Aconsejan que bancos y servicios de inteligencia colaboren para detectar los fondos de Al Qaeda
Un estudio de la Universidad de Granada afirma que las medidas del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no han resultado efectivas
Al Qaeda utiliza el sistema financiero normal para mover los fondos que necesita para financiarse. Además, el comercio internacional y la aparición de nuevos métodos de pagos facilitan que los terroristas muevan dinero de manera anónima. Desde su fundación, Al Qaeda ha utilizado distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros. Un estudio de la Universidad de Granada revela que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no ha interrumpido la financiación de la banda terrorista. Sin embargo, una mejor comunicación entre los bancos y los servicios de inteligencia podría dar mejores resultados. La información financiera podría ser insuficiente por sí sola, pero es útil si se combina con la que está en poder de los servicios de inteligencia. Los investigadores han calculado que las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre eran de unos 30 millones de dólares anuales. Además de financiar los atentados y pagar los gastos de los terroristas y sus familias, los terroristas financian también actividades caritativas con las que buscan legitimarse socialmente.
«Si la información financiera por sí sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, cuando se combina con otra información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa», explica el trabajo de investigación, elaborado por Juan Miguel del Cid Gómez, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada. El estudio apunta además que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basado en la congelación de activos, no ha conseguido interrumpir la financiación de la banda terrorista.
El estudio explica que la organización terrorista ha empleado desde su fundación distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas. En la actualidad, las células, ramas o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar en gran medida sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.
Todos estos grupos «han tenido que recurrir al hawala («transferir» en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal». Los grupos terroristas utilizan además otros mecanismos que pueden ser utilizados por los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados. «Tal es el caso del comercio internacional, que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable», según ha explicado el profesor Del Cid Gómez. «La aparición de nuevos métodos de pago propiciados por el avance de las tecnologías de la información y las comunicaciones también supone un riesgo para las autoridades, ya que pueden ser utilizados por los terroristas para desplazar el dinero con total anonimato», ha añadido.
El estudio asegura que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda. Por otro lado, señala que la aplicación de la debida diligencia con el cliente tampoco ha sido muy eficaz para detectar operaciones terroristas, ya que los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen escaso valor a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.
30 MILLONES DE DÓLARES ANUALES
El experto ha aportado en su trabajo numerosos datos relevantes sobre la financiación de banda. Según explica, un informe de la CIA cifraba las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en unos 30 millones de dólares anuales. Algunas estimaciones apuntan que el coste económico de la organización de este atentado se situó entre 400 y 500 mil dólares.
Del Cid advierte de que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.
Pone de manifiesto que además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares; las comunicaciones entre sí y con la red matriz de la que reciben instrucciones; la formación de sus miembros; el coste de los viajes de los miembros para preparar un atentado; la propaganda de la causa a través de distintos medios de comunicación y las actividades caritativas, que constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo.
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