Campaña de recogida de alimentos en la UGR en apoyo a la Fundación Banco de Alimentos de Granada

  • Desde el 26 al 30 de noviembre, en 15 puntos de recogida distribuidos por las dependencias universitarias

Desde la Delegación del Rector para la Calidad Ambiental y Bienestar Social y el Centro de Iniciativas de Cooperación al Desarrollo se está organizando una campaña de recogida de alimentos en la UGR en apoyo a la Fundación Banco de Alimentos de Granada. Se van a establecer 15 puntos de recogida de alimentos distribuidos por las dependencias de la UGR desde el 26 al 30 de noviembre.

Se ruega la máxima difusión de este evento y que se colabore donando alimentos no perecederos: conservas, pastas, legumbres, alimentación infantil, conservas, leche (tetrabriks, en polvo), legumbres, pasta…

Para llegar a todos los centros de la UGR se van a habilitar los siguientes puntos de recogida:

Campus de Cartuja:

  • Facultad de Filosofía y Letras
  • Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales
  • Facultad de Psicología
  • Facultad de Farmacia
  • Facultad de Odontología
  • Facultad de Ciencias de la Educación

Campus Centro:

  • Facultad de Medicina
  • Facultad de Trabajo social
  • Facultad de Derecho
  • Facultad de Traducción e Interpretación

Campus Fuentenueva:

  • Facultad de Ciencias
  • ETSI de la Edificación

Campus Aynadamar:

  • ETS de Ingenierías de Informática y de Telecomunicación

Hospital Real

Organizan:

  • Delegación del Rector para la Calidad Ambiental y el Bienestar.
  • Centro de Iniciativas de Cooperación al Desarrollo.
  • Fundación Banco de Alimentos de Granada.

Colaboran:

  • Obra Social La Caixa.

Para más información: Centro de Iniciativas de Cooperación al Desarrollo (CICODE). Vicerrectorado de Relaciones Internacionales y Cooperación al Desarrollo Universidad de Granada. Teléfono: 958 240949. http://cicode.ugr.es/http://internacional.ugr.es/


Universitarios con discapacidad de tercer ciclo crean la Red Española de Investigadores y Doctores con Discapacidad

  • Este proyecto intenta, además, paliar los efectos producidos por los recortes en investigación.

Un grupo de alumnos de doctorado de la Universidad de Granada, correspondientes al tercer ciclo universitario, ha creado la Red Española de Investigadores y Doctores con Discapacidad (Reiddis) con el objetivo de promover el encuentro de investigadores, personal investigador en formación, técnicos de investigación, doctorados y doctores con diferentes discapacidades. Su objetivo es que todos ellos puedan poner en común estudios, inquietudes y reivindicaciones comunes, así como detectar investigaciones que puedan aumentar la inclusión de las personas con discapacidad, la calidad de vida y garantizar la igualdad real de oportunidades. Además, pretenden fomentar la búsqueda de alternativas de financiación por los recortes en los nuevos presupuestos del Estado que afectan a la investigación universitaria española.

Antonio Tejada, alumno de Comunicación Audiovisual de la Universidad de Granada y promotor de la red, destaca que ésta “pretende ser un espacio plural, multidisciplinario y abierto, donde se crucen investigaciones de diferentes campos pudiendo dar lugar a nuevos campos y conceptos de investigación. De esta manera, también se percibiría al colectivo como un productor de conocimiento científico, sirviendo este modelo para exportarlo a otros países y crear una red internacional”. Y es que Reiddis se plantea como una plataforma que permite mejorar la interacción entre investigadores con discapacidad que se encuentren desarrollando actividades en cualquier lugar del mundo y en las distintas áreas del conocimiento. Esta iniciativa también fortalece la relación existente entre los estudiantes con discapacidad y el resto de la comunidad académica e investigadora.

A pesar de que las personas discapacitadas con estudios universitarios terminados rondan el 7,2% (según la investigación ‘Discapacitados, Universidad y Empleo’ realizada por las profesoras Eva Garrido y Carmen Ferradans de la Universidad de Cádiz), esta iniciativa de estudiantes que ya han terminado una licenciatura o grado, su correspondiente máster y están inmersos en plenos estudios de doctorado, es una ventana de esperanza y optimismo en el duro camino hacia la normalización del colectivo de la discapacidad.

A esta red se pueden adscribir tanto entidades como personas físicas a través de correo electrónico (aune@hotmail.es) o a través del teléfono 675686939, siempre que se cumplan los requisitos acordados para dar una mayor operatividad y sentido a las nuevas tecnologías de la información.

Es destacable señalar que el proyecto Reiddis surgió en marzo de 2012 en el marco de la constitución de la Asociación Nacional de Universitarios con Discapacidad (ANUDIS) y fue presentada a la Fundación Once y al Cermi buscando apoyo y visibilidad. De estas reuniones, surgió e inspirados en esta Red, el proyecto presentado por el Cermi a la Fundación Universia haciendo pública el pasado mes de septiembre la primera convocatoria de ‘Becas Fundación Universia de Doctores con Discapacidad’ para fomentar la realización de tesis doctorales por personas con discapacidad, promoviendo la consecución del grado máximo de formación académica y facilitando su integración en grupos de formación e investigación, científicos y académicos.

El manifiesto que da origen a la Red Española de Investigadores y Doctores con Discapacidad (Reiddis) se ha firmado recientemente en el Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada y está avalado y promovido, entre otras muchas entidades, por las dos únicas asociaciones operativas en la actualidad de universitarios con discapacidad, ANUDIS y la Asociación Universitarios con Necesidades Especiales (AUNE).


Fotografía adjunta: De izquierda a derecha, Emilio Luis Fernández Garrido (Bellas Artes), Antonio Tejada (Comunicación Audiovisual), Mari Angustias Olivencia (Psicología) y Antonio Espínola (Arquitectura Técnica e Ingeniería de la Edificación).

Contacto: Red Española de Investigadores y Doctores con Discapacidad (Reiddis). Correo-e: universitarioscondiscapacidad@gmail.com


Universitarios con discapacidad de tercer ciclo crean la Red Española de Investigadores y Doctores con Discapacidad

  • Este proyecto intenta, además, paliar los efectos producidos por los recortes en investigación.

Un grupo de alumnos de doctorado de la Universidad de Granada, correspondientes al tercer ciclo universitario, ha creado la Red Española de Investigadores y Doctores con Discapacidad (Reiddis) con el objetivo de promover el encuentro de investigadores, personal investigador en formación, técnicos de investigación, doctorados y doctores con diferentes discapacidades. Su objetivo es que todos ellos puedan poner en común estudios, inquietudes y reivindicaciones comunes, así como detectar investigaciones que puedan aumentar la inclusión de las personas con discapacidad, la calidad de vida y garantizar la igualdad real de oportunidades. Además, pretenden fomentar la búsqueda de alternativas de financiación por los recortes en los nuevos presupuestos del Estado que afectan a la investigación universitaria española.

Antonio Tejada, alumno de Comunicación Audiovisual de la Universidad de Granada y promotor de la red, destaca que ésta “pretende ser un espacio plural, multidisciplinario y abierto, donde se crucen investigaciones de diferentes campos pudiendo dar lugar a nuevos campos y conceptos de investigación. De esta manera, también se percibiría al colectivo como un productor de conocimiento científico, sirviendo este modelo para exportarlo a otros países y crear una red internacional”. Y es que Reiddis se plantea como una plataforma que permite mejorar la interacción entre investigadores con discapacidad que se encuentren desarrollando actividades en cualquier lugar del mundo y en las distintas áreas del conocimiento. Esta iniciativa también fortalece la relación existente entre los estudiantes con discapacidad y el resto de la comunidad académica e investigadora.

A pesar de que las personas discapacitadas con estudios universitarios terminados rondan el 7,2% (según la investigación ‘Discapacitados, Universidad y Empleo’ realizada por las profesoras Eva Garrido y Carmen Ferradans de la Universidad de Cádiz), esta iniciativa de estudiantes que ya han terminado una licenciatura o grado, su correspondiente máster y están inmersos en plenos estudios de doctorado, es una ventana de esperanza y optimismo en el duro camino hacia la normalización del colectivo de la discapacidad.

A esta red se pueden adscribir tanto entidades como personas físicas a través de correo electrónico (aune@hotmail.es) o a través del teléfono 675686939, siempre que se cumplan los requisitos acordados para dar una mayor operatividad y sentido a las nuevas tecnologías de la información.

Es destacable señalar que el proyecto Reiddis surgió en marzo de 2012 en el marco de la constitución de la Asociación Nacional de Universitarios con Discapacidad (ANUDIS) y fue presentada a la Fundación Once y al Cermi buscando apoyo y visibilidad. De estas reuniones, surgió e inspirados en esta Red, el proyecto presentado por el Cermi a la Fundación Universia haciendo pública el pasado mes de septiembre la primera convocatoria de ‘Becas Fundación Universia de Doctores con Discapacidad’ para fomentar la realización de tesis doctorales por personas con discapacidad, promoviendo la consecución del grado máximo de formación académica y facilitando su integración en grupos de formación e investigación, científicos y académicos.

El manifiesto que da origen a la Red Española de Investigadores y Doctores con Discapacidad (Reiddis) se ha firmado recientemente en el Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada y está avalado y promovido, entre otras muchas entidades, por las dos únicas asociaciones operativas en la actualidad de universitarios con discapacidad, ANUDIS y la Asociación Universitarios con Necesidades Especiales (AUNE).


Fotografía adjunta: De izquierda a derecha, Emilio Luis Fernández Garrido (Bellas Artes), Antonio Tejada (Comunicación Audiovisual), Mari Angustias Olivencia (Psicología) y Antonio Espínola (Arquitectura Técnica e Ingeniería de la Edificación).

Contacto: Red Española de Investigadores y Doctores con Discapacidad (Reiddis). Correo-e: universitarioscondiscapacidad@gmail.com


Ideal

Pág. 81: Agenda

– Música: Concierto extraordinario

– Teatro: ‘Faust 3_Goethe reloaded’

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Granada Hoy

Pág. 13: La UGR aumenta las becas Erasmus a pesar de los recortes del Ministerio

Becas de 735 euros para estudiar idiomas extranjeros

Pág. 17: Ciencia. IV Jornadas de Física
Conferencia. Fuerzas armadas en la historia
Inauguración. Jornadas por una economía justa

Pág. 18: La orquesta de la Universidad ofrece un concierto extraordinario (La recomendación)

Pág. 19: V Festival Internacional de Teatro Universitario de Granada (Vivir en Granada)

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Becas de 735 euros para estudiar idiomas extranjeros

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Inauguración. Jornadas por una economía justa

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Becas de 735 euros para estudiar idiomas extranjeros

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Conferencia. Fuerzas armadas en la historia
Inauguración. Jornadas por una economía justa

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Al que miente, se le calienta la nariz

Este estado ha sido denominado «efecto Pinocho». Fue descubierto en la Universidad de Granada.

 

En el cuento del italiano Carlo Collodi, al muñeco de madera le crecía la nariz cada vez que le decía una mentira a su padre, Yepetto. Pues parece que la ficción no está tan lejos de la realidad. Eso es lo que sostiene un grupo de investigadores de la Universidad de Granada. Y tanto les recordó el cuento que lo llamaron «efecto Pinocho».

Para llegar a esa conclusión, dos expertos aplicaron la termografía –una técnica para detectar la temperatura de los cuerpos– al ámbito de la psicología, según publicó ayer la BBC.

«Si realizamos un gran esfuerzo mental, desciende la temperatura en nuestra nariz, y ante un ataque de ansiedad, se produce una subida general de la temperatura facial», explicaron los científicos en el informe.

Por otro lado, los científicos Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López también encontraron que al mentir aumenta la temperatura corporal en la zona del músculo orbital, situado en la esquina interna del ojo.

La Universidad de Granada explicó que la termografía se utiliza normalmente en áreas tales como la construcción, la medicina y las investigaciones militares.

Pero Gómez y Salazar decidieron utilizar esta técnica en asuntos relacionados con la psicología y concluyeron en su informe que «ante situaciones en las que un sujeto realiza un esfuerzo mental (enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre hechos), se producen cambios térmicos faciales».

Así, explican, «cuando mentimos sobre nuestros sentimientos, estos cambios térmicos se producen en la nariz».

Pero Salazar cuenta que, además del cambio de temperatura, también hay un efecto cerebral. «La ínsula, que es un área cerebral vinculada a nuestro ‘yo’ más auténtico, se activa cuando estamos hablando de manera cierta sobre nuestros sentimientos».

Sin embargo, cuando no hay sentimientos reales, ésta no se activa. «A más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa», dice el estudio.

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Al que miente, se le calienta la nariz

Este estado ha sido denominado «efecto Pinocho». Fue descubierto en la Universidad de Granada.

 

En el cuento del italiano Carlo Collodi, al muñeco de madera le crecía la nariz cada vez que le decía una mentira a su padre, Yepetto. Pues parece que la ficción no está tan lejos de la realidad. Eso es lo que sostiene un grupo de investigadores de la Universidad de Granada. Y tanto les recordó el cuento que lo llamaron «efecto Pinocho».

Para llegar a esa conclusión, dos expertos aplicaron la termografía –una técnica para detectar la temperatura de los cuerpos– al ámbito de la psicología, según publicó ayer la BBC.

«Si realizamos un gran esfuerzo mental, desciende la temperatura en nuestra nariz, y ante un ataque de ansiedad, se produce una subida general de la temperatura facial», explicaron los científicos en el informe.

Por otro lado, los científicos Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López también encontraron que al mentir aumenta la temperatura corporal en la zona del músculo orbital, situado en la esquina interna del ojo.

La Universidad de Granada explicó que la termografía se utiliza normalmente en áreas tales como la construcción, la medicina y las investigaciones militares.

Pero Gómez y Salazar decidieron utilizar esta técnica en asuntos relacionados con la psicología y concluyeron en su informe que «ante situaciones en las que un sujeto realiza un esfuerzo mental (enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre hechos), se producen cambios térmicos faciales».

Así, explican, «cuando mentimos sobre nuestros sentimientos, estos cambios térmicos se producen en la nariz».

Pero Salazar cuenta que, además del cambio de temperatura, también hay un efecto cerebral. «La ínsula, que es un área cerebral vinculada a nuestro ‘yo’ más auténtico, se activa cuando estamos hablando de manera cierta sobre nuestros sentimientos».

Sin embargo, cuando no hay sentimientos reales, ésta no se activa. «A más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa», dice el estudio.

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El efecto ‘Pinocho’ sucede cuando cambia la temperatura de la nariz de quien miente

Científicos de la Universidad de Granada han aplicado por primera vez la termografía al ámbito de la psicología en un trabajo de investigación que ha corroborado el denominado «efecto Pinocho», según el cual cuando alguien miente cambia la temperatura de la punta de su nariz.

El estudio, llevado a cabo por Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López, revela igualmente que, al mentir, aumenta la temperatura corporal en la zona del músculo orbital, en la esquina interna del ojo.

La investigación, basada en la termografía y dada hoy a conocer por la Universidad de Granada, corrobora que ante un gran esfuerzo mental, desciende la temperatura de la nariz, y ante un ataque de ansiedad, se produce una subida general de la temperatura facial.

Se trata, según sus impulsores, de una investigación pionera sobre termografía que ha descubierto nuevas aplicaciones de esta sugerente técnica.

La termografía es una técnica basada en la detección de la temperatura de los cuerpos que se aplica a multitud de áreas como la industria, la construcción o la medicina.

Las cámaras termográficas se emplean para cuestiones tan distintas como medir con exactitud la pérdida de energía de los edificios, o como indicador de enfermedades respiratorias en animales bovinos o de la rabia en mapaches.

Fue en el siglo XX cuando la termografía experimentó su mayor desarrollo tras la Segunda Guerra Mundial, con el impulso de las investigaciones militares para detectar al enemigo (visión nocturna) que llevaban a cabo en el ejército de Estados Unidos.

El principal descubrimiento de este estudio es que, ante situaciones en las que alguien realiza un esfuerzo mental (enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre determinados hechos) se producen cambios térmicos faciales.

Así, cuando alguien miente sobre sus sentimientos, se activa en el cerebro una estructura denominada «ínsula» que forma parte del sistema de recompensa cerebral si hay sentimientos reales (llamados «cualias»), pero no se activa cuando no los hay.

«La ínsula interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal, de manera que hay una gran correlación negativa entre la actividad de esta estructura y la magnitud del cambio térmico: a más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa», explican.

Pero los investigadores también han obtenido huellas térmicas (patrones corporales de cambio de temperatura específicos) del ejercicio aeróbico y de distintos tipos de baile como el ballet.

Por ejemplo, cuando una persona baila flamenco desciende la temperatura de los glúteos y aumenta la de los antebrazos, según Salazar, que explica que ésa es la huella térmica del flamenco, aunque cada tipo de danza tiene la suya propia.

Los científicos han demostrado que la detección de asimetrías de temperatura entre ambos lados del cuerpo y de cambios locales de la temperatura se relaciona, además de con el estado físico, con el estado mental y emocional de la persona.

Además, la termografía sirve para la evaluar las emociones y para determinar el contagio emocional.

Por ejemplo, si alguien con una empatía muy alta ve a otra persona sufrir mediante descargas eléctricas en el antebrazo, se contagia y aumenta la temperatura de su antebrazo.

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El efecto ‘Pinocho’ sucede cuando cambia la temperatura de la nariz de quien miente

Científicos de la Universidad de Granada han aplicado por primera vez la termografía al ámbito de la psicología en un trabajo de investigación que ha corroborado el denominado «efecto Pinocho», según el cual cuando alguien miente cambia la temperatura de la punta de su nariz.

El estudio, llevado a cabo por Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López, revela igualmente que, al mentir, aumenta la temperatura corporal en la zona del músculo orbital, en la esquina interna del ojo.

La investigación, basada en la termografía y dada hoy a conocer por la Universidad de Granada, corrobora que ante un gran esfuerzo mental, desciende la temperatura de la nariz, y ante un ataque de ansiedad, se produce una subida general de la temperatura facial.

Se trata, según sus impulsores, de una investigación pionera sobre termografía que ha descubierto nuevas aplicaciones de esta sugerente técnica.

La termografía es una técnica basada en la detección de la temperatura de los cuerpos que se aplica a multitud de áreas como la industria, la construcción o la medicina.

Las cámaras termográficas se emplean para cuestiones tan distintas como medir con exactitud la pérdida de energía de los edificios, o como indicador de enfermedades respiratorias en animales bovinos o de la rabia en mapaches.

Fue en el siglo XX cuando la termografía experimentó su mayor desarrollo tras la Segunda Guerra Mundial, con el impulso de las investigaciones militares para detectar al enemigo (visión nocturna) que llevaban a cabo en el ejército de Estados Unidos.

El principal descubrimiento de este estudio es que, ante situaciones en las que alguien realiza un esfuerzo mental (enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre determinados hechos) se producen cambios térmicos faciales.

Así, cuando alguien miente sobre sus sentimientos, se activa en el cerebro una estructura denominada «ínsula» que forma parte del sistema de recompensa cerebral si hay sentimientos reales (llamados «cualias»), pero no se activa cuando no los hay.

«La ínsula interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal, de manera que hay una gran correlación negativa entre la actividad de esta estructura y la magnitud del cambio térmico: a más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa», explican.

Pero los investigadores también han obtenido huellas térmicas (patrones corporales de cambio de temperatura específicos) del ejercicio aeróbico y de distintos tipos de baile como el ballet.

Por ejemplo, cuando una persona baila flamenco desciende la temperatura de los glúteos y aumenta la de los antebrazos, según Salazar, que explica que ésa es la huella térmica del flamenco, aunque cada tipo de danza tiene la suya propia.

Los científicos han demostrado que la detección de asimetrías de temperatura entre ambos lados del cuerpo y de cambios locales de la temperatura se relaciona, además de con el estado físico, con el estado mental y emocional de la persona.

Además, la termografía sirve para la evaluar las emociones y para determinar el contagio emocional.

Por ejemplo, si alguien con una empatía muy alta ve a otra persona sufrir mediante descargas eléctricas en el antebrazo, se contagia y aumenta la temperatura de su antebrazo.

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