en las oficinas de Farmacia. Si bien, el espectro al que los alumnos de esta Facultad pueden orientar su formación es bastante amplio y el campo profesional también lo es. Pueden hacerlo a la analítica clínica, la Farmacia industrial, Farmacia asistencial o la salud y medio ambiente.

Estos últimos cursos se han licenciado en esta Facultad unos 300 alumnos cada año. En sus 156 años de existencia -se contabliza hasta 2006- la Facultad de Farmacia, que ha hecho su correspondiente periplo por diferentes campus y edificios, ha otorgado el título de licenciado a un total de 16.344 alumnos. A estas cifras hay que sumar los titulados en las otras dos carreras que se imparten en el centro, si bien estas son mucho más recientes. En el caso de la licenciatura de Ciencias y Tecnología de los Alimentos se ha dado el título a 394 alumnos y en la diplomatura de Nutrición Humana y Dietética a 40.

En lo referente a la futura convergencia europea al igual que Medicina tienen normativa especial y se quedarán con cinco años. Lo que sí cambiará es el edificio en el que se impartan las clases, será en el Campus de la Salud.
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Sobre las elecciones a rector y la Universidad

– Sobre las elecciones a rector y la Universidad

Sr. Director de IDEAL: Los cuatro candidatos a rector de la UGR son catedráticos. No puede ser de otra manera. Para ser rector de la UGR es requisito indispensable tener la condición de catedrático. No deja de ser curioso que la inmensa mayoría de la comunidad universitaria podría ser, en teoría, presidente del Gobierno de España, pero no rector de su Universidad. Y encima nos venden la elección del rector por sufragio universal (en nuestro caso ponderado), lo cual le da un supuesto cariz democrático a la elección. Falso, radicalmente falso. De democracia, poco o nada. Todo el mundo sabe que el derecho de sufragio tiene una doble cara, el derecho activo y el derecho pasivo, es decir, el derecho a votar y a que te puedan votar, a que puedas presentarte. Esto se viola flagrantemente en la Universidad, y no lo digo ya porque los alumnos no puedan ser rectores, lo cual parece un poco absurdo (aunque por otra parte no sería más absurdo que el hecho de que cualquiera de nosotros pueda presentarse a unas elecciones generales), sino por el resto de profesores que no tienen el status de catedrático. ¿Por qué un catedrático sí y un profesor titular no? ¿Y cualquier otro profesor que no sea titular?

Una de las cosas que más me llama la atención de la Universidad es que en ella todo funciona por jerarquía: a la hora de elegir asignaturas, de elegir horarios, del reparto de los despachos y de muchas cosas más. Es una institución jerarquizada, disciplinada, en la que la obediencia es un valor y en pocos sitios como en la Universidad se cumple aquello de «el que se mueva no sale en la foto». Para progresar en el «escalafón» universitario, hay una larga lista de espera, en la que los aspirantes deben de ser pacientes y obedientes hasta conseguir la titularidad y más adelante la cátedra. La máxima que se cumple durante todo el proceso de ascenso es «el hoy por ti y mañana por mi».Y cuando uno llega a la cúpula del sistema está tan integrado en el mismo, que sus juveniles ansias de mejorarlo o se han quedado por el camino o resultan del todo imposibles de aplicar.

Hay excepciones, evidentemente que las hay, y en algún caso son notables, brillantes y admirables. Pero el sistema es tan perfecto, la maquinaria está tan engrasada, la cultura universitaria tan asentada, que las excepciones son perfectamente asumibles y encajables. Es más, el sistema las utiliza para retroalimentarse y auto regenerarse. Igual recuerdan aquella película protagonizada por Bruce Willis y Mila Jovovich, titulada El quinto elemento, en la que El Mal aparecía representado por un enorme meteorito o planeta que se acercaba a la Tierra con objeto de destruirla y todo lo que se hacía para combatirlo lo único que conseguía era hacerlo más fuerte. Como es natural, la película tiene un final feliz, pero claro, los finales felices muy pocas veces suceden en algo que no sea una película. Y en el caso que nos ocupa, los candidatos a rector son catedráticos, que no Bruce Willis y en la UGR Mila Jovovich brilla por su ausencia.
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