¿Quién da más?

– ¿Quién da más?

Zapatero y Rajoy intentan romper el equilibrio electoral con una cascada de promesas.

Veinte años no es nada, pero cinco semanas pueden resultar eternas. Faltan exactamente treinta y cinco días para unas elecciones generales que se presentan más inciertas que nunca y la imaginación ya no da para predecir cuántas promesas destaparán aún los principales partidos en su intento de seducir al escéptico electorado español. Un esfuerzo sin demasiadas posibilidades de éxito. Datos del Centro de Investigaciones Sociológicas publicados hace poco más de un año describen a un ciudadano descreído, insensible ante esa oferta de un mundo feliz que les presentan sus líderes políticos al módico precio de un voto.

La referencia aparece en el estudio número 2671 del CIS, con fecha del 15 de enero de 2007: entonces, sólo el 13% de los encuestados se mostró de acuerdo en algún grado cuando se les presentó la afirmación de que «los diputados y senadores se esfuerzan en cumplir las promesas que han hecho durante las elecciones». Nada extraño a la vista de otro índice de descreimiento desvelado, también por el CIS, justo un año antes. En este caso, los partidos ocuparon el último lugar de una clasificación de instituciones elaborada según de la confianza que merecían a los encuestados. Según una escala de 0 a 10, en la que 0 significaba ninguna confianza y 10 total confianza, las formaciones políticas obtuvieron un 4,25 de nota media.

Pero, a pesar de ello, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy llevan ya tres meses enfrascados en una enconada puja para intentar cautivar a electorado. Una extenuante subasta que puede poner en dificultades a los estrategas de cada partido cuando, ya en plena campaña electoral -aún faltan 19 días para su inicio- tengan que marcar el mensaje claro y contundente de cada jornada.

Es una época de política de «saldo», según la terminología que emplean los sociólogos Paco Llera, profesor de la UPV y director del Euskobarómetro, y Josetxo Beriain, profesor de la Universidad Pública de Navarra. Aunque no existen estudios que midan el resultado de tan amplio despliegue de compromisos y promesas, todos los expertos coinciden en reducirlo a una mínima expresión. «Al final, los efectos se neutralizan», apunta Antonio M. Jaime Castillo, profesor de Sociología Electoral de la Universidad de Granada.

Empate técnico

PSOE y PP están, en cualquier caso, abocados a echar el resto. Así lo impone el mapa electoral que perfila la demoscopia en puertas ya de la cita con las urnas. Los últimos datos del CIS presentan un empate técnico, dado que la ventaja de los socialistas se sitúa por debajo de los tres puntos.

La igualdad entre los partidos más fuertes no es un fenómeno típicamente español. Con el nuevo siglo, «se ha generalizado en Australia, Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos», recuerda Lourdes López Nieto, profesora titular de Sociología Electoral de la UNED. Sin embargo, el equilibrio teórico actual (la historia de los sondeos electorales cuenta con errores memorables) no tiene precedentes en España. Hace cuatro años, los socialistas se impusieron por cinco puntos a los populares. Aquellas elecciones pusieron de manifiesto la forma en la que un acontecimiento inesperado -la masacre del 11-M- y su gestión política pueden destrozar todos los pronósticos.

En un escenario tan incierto, los analistas coinciden en señalar que el índice de afluencia de los votantes a los colegios electorales puede resultar clave. También el PSOE está persuadido de que las posibilidades de triunfo de Rodríguez Zapatero pasan por un alto porcentaje de participación, dado que el PP registra un índice de fidelidad de voto de en torno al 90%. Hace cuatro años, acudió a las urnas más del 75% del censo electoral; los socialistas ambicionan que ahora lo haga, al menos, el 70%.

Igualdad y participación obligan a los partidos a forzar la máquina en el diseño de sus programas. Y, a falta de soluciones más imaginativas, ofrecen una avalancha de promesas que muchos ciudadanos empiezan a no tomarse en serio. «Algunos ya están hartos», destaca Javier Elzo. Según el catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto, «una promesa hecha en el momento correcto -la campaña electoral- bien pensada y bien fundamentada puede tener un efecto en los indecisos. Pero mi opinión es que esta cascada de promesas ha perdido toda su efectividad. ¿Quién se acuerda ahora del cheque-bebé?», pregunta Elzo.

La nueva preocupación

La necesidad de conectar con los electores ha situado a la economía en el primer plano del discurso político. El barómetro del CIS que vio la luz el pasado jueves no hizo sino confirmar que ése es el asunto que más preocupa a los ciudadanos desde la segunda mitad del pasado año. La subida de los precios, el encarecimiento de las hipotecas y las malas cifras del paro sustentan esa inquietud a pesar de los esfuerzos del Gobierno en destacar la supuesta solidez económica española.

No fue así durante los tres primeros años de la legislatura. Hace doce meses, el debate se centraba en cuestiones muy diferentes que han pasado a un plano muy secundario -la ruptura de España- o han quedado definitivamente al margen de la agenda política. Es el caso del 11-M, un tema intocable desde que, el pasado 30 de octubre -una vez publicada la sentencia de la Audiencia Nacional- Rajoy ordenara a los suyos que lo desterraran de la disputa electoral. «La agenda de los partidos se marca de manera coyuntural. En realidad, los temas devienen en importantes en función de sus intereses», critica Josetxo Beriain.

Las circunstancias han forzado ahora que ese interés por la economía sea compartido. El PSOE intenta movilizar al electorado de izquierdas y ser la principal referencia para la mujer y los jóvenes con promesas de corte social -discriminación positiva, viviendas de protección oficial, ayudas al alquiler- que, en gran medida, también realiza el PP. El partido de Rajoy, igualmente interesado en captar al mismo segmento de la ciudadanía, intenta también pintar un negro panorama económico cuya responsabilidad atribuye en exclusiva a al Gobierno socialista.

«Nerviosismo»

En situaciones preelectorales de equilibrio extremo, «el nerviosismo lleva a las ofertas de saldo, que denotan debilidad programática y/o estratégica», señala Paco Llera. Aunque es cierto que, en estos casos, la campaña electoral cobra especial relevancia, no debe perderse de vista que «entre el 75% y el 80% del electorado tiene tomada la decisión de votar o no y por qué partido hacerlo bastante antes de la campaña electoral», añade el director del Euskobarómetro.

La consecuencia de todo ello ha sido una carrera de propuestas poco diferenciadas. «Si uno promete algo, el otro se ve en la obligación de mejorarlo y, como las diferencias ideológicas en términos de política económica son bastante reducidas, la mayoría de las promesas van en la misma dirección», comenta Antonio M. Jaime Castillo. Así, si uno se compromete a crear dos millones de puestos de trabajo en la próxima legislatura, el segundo sube la oferta en 200.000 empleos más, y si éste anuncia que subirá las pensiones mínimas hasta los 650 euros, aquél eleva la cifra a 700. En este contexto, la continuidad de Pedro Solbes en el proyecto socialista y el fichaje estrella de Manuel Pizarro por el PP han sido dos de los principales hitos de la precampaña electoral.

Otros asuntos de capital importancia terminarán compartiendo protagonismo con los números en el debate electoral. Para los españoles, el terrorismo vuelve a ser el primer problema del país, según el último barómetro del CIS, y el PP intentará abrir una brecha por ese flanco en la imagen de Zapatero, que la demoscopia sitúa por encima de la de Rajoy. A su vez, el PSOE aludirá a temas como el apoyo de los obispos al PP para tratar de movilizar a toda la izquierda. Pero las promesas no cesarán. Así lo impone la más elemental de las leyes del mercado, resumida en su día con gran éxito popular por el presidente de una marca de detergentes: busque, compare y si encuentra algo mejor… vótelo.
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¿Quién da más?

– ¿Quién da más?

Zapatero y Rajoy intentan romper el equilibrio electoral con una cascada de promesas.

Veinte años no es nada, pero cinco semanas pueden resultar eternas. Faltan exactamente treinta y cinco días para unas elecciones generales que se presentan más inciertas que nunca y la imaginación ya no da para predecir cuántas promesas destaparán aún los principales partidos en su intento de seducir al escéptico electorado español. Un esfuerzo sin demasiadas posibilidades de éxito. Datos del Centro de Investigaciones Sociológicas publicados hace poco más de un año describen a un ciudadano descreído, insensible ante esa oferta de un mundo feliz que les presentan sus líderes políticos al módico precio de un voto.

La referencia aparece en el estudio número 2671 del CIS, con fecha del 15 de enero de 2007: entonces, sólo el 13% de los encuestados se mostró de acuerdo en algún grado cuando se les presentó la afirmación de que «los diputados y senadores se esfuerzan en cumplir las promesas que han hecho durante las elecciones». Nada extraño a la vista de otro índice de descreimiento desvelado, también por el CIS, justo un año antes. En este caso, los partidos ocuparon el último lugar de una clasificación de instituciones elaborada según de la confianza que merecían a los encuestados. Según una escala de 0 a 10, en la que 0 significaba ninguna confianza y 10 total confianza, las formaciones políticas obtuvieron un 4,25 de nota media.

Pero, a pesar de ello, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy llevan ya tres meses enfrascados en una enconada puja para intentar cautivar a electorado. Una extenuante subasta que puede poner en dificultades a los estrategas de cada partido cuando, ya en plena campaña electoral -aún faltan 19 días para su inicio- tengan que marcar el mensaje claro y contundente de cada jornada.

Es una época de política de «saldo», según la terminología que emplean los sociólogos Paco Llera, profesor de la UPV y director del Euskobarómetro, y Josetxo Beriain, profesor de la Universidad Pública de Navarra. Aunque no existen estudios que midan el resultado de tan amplio despliegue de compromisos y promesas, todos los expertos coinciden en reducirlo a una mínima expresión. «Al final, los efectos se neutralizan», apunta Antonio M. Jaime Castillo, profesor de Sociología Electoral de la Universidad de Granada.

Empate técnico

PSOE y PP están, en cualquier caso, abocados a echar el resto. Así lo impone el mapa electoral que perfila la demoscopia en puertas ya de la cita con las urnas. Los últimos datos del CIS presentan un empate técnico, dado que la ventaja de los socialistas se sitúa por debajo de los tres puntos.

La igualdad entre los partidos más fuertes no es un fenómeno típicamente español. Con el nuevo siglo, «se ha generalizado en Australia, Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos», recuerda Lourdes López Nieto, profesora titular de Sociología Electoral de la UNED. Sin embargo, el equilibrio teórico actual (la historia de los sondeos electorales cuenta con errores memorables) no tiene precedentes en España. Hace cuatro años, los socialistas se impusieron por cinco puntos a los populares. Aquellas elecciones pusieron de manifiesto la forma en la que un acontecimiento inesperado -la masacre del 11-M- y su gestión política pueden destrozar todos los pronósticos.

En un escenario tan incierto, los analistas coinciden en señalar que el índice de afluencia de los votantes a los colegios electorales puede resultar clave. También el PSOE está persuadido de que las posibilidades de triunfo de Rodríguez Zapatero pasan por un alto porcentaje de participación, dado que el PP registra un índice de fidelidad de voto de en torno al 90%. Hace cuatro años, acudió a las urnas más del 75% del censo electoral; los socialistas ambicionan que ahora lo haga, al menos, el 70%.

Igualdad y participación obligan a los partidos a forzar la máquina en el diseño de sus programas. Y, a falta de soluciones más imaginativas, ofrecen una avalancha de promesas que muchos ciudadanos empiezan a no tomarse en serio. «Algunos ya están hartos», destaca Javier Elzo. Según el catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto, «una promesa hecha en el momento correcto -la campaña electoral- bien pensada y bien fundamentada puede tener un efecto en los indecisos. Pero mi opinión es que esta cascada de promesas ha perdido toda su efectividad. ¿Quién se acuerda ahora del cheque-bebé?», pregunta Elzo.

La nueva preocupación

La necesidad de conectar con los electores ha situado a la economía en el primer plano del discurso político. El barómetro del CIS que vio la luz el pasado jueves no hizo sino confirmar que ése es el asunto que más preocupa a los ciudadanos desde la segunda mitad del pasado año. La subida de los precios, el encarecimiento de las hipotecas y las malas cifras del paro sustentan esa inquietud a pesar de los esfuerzos del Gobierno en destacar la supuesta solidez económica española.

No fue así durante los tres primeros años de la legislatura. Hace doce meses, el debate se centraba en cuestiones muy diferentes que han pasado a un plano muy secundario -la ruptura de España- o han quedado definitivamente al margen de la agenda política. Es el caso del 11-M, un tema intocable desde que, el pasado 30 de octubre -una vez publicada la sentencia de la Audiencia Nacional- Rajoy ordenara a los suyos que lo desterraran de la disputa electoral. «La agenda de los partidos se marca de manera coyuntural. En realidad, los temas devienen en importantes en función de sus intereses», critica Josetxo Beriain.

Las circunstancias han forzado ahora que ese interés por la economía sea compartido. El PSOE intenta movilizar al electorado de izquierdas y ser la principal referencia para la mujer y los jóvenes con promesas de corte social -discriminación positiva, viviendas de protección oficial, ayudas al alquiler- que, en gran medida, también realiza el PP. El partido de Rajoy, igualmente interesado en captar al mismo segmento de la ciudadanía, intenta también pintar un negro panorama económico cuya responsabilidad atribuye en exclusiva a al Gobierno socialista.

«Nerviosismo»

En situaciones preelectorales de equilibrio extremo, «el nerviosismo lleva a las ofertas de saldo, que denotan debilidad programática y/o estratégica», señala Paco Llera. Aunque es cierto que, en estos casos, la campaña electoral cobra especial relevancia, no debe perderse de vista que «entre el 75% y el 80% del electorado tiene tomada la decisión de votar o no y por qué partido hacerlo bastante antes de la campaña electoral», añade el director del Euskobarómetro.

La consecuencia de todo ello ha sido una carrera de propuestas poco diferenciadas. «Si uno promete algo, el otro se ve en la obligación de mejorarlo y, como las diferencias ideológicas en términos de política económica son bastante reducidas, la mayoría de las promesas van en la misma dirección», comenta Antonio M. Jaime Castillo. Así, si uno se compromete a crear dos millones de puestos de trabajo en la próxima legislatura, el segundo sube la oferta en 200.000 empleos más, y si éste anuncia que subirá las pensiones mínimas hasta los 650 euros, aquél eleva la cifra a 700. En este contexto, la continuidad de Pedro Solbes en el proyecto socialista y el fichaje estrella de Manuel Pizarro por el PP han sido dos de los principales hitos de la precampaña electoral.

Otros asuntos de capital importancia terminarán compartiendo protagonismo con los números en el debate electoral. Para los españoles, el terrorismo vuelve a ser el primer problema del país, según el último barómetro del CIS, y el PP intentará abrir una brecha por ese flanco en la imagen de Zapatero, que la demoscopia sitúa por encima de la de Rajoy. A su vez, el PSOE aludirá a temas como el apoyo de los obispos al PP para tratar de movilizar a toda la izquierda. Pero las promesas no cesarán. Así lo impone la más elemental de las leyes del mercado, resumida en su día con gran éxito popular por el presidente de una marca de detergentes: busque, compare y si encuentra algo mejor… vótelo.
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¿Quién da más?

– ¿Quién da más?

Zapatero y Rajoy intentan romper el equilibrio electoral con una cascada de promesas.

Veinte años no es nada, pero cinco semanas pueden resultar eternas. Faltan exactamente treinta y cinco días para unas elecciones generales que se presentan más inciertas que nunca y la imaginación ya no da para predecir cuántas promesas destaparán aún los principales partidos en su intento de seducir al escéptico electorado español. Un esfuerzo sin demasiadas posibilidades de éxito. Datos del Centro de Investigaciones Sociológicas publicados hace poco más de un año describen a un ciudadano descreído, insensible ante esa oferta de un mundo feliz que les presentan sus líderes políticos al módico precio de un voto.

La referencia aparece en el estudio número 2671 del CIS, con fecha del 15 de enero de 2007: entonces, sólo el 13% de los encuestados se mostró de acuerdo en algún grado cuando se les presentó la afirmación de que «los diputados y senadores se esfuerzan en cumplir las promesas que han hecho durante las elecciones». Nada extraño a la vista de otro índice de descreimiento desvelado, también por el CIS, justo un año antes. En este caso, los partidos ocuparon el último lugar de una clasificación de instituciones elaborada según de la confianza que merecían a los encuestados. Según una escala de 0 a 10, en la que 0 significaba ninguna confianza y 10 total confianza, las formaciones políticas obtuvieron un 4,25 de nota media.

Pero, a pesar de ello, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy llevan ya tres meses enfrascados en una enconada puja para intentar cautivar a electorado. Una extenuante subasta que puede poner en dificultades a los estrategas de cada partido cuando, ya en plena campaña electoral -aún faltan 19 días para su inicio- tengan que marcar el mensaje claro y contundente de cada jornada.

Es una época de política de «saldo», según la terminología que emplean los sociólogos Paco Llera, profesor de la UPV y director del Euskobarómetro, y Josetxo Beriain, profesor de la Universidad Pública de Navarra. Aunque no existen estudios que midan el resultado de tan amplio despliegue de compromisos y promesas, todos los expertos coinciden en reducirlo a una mínima expresión. «Al final, los efectos se neutralizan», apunta Antonio M. Jaime Castillo, profesor de Sociología Electoral de la Universidad de Granada.

Empate técnico

PSOE y PP están, en cualquier caso, abocados a echar el resto. Así lo impone el mapa electoral que perfila la demoscopia en puertas ya de la cita con las urnas. Los últimos datos del CIS presentan un empate técnico, dado que la ventaja de los socialistas se sitúa por debajo de los tres puntos.

La igualdad entre los partidos más fuertes no es un fenómeno típicamente español. Con el nuevo siglo, «se ha generalizado en Australia, Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos», recuerda Lourdes López Nieto, profesora titular de Sociología Electoral de la UNED. Sin embargo, el equilibrio teórico actual (la historia de los sondeos electorales cuenta con errores memorables) no tiene precedentes en España. Hace cuatro años, los socialistas se impusieron por cinco puntos a los populares. Aquellas elecciones pusieron de manifiesto la forma en la que un acontecimiento inesperado -la masacre del 11-M- y su gestión política pueden destrozar todos los pronósticos.

En un escenario tan incierto, los analistas coinciden en señalar que el índice de afluencia de los votantes a los colegios electorales puede resultar clave. También el PSOE está persuadido de que las posibilidades de triunfo de Rodríguez Zapatero pasan por un alto porcentaje de participación, dado que el PP registra un índice de fidelidad de voto de en torno al 90%. Hace cuatro años, acudió a las urnas más del 75% del censo electoral; los socialistas ambicionan que ahora lo haga, al menos, el 70%.

Igualdad y participación obligan a los partidos a forzar la máquina en el diseño de sus programas. Y, a falta de soluciones más imaginativas, ofrecen una avalancha de promesas que muchos ciudadanos empiezan a no tomarse en serio. «Algunos ya están hartos», destaca Javier Elzo. Según el catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto, «una promesa hecha en el momento correcto -la campaña electoral- bien pensada y bien fundamentada puede tener un efecto en los indecisos. Pero mi opinión es que esta cascada de promesas ha perdido toda su efectividad. ¿Quién se acuerda ahora del cheque-bebé?», pregunta Elzo.

La nueva preocupación

La necesidad de conectar con los electores ha situado a la economía en el primer plano del discurso político. El barómetro del CIS que vio la luz el pasado jueves no hizo sino confirmar que ése es el asunto que más preocupa a los ciudadanos desde la segunda mitad del pasado año. La subida de los precios, el encarecimiento de las hipotecas y las malas cifras del paro sustentan esa inquietud a pesar de los esfuerzos del Gobierno en destacar la supuesta solidez económica española.

No fue así durante los tres primeros años de la legislatura. Hace doce meses, el debate se centraba en cuestiones muy diferentes que han pasado a un plano muy secundario -la ruptura de España- o han quedado definitivamente al margen de la agenda política. Es el caso del 11-M, un tema intocable desde que, el pasado 30 de octubre -una vez publicada la sentencia de la Audiencia Nacional- Rajoy ordenara a los suyos que lo desterraran de la disputa electoral. «La agenda de los partidos se marca de manera coyuntural. En realidad, los temas devienen en importantes en función de sus intereses», critica Josetxo Beriain.

Las circunstancias han forzado ahora que ese interés por la economía sea compartido. El PSOE intenta movilizar al electorado de izquierdas y ser la principal referencia para la mujer y los jóvenes con promesas de corte social -discriminación positiva, viviendas de protección oficial, ayudas al alquiler- que, en gran medida, también realiza el PP. El partido de Rajoy, igualmente interesado en captar al mismo segmento de la ciudadanía, intenta también pintar un negro panorama económico cuya responsabilidad atribuye en exclusiva a al Gobierno socialista.

«Nerviosismo»

En situaciones preelectorales de equilibrio extremo, «el nerviosismo lleva a las ofertas de saldo, que denotan debilidad programática y/o estratégica», señala Paco Llera. Aunque es cierto que, en estos casos, la campaña electoral cobra especial relevancia, no debe perderse de vista que «entre el 75% y el 80% del electorado tiene tomada la decisión de votar o no y por qué partido hacerlo bastante antes de la campaña electoral», añade el director del Euskobarómetro.

La consecuencia de todo ello ha sido una carrera de propuestas poco diferenciadas. «Si uno promete algo, el otro se ve en la obligación de mejorarlo y, como las diferencias ideológicas en términos de política económica son bastante reducidas, la mayoría de las promesas van en la misma dirección», comenta Antonio M. Jaime Castillo. Así, si uno se compromete a crear dos millones de puestos de trabajo en la próxima legislatura, el segundo sube la oferta en 200.000 empleos más, y si éste anuncia que subirá las pensiones mínimas hasta los 650 euros, aquél eleva la cifra a 700. En este contexto, la continuidad de Pedro Solbes en el proyecto socialista y el fichaje estrella de Manuel Pizarro por el PP han sido dos de los principales hitos de la precampaña electoral.

Otros asuntos de capital importancia terminarán compartiendo protagonismo con los números en el debate electoral. Para los españoles, el terrorismo vuelve a ser el primer problema del país, según el último barómetro del CIS, y el PP intentará abrir una brecha por ese flanco en la imagen de Zapatero, que la demoscopia sitúa por encima de la de Rajoy. A su vez, el PSOE aludirá a temas como el apoyo de los obispos al PP para tratar de movilizar a toda la izquierda. Pero las promesas no cesarán. Así lo impone la más elemental de las leyes del mercado, resumida en su día con gran éxito popular por el presidente de una marca de detergentes: busque, compare y si encuentra algo mejor… vótelo.
Descargar


¿Quién da más?

– ¿Quién da más?

Zapatero y Rajoy intentan romper el equilibrio electoral con una cascada de promesas.

Veinte años no es nada, pero cinco semanas pueden resultar eternas. Faltan exactamente treinta y cinco días para unas elecciones generales que se presentan más inciertas que nunca y la imaginación ya no da para predecir cuántas promesas destaparán aún los principales partidos en su intento de seducir al escéptico electorado español. Un esfuerzo sin demasiadas posibilidades de éxito. Datos del Centro de Investigaciones Sociológicas publicados hace poco más de un año describen a un ciudadano descreído, insensible ante esa oferta de un mundo feliz que les presentan sus líderes políticos al módico precio de un voto.

La referencia aparece en el estudio número 2671 del CIS, con fecha del 15 de enero de 2007: entonces, sólo el 13% de los encuestados se mostró de acuerdo en algún grado cuando se les presentó la afirmación de que «los diputados y senadores se esfuerzan en cumplir las promesas que han hecho durante las elecciones». Nada extraño a la vista de otro índice de descreimiento desvelado, también por el CIS, justo un año antes. En este caso, los partidos ocuparon el último lugar de una clasificación de instituciones elaborada según de la confianza que merecían a los encuestados. Según una escala de 0 a 10, en la que 0 significaba ninguna confianza y 10 total confianza, las formaciones políticas obtuvieron un 4,25 de nota media.

Pero, a pesar de ello, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy llevan ya tres meses enfrascados en una enconada puja para intentar cautivar a electorado. Una extenuante subasta que puede poner en dificultades a los estrategas de cada partido cuando, ya en plena campaña electoral -aún faltan 19 días para su inicio- tengan que marcar el mensaje claro y contundente de cada jornada.

Es una época de política de «saldo», según la terminología que emplean los sociólogos Paco Llera, profesor de la UPV y director del Euskobarómetro, y Josetxo Beriain, profesor de la Universidad Pública de Navarra. Aunque no existen estudios que midan el resultado de tan amplio despliegue de compromisos y promesas, todos los expertos coinciden en reducirlo a una mínima expresión. «Al final, los efectos se neutralizan», apunta Antonio M. Jaime Castillo, profesor de Sociología Electoral de la Universidad de Granada.

Empate técnico

PSOE y PP están, en cualquier caso, abocados a echar el resto. Así lo impone el mapa electoral que perfila la demoscopia en puertas ya de la cita con las urnas. Los últimos datos del CIS presentan un empate técnico, dado que la ventaja de los socialistas se sitúa por debajo de los tres puntos.

La igualdad entre los partidos más fuertes no es un fenómeno típicamente español. Con el nuevo siglo, «se ha generalizado en Australia, Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos», recuerda Lourdes López Nieto, profesora titular de Sociología Electoral de la UNED. Sin embargo, el equilibrio teórico actual (la historia de los sondeos electorales cuenta con errores memorables) no tiene precedentes en España. Hace cuatro años, los socialistas se impusieron por cinco puntos a los populares. Aquellas elecciones pusieron de manifiesto la forma en la que un acontecimiento inesperado -la masacre del 11-M- y su gestión política pueden destrozar todos los pronósticos.

En un escenario tan incierto, los analistas coinciden en señalar que el índice de afluencia de los votantes a los colegios electorales puede resultar clave. También el PSOE está persuadido de que las posibilidades de triunfo de Rodríguez Zapatero pasan por un alto porcentaje de participación, dado que el PP registra un índice de fidelidad de voto de en torno al 90%. Hace cuatro años, acudió a las urnas más del 75% del censo electoral; los socialistas ambicionan que ahora lo haga, al menos, el 70%.

Igualdad y participación obligan a los partidos a forzar la máquina en el diseño de sus programas. Y, a falta de soluciones más imaginativas, ofrecen una avalancha de promesas que muchos ciudadanos empiezan a no tomarse en serio. «Algunos ya están hartos», destaca Javier Elzo. Según el catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto, «una promesa hecha en el momento correcto -la campaña electoral- bien pensada y bien fundamentada puede tener un efecto en los indecisos. Pero mi opinión es que esta cascada de promesas ha perdido toda su efectividad. ¿Quién se acuerda ahora del cheque-bebé?», pregunta Elzo.

La nueva preocupación

La necesidad de conectar con los electores ha situado a la economía en el primer plano del discurso político. El barómetro del CIS que vio la luz el pasado jueves no hizo sino confirmar que ése es el asunto que más preocupa a los ciudadanos desde la segunda mitad del pasado año. La subida de los precios, el encarecimiento de las hipotecas y las malas cifras del paro sustentan esa inquietud a pesar de los esfuerzos del Gobierno en destacar la supuesta solidez económica española.

No fue así durante los tres primeros años de la legislatura. Hace doce meses, el debate se centraba en cuestiones muy diferentes que han pasado a un plano muy secundario -la ruptura de España- o han quedado definitivamente al margen de la agenda política. Es el caso del 11-M, un tema intocable desde que, el pasado 30 de octubre -una vez publicada la sentencia de la Audiencia Nacional- Rajoy ordenara a los suyos que lo desterraran de la disputa electoral. «La agenda de los partidos se marca de manera coyuntural. En realidad, los temas devienen en importantes en función de sus intereses», critica Josetxo Beriain.

Las circunstancias han forzado ahora que ese interés por la economía sea compartido. El PSOE intenta movilizar al electorado de izquierdas y ser la principal referencia para la mujer y los jóvenes con promesas de corte social -discriminación positiva, viviendas de protección oficial, ayudas al alquiler- que, en gran medida, también realiza el PP. El partido de Rajoy, igualmente interesado en captar al mismo segmento de la ciudadanía, intenta también pintar un negro panorama económico cuya responsabilidad atribuye en exclusiva a al Gobierno socialista.

«Nerviosismo»

En situaciones preelectorales de equilibrio extremo, «el nerviosismo lleva a las ofertas de saldo, que denotan debilidad programática y/o estratégica», señala Paco Llera. Aunque es cierto que, en estos casos, la campaña electoral cobra especial relevancia, no debe perderse de vista que «entre el 75% y el 80% del electorado tiene tomada la decisión de votar o no y por qué partido hacerlo bastante antes de la campaña electoral», añade el director del Euskobarómetro.

La consecuencia de todo ello ha sido una carrera de propuestas poco diferenciadas. «Si uno promete algo, el otro se ve en la obligación de mejorarlo y, como las diferencias ideológicas en términos de política económica son bastante reducidas, la mayoría de las promesas van en la misma dirección», comenta Antonio M. Jaime Castillo. Así, si uno se compromete a crear dos millones de puestos de trabajo en la próxima legislatura, el segundo sube la oferta en 200.000 empleos más, y si éste anuncia que subirá las pensiones mínimas hasta los 650 euros, aquél eleva la cifra a 700. En este contexto, la continuidad de Pedro Solbes en el proyecto socialista y el fichaje estrella de Manuel Pizarro por el PP han sido dos de los principales hitos de la precampaña electoral.

Otros asuntos de capital importancia terminarán compartiendo protagonismo con los números en el debate electoral. Para los españoles, el terrorismo vuelve a ser el primer problema del país, según el último barómetro del CIS, y el PP intentará abrir una brecha por ese flanco en la imagen de Zapatero, que la demoscopia sitúa por encima de la de Rajoy. A su vez, el PSOE aludirá a temas como el apoyo de los obispos al PP para tratar de movilizar a toda la izquierda. Pero las promesas no cesarán. Así lo impone la más elemental de las leyes del mercado, resumida en su día con gran éxito popular por el presidente de una marca de detergentes: busque, compare y si encuentra algo mejor… vótelo.
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La Facultad granadina sigue abriendo caminos

– La Facultad granadina sigue abriendo caminos

NO corrían demasiados buenos tiempos para las carreras artísticas. Estaban las Facultades de Bellas Artes tremendamente cuestionadas por su adocenamiento y por haberse convertido – unas más que otras – en auténticas fábricas de Profesores de Instituto. La formación dada en algunas de ellas sólo respondía a los trasnochados postulados academicistas de un profesorado poco implicado y anclado en la noche de los tiempos. Afortunadamente todo esto parece – también en algunas más que otras – que ha sido superado y nuevos aires se ofrecen desde unas aulas que, como ocurre en la de Granada, se desarrolla el espíritu de una contemporaneidad y se manifiesta la realidad de una profesión que necesita muchos y buenos desenlaces.

Viene esta introducción para constatar la filosofía que envuelve la exposición que se presenta en los magníficos espacios del gaditano Castillo de Santa Catalina y en la galería que regentan Lorena y Rafael Benot y que oferta el trabajo de una serie de alumnos de la Facultad de Bellas Artes de Granada. Esta muestra no sería nada más que otra exposición en el periodo formativo de los alumnos si no estuviera avalada por el rigor, la seriedad y la voluntad manifiesta de introducir a los jóvenes artistas en la auténtica realidad de una profesión que va mucho más allá del mero sentido artístico. El arte, por desgracia, no se reduce a la simple experiencia creativa; es mucho más y demasiado complejo. Por eso es tremendamente acertado que, ya desde las aulas universitarias, se introduzca a los alumnos en la vorágine de una profesión que exige mucho y que impone una potestad muy alejada de los meros postulados de lo artístico. La actividad artística está constituida por muchos factores, algunos promovidos por intereses poco claros y patrocinados por agentes que, demasiadas veces, parecen salidos de películas mafiosas. Los futuros artistas deben ser conscientes de todo esto y saber de sus argumentaciones y consecuencias. Además, nunca es demasiado pronto enseñar las cartas y manifestar las intenciones creativas de unos y de otros. Por eso me parece digna de mención la labor llevada a cabo por el Profesor Trenado – aquí el pintor Carmelo Trenado ocupa otra faceta perfectamente diferenciada – con objeto de introducir abiertamente a sus alumnos en el meollo de una profesión con, al menos, muchos matices. La realidad artística moderna así lo exige y nuestros futuros creadores deben estar preparados para todo cuanto de bueno y de malo se vayan a encontrar.

La exposición responde a los abiertos límites de una realidad creativa donde no existen fronteras especificas. Nos hemos encontrado con valientes posturas, diáfanas perspectivas, claras referencias y preclaros argumentos de unos nuevos espacios por donde parece que van a circular los nuevos esquemas del futuro artístico. En la muestra hay muchas cosas buenas, hay planteamientos acertados de una plástica de avanzadilla – muchos de nuestros sabios santones de lo moderno ya quisieran estar pertrechados con algunos de los esquemas de estos jóvenes autores -, nos encontramos con sabias posturas que auguran posiciones de claro futuro. Pero, además, constatamos que todos los presentes se encuentran al cabo de cuantos intereses conforman una contemporaneidad llena de incontrolables fisuras. Y eso no se aprende en las aulas universitarias.

Como constatación de tan buena realidad expositiva resalto los nombres de unos artistas que están, ya, inmersos en los esquemas de la profesión artística: Heli García, David Costa, Silvia Jiménez, Esteban Emilio, Luis Fernández Garrido, Bernardino Sánchez Bayo, Iván Izquierdo, Ismael Ibáñez Moreno, Alberto Marcos Barbado, Tomás González Justicia, Marta Menacho García, Alejandro del Valle, Úrsula Tutosaus, Silvia Martín Cabello y Blas López Fajardo. Y, además, la buena intencionalidad de un galerista al abrir las puertas a estos buenos proyectos. Algo no habitual.
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Syva recibe el premio Universidad-Empresa por su colaboración con la ULE

– Syva recibe el premio Universidad-Empresa por su colaboración con la ULE.

El laboratorio leonés colabora desde su fundación en los años 40 con la Facultad de Veterinaria
La entrega tuvo lugar en Pamplona, con la presencia del secretario de Estado de Universidades

La colaboración de Laboratorios Syva con la Universidad de León a lo largo de casi 70 años fue premiada ayer en Pamplona por la Red de Fundaciones Universidad Empresa, un acto que presidió el secretario de Estado de Universidades de Investigación, Miguel Ángel Quintanilla, en el que estuvo presente también el rector de la Universidad de León, Ángel Penas. Recogió el galardón el director general del laboratorio leonés, Luis Bascuñán.

Según recordó Luis Bascuñán, la colaboración entre Syva y la Universidad surge en el mismo momento del nacimiento de la compañía, en 1941; ya que esta empresa contó desde sus inicios «con el inestimable soporte de los conocimientos técnico-científicos del profesorado de la Facultad de Veterinaria de León».

Esta estrecha relación con la Universidad forma parte de la filosofía empresarial de Syva desde entonces, según explicó el directivo, que recordó que la colaboración adopta diversas fórmulas, como la financiación de proyectos de investigación aplicada, colaboración en la docencia y formación de estudiantes universitarios, contratación de titulados universitarios (que configuran en la actualidad el 32% de la plantilla de la empresa), acceso a recursos técnicos y científicos de la Universidad y actividades de mecenazgo.

En este sentido, destaca de manera especial el premio Syva a la mejor tesis doctoral en Sanidad Animal, de carácter anual, dotado con 15.000 euros y que ha alcanzado ya su décima edición.

«Por razones evidentes de cercanía, complementariedad y tradición, esta colaboración es especialmente estrecha con la Universidad de León; pero también se hace extensiva a otras universidades públicas españolas como la UCM, UAB, Murcia y Extremadura, así como universidades e instituciones científicas extranjeras: Universidad de Nebraska (EE.UU), Universidad de Montreal (Canadá), Academia de Ciencias veterinarias de Hungría, Instituto de investigaciones biotecnológicas de Argentina, Universidad de Illinois (EE.UU), Universidad de Arizona (EE.UU)», concluyó Bascuñán.

Los Premios Universidad Empresa, que reconocen la labor de entidades y organismos que contribuyen a fomentar y estimular esta relación, fueron otorgados en sus diferentes modalidades a la Universidad de Granada, la Asociación de Investigación y Cooperación Industrial de Andalucía, la Red de Cátedras de Empresa Familiar, las empresas GMV e Infociencia y a Laboratorios Syva, en este caso en la modalidad de Trayectoria de Colaboración.
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La UN fue escenario ayer de la entrega de los Premios Universidad Empresa

– La UN fue escenario ayer de la entrega de los Premios Universidad Empresa.

Una universidad, dos colectivos y tres empresas, distinguidos en la tercera edición de los premios nacionales.

La Universidad de Navarra acogió ayer el acto de entrega de los III Premios Universidad Empresa, organizados por la Red FUE (Red de Fundaciones Universidad Empresa) , asociación sin ánimo de lucro formada por 33 entidades que desde hace más de 30 años trabajan para favorecer las relaciones entre la universidad y la empresa, en el ámbito de la transferencia tecnológica, la promoción de la innovación, el apoyo a emprendedores universitarios, la creación de empresas y la formación e inserción laboral.

Los premios, que se otorgan cada dos años y que buscan reconocer la labor de entidades y organismos que contribuyen a fomentar y estimular la interrelación entre el mundo empresarial y el universitario, recayeron ayer en la Universidad de Granada, la Asociación de Investigación y Cooperación Industrial de Andalucía, la Red de Cátedras de Empresa Familiar y las empresas GMV (con sede en Madrid), Infociencia (Barcelona) y Laboratorios SYVA (León). Se presentaron al certamen 50 candidaturas.

Ángel Gómez-Montoro, rector de la UN, destacó las 200 empresas que forman parte de la Fundación Empresa-Universidad de Navarra y expuso que fundaciones como ésta hacen de puente entre universidad y empresa. Gracias a las empresas, la universidad ofrece un servicio mejor a los alumnos porque les ayuda a integrarse en el mundo laboral. José Manuel Ayesa, presidente de la Confederación de Empresarios de Navarra (fundadora de la Fundación Empresa-Universidad de Navarra, junto a la UN y la Cámara Navarra), ensalzó el papel que la Universidad de Navarra ha jugado en los cambios estructurales de Navarra en los últimos 50 años, cambios imposibles sin la incorporación de cientos de universitarios formados en sus aulas al tejido empresarial.

Por su parte, el consejero foral de Educación, Carlos Pérez-Nievas, señaló que la conjunción universidad-empresa ha dado beneficios palpables a la sociedad. Entre otros méritos, el consejero dijo que las fundaciones contribuyen a la inserción laboral de los universitarios y a la movilidad con otros países.

La Red FUE estuvo representada entre las autoridades por Javier Urdiales (presidente) y Antonio Sáez de Miera (presidente de honor). El segundo recordó que se cumple el 40 aniversario del 68 francés. En el 68, el tema de universidad y empresa estuvo en el centro del conflicto y, en los 40 que han pasado, se ha demostrado que la universidad y la empresa no pueden vivir separadas, dijo.
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El MEC ve problemas técnicos «que se multiplican» en la creación del campus

– El MEC ve problemas técnicos «que se multiplican» en la creación del campus.

El director general de Universidades reconoce dificultades en la cesión de propiedad de la parcela y en las condiciones de seguridad del cuartel La integración de Enfermería se culminará con una inversión de 1,3 millones.

El proceso de integración de la Escuela de Enfermería en la Universidad de Granada será una realidad efectiva en 2010, después de que el Estado haya invertido 1.3 millones de euros para su consecución. La buena noticia que trajó ayer a Ceuta el director general de Universidades, Javier Vidal, contrastó con los «numerosos» problemas técnicos «que se multiplican» a la hora de promover la implantación de un campus en la ciudad autónoma. Dos son las razons principales: la propiedad de la parcela del antiguo cuartel de Teniente Ruiz y las dificultades para garantizar las condiciones mínimas de seguridad en un inmueble que necesita una rehabilitación urgente.

Y Vidal insistió mucho en los problemas. «No es falta de voluntad política, todo son cuestiones técnicas», subrayó. Acompañado del delegado de Gobierno, Jenaro García-Arreciado, El director general de Universidades explicó que desde que la Ciudad les presentó su plan, han analizado la propuesta en reiteradas ocasiones. Pero en un acuerdo a cuatro partes, los plazos «no son tan sencillos», insistió.

El proyecto de Ceuta, tal como indicó, es muy particular en el marco universitario nacional. Dos administraciones públicas implicadas (MEC y Ciudad) y dos instituciones autónomas (UNED y UGR). «Es posiblemente un caso único en España y todos tenemos la voluntad de cooperar, pero se dan dificultades. Hoy por hoy el acuerdo a cuatro partes no tiene solución», reconoció Vidal.

La Ciudad también considera urgente la reforma del edificio y así se lo transmitió ayer el vicepresidente del Ejecutivo local, Pedro Gordillo, en una reunión previa. Para cumplir con el campus habrá que modificar escrituras de propiedad y el plan tendrá que pasar por Consejo de Ministros. No sin antes garantizar las infraestructuras mínimas de seguridad necesarias en materia de mantenimiento y de nuevas tecnologías, entre otras áreas sin concretar. En definitiva, Vidal vino para hablar de la Escuela de Enfermería porque el intento de campus, según sus propias palabras, «no está muy avanzado». Por ello, emplazó al Gobierno local a seguir buscando soluciones para una próxima reunión.

Al hablar de Enfermería, el director general de Universidades se mostró más concreto y ofreció fechas y cifras. En 2010, la integración completa en la UGR será una realidad con un desembolso de 1.3 millones de euros. La firma del convenio definitivo se producirá en próximos meses a falta de «pequeños matices técnicos como sucede en toda integración», explicó Vidal.

El plan de la escuela está ya «prácticamente» terminado porque, según valoró, se ha dado «la voluntad política necesaria» para llevar el proyecto adelante. La histórica demanda de los estudiantes ceutíes ha experimentado un impulso con la elección del nuevo rector de la UGR y se completará en dos años.
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El secretario de JSE pide en Ceuta el voto por una “España de progreso”

– El secretario de JSE pide en Ceuta el voto por una “España de progreso”.

Sergio Gutiérrez anima a que los jóvenes vayan a las urnas y apuesten por un programa “de igualdad de derechos”, salarios mínimos de 800 euros y becas para el 30 % de los universitarios

Las JSCE recibieron ayer la visita del secretario de la organización a nivel nacional, Sergio Gutiérrez, y de su secretario de Organización, César Luena, candidatos al Senado y al Congreso para las próximas elecciones generales por Toledo y por La Rioja, respectivamente. Esta visita a la militancia de las JSCE tiene como motivo “mostrar el apoyo a este cambio de aires que lidera el candidato socialista al Congreso por Ceuta, José Antonio Carracao, en Ceuta”, afirmó Gutiérrez.

Antes de conceder la palabra a Gutiérrez en la rueda de prensa que ofrecieó JSCE en el pub ‘La Sala’, Carracao hizo un apunte sobre la visita que realizó ayer el director general de Universidades del Gobierno, Javier Vidal, para confirmar “una promesa que ya ha cumplido Zapatero”, como es la integración de la Escuela de Enfermería de Ceuta en la Universidad de Granada.

Sergio Gutiérrez comenzó su discurso animando a los jóvenes “a que no pasen de votar en las Generales”, porque la abstención supone “seguirle el juego al Partido Popular, que trata de alejar a la ciudadanía más joven de las urnas, protagonistas del cambio en 2004”. Éste apuntó que, mientras el PSOE promueve “una forma de ver el progreso en España”, el PP se ha quedado “con la imagen de una España de hace 30 años, una visión revisionista con la que se niega a reconocer los derechos sociales básicos, como los de emancipación juvenil, los derechos de la mujer con la Ley de Igualdad, los derechos de los homosexuales y, en suma, la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos”.

Gutiérrez pidió ayer “a los jóvenes de Ceuta” que acudan a las urnas en marzo para que “el programa socialista sea una realidad”. Este documento prevé un millón y medio de viviendas VPO a lo largo de diez años, creación de empleo “digno y de calidad,”, y un salario mínimo interprofesional de 800 euros mensuales, “para acercarse progresivamente a los 1.000 euros que se están cobrando en el resto de Europa”, además de que el 30 por ciento de los universitarios estarán becados.
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«Ceuta es idónea para que se impartan partes de títulos de otras universidades»

– «Ceuta es idónea para que se impartan partes de títulos de otras universidades»

El director general aboga por olvidarse del concepto tradicional de “una carrera-un centro-un grupo de profesores” y defiende que Ceuta cree sinergias con otros centros para ampliar los estudios que ofrece

Pregunta.- ¿No tiene la impresión de que ir a la universidad ha perdido atractivo con eso de que en España ya tenemos demasiados universitarios y poca mano de obra?

Respuesta.- El prestigio de la universidad ha crecido. Nuestras infraestructuras, equipos docentes, nivel de investigación… están a años luz de las de hace tiempo, y además hoy en día todo el mundo puede ir a la universidad. Si en Alemania el 18% de los hijos de clase trabajadora tienen expectativas de cursar estudios superiores en España es el 40%. Tenemos que estar orgullosos de ello, pero también es cierto que padecemos un desequilibrio entre enseñanza universitaria y Formación Profesional que ahora se está corrigiendo. Ambas son imprescindibles para el futuro de España, sobre todo si desde FP se puede ‘saltar a la universidad y seguir estudiando hasta donde uno quiera. Dicho todo esto, que quede bien claro que es de tanto prestigio ir a la universidad como no ir. Pensar que el que trabaja no es capaz de hacer otra cosa es un error. Hay otras opciones de vida tan dignas como la universidad.

P.- ¿Ir a la universidad sigue garantizando, aunque no sea a corto plazo, mejores expectativas laborales y salariales que no hacerlo?

R.- Sí, y todos los estudios lo confirman. El título garantiza, en los inicios, una situación un poquito mejor que a quienes estudian a otros niveles, pero más a largo plazo la diferencia es mucho mayor.

P.- Comparándonos con el resto de Europa, ¿las universidades españolas se mantienen dignamente?

R.- Es difícil hacer estas comparaciones porque el tamaño medio de nuestras universidades es bastante más alto que el de cualquier otro país del mundo, pero en el ámbito de la Investigación y en ciertas áreas de la Docencia tenemos tanto nivel o más que los mejores centros europeos. De esto tenemos pruebas en los resultados de los programas Erasmus-Mundus y similares, pero nuestro sistema está diseñado para acoger a más universitarios y Europa va marcando una senda similar a la nuestra: la educación superior tiene que ser y estar al alcance de todos. Ahora a nosotros nos corresponde elevar nuestro nivel de excelencia.

P.- ¿Y si se compara la universidad pública y la privada?

R.- En España tenemos universidades públicas, privadas y de la Iglesia. En el ámbito público hay un nivel medio muy aceptable y en el privado, como en otros países, de todo.

P.- Ceuta piensa en un campus que sea también motor económico. ¿Qué requisitos debería cumplir para conseguirlo?

R.- Generalmente al hablar de campus se hace de universidad, y aquí eso no ocurre. Creemos que la UNED está haciendo un trabajo muy importante a nivel educativo, pero también en servicios generales, con un impacto muy positivo en Ceuta. Los estudios universitarios tienen un impacto importante en beneficios no monetarios: estudiantes que se quedan, servicios que hay que dar, profesorado que se traslada… En Ceuta sus niveles de calidad tienen que ser los mismos que en el resto de España.

P.- Usted rechaza hablar del campus como una operación meramente urbanística pero tampoco se pone sobre la mesa una ampliación concreta de estudios

R.- Nosotros no tenemos competencias en qué estudios se imparten aquí. Eso corresponde a la Universidad de Granada. Poner en marcha nuevas enseñanzas es una decisión que hay que pensar muy bien porque si después te encuentras con tres estudiantes puedes estar tirando el dinero en lugar de potenciar otros ámbitos más viables. Lo más interesante es que nuestro nuevo modelo de enseñanzas permite más flexibilidad: un postgrado en Granada podría tener parte de su formación en Ceuta con prácticas, cursos específicos… Hay que olvidarse del concepto tradicional un título-un centro-un grupo de profesores. Ahora hay enseñanzas que pueden impartirse en distintos sitios y aunque no se descarta implantar nuevas carreras completas creemos que Ceuta es un lugar idóneo para desarrollar partes de un título de la Universidad de Granada, de Málaga o de Cádiz aquí durante varios meses aprovechando las características del entorno.

P.- Si sus competencias son limitadas y ninguno de los terrenos en juego son suyos. ¿Qué se pide al Ministerio para el futuro campus? ¿Sólo dinero?

R.- Al Ministerio le corresponde financiar todas las enseñanzas que se imparten en Ceuta y Melilla, y si hubiera más habría que pagarlas. Igualmente, en función de nuestro convenio con la UGR también debemos dotar de infraestructuras a las enseñanzas que se cursan aquí.

P.- ¿Le han pasado la factura de cuánto costaría el campus?

R.- No. La dificultad está en que somos muchos actores y no sabemos qué modelo se puede encarar. No sabemos si vamos a empezar por fases, si va a ser un proyecto global del edificio… Hay dificultades por resolver antes de eso.

“Muchos de los problemas a los que nos enfrentamos son del área de Humanidades”

Doctor en Filosofía, Vidal es un firme defensor del futuro de las carreras de Letras. “Estamos en una sociedad en la que, es cierto, necesitamos muchos científicos y que los resultados de las Ciencias son espectaculares, pero no hay que olvidar”, distingue el director general de Universidades, “que muchos de los problemas a los que nos enfrentamos hoy en día: cuando hablamos del uso de la Ingeniería Genética ya no hablamos de ciencias, sino de Humanidades, de problemas de las sociedades y de los hombres”. Incluso profesionalmente para el alto cargo leonés las Letras tienen mucho tirón: “La preocupación por las Artes”, recuerda, “ha crecido enormemente y la universidad tendrá que responder a la manera en la que la sociedad reclama a estos expertos”.
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La integración de Enfermería en la UGR se culminará en “semanas”

– La integración de Enfermería en la UGR se culminará en “semanas”

Totalmente decidido. El director general de Universidades, Javier Vidal, despejó ayer todas las dudas que flotaban en el ambiente respecto de la integración de la Escuela de Enfermería en la Universidad de Granada (UGR). Este consideró que es una cuestión que está “casi terminada”. La Administración central y la UGR han logrado encontrar una solución a las cuestiones técnicas surgidas. Este hecho ha propiciado que el borrador de convenio esté casi redactado y que los trámites se inicien en breve. Por todo ello, Vidal se aventuró a decir que la adhesión de Enfermería a la entidad nazarí culminará en “semanas”. Tal y como explicó el director de la Escuela de Enfermería hace unos días en EL PUEBLO, la integración será progresiva. Así, desde ahora y hasta 2010, cuando se calcula que finalizará el proceso, el Ministerio de Educación invertirá 1,3 millones de euros, según precisó Vidal.
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El director de Universidades se reunió con el profesorado de la

– El director de Universidades se reunió con el profesorado de la Escuela de Enfermería

El director general de Universidades, Javier Vidal, fue portador de buenas nuevas para el equipo directivo de la Escuela de Enfermería de Ceuta. Este transmitió al grupo, durante la reunión que mantuvieron en la sede de la escuela, que la integración se culminará en cuestión de semanas.

“Ha sido una visita muy grata. Mejor no ha podido ir”, aseveró el director de la Escuela Universitaria, Jesús Ramírez. La comunicación que este ha mantenido con Vidal y con los rectores de la UGR han fomentado la “confianza” que desde Ceuta ha existido en todo momento, según aseguró.

García- Arreciado, Cerdeira, de la Encina, Carracao y un representante de Cruz Roja acompañaron a Vidal.
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