Gerardo Gómez: «Tomar ajo puede propiciar más sangrado en una cirugía»

El odontólogo de la Universidad de Granada alerta sobre los riesgos de interacción de los alimentos con fármacos

«Primero, conoce a tu paciente». Bajo este axioma desarrolló ayer el doctor Gerardo Gómez, profesor de la Facultad de Odontología en la Universidad de Granada, su ponencia sobre «Interacción entre los alimentos y medicamentos», una de las más esperadas dentro del Congreso Nacional para Higienistas Dentales que está teniendo lugar en el recinto ferial. Con una exposición con tintes de show, animó al personal sanitario de odontología a «indagar» sobre los hábitos alimenticios y los medicamentos que toman sus pacientes. «Un estudio asegura que los profesionales sanitarios que menos denuncias tienen son los que más hablan con sus pacientes», argumentó.

El ginseng, los lácteos, otros fármacos, el zumo de pomelo, los hábitos alimenticios, el alcohol. Multitud de factores pueden interactuar con la medicina recetada a un paciente. «Tenemos que hablar con los pacientes, preguntarles sus expectativas, qué toman, qué medicamentos ingieren. Estamos para descubrir, para indagar, si no queremos que el paciente se nos ponga en la consulta a hacer el pino», explicó.

Y, a modo de ejemplo, enumeró varios casos en los que es bueno conocer al enfermo y explicarle todos los detalles a la hora de recetar. El ejemplo de hierbas naturales como el ginseng, el ginkgo biloba o el ajo es singular. «El paciente tiene que dejar de tomarlas dos semanas antes de una cirugía importante para evitar un sangrado excesivo», explicó Gómez. Hizo hincapié en entender el funcionamiento de los medicamentos. «Tenemos que actualizarnos y leer los prospectos», repitió en varias ocasiones.

Expuso el caso de la tetraciclina, un grupo de antibióticos muy utilizados para diversas infecciones. «Siempre se deben de tomar evitando los productos lácteos, que inactivan su efecto», explicó el doctor Gómez. Además habló de los antifúngicos. «Tienen muchas interacciones farmacológicas y es bueno que se tomen junto con alimentos», expuso. No se olvidó de los analgésicos y antiinflamatorios, como el diclofenaco. «Se requiere un efecto rápido para evitar el dolor, por eso es mejor que lo tomen en ayunas», señaló. Las interacciones entre fármacos y entre éstos y los alimentos son importantes y más con «una población envejecida, con más enfermedades y que toma más medicinas». Muchos tienen recetados numerosos fármacos, «el TTB, tratamiento tipo bolsa», en referencia a las bolsas de farmacia repletas de medicamentos. «Y tienen que anotar para qué sirve cada medicamento. Hay que explicárselo», manifestó el doctor Gómez.

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Piden al rector de la UGR que suspenda el convenio con la Inmaculada

La asociación UNI LaicaGranada exigió ayer al rector de la Universidad de Granada, Francisco González Lodeiro, que suspenda la adscripción a la UGR del Centro de Magisterio La Inmaculada, propiedad de la Iglesia, ya que «sus criterios académicos no sólo están superditados a su particular ideología, sino también al beneficio económico».

Según la organización, esta «política» ha llevado al centro a «despedir a profesores con amplia experiencia por otros más afines a sus creencias y mucho más baratos». La organización también denunció que «esta situación inadmisible no está siendo controlada o supervisada de ninguna manera por la UGR», puesto que «la dirección del centro la elige el arzobispo, y el rector actúa al dictado».

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Piden al rector de la UGR que suspenda el convenio con la Inmaculada

La asociación UNI LaicaGranada exigió ayer al rector de la Universidad de Granada, Francisco González Lodeiro, que suspenda la adscripción a la UGR del Centro de Magisterio La Inmaculada, propiedad de la Iglesia, ya que «sus criterios académicos no sólo están superditados a su particular ideología, sino también al beneficio económico».

Según la organización, esta «política» ha llevado al centro a «despedir a profesores con amplia experiencia por otros más afines a sus creencias y mucho más baratos». La organización también denunció que «esta situación inadmisible no está siendo controlada o supervisada de ninguna manera por la UGR», puesto que «la dirección del centro la elige el arzobispo, y el rector actúa al dictado».

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El apetito emocional

Caracas.- El estado de ánimo puede alterar nuestras elecciones alimentarias y viceversa: haber consumido (o dejado de consumir) determinados alimentos puede influir en el estado anímico. Distintos estudios apuntan que la tristeza, el aburrimiento o el estrés condicionan la manera en que nos relacionamos con la comida. Unas veces, lo hacen de forma obvia y evidente; y otras, de manera sutil e inconsciente. Sin embargo, estas interacciones son tan complejas, que es difícil establecer con claridad cómo es el vínculo entre emoción e ingesta, qué es consecuencia y qué es causa. Además, no se reacciona igual ante el aburrimiento -que parece incidir en un aumento de la ingesta-, que frente a la tristeza -según los estudios, tiende a reducir nuestras ganas de comer-. A continuación se describe la relación primaria entre las emociones y la comida, cómo influye el estrés en las ganas de comer y cuáles son los sabores que provocan placer.

Las emociones y la comida

Nuestra actitud antes o después de comer es, con mucha probabilidad, la forma más habitual y explícita de la relación que existe entre la comida y el estado de ánimo. Cuando tienen hambre, muchos animales, entre ellos los humanos, tienden a estar agitados, en alerta, e incluso, irritables, ya que esta condición estimula y fomenta la búsqueda de alimento. Una vez más, nuestros genes ancestrales recobran protagonismo.

En cambio, después de una comida que nos sacia, los nutrientes absorbidos llegan al cerebro: a través del sistema nervioso se genera una sensación de calma, un estado letárgico en el que el humor tiene más probabilidades de ser positivo que negativo.

No ocurre lo mismo siempre, eso sí. Las emociones son de tristeza, vergüenza o ansiedad después de haber consumido un alimento que no debíamos, que sabemos que no es sano o que no forma parte de nuestro plan alimentario para perder peso. Y es que en alimentación nunca hay blancos y negros. Si además se relaciona con la compleja psicología humana, la gama de colores se amplía de forma exponencial.

El estrés y las ganas de comer

El estrés afecta a la salud de manera directa a través de múltiples procesos fisiológicos, pero también es capaz de cambiar comportamientos que se relacionan con la salud, como la selección y la ingesta de alimentos. Los estudios indican que la mayoría de las personas experimentan cambios en la conducta alimentaria en respuesta a una situación de estrés. Sin embargo, esta respuesta no es la misma en todos los individuos. Es más, puede ser la opuesta.

Un trabajo publicado en la revista científica Appetite calculó, a partir de datos de varias investigaciones, que mientras un 30% de los sujetos estudiados manifestaron un aumento en su apetito, casi un 50% revelaron una disminución de las ganas de comer. Estos efectos parecen ser distintos en función del tipo de persona que siente estrés: quienes restringen la ingesta de manera habitual suelen responder con más apetito y ganas de comer que quienes no la limitan de forma cotidiana.

Sabores que provocan placer

La sensación placentera asociada al sabor dulce es innata, mientras que el amargo y el picante se rechazan de forma natural por los bebés. Varios estudios así lo han demostrado al analizar las expresiones faciales de recién nacidos a quienes se les administraron líquidos con sabores dulces o amargos. Sus muestras de goce al beber el líquido con azúcar contrastan con expresiones que los investigadores asocian a emociones negativas y que coinciden con el momento de probar el sabor amargo.

Sin embargo, cuando las personas son mayores, las expectativas y predicciones acerca de las reacciones a la comida están muy influenciadas por las experiencias previas. Las reacciones frente a un alimento tienen mucho que ver con qué ha pasado las anteriores veces que lo hemos consumido, pero también con lo que esperamos de ese consumo o cómo afecta este alimento a otras personas.

Algunos estudios han comprobado que al consumir bebidas que contenían agua con edulcorantes no calóricos, tipo sacarina o aspartamo (sin azúcar, solo con sabor dulce) y con diferentes grados de dulzor, se detectaban mayores subidas de glucosa sanguínea tras haber consumido la bebida con el sabor más dulce. Esto lleva a pensar que, si bien el sabor dulce puede gustar de forma innata, también puede verse afectado por lo que esperamos de él al consumirlo.

Claves para superar el estrés y la ansiedad

Ya sea para regular la ingesta o para minimizar las consecuencias del estrés, la ansiedad y las emociones negativas sobre la salud, es conveniente conocer técnicas y estrategias de relajación. El gabinete psicopedagógico de la Universidad de Granada propone las siguientes ideas para hacer frente a las situaciones que generan tensión:

1.Realizar actividades que permitan renovarse desde el punto de vista físico y psicológico: descanso, vacaciones, deportes y actividades de ocio, técnicas de relajación.
2.Practicar ejercicio físico. Actividades como caminar, nadar, o incluso, limpiar el hogar, reparan fuerzas y reaniman.
3.Evitar la automedicación, el abuso de cafeína, alcohol y las comidas excesivas.
4.Establecer límites, aprender a decir»no» y suspender las actividades que son menos prioritarias.
5.Organizar el tiempo.
6.Intentar mantener expectativas realistas.
7.Compartir las emociones
8.Anticipar las situaciones estresantes y prepararse para ellas

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El apetito emocional

Caracas.- El estado de ánimo puede alterar nuestras elecciones alimentarias y viceversa: haber consumido (o dejado de consumir) determinados alimentos puede influir en el estado anímico. Distintos estudios apuntan que la tristeza, el aburrimiento o el estrés condicionan la manera en que nos relacionamos con la comida. Unas veces, lo hacen de forma obvia y evidente; y otras, de manera sutil e inconsciente. Sin embargo, estas interacciones son tan complejas, que es difícil establecer con claridad cómo es el vínculo entre emoción e ingesta, qué es consecuencia y qué es causa. Además, no se reacciona igual ante el aburrimiento -que parece incidir en un aumento de la ingesta-, que frente a la tristeza -según los estudios, tiende a reducir nuestras ganas de comer-. A continuación se describe la relación primaria entre las emociones y la comida, cómo influye el estrés en las ganas de comer y cuáles son los sabores que provocan placer.

Las emociones y la comida

Nuestra actitud antes o después de comer es, con mucha probabilidad, la forma más habitual y explícita de la relación que existe entre la comida y el estado de ánimo. Cuando tienen hambre, muchos animales, entre ellos los humanos, tienden a estar agitados, en alerta, e incluso, irritables, ya que esta condición estimula y fomenta la búsqueda de alimento. Una vez más, nuestros genes ancestrales recobran protagonismo.

En cambio, después de una comida que nos sacia, los nutrientes absorbidos llegan al cerebro: a través del sistema nervioso se genera una sensación de calma, un estado letárgico en el que el humor tiene más probabilidades de ser positivo que negativo.

No ocurre lo mismo siempre, eso sí. Las emociones son de tristeza, vergüenza o ansiedad después de haber consumido un alimento que no debíamos, que sabemos que no es sano o que no forma parte de nuestro plan alimentario para perder peso. Y es que en alimentación nunca hay blancos y negros. Si además se relaciona con la compleja psicología humana, la gama de colores se amplía de forma exponencial.

El estrés y las ganas de comer

El estrés afecta a la salud de manera directa a través de múltiples procesos fisiológicos, pero también es capaz de cambiar comportamientos que se relacionan con la salud, como la selección y la ingesta de alimentos. Los estudios indican que la mayoría de las personas experimentan cambios en la conducta alimentaria en respuesta a una situación de estrés. Sin embargo, esta respuesta no es la misma en todos los individuos. Es más, puede ser la opuesta.

Un trabajo publicado en la revista científica Appetite calculó, a partir de datos de varias investigaciones, que mientras un 30% de los sujetos estudiados manifestaron un aumento en su apetito, casi un 50% revelaron una disminución de las ganas de comer. Estos efectos parecen ser distintos en función del tipo de persona que siente estrés: quienes restringen la ingesta de manera habitual suelen responder con más apetito y ganas de comer que quienes no la limitan de forma cotidiana.

Sabores que provocan placer

La sensación placentera asociada al sabor dulce es innata, mientras que el amargo y el picante se rechazan de forma natural por los bebés. Varios estudios así lo han demostrado al analizar las expresiones faciales de recién nacidos a quienes se les administraron líquidos con sabores dulces o amargos. Sus muestras de goce al beber el líquido con azúcar contrastan con expresiones que los investigadores asocian a emociones negativas y que coinciden con el momento de probar el sabor amargo.

Sin embargo, cuando las personas son mayores, las expectativas y predicciones acerca de las reacciones a la comida están muy influenciadas por las experiencias previas. Las reacciones frente a un alimento tienen mucho que ver con qué ha pasado las anteriores veces que lo hemos consumido, pero también con lo que esperamos de ese consumo o cómo afecta este alimento a otras personas.

Algunos estudios han comprobado que al consumir bebidas que contenían agua con edulcorantes no calóricos, tipo sacarina o aspartamo (sin azúcar, solo con sabor dulce) y con diferentes grados de dulzor, se detectaban mayores subidas de glucosa sanguínea tras haber consumido la bebida con el sabor más dulce. Esto lleva a pensar que, si bien el sabor dulce puede gustar de forma innata, también puede verse afectado por lo que esperamos de él al consumirlo.

Claves para superar el estrés y la ansiedad

Ya sea para regular la ingesta o para minimizar las consecuencias del estrés, la ansiedad y las emociones negativas sobre la salud, es conveniente conocer técnicas y estrategias de relajación. El gabinete psicopedagógico de la Universidad de Granada propone las siguientes ideas para hacer frente a las situaciones que generan tensión:

1.Realizar actividades que permitan renovarse desde el punto de vista físico y psicológico: descanso, vacaciones, deportes y actividades de ocio, técnicas de relajación.
2.Practicar ejercicio físico. Actividades como caminar, nadar, o incluso, limpiar el hogar, reparan fuerzas y reaniman.
3.Evitar la automedicación, el abuso de cafeína, alcohol y las comidas excesivas.
4.Establecer límites, aprender a decir»no» y suspender las actividades que son menos prioritarias.
5.Organizar el tiempo.
6.Intentar mantener expectativas realistas.
7.Compartir las emociones
8.Anticipar las situaciones estresantes y prepararse para ellas

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Muchas bajas y viejos fantasmas en Las Rozas

El Ingenieros Industriales de Las Rozas, viejo conocido para el Universidad de Granada, sacó rédito de las ausencias de los de Manolo Conde y no tuvieron problemas en pasar por encima de los arlequinados (29-0). Se mantiene la racha de imbatibilidad que posee el equipo madrileño sobre el ‘Uni’, al que todavía le queda mucho trabajo por hacer.

Desde el saque inicial se vieron que las cosas iban a ir mal. Fabián mandaba el oval fuera y el Universidad hacía frente a su primera melé en medio campo. La posesion volvió pronto al equipo, y fue Requena quien tuvo la primera oportunidad de abrir el marcador con un golpe de castigo a favor que falló (2′). Fue una de las pocas ocasiones que disfrutó el Universidad, que cedió el oval a su rival como pasó ante el CAU. Gran parte del primer tiempo lo pasó arrinconado en su línea de 22.

En el 12′, una patada para oxigenar de Fabi cayó en manos del ‘Indus’ que montó un contraataque de manual para abrir el marcador con un ensayo conseguido por Nico y transformado por Entrena. Al rato, una nueva incursión del ala rival llegaba a la zona de marca y colocaba el 17-0. Las desgracias nunca vienen solas, y al borde del descanso Manolo Conde se veía obligado a cambiar a Roberto Sojo por un golpe en su rodilla. Otro try local antes del asueto casi sentenciaba el duelo.

Tras el descanso, el ‘Uni’ dispuso de más posesión pero seguí sufriendo en la delantera. Fabi tuvo la opción de recortar mediante un golpe que erró. El Universidad, pese a sufrir, mostró casta en defensa y evitó que el ‘Indus’ sumara su cuarto ensayo, lo que hubiera supuesto un bonus.

Al final, derrota justa pero marcada por las bajas universitarias.

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Muchas bajas y viejos fantasmas en Las Rozas

El Ingenieros Industriales de Las Rozas, viejo conocido para el Universidad de Granada, sacó rédito de las ausencias de los de Manolo Conde y no tuvieron problemas en pasar por encima de los arlequinados (29-0). Se mantiene la racha de imbatibilidad que posee el equipo madrileño sobre el ‘Uni’, al que todavía le queda mucho trabajo por hacer.

Desde el saque inicial se vieron que las cosas iban a ir mal. Fabián mandaba el oval fuera y el Universidad hacía frente a su primera melé en medio campo. La posesion volvió pronto al equipo, y fue Requena quien tuvo la primera oportunidad de abrir el marcador con un golpe de castigo a favor que falló (2′). Fue una de las pocas ocasiones que disfrutó el Universidad, que cedió el oval a su rival como pasó ante el CAU. Gran parte del primer tiempo lo pasó arrinconado en su línea de 22.

En el 12′, una patada para oxigenar de Fabi cayó en manos del ‘Indus’ que montó un contraataque de manual para abrir el marcador con un ensayo conseguido por Nico y transformado por Entrena. Al rato, una nueva incursión del ala rival llegaba a la zona de marca y colocaba el 17-0. Las desgracias nunca vienen solas, y al borde del descanso Manolo Conde se veía obligado a cambiar a Roberto Sojo por un golpe en su rodilla. Otro try local antes del asueto casi sentenciaba el duelo.

Tras el descanso, el ‘Uni’ dispuso de más posesión pero seguí sufriendo en la delantera. Fabi tuvo la opción de recortar mediante un golpe que erró. El Universidad, pese a sufrir, mostró casta en defensa y evitó que el ‘Indus’ sumara su cuarto ensayo, lo que hubiera supuesto un bonus.

Al final, derrota justa pero marcada por las bajas universitarias.

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Me planto, me uno y reivindico

En abril de 2009, la Junta de Andalucía, a través de financiación recibida del Fondo Social Europeo, me otorgó un contrato de cuatro años de duración. El objetivo del mismo era formar a personal docente e investigador al más alto nivel en determinadas áreas de conocimiento, consideradas deficitarias por tener falta de recursos humanos. Casi cuatro años después de haberme otorgado dicho contrato, estoy a punto de ser doctor (o eso espero), tengo 5 artículos publicados en revistas de alta calidad (otros 5 sometidos a evaluación), 4 capítulos de libro, un libro editado, he presentado y defendido comunicaciones en más de 20 conferencias de investigación y de docencia (nacionales e internacionales), he realizado dos estancia de investigación, multitud de cursos para mejorar mi formación docente e investigadora (incluyendo el curso de adaptación pedagógica y el curso de iniciación al profesorado universitario novel), y he impartido conferencias, seminarios y realizado labores docentes (en total he dado unos 24 créditos de docencia). Sinceramente creo que he sobrepasado con creces lo que mi contrato exigía, mostrando con indicadores objetivos que estoy preparado para dedicarme a la docencia y a la investigación universitaria. Sin embargo, en el mejor de los escenarios posibles, suponiendo que se alinearan los planetas y un rayo de luz me diera de lleno sólo a mí, mi futuro en España estaría vinculado a un contrato mucho más precario que el que tengo actualmente y cobrando en torno a un 20% menos. Como digo, ese sería el mejor de los escenarios posibles, un escenario por el que compiten tantos investigadores e investigadoras igual o más preparados que yo. ¿Qué sentido tiene esto? La respuesta es, simple y llanamente, ninguno. No sólo es una incoherencia, es un error que lejos de beneficiar al país va a lacrar e hipotecar su senda en las próximas décadas. No por no contratarme a mí, claro está, sino por hacer gala de esa orientación en una materia que marca las diferencias cualitativas entre países, la educación.

Quizás, con un ejemplo de un ámbito diferente al académico se vea el error de manera más gráfica y más claramente. Pongamos el caso de que una compañía dedicada a la venta de coches decide pagar a uno de sus trabajadores un máster de venta personalizada valorado en 90.000€. Lo último que se le ocurriría a esa empresa una vez que el trabajador ha acabado su formación, habiendo demostrado su capacidad para vender muchos más coches, sería despedirlo o bajarle el sueldo un 20%. Al contrario, tendrá que pagar más por sus servicios y mejorar sus condiciones laborales, puesto que su rendimiento es mayor y hace a su empresa ganar mucho más dinero.

Esta situación es exactamente la misma que se ha dado en mi caso y en el de muchos otros que han disfrutado o disfrutan aún de contratos de investigación similares (becas FPU, FPI, etc.). La idea del gobierno español al contratarnos fue formar a personal excelente en el ámbito académico para mejorar, en el corto plazo, la plantilla de las universidades españolas. Así, se lograría, tanto que aumentase la productividad científica como que los futuros titulados y tituladas españoles pudiesen contar con mejores docentes que los capacitasen para ser más competitivos en sus respectivas profesiones (ver el BOE o el BOJA publicado para cada uno de los contratos de investigación mencionados). Sin embargo, cuando finaliza nuestra formación, en lugar de valorarnos más y mejorar nuestras condiciones para que revirtamos todo nuestro aprendizaje en la sociedad, lo que hace el gobierno es reírse de nosotros y de todos los que han pagado sus impuestos con la intención de que en el futuro aportásemos nuestro valor añadido a la sociedad española. Esto es justo lo que está haciendo la universidad española con los jóvenes a los que ha formado, invertir y gastar miles de euros en ellos para luego echarlos a la calle (en mi caso, la inversión aproximada que se ha hecho en los últimos 4 años ha sido de unos 90.000€).

Y el problema no es para nosotros, afortunadamente no abundan los doctores en paro y no les suele faltar el trabajo, el problema es para el país y para sus ciudadanos, para Andalucía y los que viven allí, en mi caso. En el ejemplo de la empresa de coches habría muchas empresas encantadas de contratar al susodicho trabajador con lo ojos cerrados, en nuestro caso, también hay universidades y centros de investigación públicos y privados (Europa, Asia, América Latina, Australia, África) interesados en contar con nuestros servicios, puesto que no sólo no han de desembolsar nada de dinero en nuestra formación, sino que se beneficiarán de unas competencias que pocos otros poseen y que hemos demostrado sobradamente.

Ésta es la situación en la que nos encontramos en la actualidad miles de investigadores noveles formados en España. Ante este escenario, se están produciendo dos tipos de reacciones en el gremio: la primera es aguantar a costa de paro, precariedad y muchos rezos propios y familiares para tener suerte y conseguir un contrato irrisorio en el medio plazo; la segunda, es irnos fuera de España.

En mi opinión, tomar cualquiera de estas salidas sería un error, creo que nuestro deber como investigadores, por dignidad y por ética, debe ser negarnos y plantarnos ante estos escenarios, exigiendo una tercera vía para nuestro futuro. Por dignidad, porque no podemos aceptar que se nos trate así, no es justo, ni lógico, no tiene ningún sentido, y si lo aceptamos estamos legitimando esa manera de operar e incluso me atrevería a decir que reproduciéndola y haciendo que el que venga después lo tenga si cabe aún peor. Por justicia, porque no es justo que nos hayan formado aquí, hayan invertido y apostado por nosotros, y cuando podemos devolver con nuestro trabajo el enorme desembolso que millones de ciudadanos han pagado con sus impuestos, no debemos irnos a revertir nuestro saber a otros países, no es justo, ni ético, ni moral.

Quizás alguien que esté leyendo esto piense, claro tú lo que quieres es vivir en España, vivir en tu ciudad y no irte fuera. Cualquiera que vea mi curriculum comprobará que no me importa vivir en el extranjero. Lo he hecho varias veces durante los últimos años y realmente no me importaría en absoluto volver hacerlo en el futuro. Sin embargo, después de mucha reflexión, creo que no es la solución a largo plazo, no la es por justicia, por ética profesional y por sensatez. Y como ustedes comprenderán la solución tampoco es el paro o un contrato precario. No, a estas alturas no.

Por tanto, sólo nos queda la tercera vía, unirnos, organizarnos y difundir entre la gente esta situación, que se tome conciencia de lo que está pasando y entre todos exijamos un cambio, una política diferente en la universidad, porque no sólo nuestro futuro está en juego, también el de los que nos rodean y el de las generaciones que nos siguen. Lo malo, es que para eso quizás muchos y muchas tengamos que salir de la burbuja en la que vivimos, dejar de hacer artículos como máquinas utilitarias y reflexionar sobre lo que está pasando a nuestro alrededor, en suma, hacer lo que realmente haría un académico, un intelectual.

Fernando García-Quero. Investigador FPDI-Junta de Andalucía, Departamento de Economía Aplicada, Universidad de Granada

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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Me planto, me uno y reivindico

En abril de 2009, la Junta de Andalucía, a través de financiación recibida del Fondo Social Europeo, me otorgó un contrato de cuatro años de duración. El objetivo del mismo era formar a personal docente e investigador al más alto nivel en determinadas áreas de conocimiento, consideradas deficitarias por tener falta de recursos humanos. Casi cuatro años después de haberme otorgado dicho contrato, estoy a punto de ser doctor (o eso espero), tengo 5 artículos publicados en revistas de alta calidad (otros 5 sometidos a evaluación), 4 capítulos de libro, un libro editado, he presentado y defendido comunicaciones en más de 20 conferencias de investigación y de docencia (nacionales e internacionales), he realizado dos estancia de investigación, multitud de cursos para mejorar mi formación docente e investigadora (incluyendo el curso de adaptación pedagógica y el curso de iniciación al profesorado universitario novel), y he impartido conferencias, seminarios y realizado labores docentes (en total he dado unos 24 créditos de docencia). Sinceramente creo que he sobrepasado con creces lo que mi contrato exigía, mostrando con indicadores objetivos que estoy preparado para dedicarme a la docencia y a la investigación universitaria. Sin embargo, en el mejor de los escenarios posibles, suponiendo que se alinearan los planetas y un rayo de luz me diera de lleno sólo a mí, mi futuro en España estaría vinculado a un contrato mucho más precario que el que tengo actualmente y cobrando en torno a un 20% menos. Como digo, ese sería el mejor de los escenarios posibles, un escenario por el que compiten tantos investigadores e investigadoras igual o más preparados que yo. ¿Qué sentido tiene esto? La respuesta es, simple y llanamente, ninguno. No sólo es una incoherencia, es un error que lejos de beneficiar al país va a lacrar e hipotecar su senda en las próximas décadas. No por no contratarme a mí, claro está, sino por hacer gala de esa orientación en una materia que marca las diferencias cualitativas entre países, la educación.

Quizás, con un ejemplo de un ámbito diferente al académico se vea el error de manera más gráfica y más claramente. Pongamos el caso de que una compañía dedicada a la venta de coches decide pagar a uno de sus trabajadores un máster de venta personalizada valorado en 90.000€. Lo último que se le ocurriría a esa empresa una vez que el trabajador ha acabado su formación, habiendo demostrado su capacidad para vender muchos más coches, sería despedirlo o bajarle el sueldo un 20%. Al contrario, tendrá que pagar más por sus servicios y mejorar sus condiciones laborales, puesto que su rendimiento es mayor y hace a su empresa ganar mucho más dinero.

Esta situación es exactamente la misma que se ha dado en mi caso y en el de muchos otros que han disfrutado o disfrutan aún de contratos de investigación similares (becas FPU, FPI, etc.). La idea del gobierno español al contratarnos fue formar a personal excelente en el ámbito académico para mejorar, en el corto plazo, la plantilla de las universidades españolas. Así, se lograría, tanto que aumentase la productividad científica como que los futuros titulados y tituladas españoles pudiesen contar con mejores docentes que los capacitasen para ser más competitivos en sus respectivas profesiones (ver el BOE o el BOJA publicado para cada uno de los contratos de investigación mencionados). Sin embargo, cuando finaliza nuestra formación, en lugar de valorarnos más y mejorar nuestras condiciones para que revirtamos todo nuestro aprendizaje en la sociedad, lo que hace el gobierno es reírse de nosotros y de todos los que han pagado sus impuestos con la intención de que en el futuro aportásemos nuestro valor añadido a la sociedad española. Esto es justo lo que está haciendo la universidad española con los jóvenes a los que ha formado, invertir y gastar miles de euros en ellos para luego echarlos a la calle (en mi caso, la inversión aproximada que se ha hecho en los últimos 4 años ha sido de unos 90.000€).

Y el problema no es para nosotros, afortunadamente no abundan los doctores en paro y no les suele faltar el trabajo, el problema es para el país y para sus ciudadanos, para Andalucía y los que viven allí, en mi caso. En el ejemplo de la empresa de coches habría muchas empresas encantadas de contratar al susodicho trabajador con lo ojos cerrados, en nuestro caso, también hay universidades y centros de investigación públicos y privados (Europa, Asia, América Latina, Australia, África) interesados en contar con nuestros servicios, puesto que no sólo no han de desembolsar nada de dinero en nuestra formación, sino que se beneficiarán de unas competencias que pocos otros poseen y que hemos demostrado sobradamente.

Ésta es la situación en la que nos encontramos en la actualidad miles de investigadores noveles formados en España. Ante este escenario, se están produciendo dos tipos de reacciones en el gremio: la primera es aguantar a costa de paro, precariedad y muchos rezos propios y familiares para tener suerte y conseguir un contrato irrisorio en el medio plazo; la segunda, es irnos fuera de España.

En mi opinión, tomar cualquiera de estas salidas sería un error, creo que nuestro deber como investigadores, por dignidad y por ética, debe ser negarnos y plantarnos ante estos escenarios, exigiendo una tercera vía para nuestro futuro. Por dignidad, porque no podemos aceptar que se nos trate así, no es justo, ni lógico, no tiene ningún sentido, y si lo aceptamos estamos legitimando esa manera de operar e incluso me atrevería a decir que reproduciéndola y haciendo que el que venga después lo tenga si cabe aún peor. Por justicia, porque no es justo que nos hayan formado aquí, hayan invertido y apostado por nosotros, y cuando podemos devolver con nuestro trabajo el enorme desembolso que millones de ciudadanos han pagado con sus impuestos, no debemos irnos a revertir nuestro saber a otros países, no es justo, ni ético, ni moral.

Quizás alguien que esté leyendo esto piense, claro tú lo que quieres es vivir en España, vivir en tu ciudad y no irte fuera. Cualquiera que vea mi curriculum comprobará que no me importa vivir en el extranjero. Lo he hecho varias veces durante los últimos años y realmente no me importaría en absoluto volver hacerlo en el futuro. Sin embargo, después de mucha reflexión, creo que no es la solución a largo plazo, no la es por justicia, por ética profesional y por sensatez. Y como ustedes comprenderán la solución tampoco es el paro o un contrato precario. No, a estas alturas no.

Por tanto, sólo nos queda la tercera vía, unirnos, organizarnos y difundir entre la gente esta situación, que se tome conciencia de lo que está pasando y entre todos exijamos un cambio, una política diferente en la universidad, porque no sólo nuestro futuro está en juego, también el de los que nos rodean y el de las generaciones que nos siguen. Lo malo, es que para eso quizás muchos y muchas tengamos que salir de la burbuja en la que vivimos, dejar de hacer artículos como máquinas utilitarias y reflexionar sobre lo que está pasando a nuestro alrededor, en suma, hacer lo que realmente haría un académico, un intelectual.

Fernando García-Quero. Investigador FPDI-Junta de Andalucía, Departamento de Economía Aplicada, Universidad de Granada

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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E l agua es el único elemento imprescindible para que surja la vida. Agua es precisamente lo que busca el Curiosity en Marte, por el agua se pelearon los agricultores y promotores inmobiliarios del Levante con sus vecinos aragoneses, los altos del Golan y sus fuentes son una de las grandes y más ocultas razones que perpetúan la guerra en Oriente Medio, y todas las poblaciones fundadas desde que el ser humano dejó de ser nómada se han asentado cerca de un río. El acceso al agua es un derecho humano reconocido por las Naciones Unidas.

Sin embargo, en el Estado español el agua está pasando a manos de empresas privadas -básicamente FCC y Agbar- mediante la fórmula de la privatización a la francesa, la que se quiere aplicar también en Vitoria. La operación consiste en vender el 49% de la sociedad municipal de aguas correspondiente, en este caso Amvisa, a la transnacional, mientras que el Ayuntamiento conserva el 51% restante. Dinero fresco en tiempos de crisis, en el caso de Vitoria alrededor de 40 millones, y además se mantiene la titularidad pública de la sociedad. ¿Dónde está entonces el problema?

En que la fórmula francesa establece dos tipos de acciones, las públicas, que dan derecho a, como ocurre en Zaragoza, un 30% de los beneficios; y las privadas, que otorgan a la empresa adjudicataria el 70% restante a modo de compensación por hacerse cargo de la gestión del complejo mundo del ciclo del agua, gestión que por otra parte los técnicos de Amvisa han llevado a cabo de forma excelente durante los últimos años, hasta el punto de que Gasteiz es referencia estatal en esta materia. Y además es la única sociedad municipal que da dinero cada año.

La privatización a la francesa contempla, como se ha dicho, dejar en manos de la empresa privada la gestión del recurso público, apoyándose en la experiencia, el know how que tienen estas sociedades, liberando así al Ayuntamiento de este trabajo y llevando la gestión del agua de todos al ámbito de la privacidad y la libertad empresarial amparadas por la Ley. Eso suele incluir los precios de este recurso sin el que cualquier ser humano moriría en menos de una semana, pero no serían unos precios de mercado, sino los que libremente decidiera la empresa agraciada con la contrata, pues la fórmula que se está aplicando en todo el Estado y que el alcalde Javier Maroto estudia es de facto un monopolio privado. Lo que antes eran tasas y ahora son precios en la mitad de las ciudades españolas -la privatización del agua ha alcanzado ya al 50% de ayuntamientos y mancomunidades-, dejan en muchos casos de fijarse en el Pleno y los decide la Junta de Gobierno Local. La presión que pueda ejercer la adjudicataria sobre el Gobierno municipal dependerá de cada caso particular.

«intereses ocultos» En el de Vitoria, el alcalde Maroto asegura que la fórmula de la «empresa de economía mixta» sólo se llevaría a cabo si se mantiene la actual plantilla de Amvisa y si no se tocan las actuales facturas. La oposición no le cree, y en algunos casos, como el del portavoz socialista Patxi Lazcoz, se ha llegado aún más lejos. «Maroto tiene intereses ocultos en repartir la tarta de la que comíamos todos y a la que ahora quiere invitar a las grandes multinacionales, con el fin de repartir los beneficios de una sociedad modélica en su gestión. Alguien se está buscando su retiro particular», ha llegado a asegurar.

Lo cierto es que para que salga adelante el proyecto, el PP necesita el respaldo del PSE, de Bildu o del PNV, y por ello Maroto llamó a la calma hace poco más de una semana. «Si no hay respaldo político no se va a hacer», afirmaron fuentes del Gobierno municipal a DNA.

Otra de las fórmulas que contemplan los contratos de privatización del agua en las ciudades españolas es la delegación en la empresa adjudicataria de los mercados de inputs secundarios, o lo que es lo mismo, de la subcontratación. Como señala el profesor Pedro Arrojo en su carta de denuncia sobre la operación llevada a cabo en Zaragoza, «de esta forma, todo este tipo de subcontratas quedan blindadas a la competencia, dejando de convocarse los habituales concursos públicos que se hacen desde la gestión pública, con la consiguiente subida de precios que quedan fijados por el socio privado».

Arrojo, creador de la Fundación Nueva Cultura del Agua, profesor de Análisis Económico en la capital aragonesa y premio Goldman de Medioambiente, alerta: «El proyecto de privatización de Amvisa es un tema muy, muy grave, es lo mismo que está pasando en Madrid, en Barcelona, en Zaragoza, por encima del color del Gobierno, es una privatización encubierta, y en Vitoria hay una muy buena gestión pública que merece ser defendida», afirma.

Otra clave de estas operaciones es que las adjudicaciones suelen tener una vigencia que va más allá, no sólo de legislaturas, sino que puede que hasta de sistemas políticos. Zaragoza quiere firmar por 50 años, con unas condiciones de ruptura unilateral del contrato que permitirían a la empresa reclamar indemnizaciones millonarias por las inversiones realizadas y por el lucro cesante.

En Vitoria la idea lanzada por el PP no ha causado un impacto significativo entre la ciudadanía. Si lo ha hecho en la capital aragonesa, donde el proyecto de privatización ha sido frenado por la presión popular, que más que echar atrás a los ayuntamientos, ha sembrado la duda en los consejos de administración de las empresas aspirantes a gestionar el agua. «Los grandes grupos privados han dado marcha atrás, no se atreven a dar dinero por un proyecto que está en cuestión social y sometido a mil impugnaciones jurídicas. Habían ofrecido 45 millones y ante la bronca que hemos montado se lo han pensado; de momento han retirado la oferta, con lo cual el Ayuntamiento está intentando hacer otra más generosa», explica Arrojo.

El caso de la capital aragonesa es particular. Más paradigmático es lo que está sucediendo en otros ayuntamientos del Estado. El gerente de la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento, AEOPAS, Luis Babiano, ha remitido a DNA diferentes documentos que muestran la situación que se está viviendo en multitud de municipios españoles en relación a la privatización del agua.

En Huelva, el PSOE denunció que desde que «se semiprivatizó la empresa pública ha subido más de un 30% el precio del agua en menos de un año mediante cuatro subidas de la factura». Los socialistas recordaban la promesa de que «la semiprivatización de Aguas de Huelva pagaría la deuda con proveedores y mejoraría la situación de Emtusa (la empresa de transporte urbano), y nada de eso se ha hecho», y por ello emplazaron al alcalde, Pedro Rodríguez, a que dijera «dónde ha ido a parar el dinero por la venta de este patrimonio de los ciudadanos».

Más casos. En León la privatización se realizó a finales del 2009 mediante la fórmula del 49%-51% y el abono al Ayuntamiento de 25 millones de euros. «Aquagest se aseguró la gerencia ejecutiva de la empresa, el control efectivo de la estrategia empresarial y de las decisiones económicas fundamentales», relata Babiano, y la factura del agua subió de forma inmediata un 2,8%. Lugo, Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María o la Comunidad de Madrid siguen por la misma senda.

francia da marcha atrás Este tipo de procesos han generado no poca oposición ciudadana en multitud de ciudades. A la contestación de Zaragoza hay que sumar las 20.000 firmas que se recogieron en Avilés, que tiene 85.000 habitantes, para evitar la privatización; o el referéndum celebrado en Italia y mediante el que los ciudadanos de este país retuvieron la propiedad del agua. En Grenoble o París se ha recuperado la concesión, y en Latinoamérica la privatización del agua fracasó a principios del siglo XXI por la oposición popular, como señala Babiano. En Madrid, el proyecto para privatizar el Canal de Isabel II ha quedado en suspenso por la contestación de multitud de alcaldes, pues allí la gestión recae en el Gobierno regional.

Por otro lado, ya hay estudios que demuestran que la gestión pública es más eficaz que la privada. Babiano explica que hace 30 años la privatización podía mejorar el servicio al ciudadano, pero que en los últimos tiempos la excelencia en el tratamiento del ciclo del agua por parte de municipios y mancomunidades es precisamente lo que lo ha convertido en un negocio atractivo.

En ese sentido, el Departamento de Economía Aplicada de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Granada comparó la eficiencia de la gestión entre 28 sociedades públicas y 24 gestores privados, concluyendo que las empresas públicas son más eficientes que las privadas. Uno de los motivos es la «laxitud», explicó Babiano en un artículo, en el control de la actividad del operador privado por parte de la Administración.

Desde AEOPAS se cree, «sin temor a equivocarse, que detrás de cada proceso de privatización hay una necesidad de financiación por parte de la entidad privatizadora». La empresa adjudicataria, por su parte, paga el canon mediante un crédito, fácil de obtener, pues cuenta con una concesión que habitualmente supera los veinte años y cuyo porcentaje de cobro se sitúa por encima del 95%. Lógico, si no se paga el agua, le cortan a uno el suministro. Así pues, para Babiano «el agua en España es un refugio financiero y somos los ciudadanos quienes pagamos estos créditos con su correspondiente interés y beneficio empresarial».

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E l agua es el único elemento imprescindible para que surja la vida. Agua es precisamente lo que busca el Curiosity en Marte, por el agua se pelearon los agricultores y promotores inmobiliarios del Levante con sus vecinos aragoneses, los altos del Golan y sus fuentes son una de las grandes y más ocultas razones que perpetúan la guerra en Oriente Medio, y todas las poblaciones fundadas desde que el ser humano dejó de ser nómada se han asentado cerca de un río. El acceso al agua es un derecho humano reconocido por las Naciones Unidas.

Sin embargo, en el Estado español el agua está pasando a manos de empresas privadas -básicamente FCC y Agbar- mediante la fórmula de la privatización a la francesa, la que se quiere aplicar también en Vitoria. La operación consiste en vender el 49% de la sociedad municipal de aguas correspondiente, en este caso Amvisa, a la transnacional, mientras que el Ayuntamiento conserva el 51% restante. Dinero fresco en tiempos de crisis, en el caso de Vitoria alrededor de 40 millones, y además se mantiene la titularidad pública de la sociedad. ¿Dónde está entonces el problema?

En que la fórmula francesa establece dos tipos de acciones, las públicas, que dan derecho a, como ocurre en Zaragoza, un 30% de los beneficios; y las privadas, que otorgan a la empresa adjudicataria el 70% restante a modo de compensación por hacerse cargo de la gestión del complejo mundo del ciclo del agua, gestión que por otra parte los técnicos de Amvisa han llevado a cabo de forma excelente durante los últimos años, hasta el punto de que Gasteiz es referencia estatal en esta materia. Y además es la única sociedad municipal que da dinero cada año.

La privatización a la francesa contempla, como se ha dicho, dejar en manos de la empresa privada la gestión del recurso público, apoyándose en la experiencia, el know how que tienen estas sociedades, liberando así al Ayuntamiento de este trabajo y llevando la gestión del agua de todos al ámbito de la privacidad y la libertad empresarial amparadas por la Ley. Eso suele incluir los precios de este recurso sin el que cualquier ser humano moriría en menos de una semana, pero no serían unos precios de mercado, sino los que libremente decidiera la empresa agraciada con la contrata, pues la fórmula que se está aplicando en todo el Estado y que el alcalde Javier Maroto estudia es de facto un monopolio privado. Lo que antes eran tasas y ahora son precios en la mitad de las ciudades españolas -la privatización del agua ha alcanzado ya al 50% de ayuntamientos y mancomunidades-, dejan en muchos casos de fijarse en el Pleno y los decide la Junta de Gobierno Local. La presión que pueda ejercer la adjudicataria sobre el Gobierno municipal dependerá de cada caso particular.

«intereses ocultos» En el de Vitoria, el alcalde Maroto asegura que la fórmula de la «empresa de economía mixta» sólo se llevaría a cabo si se mantiene la actual plantilla de Amvisa y si no se tocan las actuales facturas. La oposición no le cree, y en algunos casos, como el del portavoz socialista Patxi Lazcoz, se ha llegado aún más lejos. «Maroto tiene intereses ocultos en repartir la tarta de la que comíamos todos y a la que ahora quiere invitar a las grandes multinacionales, con el fin de repartir los beneficios de una sociedad modélica en su gestión. Alguien se está buscando su retiro particular», ha llegado a asegurar.

Lo cierto es que para que salga adelante el proyecto, el PP necesita el respaldo del PSE, de Bildu o del PNV, y por ello Maroto llamó a la calma hace poco más de una semana. «Si no hay respaldo político no se va a hacer», afirmaron fuentes del Gobierno municipal a DNA.

Otra de las fórmulas que contemplan los contratos de privatización del agua en las ciudades españolas es la delegación en la empresa adjudicataria de los mercados de inputs secundarios, o lo que es lo mismo, de la subcontratación. Como señala el profesor Pedro Arrojo en su carta de denuncia sobre la operación llevada a cabo en Zaragoza, «de esta forma, todo este tipo de subcontratas quedan blindadas a la competencia, dejando de convocarse los habituales concursos públicos que se hacen desde la gestión pública, con la consiguiente subida de precios que quedan fijados por el socio privado».

Arrojo, creador de la Fundación Nueva Cultura del Agua, profesor de Análisis Económico en la capital aragonesa y premio Goldman de Medioambiente, alerta: «El proyecto de privatización de Amvisa es un tema muy, muy grave, es lo mismo que está pasando en Madrid, en Barcelona, en Zaragoza, por encima del color del Gobierno, es una privatización encubierta, y en Vitoria hay una muy buena gestión pública que merece ser defendida», afirma.

Otra clave de estas operaciones es que las adjudicaciones suelen tener una vigencia que va más allá, no sólo de legislaturas, sino que puede que hasta de sistemas políticos. Zaragoza quiere firmar por 50 años, con unas condiciones de ruptura unilateral del contrato que permitirían a la empresa reclamar indemnizaciones millonarias por las inversiones realizadas y por el lucro cesante.

En Vitoria la idea lanzada por el PP no ha causado un impacto significativo entre la ciudadanía. Si lo ha hecho en la capital aragonesa, donde el proyecto de privatización ha sido frenado por la presión popular, que más que echar atrás a los ayuntamientos, ha sembrado la duda en los consejos de administración de las empresas aspirantes a gestionar el agua. «Los grandes grupos privados han dado marcha atrás, no se atreven a dar dinero por un proyecto que está en cuestión social y sometido a mil impugnaciones jurídicas. Habían ofrecido 45 millones y ante la bronca que hemos montado se lo han pensado; de momento han retirado la oferta, con lo cual el Ayuntamiento está intentando hacer otra más generosa», explica Arrojo.

El caso de la capital aragonesa es particular. Más paradigmático es lo que está sucediendo en otros ayuntamientos del Estado. El gerente de la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento, AEOPAS, Luis Babiano, ha remitido a DNA diferentes documentos que muestran la situación que se está viviendo en multitud de municipios españoles en relación a la privatización del agua.

En Huelva, el PSOE denunció que desde que «se semiprivatizó la empresa pública ha subido más de un 30% el precio del agua en menos de un año mediante cuatro subidas de la factura». Los socialistas recordaban la promesa de que «la semiprivatización de Aguas de Huelva pagaría la deuda con proveedores y mejoraría la situación de Emtusa (la empresa de transporte urbano), y nada de eso se ha hecho», y por ello emplazaron al alcalde, Pedro Rodríguez, a que dijera «dónde ha ido a parar el dinero por la venta de este patrimonio de los ciudadanos».

Más casos. En León la privatización se realizó a finales del 2009 mediante la fórmula del 49%-51% y el abono al Ayuntamiento de 25 millones de euros. «Aquagest se aseguró la gerencia ejecutiva de la empresa, el control efectivo de la estrategia empresarial y de las decisiones económicas fundamentales», relata Babiano, y la factura del agua subió de forma inmediata un 2,8%. Lugo, Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María o la Comunidad de Madrid siguen por la misma senda.

francia da marcha atrás Este tipo de procesos han generado no poca oposición ciudadana en multitud de ciudades. A la contestación de Zaragoza hay que sumar las 20.000 firmas que se recogieron en Avilés, que tiene 85.000 habitantes, para evitar la privatización; o el referéndum celebrado en Italia y mediante el que los ciudadanos de este país retuvieron la propiedad del agua. En Grenoble o París se ha recuperado la concesión, y en Latinoamérica la privatización del agua fracasó a principios del siglo XXI por la oposición popular, como señala Babiano. En Madrid, el proyecto para privatizar el Canal de Isabel II ha quedado en suspenso por la contestación de multitud de alcaldes, pues allí la gestión recae en el Gobierno regional.

Por otro lado, ya hay estudios que demuestran que la gestión pública es más eficaz que la privada. Babiano explica que hace 30 años la privatización podía mejorar el servicio al ciudadano, pero que en los últimos tiempos la excelencia en el tratamiento del ciclo del agua por parte de municipios y mancomunidades es precisamente lo que lo ha convertido en un negocio atractivo.

En ese sentido, el Departamento de Economía Aplicada de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Granada comparó la eficiencia de la gestión entre 28 sociedades públicas y 24 gestores privados, concluyendo que las empresas públicas son más eficientes que las privadas. Uno de los motivos es la «laxitud», explicó Babiano en un artículo, en el control de la actividad del operador privado por parte de la Administración.

Desde AEOPAS se cree, «sin temor a equivocarse, que detrás de cada proceso de privatización hay una necesidad de financiación por parte de la entidad privatizadora». La empresa adjudicataria, por su parte, paga el canon mediante un crédito, fácil de obtener, pues cuenta con una concesión que habitualmente supera los veinte años y cuyo porcentaje de cobro se sitúa por encima del 95%. Lógico, si no se paga el agua, le cortan a uno el suministro. Así pues, para Babiano «el agua en España es un refugio financiero y somos los ciudadanos quienes pagamos estos créditos con su correspondiente interés y beneficio empresarial».

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Jerez, siglo XXI

La presentación en Nueva York de ‘Sherry, Manzanilla & Montilla. A Guide to the Traditional Wines of Andalucía’ (Ed. Manutius, 2012), el libro de Jesús Barquín y Peter Liem, es el más importante acontecimiento de los últimos decenios en la cultura de los vinos generosos andaluces, casi olvidados durante largos años de declive, arranque de viñas, cierre de bodegas, pesimismo y cambios en los gustos de los consumidores españoles e internacionales. Barquín, uno de los responsables del resurgir inesperado del interés por el jerez en Gran Bretaña y Norteamérica a través de la labor del Equipo Navazos, y Liem han escrito una obra del siglo XXI, que recoge el testigo de los grandes especialistas del pasado y mete de lleno el jerez en el discurso actual, desde la primacía del terruño hasta la recuperación de las mejores tradiciones.

Como el joven pero experto norteamericano Liem explica en su prefacio, los capítulos dedicados a las diferentes bodegas del marco de Jerez y del de Montilla-Moriles son exclusivamente obra suya, como suya ha sido la elección de las bodegas cuyos perfiles aparecen. Han evitado así los conflictos de interés que podría suscitar la pertenencia de Barquín al Equipo Navazos, junto a Eduardo Ojeda: esta pequeña empresa, que embotella y comercializa los vinos procedentes de viejas botas de calidad excepcional en varios bodegas de ambos marcos de producción. Estos admirables vinos de pequeña producción han servido de detonante para el apasionante redescubrimiento del jerez al que estamos asistiendo hoy en varios lugares del mundo.

En la presentación de este fin de semana, los autores han recalcado algunos de los motivos por los que han escrito el libro. Resaltan especialmente lo que opinan que éste aporta en comparación con otros anteriores sobre los vinos tradicionales andaluces: son novedosos, en efecto, el énfasis en el viñedo y en la importancia del terruño, tantas veces desdeñada al hablar de los generosos andaluces; la detallada explicación acerca del misterioso palo cortado; las tomas de posición en materia de filtrado y evolución en botella de finos y manzanillas…

Liem recuerda en el prefacio la extraordinaria e inigualada relación calidad-precio de los vinos tradicionales andaluces y explica que el libro «no está diseñado como una historia completa del jerez, sino más bien para proporcionar una base sólida y significativa para guiar al lector en sus propias exploraciones». Y añade:

«En las páginas siguientes hablaremos de dónde viene el jerez y de dónde saca su singular carácter. Discutiremos el amplio abanico de estilos que se encuentran en su mundo, ilustrando por qué cada uno de ellos merece atención, y explicaremos cómo servir cada uno de ellos para que muestre su mejor cara. También contemplaremos la región de Montilla-Moriles, que técnicamente no produce jerez, pero que crea vinos con el mismo espíritu que poseen una identidad y un carácter muy cercano. Finalmente presentaremos a las personas que hoy hacen estos vinos, examinando en detalle su obra. El jerez es un tema muy complejo, que se tarda una vida entera en comprender, pero no creemos que deba ser simplificado; más bien, ha de ser explicado de forma clara y concisa, y eso esperamos conseguir. Lo mejor es enfrentarlo, naturalmente, con una copa en mano, y por ello sugerimos que ustedes se sirvan una antes de pasar la página».

Liem ha organizado con motivo de esta presentación la ‘Sherryfest’ en Nueva York: un evento de varios días, con catas, conferencias y comidas en el que participan una verdadera miríada de restaurantes y comercios neoyorquinos.

Justamente esta semana se presenta también, en Tokio, la edición japonesa de ‘The fines wines of Rioja and Northwest Spain’, del que Barquín es coautor. Las ediciones británica y estadounidense de esta obra, aún no editada en España, aparecieron a finales de 2011. Barquín se confirma así como el más importante autor actual en la literatura enológica española.

Jesús Barquín es profesor de Derecho Penal y director del Instituto de Criminología de la Universidad de Granada. En los últimos años, lo que era una pasión por los vinos generosos andaluces le ha llevado a escribir con creciente frecuencia en la revista ‘The World of Fine Wine’ y en elmundovino. Peter Liem es un conocido experto en los vinos de Champaña.

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