Desplazarse Andando Al Instituto En Lugar De Coger El Autobús Mejora El Rendimiento Cognitivo

64949 Las adolescentes que van andando al instituto tienen un mejor rendimiento cognitivo que las que se desplazan en autobús o en coche. Además, aquellas que emplean más de 15 minutos en ir andando al ‘cole’ también presentan un mayor rendimiento cognitivo que las que viven más cerca y tardan menos tiempo en llegar andando.

Éstas son algunas de las conclusiones de una investigación cuyos resultados han sido publicados en la revista Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine. Este trabajo ha sido realizado en el marco del estudio nacional AVENA (Alimentación y Valoración del Estado Nutricional del Adolescente), en el que participan la Universidad de Granada, la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de Zaragoza y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, y supone la primera investigación que se realiza a nivel internacional donde se relacionan ambos parámetros: el modo de desplazamiento al colegio y el rendimiento cognitivo.

Para llevar a cabo este trabajo, sus autores analizaron una muestra formada por 1.700 niños y niñas de entre 13 y 18 años (808 varones y 892 mujeres) de cinco ciudades españolas (Granada, Madrid, Murcia, Santander y Zaragoza).

Los investigadores estudiaron variables del modo de desplazamiento al centro educativo, de rendimiento cognitivo, variables antropométricas como el índice de masa corporal y el porcentaje de sobrepeso y obesidad, y el nivel de actividad física extracurricular de los participantes. Además, se obtuvieron datos sobre el estatus socioeconómico familiar utilizando el nivel de estudios (primarios, secundarios o universitarios) de la madre y el tipo de colegio (público o privado) al que asistía el participante.

El modo de desplazamiento al centro educativo se obtuvo aplicando un cuestionario en el que se preguntó a los participantes cuál era su modo habitual de ir al colegio, respondiendo una de las opciones siguientes: andar, bicicleta, coche, autobús o metro, motocicleta, otros medios. Además, se le preguntó por el tiempo que tardaban en realizar dicho trayecto.

El rendimiento cognitivo se midió aplicando la versión española de un test de habilidades educativas. Los participantes completaron este test estandarizado que mide la inteligencia y las habilidades básicas que tiene el sujeto para aprender. Este test evalúa el dominio del lenguaje, la velocidad a la hora de realizar operaciones matemáticas y la capacidad de razonamiento.

En la adolescencia, la plasticidad del cerebro es mayor

Los investigadores afirman que, durante la adolescencia, «la plasticidad del cerebro es mayor que en ningún otro período de la vida, lo que hace que esta etapa sea la más indicada para estimular la función cognitiva». Sin embargo, paradójicamente, la adolescencia es el período de la vida donde se produce una mayor caída de la actividad física, que resulta mucho más acusada en las chicas. Por lo tanto, a juicio de los autores de este trabajo, «los adolescentes inactivos podrían estar perdiendo un estímulo muy importante para mejorar su aprendizaje y rendimiento académico».

«Desplazarse andando al centro educativo es un hábito saludable y diario, que contribuye a que el adolescente sea más activo el resto del día y participe en actividades físicas y deportivas; esto produce un aumento de gasto energético y, en definitiva, un mejor estado de salud», afirman Palma Chillón Garzón, investigadora del departamento de Educación Física y Deportiva de la Universidad de Granada, y David Martínez Gómez, del departamento de Educación Física, Deporte y Motricidad Humana (Facultad de Formación de Profesorado y Educación) de la Universidad Autónoma de Madrid, participantes en este estudio.

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Un estudio de la UGR demuestra que ir andando al instituto favorece más el aprendizaje que en bus o coche

64949 Las adolescentes que van andando al instituto tienen un mejor rendimiento cognitivo que las que se desplazan en autobús o en coche. Además, aquellas que emplean más de 15 minutos en ir andando al ‘cole’ también presentan un mayor rendimiento cognitivo que las que viven más cerca y tardan menos tiempo en llegar andando.

Éstas son algunas de las conclusiones de una investigación cuyos resultados han sido publicados en la revista Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine. Este trabajo ha sido realizado en el marco del estudio nacional AVENA (Alimentación y Valoración del Estado Nutricional del Adolescente), en el que participan la Universidad de Granada, la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de Zaragoza y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, y supone la primera investigación que se realiza a nivel internacional donde se relacionan ambos parámetros: el modo de desplazamiento al colegio y el rendimiento cognitivo.

Para llevar a cabo este trabajo, sus autores analizaron una muestra formada por 1.700 niños y niñas de entre 13 y 18 años (808 varones y 892 mujeres) de cinco ciudades españolas (Granada, Madrid, Murcia, Santander y Zaragoza).

Los investigadores estudiaron variables del modo de desplazamiento al centro educativo, de rendimiento cognitivo, variables antropométricas como el índice de masa corporal y el porcentaje de sobrepeso y obesidad, y el nivel de actividad física extracurricular de los participantes. Además, se obtuvieron datos sobre el estatus socioeconómico familiar utilizando el nivel de estudios (primarios, secundarios o universitarios) de la madre y el tipo de colegio (público o privado) al que asistía el participante.

El modo de desplazamiento al centro educativo se obtuvo aplicando un cuestionario en el que se preguntó a los participantes cuál era su modo habitual de ir al colegio, respondiendo una de las opciones siguientes: andar, bicicleta, coche, autobús o metro, motocicleta, otros medios. Además, se le preguntó por el tiempo que tardaban en realizar dicho trayecto.

El rendimiento cognitivo se midió aplicando la versión española de un test de habilidades educativas. Los participantes completaron este test estandarizado que mide la inteligencia y las habilidades básicas que tiene el sujeto para aprender. Este test evalúa el dominio del lenguaje, la velocidad a la hora de realizar operaciones matemáticas y la capacidad de razonamiento.

En la adolescencia, la plasticidad del cerebro es mayor

Los investigadores afirman que, durante la adolescencia, «la plasticidad del cerebro es mayor que en ningún otro período de la vida, lo que hace que esta etapa sea la más indicada para estimular la función cognitiva». Sin embargo, paradójicamente, la adolescencia es el período de la vida donde se produce una mayor caída de la actividad física, que resulta mucho más acusada en las chicas. Por lo tanto, a juicio de los autores de este trabajo, «los adolescentes inactivos podrían estar perdiendo un estímulo muy importante para mejorar su aprendizaje y rendimiento académico».

«Desplazarse andando al centro educativo es un hábito saludable y diario, que contribuye a que el adolescente sea más activo el resto del día y participe en actividades físicas y deportivas; esto produce un aumento de gasto energético y, en definitiva, un mejor estado de salud», afirman Palma Chillón Garzón, investigadora del departamento de Educación Física y Deportiva de la Universidad de Granada, y David Martínez Gómez, del departamento de Educación Física, Deporte y Motricidad Humana (Facultad de Formación de Profesorado y Educación) de la Universidad Autónoma de Madrid, participantes en este estudio.

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Un estudio de la UGR demuestra que ir andando al instituto favorece más el aprendizaje que en bus o coche

64949 Las adolescentes que van andando al instituto tienen un mejor rendimiento cognitivo que las que se desplazan en autobús o en coche. Además, aquellas que emplean más de 15 minutos en ir andando al ‘cole’ también presentan un mayor rendimiento cognitivo que las que viven más cerca y tardan menos tiempo en llegar andando.

Éstas son algunas de las conclusiones de una investigación cuyos resultados han sido publicados en la revista Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine. Este trabajo ha sido realizado en el marco del estudio nacional AVENA (Alimentación y Valoración del Estado Nutricional del Adolescente), en el que participan la Universidad de Granada, la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de Zaragoza y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, y supone la primera investigación que se realiza a nivel internacional donde se relacionan ambos parámetros: el modo de desplazamiento al colegio y el rendimiento cognitivo.

Para llevar a cabo este trabajo, sus autores analizaron una muestra formada por 1.700 niños y niñas de entre 13 y 18 años (808 varones y 892 mujeres) de cinco ciudades españolas (Granada, Madrid, Murcia, Santander y Zaragoza).

Los investigadores estudiaron variables del modo de desplazamiento al centro educativo, de rendimiento cognitivo, variables antropométricas como el índice de masa corporal y el porcentaje de sobrepeso y obesidad, y el nivel de actividad física extracurricular de los participantes. Además, se obtuvieron datos sobre el estatus socioeconómico familiar utilizando el nivel de estudios (primarios, secundarios o universitarios) de la madre y el tipo de colegio (público o privado) al que asistía el participante.

El modo de desplazamiento al centro educativo se obtuvo aplicando un cuestionario en el que se preguntó a los participantes cuál era su modo habitual de ir al colegio, respondiendo una de las opciones siguientes: andar, bicicleta, coche, autobús o metro, motocicleta, otros medios. Además, se le preguntó por el tiempo que tardaban en realizar dicho trayecto.

El rendimiento cognitivo se midió aplicando la versión española de un test de habilidades educativas. Los participantes completaron este test estandarizado que mide la inteligencia y las habilidades básicas que tiene el sujeto para aprender. Este test evalúa el dominio del lenguaje, la velocidad a la hora de realizar operaciones matemáticas y la capacidad de razonamiento.

En la adolescencia, la plasticidad del cerebro es mayor

Los investigadores afirman que, durante la adolescencia, «la plasticidad del cerebro es mayor que en ningún otro período de la vida, lo que hace que esta etapa sea la más indicada para estimular la función cognitiva». Sin embargo, paradójicamente, la adolescencia es el período de la vida donde se produce una mayor caída de la actividad física, que resulta mucho más acusada en las chicas. Por lo tanto, a juicio de los autores de este trabajo, «los adolescentes inactivos podrían estar perdiendo un estímulo muy importante para mejorar su aprendizaje y rendimiento académico».

«Desplazarse andando al centro educativo es un hábito saludable y diario, que contribuye a que el adolescente sea más activo el resto del día y participe en actividades físicas y deportivas; esto produce un aumento de gasto energético y, en definitiva, un mejor estado de salud», afirman Palma Chillón Garzón, investigadora del departamento de Educación Física y Deportiva de la Universidad de Granada, y David Martínez Gómez, del departamento de Educación Física, Deporte y Motricidad Humana (Facultad de Formación de Profesorado y Educación) de la Universidad Autónoma de Madrid, participantes en este estudio.

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Las adolescentes que se desplazan andando al instituto tienen mejor rendimiento cognitivo

64949 Las adolescentes que van andando al instituto tienen un mejor rendimiento cognitivo que las que se desplazan en autobús o en coche. Además, aquellas que emplean más de 15 minutos en ir andando a su centro de estudios también presentan un mayor rendimiento cognitivo que las que viven más cerca y tardan menos tiempo en llegar andando.

Éstas son algunas de las conclusiones de una investigación cuyos resultados han sido publicados en la revista ‘Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine’. Este trabajo ha sido realizado en el marco del estudio nacional Avena (Alimentación y Valoración del Estado Nutricional del Adolescente), en el que participan la Universidad de Granada, la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de Zaragoza y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid.

Se trata de la primera investigación que se realiza a nivel internacional donde se relacionan ambos parámetros: el modo de desplazamiento al colegio y el rendimiento cognitivo.

Para llevar a cabo este trabajo, sus autores analizaron una muestra formada por 1.700 niños y niñas de entre 13 y 18 años (808 varones y 892 mujeres) de cinco ciudades españolas (Granada, Madrid, Murcia, Santander y Zaragoza).

Los investigadores estudiaron variables del modo de desplazamiento al centro educativo, de rendimiento cognitivo, variables antropométricas como el índice de masa corporal y el porcentaje de sobrepeso y obesidad, y el nivel de actividad física extracurricular de los participantes.

Además, se obtuvieron datos sobre el estatus socioeconómico familiar utilizando el nivel de estudios (primarios, secundarios o universitarios) de la madre y el tipo de colegio (público o privado) al que asistía el participante.

El modo de desplazamiento al centro educativo se obtuvo aplicando un cuestionario en el que se preguntó a los participantes cuál era su modo habitual de ir al colegio, respondiendo una de las opciones siguientes: andar, bicicleta, coche, autobús o metro, motocicleta, otros medios. Además, se le preguntó por el tiempo que tardaban en realizar dicho trayecto.

El rendimiento cognitivo se midió aplicando la versión española de un test de habilidades educativas. Los participantes completaron este test estandarizado que mide la inteligencia y las habilidades básicas que tiene el sujeto para aprender. Este test evalúa el dominio del lenguaje, la velocidad a la hora de realizar operaciones matemáticas y la capacidad de razonamiento.

PLASTICIDAD CEREBRAL

Los investigadores afirman que, durante la adolescencia, «la plasticidad del cerebro es mayor que en ningún otro período de la vida, lo que hace que esta etapa sea la más indicada para estimular la función cognitiva».

Sin embargo, paradójicamente, la adolescencia es el período de la vida donde se produce una mayor caída de la actividad física, que resulta mucho más acusada en las chicas. Por lo tanto, a juicio de los autores de este trabajo, «los adolescentes inactivos podrían estar perdiendo un estímulo muy importante para mejorar su aprendizaje y rendimiento académico».

«Desplazarse andando al centro educativo es un hábito saludable y diario, que contribuye a que el adolescente sea más activo el resto del día y participe en actividades físicas y deportivas; esto produce un aumento de gasto energético y, en definitiva, un mejor estado de salud», afirman Palma Chillón Garzón, investigadora del departamento de Educación Física y Deportiva de la Universidad de Granada, y David Martínez Gómez, del departamento de Educación Física, Deporte y Motricidad Humana (Facultad de Formación de Profesorado y Educación) de la Universidad Autónoma de Madrid, participantes en este estudio.

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Las adolescentes que se desplazan andando al instituto tienen mejor rendimiento cognitivo

64949 Las adolescentes que van andando al instituto tienen un mejor rendimiento cognitivo que las que se desplazan en autobús o en coche. Además, aquellas que emplean más de 15 minutos en ir andando a su centro de estudios también presentan un mayor rendimiento cognitivo que las que viven más cerca y tardan menos tiempo en llegar andando.

Éstas son algunas de las conclusiones de una investigación cuyos resultados han sido publicados en la revista ‘Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine’. Este trabajo ha sido realizado en el marco del estudio nacional Avena (Alimentación y Valoración del Estado Nutricional del Adolescente), en el que participan la Universidad de Granada, la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de Zaragoza y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid.

Se trata de la primera investigación que se realiza a nivel internacional donde se relacionan ambos parámetros: el modo de desplazamiento al colegio y el rendimiento cognitivo.

Para llevar a cabo este trabajo, sus autores analizaron una muestra formada por 1.700 niños y niñas de entre 13 y 18 años (808 varones y 892 mujeres) de cinco ciudades españolas (Granada, Madrid, Murcia, Santander y Zaragoza).

Los investigadores estudiaron variables del modo de desplazamiento al centro educativo, de rendimiento cognitivo, variables antropométricas como el índice de masa corporal y el porcentaje de sobrepeso y obesidad, y el nivel de actividad física extracurricular de los participantes.

Además, se obtuvieron datos sobre el estatus socioeconómico familiar utilizando el nivel de estudios (primarios, secundarios o universitarios) de la madre y el tipo de colegio (público o privado) al que asistía el participante.

El modo de desplazamiento al centro educativo se obtuvo aplicando un cuestionario en el que se preguntó a los participantes cuál era su modo habitual de ir al colegio, respondiendo una de las opciones siguientes: andar, bicicleta, coche, autobús o metro, motocicleta, otros medios. Además, se le preguntó por el tiempo que tardaban en realizar dicho trayecto.

El rendimiento cognitivo se midió aplicando la versión española de un test de habilidades educativas. Los participantes completaron este test estandarizado que mide la inteligencia y las habilidades básicas que tiene el sujeto para aprender. Este test evalúa el dominio del lenguaje, la velocidad a la hora de realizar operaciones matemáticas y la capacidad de razonamiento.

PLASTICIDAD CEREBRAL

Los investigadores afirman que, durante la adolescencia, «la plasticidad del cerebro es mayor que en ningún otro período de la vida, lo que hace que esta etapa sea la más indicada para estimular la función cognitiva».

Sin embargo, paradójicamente, la adolescencia es el período de la vida donde se produce una mayor caída de la actividad física, que resulta mucho más acusada en las chicas. Por lo tanto, a juicio de los autores de este trabajo, «los adolescentes inactivos podrían estar perdiendo un estímulo muy importante para mejorar su aprendizaje y rendimiento académico».

«Desplazarse andando al centro educativo es un hábito saludable y diario, que contribuye a que el adolescente sea más activo el resto del día y participe en actividades físicas y deportivas; esto produce un aumento de gasto energético y, en definitiva, un mejor estado de salud», afirman Palma Chillón Garzón, investigadora del departamento de Educación Física y Deportiva de la Universidad de Granada, y David Martínez Gómez, del departamento de Educación Física, Deporte y Motricidad Humana (Facultad de Formación de Profesorado y Educación) de la Universidad Autónoma de Madrid, participantes en este estudio.

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Las adolescentes que se desplazan andando al instituto tienen mejor rendimiento cognitivo

64949 Las adolescentes que caminan al instituto tienen un mejor rendimiento cognitivo en clase que las que se desplazan en autobús o en coche. Además, aquellas que emplean más de 15 minutos en ir andando al cole también presentan un mayor rendimiento cognitivo que las que viven más cerca y tardan menos tiempo en llegar andando.

Éstas son algunas de las conclusiones de una investigación cuyos resultados han sido publicados en la revista «Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine». Este trabajo ha sido realizado en el marco del estudio nacional AVENA (Alimentación y Valoración del Estado Nutricional del Adolescente), en el que participan la Universidad de Granada, la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de Zaragoza y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, y supone la primera investigación que se realiza a nivel internacional donde se relacionan ambos parámetros: el modo de desplazamiento al colegio y el rendimiento cognitivo.

Para llevar a cabo este trabajo, sus autores analizaron una muestra formada por 1.700 niños y niñas de entre 13 y 18 años (808 varones y 892 mujeres) de cinco ciudades españolas (Granada, Madrid, Murcia, Santander y Zaragoza).

Los investigadores estudiaron variables del modo de desplazamiento al centro educativo, de rendimiento cognitivo, variables antropométricas como el índice de masa corporal y el porcentaje de sobrepeso y obesidad, y el nivel de actividad física extracurricular de los participantes. Además, se obtuvieron datos sobre el estatus socioeconómico familiar utilizando el nivel de estudios (primarios, secundarios o universitarios) de la madre y el tipo de colegio (público o privado) al que asistía el participante.

El modo de desplazamiento al centro educativo se obtuvo aplicando un cuestionario en el que se preguntó a los participantes cuál era su modo habitual de ir al colegio, respondiendo una de las opciones siguientes: andar, bicicleta, coche, autobús o metro, motocicleta, otros medios. Además, se le preguntó por el tiempo que tardaban en realizar dicho trayecto.

El rendimiento cognitivo se midió aplicando la versión española de un test de habilidades educativas. Los participantes completaron este test estandarizado que mide la inteligencia y las habilidades básicas que tiene el sujeto para aprender. Este test evalúa el dominio del lenguaje, la velocidad a la hora de realizar operaciones matemáticas y la capacidad de razonamiento.

Los investigadores afirman que, durante la adolescencia, «la plasticidad del cerebro es mayor que en ningún otro período de la vida, lo que hace que esta etapa sea la más indicada para estimular la función cognitiva». Sin embargo, paradójicamente, la adolescencia es el período de la vida donde se produce una mayor caída de la actividad física, que resulta mucho más acusada en las chicas. Por lo tanto, a juicio de los autores de este trabajo, «los adolescentes inactivos podrían estar perdiendo un estímulo muy importante para mejorar su aprendizaje y rendimiento académico».

«Desplazarse andando al centro educativo es un hábito saludable y diario, que contribuye a que el adolescente sea más activo el resto del día y participe en actividades físicas y deportivas; esto produce un aumento de gasto energético y, en definitiva, un mejor estado de salud», afirman Palma Chillón Garzón, investigadora del departamento de Educación Física y Deportiva de la Universidad de Granada, y David Martínez Gómez, del departamento de Educación Física, Deporte y Motricidad Humana (Facultad de Formación de Profesorado y Educación) de la Universidad Autónoma de Madrid, participantes en este estudio.

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Las adolescentes que se desplazan andando al instituto tienen mejor rendimiento cognitivo

64949 Las adolescentes que caminan al instituto tienen un mejor rendimiento cognitivo en clase que las que se desplazan en autobús o en coche. Además, aquellas que emplean más de 15 minutos en ir andando al cole también presentan un mayor rendimiento cognitivo que las que viven más cerca y tardan menos tiempo en llegar andando.

Éstas son algunas de las conclusiones de una investigación cuyos resultados han sido publicados en la revista «Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine». Este trabajo ha sido realizado en el marco del estudio nacional AVENA (Alimentación y Valoración del Estado Nutricional del Adolescente), en el que participan la Universidad de Granada, la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de Zaragoza y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, y supone la primera investigación que se realiza a nivel internacional donde se relacionan ambos parámetros: el modo de desplazamiento al colegio y el rendimiento cognitivo.

Para llevar a cabo este trabajo, sus autores analizaron una muestra formada por 1.700 niños y niñas de entre 13 y 18 años (808 varones y 892 mujeres) de cinco ciudades españolas (Granada, Madrid, Murcia, Santander y Zaragoza).

Los investigadores estudiaron variables del modo de desplazamiento al centro educativo, de rendimiento cognitivo, variables antropométricas como el índice de masa corporal y el porcentaje de sobrepeso y obesidad, y el nivel de actividad física extracurricular de los participantes. Además, se obtuvieron datos sobre el estatus socioeconómico familiar utilizando el nivel de estudios (primarios, secundarios o universitarios) de la madre y el tipo de colegio (público o privado) al que asistía el participante.

El modo de desplazamiento al centro educativo se obtuvo aplicando un cuestionario en el que se preguntó a los participantes cuál era su modo habitual de ir al colegio, respondiendo una de las opciones siguientes: andar, bicicleta, coche, autobús o metro, motocicleta, otros medios. Además, se le preguntó por el tiempo que tardaban en realizar dicho trayecto.

El rendimiento cognitivo se midió aplicando la versión española de un test de habilidades educativas. Los participantes completaron este test estandarizado que mide la inteligencia y las habilidades básicas que tiene el sujeto para aprender. Este test evalúa el dominio del lenguaje, la velocidad a la hora de realizar operaciones matemáticas y la capacidad de razonamiento.

Los investigadores afirman que, durante la adolescencia, «la plasticidad del cerebro es mayor que en ningún otro período de la vida, lo que hace que esta etapa sea la más indicada para estimular la función cognitiva». Sin embargo, paradójicamente, la adolescencia es el período de la vida donde se produce una mayor caída de la actividad física, que resulta mucho más acusada en las chicas. Por lo tanto, a juicio de los autores de este trabajo, «los adolescentes inactivos podrían estar perdiendo un estímulo muy importante para mejorar su aprendizaje y rendimiento académico».

«Desplazarse andando al centro educativo es un hábito saludable y diario, que contribuye a que el adolescente sea más activo el resto del día y participe en actividades físicas y deportivas; esto produce un aumento de gasto energético y, en definitiva, un mejor estado de salud», afirman Palma Chillón Garzón, investigadora del departamento de Educación Física y Deportiva de la Universidad de Granada, y David Martínez Gómez, del departamento de Educación Física, Deporte y Motricidad Humana (Facultad de Formación de Profesorado y Educación) de la Universidad Autónoma de Madrid, participantes en este estudio.

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Proponen crear un observatorio internacional sobre tráfico de menores

La Organización Médica Colegial ha propuesto a los representantes del Foro Iberoamericano de Entidades Médicas (FIEM) la creación de un observatorio profesional para hacer un estudio y seguimiento internacional de tráfico de menores y adopciones ilegales.
La propuesta se incluye en la declaración sobre el tráfico de menores, adopciones ilegales y su prevención que la organización médica ha suscrito en el IV encuentro de este colectivo, en el que ha participado el director del Laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de Granada y promotor del proyecto DNA-Prokids, José Antonio Lorente.
Impulsado por la Universidad de Granada, el proyecto DNA-Prokids nació en 2004 con el objetivo de luchar contra el tráfico de seres humanos, especialmente de niños, a través de la identificación genética.
La declaración suscrita por la Organización Médica Colegial parte del rechazo del colectivo médico a este problema y del compromiso de los profesionales para informar y advertir a las familias de la existencia de redes criminales de adopción y tráfico de menores y de denunciar cualquier acción sospechosa de estar relacionada con actividades criminales de tráfico o adopción ilegal de menores.
La propuesta para la creación de un observatorio profesional que haga un estudio y seguimiento internacional de tráfico de menores y adopciones ilegales ha partido de Lorente, que es también vicepresidente del colegio de médicos de Granada, durante su intervención en el encuentro.
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Proponen crear un observatorio internacional sobre tráfico de menores

La Organización Médica Colegial ha propuesto a los representantes del Foro Iberoamericano de Entidades Médicas (FIEM) la creación de un observatorio profesional para hacer un estudio y seguimiento internacional de tráfico de menores y adopciones ilegales.
La propuesta se incluye en la declaración sobre el tráfico de menores, adopciones ilegales y su prevención que la organización médica ha suscrito en el IV encuentro de este colectivo, en el que ha participado el director del Laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de Granada y promotor del proyecto DNA-Prokids, José Antonio Lorente.
Impulsado por la Universidad de Granada, el proyecto DNA-Prokids nació en 2004 con el objetivo de luchar contra el tráfico de seres humanos, especialmente de niños, a través de la identificación genética.
La declaración suscrita por la Organización Médica Colegial parte del rechazo del colectivo médico a este problema y del compromiso de los profesionales para informar y advertir a las familias de la existencia de redes criminales de adopción y tráfico de menores y de denunciar cualquier acción sospechosa de estar relacionada con actividades criminales de tráfico o adopción ilegal de menores.
La propuesta para la creación de un observatorio profesional que haga un estudio y seguimiento internacional de tráfico de menores y adopciones ilegales ha partido de Lorente, que es también vicepresidente del colegio de médicos de Granada, durante su intervención en el encuentro.
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Sensores a la carta para detectar alimentos intoxicados

En la actualidad se realizan infinidad de controles analíticos para el diagnóstico de enfermedades, el control de tóxicos en seguridad alimentaria, controles agrícolas, controles analíticos en procesos farmacéuticos, controles de drogas… Todo ello con técnicas analíticas convencionales que, en general, requieren de sofisticados equipos de alto coste y de personal especializado. 

Es esta realidad la que está en el origen de Laimat, una spin off de la Universidad de Granada fundada en 2006, que ha desarrollado una nueva tecnología basada en el uso de sensores electroquímicos para la detección de estas sustancias y que pueden aplicarse a la salud alimentaria, la toxicología clínica, y la medicina legal y forense, entre otros campos.

La fundadora de la empresa, Josefina Pedrajas, doctora en Química con experiencia en la universidad, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la empresa privada, explica que el objetivo de esta línea, patentada en colaboración con el CSIC, es obtener sensores a la carta que sean sencillos, rápidos, baratos y que ofrezcan más información que los existentes.

En concreto, el material funciona al ser depositado sobre un soporte conductor, a modo de sonda sumergible, capaz de medir y ofrecer una lectura inmediata. «Son herramientas de análisis rápidas, fáciles de usar, ligeras, transportables, baratas, lo que permitiría evitar de forma rápida y fiable alimentos intoxicados o adulterados mediante el uso de tóxicos, antibióticos y plaguicidas, con lo que podemos agilizar los procesos, evitar alarmas sociales y reducir costes», añade Pedrajas.

Como primera aplicación, el material permite su uso como marcador de enfermedades y para tóxicos en alimentos. De hecho, el producto que Laimat tiene más avanzado es la detección de histaminas en pescado. La línea, que se está validando internamente, estaría terminada a falta de encontrar socios industriales, alianzas con firmas que permitan el salto de Laimat al mercado.

Pero los sensores no tienen como fin únicamente la salud alimentaria, sino que podría aplicarse a la detección de drogas y fármacos proporcionando un mayor margen de actuación en casos de intoxicación, sobredosis, control antidopaje, aduanas, etc; detección del inicio de ciertas enfermedades para su diagnóstico precoz, o detección in situ de microcontaminates en aguas potables y residuales.

Al margen del desarrollo de los sensores, la empresa granadina, especializada en nanotecnología y materiales, trabaja actualmente en el desarrollo de micro/nanopartículas para medicamentos, productos químicos, textiles y nuevos materiales.

A este respecto, Pedrajas indica que el primer desarrollo de esta línea se basa en partículas que se incorporan como ingredientes en la mejora de asfaltos y hormigón, con el fin de hacerlos más duraderos y estables. Para ello, Laimat forma parte de un proyecto Cenit junto a la Universidad de Granada, Acciona y Repsol. «El proyecto se encuentra en una fase anterior que el de los sensores, pero ya contamos con la tecnología para fabricar esas micropartículas que podemos aplicar a ingredientes funcionales, cosmética y fármacos», indica la fundadora de la firma.

Como en el caso de los sensores, la empresa se ha centrado durante la primera etapa en el desarrollo del proyecto. «Hemos dedicado los primeros años a la puesta en marcha de líneas propias y a la prestación de servicios de I+D a otras empresas, ahora afrontamos la segunda fase, la comercialización de los resultados, pasar del laboratorio al mercado», señala Josefina Pedrajas, que apunta que la estrategia pasaría por alianzas con fabricantes industriales con el fin de finalizar el desarrollo y llegar al mercado.

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Sensores a la carta para detectar alimentos intoxicados

En la actualidad se realizan infinidad de controles analíticos para el diagnóstico de enfermedades, el control de tóxicos en seguridad alimentaria, controles agrícolas, controles analíticos en procesos farmacéuticos, controles de drogas… Todo ello con técnicas analíticas convencionales que, en general, requieren de sofisticados equipos de alto coste y de personal especializado. 

Es esta realidad la que está en el origen de Laimat, una spin off de la Universidad de Granada fundada en 2006, que ha desarrollado una nueva tecnología basada en el uso de sensores electroquímicos para la detección de estas sustancias y que pueden aplicarse a la salud alimentaria, la toxicología clínica, y la medicina legal y forense, entre otros campos.

La fundadora de la empresa, Josefina Pedrajas, doctora en Química con experiencia en la universidad, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la empresa privada, explica que el objetivo de esta línea, patentada en colaboración con el CSIC, es obtener sensores a la carta que sean sencillos, rápidos, baratos y que ofrezcan más información que los existentes.

En concreto, el material funciona al ser depositado sobre un soporte conductor, a modo de sonda sumergible, capaz de medir y ofrecer una lectura inmediata. «Son herramientas de análisis rápidas, fáciles de usar, ligeras, transportables, baratas, lo que permitiría evitar de forma rápida y fiable alimentos intoxicados o adulterados mediante el uso de tóxicos, antibióticos y plaguicidas, con lo que podemos agilizar los procesos, evitar alarmas sociales y reducir costes», añade Pedrajas.

Como primera aplicación, el material permite su uso como marcador de enfermedades y para tóxicos en alimentos. De hecho, el producto que Laimat tiene más avanzado es la detección de histaminas en pescado. La línea, que se está validando internamente, estaría terminada a falta de encontrar socios industriales, alianzas con firmas que permitan el salto de Laimat al mercado.

Pero los sensores no tienen como fin únicamente la salud alimentaria, sino que podría aplicarse a la detección de drogas y fármacos proporcionando un mayor margen de actuación en casos de intoxicación, sobredosis, control antidopaje, aduanas, etc; detección del inicio de ciertas enfermedades para su diagnóstico precoz, o detección in situ de microcontaminates en aguas potables y residuales.

Al margen del desarrollo de los sensores, la empresa granadina, especializada en nanotecnología y materiales, trabaja actualmente en el desarrollo de micro/nanopartículas para medicamentos, productos químicos, textiles y nuevos materiales.

A este respecto, Pedrajas indica que el primer desarrollo de esta línea se basa en partículas que se incorporan como ingredientes en la mejora de asfaltos y hormigón, con el fin de hacerlos más duraderos y estables. Para ello, Laimat forma parte de un proyecto Cenit junto a la Universidad de Granada, Acciona y Repsol. «El proyecto se encuentra en una fase anterior que el de los sensores, pero ya contamos con la tecnología para fabricar esas micropartículas que podemos aplicar a ingredientes funcionales, cosmética y fármacos», indica la fundadora de la firma.

Como en el caso de los sensores, la empresa se ha centrado durante la primera etapa en el desarrollo del proyecto. «Hemos dedicado los primeros años a la puesta en marcha de líneas propias y a la prestación de servicios de I+D a otras empresas, ahora afrontamos la segunda fase, la comercialización de los resultados, pasar del laboratorio al mercado», señala Josefina Pedrajas, que apunta que la estrategia pasaría por alianzas con fabricantes industriales con el fin de finalizar el desarrollo y llegar al mercado.

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Las adolescentes que se desplazan andando al instituto tienen un mejor rendimiento cognitivo que las que lo hacen en autobús o en coche

64949 Las adolescentes que van andando al instituto tienen un mejor rendimiento cognitivo que las que se desplazan en autobús o en coche. Además, aquellas que emplean más de 15 minutos en ir andando al ‘cole’ también presentan un mayor rendimiento cognitivo que las que viven más cerca y tardan menos tiempo en llegar andando.

Éstas son algunas de las conclusiones de una investigación cuyos resultados han sido publicados en la revista Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine. Este trabajo ha sido realizado en el marco del estudio nacional AVENA (Alimentación y Valoración del Estado Nutricional del Adolescente), en el que participan la Universidad de Granada, la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de Zaragoza y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, y supone la primera investigación que se realiza a nivel internacional donde se relacionan ambos parámetros: el modo de desplazamiento al colegio y el rendimiento cognitivo.

Para llevar a cabo este trabajo, sus autores analizaron una muestra formada por 1.700 niños y niñas de entre 13 y 18 años (808 varones y 892 mujeres) de cinco ciudades españolas (Granada, Madrid, Murcia, Santander y Zaragoza).

Los investigadores estudiaron variables del modo de desplazamiento al centro educativo, de rendimiento cognitivo, variables antropométricas como el índice de masa corporal y el porcentaje de sobrepeso y obesidad, y el nivel de actividad física extracurricular de los participantes. Además, se obtuvieron datos sobre el estatus socioeconómico familiar utilizando el nivel de estudios (primarios, secundarios o universitarios) de la madre y el tipo de colegio (público o privado) al que asistía el participante.

El modo de desplazamiento al centro educativo se obtuvo aplicando un cuestionario en el que se preguntó a los participantes cuál era su modo habitual de ir al colegio, respondiendo una de las opciones siguientes: andar, bicicleta, coche, autobús o metro, motocicleta, otros medios. Además, se le preguntó por el tiempo que tardaban en realizar dicho trayecto.

El rendimiento cognitivo se midió aplicando la versión española de un test de habilidades educativas. Los participantes completaron este test estandarizado que mide la inteligencia y las habilidades básicas que tiene el sujeto para aprender. Este test evalúa el dominio del lenguaje, la velocidad a la hora de realizar operaciones matemáticas y la capacidad de razonamiento.

En la adolescencia, la plasticidad del cerebro es mayor
Los investigadores afirman que, durante la adolescencia, «la plasticidad del cerebro es mayor que en ningún otro período de la vida, lo que hace que esta etapa sea la más indicada para estimular la función cognitiva». Sin embargo, paradójicamente, la adolescencia es el período de la vida donde se produce una mayor caída de la actividad física, que resulta mucho más acusada en las chicas. Por lo tanto, a juicio de los autores de este trabajo, «los adolescentes inactivos podrían estar perdiendo un estímulo muy importante para mejorar su aprendizaje y rendimiento académico».

«Desplazarse andando al centro educativo es un hábito saludable y diario, que contribuye a que el adolescente sea más activo el resto del día y participe en actividades físicas y deportivas; esto produce un aumento de gasto energético y, en definitiva, un mejor estado de salud», afirman Palma Chillón Garzón, investigadora del departamento de Educación Física y Deportiva de la Universidad de Granada, y David Martínez Gómez, del departamento de Educación Física, Deporte y Motricidad Humana (Facultad de Formación de Profesorado y Educación) de la Universidad Autónoma de Madrid, participantes en este estudio.

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