Demuestran que no todas las células madre son igual de eficaces en medicina

Científicos de las Universidades de Granada y Alcalá de Henares han demostrado que no todas las células madre que se aislan en un laboratorio tienen la misma eficacia a la hora de emplearlas en medicina regenerativa y en la construcción de tejidos artificiales.

Según ha informado la institución académica en un comunicado, con este trabajo han demostrado que, en contra de los que se pensaba hasta ahora, únicamente un grupo de las células madre extraídas del cordón umbilical y mantenidas en cultivo en el laboratorio son útiles para su posterior aplicación terapéutica.

En la actualidad, el cordón umbilical constituye una importante fuente de células madre para la medicina regenerativa y la construcción de tejidos artificiales.

De los distintos tipos de células madre existentes en el cordón, las denominadas «células madre de la gelatina de Wharton» están despertando un gran interés en la medicina regenerativa debido a su fácil accesibilidad, su gran potencial para diferenciarse hacia tejidos muy distintos y por poseer propiedades inmunológicas privilegiadas.

Mediante una combinación de experimentos que conllevan investigaciones microscópicas y microanalíticas, y el estudio de los genes implicados en la viabilidad celular, los investigadores han establecido que sólo un grupo de las células madre extraídas del cordón y mantenidas en cultivo en el laboratorio son útiles para su aplicación terapéutica.

La importancia del trabajo radica, según sus promotores, en la posibilidad de seleccionar para la ingeniería tisular y la medicina regenerativa las células madre más idóneas y eficaces de la gelatina de Wharton del cordón umbilical.

La investigación explica por qué se han obtenido hasta ahora resultados contradictorios cuando se utilizaban estas células, ya que no se había seleccionado previamente en dicha población el grupo de células más idóneas.

Este trabajo abre además la posibilidad de seleccionar también subgrupos de células en otras poblaciones de células madre de tejidos diferentes para aumentar la eficacia terapéutica en distintos protocolos de medicina regenerativa.

El grupo de investigación de Ingeniería Tisular del departamento de Histología de la Universidad de Granada es el mismo que recientemente ha construido córnea y piel artificial utilizando células madre y nuevos biomateriales desarrollados en Granada.

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Demuestran que no todas las células madre son igual de eficaces en medicina

Científicos de las Universidades de Granada y Alcalá de Henares han demostrado que no todas las células madre que se aislan en un laboratorio tienen la misma eficacia a la hora de emplearlas en medicina regenerativa y en la construcción de tejidos artificiales.

Según ha informado la institución académica en un comunicado, con este trabajo han demostrado que, en contra de los que se pensaba hasta ahora, únicamente un grupo de las células madre extraídas del cordón umbilical y mantenidas en cultivo en el laboratorio son útiles para su posterior aplicación terapéutica.

En la actualidad, el cordón umbilical constituye una importante fuente de células madre para la medicina regenerativa y la construcción de tejidos artificiales.

De los distintos tipos de células madre existentes en el cordón, las denominadas «células madre de la gelatina de Wharton» están despertando un gran interés en la medicina regenerativa debido a su fácil accesibilidad, su gran potencial para diferenciarse hacia tejidos muy distintos y por poseer propiedades inmunológicas privilegiadas.

Mediante una combinación de experimentos que conllevan investigaciones microscópicas y microanalíticas, y el estudio de los genes implicados en la viabilidad celular, los investigadores han establecido que sólo un grupo de las células madre extraídas del cordón y mantenidas en cultivo en el laboratorio son útiles para su aplicación terapéutica.

La importancia del trabajo radica, según sus promotores, en la posibilidad de seleccionar para la ingeniería tisular y la medicina regenerativa las células madre más idóneas y eficaces de la gelatina de Wharton del cordón umbilical.

La investigación explica por qué se han obtenido hasta ahora resultados contradictorios cuando se utilizaban estas células, ya que no se había seleccionado previamente en dicha población el grupo de células más idóneas.

Este trabajo abre además la posibilidad de seleccionar también subgrupos de células en otras poblaciones de células madre de tejidos diferentes para aumentar la eficacia terapéutica en distintos protocolos de medicina regenerativa.

El grupo de investigación de Ingeniería Tisular del departamento de Histología de la Universidad de Granada es el mismo que recientemente ha construido córnea y piel artificial utilizando células madre y nuevos biomateriales desarrollados en Granada.

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La UGR homenajea al profesor Jesús Yoldi Bereau

La Universidad de Granada ha rendido un homenaje a Jesús Yoldi Bereau, catedrático de Química General de la Facultad de Ciencias desde el año 1924 y uno de los principales impulsores de los estudios de la Licenciatura en Químicas en la UGR. El profesor Yoldi fue detenido y encarcelado en Víznar tras el levantamiento militar de 1936, y fusilado por los militares sublevados el 23 de octubre de ese mismo año frente a las tapias del cementerio granadino.

En un acto celebrado en el Hospital Real, sede del Rectorado, el rector Francisco González Lodeiro ha recibido al único hijo que aún vive del ilustre investigador granadino, Antonio Luis Yoldi, en el que es, hasta la fecha, el primer homenaje que una institución de Granada realiza en honor a su padre. También han asistido los catedráticos de la UGR Pedro Luis Mateo Alarcón y Miguel Gómez Oliver entre otras autoridades académicas.

Jesús Yoldi Bereau nació el 4 de diciembre de 1894 en Auriscun (Navarra). Estudió Química en la Universidad de Zaragoza y, tras defender su tesis doctoral en Madrid, obtuvo una plaza de profesor en la Universidad de Sevilla, donde impartió docencia hasta 1924. Ese mismo año obtuvo la cátedra de Química General en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada.

Además de catedrático de la UGR, Yoldi Bereau fue alcalde de Granada desde el 27 de abril al 30 de septiembre de 1932. Miembro del Partido Republicano Autónomo de Granada, en 1934 se integró en Izquierda Republicana, lo que más tarde provocó su detención y posterior fusilamiento.

El catedrático homenajeado fue uno de los responsables de que el 13 de enero de 1913 la Gaceta de Madrid publicara la Real Orden del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes por la cual la Universidad de Granada tenía autonomía para expedir el título de Licenciado en Químicas. En 2013 la UGR conmemorará el primer centenario de este destacado acontecimiento, según informa en un comunicado.

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La UGR homenajea al profesor Jesús Yoldi Bereau

La Universidad de Granada ha rendido un homenaje a Jesús Yoldi Bereau, catedrático de Química General de la Facultad de Ciencias desde el año 1924 y uno de los principales impulsores de los estudios de la Licenciatura en Químicas en la UGR. El profesor Yoldi fue detenido y encarcelado en Víznar tras el levantamiento militar de 1936, y fusilado por los militares sublevados el 23 de octubre de ese mismo año frente a las tapias del cementerio granadino.

En un acto celebrado en el Hospital Real, sede del Rectorado, el rector Francisco González Lodeiro ha recibido al único hijo que aún vive del ilustre investigador granadino, Antonio Luis Yoldi, en el que es, hasta la fecha, el primer homenaje que una institución de Granada realiza en honor a su padre. También han asistido los catedráticos de la UGR Pedro Luis Mateo Alarcón y Miguel Gómez Oliver entre otras autoridades académicas.

Jesús Yoldi Bereau nació el 4 de diciembre de 1894 en Auriscun (Navarra). Estudió Química en la Universidad de Zaragoza y, tras defender su tesis doctoral en Madrid, obtuvo una plaza de profesor en la Universidad de Sevilla, donde impartió docencia hasta 1924. Ese mismo año obtuvo la cátedra de Química General en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada.

Además de catedrático de la UGR, Yoldi Bereau fue alcalde de Granada desde el 27 de abril al 30 de septiembre de 1932. Miembro del Partido Republicano Autónomo de Granada, en 1934 se integró en Izquierda Republicana, lo que más tarde provocó su detención y posterior fusilamiento.

El catedrático homenajeado fue uno de los responsables de que el 13 de enero de 1913 la Gaceta de Madrid publicara la Real Orden del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes por la cual la Universidad de Granada tenía autonomía para expedir el título de Licenciado en Químicas. En 2013 la UGR conmemorará el primer centenario de este destacado acontecimiento, según informa en un comunicado.

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Cuba, ¿modelo democrático?: mañana en la UGR

La Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada (UGR) acoge este jueves una conferencia del cónsul de la República de Cuba en Andalucía, Ulises Arranz, que pondrá a la isla como «modelo de participación democrática».

La conferencia, que tendrá lugar en el Aula F-1 de la Facultad a las 19,30 horas, ha sido organizada por el seminario ‘Otro pensamiento es posible’, del Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Deporte, con la colaboración de la Plataforma de Solidaridad con el Pueblo Cubano y la Asociación de Amistad Granada-Cuba, ‘Nicolás Guillén’, apoyada por IU, Plataforma Simón Bolívar de Granada, PCE y Juventudes Comunistas.

En el acto intervendrán como presentadores Aron Cohen y Roque Hidalgo, profesores de la Universidad de Granada.

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Cuba, ¿modelo democrático?: mañana en la UGR

La Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada (UGR) acoge este jueves una conferencia del cónsul de la República de Cuba en Andalucía, Ulises Arranz, que pondrá a la isla como «modelo de participación democrática».

La conferencia, que tendrá lugar en el Aula F-1 de la Facultad a las 19,30 horas, ha sido organizada por el seminario ‘Otro pensamiento es posible’, del Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Deporte, con la colaboración de la Plataforma de Solidaridad con el Pueblo Cubano y la Asociación de Amistad Granada-Cuba, ‘Nicolás Guillén’, apoyada por IU, Plataforma Simón Bolívar de Granada, PCE y Juventudes Comunistas.

En el acto intervendrán como presentadores Aron Cohen y Roque Hidalgo, profesores de la Universidad de Granada.

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Efecto Pinocho: Mentir cambia la temperatura de la nariz

Científicos de la Universidad de Granada han aplicado por primera vez la termografía al ámbito de la psicología en un trabajo de investigación que ha corroborado el denominado ‘Efecto Pinocho’, según el cual cuando alguien miente cambia la temperatura de la punta de la nariz. El estudio, llevado a cabo por Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López, revela que al mentir aumenta la temperatura corporal en la zona del músculo orbital, en la esquina interna del ojo.

La investigación, basada en la termografía, corrobora que ante un gran esfuerzo mental desciende la temperatura de la nariz y ante un ataque de ansiedad se produce una subida general de la temperatura facial. Se trata, según sus impulsores, de una investigación pionera sobre termografía que ha descubierto nuevas aplicaciones de esta sugerente técnica.

El «efecto Pinocho»

El principal descubrimiento de este estudio es que ante situaciones en las que alguien realiza un esfuerzo mental (enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre determinados hechos) se producen cambios térmicos faciales. Así, cuando alguien miente sobre sus sentimientos, se activa en el cerebro una estructura denominada «ínsula» que forma parte del sistema de recompensa cerebral si hay sentimientos reales (llamados «cualias»), pero no se activa cuando no los hay.

«La ínsula interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal, de manera que hay una gran correlación negativa entre la actividad de esta estructura y la magnitud del cambio térmico: a más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa», explican.

Empatía térmica

Los científicos han demostrado que la detección de asimetrías de temperatura entre ambos lados del cuerpo y de cambios locales de la temperatura se relaciona, además de con el estado físico, con el estado mental y emocional de la persona. Además, la termografía sirve para evaluar las emociones y para determinar el contagio emocional. Por ejemplo, si alguien con una empatía muy alta ve a otra persona sufrir mediante descargas eléctricas en el antebrazo, se contagia y aumenta la temperatura de su antebrazo.

Al aplicar por primera vez la técnica de la termografía al ámbito de la Psicología, los investigadores han demostrado también que, a nivel fisiológico, hombres y mujeres se excitan por igual, aunque subjetivamente ellas indiquen no estarlo o estarlo menos.

La huella del flamenco

Pero los investigadores también han obtenido huellas térmicas (patrones corporales de cambio de temperatura específicos) del ejercicio aeróbico y de distintos tipos de baile como el ballet. Por ejemplo, cuando una persona baila flamenco desciende la temperatura de los glúteos y aumenta la de los antebrazos, según Salazar, que explica que ésa es la huella térmica del flamenco, aunque cada tipo de danza tiene la suya propia.

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Efecto Pinocho: Mentir cambia la temperatura de la nariz

Científicos de la Universidad de Granada han aplicado por primera vez la termografía al ámbito de la psicología en un trabajo de investigación que ha corroborado el denominado ‘Efecto Pinocho’, según el cual cuando alguien miente cambia la temperatura de la punta de la nariz. El estudio, llevado a cabo por Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López, revela que al mentir aumenta la temperatura corporal en la zona del músculo orbital, en la esquina interna del ojo.

La investigación, basada en la termografía, corrobora que ante un gran esfuerzo mental desciende la temperatura de la nariz y ante un ataque de ansiedad se produce una subida general de la temperatura facial. Se trata, según sus impulsores, de una investigación pionera sobre termografía que ha descubierto nuevas aplicaciones de esta sugerente técnica.

El «efecto Pinocho»

El principal descubrimiento de este estudio es que ante situaciones en las que alguien realiza un esfuerzo mental (enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre determinados hechos) se producen cambios térmicos faciales. Así, cuando alguien miente sobre sus sentimientos, se activa en el cerebro una estructura denominada «ínsula» que forma parte del sistema de recompensa cerebral si hay sentimientos reales (llamados «cualias»), pero no se activa cuando no los hay.

«La ínsula interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal, de manera que hay una gran correlación negativa entre la actividad de esta estructura y la magnitud del cambio térmico: a más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa», explican.

Empatía térmica

Los científicos han demostrado que la detección de asimetrías de temperatura entre ambos lados del cuerpo y de cambios locales de la temperatura se relaciona, además de con el estado físico, con el estado mental y emocional de la persona. Además, la termografía sirve para evaluar las emociones y para determinar el contagio emocional. Por ejemplo, si alguien con una empatía muy alta ve a otra persona sufrir mediante descargas eléctricas en el antebrazo, se contagia y aumenta la temperatura de su antebrazo.

Al aplicar por primera vez la técnica de la termografía al ámbito de la Psicología, los investigadores han demostrado también que, a nivel fisiológico, hombres y mujeres se excitan por igual, aunque subjetivamente ellas indiquen no estarlo o estarlo menos.

La huella del flamenco

Pero los investigadores también han obtenido huellas térmicas (patrones corporales de cambio de temperatura específicos) del ejercicio aeróbico y de distintos tipos de baile como el ballet. Por ejemplo, cuando una persona baila flamenco desciende la temperatura de los glúteos y aumenta la de los antebrazos, según Salazar, que explica que ésa es la huella térmica del flamenco, aunque cada tipo de danza tiene la suya propia.

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Efecto Pinocho: Mentir cambia la temperatura de la nariz

Científicos de la Universidad de Granada han aplicado por primera vez la termografía al ámbito de la psicología en un trabajo de investigación que ha corroborado el denominado ‘Efecto Pinocho’, según el cual cuando alguien miente cambia la temperatura de la punta de la nariz. El estudio, llevado a cabo por Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López, revela que al mentir aumenta la temperatura corporal en la zona del músculo orbital, en la esquina interna del ojo.

La investigación, basada en la termografía, corrobora que ante un gran esfuerzo mental desciende la temperatura de la nariz y ante un ataque de ansiedad se produce una subida general de la temperatura facial. Se trata, según sus impulsores, de una investigación pionera sobre termografía que ha descubierto nuevas aplicaciones de esta sugerente técnica.

El «efecto Pinocho»

El principal descubrimiento de este estudio es que ante situaciones en las que alguien realiza un esfuerzo mental (enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre determinados hechos) se producen cambios térmicos faciales. Así, cuando alguien miente sobre sus sentimientos, se activa en el cerebro una estructura denominada «ínsula» que forma parte del sistema de recompensa cerebral si hay sentimientos reales (llamados «cualias»), pero no se activa cuando no los hay.

«La ínsula interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal, de manera que hay una gran correlación negativa entre la actividad de esta estructura y la magnitud del cambio térmico: a más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa», explican.

Empatía térmica

Los científicos han demostrado que la detección de asimetrías de temperatura entre ambos lados del cuerpo y de cambios locales de la temperatura se relaciona, además de con el estado físico, con el estado mental y emocional de la persona. Además, la termografía sirve para evaluar las emociones y para determinar el contagio emocional. Por ejemplo, si alguien con una empatía muy alta ve a otra persona sufrir mediante descargas eléctricas en el antebrazo, se contagia y aumenta la temperatura de su antebrazo.

Al aplicar por primera vez la técnica de la termografía al ámbito de la Psicología, los investigadores han demostrado también que, a nivel fisiológico, hombres y mujeres se excitan por igual, aunque subjetivamente ellas indiquen no estarlo o estarlo menos.

La huella del flamenco

Pero los investigadores también han obtenido huellas térmicas (patrones corporales de cambio de temperatura específicos) del ejercicio aeróbico y de distintos tipos de baile como el ballet. Por ejemplo, cuando una persona baila flamenco desciende la temperatura de los glúteos y aumenta la de los antebrazos, según Salazar, que explica que ésa es la huella térmica del flamenco, aunque cada tipo de danza tiene la suya propia.

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Cuando una persona miente cambia temperatura de la punta de su nariz

Cuando una persona miente se produce un ‘efecto Pinocho’, gracias al cual la temperatura de la punta de su nariz aumenta o disminuye. También aumenta su temperatura corporal en la zona del músculo orbital, en la esquina interna del ojo.

Además, si realizamos un gran esfuerzo mental, desciende la temperatura en nuestra nariz, y ante un ataque de ansiedad, se produce una subida general de la temperatura facial.

Una investigación pionera, realizada en el departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Granada (UGR), ha descubierto nuevas aplicaciones sobre la termografía, una técnica basada en la detección de la temperatura de los cuerpos que se aplica a multitud de áreas como la industria, la construcción o la medicina.
Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López han aplicado por primera vez esta técnica al ámbito de la psicología, obteniendo resultados novedosos. Gracias a ella es posible detectar el deseo y la excitación sexual tanto masculina como femenina, ya que se produce un aumento de la temperatura local en la zona pectoral y en la zona genital.
Su trabajo ha demostrado que, a nivel fisiológico, hombres y mujeres se excitan en el mismo tiempo, aunque subjetivamente las mujeres indiquen no estarlo o estarlo menos.
Además, los científicos han descubierto que, ante situaciones en las que un sujeto realiza un esfuerzo mental –enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre hechos–, se producen cambios térmicos faciales.
Así, cuando mentimos sobre nuestros sentimientos, estos cambios térmicos se producen en la nariz, y se activa en el cerebro una estructura denominada ínsula que forma parte del sistema de recompensa cerebral si hay sentimientos reales (llamados cualias), pero no se activa cuando no los hay.
«La ínsula interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal, de manera que hay una gran correlación negativa entre la actividad de esta estructura y la magnitud del cambio térmico: a más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa», destacan los expertos.

La huella térmica del flamenco
También han obtenido huellas térmicas, es decir, patrones corporales de cambio de temperatura específicos, del ejercicio aeróbico y de distintos tipos de baile, como el ballet. «Cuando una persona baila flamenco –explica Elvira Salazar-, desciende la temperatura de los glúteos y aumenta la de los antebrazos. Esta es la huella térmica del flamenco, aunque cada tipo de danza tiene su propia huella».
Los científicos han demostrado que la detección de asimetrías de temperatura corporal entre ambos lados del cuerpo y de cambios locales de la temperatura (subidas y bajadas en torno a un grado) se relaciona, además de con el estado físico, con el estado mental y emocional de la persona. «En este sentido, el termograma nos da un marcador somático de estados subjetivos o mentales, y nos permite ver lo que la persona siente o piensa», señala Salazar.
Además, la termografía sirve para evaluar las emociones, ya que el patrón térmico facial es diferente, y para determinar el contagio emocional. «Por ejemplo, las personas con una empatía muy alta, si ven a alguien sufrir mediante descargas eléctricas en el antebrazo, se contagian y la temperatura de su antebrazo aumenta».
Además, en determinadas enfermedades neurológicas, como la esclerosis múltiple, el organismo no regula bien la temperatura ante el calor y el frío, lo que se detecta con un termograma. Otras aplicaciones de la termografía son determinar el patrón corporal de grasa, algo de gran utilidad para los programas de adelgazamiento y entrenamiento físico, así como los cambios de temperatura corporal en celíacos, personas con anorexia, etc.

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Cuando una persona miente cambia temperatura de la punta de su nariz

Cuando una persona miente se produce un ‘efecto Pinocho’, gracias al cual la temperatura de la punta de su nariz aumenta o disminuye. También aumenta su temperatura corporal en la zona del músculo orbital, en la esquina interna del ojo.

Además, si realizamos un gran esfuerzo mental, desciende la temperatura en nuestra nariz, y ante un ataque de ansiedad, se produce una subida general de la temperatura facial.

Una investigación pionera, realizada en el departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Granada (UGR), ha descubierto nuevas aplicaciones sobre la termografía, una técnica basada en la detección de la temperatura de los cuerpos que se aplica a multitud de áreas como la industria, la construcción o la medicina.
Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López han aplicado por primera vez esta técnica al ámbito de la psicología, obteniendo resultados novedosos. Gracias a ella es posible detectar el deseo y la excitación sexual tanto masculina como femenina, ya que se produce un aumento de la temperatura local en la zona pectoral y en la zona genital.
Su trabajo ha demostrado que, a nivel fisiológico, hombres y mujeres se excitan en el mismo tiempo, aunque subjetivamente las mujeres indiquen no estarlo o estarlo menos.
Además, los científicos han descubierto que, ante situaciones en las que un sujeto realiza un esfuerzo mental –enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre hechos–, se producen cambios térmicos faciales.
Así, cuando mentimos sobre nuestros sentimientos, estos cambios térmicos se producen en la nariz, y se activa en el cerebro una estructura denominada ínsula que forma parte del sistema de recompensa cerebral si hay sentimientos reales (llamados cualias), pero no se activa cuando no los hay.
«La ínsula interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal, de manera que hay una gran correlación negativa entre la actividad de esta estructura y la magnitud del cambio térmico: a más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa», destacan los expertos.

La huella térmica del flamenco
También han obtenido huellas térmicas, es decir, patrones corporales de cambio de temperatura específicos, del ejercicio aeróbico y de distintos tipos de baile, como el ballet. «Cuando una persona baila flamenco –explica Elvira Salazar-, desciende la temperatura de los glúteos y aumenta la de los antebrazos. Esta es la huella térmica del flamenco, aunque cada tipo de danza tiene su propia huella».
Los científicos han demostrado que la detección de asimetrías de temperatura corporal entre ambos lados del cuerpo y de cambios locales de la temperatura (subidas y bajadas en torno a un grado) se relaciona, además de con el estado físico, con el estado mental y emocional de la persona. «En este sentido, el termograma nos da un marcador somático de estados subjetivos o mentales, y nos permite ver lo que la persona siente o piensa», señala Salazar.
Además, la termografía sirve para evaluar las emociones, ya que el patrón térmico facial es diferente, y para determinar el contagio emocional. «Por ejemplo, las personas con una empatía muy alta, si ven a alguien sufrir mediante descargas eléctricas en el antebrazo, se contagian y la temperatura de su antebrazo aumenta».
Además, en determinadas enfermedades neurológicas, como la esclerosis múltiple, el organismo no regula bien la temperatura ante el calor y el frío, lo que se detecta con un termograma. Otras aplicaciones de la termografía son determinar el patrón corporal de grasa, algo de gran utilidad para los programas de adelgazamiento y entrenamiento físico, así como los cambios de temperatura corporal en celíacos, personas con anorexia, etc.

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Cuando una persona miente cambia temperatura de la punta de su nariz

Cuando una persona miente se produce un ‘efecto Pinocho’, gracias al cual la temperatura de la punta de su nariz aumenta o disminuye. También aumenta su temperatura corporal en la zona del músculo orbital, en la esquina interna del ojo.

Además, si realizamos un gran esfuerzo mental, desciende la temperatura en nuestra nariz, y ante un ataque de ansiedad, se produce una subida general de la temperatura facial.

Una investigación pionera, realizada en el departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Granada (UGR), ha descubierto nuevas aplicaciones sobre la termografía, una técnica basada en la detección de la temperatura de los cuerpos que se aplica a multitud de áreas como la industria, la construcción o la medicina.
Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López han aplicado por primera vez esta técnica al ámbito de la psicología, obteniendo resultados novedosos. Gracias a ella es posible detectar el deseo y la excitación sexual tanto masculina como femenina, ya que se produce un aumento de la temperatura local en la zona pectoral y en la zona genital.
Su trabajo ha demostrado que, a nivel fisiológico, hombres y mujeres se excitan en el mismo tiempo, aunque subjetivamente las mujeres indiquen no estarlo o estarlo menos.
Además, los científicos han descubierto que, ante situaciones en las que un sujeto realiza un esfuerzo mental –enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre hechos–, se producen cambios térmicos faciales.
Así, cuando mentimos sobre nuestros sentimientos, estos cambios térmicos se producen en la nariz, y se activa en el cerebro una estructura denominada ínsula que forma parte del sistema de recompensa cerebral si hay sentimientos reales (llamados cualias), pero no se activa cuando no los hay.
«La ínsula interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal, de manera que hay una gran correlación negativa entre la actividad de esta estructura y la magnitud del cambio térmico: a más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa», destacan los expertos.

La huella térmica del flamenco
También han obtenido huellas térmicas, es decir, patrones corporales de cambio de temperatura específicos, del ejercicio aeróbico y de distintos tipos de baile, como el ballet. «Cuando una persona baila flamenco –explica Elvira Salazar-, desciende la temperatura de los glúteos y aumenta la de los antebrazos. Esta es la huella térmica del flamenco, aunque cada tipo de danza tiene su propia huella».
Los científicos han demostrado que la detección de asimetrías de temperatura corporal entre ambos lados del cuerpo y de cambios locales de la temperatura (subidas y bajadas en torno a un grado) se relaciona, además de con el estado físico, con el estado mental y emocional de la persona. «En este sentido, el termograma nos da un marcador somático de estados subjetivos o mentales, y nos permite ver lo que la persona siente o piensa», señala Salazar.
Además, la termografía sirve para evaluar las emociones, ya que el patrón térmico facial es diferente, y para determinar el contagio emocional. «Por ejemplo, las personas con una empatía muy alta, si ven a alguien sufrir mediante descargas eléctricas en el antebrazo, se contagian y la temperatura de su antebrazo aumenta».
Además, en determinadas enfermedades neurológicas, como la esclerosis múltiple, el organismo no regula bien la temperatura ante el calor y el frío, lo que se detecta con un termograma. Otras aplicaciones de la termografía son determinar el patrón corporal de grasa, algo de gran utilidad para los programas de adelgazamiento y entrenamiento físico, así como los cambios de temperatura corporal en celíacos, personas con anorexia, etc.

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