Un fallo en la convocatoria de Erasmus de la UGR deja a 500 alumnos sin beca

Un fallo en la convocatoria de Erasmus de la UGR deja a 500 alumnos sin beca

Estudiantes de Arquitectura presentan una queja formal al rector por abrir una nueva convocatoria a una semana de hacer públicas las listas definitivas · Relaciones Internacionales se ampara en la ley

«Requisito» en vez de «mérito» fue el término que se incluyó en la última convocatoria de movilidad internacional para definir el nivel lingüístico que debían tener los aspirantes de la Universidad de Granada (UGR) que quisieran optar a una beca Erasmus el próximo curso. Este error, que se produjo en las bases de cuatro centros universitarios (la Facultad de Ciencias, Políticas y Sociología, Arquitectura y Filosofía y Letras), impidió a 560 de alumnos (más del 50% del total de solicitudes) optar a una de las plazas.

Al no contar con el nivel suficiente de idiomas, muchos tiraron la toalla y dejaron hueco a los mejor formados en competencia lingüística, que se situaron incluso como únicos candidatos. Así, el 16 de diciembre se publicaron las listas provisionales en cada centro y se constató que muchas de las plazas quedaron vacantes al no haber estudiantes con el nivel de idiomas mínimo exigido.

Pero antes de ayer, a una semana de dar a conocer los listados definitivos, el Vicerrectorado de Relaciones Internacionales de la UGR abrió un nuevo plazo de solicitudes en los cuatro centros donde había cometido el error eliminando, ahora sí, los requisitos lingüísticos obligatorios y excluyentes para los destinos afectados. Esta medida provocó la indignación de todos los universitarios que ya tenían, de manera provisional, su plaza concedida. Algunos de ellos, concretamente de Arquitectura, pusieron una queja formal al rector de la Universidad para que investigara el asunto.

Según explica la directora del Secretariado de Movilidad Internacional, Guadalupe Soriano, su departamento «cometió un error al introducir las bases en el sistema informático». Se percataron de la equivocación cuando la convocatoria estaba aún abierta (vía on line), pero decidieron obviarlo hasta que vieron que quedaban muchas plazas sin cubrir. Fue el caso de Alemania, donde pedían como «requisito» un nivel A2 de alemán cuando en realidad las universidades de destino sólo lo tenían en cuenta como mérito.

Tras consultar con expertos en Derecho Administrativo, el Vicerrectorado supo que podía hacer una «rectificación de errores» amparándose en el Artículo 105 de la Ley 30/1992 del Régimen Jurídico de Administraciones Públicas y abrió un nuevo plazo para estos centros. Esto fue una sorpresa para los estudiantes ya admitidos, algunos de los cuales aseguran que se han preparado en una academia para acreditar el nivel exigido. «Tener el nivel de idioma como requisito indispensable nos ha colocado por delante de los mejores expedientes académicos de la UGR -dijo una de las afectadas- pero ahora tendremos que competir con ellos sin posibilidades algunas».

En ausencia de la vicerrectora de Relaciones Internacionales, Dorothy Kelly, Soriano justificó la postura de la Universidad: «Hemos abierto un plazo extraordinario para que los estudiantes afectados por el error puedan solicitar las plazas». Pero lo que beneficia a unos perjudica sin duda a los estudiantes que desde el principio se han acogido a las normas convocadas. ¿Por qué no subsanaron antes el error, cuando la convocatoria estaba aún abierta? Esta es la pregunta que se hacen muchos estudiantes ahora y que ha motivado la queja formal al máximo responsable.

Este año era la primera vez que la Universidad de Granada incluía en algunos destinos el requisito lingüístico a la hora de conceder las becas de movilidad, tanto las propias como las de Erasmus, porque las universidades de destino así lo exigían. Aunque en la mayoría de las plazas (de un total de 3.396) se establecía como mérito, lo que otorga una puntuación extra al expediente académico, siendo éste el que determina la movilidad de un universitario en el extranjero.
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Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Un estudio realizado por la Universidad de Granada considera fundamental el intercambio de información entre los servicios de inteligencia y las entidades bancarias para detectar las operaciones de financiación del terrorismo de Al Qaeda.
La investigación, elaborada por Juan Miguel del Cid Gómez, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada, apunta que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de la banda terrorista, según ha informado hoy la institución académica.
El estudio considera fundamental el intercambio de comunicación entre las autoridades y los bancos, porque si la información financiera por sí sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, «cuando se combina con otra información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa».
Desde su fundación, Al Qaeda ha utilizado distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas.
En la actualidad, las células o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.
Según el estudio, todos estos grupos «han tenido que recurrir al hawala (\’transferir\’ en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal».
Existen además otros mecanismos que pueden ser utilizados por los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados, como es el caso del comercio internacional, «que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable».
La aparición de nuevos métodos de pagos propiciados por el avance de las tecnologías de la información, agrega, también supone un riesgo para las autoridades porque pueden ser usados por los terroristas para desplazar el dinero «con total anonimato».
El investigador advierte de que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda.
Según el estudio, la aplicación de la debida diligencia con el cliente tampoco ha mostrado gran eficacia en la detección de operaciones terroristas porque los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen «escaso valor» a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.
La investigación aporta numerosos datos sobre la financiación de banda y otros como que las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran de unos 30 millones de dólares anuales, según un informe de la CIA.
Algunas estimaciones apuntan cuál fue el coste económico de la organización de este atentado: entre 400 y 500.000 dólares.
Del Cid advierte de que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.
Además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares, la formación de sus miembros y la propaganda de la causa, entre otras.
También las actividades caritativas, que según el investigador constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo
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Un estudio aconseja más información entre bancos y autoridades para investigar a Al Qaeda

Un estudio aconseja más información entre bancos y autoridades para investigar a Al Qaeda

Un profesor de la UGR asegura que las células islámicas mueven el dinero a través de transferencias

Un estudio realizado por la Universidad de Granada (UGR) recomienda aumentar la comunicación en España entre los bancos y los Servicios de Inteligencia para detectar la financiación de la red terrorista Al Queda, al tiempo que asegura que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de la ONU, basadas en la congelación de activos, no han interrumpido la financiación de la banda.

El profesor del Departamento de Economía Financiera de la UGR Juan Miguel del Cid concluye en su análisis que el intercambio de información entre las autoridades y las entidades bancarias es fundamental para detectar las operaciones de financiación del terrorismo islámico. «La información financiera, cuando se combina con la de los Servicios de Inteligencia, puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa», según se desprende de la investigación.

El trabajo de Del Cid Gómez apunta que Al Queda ha utilizado desde su fundación distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas. En la actualidad, las células de Al Queda están obligadas a actuar de modo autónomo y autofinanciar en gran medida sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.

Todos estos grupos «han tenido que recurrir al hawala (transferir en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal». Pero advierte de que «el avance de las tecnologías supone un riesgo para las autoridades ya que pueden ser utilizados por los terroristas para desplazar el dinero con total anonimato».
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Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Un estudio realizado por la Universidad de Granada considera fundamental el intercambio de información entre los servicios de inteligencia y las entidades bancarias para detectar las operaciones de financiación del terrorismo de Al Qaeda.
La investigación, elaborada por Juan Miguel del Cid Gómez, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada, apunta que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de la banda terrorista, según ha informado hoy la institución académica.
El estudio considera fundamental el intercambio de comunicación entre las autoridades y los bancos, porque si la información financiera por sí sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, «cuando se combina con otra información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa».
Desde su fundación, Al Qaeda ha utilizado distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas.
En la actualidad, las células o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.
Según el estudio, todos estos grupos «han tenido que recurrir al hawala (\’transferir\’ en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal».
Existen además otros mecanismos que pueden ser utilizados por los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados, como es el caso del comercio internacional, «que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable».
La aparición de nuevos métodos de pagos propiciados por el avance de las tecnologías de la información, agrega, también supone un riesgo para las autoridades porque pueden ser usados por los terroristas para desplazar el dinero «con total anonimato».
El investigador advierte de que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda.
Según el estudio, la aplicación de la debida diligencia con el cliente tampoco ha mostrado gran eficacia en la detección de operaciones terroristas porque los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen «escaso valor» a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.
La investigación aporta numerosos datos sobre la financiación de banda y otros como que las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran de unos 30 millones de dólares anuales, según un informe de la CIA.
Algunas estimaciones apuntan cuál fue el coste económico de la organización de este atentado: entre 400 y 500.000 dólares.
Del Cid advierte de que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.
Además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares, la formación de sus miembros y la propaganda de la causa, entre otras.
También las actividades caritativas, que según el investigador constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo
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La apnea se combate sin medicinas

La apnea se combate sin medicinas

Una dieta equilibrada unida a la práctica de ejercicio, unos hábitos del sueño regulados, así como evitar el consumo de alcohol y tabaco se convierten en hitos beneficiosos para el tratamiento del Síndrome de Apnea Obstructiva del Sueño (SAOS), según un estudio dirigido por el investigador Gualberto Buela-Casal, del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico, de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada.

Hasta el momento, el tratamiento más extendido contra esta patología, que provoca alteraciones que van desde el cansancio diurno hasta episodios de asfixia; y, en casos extremos, muerte súbita por infarto de miocardio, es la CPAP. Se trata de una mascarilla que se coloca en la nariz mientras se duerme, dotada de un compresor que envía aire a una presión determinada, según la gravedad de la apnea. No obstante, los expertos granadinos apuntan estas fórmulas relacionadas con los hábitos de vida para que las emisiones de este dispositivo disminuyan y, en algunos casos, dejen incluso de ser necesarias. El proyecto, calificado de excelencia por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa, cuenta con un incentivo de 111.200 euros para su desarrollo.

Para llegar a estas conclusiones, los expertos han establecido un protocolo de hábitos saludables dividido en varios módulos con el objetivo de disminuir el número de apneas o paradas. Con la aplicación de estas pautas, una apnea leve puede desaparecer y la moderada-severa reduce sus síntomas de forma considerable, con la correspondiente reducción en la presión de la CPAP. Se trata de comportamientos que guardan relación con los hábitos de sueño, evitar el alcohol y el tabaco, así como una alimentación equilibrada y la práctica de ejercicio. Los expertos han utilizado para su estudio una muestra de más de 50 voluntarios diagnosticados de apnea del sueño, de ambos sexos y predominantemente de mediana edad.

En el módulo que aborda los hábitos para la práctica de ejercicio físico y una correcta alimentación, los científicos centran sus esfuerzos en comprobar la incidencia de una dieta equilibrada, así como la práctica de deporte, con el objetivo de que reduzcan el Índice de Masa Corporal (IMC). «El paciente siente mejoría con la pérdida de peso, aunque no sea muy elevada, porque en cuanto la zona de la laringe pierde grasa y volumen, se mejora la respiración y, por tanto, se reducen el número de paradas y semiparadas respiratorias», explica el responsable de la investigación, Raúl Quevedo-Blasco.

Junto a la dieta, la otra parte de este módulo es el ejercicio. Las actividades físicas que realizan los pacientes son específicas para mejorar algunos de los síntomas de la apnea. Así, ejecutan ejercicios técnicos, como movimientos oscilatorios de cabeza o cintura, que ayudan a reducir la masa muscular y perder grasa en aquellas partes del cuerpo que tienen más incidencia en la enfermedad, como son la zona del cuello o el abdomen. Aunque la efectividad de estas pautas de actuación, señala el investigador, varía dependiendo de las características de cada paciente, hasta ahora todos los enfermos tratados han mejorado su calidad de vida gracias a la disminución de paradas respiratorias durante la noche.
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Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Un estudio realizado por la Universidad de Granada considera fundamental el intercambio de información entre los servicios de inteligencia y las entidades bancarias para detectar las operaciones de financiación del terrorismo de Al Qaeda.
La investigación, elaborada por Juan Miguel del Cid Gómez, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada, apunta que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de la banda terrorista, según ha informado hoy la institución académica.
El estudio considera fundamental el intercambio de comunicación entre las autoridades y los bancos, porque si la información financiera por sí sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, «cuando se combina con otra información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa».
Desde su fundación, Al Qaeda ha utilizado distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas.
En la actualidad, las células o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.
Según el estudio, todos estos grupos «han tenido que recurrir al hawala (\’transferir\’ en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal».
Existen además otros mecanismos que pueden ser utilizados por los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados, como es el caso del comercio internacional, «que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable».
La aparición de nuevos métodos de pagos propiciados por el avance de las tecnologías de la información, agrega, también supone un riesgo para las autoridades porque pueden ser usados por los terroristas para desplazar el dinero «con total anonimato».
El investigador advierte de que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda.
Según el estudio, la aplicación de la debida diligencia con el cliente tampoco ha mostrado gran eficacia en la detección de operaciones terroristas porque los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen «escaso valor» a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.
La investigación aporta numerosos datos sobre la financiación de banda y otros como que las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran de unos 30 millones de dólares anuales, según un informe de la CIA.
Algunas estimaciones apuntan cuál fue el coste económico de la organización de este atentado: entre 400 y 500.000 dólares.
Del Cid advierte de que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.
Además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares, la formación de sus miembros y la propaganda de la causa, entre otras.
También las actividades caritativas, que según el investigador constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo
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Un informe de la UGR propone mejoras para detectar la financiación de Al Qaeda

Un informe de la UGR propone mejoras para detectar la financiación de Al Qaeda

Un trabajo realizado en la Universidad de Granada apunta que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de la banda terrorista.

Al Qaeda ha utilizado desde su fundación distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas. Según el informe, el intercambio de información entre las autoridades y las entidades bancarias es fundamental para detectar las operaciones de financiación del terrorismo de Al Qaeda.
Según el documento “si la información financiera por si sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, cuando se combina con otra información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa”, añade.
El trabajo de investigación, elaborado por Juan Miguel del Cid Gómez, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada, se erige en una de las principales armas de conocimiento en torno a los movimientos de estos grupos radicales.
Su trabajo apunta que Al Qaeda ha utilizado desde su fundación distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas. En la actualidad las células, ramas o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar en gran medida sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.
Todos estos grupos “han tenido que recurrir al hawala (‘transferir’, en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal”. Pero además, existen otros mecanismos que pueden ser utilizados por los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados. “Tal es el caso del comercio internacional que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable –destaca el profesor Del Cid Gómez-. La aparición de nuevos métodos de pagos propiciados por el avance de las tecnologías de la información y las comunicaciones también supone un riesgo para las autoridades ya que pueden ser utilizados por los terroristas para desplazar el dinero con total anonimato”.
Las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda, advierte el investigador. Por otro lado, la aplicación de la debida diligencia con el cliente tampoco ha mostrado gran eficacia en la detección de operaciones terroristas ya que los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen escaso valor a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.
En su trabajo, el experto aporta numerosos datos relevantes sobre la financiación de banda, las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran de unos 30 millones de dólares anuales, según un informe de la CIA. Algunas estimaciones apuntan cuál fue el coste económico de la organización de este atentado: entre 400 y 500 mil dólares.
Del Cid advierte que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.
Además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares; las comunicaciones entre sí y con la red matriz de la que reciben instrucciones; la formación de sus miembros; el coste de los viajes de los miembros para preparar un atentado; la propaganda de la causa a través de distintos medios de comunicación y las actividades caritativas, que constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo.
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Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Un estudio realizado por la Universidad de Granada considera fundamental el intercambio de información entre los servicios de inteligencia y las entidades bancarias para detectar las operaciones de financiación del terrorismo de Al Qaeda.
La investigación, elaborada por Juan Miguel del Cid Gómez, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada, apunta que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de la banda terrorista, según ha informado hoy la institución académica.
El estudio considera fundamental el intercambio de comunicación entre las autoridades y los bancos, porque si la información financiera por sí sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, «cuando se combina con otra información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa».
Desde su fundación, Al Qaeda ha utilizado distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas.
En la actualidad, las células o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.
Según el estudio, todos estos grupos «han tenido que recurrir al hawala (\’transferir\’ en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal».
Existen además otros mecanismos que pueden ser utilizados por los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados, como es el caso del comercio internacional, «que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable».
La aparición de nuevos métodos de pagos propiciados por el avance de las tecnologías de la información, agrega, también supone un riesgo para las autoridades porque pueden ser usados por los terroristas para desplazar el dinero «con total anonimato».
El investigador advierte de que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda.
Según el estudio, la aplicación de la debida diligencia con el cliente tampoco ha mostrado gran eficacia en la detección de operaciones terroristas porque los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen «escaso valor» a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.
La investigación aporta numerosos datos sobre la financiación de banda y otros como que las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran de unos 30 millones de dólares anuales, según un informe de la CIA.
Algunas estimaciones apuntan cuál fue el coste económico de la organización de este atentado: entre 400 y 500.000 dólares.
Del Cid advierte de que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.
Además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares, la formación de sus miembros y la propaganda de la causa, entre otras.
También las actividades caritativas, que según el investigador constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo
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Los bancos e Inteligencia deberían comunicarse “para detectar la financiación de los islamistas”

Los bancos e Inteligencia deberían
comunicarse “para detectar la financiación de los islamistas”

Un trabajo realizado en la UGR por el profesor
Juan Miguel del Cid apunta que las actuales
medidas “no han conseguido interrumpir la
financiación de la red”

El profesor Juan Miguel del Cid ha dirigido un trabajo de investigación relacionado en la financiación de la red Al Qaeda de la que dice, ha utilizado desde su fundación distintos mecanismos para obtener fondos facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas. En sus recomendaciones, el profesor manifiesta la necesidad de intercambio ágil de información entre las autoridades y las entidades bancarias para detectar las operaciones de
financiación del terrorismo islamista.

El intercambio de información entre las autoridades y las entidades bancarias es fundamental para detectar las operaciones de financiación del terrorismo de Al Qaeda. Porque si la información financiera por si sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, cuando se combina con otra
información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa.
Así se desprende de un trabajo de investigación elaborado por Juan Miguel del Cid Gómez , profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada.

Su trabajo apunta que Al Qaeda ha utilizado desde su fundación distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas. En la actualidad las células, ramas o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar en gran medida sus actividades a través del
tráfico de drogas y otros delitos comunes.
Todos estos grupos “han tenido que recurrir al hawala (‘transferir’, en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal”. Pero además, existen otros mecanismos que pueden ser utilizados por
los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados. “Tal es el caso del comercio internacional que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable –destaca el profesor Del Cid Gómez-. La
aparición de nuevos métodos de pagos propiciados por el avance de las tecnologías de la información y las comunicaciones también supone un riesgo para las autoridades ya que pueden ser utilizados por los terroristas para desplazar el dinero con total anonimato”.

Financiación no interrumpida
Las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda, advierte el investigador. Por otro lado, la aplicación de la
debida diligencia con el cliente tampoco ha mostrado gran eficacia en la detección de operaciones terroristas ya que los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen escaso
valor a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.

En su trabajo, el experto aporta numerosos datos relevantes sobre la financiación de banda, las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran de unos 30 millones de dólares anuales, según un
informe de la CIA. Algunas estimaciones apuntan cuál fue el coste económico de la organización de este atentado: entre 400 y 500 mil dólares. Del Cid advierte que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.

Además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares; las comunicaciones entre sí y con la red matriz de la que reciben instrucciones; la formación de sus
miembros; el coste de los viajes de los miembros para preparar un atentado; la propaganda de la causa a través de distintos medios de comunicación y las actividades caritativas, que constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo.
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Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Un estudio realizado por la Universidad de Granada considera fundamental el intercambio de información entre los servicios de inteligencia y las entidades bancarias para detectar las operaciones de financiación del terrorismo de Al Qaeda.
La investigación, elaborada por Juan Miguel del Cid Gómez, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada, apunta que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de la banda terrorista, según ha informado hoy la institución académica.
El estudio considera fundamental el intercambio de comunicación entre las autoridades y los bancos, porque si la información financiera por sí sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, «cuando se combina con otra información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa».
Desde su fundación, Al Qaeda ha utilizado distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas.
En la actualidad, las células o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.
Según el estudio, todos estos grupos «han tenido que recurrir al hawala (\’transferir\’ en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal».
Existen además otros mecanismos que pueden ser utilizados por los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados, como es el caso del comercio internacional, «que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable».
La aparición de nuevos métodos de pagos propiciados por el avance de las tecnologías de la información, agrega, también supone un riesgo para las autoridades porque pueden ser usados por los terroristas para desplazar el dinero «con total anonimato».
El investigador advierte de que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda.
Según el estudio, la aplicación de la debida diligencia con el cliente tampoco ha mostrado gran eficacia en la detección de operaciones terroristas porque los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen «escaso valor» a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.
La investigación aporta numerosos datos sobre la financiación de banda y otros como que las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran de unos 30 millones de dólares anuales, según un informe de la CIA.
Algunas estimaciones apuntan cuál fue el coste económico de la organización de este atentado: entre 400 y 500.000 dólares.
Del Cid advierte de que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.
Además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares, la formación de sus miembros y la propaganda de la causa, entre otras.
También las actividades caritativas, que según el investigador constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo.
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La Universidad de Granada aconseja mejorar la comunicación bancos-servicios de inteligencia para detectar la financiación de Al Qaeda

La Universidad de Granada aconseja mejorar la comunicación bancos-servicios de inteligencia para detectar la financiación de Al Qaeda

Un trabajo realizado por la Universidad de Granada recomienda aumentar la comunicación entre los bancos y los servicios de inteligencia para detectar la financiación de Al Qaeda, al tiempo apunta que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de la banda terrorista.

En un comunicado de la Universidad de Granada (UGR) sobre el citado trabajo se señala que en el mismo se pone de manifiesto que el intercambio de información entre las autoridades y las entidades bancarias es fundamental para detectar las operaciones de financiación del terrorismo de Al Qaeda.

“Si la información financiera por si sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, cuando se combina con otra información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa”, según se desprende del trabajo de investigación ha sido elaborado por Juan Miguel del Cid Gómez, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada.

Su trabajo apunta que Al Qaeda ha utilizado desde su fundación distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas. En la actualidad las células, ramas o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar en gran medida sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.

Todos estos grupos “han tenido que recurrir al hawala (‘transferir’, en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal”. Pero además, existen otros mecanismos que pueden ser utilizados por los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados, según el trabajo.

“Tal es el caso del comercio internacional que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable –destaca el profesor Del Cid Gómez–. La aparición de nuevos métodos de pagos propiciados por el avance de las tecnologías de la información y las comunicaciones también supone un riesgo para las autoridades ya que pueden ser utilizados por los terroristas para desplazar el dinero con total anonimato”.

Asimismo, entiende que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda. Por otro lado, señala que la aplicación de la debida diligencia con el cliente tampoco ha mostrado gran eficacia en la detección de operaciones terroristas ya que los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen escaso valor a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.

En su trabajo, el experto aporta numerosos datos relevantes sobre la financiación de banda, las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran de unos 30 millones de dólares anuales, según un informe de la CIA. Algunas estimaciones apuntan cuál fue el coste económico de la organización de este atentado: entre 400 y 500 mil dólares.

Del Cid advierte de que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.

Además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares; las comunicaciones entre sí y con la red matriz de la que reciben instrucciones; la formación de sus miembros; el coste de los viajes de los miembros para preparar un atentado; la propaganda de la causa a través de distintos medios de comunicación y las actividades caritativas, que constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo.
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La UGR aconseja una mejor comunicación entre bancos y servicios de inteligencia para detectar la financiación de Al Qaeda

La UGR aconseja una mejor comunicación entre bancos y servicios de inteligencia para detectar la financiación de Al Qaeda

Un trabajo realizado por la Universidad de Granada recomienda aumentar la comunicación entre los bancos y los servicios de inteligencia para detectar la financiación de Al Qaeda, al tiempo apunta que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de la banda terrorista.

En un comunicado de la Universidad de Granada (UGR) sobre el citado trabajo se señala que en el mismo se pone de manifiesto que el intercambio de información entre las autoridades y las entidades bancarias es fundamental para detectar las operaciones de financiación del terrorismo de Al Qaeda.

«Si la información financiera por si sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, cuando se combina con otra información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa», según se desprende del trabajo de investigación ha sido elaborado por Juan Miguel del Cid Gómez, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada.

Su trabajo apunta que Al Qaeda ha utilizado desde su fundación distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas. En la actualidad las células, ramas o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar en gran medida sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.

Todos estos grupos «han tenido que recurrir al hawala (\’transferir\’, en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal». Pero además, existen otros mecanismos que pueden ser utilizados por los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados, según el trabajo.

«Tal es el caso del comercio internacional que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable –destaca el profesor Del Cid Gómez–. La aparición de nuevos métodos de pagos propiciados por el avance de las tecnologías de la información y las comunicaciones también supone un riesgo para las autoridades ya que pueden ser utilizados por los terroristas para desplazar el dinero con total anonimato».

Asimismo, entiende que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda. Por otro lado, señala que la aplicación de la debida diligencia con el cliente tampoco ha mostrado gran eficacia en la detección de operaciones terroristas ya que los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen escaso valor a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.

En su trabajo, el experto aporta numerosos datos relevantes sobre la financiación de banda, las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran de unos 30 millones de dólares anuales, según un informe de la CIA. Algunas estimaciones apuntan cuál fue el coste económico de la organización de este atentado: entre 400 y 500 mil dólares.

Del Cid advierte de que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.

PÑone de manifiesto que además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares; las comunicaciones entre sí y con la red matriz de la que reciben instrucciones; la formación de sus miembros; el coste de los viajes de los miembros para preparar un atentado; la propaganda de la causa a través de distintos medios de comunicación y las actividades caritativas, que constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo.

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