El secretario de JSE pide en Ceuta el voto por una “España de progreso”

– El secretario de JSE pide en Ceuta el voto por una “España de progreso”.

Sergio Gutiérrez anima a que los jóvenes vayan a las urnas y apuesten por un programa “de igualdad de derechos”, salarios mínimos de 800 euros y becas para el 30 % de los universitarios

Las JSCE recibieron ayer la visita del secretario de la organización a nivel nacional, Sergio Gutiérrez, y de su secretario de Organización, César Luena, candidatos al Senado y al Congreso para las próximas elecciones generales por Toledo y por La Rioja, respectivamente. Esta visita a la militancia de las JSCE tiene como motivo “mostrar el apoyo a este cambio de aires que lidera el candidato socialista al Congreso por Ceuta, José Antonio Carracao, en Ceuta”, afirmó Gutiérrez.

Antes de conceder la palabra a Gutiérrez en la rueda de prensa que ofrecieó JSCE en el pub ‘La Sala’, Carracao hizo un apunte sobre la visita que realizó ayer el director general de Universidades del Gobierno, Javier Vidal, para confirmar “una promesa que ya ha cumplido Zapatero”, como es la integración de la Escuela de Enfermería de Ceuta en la Universidad de Granada.

Sergio Gutiérrez comenzó su discurso animando a los jóvenes “a que no pasen de votar en las Generales”, porque la abstención supone “seguirle el juego al Partido Popular, que trata de alejar a la ciudadanía más joven de las urnas, protagonistas del cambio en 2004”. Éste apuntó que, mientras el PSOE promueve “una forma de ver el progreso en España”, el PP se ha quedado “con la imagen de una España de hace 30 años, una visión revisionista con la que se niega a reconocer los derechos sociales básicos, como los de emancipación juvenil, los derechos de la mujer con la Ley de Igualdad, los derechos de los homosexuales y, en suma, la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos”.

Gutiérrez pidió ayer “a los jóvenes de Ceuta” que acudan a las urnas en marzo para que “el programa socialista sea una realidad”. Este documento prevé un millón y medio de viviendas VPO a lo largo de diez años, creación de empleo “digno y de calidad,”, y un salario mínimo interprofesional de 800 euros mensuales, “para acercarse progresivamente a los 1.000 euros que se están cobrando en el resto de Europa”, además de que el 30 por ciento de los universitarios estarán becados.
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El MEC ve problemas técnicos «que se multiplican» en la creación del campus

– El MEC ve problemas técnicos «que se multiplican» en la creación del campus.

El director general de Universidades reconoce dificultades en la cesión de propiedad de la parcela y en las condiciones de seguridad del cuartel La integración de Enfermería se culminará con una inversión de 1,3 millones.

El proceso de integración de la Escuela de Enfermería en la Universidad de Granada será una realidad efectiva en 2010, después de que el Estado haya invertido 1.3 millones de euros para su consecución. La buena noticia que trajó ayer a Ceuta el director general de Universidades, Javier Vidal, contrastó con los «numerosos» problemas técnicos «que se multiplican» a la hora de promover la implantación de un campus en la ciudad autónoma. Dos son las razons principales: la propiedad de la parcela del antiguo cuartel de Teniente Ruiz y las dificultades para garantizar las condiciones mínimas de seguridad en un inmueble que necesita una rehabilitación urgente.

Y Vidal insistió mucho en los problemas. «No es falta de voluntad política, todo son cuestiones técnicas», subrayó. Acompañado del delegado de Gobierno, Jenaro García-Arreciado, El director general de Universidades explicó que desde que la Ciudad les presentó su plan, han analizado la propuesta en reiteradas ocasiones. Pero en un acuerdo a cuatro partes, los plazos «no son tan sencillos», insistió.

El proyecto de Ceuta, tal como indicó, es muy particular en el marco universitario nacional. Dos administraciones públicas implicadas (MEC y Ciudad) y dos instituciones autónomas (UNED y UGR). «Es posiblemente un caso único en España y todos tenemos la voluntad de cooperar, pero se dan dificultades. Hoy por hoy el acuerdo a cuatro partes no tiene solución», reconoció Vidal.

La Ciudad también considera urgente la reforma del edificio y así se lo transmitió ayer el vicepresidente del Ejecutivo local, Pedro Gordillo, en una reunión previa. Para cumplir con el campus habrá que modificar escrituras de propiedad y el plan tendrá que pasar por Consejo de Ministros. No sin antes garantizar las infraestructuras mínimas de seguridad necesarias en materia de mantenimiento y de nuevas tecnologías, entre otras áreas sin concretar. En definitiva, Vidal vino para hablar de la Escuela de Enfermería porque el intento de campus, según sus propias palabras, «no está muy avanzado». Por ello, emplazó al Gobierno local a seguir buscando soluciones para una próxima reunión.

Al hablar de Enfermería, el director general de Universidades se mostró más concreto y ofreció fechas y cifras. En 2010, la integración completa en la UGR será una realidad con un desembolso de 1.3 millones de euros. La firma del convenio definitivo se producirá en próximos meses a falta de «pequeños matices técnicos como sucede en toda integración», explicó Vidal.

El plan de la escuela está ya «prácticamente» terminado porque, según valoró, se ha dado «la voluntad política necesaria» para llevar el proyecto adelante. La histórica demanda de los estudiantes ceutíes ha experimentado un impulso con la elección del nuevo rector de la UGR y se completará en dos años.
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La UN fue escenario ayer de la entrega de los Premios Universidad Empresa

– La UN fue escenario ayer de la entrega de los Premios Universidad Empresa.

Una universidad, dos colectivos y tres empresas, distinguidos en la tercera edición de los premios nacionales.

La Universidad de Navarra acogió ayer el acto de entrega de los III Premios Universidad Empresa, organizados por la Red FUE (Red de Fundaciones Universidad Empresa) , asociación sin ánimo de lucro formada por 33 entidades que desde hace más de 30 años trabajan para favorecer las relaciones entre la universidad y la empresa, en el ámbito de la transferencia tecnológica, la promoción de la innovación, el apoyo a emprendedores universitarios, la creación de empresas y la formación e inserción laboral.

Los premios, que se otorgan cada dos años y que buscan reconocer la labor de entidades y organismos que contribuyen a fomentar y estimular la interrelación entre el mundo empresarial y el universitario, recayeron ayer en la Universidad de Granada, la Asociación de Investigación y Cooperación Industrial de Andalucía, la Red de Cátedras de Empresa Familiar y las empresas GMV (con sede en Madrid), Infociencia (Barcelona) y Laboratorios SYVA (León). Se presentaron al certamen 50 candidaturas.

Ángel Gómez-Montoro, rector de la UN, destacó las 200 empresas que forman parte de la Fundación Empresa-Universidad de Navarra y expuso que fundaciones como ésta hacen de puente entre universidad y empresa. Gracias a las empresas, la universidad ofrece un servicio mejor a los alumnos porque les ayuda a integrarse en el mundo laboral. José Manuel Ayesa, presidente de la Confederación de Empresarios de Navarra (fundadora de la Fundación Empresa-Universidad de Navarra, junto a la UN y la Cámara Navarra), ensalzó el papel que la Universidad de Navarra ha jugado en los cambios estructurales de Navarra en los últimos 50 años, cambios imposibles sin la incorporación de cientos de universitarios formados en sus aulas al tejido empresarial.

Por su parte, el consejero foral de Educación, Carlos Pérez-Nievas, señaló que la conjunción universidad-empresa ha dado beneficios palpables a la sociedad. Entre otros méritos, el consejero dijo que las fundaciones contribuyen a la inserción laboral de los universitarios y a la movilidad con otros países.

La Red FUE estuvo representada entre las autoridades por Javier Urdiales (presidente) y Antonio Sáez de Miera (presidente de honor). El segundo recordó que se cumple el 40 aniversario del 68 francés. En el 68, el tema de universidad y empresa estuvo en el centro del conflicto y, en los 40 que han pasado, se ha demostrado que la universidad y la empresa no pueden vivir separadas, dijo.
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Syva recibe el premio Universidad-Empresa por su colaboración con la ULE

– Syva recibe el premio Universidad-Empresa por su colaboración con la ULE.

El laboratorio leonés colabora desde su fundación en los años 40 con la Facultad de Veterinaria
La entrega tuvo lugar en Pamplona, con la presencia del secretario de Estado de Universidades

La colaboración de Laboratorios Syva con la Universidad de León a lo largo de casi 70 años fue premiada ayer en Pamplona por la Red de Fundaciones Universidad Empresa, un acto que presidió el secretario de Estado de Universidades de Investigación, Miguel Ángel Quintanilla, en el que estuvo presente también el rector de la Universidad de León, Ángel Penas. Recogió el galardón el director general del laboratorio leonés, Luis Bascuñán.

Según recordó Luis Bascuñán, la colaboración entre Syva y la Universidad surge en el mismo momento del nacimiento de la compañía, en 1941; ya que esta empresa contó desde sus inicios «con el inestimable soporte de los conocimientos técnico-científicos del profesorado de la Facultad de Veterinaria de León».

Esta estrecha relación con la Universidad forma parte de la filosofía empresarial de Syva desde entonces, según explicó el directivo, que recordó que la colaboración adopta diversas fórmulas, como la financiación de proyectos de investigación aplicada, colaboración en la docencia y formación de estudiantes universitarios, contratación de titulados universitarios (que configuran en la actualidad el 32% de la plantilla de la empresa), acceso a recursos técnicos y científicos de la Universidad y actividades de mecenazgo.

En este sentido, destaca de manera especial el premio Syva a la mejor tesis doctoral en Sanidad Animal, de carácter anual, dotado con 15.000 euros y que ha alcanzado ya su décima edición.

«Por razones evidentes de cercanía, complementariedad y tradición, esta colaboración es especialmente estrecha con la Universidad de León; pero también se hace extensiva a otras universidades públicas españolas como la UCM, UAB, Murcia y Extremadura, así como universidades e instituciones científicas extranjeras: Universidad de Nebraska (EE.UU), Universidad de Montreal (Canadá), Academia de Ciencias veterinarias de Hungría, Instituto de investigaciones biotecnológicas de Argentina, Universidad de Illinois (EE.UU), Universidad de Arizona (EE.UU)», concluyó Bascuñán.

Los Premios Universidad Empresa, que reconocen la labor de entidades y organismos que contribuyen a fomentar y estimular esta relación, fueron otorgados en sus diferentes modalidades a la Universidad de Granada, la Asociación de Investigación y Cooperación Industrial de Andalucía, la Red de Cátedras de Empresa Familiar, las empresas GMV e Infociencia y a Laboratorios Syva, en este caso en la modalidad de Trayectoria de Colaboración.
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La Facultad granadina sigue abriendo caminos

– La Facultad granadina sigue abriendo caminos

NO corrían demasiados buenos tiempos para las carreras artísticas. Estaban las Facultades de Bellas Artes tremendamente cuestionadas por su adocenamiento y por haberse convertido – unas más que otras – en auténticas fábricas de Profesores de Instituto. La formación dada en algunas de ellas sólo respondía a los trasnochados postulados academicistas de un profesorado poco implicado y anclado en la noche de los tiempos. Afortunadamente todo esto parece – también en algunas más que otras – que ha sido superado y nuevos aires se ofrecen desde unas aulas que, como ocurre en la de Granada, se desarrolla el espíritu de una contemporaneidad y se manifiesta la realidad de una profesión que necesita muchos y buenos desenlaces.

Viene esta introducción para constatar la filosofía que envuelve la exposición que se presenta en los magníficos espacios del gaditano Castillo de Santa Catalina y en la galería que regentan Lorena y Rafael Benot y que oferta el trabajo de una serie de alumnos de la Facultad de Bellas Artes de Granada. Esta muestra no sería nada más que otra exposición en el periodo formativo de los alumnos si no estuviera avalada por el rigor, la seriedad y la voluntad manifiesta de introducir a los jóvenes artistas en la auténtica realidad de una profesión que va mucho más allá del mero sentido artístico. El arte, por desgracia, no se reduce a la simple experiencia creativa; es mucho más y demasiado complejo. Por eso es tremendamente acertado que, ya desde las aulas universitarias, se introduzca a los alumnos en la vorágine de una profesión que exige mucho y que impone una potestad muy alejada de los meros postulados de lo artístico. La actividad artística está constituida por muchos factores, algunos promovidos por intereses poco claros y patrocinados por agentes que, demasiadas veces, parecen salidos de películas mafiosas. Los futuros artistas deben ser conscientes de todo esto y saber de sus argumentaciones y consecuencias. Además, nunca es demasiado pronto enseñar las cartas y manifestar las intenciones creativas de unos y de otros. Por eso me parece digna de mención la labor llevada a cabo por el Profesor Trenado – aquí el pintor Carmelo Trenado ocupa otra faceta perfectamente diferenciada – con objeto de introducir abiertamente a sus alumnos en el meollo de una profesión con, al menos, muchos matices. La realidad artística moderna así lo exige y nuestros futuros creadores deben estar preparados para todo cuanto de bueno y de malo se vayan a encontrar.

La exposición responde a los abiertos límites de una realidad creativa donde no existen fronteras especificas. Nos hemos encontrado con valientes posturas, diáfanas perspectivas, claras referencias y preclaros argumentos de unos nuevos espacios por donde parece que van a circular los nuevos esquemas del futuro artístico. En la muestra hay muchas cosas buenas, hay planteamientos acertados de una plástica de avanzadilla – muchos de nuestros sabios santones de lo moderno ya quisieran estar pertrechados con algunos de los esquemas de estos jóvenes autores -, nos encontramos con sabias posturas que auguran posiciones de claro futuro. Pero, además, constatamos que todos los presentes se encuentran al cabo de cuantos intereses conforman una contemporaneidad llena de incontrolables fisuras. Y eso no se aprende en las aulas universitarias.

Como constatación de tan buena realidad expositiva resalto los nombres de unos artistas que están, ya, inmersos en los esquemas de la profesión artística: Heli García, David Costa, Silvia Jiménez, Esteban Emilio, Luis Fernández Garrido, Bernardino Sánchez Bayo, Iván Izquierdo, Ismael Ibáñez Moreno, Alberto Marcos Barbado, Tomás González Justicia, Marta Menacho García, Alejandro del Valle, Úrsula Tutosaus, Silvia Martín Cabello y Blas López Fajardo. Y, además, la buena intencionalidad de un galerista al abrir las puertas a estos buenos proyectos. Algo no habitual.
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¿Quién da más?

– ¿Quién da más?

Zapatero y Rajoy intentan romper el equilibrio electoral con una cascada de promesas.

Veinte años no es nada, pero cinco semanas pueden resultar eternas. Faltan exactamente treinta y cinco días para unas elecciones generales que se presentan más inciertas que nunca y la imaginación ya no da para predecir cuántas promesas destaparán aún los principales partidos en su intento de seducir al escéptico electorado español. Un esfuerzo sin demasiadas posibilidades de éxito. Datos del Centro de Investigaciones Sociológicas publicados hace poco más de un año describen a un ciudadano descreído, insensible ante esa oferta de un mundo feliz que les presentan sus líderes políticos al módico precio de un voto.

La referencia aparece en el estudio número 2671 del CIS, con fecha del 15 de enero de 2007: entonces, sólo el 13% de los encuestados se mostró de acuerdo en algún grado cuando se les presentó la afirmación de que «los diputados y senadores se esfuerzan en cumplir las promesas que han hecho durante las elecciones». Nada extraño a la vista de otro índice de descreimiento desvelado, también por el CIS, justo un año antes. En este caso, los partidos ocuparon el último lugar de una clasificación de instituciones elaborada según de la confianza que merecían a los encuestados. Según una escala de 0 a 10, en la que 0 significaba ninguna confianza y 10 total confianza, las formaciones políticas obtuvieron un 4,25 de nota media.

Pero, a pesar de ello, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy llevan ya tres meses enfrascados en una enconada puja para intentar cautivar a electorado. Una extenuante subasta que puede poner en dificultades a los estrategas de cada partido cuando, ya en plena campaña electoral -aún faltan 19 días para su inicio- tengan que marcar el mensaje claro y contundente de cada jornada.

Es una época de política de «saldo», según la terminología que emplean los sociólogos Paco Llera, profesor de la UPV y director del Euskobarómetro, y Josetxo Beriain, profesor de la Universidad Pública de Navarra. Aunque no existen estudios que midan el resultado de tan amplio despliegue de compromisos y promesas, todos los expertos coinciden en reducirlo a una mínima expresión. «Al final, los efectos se neutralizan», apunta Antonio M. Jaime Castillo, profesor de Sociología Electoral de la Universidad de Granada.

Empate técnico

PSOE y PP están, en cualquier caso, abocados a echar el resto. Así lo impone el mapa electoral que perfila la demoscopia en puertas ya de la cita con las urnas. Los últimos datos del CIS presentan un empate técnico, dado que la ventaja de los socialistas se sitúa por debajo de los tres puntos.

La igualdad entre los partidos más fuertes no es un fenómeno típicamente español. Con el nuevo siglo, «se ha generalizado en Australia, Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos», recuerda Lourdes López Nieto, profesora titular de Sociología Electoral de la UNED. Sin embargo, el equilibrio teórico actual (la historia de los sondeos electorales cuenta con errores memorables) no tiene precedentes en España. Hace cuatro años, los socialistas se impusieron por cinco puntos a los populares. Aquellas elecciones pusieron de manifiesto la forma en la que un acontecimiento inesperado -la masacre del 11-M- y su gestión política pueden destrozar todos los pronósticos.

En un escenario tan incierto, los analistas coinciden en señalar que el índice de afluencia de los votantes a los colegios electorales puede resultar clave. También el PSOE está persuadido de que las posibilidades de triunfo de Rodríguez Zapatero pasan por un alto porcentaje de participación, dado que el PP registra un índice de fidelidad de voto de en torno al 90%. Hace cuatro años, acudió a las urnas más del 75% del censo electoral; los socialistas ambicionan que ahora lo haga, al menos, el 70%.

Igualdad y participación obligan a los partidos a forzar la máquina en el diseño de sus programas. Y, a falta de soluciones más imaginativas, ofrecen una avalancha de promesas que muchos ciudadanos empiezan a no tomarse en serio. «Algunos ya están hartos», destaca Javier Elzo. Según el catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto, «una promesa hecha en el momento correcto -la campaña electoral- bien pensada y bien fundamentada puede tener un efecto en los indecisos. Pero mi opinión es que esta cascada de promesas ha perdido toda su efectividad. ¿Quién se acuerda ahora del cheque-bebé?», pregunta Elzo.

La nueva preocupación

La necesidad de conectar con los electores ha situado a la economía en el primer plano del discurso político. El barómetro del CIS que vio la luz el pasado jueves no hizo sino confirmar que ése es el asunto que más preocupa a los ciudadanos desde la segunda mitad del pasado año. La subida de los precios, el encarecimiento de las hipotecas y las malas cifras del paro sustentan esa inquietud a pesar de los esfuerzos del Gobierno en destacar la supuesta solidez económica española.

No fue así durante los tres primeros años de la legislatura. Hace doce meses, el debate se centraba en cuestiones muy diferentes que han pasado a un plano muy secundario -la ruptura de España- o han quedado definitivamente al margen de la agenda política. Es el caso del 11-M, un tema intocable desde que, el pasado 30 de octubre -una vez publicada la sentencia de la Audiencia Nacional- Rajoy ordenara a los suyos que lo desterraran de la disputa electoral. «La agenda de los partidos se marca de manera coyuntural. En realidad, los temas devienen en importantes en función de sus intereses», critica Josetxo Beriain.

Las circunstancias han forzado ahora que ese interés por la economía sea compartido. El PSOE intenta movilizar al electorado de izquierdas y ser la principal referencia para la mujer y los jóvenes con promesas de corte social -discriminación positiva, viviendas de protección oficial, ayudas al alquiler- que, en gran medida, también realiza el PP. El partido de Rajoy, igualmente interesado en captar al mismo segmento de la ciudadanía, intenta también pintar un negro panorama económico cuya responsabilidad atribuye en exclusiva a al Gobierno socialista.

«Nerviosismo»

En situaciones preelectorales de equilibrio extremo, «el nerviosismo lleva a las ofertas de saldo, que denotan debilidad programática y/o estratégica», señala Paco Llera. Aunque es cierto que, en estos casos, la campaña electoral cobra especial relevancia, no debe perderse de vista que «entre el 75% y el 80% del electorado tiene tomada la decisión de votar o no y por qué partido hacerlo bastante antes de la campaña electoral», añade el director del Euskobarómetro.

La consecuencia de todo ello ha sido una carrera de propuestas poco diferenciadas. «Si uno promete algo, el otro se ve en la obligación de mejorarlo y, como las diferencias ideológicas en términos de política económica son bastante reducidas, la mayoría de las promesas van en la misma dirección», comenta Antonio M. Jaime Castillo. Así, si uno se compromete a crear dos millones de puestos de trabajo en la próxima legislatura, el segundo sube la oferta en 200.000 empleos más, y si éste anuncia que subirá las pensiones mínimas hasta los 650 euros, aquél eleva la cifra a 700. En este contexto, la continuidad de Pedro Solbes en el proyecto socialista y el fichaje estrella de Manuel Pizarro por el PP han sido dos de los principales hitos de la precampaña electoral.

Otros asuntos de capital importancia terminarán compartiendo protagonismo con los números en el debate electoral. Para los españoles, el terrorismo vuelve a ser el primer problema del país, según el último barómetro del CIS, y el PP intentará abrir una brecha por ese flanco en la imagen de Zapatero, que la demoscopia sitúa por encima de la de Rajoy. A su vez, el PSOE aludirá a temas como el apoyo de los obispos al PP para tratar de movilizar a toda la izquierda. Pero las promesas no cesarán. Así lo impone la más elemental de las leyes del mercado, resumida en su día con gran éxito popular por el presidente de una marca de detergentes: busque, compare y si encuentra algo mejor… vótelo.
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¿Quién da más?

– ¿Quién da más?

Zapatero y Rajoy intentan romper el equilibrio electoral con una cascada de promesas.

Veinte años no es nada, pero cinco semanas pueden resultar eternas. Faltan exactamente treinta y cinco días para unas elecciones generales que se presentan más inciertas que nunca y la imaginación ya no da para predecir cuántas promesas destaparán aún los principales partidos en su intento de seducir al escéptico electorado español. Un esfuerzo sin demasiadas posibilidades de éxito. Datos del Centro de Investigaciones Sociológicas publicados hace poco más de un año describen a un ciudadano descreído, insensible ante esa oferta de un mundo feliz que les presentan sus líderes políticos al módico precio de un voto.

La referencia aparece en el estudio número 2671 del CIS, con fecha del 15 de enero de 2007: entonces, sólo el 13% de los encuestados se mostró de acuerdo en algún grado cuando se les presentó la afirmación de que «los diputados y senadores se esfuerzan en cumplir las promesas que han hecho durante las elecciones». Nada extraño a la vista de otro índice de descreimiento desvelado, también por el CIS, justo un año antes. En este caso, los partidos ocuparon el último lugar de una clasificación de instituciones elaborada según de la confianza que merecían a los encuestados. Según una escala de 0 a 10, en la que 0 significaba ninguna confianza y 10 total confianza, las formaciones políticas obtuvieron un 4,25 de nota media.

Pero, a pesar de ello, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy llevan ya tres meses enfrascados en una enconada puja para intentar cautivar a electorado. Una extenuante subasta que puede poner en dificultades a los estrategas de cada partido cuando, ya en plena campaña electoral -aún faltan 19 días para su inicio- tengan que marcar el mensaje claro y contundente de cada jornada.

Es una época de política de «saldo», según la terminología que emplean los sociólogos Paco Llera, profesor de la UPV y director del Euskobarómetro, y Josetxo Beriain, profesor de la Universidad Pública de Navarra. Aunque no existen estudios que midan el resultado de tan amplio despliegue de compromisos y promesas, todos los expertos coinciden en reducirlo a una mínima expresión. «Al final, los efectos se neutralizan», apunta Antonio M. Jaime Castillo, profesor de Sociología Electoral de la Universidad de Granada.

Empate técnico

PSOE y PP están, en cualquier caso, abocados a echar el resto. Así lo impone el mapa electoral que perfila la demoscopia en puertas ya de la cita con las urnas. Los últimos datos del CIS presentan un empate técnico, dado que la ventaja de los socialistas se sitúa por debajo de los tres puntos.

La igualdad entre los partidos más fuertes no es un fenómeno típicamente español. Con el nuevo siglo, «se ha generalizado en Australia, Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos», recuerda Lourdes López Nieto, profesora titular de Sociología Electoral de la UNED. Sin embargo, el equilibrio teórico actual (la historia de los sondeos electorales cuenta con errores memorables) no tiene precedentes en España. Hace cuatro años, los socialistas se impusieron por cinco puntos a los populares. Aquellas elecciones pusieron de manifiesto la forma en la que un acontecimiento inesperado -la masacre del 11-M- y su gestión política pueden destrozar todos los pronósticos.

En un escenario tan incierto, los analistas coinciden en señalar que el índice de afluencia de los votantes a los colegios electorales puede resultar clave. También el PSOE está persuadido de que las posibilidades de triunfo de Rodríguez Zapatero pasan por un alto porcentaje de participación, dado que el PP registra un índice de fidelidad de voto de en torno al 90%. Hace cuatro años, acudió a las urnas más del 75% del censo electoral; los socialistas ambicionan que ahora lo haga, al menos, el 70%.

Igualdad y participación obligan a los partidos a forzar la máquina en el diseño de sus programas. Y, a falta de soluciones más imaginativas, ofrecen una avalancha de promesas que muchos ciudadanos empiezan a no tomarse en serio. «Algunos ya están hartos», destaca Javier Elzo. Según el catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto, «una promesa hecha en el momento correcto -la campaña electoral- bien pensada y bien fundamentada puede tener un efecto en los indecisos. Pero mi opinión es que esta cascada de promesas ha perdido toda su efectividad. ¿Quién se acuerda ahora del cheque-bebé?», pregunta Elzo.

La nueva preocupación

La necesidad de conectar con los electores ha situado a la economía en el primer plano del discurso político. El barómetro del CIS que vio la luz el pasado jueves no hizo sino confirmar que ése es el asunto que más preocupa a los ciudadanos desde la segunda mitad del pasado año. La subida de los precios, el encarecimiento de las hipotecas y las malas cifras del paro sustentan esa inquietud a pesar de los esfuerzos del Gobierno en destacar la supuesta solidez económica española.

No fue así durante los tres primeros años de la legislatura. Hace doce meses, el debate se centraba en cuestiones muy diferentes que han pasado a un plano muy secundario -la ruptura de España- o han quedado definitivamente al margen de la agenda política. Es el caso del 11-M, un tema intocable desde que, el pasado 30 de octubre -una vez publicada la sentencia de la Audiencia Nacional- Rajoy ordenara a los suyos que lo desterraran de la disputa electoral. «La agenda de los partidos se marca de manera coyuntural. En realidad, los temas devienen en importantes en función de sus intereses», critica Josetxo Beriain.

Las circunstancias han forzado ahora que ese interés por la economía sea compartido. El PSOE intenta movilizar al electorado de izquierdas y ser la principal referencia para la mujer y los jóvenes con promesas de corte social -discriminación positiva, viviendas de protección oficial, ayudas al alquiler- que, en gran medida, también realiza el PP. El partido de Rajoy, igualmente interesado en captar al mismo segmento de la ciudadanía, intenta también pintar un negro panorama económico cuya responsabilidad atribuye en exclusiva a al Gobierno socialista.

«Nerviosismo»

En situaciones preelectorales de equilibrio extremo, «el nerviosismo lleva a las ofertas de saldo, que denotan debilidad programática y/o estratégica», señala Paco Llera. Aunque es cierto que, en estos casos, la campaña electoral cobra especial relevancia, no debe perderse de vista que «entre el 75% y el 80% del electorado tiene tomada la decisión de votar o no y por qué partido hacerlo bastante antes de la campaña electoral», añade el director del Euskobarómetro.

La consecuencia de todo ello ha sido una carrera de propuestas poco diferenciadas. «Si uno promete algo, el otro se ve en la obligación de mejorarlo y, como las diferencias ideológicas en términos de política económica son bastante reducidas, la mayoría de las promesas van en la misma dirección», comenta Antonio M. Jaime Castillo. Así, si uno se compromete a crear dos millones de puestos de trabajo en la próxima legislatura, el segundo sube la oferta en 200.000 empleos más, y si éste anuncia que subirá las pensiones mínimas hasta los 650 euros, aquél eleva la cifra a 700. En este contexto, la continuidad de Pedro Solbes en el proyecto socialista y el fichaje estrella de Manuel Pizarro por el PP han sido dos de los principales hitos de la precampaña electoral.

Otros asuntos de capital importancia terminarán compartiendo protagonismo con los números en el debate electoral. Para los españoles, el terrorismo vuelve a ser el primer problema del país, según el último barómetro del CIS, y el PP intentará abrir una brecha por ese flanco en la imagen de Zapatero, que la demoscopia sitúa por encima de la de Rajoy. A su vez, el PSOE aludirá a temas como el apoyo de los obispos al PP para tratar de movilizar a toda la izquierda. Pero las promesas no cesarán. Así lo impone la más elemental de las leyes del mercado, resumida en su día con gran éxito popular por el presidente de una marca de detergentes: busque, compare y si encuentra algo mejor… vótelo.
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¿Quién da más?

– ¿Quién da más?

Zapatero y Rajoy intentan romper el equilibrio electoral con una cascada de promesas.

Veinte años no es nada, pero cinco semanas pueden resultar eternas. Faltan exactamente treinta y cinco días para unas elecciones generales que se presentan más inciertas que nunca y la imaginación ya no da para predecir cuántas promesas destaparán aún los principales partidos en su intento de seducir al escéptico electorado español. Un esfuerzo sin demasiadas posibilidades de éxito. Datos del Centro de Investigaciones Sociológicas publicados hace poco más de un año describen a un ciudadano descreído, insensible ante esa oferta de un mundo feliz que les presentan sus líderes políticos al módico precio de un voto.

La referencia aparece en el estudio número 2671 del CIS, con fecha del 15 de enero de 2007: entonces, sólo el 13% de los encuestados se mostró de acuerdo en algún grado cuando se les presentó la afirmación de que «los diputados y senadores se esfuerzan en cumplir las promesas que han hecho durante las elecciones». Nada extraño a la vista de otro índice de descreimiento desvelado, también por el CIS, justo un año antes. En este caso, los partidos ocuparon el último lugar de una clasificación de instituciones elaborada según de la confianza que merecían a los encuestados. Según una escala de 0 a 10, en la que 0 significaba ninguna confianza y 10 total confianza, las formaciones políticas obtuvieron un 4,25 de nota media.

Pero, a pesar de ello, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy llevan ya tres meses enfrascados en una enconada puja para intentar cautivar a electorado. Una extenuante subasta que puede poner en dificultades a los estrategas de cada partido cuando, ya en plena campaña electoral -aún faltan 19 días para su inicio- tengan que marcar el mensaje claro y contundente de cada jornada.

Es una época de política de «saldo», según la terminología que emplean los sociólogos Paco Llera, profesor de la UPV y director del Euskobarómetro, y Josetxo Beriain, profesor de la Universidad Pública de Navarra. Aunque no existen estudios que midan el resultado de tan amplio despliegue de compromisos y promesas, todos los expertos coinciden en reducirlo a una mínima expresión. «Al final, los efectos se neutralizan», apunta Antonio M. Jaime Castillo, profesor de Sociología Electoral de la Universidad de Granada.

Empate técnico

PSOE y PP están, en cualquier caso, abocados a echar el resto. Así lo impone el mapa electoral que perfila la demoscopia en puertas ya de la cita con las urnas. Los últimos datos del CIS presentan un empate técnico, dado que la ventaja de los socialistas se sitúa por debajo de los tres puntos.

La igualdad entre los partidos más fuertes no es un fenómeno típicamente español. Con el nuevo siglo, «se ha generalizado en Australia, Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos», recuerda Lourdes López Nieto, profesora titular de Sociología Electoral de la UNED. Sin embargo, el equilibrio teórico actual (la historia de los sondeos electorales cuenta con errores memorables) no tiene precedentes en España. Hace cuatro años, los socialistas se impusieron por cinco puntos a los populares. Aquellas elecciones pusieron de manifiesto la forma en la que un acontecimiento inesperado -la masacre del 11-M- y su gestión política pueden destrozar todos los pronósticos.

En un escenario tan incierto, los analistas coinciden en señalar que el índice de afluencia de los votantes a los colegios electorales puede resultar clave. También el PSOE está persuadido de que las posibilidades de triunfo de Rodríguez Zapatero pasan por un alto porcentaje de participación, dado que el PP registra un índice de fidelidad de voto de en torno al 90%. Hace cuatro años, acudió a las urnas más del 75% del censo electoral; los socialistas ambicionan que ahora lo haga, al menos, el 70%.

Igualdad y participación obligan a los partidos a forzar la máquina en el diseño de sus programas. Y, a falta de soluciones más imaginativas, ofrecen una avalancha de promesas que muchos ciudadanos empiezan a no tomarse en serio. «Algunos ya están hartos», destaca Javier Elzo. Según el catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto, «una promesa hecha en el momento correcto -la campaña electoral- bien pensada y bien fundamentada puede tener un efecto en los indecisos. Pero mi opinión es que esta cascada de promesas ha perdido toda su efectividad. ¿Quién se acuerda ahora del cheque-bebé?», pregunta Elzo.

La nueva preocupación

La necesidad de conectar con los electores ha situado a la economía en el primer plano del discurso político. El barómetro del CIS que vio la luz el pasado jueves no hizo sino confirmar que ése es el asunto que más preocupa a los ciudadanos desde la segunda mitad del pasado año. La subida de los precios, el encarecimiento de las hipotecas y las malas cifras del paro sustentan esa inquietud a pesar de los esfuerzos del Gobierno en destacar la supuesta solidez económica española.

No fue así durante los tres primeros años de la legislatura. Hace doce meses, el debate se centraba en cuestiones muy diferentes que han pasado a un plano muy secundario -la ruptura de España- o han quedado definitivamente al margen de la agenda política. Es el caso del 11-M, un tema intocable desde que, el pasado 30 de octubre -una vez publicada la sentencia de la Audiencia Nacional- Rajoy ordenara a los suyos que lo desterraran de la disputa electoral. «La agenda de los partidos se marca de manera coyuntural. En realidad, los temas devienen en importantes en función de sus intereses», critica Josetxo Beriain.

Las circunstancias han forzado ahora que ese interés por la economía sea compartido. El PSOE intenta movilizar al electorado de izquierdas y ser la principal referencia para la mujer y los jóvenes con promesas de corte social -discriminación positiva, viviendas de protección oficial, ayudas al alquiler- que, en gran medida, también realiza el PP. El partido de Rajoy, igualmente interesado en captar al mismo segmento de la ciudadanía, intenta también pintar un negro panorama económico cuya responsabilidad atribuye en exclusiva a al Gobierno socialista.

«Nerviosismo»

En situaciones preelectorales de equilibrio extremo, «el nerviosismo lleva a las ofertas de saldo, que denotan debilidad programática y/o estratégica», señala Paco Llera. Aunque es cierto que, en estos casos, la campaña electoral cobra especial relevancia, no debe perderse de vista que «entre el 75% y el 80% del electorado tiene tomada la decisión de votar o no y por qué partido hacerlo bastante antes de la campaña electoral», añade el director del Euskobarómetro.

La consecuencia de todo ello ha sido una carrera de propuestas poco diferenciadas. «Si uno promete algo, el otro se ve en la obligación de mejorarlo y, como las diferencias ideológicas en términos de política económica son bastante reducidas, la mayoría de las promesas van en la misma dirección», comenta Antonio M. Jaime Castillo. Así, si uno se compromete a crear dos millones de puestos de trabajo en la próxima legislatura, el segundo sube la oferta en 200.000 empleos más, y si éste anuncia que subirá las pensiones mínimas hasta los 650 euros, aquél eleva la cifra a 700. En este contexto, la continuidad de Pedro Solbes en el proyecto socialista y el fichaje estrella de Manuel Pizarro por el PP han sido dos de los principales hitos de la precampaña electoral.

Otros asuntos de capital importancia terminarán compartiendo protagonismo con los números en el debate electoral. Para los españoles, el terrorismo vuelve a ser el primer problema del país, según el último barómetro del CIS, y el PP intentará abrir una brecha por ese flanco en la imagen de Zapatero, que la demoscopia sitúa por encima de la de Rajoy. A su vez, el PSOE aludirá a temas como el apoyo de los obispos al PP para tratar de movilizar a toda la izquierda. Pero las promesas no cesarán. Así lo impone la más elemental de las leyes del mercado, resumida en su día con gran éxito popular por el presidente de una marca de detergentes: busque, compare y si encuentra algo mejor… vótelo.
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¿Quién da más?

– ¿Quién da más?

Zapatero y Rajoy intentan romper el equilibrio electoral con una cascada de promesas.

Veinte años no es nada, pero cinco semanas pueden resultar eternas. Faltan exactamente treinta y cinco días para unas elecciones generales que se presentan más inciertas que nunca y la imaginación ya no da para predecir cuántas promesas destaparán aún los principales partidos en su intento de seducir al escéptico electorado español. Un esfuerzo sin demasiadas posibilidades de éxito. Datos del Centro de Investigaciones Sociológicas publicados hace poco más de un año describen a un ciudadano descreído, insensible ante esa oferta de un mundo feliz que les presentan sus líderes políticos al módico precio de un voto.

La referencia aparece en el estudio número 2671 del CIS, con fecha del 15 de enero de 2007: entonces, sólo el 13% de los encuestados se mostró de acuerdo en algún grado cuando se les presentó la afirmación de que «los diputados y senadores se esfuerzan en cumplir las promesas que han hecho durante las elecciones». Nada extraño a la vista de otro índice de descreimiento desvelado, también por el CIS, justo un año antes. En este caso, los partidos ocuparon el último lugar de una clasificación de instituciones elaborada según de la confianza que merecían a los encuestados. Según una escala de 0 a 10, en la que 0 significaba ninguna confianza y 10 total confianza, las formaciones políticas obtuvieron un 4,25 de nota media.

Pero, a pesar de ello, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy llevan ya tres meses enfrascados en una enconada puja para intentar cautivar a electorado. Una extenuante subasta que puede poner en dificultades a los estrategas de cada partido cuando, ya en plena campaña electoral -aún faltan 19 días para su inicio- tengan que marcar el mensaje claro y contundente de cada jornada.

Es una época de política de «saldo», según la terminología que emplean los sociólogos Paco Llera, profesor de la UPV y director del Euskobarómetro, y Josetxo Beriain, profesor de la Universidad Pública de Navarra. Aunque no existen estudios que midan el resultado de tan amplio despliegue de compromisos y promesas, todos los expertos coinciden en reducirlo a una mínima expresión. «Al final, los efectos se neutralizan», apunta Antonio M. Jaime Castillo, profesor de Sociología Electoral de la Universidad de Granada.

Empate técnico

PSOE y PP están, en cualquier caso, abocados a echar el resto. Así lo impone el mapa electoral que perfila la demoscopia en puertas ya de la cita con las urnas. Los últimos datos del CIS presentan un empate técnico, dado que la ventaja de los socialistas se sitúa por debajo de los tres puntos.

La igualdad entre los partidos más fuertes no es un fenómeno típicamente español. Con el nuevo siglo, «se ha generalizado en Australia, Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos», recuerda Lourdes López Nieto, profesora titular de Sociología Electoral de la UNED. Sin embargo, el equilibrio teórico actual (la historia de los sondeos electorales cuenta con errores memorables) no tiene precedentes en España. Hace cuatro años, los socialistas se impusieron por cinco puntos a los populares. Aquellas elecciones pusieron de manifiesto la forma en la que un acontecimiento inesperado -la masacre del 11-M- y su gestión política pueden destrozar todos los pronósticos.

En un escenario tan incierto, los analistas coinciden en señalar que el índice de afluencia de los votantes a los colegios electorales puede resultar clave. También el PSOE está persuadido de que las posibilidades de triunfo de Rodríguez Zapatero pasan por un alto porcentaje de participación, dado que el PP registra un índice de fidelidad de voto de en torno al 90%. Hace cuatro años, acudió a las urnas más del 75% del censo electoral; los socialistas ambicionan que ahora lo haga, al menos, el 70%.

Igualdad y participación obligan a los partidos a forzar la máquina en el diseño de sus programas. Y, a falta de soluciones más imaginativas, ofrecen una avalancha de promesas que muchos ciudadanos empiezan a no tomarse en serio. «Algunos ya están hartos», destaca Javier Elzo. Según el catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto, «una promesa hecha en el momento correcto -la campaña electoral- bien pensada y bien fundamentada puede tener un efecto en los indecisos. Pero mi opinión es que esta cascada de promesas ha perdido toda su efectividad. ¿Quién se acuerda ahora del cheque-bebé?», pregunta Elzo.

La nueva preocupación

La necesidad de conectar con los electores ha situado a la economía en el primer plano del discurso político. El barómetro del CIS que vio la luz el pasado jueves no hizo sino confirmar que ése es el asunto que más preocupa a los ciudadanos desde la segunda mitad del pasado año. La subida de los precios, el encarecimiento de las hipotecas y las malas cifras del paro sustentan esa inquietud a pesar de los esfuerzos del Gobierno en destacar la supuesta solidez económica española.

No fue así durante los tres primeros años de la legislatura. Hace doce meses, el debate se centraba en cuestiones muy diferentes que han pasado a un plano muy secundario -la ruptura de España- o han quedado definitivamente al margen de la agenda política. Es el caso del 11-M, un tema intocable desde que, el pasado 30 de octubre -una vez publicada la sentencia de la Audiencia Nacional- Rajoy ordenara a los suyos que lo desterraran de la disputa electoral. «La agenda de los partidos se marca de manera coyuntural. En realidad, los temas devienen en importantes en función de sus intereses», critica Josetxo Beriain.

Las circunstancias han forzado ahora que ese interés por la economía sea compartido. El PSOE intenta movilizar al electorado de izquierdas y ser la principal referencia para la mujer y los jóvenes con promesas de corte social -discriminación positiva, viviendas de protección oficial, ayudas al alquiler- que, en gran medida, también realiza el PP. El partido de Rajoy, igualmente interesado en captar al mismo segmento de la ciudadanía, intenta también pintar un negro panorama económico cuya responsabilidad atribuye en exclusiva a al Gobierno socialista.

«Nerviosismo»

En situaciones preelectorales de equilibrio extremo, «el nerviosismo lleva a las ofertas de saldo, que denotan debilidad programática y/o estratégica», señala Paco Llera. Aunque es cierto que, en estos casos, la campaña electoral cobra especial relevancia, no debe perderse de vista que «entre el 75% y el 80% del electorado tiene tomada la decisión de votar o no y por qué partido hacerlo bastante antes de la campaña electoral», añade el director del Euskobarómetro.

La consecuencia de todo ello ha sido una carrera de propuestas poco diferenciadas. «Si uno promete algo, el otro se ve en la obligación de mejorarlo y, como las diferencias ideológicas en términos de política económica son bastante reducidas, la mayoría de las promesas van en la misma dirección», comenta Antonio M. Jaime Castillo. Así, si uno se compromete a crear dos millones de puestos de trabajo en la próxima legislatura, el segundo sube la oferta en 200.000 empleos más, y si éste anuncia que subirá las pensiones mínimas hasta los 650 euros, aquél eleva la cifra a 700. En este contexto, la continuidad de Pedro Solbes en el proyecto socialista y el fichaje estrella de Manuel Pizarro por el PP han sido dos de los principales hitos de la precampaña electoral.

Otros asuntos de capital importancia terminarán compartiendo protagonismo con los números en el debate electoral. Para los españoles, el terrorismo vuelve a ser el primer problema del país, según el último barómetro del CIS, y el PP intentará abrir una brecha por ese flanco en la imagen de Zapatero, que la demoscopia sitúa por encima de la de Rajoy. A su vez, el PSOE aludirá a temas como el apoyo de los obispos al PP para tratar de movilizar a toda la izquierda. Pero las promesas no cesarán. Así lo impone la más elemental de las leyes del mercado, resumida en su día con gran éxito popular por el presidente de una marca de detergentes: busque, compare y si encuentra algo mejor… vótelo.
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Ciencia en las vitrinas

– Ciencia en las vitrinas.

Más de 1.800 instrumentos componen el Inventario del Patrimonio Tecnológico e Industrial de la UGR

Las primeras radiografías de España las hizo en mayo de 1897 en Granada el catedrático de Farmacia Bernabé Dorronsoro. La mano en rayos X de su mujer, los tubos con los que hizo la máquina que generaba corriente o la correspondencia directa que mantuvo con su descubridor aparecen ahora en el Inventario de instrumentos científicos y técnicos del Patrimonio de la Universidad de Granada, un catálogo que reúne 1.871 piezas y que supone la primera piedra de un ingente trabajo que no ha hecho más que empezar.

Para Rafael García de la Mata, uno de sus autores, es imposible restaurar ni cuidar el patrimonio de la universidad si no sabemos lo que hay. El caso de la desaparición de la rotativa del Patria demuestra que este trabajo es útil. Del diario granadino aparecen inventariados otros muchos objetos con la finalidad de que no vuelvan a perderse, como una linotipia o una máquina de fotograbado.

Auténticas joyas como un telescopio ecuatorial Mailhat, un receptor de radio construido en el año 1911, una máquina de escribir Yost o un proyector de diapositivas componen sólo una pequeña parte del amplio catálogo que incluye fotografías y una completa ficha de cada objeto.

De la Mata es autor junto a Jesús Sánchez Tallón y la supervisión de Miguel Giménez Yanguas y Ramón Gago Bohórquez del catálogo que nació como idea en el 2003 pero que hasta el 2006 no se puso en marcha. Entre la multitud de instrumentos, destacan los que provienen de la Facultad de Farmacia, casi novecientas piezas, entre tubos de ensayo, probetas o termómetros. Todo gracias al catedrático y profesor emérito de la Universidad de Granada Jesús Thomas, hoy ya jubilado, quien se preocupó de que no se perdieran. Pero no es la única.

La Facultad de Ciencias, el Departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales, el Observatorio de Cartuja o la Facultad de Biblioteconomía y Documentación han aportado los valiosos instrumentos que forman parte de la historia de la universidad granadina y que tiene como protagonistas a piezas tan curiosas como morteros, máscaras anti gas, aspiradores de mucosidad, una caja de pasteles Goya o prensas de aceite. Objetos que en algunos casos no tiene ni el propio fabricante y que en otros son auténticas piezas originales puesto que fueron creadas tras la Guerra Civil, cuando no había nada y las facultades se convertían en talleres autónomos.

Una de las más curiosas es la protagonizada por un teléfono Ader que comenzó en el despacho del rector Ruiz Rico y terminó, veinte años después, en el despacho de Elena Sánchez. Muchas piezas se han salvado gracias a Yanguas y Gago. El primer teléfono Ader está aquí… Ellos en su momento lo encontraron en el rastro de Madrid, porque muchas piezas se vendían en mercadillos y después de veinte años volvió a aparecer, cuenta García de la Mata.

Instrumentos con más de cien años de vida entre los que se han encontrado algunas sorpresas. Por ejemplo, un microscopio Zsigmondi bastante raro; o una colección de 3.500 negativos de exposiciones solares del Laboratorio de Cartuja. Una colección fuera de serie son las lámparas de proyección para didáctica de los alumnos de Física y Química que comenzaron siendo de carburo y luego de carbón, y daban unos chispazos tremendos.

La extraordinaria labor del Taller de Restauración del Patrimonio ha conseguido no sólo saber qué es cada cosa, si no de dónde vienen, su estado de conservación o el fabricante…, algo de lo que al principio no estábamos muy seguros.

Sin embargo, explica el autor, no es más que el principio, cada vez que se investigue saldrá algo nuevo. Una vez que se termine se tendrá conciencia de la bastísima colección que hay y del cuidado que hay que tener con ella. La colección de Dorronsoro es sólo una muestra. Están las placas de vidrio originales, hay un pájaro radiografiado o el programa de su asignatura….

El siguiente paso sería comenzar a restaurar los instrumentos que están en peor estado de conservación. Estamos intentando, afirma De la Mata, poner todas las colecciones en valor, que todo sea susceptible de ser expuesto en un buen estado. Todo lo que hay es restaurable y se puede volver a poner en un estado digno. Una de las piezas que más lo necesitaría es una máquina de vapor de la azucarera de Granada.

Lo próximo será inventariar instrumentos de biomedicina o astrología para completar el inmenso legado patrimonial de la Universidad de Granada.
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El SAS indemniza sólo con 3.000 euros a una paciente a la que dejó una aguja en el corazón

– El SAS indemniza sólo con 3.000 euros a una paciente a la que dejó una aguja en el corazón.

La mujer fue operada en 2004 por una insuficiencia cardiaca y le dejaron dentro material de sutura · Salud asume la negligencia y el daño psíquico pero no el físico y moral · La afectada pide 180.300 euros.

La granadina E. P. J., de 59 años, vive desde marzo de 2004 con una aguja en el corazón. Un fallo humano en una operación hizo que los médicos se dejaran una pequeña aguja de sutura en el pericardio, la membrana que envuelve el corazón.

La Consejería de Salud ha reconocido la negligencia pero sólo le ha concedido una indemnización de 3.000 euros. Una cantidad que se otorga para reparar el daño producido pero que ha sido considerada por la afectada como insuficiente teniendo en cuenta el riesgo de vivir con una aguja en el corazón. Por eso, ha interpuesto un recurso ante la Sala de lo Contencioso Administrativo del TSJA. La paciente pide 180.000 euros.

Para comprender la entidad del daño basta con ponernos en su situación y pensar cómo viviríamos con una aguja en el corazón, con el permanente miedo y tensión, señala su abogado, José Miguel Castillo-Calvín.

Los hechos se remontan a febrero de 2003, cuando la mujer es diagnosticada de una insuficiencia mitral moderada-severa. Según el historial médico incorporado a la reclamación de responsabilidad patrimonial de la administración pública, iniciada en 2005, en marzo de 2004 se somete a una operación en el servicio de Cirugía Cardiovascular del Virgen de las Nieves. Operación que terminó con éxito. Ocho días más tarde recibió el alta.

Desde entonces no ha parado su periplo por médicos ni las dolencias cardiológicas. Sólo tres días después de recibir el alta fue a Urgencias con dolor en el hombro que le justificaron como normal tras una operación tan delicada.

Tras una primera revisión en abril de 2004, en la que no se vio nada raro, la paciente, aún con dolores y malestar, acudió en mayo a Urgencias del Hospital de la Axarquía -en Málaga-, donde, con dolor torácico punzante, le realizan pruebas radiológicas en las que se evidencia imagen curvilínea de densidad metálica en localización de aurículo derecha. La aguja de sutura.

El médico que la operó estudia de nuevo el caso y le explica que la única solución es la cirugía, pero que resulta muy arriesgado intervenirla de nuevo, por lo que se desaconseja. Pero le aseguran que la existencia de la aguja no conlleva peligro para su vida.

La realidad de la paciente es bien distinta ya que el dolor sigue en aumento y comienza con las crisis de ansiedad, insomnio y miedo a realizar una vida normal porque la aguja se le pueda clavar.

Los especialistas aseguran que ese dolor no está relacionado con la aguja pero la verdad es que no han sabido buscarle una causa.

El expediente de resolución del SAS (2007) reconoce negligencia médica al dejarse la aguja, olvido del que culpan al personal, que no contó bien el material tras la operación y considera los efectos psíquicos que ha causado en la paciente, que fue tratada por un psicólogo de trastorno por estrés postraumático.

Incluso un informe del Departamento de Medicina Legal de la Universidad de Granada corrobora la tesis de la deficiencia asistencial, que puede causar complicaciones muy graves como taponamiento cardiaco.

El SAS reconoce e ingresa 3.149,60 euros a la paciente por el daño psíquico ya que no existe daño físico cierto y actual acreditado. Distinto es el daño físico futurible y la Administración no es responsable de daños que aún no se han producido y que los médicos no contemplan, explica el informe.

La paciente espera ahora que el recurso le dé la razón.
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¿Quién da más?

– ¿Quién da más?

Zapatero y Rajoy intentan romper el equilibrio electoral con una cascada de promesas.

´Veinte años no es nada, pero cinco semanas pueden resultar eternas. Faltan exactamente treinta y cinco días para unas elecciones generales que se presentan más inciertas que nunca y la imaginación ya no da para predecir cuántas promesas destaparán aún los principales partidos en su intento de seducir al escéptico electorado español. Un esfuerzo sin demasiadas posibilidades de éxito. Datos del Centro de Investigaciones Sociológicas publicados hace poco más de un año describen a un ciudadano descreído, insensible ante esa oferta de un mundo feliz que les presentan sus líderes políticos al módico precio de un voto.

La referencia aparece en el estudio número 2671 del CIS, con fecha del 15 de enero del 2007: entonces, sólo el 13% de los encuestados se mostró de acuerdo en algún grado cuando se les presentó la afirmación de que «los diputados y senadores se esfuerzan en cumplir las promesas que han hecho durante las elecciones». Nada extraño a la vista de otro índice de descreimiento desvelado, también por el CIS, justo un año antes. En este caso, los partidos ocuparon el último lugar de una clasificación de instituciones elaborada según de la confianza que merecían a los encuestados. Según una escala de 0 a 10, en la que 0 significaba ninguna confianza y 10 total confianza, las formaciones políticas obtuvieron un 4,25 de nota media.

Pero, a pesar de ello, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy llevan ya tres meses enfrascados en una enconada puja para intentar cautivar a electorado. Una extenuante subasta que puede poner en dificultades a los estrategas de cada partido cuando, ya en plena campaña electoral -aún faltan 19 días para su inicio- tengan que marcar el mensaje claro y contundente de cada jornada.

Es una época de política de «saldo», según la terminología que emplean los sociólogos Paco Llera, profesor de la UPV y director del Euskobarómetro, y Josetxo Beriain, profesor de la Universidad Pública de Navarra. Aunque no existen estudios que midan el resultado de tan amplio despliegue de compromisos y promesas, todos los expertos coinciden en reducirlo a una mínima expresión. «Al final, los efectos se neutralizan», apunta Antonio M. Jaime Castillo, profesor de Sociología Electoral de la Universidad de Granada.

Empate técnico

PSOE y PP están, en cualquier caso, abocados a echar el resto. Así lo impone el mapa electoral que perfila la demoscopia en puertas ya de la cita con las urnas. Los últimos datos del CIS presentan un empate técnico, dado que la ventaja de los socialistas se sitúa por debajo de los tres puntos.

La igualdad entre los partidos más fuertes no es un fenómeno típicamente español. Con el nuevo siglo, «se ha generalizado en Australia, Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos», recuerda Lourdes López Nieto, profesora titular de Sociología Electoral de la UNED. Sin embargo, el equilibrio actual (la historia de los sondeos cuenta con errores memorables) no tiene precedentes. Hace cuatro años, los socialistas se impusieron por cinco puntos a los populares. Aquellas elecciones pusieron de manifiesto la forma en la que un acontecimiento inesperado -la masacre del 11-M- y su gestión política pueden destrozar todos los pronósticos.

En un escenario tan incierto, los analistas coinciden en señalar que el índice de afluencia de los votantes a los colegios electorales puede resultar clave. También el PSOE está persuadido de que las posibilidades de triunfo de Rodríguez Zapatero pasan por un alto porcentaje de participación, dado que el PP registra un índice de fidelidad de voto de en torno al 90%. Hace cuatro años, acudió a las urnas más del 75% del censo electoral; los socialistas ambicionan que ahora lo haga, al menos, el 70%.

Igualdad y participación obligan a los partidos a forzar la máquina en el diseño de sus programas. Y, a falta de soluciones más imaginativas, ofrecen una avalancha de promesas que muchos ciudadanos empiezan a no tomarse en serio. «Algunos ya están hartos», destaca Javier Elzo. Según el catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto, «una promesa hecha en el momento correcto -la campaña electoral- bien pensada y bien fundamentada puede tener un efecto en los indecisos. Pero mi opinión es que esta cascada de promesas ha perdido toda su efectividad. ¿Quién se acuerda ahora del cheque-bebé?», pregunta Elzo.

La nueva preocupación

La necesidad de conectar con los electores ha situado a la economía en el primer plano del discurso político. El barómetro del CIS que vio la luz el pasado jueves no hizo sino confirmar que ése es el asunto que más preocupa a los ciudadanos desde la segunda mitad del pasado año. La subida de los precios, el encarecimiento de las hipotecas y las malas cifras del paro sustentan esa inquietud a pesar de los esfuerzos del Gobierno en destacar la supuesta solidez económica española.

No fue así durante los tres primeros años de la legislatura. Hace doce meses, el debate se centraba en cuestiones muy diferentes que han pasado a un plano muy secundario -la ruptura de España- o han quedado al margen de la agenda política. Es el caso del 11-M, un tema intocable desde que, el pasado 30 de octubre -una vez publicada la sentencia de la Audiencia Nacional- Rajoy ordenara a los suyos que lo desterraran de la disputa. «La agenda de los partidos se marca de manera coyuntural. En realidad, los temas devienen en importantes en función de sus intereses», critica Josetxo Beriain.

Las circunstancias han forzado ahora que ese interés por la economía sea compartido. El PSOE intenta movilizar al electorado de izquierdas y ser la principal referencia para la mujer y los jóvenes con promesas de corte social -discriminación positiva, viviendas de protección oficial, ayudas al alquiler- que, en gran medida, también realiza el PP. El partido de Rajoy, igualmente interesado en captar al mismo segmento, pinta un negro panorama económico cuya responsabilidad atribuye en exclusiva al Gobierno socialista.
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