Melilla Hoy

Pág. 11: El INGESA y la UGR desarrollan el convenio para formar a los alumnos de Enfermería

Pág. 13: La memoria con las necesidades para las nuevas carreras estará lista en diciembre

A partir de la semana próxima, empieza ‘lo contundente’ de las obras del campus

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Ideal

Pág. 2: EL PERSONAJE. Aurelio Ureña

Pág. 18: CANDANCHÚ DE LA VEGA

Pág. 68 – Deportes: Condenados antes del descanso

Pág. 71 – Deportes: La buena defensa impulsa al ‘Raca’

Pág. 72 – Deportes: El Universidad doblega al líder

Los universitarios conquistan los triunfos a pares en tierras madrileñas

Pág. 82: Concierto para La Herradura

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Granada Hoy

Pág. 3 – Opinión: ‘UGR sin turrón’

Pág. 21: Militares, constituciones y política

Pág. 12 – Deportes: Un cero que duele bastante

Superioridad universitaria ante un líder sorprendido

Pág. 20 – Deportes: Las de Fran Santos se crecen en Madrid

Las colegiales ganan su primer partido

El Universidad se coloca líder de la categoría ante un hueso duro

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La nariz nos delata como a Pinocho

La historia de Pinocho, el muñeco al que le crece la nariz cuando miente, puede no ser sólo una historia de ficción. La nariz sí nos delata.
Dos científicos de la Universidad de Granada, en España, revelaron lo que denominaron «el efecto Pinocho»: cuando una persona no dice la verdad, la temperatura de la punta de su nariz aumenta o disminuye.
Contenido relacionado
Desmienten la teoría de que la mentira se ve en la mirada
La colombiana que trabaja descubriendo mentiras
El lado bueno de mentir
Para llegar a esa conclusión, los dos expertos aplicaron la termografía -una técnica para detectar la temperatura de los cuerpos- al ámbito de la sicología.
«Si realizamos un gran esfuerzo mental, desciende la temperatura en nuestra nariz, y ante un ataque de ansiedad, se produce una subida general de la temperatura facial», explican en el informe.
Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López, los dos investigadores españoles del departamento de sicología experimental de la Universidad de Granada, también encontraron que al mentir aumenta la temperatura corporal en la zona del músculo orbital, situado en la esquina interna del ojo.
Los hallazgos «nos permiten conocer un poco mejor cómo somos y cómo son las emociones complejas», le dijo a BBC Mundo Elvira Salazar.
Y agrega: «Imagínese que ante la situación que atraviesa España pudiéramos saber si es cierto cuando un político dice ‘yo creo en España, yo creo que vamos a salir de la crisis’.
clic Lea también: con la nueva tecnología, el mentiroso cae por su cara
Sentimientos viscerales
La Universidad de Granada explica que la termografía se utiliza normalmente en áreas como la construcción, la medicina y las investigaciones militares.
En este último caso ha sido utilizada para detectar enemigos a través de lo que se conoce como visión nocturna.
«Imagínese que ante la situación que atraviesa España pudiéramos saber si es cierto cuando un político dice ‘yo creo en España, yo creo que vamos a salir de la crisis’.»
Elvira Salazar, Universidad de Granada
Pero Gómez y Salazar decidieron utilizar esta técnica en asuntos relacionados con la sicología y concluyeron en su informe que «ante situaciones en las que un sujeto realiza un esfuerzo mental (enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre hechos), se producen cambios térmicos faciales».
Así, explican, «cuando mentimos sobre nuestros sentimientos, estos cambios térmicos se producen en la nariz».
Pero Salazar cuenta que, además del cambio de temperatura, también hay un efecto cerebral.
«La ínsula, que es un área cerebral vinculada a nuestro ‘yo’ más auténtico, se activa cuando estamos hablando de manera cierta sobre nuestros sentimientos».
Sin embargo, cuando no hay sentimientos reales, ésta no se activa.

Emilio Gómez y Elvira Salazar estuvieron a cargo de la investigación.
«A más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa», dice el estudio.
En diálogo con BBC Mundo, Salazar ilustra los posibles usos de la técnica con un ejemplo cotidiano.
«La unión de ese correlato cerebral y la bajada de la temperatura de la punta de la nariz realmente nos permitiría saber si cuando nos dicen ‘sí, yo creo que España va a salir de esta crisis’ nos están diciendo la verdad», concluye la científica.
Sin embargo, Salazar reconoce que todavía es muy temprano para pensar en la aplicación concreta de su estudio.
Flamenco y temperatura
Según los dos científicos, la temperatura corporal no sólo cambia cuando mentimos.
El ejercicio aeróbico y distintos tipos de baile tienen sus propias huellas térmicas, es decir, patrones corporales específicos de cambio de temperatura.
Por ejemplo, «cuando una persona baila flamenco desciende la temperatura de los glúteos y aumenta la de los antebrazos», explica Salazar en su análisis.
La termografía también sirve, según los expertos, para evaluar las emociones, determinar el patrón corporal de grasa y determinar el contagio emocional.

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La nariz nos delata como a Pinocho

La historia de Pinocho, el muñeco al que le crece la nariz cuando miente, puede no ser sólo una historia de ficción. La nariz sí nos delata.
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Para llegar a esa conclusión, los dos expertos aplicaron la termografía -una técnica para detectar la temperatura de los cuerpos- al ámbito de la sicología.
«Si realizamos un gran esfuerzo mental, desciende la temperatura en nuestra nariz, y ante un ataque de ansiedad, se produce una subida general de la temperatura facial», explican en el informe.
Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López, los dos investigadores españoles del departamento de sicología experimental de la Universidad de Granada, también encontraron que al mentir aumenta la temperatura corporal en la zona del músculo orbital, situado en la esquina interna del ojo.
Los hallazgos «nos permiten conocer un poco mejor cómo somos y cómo son las emociones complejas», le dijo a BBC Mundo Elvira Salazar.
Y agrega: «Imagínese que ante la situación que atraviesa España pudiéramos saber si es cierto cuando un político dice ‘yo creo en España, yo creo que vamos a salir de la crisis’.
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Sentimientos viscerales
La Universidad de Granada explica que la termografía se utiliza normalmente en áreas como la construcción, la medicina y las investigaciones militares.
En este último caso ha sido utilizada para detectar enemigos a través de lo que se conoce como visión nocturna.
«Imagínese que ante la situación que atraviesa España pudiéramos saber si es cierto cuando un político dice ‘yo creo en España, yo creo que vamos a salir de la crisis’.»
Elvira Salazar, Universidad de Granada
Pero Gómez y Salazar decidieron utilizar esta técnica en asuntos relacionados con la sicología y concluyeron en su informe que «ante situaciones en las que un sujeto realiza un esfuerzo mental (enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre hechos), se producen cambios térmicos faciales».
Así, explican, «cuando mentimos sobre nuestros sentimientos, estos cambios térmicos se producen en la nariz».
Pero Salazar cuenta que, además del cambio de temperatura, también hay un efecto cerebral.
«La ínsula, que es un área cerebral vinculada a nuestro ‘yo’ más auténtico, se activa cuando estamos hablando de manera cierta sobre nuestros sentimientos».
Sin embargo, cuando no hay sentimientos reales, ésta no se activa.

Emilio Gómez y Elvira Salazar estuvieron a cargo de la investigación.
«A más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa», dice el estudio.
En diálogo con BBC Mundo, Salazar ilustra los posibles usos de la técnica con un ejemplo cotidiano.
«La unión de ese correlato cerebral y la bajada de la temperatura de la punta de la nariz realmente nos permitiría saber si cuando nos dicen ‘sí, yo creo que España va a salir de esta crisis’ nos están diciendo la verdad», concluye la científica.
Sin embargo, Salazar reconoce que todavía es muy temprano para pensar en la aplicación concreta de su estudio.
Flamenco y temperatura
Según los dos científicos, la temperatura corporal no sólo cambia cuando mentimos.
El ejercicio aeróbico y distintos tipos de baile tienen sus propias huellas térmicas, es decir, patrones corporales específicos de cambio de temperatura.
Por ejemplo, «cuando una persona baila flamenco desciende la temperatura de los glúteos y aumenta la de los antebrazos», explica Salazar en su análisis.
La termografía también sirve, según los expertos, para evaluar las emociones, determinar el patrón corporal de grasa y determinar el contagio emocional.

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Demuestran el efecto Pinocho:cambia la temperatura de la nariz del que miente

Científicos de la Universidad de Granada han aplicado por primera vez la termografía al ámbito de la psicología en un trabajo de investigación que ha corroborado el denominado ‘efecto Pinocho’, según el cual cuando alguien miente cambia la temperatura de la punta de su nariz.

El estudio, llevado a cabo por Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López, revela igualmente que al mentir aumenta la temperatura corporal en la zona del músculo orbital, en la esquina interna del ojo.

La investigación, basada en la termografía y dada hoy a conocer por la Universidad de Granada, corrobora que ante un gran esfuerzo mental desciende la temperatura de la nariz y ante un ataque de ansiedad se produce una subida general de la temperatura facial.

Se trata, según sus impulsores, de una investigación pionera sobre termografía que ha descubierto nuevas aplicaciones de esta sugerente técnica.

La termografía es una técnica basada en la detección de la temperatura de los cuerpos que se aplica a multitud de áreas como la industria, la construcción o la medicina.

Las cámaras termográficas se emplean para cuestiones tan distintas como medir con exactitud la pérdida de energía de los edificios o como indicador de enfermedades respiratorias en animales bovinos o de la rabia en mapaches.

Fue en el siglo XX cuando la termografía experimentó su mayor desarrollo tras la Segunda Guerra Mundial, con el impulso de las investigaciones militares para detectar al enemigo (visión nocturna) que llevaban a cabo en el ejército de Estados Unidos.

El principal descubrimiento de este estudio es que ante situaciones en las que alguien realiza un esfuerzo mental (enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre determinados hechos) se producen cambios térmicos faciales.

Así, cuando alguien miente sobre sus sentimientos, se activa en el cerebro una estructura denominada ‘ínsula’ que forma parte del sistema de recompensa cerebral si hay sentimientos reales (llamados ‘cualias’), pero no se activa cuando no los hay.

‘La ínsula interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal, de manera que hay una gran correlación negativa entre la actividad de esta estructura y la magnitud del cambio térmico: a más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa’, explican.

Pero los investigadores también han obtenido huellas térmicas (patrones corporales de cambio de temperatura específicos) del ejercicio aeróbico y de distintos tipos de baile como el ballet.

Por ejemplo, cuando una persona baila flamenco desciende la temperatura de los glúteos y aumenta la de los antebrazos, según Salazar, que explica que ésa es la huella térmica del flamenco, aunque cada tipo de danza tiene la suya propia.

Los científicos han demostrado que la detección de asimetrías de temperatura entre ambos lados del cuerpo y de cambios locales de la temperatura se relaciona, además de con el estado físico, con el estado mental y emocional de la persona.

Además, la termografía sirve para evaluar las emociones y para determinar el contagio emocional.

Por ejemplo, si alguien con una empatía muy alta ve a otra persona sufrir mediante descargas eléctricas en el antebrazo, se contagia y aumenta la temperatura de su antebrazo.

Al aplicar por primera vez la técnica de la termografía al ámbito de la Psicología, los investigadores han demostrado también que, a nivel fisiológico, hombres y mujeres se excitan por igual, aunque subjetivamente ellas indiquen no estarlo o estarlo menos.

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Descubren el ‘efecto Pinocho’: la nariz se recalienta al mentir

La historia de Pinocho no miente: el acto de faltar a la verdad se nota sobre todo en la nariz. Pero no porque el apéndice nasal crezca, como sucedía en la historia de Carlo Collodi, sino porque se recalienta cuando se dicen mentiras.

Así lo demuestra un estudio termográfico realizado por científicos españoles, que por primera vez aplicó la termografía al ámbito de la psicología para corroborar más de una idea instalada en el saber popular: entre ellas, la de que la excitación sexual hace que el cuerpo se caliente, tanto en hombres como en mujeres (aunque ellas lo reconozcan menos que ellos). Y que una situación vergonzosa eleva la temperatura del rostro.

EL ESTUDIO

El estudio fue difundido por científicos de la Universidad de Granada quienes dieron por corroborado el «efecto Pinocho»: decir mentiras hace que suba la temperatura en la punta de la nariz. Mientras tanto, paralelamente, el acto de mentir hace que se eleve la temperatura del músculo orbital, en la esquina interna del ojo.

Según explicaron Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López, autores del trabajo, cuando alguien miente se activa en el cerebro una estructura denominada ínsula que interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal.

Pero los investigadores obtuvieron, además, «huellas térmicas» (patrones corporales de cambios de temperatura específicos), frente a otras actividades, como realizar un gran esfuerzo mental, excitarse sexualmente, sentirse avergonzado o bailar determinado tipo de danzas.

Así, la investigación indica que cuando alguien desarrolla un gran esfuerzo mental, eso se nota también en la punta de la nariz, donde se produce una caída abrupta de la temperatura.

Por el contrario, la temperatura facial sube ante situaciones de ansiedad o vergonzantes.

Del trabajo se desprende que la expresión popular «calentarse» cuando se refiere a la excitación sexual no es desacertada: así, los investigadores pudieron comprobar que tanto los hombres como las mujeres registran incrementos de la temperatura pectoral y genital ante una situación erótica.

Del mismo modo, estudiaron la reacción del organismo ante distintos tipos de baile y la actividad aeróbica, determinando que cada una de esas acciones tiene su correlato en cambios de temperatura específicos registrados en alguna parte del cuerpo.

Así, por ejemplo, cuando una persona baila flamenco (uno de los ritmos estudiados por los expertos) baja la temperatura de los glúteos y sube la de los antebrazos.

Salazar explicó, en ese sentido, que a partir de el estudio logró determinarse la «huella térmica» del flamenco y del ballet, aunque dejó en claro que cada danza tiene su propia marca térmica, provocando distintos cambios de temperatura en el cuerpo.

La investigación es pionera en su tipo: según destacan sus autores, es la primera vez que se aplicó esta técnica al estudio de las emociones.

TERMOGRAFIA

La termografía es una técnica que se basa en la detección de la temperatura de los cuerpos que actualmente se aplica a muchas áreas, tales como la industria, la medicina o la construcción. La originalidad del estudio difundido ayer radica en que por primera vez se aplica a la psicología.

Más común es el uso de esta técnica para estudiar cuestiones tales como la exactitud de la pérdida de energía de los edificios o como indicador de enfermedades respiratorias en animales.

Los investigadores indicaron, asimismo, que las detección de asimetrías de temperatura entre ambos lados del cuerpo y de cambios locales de temperatura se relaciona con el estado físico de las personas, pero también con su estado mental y emocional.

Además de hacer el mapa de las temperaturas corporales del flamenco, los estudiosos aplicaron la técnica a quienes practican aerobismo, detectando para cada una de esas actividades una huella térmica distintiva.

Los científicos subrayaron que la termografía también permite evaluar las emociones y determinar el contagio emocional.

Así, si una persona con una empatía muy alta ve que a otra persona le aplican descargas eléctricas en el brazo se contagia y aumenta la temperatura de esa región de su anatomía.

La investigación representa una vuelta de tuerca a una disciplina (la termografía), que experimentó su mayor desarrollo durante el siglo XX, tras la segunda guerra mundial, con el impulso de investigaciones militares orientadas a detectar a los enemigos, tales como la visión nocturna, que fueron desarrolladas por el ejército de los Estados Unidos.

A partir de entonces las cámaras termográficas fueron empleadas en múltiples usos hasta llegar a la aplicación novedosa propuesta por el estudio de los investigadores españoles.

APLICACIONES

Pero el nuevo estudio abre las puertas para nuevas aplicaciones de esta técnica, sobre todo en el campo de la salud, según destacaron los expertos de la universidad de Granada.

Así, se podría utilizar para determinar el patrón de grasa corporal , algo que resultaría de una gran utilidad para aplicar en tratamientos para adelgazar.

Por otra parte, otro de los campos posibles que abre la investigación es el de aplicar la termografía a programas de entrenamiento físico, generando la huella térmica de distintas actividades y deportes.

Asimismo, el método podría ser aplicado para estudiar cambios en la temperatura en personas afectadas por distintas dolencias, entre ellas los celíacos o los que padecen anorexia.

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Así lo demuestra un estudio termográfico realizado por científicos españoles, que por primera vez aplicó la termografía al ámbito de la psicología para corroborar más de una idea instalada en el saber popular: entre ellas, la de que la excitación sexual hace que el cuerpo se caliente, tanto en hombres como en mujeres (aunque ellas lo reconozcan menos que ellos). Y que una situación vergonzosa eleva la temperatura del rostro.

EL ESTUDIO

El estudio fue difundido por científicos de la Universidad de Granada quienes dieron por corroborado el «efecto Pinocho»: decir mentiras hace que suba la temperatura en la punta de la nariz. Mientras tanto, paralelamente, el acto de mentir hace que se eleve la temperatura del músculo orbital, en la esquina interna del ojo.

Según explicaron Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López, autores del trabajo, cuando alguien miente se activa en el cerebro una estructura denominada ínsula que interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal.

Pero los investigadores obtuvieron, además, «huellas térmicas» (patrones corporales de cambios de temperatura específicos), frente a otras actividades, como realizar un gran esfuerzo mental, excitarse sexualmente, sentirse avergonzado o bailar determinado tipo de danzas.

Así, la investigación indica que cuando alguien desarrolla un gran esfuerzo mental, eso se nota también en la punta de la nariz, donde se produce una caída abrupta de la temperatura.

Por el contrario, la temperatura facial sube ante situaciones de ansiedad o vergonzantes.

Del trabajo se desprende que la expresión popular «calentarse» cuando se refiere a la excitación sexual no es desacertada: así, los investigadores pudieron comprobar que tanto los hombres como las mujeres registran incrementos de la temperatura pectoral y genital ante una situación erótica.

Del mismo modo, estudiaron la reacción del organismo ante distintos tipos de baile y la actividad aeróbica, determinando que cada una de esas acciones tiene su correlato en cambios de temperatura específicos registrados en alguna parte del cuerpo.

Así, por ejemplo, cuando una persona baila flamenco (uno de los ritmos estudiados por los expertos) baja la temperatura de los glúteos y sube la de los antebrazos.

Salazar explicó, en ese sentido, que a partir de el estudio logró determinarse la «huella térmica» del flamenco y del ballet, aunque dejó en claro que cada danza tiene su propia marca térmica, provocando distintos cambios de temperatura en el cuerpo.

La investigación es pionera en su tipo: según destacan sus autores, es la primera vez que se aplicó esta técnica al estudio de las emociones.

TERMOGRAFIA

La termografía es una técnica que se basa en la detección de la temperatura de los cuerpos que actualmente se aplica a muchas áreas, tales como la industria, la medicina o la construcción. La originalidad del estudio difundido ayer radica en que por primera vez se aplica a la psicología.

Más común es el uso de esta técnica para estudiar cuestiones tales como la exactitud de la pérdida de energía de los edificios o como indicador de enfermedades respiratorias en animales.

Los investigadores indicaron, asimismo, que las detección de asimetrías de temperatura entre ambos lados del cuerpo y de cambios locales de temperatura se relaciona con el estado físico de las personas, pero también con su estado mental y emocional.

Además de hacer el mapa de las temperaturas corporales del flamenco, los estudiosos aplicaron la técnica a quienes practican aerobismo, detectando para cada una de esas actividades una huella térmica distintiva.

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La investigación representa una vuelta de tuerca a una disciplina (la termografía), que experimentó su mayor desarrollo durante el siglo XX, tras la segunda guerra mundial, con el impulso de investigaciones militares orientadas a detectar a los enemigos, tales como la visión nocturna, que fueron desarrolladas por el ejército de los Estados Unidos.

A partir de entonces las cámaras termográficas fueron empleadas en múltiples usos hasta llegar a la aplicación novedosa propuesta por el estudio de los investigadores españoles.

APLICACIONES

Pero el nuevo estudio abre las puertas para nuevas aplicaciones de esta técnica, sobre todo en el campo de la salud, según destacaron los expertos de la universidad de Granada.

Así, se podría utilizar para determinar el patrón de grasa corporal , algo que resultaría de una gran utilidad para aplicar en tratamientos para adelgazar.

Por otra parte, otro de los campos posibles que abre la investigación es el de aplicar la termografía a programas de entrenamiento físico, generando la huella térmica de distintas actividades y deportes.

Asimismo, el método podría ser aplicado para estudiar cambios en la temperatura en personas afectadas por distintas dolencias, entre ellas los celíacos o los que padecen anorexia.

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Demuestran el efecto Pinocho:cambia la temperatura de la nariz del que miente

Científicos de la Universidad de Granada han aplicado por primera vez la termografía al ámbito de la psicología en un trabajo de investigación que ha corroborado el denominado ‘efecto Pinocho’, según el cual cuando alguien miente cambia la temperatura de la punta de su nariz.

El estudio, llevado a cabo por Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López, revela igualmente que al mentir aumenta la temperatura corporal en la zona del músculo orbital, en la esquina interna del ojo.

La investigación, basada en la termografía y dada hoy a conocer por la Universidad de Granada, corrobora que ante un gran esfuerzo mental desciende la temperatura de la nariz y ante un ataque de ansiedad se produce una subida general de la temperatura facial.

Se trata, según sus impulsores, de una investigación pionera sobre termografía que ha descubierto nuevas aplicaciones de esta sugerente técnica.

La termografía es una técnica basada en la detección de la temperatura de los cuerpos que se aplica a multitud de áreas como la industria, la construcción o la medicina.

Las cámaras termográficas se emplean para cuestiones tan distintas como medir con exactitud la pérdida de energía de los edificios o como indicador de enfermedades respiratorias en animales bovinos o de la rabia en mapaches.

Fue en el siglo XX cuando la termografía experimentó su mayor desarrollo tras la Segunda Guerra Mundial, con el impulso de las investigaciones militares para detectar al enemigo (visión nocturna) que llevaban a cabo en el ejército de Estados Unidos.

El principal descubrimiento de este estudio es que ante situaciones en las que alguien realiza un esfuerzo mental (enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre determinados hechos) se producen cambios térmicos faciales.

Así, cuando alguien miente sobre sus sentimientos, se activa en el cerebro una estructura denominada ‘ínsula’ que forma parte del sistema de recompensa cerebral si hay sentimientos reales (llamados ‘cualias’), pero no se activa cuando no los hay.

‘La ínsula interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal, de manera que hay una gran correlación negativa entre la actividad de esta estructura y la magnitud del cambio térmico: a más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa’, explican.

Pero los investigadores también han obtenido huellas térmicas (patrones corporales de cambio de temperatura específicos) del ejercicio aeróbico y de distintos tipos de baile como el ballet.

Por ejemplo, cuando una persona baila flamenco desciende la temperatura de los glúteos y aumenta la de los antebrazos, según Salazar, que explica que ésa es la huella térmica del flamenco, aunque cada tipo de danza tiene la suya propia.

Los científicos han demostrado que la detección de asimetrías de temperatura entre ambos lados del cuerpo y de cambios locales de la temperatura se relaciona, además de con el estado físico, con el estado mental y emocional de la persona.

Además, la termografía sirve para evaluar las emociones y para determinar el contagio emocional.

Por ejemplo, si alguien con una empatía muy alta ve a otra persona sufrir mediante descargas eléctricas en el antebrazo, se contagia y aumenta la temperatura de su antebrazo.

Al aplicar por primera vez la técnica de la termografía al ámbito de la Psicología, los investigadores han demostrado también que, a nivel fisiológico, hombres y mujeres se excitan por igual, aunque subjetivamente ellas indiquen no estarlo o estarlo menos.

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