Una nueva técnica clasifica el efecto de enfermedades intestinales

77111 Una nueva técnica permitirá clasificar el efecto de varias enfermedades de la flora intestinal, como el lupus eritematoso, la diarrea infecciosa y la obesidad, a partir de las especies químicas producidas por las bacterias intestinales, según ha informado en nota de prensa la Universidad de Granada (UGR).

 

Los investigadores han analizado por primera vez la composición y diversidad de especies químicas producidas por las bacterias intestinales, lo que se conoce como metaboloma, en tres grupos de pacientes: personas afectadas de lupus (enfermedad reumática sistémica y crónica), con diarrea causada por la bacteria Clostridium difficile e individuos sanos.

El hallazgo abre nuevas oportunidades relacionadas con el estudio de cómo las diferencias que aparecen más abajo de la jerarquía funcional, por ejemplo a nivel de poblaciones bacterianas, acaban finalmente en el mismo patrón metabólico (o químico) que es específico para diferentes enfermedades.

El hallazgo permite clasificar el efecto de distintas enfermedades en las bacterias gastrointestinales y cómo estas pueden afectar al desarrollo de las mismas.

El investigador del CSIC en el Instituto de Catálisis, Manuel Ferrer, que ha liderado dos estudios publicados en las revistas ‘Scientific Report’ e ‘Isme Journal’ (Grupo Nature), ha explicado que «nuestra flora intestinal o microbiotica puede considerarse como un órgano más».

La flora está formada por «millones de bacterias que interaccionan entre sí y con nuestro organismo, afectando a su funcionamiento y salud», ha comentado el científico.

Antonio Suárez García, profesor del departamento de Bioquímica y Biología molecular 2 e investigador del Centro de Investigación Biomédica de la Universidad de Granada, ha señalado que «el estudio sugiere que en personas sanas que no sufren ninguna enfermedad, el índice de masa corporal y, por tanto de obesidad, es el factor diferenciador independientemente de la edad o de cualquier otro parámetro».

Una persona sana y delgada tiene una composición y diversidad de especies químicas bacterianas muy diferente a la de una obesa.

Enfermedades como la obesidad, el cáncer y enfermedades auto inmunes pueden causar cambios en la composición de las bacterias intestinales, ha explicado Ferrer.

«Hasta hoy no se había esclarecido qué enfermedades producen las mismas o diferentes alteraciones en la microbiota y si es posible clasificar diferentes enfermedades», ha agregado.

Según los investigadores «tampoco» se conoce «si hay factores o enfermedades que dominen a la hora de inducir cambios gastrointestinales».

DISTINTAS PATOLOGÍAS El lupus eritematoso es un factor dominante frente a la obesidad a la hora de su influencia en la actividad de las bacterias intestinales, ha comentado Abelardo Margolles, investigador del CSIC en el Instituto de Productos Lácteos.

Una persona con lupus delgada y otra obesa tienen similar composición y diversidad de especies químicas bacterianas, hecho que contrasta con lo que ocurre en personas sanas.

Esto podría ser la razón de que las personas con lupus tengan mayor predisposición al llamado síndrome metabólico, ha detallado Margolles.

La obesidad en personas sin otras complicaciones patológicas sí es el factor que determina el metabolismo intracelular microbiona.

Lo mismo ocurre cuando se comparan pacientes con diarrea infecciosa e individuos sanos, ha detallado Suárez.

En este caso, la técnica empleada permite además diferenciar los efectos producidos cuando la bacteria C.difficile produce dos toxinas, que aumentan los efectos negativos de la diarrea e influyen negativamente en la salud.

En todos los casos estudiados los investigadores han podido identificar marcadores químicos específicos para las patologías estudiadas.

Esta investigación, que ha contado con la colaboración de grupos españoles del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia (ICBIBE), el Centro Superior de Investigación en Salud Pública (CSISP), la Universidad CEU San Pablo, el Hospital Clínico de Valencia, la Universidad de Valencia, es resultado de diferentes trabajos en el marco de una serie de proyectos financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el Instituto Carlos III y la Generalitat Valenciana.

Los investigadores también han contado con el apoyo del programa EraNET PathoGenoMics2 promovido por la Unión Europea.

Parte del equipo forma parte del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública.

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Una nueva técnica clasifica los efectos de varias enfermedades en la flora intestinal

77111 Una nueva técnica permite cuantificar y clasificar los efectos de enfermedades como el lupus eritematoso, la diarrea infecciosa y la obesidad, que afectan a la flora intestinal, a partir de las especies químicas producidas por las diferentes bacterias, ha informado este jueves la Universidad de Granada.

 

La definición de estos cambios puede contribuir a conocer el desarrollo de estas enfermedades, según Manuel Ferrer, investigador del CSIC en el Instituto de Catálisis, que ha liderado los dos estudios sobre la composición y diversidad de especies químicas producidas por las bacterias intestinales.

Este experto ha explicado que la flora intestinal o «microbiota» puede considerarse como un órgano adicional y está formada por millones de bacterias que interaccionan entre sí y con el organismo, afectando a su funcionamiento y salud.

Antonio Suárez García, coautor de la investigación sobre la obesidad, ha señalado que el estudio sugiere que, en personas sanas que no sufren ninguna enfermedad, el índice de masa corporal y, por tanto de obesidad, es el factor diferenciador independientemente de la edad o de cualquier otro parámetro.

Es decir, una persona sana delgada tiene una composición y diversidad de especies químicas bacterianas muy diferente a la de una obesa, según este profesor del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular 2 e investigador del Centro de Investigación Biomédica de la Universidad de Granada.

Se sabe que enfermedades como la obesidad, el cáncer y enfermedades autoinmunes pueden causar cambios en la composición de las bacterias intestinales, ha explicado por su parte Ferrer.

«Sin embargo, hasta hoy no se había esclarecido qué enfermedades producen las mismas o diferentes alteraciones en la microbiota, y si en base a ello es posible clasificar diferentes enfermedades», ha añadido.

Además, tampoco se sabía si hay factores o enfermedades que dominen a la hora de inducir cambios gastrointestinales.

Los investigadores han analizado por primera vez la composición y diversidad de especies químicas producidas por las bacterias intestinales, lo que se conoce como «metaboloma», en tres grupos de pacientes.

El hallazgo abre nuevas oportunidades relacionadas con el estudio de cómo las diferencias que aparecen más abajo de la «jerarquía funcional», por ejemplo a nivel de poblaciones bacterianas, acaban finalmente en el mismo patrón metabólico o químico que es específico para diferentes enfermedades.

Se abren además por primera vez posibilidades para poder clasificar el efecto de distintas enfermedades en las bacterias gastrointestinales y cómo estas pueden afectar al desarrollo de las mismas.

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Una nueva técnica clasifica los efectos de varias enfermedades en la flora intestinal

77111 Una nueva técnica permite cuantificar y clasificar los efectos de enfermedades como el lupus eritematoso, la diarrea infecciosa y la obesidad, que afectan a la flora intestinal, a partir de las especies químicas producidas por las diferentes bacterias, ha informado hoy la Universidad de Granada.

 

La definición de estos cambios puede contribuir a conocer el desarrollo de estas enfermedades, según Manuel Ferrer, investigador del CSIC en el Instituto de Catálisis, que ha liderado los dos estudios sobre la composición y diversidad de especies químicas producidas por las bacterias intestinales.

Este experto ha explicado que la flora intestinal o «microbiota» puede considerarse como un órgano adicional y está formada por millones de bacterias que interaccionan entre sí y con el organismo, afectando a su funcionamiento y salud.

Antonio Suárez García, coautor de la investigación sobre la obesidad, ha señalado que el estudio sugiere que, en personas sanas que no sufren ninguna enfermedad, el índice de masa corporal y, por tanto de obesidad, es el factor diferenciador independientemente de la edad o de cualquier otro parámetro.

Es decir, una persona sana delgada tiene una composición y diversidad de especies químicas bacterianas muy diferente a la de una obesa, según este profesor del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular 2 e investigador del Centro de Investigación Biomédica de la Universidad de Granada.

Se sabe que enfermedades como la obesidad, el cáncer y enfermedades autoinmunes pueden causar cambios en la composición de las bacterias intestinales, ha explicado por su parte Ferrer.

«Sin embargo, hasta hoy no se había esclarecido qué enfermedades producen las mismas o diferentes alteraciones en la microbiota, y si en base a ello es posible clasificar diferentes enfermedades», ha añadido.

Además, tampoco se sabía si hay factores o enfermedades que dominen a la hora de inducir cambios gastrointestinales.

Los investigadores han analizado por primera vez la composición y diversidad de especies químicas producidas por las bacterias intestinales, lo que se conoce como «metaboloma», en tres grupos de pacientes.

El hallazgo abre nuevas oportunidades relacionadas con el estudio de cómo las diferencias que aparecen más abajo de la «jerarquía funcional», por ejemplo a nivel de poblaciones bacterianas, acaban finalmente en el mismo patrón metabólico o químico que es específico para diferentes enfermedades.

Se abren además por primera vez posibilidades para poder clasificar el efecto de distintas enfermedades en las bacterias gastrointestinales y cómo estas pueden afectar al desarrollo de las mismas.

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Una nueva técnica permite clasificar el efecto de enfermedades intestinales

77111 Una nueva técnica permitirá clasificar el efecto de varias enfermedades de la flora intestinal, como el lupus eritematoso, la diarrea infecciosa y la obesidad, a partir de las especies químicas producidas por las bacterias intestinales, según ha informado en nota de prensa la Universidad de Granada (UGR).
Los investigadores han analizado por primera vez la composición y diversidad de especies químicas producidas por las bacterias intestinales, lo que se conoce como metaboloma, en tres grupos de pacientes: personas afectadas de lupus (enfermedad reumática sistémica y crónica), con diarrea causada por la bacteria Clostridium difficile e individuos sanos.

 

El hallazgo abre nuevas oportunidades relacionadas con el estudio de cómo las diferencias que aparecen más abajo de la jerarquía funcional, por ejemplo a nivel de poblaciones bacterianas, acaban finalmente en el mismo patrón metabólico (o químico) que es específico para diferentes enfermedades.

El hallazgo permite clasificar el efecto de distintas enfermedades en las bacterias gastrointestinales y cómo estas pueden afectar al desarrollo de las mismas.

El investigador del CSIC en el Instituto de Catálisis, Manuel Ferrer, que ha liderado dos estudios publicados en las revistas ‘Scientific Report’ e ‘Isme Journal’ (Grupo Nature), ha explicado que «nuestra flora intestinal o microbiotica puede considerarse como un órgano más».

La flora está formada por «millones de bacterias que interaccionan entre sí y con nuestro organismo, afectando a su funcionamiento y salud», ha comentado el científico.

Antonio Suárez García, profesor del departamento de Bioquímica y Biología molecular 2 e investigador del Centro de Investigación Biomédica de la Universidad de Granada, ha señalado que «el estudio sugiere que en personas sanas que no sufren ninguna enfermedad, el índice de masa corporal y, por tanto de obesidad, es el factor diferenciador independientemente de la edad o de cualquier otro parámetro».

Una persona sana y delgada tiene una composición y diversidad de especies químicas bacterianas muy diferente a la de una obesa.

Enfermedades como la obesidad, el cáncer y enfermedades auto inmunes pueden causar cambios en la composición de las bacterias intestinales, ha explicado Ferrer.

«Hasta hoy no se había esclarecido qué enfermedades producen las mismas o diferentes alteraciones en la microbiota y si es posible clasificar diferentes enfermedades», ha agregado.

Según los investigadores «tampoco» se conoce «si hay factores o enfermedades que dominen a la hora de inducir cambios gastrointestinales».

DISTINTAS PATOLOGÍAS El lupus eritematoso es un factor dominante frente a la obesidad a la hora de su influencia en la actividad de las bacterias intestinales, ha comentado Abelardo Margolles, investigador del CSIC en el Instituto de Productos Lácteos.

Una persona con lupus delgada y otra obesa tienen similar composición y diversidad de especies químicas bacterianas, hecho que contrasta con lo que ocurre en personas sanas.

Esto podría ser la razón de que las personas con lupus tengan mayor predisposición al llamado síndrome metabólico, ha detallado Margolles.

La obesidad en personas sin otras complicaciones patológicas sí es el factor que determina el metabolismo intracelular microbiona.

Lo mismo ocurre cuando se comparan pacientes con diarrea infecciosa e individuos sanos, ha detallado Suárez.

En este caso, la técnica empleada permite además diferenciar los efectos producidos cuando la bacteria C.difficile produce dos toxinas, que aumentan los efectos negativos de la diarrea e influyen negativamente en la salud.

En todos los casos estudiados los investigadores han podido identificar marcadores químicos específicos para las patologías estudiadas.

Esta investigación, que ha contado con la colaboración de grupos españoles del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia (ICBIBE), el Centro Superior de Investigación en Salud Pública (CSISP), la Universidad CEU San Pablo, el Hospital Clínico de Valencia, la Universidad de Valencia, es resultado de diferentes trabajos en el marco de una serie de proyectos financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el Instituto Carlos III y la Generalitat Valenciana.

Los investigadores también han contado con el apoyo del programa EraNET PathoGenoMics2 promovido por la Unión Europea.

Parte del equipo forma parte del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública.

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77111 Una nueva técnica permitirá clasificar el efecto de varias enfermedades de la flora intestinal, como el lupus eritematoso, la diarrea infecciosa y la obesidad, a partir de las especies químicas producidas por las bacterias intestinales, según ha informado en nota de prensa la Universidad de Granada (UGR).
Los investigadores han analizado por primera vez la composición y diversidad de especies químicas producidas por las bacterias intestinales, lo que se conoce como metaboloma, en tres grupos de pacientes: personas afectadas de lupus (enfermedad reumática sistémica y crónica), con diarrea causada por la bacteria Clostridium difficile e individuos sanos.
El hallazgo abre nuevas oportunidades relacionadas con el estudio de cómo las diferencias que aparecen más abajo de la jerarquía funcional, por ejemplo a nivel de poblaciones bacterianas, acaban finalmente en el mismo patrón metabólico (o químico) que es específico para diferentes enfermedades.

 

El hallazgo permite clasificar el efecto de distintas enfermedades en las bacterias gastrointestinales y cómo estas pueden afectar al desarrollo de las mismas.
El investigador del CSIC en el Instituto de Catálisis, Manuel Ferrer, que ha liderado dos estudios publicados en las revistas ‘Scientific Report’ e ‘Isme Journal’ (Grupo Nature), ha explicado que «nuestra flora intestinal o microbiotica puede considerarse como un órgano más».
La flora está formada por «millones de bacterias que interaccionan entre sí y con nuestro organismo, afectando a su funcionamiento y salud», ha comentado el científico.
Antonio Suárez García, profesor del departamento de Bioquímica y Biología molecular 2 e investigador del Centro de Investigación Biomédica de la Universidad de Granada, ha señalado que «el estudio sugiere que en personas sanas que no sufren ninguna enfermedad, el índice de masa corporal y, por tanto de obesidad, es el factor diferenciador independientemente de la edad o de cualquier otro parámetro».
Una persona sana y delgada tiene una composición y diversidad de especies químicas bacterianas muy diferente a la de una obesa.
Enfermedades como la obesidad, el cáncer y enfermedades auto inmunes pueden causar cambios en la composición de las bacterias intestinales, ha explicado Ferrer.
«Hasta hoy no se había esclarecido qué enfermedades producen las mismas o diferentes alteraciones en la microbiota y si es posible clasificar diferentes enfermedades», ha agregado.
Según los investigadores «tampoco» se conoce «si hay factores o enfermedades que dominen a la hora de inducir cambios gastrointestinales».
DISTINTAS PATOLOGÍAS El lupus eritematoso es un factor dominante frente a la obesidad a la hora de su influencia en la actividad de las bacterias intestinales, ha comentado Abelardo Margolles, investigador del CSIC en el Instituto de Productos Lácteos.
Una persona con lupus delgada y otra obesa tienen similar composición y diversidad de especies químicas bacterianas, hecho que contrasta con lo que ocurre en personas sanas.
Esto podría ser la razón de que las personas con lupus tengan mayor predisposición al llamado síndrome metabólico, ha detallado Margolles.
La obesidad en personas sin otras complicaciones patológicas sí es el factor que determina el metabolismo intracelular microbiona.
Lo mismo ocurre cuando se comparan pacientes con diarrea infecciosa e individuos sanos, ha detallado Suárez.
En este caso, la técnica empleada permite además diferenciar los efectos producidos cuando la bacteria C.difficile produce dos toxinas, que aumentan los efectos negativos de la diarrea e influyen negativamente en la salud.
En todos los casos estudiados los investigadores han podido identificar marcadores químicos específicos para las patologías estudiadas.
Esta investigación, que ha contado con la colaboración de grupos españoles del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia (ICBIBE), el Centro Superior de Investigación en Salud Pública (CSISP), la Universidad CEU San Pablo, el Hospital Clínico de Valencia, la Universidad de Valencia, es resultado de diferentes trabajos en el marco de una serie de proyectos financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el Instituto Carlos III y la Generalitat Valenciana.
Los investigadores también han contado con el apoyo del programa EraNET PathoGenoMics2 promovido por la Unión Europea.
Parte del equipo forma parte del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública.

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Una nueva técnica permite clasificar el efecto de enfermedades intestinales

77111 Los investigadores han analizado por primera vez la composición y diversidad de especies químicas producidas por las bacterias intestinales, lo que se conoce como metaboloma, en tres grupos de pacientes: personas afectadas de lupus (enfermedad reumática sistémica y crónica), con diarrea causada por la bacteria Clostridium difficile e individuos sanos.

 

El hallazgo abre nuevas oportunidades relacionadas con el estudio de cómo las diferencias que aparecen más abajo de la jerarquía funcional, por ejemplo a nivel de poblaciones bacterianas, acaban finalmente en el mismo patrón metabólico (o químico) que es específico para diferentes enfermedades.

El hallazgo permite clasificar el efecto de distintas enfermedades en las bacterias gastrointestinales y cómo estas pueden afectar al desarrollo de las mismas. El investigador del CSIC en el Instituto de Catálisis, Manuel Ferrer, que ha liderado dos estudios publicados en las revistas ‘Scientific Report’ e ‘Isme Journal’ (Grupo Nature), ha explicado que «nuestra flora intestinal o microbiotica puede considerarse como un órgano más». La flora está formada por «millones de bacterias que interaccionan entre sí y con nuestro organismo, afectando a su funcionamiento y salud», ha comentado el científico. Antonio Suárez García, profesor del departamento de Bioquímica y Biología molecular 2 e investigador del Centro de Investigación Biomédica de la Universidad de Granada, ha señalado que «el estudio sugiere que en personas sanas que no sufren ninguna enfermedad, el índice de masa corporal y, por tanto de obesidad, es el factor diferenciador independientemente de la edad o de cualquier otro parámetro». Una persona sana y delgada tiene una composición y diversidad de especies químicas bacterianas muy diferente a la de una obesa. Enfermedades como la obesidad, el cáncer y enfermedades auto inmunes pueden causar cambios en la composición de las bacterias intestinales, ha explicado Ferrer. «Hasta hoy no se había esclarecido qué enfermedades producen las mismas o diferentes alteraciones en la microbiota y si es posible clasificar diferentes enfermedades», ha agregado. Según los investigadores «tampoco» se conoce «si hay factores o enfermedades que dominen a la hora de inducir cambios gastrointestinales». DISTINTAS PATOLOGÍAS El lupus eritematoso es un factor dominante frente a la obesidad a la hora de su influencia en la actividad de las bacterias intestinales, ha comentado Abelardo Margolles, investigador del CSIC en el Instituto de Productos Lácteos. Una persona con lupus delgada y otra obesa tienen similar composición y diversidad de especies químicas bacterianas, hecho que contrasta con lo que ocurre en personas sanas. Esto podría ser la razón de que las personas con lupus tengan mayor predisposición al llamado síndrome metabólico, ha detallado Margolles. La obesidad en personas sin otras complicaciones patológicas sí es el factor que determina el metabolismo intracelular microbiona. Lo mismo ocurre cuando se comparan pacientes con diarrea infecciosa e individuos sanos, ha detallado Suárez. En este caso, la técnica empleada permite además diferenciar los efectos producidos cuando la bacteria C.difficile produce dos toxinas, que aumentan los efectos negativos de la diarrea e influyen negativamente en la salud. En todos los casos estudiados los investigadores han podido identificar marcadores químicos específicos para las patologías estudiadas. Esta investigación, que ha contado con la colaboración de grupos españoles del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia (ICBIBE), el Centro Superior de Investigación en Salud Pública (CSISP), la Universidad CEU San Pablo, el Hospital Clínico de Valencia, la Universidad de Valencia, es resultado de diferentes trabajos en el marco de una serie de proyectos financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el Instituto Carlos III y la Generalitat Valenciana. Los investigadores también han contado con el apoyo del programa EraNET PathoGenoMics2 promovido por la Unión Europea. Parte del equipo forma parte del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública.

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Una nueva técnica permite clasificar el efecto de enfermedades intestinales

77111 Una nueva técnica permitirá clasificar el efecto de varias enfermedades de la flora intestinal, como el lupus eritematoso, la diarrea infecciosa y la obesidad, a partir de las especies químicas producidas por las bacterias intestinales, según ha informado en nota de prensa la Universidad de Granada (UGR).
Los investigadores han analizado por primera vez la composición y diversidad de especies químicas producidas por las bacterias intestinales, lo que se conoce como metaboloma, en tres grupos de pacientes: personas afectadas de lupus (enfermedad reumática sistémica y crónica), con diarrea causada por la bacteria Clostridium difficile e individuos sanos.
El hallazgo abre nuevas oportunidades relacionadas con el estudio de cómo las diferencias que aparecen más abajo de la jerarquía funcional, por ejemplo a nivel de poblaciones bacterianas, acaban finalmente en el mismo patrón metabólico (o químico) que es específico para diferentes enfermedades.
El hallazgo permite clasificar el efecto de distintas enfermedades en las bacterias gastrointestinales y cómo estas pueden afectar al desarrollo de las mismas.
El investigador del CSIC en el Instituto de Catálisis, Manuel Ferrer, que ha liderado dos estudios publicados en las revistas ‘Scientific Report’ e ‘Isme Journal’ (Grupo Nature), ha explicado que «nuestra flora intestinal o microbiotica puede considerarse como un órgano más».
La flora está formada por «millones de bacterias que interaccionan entre sí y con nuestro organismo, afectando a su funcionamiento y salud», ha comentado el científico.
Antonio Suárez García, profesor del departamento de Bioquímica y Biología molecular 2 e investigador del Centro de Investigación Biomédica de la Universidad de Granada, ha señalado que «el estudio sugiere que en personas sanas que no sufren ninguna enfermedad, el índice de masa corporal y, por tanto de obesidad, es el factor diferenciador independientemente de la edad o de cualquier otro parámetro».
Una persona sana y delgada tiene una composición y diversidad de especies químicas bacterianas muy diferente a la de una obesa.
Enfermedades como la obesidad, el cáncer y enfermedades auto inmunes pueden causar cambios en la composición de las bacterias intestinales, ha explicado Ferrer.
«Hasta hoy no se había esclarecido qué enfermedades producen las mismas o diferentes alteraciones en la microbiota y si es posible clasificar diferentes enfermedades», ha agregado.
Según los investigadores «tampoco» se conoce «si hay factores o enfermedades que dominen a la hora de inducir cambios gastrointestinales».
DISTINTAS PATOLOGÍAS

 

El lupus eritematoso es un factor dominante frente a la obesidad a la hora de su influencia en la actividad de las bacterias intestinales, ha comentado Abelardo Margolles, investigador del CSIC en el Instituto de Productos Lácteos.
Una persona con lupus delgada y otra obesa tienen similar composición y diversidad de especies químicas bacterianas, hecho que contrasta con lo que ocurre en personas sanas.
Esto podría ser la razón de que las personas con lupus tengan mayor predisposición al llamado síndrome metabólico, ha detallado Margolles.
La obesidad en personas sin otras complicaciones patológicas sí es el factor que determina el metabolismo intracelular microbiona.
Lo mismo ocurre cuando se comparan pacientes con diarrea infecciosa e individuos sanos, ha detallado Suárez.
En este caso, la técnica empleada permite además diferenciar los efectos producidos cuando la bacteria C.difficile produce dos toxinas, que aumentan los efectos negativos de la diarrea e influyen negativamente en la salud.
En todos los casos estudiados los investigadores han podido identificar marcadores químicos específicos para las patologías estudiadas.
Esta investigación, que ha contado con la colaboración de grupos españoles del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia (ICBIBE), el Centro Superior de Investigación en Salud Pública (CSISP), la Universidad CEU San Pablo, el Hospital Clínico de Valencia, la Universidad de Valencia, es resultado de diferentes trabajos en el marco de una serie de proyectos financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el Instituto Carlos III y la Generalitat Valenciana.
Los investigadores también han contado con el apoyo del programa EraNET PathoGenoMics2 promovido por la Unión Europea.
Parte del equipo forma parte del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública.

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Una nueva técnica permite clasificar el efecto de enfermedades intestinales

77111 Una nueva técnica permitirá clasificar el efecto de varias enfermedades de la flora intestinal, como el lupus eritematoso, la diarrea infecciosa y la obesidad, a partir de las especies químicas producidas por las bacterias intestinales, según ha informado en nota de prensa la Universidad de Granada (UGR).

 

Los investigadores han analizado por primera vez la composición y diversidad de especies químicas producidas por las bacterias intestinales, lo que se conoce como metaboloma, en tres grupos de pacientes: personas afectadas de lupus (enfermedad reumática sistémica y crónica), con diarrea causada por la bacteria Clostridium difficile e individuos sanos.  

El hallazgo abre nuevas oportunidades relacionadas con el estudio de cómo las diferencias que aparecen más abajo de la jerarquía funcional, por ejemplo a nivel de poblaciones bacterianas, acaban finalmente en el mismo patrón metabólico (o químico) que es específico para diferentes enfermedades. El hallazgo permite clasificar el efecto de distintas enfermedades en las bacterias gastrointestinales y cómo estas pueden afectar al desarrollo de las mismas. El investigador del CSIC en el Instituto de Catálisis, Manuel Ferrer, que ha liderado dos estudios publicados en las revistas ‘Scientific Report’ e ‘Isme Journal’ (Grupo Nature), ha explicado que «nuestra flora intestinal o microbiotica puede considerarse como un órgano más». La flora está formada por «millones de bacterias que interaccionan entre sí y con nuestro organismo, afectando a su funcionamiento y salud», ha comentado el científico. Antonio Suárez García, profesor del departamento de Bioquímica y Biología molecular 2 e investigador del Centro de Investigación Biomédica de la Universidad de Granada, ha señalado que «el estudio sugiere que en personas sanas que no sufren ninguna enfermedad, el índice de masa corporal y, por tanto de obesidad, es el factor diferenciador independientemente de la edad o de cualquier otro parámetro». Una persona sana y delgada tiene una composición y diversidad de especies químicas bacterianas muy diferente a la de una obesa. Enfermedades como la obesidad, el cáncer y enfermedades auto inmunes pueden causar cambios en la composición de las bacterias intestinales, ha explicado Ferrer. «Hasta hoy no se había esclarecido qué enfermedades producen las mismas o diferentes alteraciones en la microbiota y si es posible clasificar diferentes enfermedades», ha agregado. Según los investigadores «tampoco» se conoce «si hay factores o enfermedades que dominen a la hora de inducir cambios gastrointestinales». DISTINTAS PATOLOGÍAS El lupus eritematoso es un factor dominante frente a la obesidad a la hora de su influencia en la actividad de las bacterias intestinales, ha comentado Abelardo Margolles, investigador del CSIC en el Instituto de Productos Lácteos. Una persona con lupus delgada y otra obesa tienen similar composición y diversidad de especies químicas bacterianas, hecho que contrasta con lo que ocurre en personas sanas. Esto podría ser la razón de que las personas con lupus tengan mayor predisposición al llamado síndrome metabólico, ha detallado Margolles. La obesidad en personas sin otras complicaciones patológicas sí es el factor que determina el metabolismo intracelular microbiona. Lo mismo ocurre cuando se comparan pacientes con diarrea infecciosa e individuos sanos, ha detallado Suárez. En este caso, la técnica empleada permite además diferenciar los efectos producidos cuando la bacteria C.difficile produce dos toxinas, que aumentan los efectos negativos de la diarrea e influyen negativamente en la salud. En todos los casos estudiados los investigadores han podido identificar marcadores químicos específicos para las patologías estudiadas. Esta investigación, que ha contado con la colaboración de grupos españoles del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia (ICBIBE), el Centro Superior de Investigación en Salud Pública (CSISP), la Universidad CEU San Pablo, el Hospital Clínico de Valencia, la Universidad de Valencia, es resultado de diferentes trabajos en el marco de una serie de proyectos financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el Instituto Carlos III y la Generalitat Valenciana. Los investigadores también han contado con el apoyo del programa EraNET PathoGenoMics2 promovido por la Unión Europea. Parte del equipo forma parte del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública.

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Una nueva técnica permite clasificar el efecto de varias enfermedades en la flora intestinal

77111 Enfermedades como el lupus eritematoso, la diarrea infecciosa y la obesidad afectan a la actividad de las bacterias intestinales, pero hasta hace poco se ignoraba cuántos y cuáles eran estos efectos. Ahora una nueva técnica permite cuantificar y clasificar los efectos de estas enfermedades en la flora intestinal a partir de las especies químicas producidas por las bacterias intestinales. La definición de estos cambios puede contribuir a conocer el desarrollo de estas, y posiblemente otras, enfermedades y de la salud. Los estudios se publican en las revistas «Scientific Report» e «ISME Journal», del grupo Nature.

 

Manuel Ferrer, investigador del CSIC en el Instituto de Catálisis, que ha liderado los dos estudios, explica que «nuestra flora intestinal, o microbiota, puede considerarse como un órgano adicional. Está formada por millones de bacterias que interaccionan entre sí y con nuestro organismo, afectando a su funcionamiento y salud».

Antonio Suárez García, profesor del Departamento de Bioquímica y Biología molecular 2 e investigador del Centro de Investigación Biomédica de la Universidad de Granada, colíder y coautor de la investigación sobre la obesidad, señala que «el estudio sugiere que en personas sanas que no sufren ninguna enfermedad, el índice de masa corporal y, por tanto de obesidad, es el factor diferenciador independientemente de la edad o de cualquier otro parámetro». Es decir una persona sana delgada tiene una composición y diversidad de especies químicas bacterianas muy diferente a la de una obesa.

Se sabe que enfermedades como la obesidad, el cáncer y enfermedades autoinmunes pueden causar cambios en la composición de las bacterias intestinales, explica Ferrer. «Sin embargo, hasta hoy no se había esclarecido qué enfermedades producen las mismas o diferentes alteraciones en la microbiota, y si en base a ello es posible clasificar diferentes enfermedades», añade. Además, tampoco se sabía «si hay factores o enfermedades que dominen a la hora de inducir cambios gastrointestinales».

Los investigadores han analizado por primera vez la composición y diversidad de especies químicas producidas por las bacterias intestinales, lo que se conoce como metaboloma, en tres grupos de pacientes: pacientes con lupus (enfermedad reumática sistémica y crónica), pacientes con diarrea causada por la bacteriaClostridium difficile e individuos sanos.

El lupus y la diarrea infecciosa son factores dominantes frente a la obesidad

Esto no ocurre con los pacientes que tienen lupus. Así, todos ellos tienen un perfil metabólico gastrointestinal diferenciado al de los individuos sanos, independientemente de su índice de masa corporal e historial clínico. Claramente, el lupus eritematoso es un factor dominante frente a la obesidad a la hora de su influencia en la actividad de las bacterias intestinales, comenta Abelardo Margolles, investigador del CSIC en el Instituto de Productos Lácteos.

Una persona con lupus delgada y otra obesa tienen similar composición y diversidad de especies químicas bacterianas, hecho que contrasta con lo que ocurre en personas sanas. Esto podría ser la razón de que las personas con lupus tengan mayor predisposición al llamado síndrome metabólico, detalla Margolles. Sin embargo, la obesidad en personas sin otras complicaciones patológicas sí es el factor que determina el metabolismo intracelular microbiona, detalla Suárez.

Lo mismo ocurre cuando se comparan pacientes con diarrea infecciosa e individuos sanos. En este caso, la técnica empleada permite además diferenciar los efectos producidos cuando la bacteria C.difficile produce dos toxinas, que aumentan los efectos negativos de la diarrea e influyen negativamente en la salud, según Ferrer. En todos los casos estudiados los investigadores han podido identificar marcadores químicos específicos para las patologías estudiadas.

El hallazgo abre nuevas oportunidades relacionadas con el estudio de cómo las diferencias que aparecen más abajo de la jerarquía funcional, por ejemplo a nivel de poblaciones bacterianas, acaban finalmente en el mismo patrón metabólico (o químico) que es específico para diferentes enfermedades. Se abren además por primera vez posibilidades para poder clasificar el efecto de distintas enfermedades en las bacterias gastrointestinales y cómo estas pueden afectar al desarrollo de las mismas.

Esta investigación, que ha contado con la colaboración de grupos españoles del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia (ICBIBE), el Centro Superior de Investigación en Salud Pública (CSISP), la Universidad CEU San Pablo, el Hospital Clínico de Valencia, la Universidad de Valencia, es resultado de diferentes trabajos en el marco de una serie de proyectos financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el Instituto Carlos III y la Generalitat Valenciana. Los investigadores también han contado con el apoyo del programa EraNET PathoGenoMics2 promovido por la Unión Europea. Parte de los investigadores forman parte del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública.

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Una nueva técnica permite clasificar el efecto de enfermedades intestinales

77111 Una nueva técnica permitirá clasificar el efecto de varias enfermedades de la flora intestinal, como el lupus eritematoso, la diarrea infecciosa y la obesidad, a partir de las especies químicas producidas por las bacterias intestinales, según ha informado en nota de prensa la Universidad de Granada (UGR).

Los investigadores han analizado por primera vez la composición y diversidad de especies químicas producidas por las bacterias intestinales, lo que se conoce como metaboloma, en tres grupos de pacientes: personas afectadas de lupus (enfermedad reumática sistémica y crónica), con diarrea causada por la bacteria Clostridium difficile e individuos sanos.
El hallazgo abre nuevas oportunidades relacionadas con el estudio de cómo las diferencias que aparecen más abajo de la jerarquía funcional, por ejemplo a nivel de poblaciones bacterianas, acaban finalmente en el mismo patrón metabólico (o químico) que es específico para diferentes enfermedades.
El hallazgo permite clasificar el efecto de distintas enfermedades en las bacterias gastrointestinales y cómo estas pueden afectar al desarrollo de las mismas.
El investigador del CSIC en el Instituto de Catálisis, Manuel Ferrer, que ha liderado dos estudios publicados en las revistas ‘Scientific Report’ e ‘Isme Journal’ (Grupo Nature), ha explicado que «nuestra flora intestinal o microbiotica puede considerarse como un órgano más».
La flora está formada por «millones de bacterias que interaccionan entre sí y con nuestro organismo, afectando a su funcionamiento y salud», ha comentado el científico.
Antonio Suárez García, profesor del departamento de Bioquímica y Biología molecular 2 e investigador del Centro de Investigación Biomédica de la Universidad de Granada, ha señalado que «el estudio sugiere que en personas sanas que no sufren ninguna enfermedad, el índice de masa corporal y, por tanto de obesidad, es el factor diferenciador independientemente de la edad o de cualquier otro parámetro».
Una persona sana y delgada tiene una composición y diversidad de especies químicas bacterianas muy diferente a la de una obesa.
Enfermedades como la obesidad, el cáncer y enfermedades auto inmunes pueden causar cambios en la composición de las bacterias intestinales, ha explicado Ferrer.
«Hasta hoy no se había esclarecido qué enfermedades producen las mismas o diferentes alteraciones en la microbiota y si es posible clasificar diferentes enfermedades», ha agregado.
Según los investigadores «tampoco» se conoce «si hay factores o enfermedades que dominen a la hora de inducir cambios gastrointestinales».
DISTINTAS PATOLOGÍASEl lupus eritematoso es un factor dominante frente a la obesidad a la hora de su influencia en la actividad de las bacterias intestinales, ha comentado Abelardo Margolles, investigador del CSIC en el Instituto de Productos Lácteos.
Una persona con lupus delgada y otra obesa tienen similar composición y diversidad de especies químicas bacterianas, hecho que contrasta con lo que ocurre en personas sanas.
Esto podría ser la razón de que las personas con lupus tengan mayor predisposición al llamado síndrome metabólico, ha detallado Margolles.
La obesidad en personas sin otras complicaciones patológicas sí es el factor que determina el metabolismo intracelular microbiona.
Lo mismo ocurre cuando se comparan pacientes con diarrea infecciosa e individuos sanos, ha detallado Suárez.
En este caso, la técnica empleada permite además diferenciar los efectos producidos cuando la bacteria C.difficile produce dos toxinas, que aumentan los efectos negativos de la diarrea e influyen negativamente en la salud.
En todos los casos estudiados los investigadores han podido identificar marcadores químicos específicos para las patologías estudiadas.
Esta investigación, que ha contado con la colaboración de grupos españoles del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia (ICBIBE), el Centro Superior de Investigación en Salud Pública (CSISP), la Universidad CEU San Pablo, el Hospital Clínico de Valencia, la Universidad de Valencia, es resultado de diferentes trabajos en el marco de una serie de proyectos financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el Instituto Carlos III y la Generalitat Valenciana.
Los investigadores también han contado con el apoyo del programa EraNET PathoGenoMics2 promovido por la Unión Europea.
Parte del equipo forma parte del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública.
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UGR-led scientists defend the role of PE teachers as point of entry to public health system

003-2014 An international team of scientists led by the University of Granada (UGR) has defended the role of physical education (PE) teachers in secondary schools as the point of entry to the public health system.

Their work has shown that performing some simple aerobic exercises in PE classes can help identify which children are more likely to develop cardiovascular disease in the future. This would permit earlier intervention programs to prevent illness, with the consequent economic savings for the health system.

In an article published in the prestigious British journal Heart, the researchers analyzed a sample of 510 adolescents from 9 European countries, aged between 12 and 17 years.

All of them were considered to have the ideal cardiovascular profile according to the American Heart Association (AHA). This combines nutritional and metabolic markers, and blood lipids, to provide a comprehensive assessment of each participant’s level of cardiovascular risk. The ideal cardiovascular profile is calculated by combining physical activity, body mass index, diet, cholesterol, glucose, blood pressure and smoking.

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‘Shuttle run test’

Scientists determined that the ’20 meter shuttle run test’-a simple test consisting of running 20 m at a gradually increasing speed-«is a great way to identify at an early stage which children have a less healthy cardiovascular profile and, therefore, a higher risk of developing cardiovascular disease in the future «, says UGR researcher Jonatan Ruiz, principal author. The ’20 m shuttle run test’ is currently used in most schools in Spain, as in many European countries, to measure children’s levels of physical fitness.

This study determined that the test can also be used to identify which children have worse cardiovascular and respiratory health and, therefore, should be subjected to an intervention program to improve this.

Jonatan Ruiz says that studies like this «show that the school is an excellent place to obtain information about the health of our children and adolescents, and to intervene prematurely». He is convinced that PE teachers «can play a much more important role than they currently do within the health system because they are highly important agents».

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Neither flashing traffics lights nor the colour yellow deter pedestrians from crossing

003-2014 A study by scientists at the University of Granada (UGR) has shown that neither flashing traffic lights and nor the colour yellow have any effect on pedestrians. Only the two mandatory phases–steady green and steady red–are deterrents for pedestrians, communicating a clear, safe message.

 

The research–published in the the Spanish Journal of Psychology–was conducted by scientists at the UGR’s «Brain Mind and Behavior» Research Center. The aim was to contribute to the design of more effective traffic signals to prevent people taking risks at traffic light controlled crosswalks.

The authors worked with a sample of 247 participants, most of whom (74.89%) had a valid driving license. All were presented with a series of photographs of various pedestrian crosswalks controlled by traffic lights in the centre of Granada. Participants were shown different crosswalks with both real and modified traffic light regulation. They were asked to rate each situation from 1 to 10 as to whether or not they would cross (1 being «Never cross in that situation» and 10 «Always cross in that situation»). The types of traffic light that the researchers suggested to participants were: a steady green light, flashing green, steady yellow, flashing yellow, steady red, flashing red and lights off. Steady red and green, the most effective The results revealed some curious facts. Many pedestrians do not know the meaning of the non-mandatory phases of traffic lights, that is, those other than green (go) or red (don’t-go). In addition, the options involving a flashing light and the colour yellow are not effective at communicating a clear, safemessage. The researchers found that the mandatory solutions (steady green/steady red) are the best options to avoid unsafe pedestrian behaviour when crossing at controlled crosswalks. University of Granada researchers Leandro L. Di Stasi and Alberto Megías–principal authors of the study–say that «in the European Union there are no specific, common regulations for traffic signals. For example, in Italy, as well as steady green/steady red, there is a yellow phase for pedestrians. In France, there is a flashing red phase, and in Spanish cities like Granada, a flashing green light indicates an imminent change to red». Sand glass Di Stasi and Megías suggest that introducing an easy, effective solution to create safer, pedestrian-friendly environments «would be to use a traffic light that only has the two mandatory phases–green and red–with an indication of the time remaining before the switch to the next phase: for example, an image of a sand glass with a countdown». Another type of light that they consider would be effective is called a Marshalite, which was first used in Australia in 1936 and takes its name from Charles Marshall who designed it. Marshalites were used there for thirty years. They had two motorized rotors that moved hands like on a clock face to point to the relevant section: red, yellow or green. The researchers suggest that the lack of common standards and the ambiguous messages about intermediate stages (steady or flashing lights) «could diminish road safety levels, contributing to the high number of accidents that occur annually in Europe at signalised junctions–equally common in Spain, according to the Spanish Interior Ministry’s Directorate-General for Traffic (DGT)»

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