Los decanos de Medicina de la Universidad de Valencia, la Universidad de Navarra, la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad de Granada hablan sobre el presente y futuro de los médicos.
Si el prestigioso médico español Gregorio Marañón (1887-1960) levantara la cabeza y viera qué está ocurriendo en el hospital más popular de Madrid, que lleva su nombre, procuraría diagnosticar lo sucedido para solucionarlo cuanto antes. Si la levantara más y observara la situación del resto de centros sanitarios, quizás formularía la receta perfecta para combatir la crisis de la manera menos perjudicial.
Al margen de las consideraciones de Marañón, ficticias de cabo a rabo, permanecen las estampas: la situación de la Sanidad en nuestro país ha empeorado tras el lanzamiento el pasado mes de abril de un paquete de medidas por parte del Gobierno con las que se pretende ahorrar 7.000 millones euros.
Batas blancas en la calle contra la privatización de la sanidad; servicios mínimos en los centros de Salud; copago sanitario, o lo que es lo mismo, 1 euro por receta; cierre de hospitales en distintas comunidades autónomas; supresión del derecho que tenían los inmigrantes sin papeles a ser atendidos por la sanidad pública; suspensión de las urgencias nocturnas de 21 pueblos de Castilla La Mancha; reducción de sueldos… Toda esta retahíla de sucesos se ha fraguado en menos de un año.
Hasta ahora, la universidad española no se había pronunciado. El próximo 23 de febrero se espera que decanos y estudiantes estén presentes en la manifestación convocada por el Foro de la Profesión Médica. Solo desfilará una única pancarta con el lema «En defensa de nuestro Sistema Nacional de Salud» que también aglutinará a sindicatos, colegios profesionales y sociedades científicas para expresar «su hartazgo» ante el impacto de las medidas económicas en el colectivo médico.
Aunque no está en manos de las facultades de Medicina solucionar la actual crisis sanitaria –como nos aclara Jorge Iriarte, decano de esta escuela de la Universidad de Navarra–, la voz y voto de esta institución es importante. Los estudiantes de Medicina van a ser víctimas de las medidas aprobadas por las consiguientes reformas en la Sanidad y la universidad se tiene y debe adaptar a este cambio.
La revisión del nuevo proyecto de troncalidad que supone un giro en la formación de los residentes MIR, la adaptación del número de estudiantes a la demanda que existe en la actualidad y la excesiva homologación de los títulos de extranjeros que disminuyen las oportunidades de trabajo de los jóvenes españoles en la región, son tres de las preocupaciones que tienen sobre la mesa Iriarte y sus compañeros, los decanos de la Universidad de Valencia, la Universidad de Granada y la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), que han accedido a exponer su versión sobre la crisis actual y el futuro de la profesión en Aula Abierta.
La crisis en el campus
En julio del año pasado el QS World University Rankings publicó el ranking de las mejores facultades de Medicina del mundo. Entre las 150 primeras se sitúan tres facultades españolas. «Nuestro estudiantes están muy bien valorados fuera de España. También es indicativo de nuestro prestigio que estudiantes de otros países soliciten estudiar en nuestras facultades y sean cada vez más», explica Indalecio Sánchez-Montesinos, el responsable de Medicina de la Universidad de Granada.
A pesar del ‘caché’ de la formación médica en nuestro país «nuestros estudiantes se enfrentan a un futuro incierto siendo, sin embargo, la generación mejor preparada de la historia», denuncia Juan Antonio Vargas Núñez, decano de la UAM.
Uno de los problemas es la excesiva homologación de los títulos de extranjeros, que disminuyen sus oportunidades de trabajo. «Durante más de diez años se ha permitido la entrada de médicos de otros países –normalmente profesionales con escasa cualificación– convalidando los estudios sin una política dirigida. En cambio en Reino Unido se establecieron políticas específicas de profesionales médicos muy cualificados y se quedaron con los buenos expedientes que venían de fuera», aclara Federico Pallardó, decano de la facultad valenciana.
‘Boom’ de facultades
Otra realidad que destapan los decanos es que en los últimos años se han incrementado el número de centros que imparten esta titulación. «Somos uno de los países del mundo con más facultades de Medicina así que el futuro es médicos en paro», puntualiza Pallardó. A esta afirmación Vargas Núñez comenta que «hemos pasado de 28 a 40 facultades, lo que provocará que dentro de unos años tengamos unas promociones de alrededor de 7.000 egresados. Sin embargo, las plazas de MIR son inferiores lo que conllevará de forma progresiva el incremento de médicos no especialistas, situación que ya ocurrió en los años 80 y que muchos compañeros de mi generación sufrimos. Es necesario y obligatorio ajustar el número».
Por ello, el decano de la Unav exige un estudio riguroso sobre el número de médicos que deben formarse anualmente en nuestro país. Junto a su petición expone una de las consecuencias: «Con este panorama, hay buenos estudiantes que al acabar sus estudios se trasladan a otros países a realizar la especialización y continuar allí su carrera profesional. Noruega, Finlandia, Holanda, Suiza, Alemania, Inglaterra además de Estados Unidos, son algunos países de destino».
Según la Organización Médica Colegial (OMC) más de 2.400 profesionales abandonaron el país en 2012. «La realidad es que un país como el nuestro que dedica una gran cantidad de dinero a la formación de de médicos, no puede permitirse el lujo de dejarles marchar», sentencia el responsable de la UAM.
Los residentes MIR
En la actualidad, también está en la palestra el MIR (programa de formación para licenciados en medicina en España, previo a conseguir un título de especialista). Aunque ninguno de los decanos cree que corre peligro, están a la espera de la aprobación del proyecto de ley de troncalidad, que disminuiría el tiempo dedicado a la formación concreta de la propia especialidad.
«Hay especialidades que prefieren este sistema pero la mayoría, no. En un momento tan difícil como el actual, contando con un sistema que funciona bien, habría que estudiar muy bien la oportunidad de cambios tan notables», explica Uriarte, quien continúa «esto puede plantear problemas para cubrir la formación en especialidades, especialmente en algunas quirúrgicas».
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