Un equipo de físicos con participación española logra avances en el descubrimiento de elementos superpesados estables

Un equipo internacional de investigadores con participación de la Universidad de Granada (UGR) ha logrado avances en el descubrimiento de elementos superpesados estables, al conseguir medir directamente la intensidad de los efectos de capas en este tipo elementos, desconocidos en la naturaleza, según un estudio publicado en la revista ‘Science’.

Según explica la UGR, estos resultados son «prometedores» para localizar la llamada ‘Isla de Estabilidad’, teoría que establece la existencia de elementos superpesados muy estables, cuyas vidas medias serían muy largas.

Los llamados elementos superpesados son aquellos cuyo número atómico (cantidad de protones en el núcleo) es mayor que el del laurencio (Z=103). Estos elementos no existen en la naturaleza y son creados en laboratorios de física nuclear mediante colisiones de iones, pero con una tasa de producción muy baja.

En su mayor parte son elementos inestables, por lo que se desintegran en cortos periodos de tiempo tras su creación. Sin embargo, hay predicciones teóricas que establecen la existencia de un grupo de elementos superpesados extraordinariamente estable entorno a lo que se ha dado en llamar ‘Isla de Estabilidad’.

La estabilidad se debe exclusivamente a los denominados «efectos de capa» en el núcleo atómico. Los constituyentes del núcleo, protones y neutrones, se organizan en capas. En algunas configuraciones llamadas «mágicas», donde las capas están completamente llenas, los protones y neutrones están más fuertemente unidos, lo cual da origen a estos elementos superpesados estables. Sin este efecto, en el caso de elementos superpesados se desintegrarían de forma inmediata debido a la repulsión de Coulomb entre los protones.

Las medidas de la intensidad de los efectos de capas logradas por los investigadores se han llevado a cabo en isótopos de nobelio y laurencio utilizando el acelerador de partículas del laboratorio de física nuclear GSI en Darmstadt (Alemania).

En la colaboración internacional participan científicos del GSI, el instituto Helmholtz de Mainz (HIM) y las universidades de Giessen, Granada, Greifswald, Heidelberg, Mainz, Múnich y Padua, el instituto Max-Planck de Física Nuclear de Heidelberg y el instituto PNPI de San Petersburgo.

PARTICIPACIÓN ESPAÑOLA

En la actualidad la Universidad de Granada está construyendo un dispositivo único en el mundo, denominado sensor cuántico, que servirá para medir masas de núcleos con números atómicos más altos de los medidos hasta la fecha debido a las limitaciones de la técnica actual. Dicho dispositivo una vez construido se acoplará al acelerador del GSI en Alemania en la instalación SHIPTRAP.

La construcción de este dispositivo (en marcha desde noviembre de 2011) es posible gracias a una subvención de 1,5 millones de euros, una de las de más elevadas que ha recibido la UGR en su historia para un proyecto concreto, otorgada en 2011 por el Consejo Europeo de Investigación en el marco de la temática definida como «Constituyentes fundamentales de la materia» al profesor Daniel Rodríguez.

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La paradoja de los ‘obesos sanos’ capta el interés médico

Este fenómeno de personas que, pese a superar con creces los kilos considerados saludables, no presentan factores de riesgo de enfermedad cardiovascular o diabetes, genera cada vez más interés médico.

«Es bien conocido que la obesidad se vincula a un gran número de enfermedades crónicas. Sin embargo, hay un subtipo de personas obesas que parecen estar protegidas de estas complicaciones», explica el doctor Francisco Ortega, de la Universidad de Granada (España).

Ortega es el autor principal de un estudio multicéntrico que ha seguido a más de 43 mil personas en diferentes países y parte de cuyos resultados publica la edición online del European Heart Journal.

«La investigación surge a raíz de un trabajo de revisión anterior en el que se describían las características de un grupo de gente llamados metabólicamente sanos, pero obesos. En ese artículo se describían muchos factores, pero no se mencionaba la posibilidad de que el estado físico en este grupo influyera en su mejor perfil metabólico», explica el doctor Ortega a El Mercurio.

Precisamente, la investigación -en la que también participan el Instituto Karolinska de Suecia y la Universidad de Carolina del Sur de Estados Unidos- se centra en la importancia del ejercicio para explicar esta paradoja.

Mediante diversos exámenes físicos y de rendimiento cardiorrespiratorio se vio que los obesos que realizan actividad física regular y, por tanto, son metabólicamente sanos, reducen de 30 % a 50 % su riesgo de morir por enfermedad cardiovascular o por cáncer, en comparación a un obeso tradicional. Además, el riesgo en el primer grupo no es significativamente diferente al de una persona con peso normal.

Aunque no implique una reducción de peso, «creemos que el ejercicio tiene una amplia y positiva influencia sobre los principales sistemas y órganos del cuerpo y, consecuentemente, contribuye a un estado metabólico saludable, incluso en personas obesas», dice Ortega.

Para el doctor Mauricio Fernández, cardiólogo de Clínica Alemana, estos resultados enfatizan la importancia de realizar actividad física para prevenir enfermedades cardiovasculares. «Existen personas delgadas sedentarias o que no tienen un nivel de ejercicio adecuado y que tienen un riesgo metabólico y cardiovascular mayor que un obeso que sí se ejercita», precisa.

El doctor Fernando Carrasco, jefe del Departamento de Nutrición de Clínica Las Condes, plantea que junto a la actividad física otros factores que pueden incidir en la mejor salud de estos obesos son la distribución y la cantidad de grasa corporal, en la que, tal vez, exista más masa muscular y menos grasa visceral (que se acumula sobre todo a nivel abdominal).

«En parte, podría estar determinado genéticamente, según las características del tejido adiposo que permite a algunas personas aumentar sus depósitos de grasa sin generar cambios inflamatorios que desencadenan otras patologías», aclara el experto.

No obstante, los especialistas concuerdan en que esta noticia no debe ser una excusa para los obesos. «La obesidad tiene otros efectos, como mayor riesgo de cáncer, de problemas osteoarticulares, apneas del sueño o colelitiasis (cálculos)», dice Carrasco.

Además, a largo plazo es posible que un obeso «sano» termine por desarrollar complicaciones metabólicas.

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La paradoja de los ‘obesos sanos’ capta el interés médico

Este fenómeno de personas que, pese a superar con creces los kilos considerados saludables, no presentan factores de riesgo de enfermedad cardiovascular o diabetes, genera cada vez más interés médico.

«Es bien conocido que la obesidad se vincula a un gran número de enfermedades crónicas. Sin embargo, hay un subtipo de personas obesas que parecen estar protegidas de estas complicaciones», explica el doctor Francisco Ortega, de la Universidad de Granada (España).

Ortega es el autor principal de un estudio multicéntrico que ha seguido a más de 43 mil personas en diferentes países y parte de cuyos resultados publica la edición online del European Heart Journal.

«La investigación surge a raíz de un trabajo de revisión anterior en el que se describían las características de un grupo de gente llamados metabólicamente sanos, pero obesos. En ese artículo se describían muchos factores, pero no se mencionaba la posibilidad de que el estado físico en este grupo influyera en su mejor perfil metabólico», explica el doctor Ortega a El Mercurio.

Precisamente, la investigación -en la que también participan el Instituto Karolinska de Suecia y la Universidad de Carolina del Sur de Estados Unidos- se centra en la importancia del ejercicio para explicar esta paradoja.

Mediante diversos exámenes físicos y de rendimiento cardiorrespiratorio se vio que los obesos que realizan actividad física regular y, por tanto, son metabólicamente sanos, reducen de 30 % a 50 % su riesgo de morir por enfermedad cardiovascular o por cáncer, en comparación a un obeso tradicional. Además, el riesgo en el primer grupo no es significativamente diferente al de una persona con peso normal.

Aunque no implique una reducción de peso, «creemos que el ejercicio tiene una amplia y positiva influencia sobre los principales sistemas y órganos del cuerpo y, consecuentemente, contribuye a un estado metabólico saludable, incluso en personas obesas», dice Ortega.

Para el doctor Mauricio Fernández, cardiólogo de Clínica Alemana, estos resultados enfatizan la importancia de realizar actividad física para prevenir enfermedades cardiovasculares. «Existen personas delgadas sedentarias o que no tienen un nivel de ejercicio adecuado y que tienen un riesgo metabólico y cardiovascular mayor que un obeso que sí se ejercita», precisa.

El doctor Fernando Carrasco, jefe del Departamento de Nutrición de Clínica Las Condes, plantea que junto a la actividad física otros factores que pueden incidir en la mejor salud de estos obesos son la distribución y la cantidad de grasa corporal, en la que, tal vez, exista más masa muscular y menos grasa visceral (que se acumula sobre todo a nivel abdominal).

«En parte, podría estar determinado genéticamente, según las características del tejido adiposo que permite a algunas personas aumentar sus depósitos de grasa sin generar cambios inflamatorios que desencadenan otras patologías», aclara el experto.

No obstante, los especialistas concuerdan en que esta noticia no debe ser una excusa para los obesos. «La obesidad tiene otros efectos, como mayor riesgo de cáncer, de problemas osteoarticulares, apneas del sueño o colelitiasis (cálculos)», dice Carrasco.

Además, a largo plazo es posible que un obeso «sano» termine por desarrollar complicaciones metabólicas.

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La paradoja de los ‘obesos sanos’ capta el interés médico

Este fenómeno de personas que, pese a superar con creces los kilos considerados saludables, no presentan factores de riesgo de enfermedad cardiovascular o diabetes, genera cada vez más interés médico.

«Es bien conocido que la obesidad se vincula a un gran número de enfermedades crónicas. Sin embargo, hay un subtipo de personas obesas que parecen estar protegidas de estas complicaciones», explica el doctor Francisco Ortega, de la Universidad de Granada (España).

Ortega es el autor principal de un estudio multicéntrico que ha seguido a más de 43 mil personas en diferentes países y parte de cuyos resultados publica la edición online del European Heart Journal.

«La investigación surge a raíz de un trabajo de revisión anterior en el que se describían las características de un grupo de gente llamados metabólicamente sanos, pero obesos. En ese artículo se describían muchos factores, pero no se mencionaba la posibilidad de que el estado físico en este grupo influyera en su mejor perfil metabólico», explica el doctor Ortega a El Mercurio.

Precisamente, la investigación -en la que también participan el Instituto Karolinska de Suecia y la Universidad de Carolina del Sur de Estados Unidos- se centra en la importancia del ejercicio para explicar esta paradoja.

Mediante diversos exámenes físicos y de rendimiento cardiorrespiratorio se vio que los obesos que realizan actividad física regular y, por tanto, son metabólicamente sanos, reducen de 30 % a 50 % su riesgo de morir por enfermedad cardiovascular o por cáncer, en comparación a un obeso tradicional. Además, el riesgo en el primer grupo no es significativamente diferente al de una persona con peso normal.

Aunque no implique una reducción de peso, «creemos que el ejercicio tiene una amplia y positiva influencia sobre los principales sistemas y órganos del cuerpo y, consecuentemente, contribuye a un estado metabólico saludable, incluso en personas obesas», dice Ortega.

Para el doctor Mauricio Fernández, cardiólogo de Clínica Alemana, estos resultados enfatizan la importancia de realizar actividad física para prevenir enfermedades cardiovasculares. «Existen personas delgadas sedentarias o que no tienen un nivel de ejercicio adecuado y que tienen un riesgo metabólico y cardiovascular mayor que un obeso que sí se ejercita», precisa.

El doctor Fernando Carrasco, jefe del Departamento de Nutrición de Clínica Las Condes, plantea que junto a la actividad física otros factores que pueden incidir en la mejor salud de estos obesos son la distribución y la cantidad de grasa corporal, en la que, tal vez, exista más masa muscular y menos grasa visceral (que se acumula sobre todo a nivel abdominal).

«En parte, podría estar determinado genéticamente, según las características del tejido adiposo que permite a algunas personas aumentar sus depósitos de grasa sin generar cambios inflamatorios que desencadenan otras patologías», aclara el experto.

No obstante, los especialistas concuerdan en que esta noticia no debe ser una excusa para los obesos. «La obesidad tiene otros efectos, como mayor riesgo de cáncer, de problemas osteoarticulares, apneas del sueño o colelitiasis (cálculos)», dice Carrasco.

Además, a largo plazo es posible que un obeso «sano» termine por desarrollar complicaciones metabólicas.

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Físicos españoles avanzan en localizar la ‘Isla de Estabilidad’

Un equipo internacional de investigadores con participación de la Universidad de Granada (UGR) ha logrado avances en el descubrimiento de elementos superpesados estables, al conseguir medir directamente la intensidad de los efectos de capas en este tipo elementos, desconocidos en la naturaleza, según un estudio publicado en la revista ‘Science’.

 

Según explica la UGR, estos resultados son «prometedores» para localizar la llamada ‘Isla de Estabilidad’, teoría que establece la existencia de elementos superpesados muy estables, cuyas vidas medias serían muy largas.

Los llamados elementos superpesados son aquellos cuyo número atómico (cantidad de protones en el núcleo) es mayor que el del laurencio (Z=103). Estos elementos no existen en la naturaleza y son creados en laboratorios de física nuclear mediante colisiones de iones, pero con una tasa de producción muy baja.

En su mayor parte son elementos inestables, por lo que se desintegran en cortos periodos de tiempo tras su creación. Sin embargo, hay predicciones teóricas que establecen la existencia de un grupo de elementos superpesados extraordinariamente estable entorno a lo que se ha dado en llamar ‘Isla de Estabilidad’.

La estabilidad se debe exclusivamente a los denominados «efectos de capa» en el núcleo atómico. Los constituyentes del núcleo, protones y neutrones, se organizan en capas. En algunas configuraciones llamadas «mágicas», donde las capas están completamente llenas, los protones y neutrones están más fuertemente unidos, lo cual da origen a estos elementos superpesados estables. Sin este efecto, en el caso de elementos superpesados se desintegrarían de forma inmediata debido a la repulsión de Coulomb entre los protones.

Las medidas de la intensidad de los efectos de capas logradas por los investigadores se han llevado a cabo en isótopos de nobelio y laurencio utilizando el acelerador de partículas del laboratorio de física nuclear GSI en Darmstadt (Alemania).

En la colaboración internacional participan científicos del GSI, el instituto Helmholtz de Mainz (HIM) y las universidades de Giessen, Granada, Greifswald, Heidelberg, Mainz, Múnich y Padua, el instituto Max-Planck de Física Nuclear de Heidelberg y el instituto PNPI de San Petersburgo.

PARTICIPACIÓN ESPAÑOLA

En la actualidad la Universidad de Granada está construyendo un dispositivo único en el mundo, denominado sensor cuántico, que servirá para medir masas de núcleos con números atómicos más altos de los medidos hasta la fecha debido a las limitaciones de la técnica actual. Dicho dispositivo una vez construido se acoplará al acelerador del GSI en Alemania en la instalación SHIPTRAP.

La construcción de este dispositivo (en marcha desde noviembre de 2011) es posible gracias a una subvención de 1,5 millones de euros, una de las de más elevadas que ha recibido la UGR en su historia para un proyecto concreto, otorgada en 2011 por el Consejo Europeo de Investigación en el marco de la temática definida como «Constituyentes fundamentales de la materia» al profesor Daniel Rodríguez.

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Físicos españoles avanzan en localizar la ‘Isla de Estabilidad’

Un equipo internacional de investigadores con participación de la Universidad de Granada (UGR) ha logrado avances en el descubrimiento de elementos superpesados estables, al conseguir medir directamente la intensidad de los efectos de capas en este tipo elementos, desconocidos en la naturaleza, según un estudio publicado en la revista ‘Science’.

 

Según explica la UGR, estos resultados son «prometedores» para localizar la llamada ‘Isla de Estabilidad’, teoría que establece la existencia de elementos superpesados muy estables, cuyas vidas medias serían muy largas.

Los llamados elementos superpesados son aquellos cuyo número atómico (cantidad de protones en el núcleo) es mayor que el del laurencio (Z=103). Estos elementos no existen en la naturaleza y son creados en laboratorios de física nuclear mediante colisiones de iones, pero con una tasa de producción muy baja.

En su mayor parte son elementos inestables, por lo que se desintegran en cortos periodos de tiempo tras su creación. Sin embargo, hay predicciones teóricas que establecen la existencia de un grupo de elementos superpesados extraordinariamente estable entorno a lo que se ha dado en llamar ‘Isla de Estabilidad’.

La estabilidad se debe exclusivamente a los denominados «efectos de capa» en el núcleo atómico. Los constituyentes del núcleo, protones y neutrones, se organizan en capas. En algunas configuraciones llamadas «mágicas», donde las capas están completamente llenas, los protones y neutrones están más fuertemente unidos, lo cual da origen a estos elementos superpesados estables. Sin este efecto, en el caso de elementos superpesados se desintegrarían de forma inmediata debido a la repulsión de Coulomb entre los protones.

Las medidas de la intensidad de los efectos de capas logradas por los investigadores se han llevado a cabo en isótopos de nobelio y laurencio utilizando el acelerador de partículas del laboratorio de física nuclear GSI en Darmstadt (Alemania).

En la colaboración internacional participan científicos del GSI, el instituto Helmholtz de Mainz (HIM) y las universidades de Giessen, Granada, Greifswald, Heidelberg, Mainz, Múnich y Padua, el instituto Max-Planck de Física Nuclear de Heidelberg y el instituto PNPI de San Petersburgo.

PARTICIPACIÓN ESPAÑOLA

En la actualidad la Universidad de Granada está construyendo un dispositivo único en el mundo, denominado sensor cuántico, que servirá para medir masas de núcleos con números atómicos más altos de los medidos hasta la fecha debido a las limitaciones de la técnica actual. Dicho dispositivo una vez construido se acoplará al acelerador del GSI en Alemania en la instalación SHIPTRAP.

La construcción de este dispositivo (en marcha desde noviembre de 2011) es posible gracias a una subvención de 1,5 millones de euros, una de las de más elevadas que ha recibido la UGR en su historia para un proyecto concreto, otorgada en 2011 por el Consejo Europeo de Investigación en el marco de la temática definida como «Constituyentes fundamentales de la materia» al profesor Daniel Rodríguez.

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Físicos españoles avanzan en localizar la ‘Isla de Estabilidad’

Un equipo internacional de investigadores con participación de la Universidad de Granada (UGR) ha logrado avances en el descubrimiento de elementos superpesados estables, al conseguir medir directamente la intensidad de los efectos de capas en este tipo elementos, desconocidos en la naturaleza, según un estudio publicado en la revista ‘Science’.

 

Según explica la UGR, estos resultados son «prometedores» para localizar la llamada ‘Isla de Estabilidad’, teoría que establece la existencia de elementos superpesados muy estables, cuyas vidas medias serían muy largas.

Los llamados elementos superpesados son aquellos cuyo número atómico (cantidad de protones en el núcleo) es mayor que el del laurencio (Z=103). Estos elementos no existen en la naturaleza y son creados en laboratorios de física nuclear mediante colisiones de iones, pero con una tasa de producción muy baja.

En su mayor parte son elementos inestables, por lo que se desintegran en cortos periodos de tiempo tras su creación. Sin embargo, hay predicciones teóricas que establecen la existencia de un grupo de elementos superpesados extraordinariamente estable entorno a lo que se ha dado en llamar ‘Isla de Estabilidad’.

La estabilidad se debe exclusivamente a los denominados «efectos de capa» en el núcleo atómico. Los constituyentes del núcleo, protones y neutrones, se organizan en capas. En algunas configuraciones llamadas «mágicas», donde las capas están completamente llenas, los protones y neutrones están más fuertemente unidos, lo cual da origen a estos elementos superpesados estables. Sin este efecto, en el caso de elementos superpesados se desintegrarían de forma inmediata debido a la repulsión de Coulomb entre los protones.

Las medidas de la intensidad de los efectos de capas logradas por los investigadores se han llevado a cabo en isótopos de nobelio y laurencio utilizando el acelerador de partículas del laboratorio de física nuclear GSI en Darmstadt (Alemania).

En la colaboración internacional participan científicos del GSI, el instituto Helmholtz de Mainz (HIM) y las universidades de Giessen, Granada, Greifswald, Heidelberg, Mainz, Múnich y Padua, el instituto Max-Planck de Física Nuclear de Heidelberg y el instituto PNPI de San Petersburgo.

PARTICIPACIÓN ESPAÑOLA

En la actualidad la Universidad de Granada está construyendo un dispositivo único en el mundo, denominado sensor cuántico, que servirá para medir masas de núcleos con números atómicos más altos de los medidos hasta la fecha debido a las limitaciones de la técnica actual. Dicho dispositivo una vez construido se acoplará al acelerador del GSI en Alemania en la instalación SHIPTRAP.

La construcción de este dispositivo (en marcha desde noviembre de 2011) es posible gracias a una subvención de 1,5 millones de euros, una de las de más elevadas que ha recibido la UGR en su historia para un proyecto concreto, otorgada en 2011 por el Consejo Europeo de Investigación en el marco de la temática definida como «Constituyentes fundamentales de la materia» al profesor Daniel Rodríguez.

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El ojo puede ver millones de colores de día y sólo en blanco y negro de noche

El ojo humano es capaz de distinguir varios millones de colores, en función de las condiciones de observación, pero sólo ve en blanco y negro de noche, durante la que se pueden tener sueños en color.

Éstas son algunas de las curiosidades que ofrece un libro presentado en la X Reunión Nacional de Óptica celebrada esta semana en Zaragoza por uno de sus autores, Manuel Melgosa, catedrático en la Universidad de Granada, quien ha explicado en una entrevista con Efe que el color es una percepción y como tal es algo único, muy personal.

Se podría decir que cada persona ve un color de manera diferente, aunque dentro de los que tienen una visión normal hay una cierta unanimidad, ha agregado Melgosa, al tiempo que ha dicho que el hecho de que la retina, los fotoreceptores y los mecanismos que llegan hasta al cerebro sean personales hace que no se vea exactamente el mismo.

Este catedrático de Óptica de la Universidad de Granada, autor junto a Mark D. Fairchild, del Rochester Institute of Technology, de EE.UU., del libro «La tienda de las curiosidades del color», ha agregado que cada persona puede ver «muchísimos colores, millones».

En el texto, publicado por la Editorial Universidad de Granada, con la colaboración del Parque de las Ciencias de Granada, los dos científicos responden a 56 preguntas relacionadas con el color y formuladas a partir de la curiosidad natural que se siente por el mundo de alrededor.

¿Cuál es el mejor color para unas gafas de sol? o ¿Por qué no podemos ver los colores de noche? son algunas de las interrogaciones a las que se responde.

Así, según ha señalado Melgosa, el mejor color para el cristal de unas gafas de sol depende de la finalidad que se persiga. Si no se quiere alterar el color de los objetos que se ven el gris podría ser una buena opción, pero no la única, ha dicho.

Y en cuanto a la visión del color por la noche, ha explicado que los fotoreceptores de la retina que permiten ver los colores, los conos, sólo se activan cuanto hay cierta cantidad de luz, es decir, lo que denominan visión fotópica.

Por ello, los conos dejan de funcionar de noche, momento en el que inician su trabajo otros fotoreceptores, los bastones, que al ser de un único tipo producen una visión en blanco y negro, lo que en realidad implica percibir una amplia gama de estímulos que llaman grises, ha continuado.

De ahí viene el dicho popular de que «de noche todos los gatos son pardos», ha señalado el científico, para el que esa dualidad entre conos y bastones hace que se pueda percibir tanto de día como de noche, lo que ha permitido en su opinión la evolución y el progreso del ser humano.

«Podemos movernos en la noche y no ser capturados por animales y, a su vez, durante el día realizar tareas altamente sofisticadas de elección de la mejor fruta, el mejor alimento o el mejor compañero. Todo ello tiene que ver con la visión del color», ha manifestado Melgosa, presidente del Comité del Color de la Sociedad Española de Óptica.

«La tienda de las curiosidades sobre el color», que también responde a interrogantes como ¿Por qué se produce el arco iris?, ¿por qué la ropa de los quirófanos es verde? o ¿por qué los de las vidrieras son tan atractivas para el espectador?, consta de 64 módulos, ordenados en torno a ocho disciplinas científicas, con ocho niveles dentro de cada una de ellas.

Y dada su finalidad divulgativa, las distintas disciplinas consideradas (óptica, química, biología o matemáticas) se han designado con nombres sencillos, como luz, objetos, ojos, números, viendo, fotografía, desafío y exploraciones.

En cada módulo hay una foto principal y una auxiliar (la mayoría originales de los autores), y se responde a una determinada pregunta sobre el color, que han sido seleccionadas a partir de unas 300 sugerencias realizadas por un amplio número de estudiantes y profesores.

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El ojo puede ver millones de colores de día y sólo en blanco y negro de noche

El ojo humano es capaz de distinguir varios millones de colores, en función de las condiciones de observación, pero sólo ve en blanco y negro de noche, durante la que se pueden tener sueños en color.

Éstas son algunas de las curiosidades que ofrece un libro presentado en la X Reunión Nacional de Óptica celebrada esta semana en Zaragoza por uno de sus autores, Manuel Melgosa, catedrático en la Universidad de Granada, quien ha explicado en una entrevista con Efe que el color es una percepción y como tal es algo único, muy personal.

Se podría decir que cada persona ve un color de manera diferente, aunque dentro de los que tienen una visión normal hay una cierta unanimidad, ha agregado Melgosa, al tiempo que ha dicho que el hecho de que la retina, los fotoreceptores y los mecanismos que llegan hasta al cerebro sean personales hace que no se vea exactamente el mismo.

Este catedrático de Óptica de la Universidad de Granada, autor junto a Mark D. Fairchild, del Rochester Institute of Technology, de EE.UU., del libro «La tienda de las curiosidades del color», ha agregado que cada persona puede ver «muchísimos colores, millones».

En el texto, publicado por la Editorial Universidad de Granada, con la colaboración del Parque de las Ciencias de Granada, los dos científicos responden a 56 preguntas relacionadas con el color y formuladas a partir de la curiosidad natural que se siente por el mundo de alrededor.

¿Cuál es el mejor color para unas gafas de sol? o ¿Por qué no podemos ver los colores de noche? son algunas de las interrogaciones a las que se responde.

Así, según ha señalado Melgosa, el mejor color para el cristal de unas gafas de sol depende de la finalidad que se persiga. Si no se quiere alterar el color de los objetos que se ven el gris podría ser una buena opción, pero no la única, ha dicho.

Y en cuanto a la visión del color por la noche, ha explicado que los fotoreceptores de la retina que permiten ver los colores, los conos, sólo se activan cuanto hay cierta cantidad de luz, es decir, lo que denominan visión fotópica.

Por ello, los conos dejan de funcionar de noche, momento en el que inician su trabajo otros fotoreceptores, los bastones, que al ser de un único tipo producen una visión en blanco y negro, lo que en realidad implica percibir una amplia gama de estímulos que llaman grises, ha continuado.

De ahí viene el dicho popular de que «de noche todos los gatos son pardos», ha señalado el científico, para el que esa dualidad entre conos y bastones hace que se pueda percibir tanto de día como de noche, lo que ha permitido en su opinión la evolución y el progreso del ser humano.

«Podemos movernos en la noche y no ser capturados por animales y, a su vez, durante el día realizar tareas altamente sofisticadas de elección de la mejor fruta, el mejor alimento o el mejor compañero. Todo ello tiene que ver con la visión del color», ha manifestado Melgosa, presidente del Comité del Color de la Sociedad Española de Óptica.

«La tienda de las curiosidades sobre el color», que también responde a interrogantes como ¿Por qué se produce el arco iris?, ¿por qué la ropa de los quirófanos es verde? o ¿por qué los de las vidrieras son tan atractivas para el espectador?, consta de 64 módulos, ordenados en torno a ocho disciplinas científicas, con ocho niveles dentro de cada una de ellas.

Y dada su finalidad divulgativa, las distintas disciplinas consideradas (óptica, química, biología o matemáticas) se han designado con nombres sencillos, como luz, objetos, ojos, números, viendo, fotografía, desafío y exploraciones.

En cada módulo hay una foto principal y una auxiliar (la mayoría originales de los autores), y se responde a una determinada pregunta sobre el color, que han sido seleccionadas a partir de unas 300 sugerencias realizadas por un amplio número de estudiantes y profesores.

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El ojo puede ver millones de colores de día y sólo en blanco y negro de noche

El ojo humano es capaz de distinguir varios millones de colores, en función de las condiciones de observación, pero sólo ve en blanco y negro de noche, durante la que se pueden tener sueños en color.

Éstas son algunas de las curiosidades que ofrece un libro presentado en la X Reunión Nacional de Óptica celebrada esta semana en Zaragoza por uno de sus autores, Manuel Melgosa, catedrático en la Universidad de Granada, quien ha explicado en una entrevista con Efe que el color es una percepción y como tal es algo único, muy personal.

Se podría decir que cada persona ve un color de manera diferente, aunque dentro de los que tienen una visión normal hay una cierta unanimidad, ha agregado Melgosa, al tiempo que ha dicho que el hecho de que la retina, los fotoreceptores y los mecanismos que llegan hasta al cerebro sean personales hace que no se vea exactamente el mismo.

Este catedrático de Óptica de la Universidad de Granada, autor junto a Mark D. Fairchild, del Rochester Institute of Technology, de EE.UU., del libro «La tienda de las curiosidades del color», ha agregado que cada persona puede ver «muchísimos colores, millones».

En el texto, publicado por la Editorial Universidad de Granada, con la colaboración del Parque de las Ciencias de Granada, los dos científicos responden a 56 preguntas relacionadas con el color y formuladas a partir de la curiosidad natural que se siente por el mundo de alrededor.

¿Cuál es el mejor color para unas gafas de sol? o ¿Por qué no podemos ver los colores de noche? son algunas de las interrogaciones a las que se responde.

Así, según ha señalado Melgosa, el mejor color para el cristal de unas gafas de sol depende de la finalidad que se persiga. Si no se quiere alterar el color de los objetos que se ven el gris podría ser una buena opción, pero no la única, ha dicho.

Y en cuanto a la visión del color por la noche, ha explicado que los fotoreceptores de la retina que permiten ver los colores, los conos, sólo se activan cuanto hay cierta cantidad de luz, es decir, lo que denominan visión fotópica.

Por ello, los conos dejan de funcionar de noche, momento en el que inician su trabajo otros fotoreceptores, los bastones, que al ser de un único tipo producen una visión en blanco y negro, lo que en realidad implica percibir una amplia gama de estímulos que llaman grises, ha continuado.

De ahí viene el dicho popular de que «de noche todos los gatos son pardos», ha señalado el científico, para el que esa dualidad entre conos y bastones hace que se pueda percibir tanto de día como de noche, lo que ha permitido en su opinión la evolución y el progreso del ser humano.

«Podemos movernos en la noche y no ser capturados por animales y, a su vez, durante el día realizar tareas altamente sofisticadas de elección de la mejor fruta, el mejor alimento o el mejor compañero. Todo ello tiene que ver con la visión del color», ha manifestado Melgosa, presidente del Comité del Color de la Sociedad Española de Óptica.

«La tienda de las curiosidades sobre el color», que también responde a interrogantes como ¿Por qué se produce el arco iris?, ¿por qué la ropa de los quirófanos es verde? o ¿por qué los de las vidrieras son tan atractivas para el espectador?, consta de 64 módulos, ordenados en torno a ocho disciplinas científicas, con ocho niveles dentro de cada una de ellas.

Y dada su finalidad divulgativa, las distintas disciplinas consideradas (óptica, química, biología o matemáticas) se han designado con nombres sencillos, como luz, objetos, ojos, números, viendo, fotografía, desafío y exploraciones.

En cada módulo hay una foto principal y una auxiliar (la mayoría originales de los autores), y se responde a una determinada pregunta sobre el color, que han sido seleccionadas a partir de unas 300 sugerencias realizadas por un amplio número de estudiantes y profesores.

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La venganza: ‘Fat pride’ o el orgullo de ser gordo

Las reacciones son conocidas. Aparece Adele, con su voz increíble, y no hay que excavar mucho en internet para encontrarse con cientos de chistes sobre su peso. En el colegio, quién no vio cómo todos los compañeros se ponían de acuerdo para saltar de sus asientos cuando el gordo del curso se sentaba. Y «anda a comerte los postres, gorda lechona», parece ser hoy un insulto que no puede ser rebatido por quien lo recibe. Es como si sentenciara: «Eres gorda, así que cállate».

Cansados de años de burlas, de no encontrar tallas para ellos en las tiendas, pero sobre todo, hartos de lo que llaman la «multimillonaria industria para la pérdida de peso», cientos de personas con varios kilos se han unido al «fat pride», la lucha por sus derechos y por erradicar la idea de que ser gordo está mal.

«Los gordos se merecen los mismos derechos y dignidad que la gente que no lo es», dijo en julio pasado la doctora Cat Pause, a propósito de la primera conferencia que se realizó en Nueva Zelanda sobre «estudios de gordura», en el marco del orgullo gordo. La idea era dar a conocer información y discutir cómo se ha estigmatizado a las personas con tallas grandes, viéndolas como culpables de una epidemia que solo en 2008 ya tenía a mil 400 millones de adultos con sobrepeso, según la Organización Mundial de la Salud.

Entre los documentos que se repartieron en la junta, existían unos que llevaban por título «El odio a la gordura» y «El rol del diagnóstico en la marginación de la corpulencia». Por su parte, Pause, presente entonces, explicó a los medios neozelandeses que la intención de los defensores de la gordura es reapropiarse del adjetivo gordo, como palabra que los describe y no como un insulto, y ojalá, dejar de utilizar «sobrepeso» -como término que indica que no se está en un peso correcto- y más aún «obeso», utilizado por médicos como una manera de patologizar la gordura.

«Así que cuando la gente ve un cuerpo gordo como el mío, cree que no soy sana y que tengo un cuerpo enfermo; que nunca hago ejercicio y que solo como comida chatarra», señaló, esperando que las personas puedan comprender que existen formas corporales más grandes que otras y que, por ende, no se debe obligar a alguien a bajar sus kilos, solo por no encajar con el estereotipo de belleza.

De hecho, esta semana, el European Heart Journal publicó un revolucionario estudio que asegura que las personas pueden ser obesas pero metabólicamente saludables. O sea, no tienen por qué sufrir de resistencia a la insulina, colesterol alto, hipertensión o diabetes, por tener kilos de más. Al contrario, según la investigación de la Universidad de Granada, se puede ser físicamente sano.

«Ser obeso no parece tener un efecto perjudicial sobre su salud y, lo más importante, los médicos deberían tener esto en cuenta cuando atienden a una persona obesa», dijo Francisco Ortega, quien dirigió el estudio.

Antes, en la conferencia de Nueva Zelanda, el profesor de la Massey University, Andrew Dickson ya había comentado esta idea, señalando que nunca se había sentido tan estresado como cuando bajó de 130 kilos a 86, a punta de dietas, medicamentos recetados y trote. Hoy, con 100 kilos, se autodenomina «el atleta gordo», ya que sigue trotando 60 km a la semana, pero está feliz.

Soy gorda, ¿y qué?

El «fat pride» lleva años intentando emerger como una fuerza contra las diferencias y burlas hacia los gordos. Ya en 1999, Marilyn Wann (escritora estadounidense), alegaba con furia contra un gimnasio que usó como propaganda el lema de que si los extraterrestres invadieran la Tierra, se comerían primero a los gordos.

«Represento a los 97 millones de estadounidenses que son gordos. Somos el 55% de la población», alegaba entonces la autora de «Fat? So!» («¿Gorda? ¡Y qué!»), un libro que la catapultó como la activista pro gordos más conocida de EE.UU.

Wann llevaba desde 1994 escribiendo sobre la discriminación hacia las personas con tallas grandes. De hecho, su «Fat! So?» había comenzado como una revista luego de que le negaran un plan de salud debido a su peso, y que se enterara de que el hombre con el que salía se avergonzaba de presentarla a sus amigos.

«Soy una mujer saludable de 113 kilos, que no fuma y que es linda como una flor. Pero también soy gorda (…) Estaba tan enojada por esos dos incidentes, que sentía que mi silencio sería una manera de decir que estaba de acuerdo con la forma en que estaba siendo tratada (…) Una ‘fatso’ había nacido», explicó entonces la mujer para referirse a cómo ella llama a los luchadores por los derechos de los gordos, que no se avergüenzan ni piden disculpas por su peso».

Su trabajo también ha estado ligado a organizaciones que velan por los derechos y la no discriminación de la gente con varios kilos, como la National Association to Advance Fat Acceptance de EE.UU. La razón es simple: la realidad para una persona gorda, como explica Wann, es «una vida no vivida, llena de odio a sí mismo», escondiéndose de las burlas y, peor aún, del desprecio de aquellos que ven su condición física como propia de alguien flojo, sin voluntad, glotón y hasta tonto, como dice la autora.

«Esto suena familiar. Son los atributos negativos con que a todas las personas oprimidas las han etiquetado», ha dicho, con respecto a los pueblos y minorías que han sufrido tratos diferentes en la historia. «Y la gente gorda es el último objeto aceptable de discriminación», agregó.

El tema sigue siendo motivo de lucha. Por eso en la convención de estudios de la gordura, en Nueva Zelanda -país con un cuarto de su población calificada de obesa-, se le pidió al gobierno que legisle, así como se ha hecho con temas raciales y de diversidad sexual, para que se termine el trato peyorativo a los gordos.

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La venganza: ‘Fat pride’ o el orgullo de ser gordo

Las reacciones son conocidas. Aparece Adele, con su voz increíble, y no hay que excavar mucho en internet para encontrarse con cientos de chistes sobre su peso. En el colegio, quién no vio cómo todos los compañeros se ponían de acuerdo para saltar de sus asientos cuando el gordo del curso se sentaba. Y «anda a comerte los postres, gorda lechona», parece ser hoy un insulto que no puede ser rebatido por quien lo recibe. Es como si sentenciara: «Eres gorda, así que cállate».

Cansados de años de burlas, de no encontrar tallas para ellos en las tiendas, pero sobre todo, hartos de lo que llaman la «multimillonaria industria para la pérdida de peso», cientos de personas con varios kilos se han unido al «fat pride», la lucha por sus derechos y por erradicar la idea de que ser gordo está mal.

«Los gordos se merecen los mismos derechos y dignidad que la gente que no lo es», dijo en julio pasado la doctora Cat Pause, a propósito de la primera conferencia que se realizó en Nueva Zelanda sobre «estudios de gordura», en el marco del orgullo gordo. La idea era dar a conocer información y discutir cómo se ha estigmatizado a las personas con tallas grandes, viéndolas como culpables de una epidemia que solo en 2008 ya tenía a mil 400 millones de adultos con sobrepeso, según la Organización Mundial de la Salud.

Entre los documentos que se repartieron en la junta, existían unos que llevaban por título «El odio a la gordura» y «El rol del diagnóstico en la marginación de la corpulencia». Por su parte, Pause, presente entonces, explicó a los medios neozelandeses que la intención de los defensores de la gordura es reapropiarse del adjetivo gordo, como palabra que los describe y no como un insulto, y ojalá, dejar de utilizar «sobrepeso» -como término que indica que no se está en un peso correcto- y más aún «obeso», utilizado por médicos como una manera de patologizar la gordura.

«Así que cuando la gente ve un cuerpo gordo como el mío, cree que no soy sana y que tengo un cuerpo enfermo; que nunca hago ejercicio y que solo como comida chatarra», señaló, esperando que las personas puedan comprender que existen formas corporales más grandes que otras y que, por ende, no se debe obligar a alguien a bajar sus kilos, solo por no encajar con el estereotipo de belleza.

De hecho, esta semana, el European Heart Journal publicó un revolucionario estudio que asegura que las personas pueden ser obesas pero metabólicamente saludables. O sea, no tienen por qué sufrir de resistencia a la insulina, colesterol alto, hipertensión o diabetes, por tener kilos de más. Al contrario, según la investigación de la Universidad de Granada, se puede ser físicamente sano.

«Ser obeso no parece tener un efecto perjudicial sobre su salud y, lo más importante, los médicos deberían tener esto en cuenta cuando atienden a una persona obesa», dijo Francisco Ortega, quien dirigió el estudio.

Antes, en la conferencia de Nueva Zelanda, el profesor de la Massey University, Andrew Dickson ya había comentado esta idea, señalando que nunca se había sentido tan estresado como cuando bajó de 130 kilos a 86, a punta de dietas, medicamentos recetados y trote. Hoy, con 100 kilos, se autodenomina «el atleta gordo», ya que sigue trotando 60 km a la semana, pero está feliz.

Soy gorda, ¿y qué?

El «fat pride» lleva años intentando emerger como una fuerza contra las diferencias y burlas hacia los gordos. Ya en 1999, Marilyn Wann (escritora estadounidense), alegaba con furia contra un gimnasio que usó como propaganda el lema de que si los extraterrestres invadieran la Tierra, se comerían primero a los gordos.

«Represento a los 97 millones de estadounidenses que son gordos. Somos el 55% de la población», alegaba entonces la autora de «Fat? So!» («¿Gorda? ¡Y qué!»), un libro que la catapultó como la activista pro gordos más conocida de EE.UU.

Wann llevaba desde 1994 escribiendo sobre la discriminación hacia las personas con tallas grandes. De hecho, su «Fat! So?» había comenzado como una revista luego de que le negaran un plan de salud debido a su peso, y que se enterara de que el hombre con el que salía se avergonzaba de presentarla a sus amigos.

«Soy una mujer saludable de 113 kilos, que no fuma y que es linda como una flor. Pero también soy gorda (…) Estaba tan enojada por esos dos incidentes, que sentía que mi silencio sería una manera de decir que estaba de acuerdo con la forma en que estaba siendo tratada (…) Una ‘fatso’ había nacido», explicó entonces la mujer para referirse a cómo ella llama a los luchadores por los derechos de los gordos, que no se avergüenzan ni piden disculpas por su peso».

Su trabajo también ha estado ligado a organizaciones que velan por los derechos y la no discriminación de la gente con varios kilos, como la National Association to Advance Fat Acceptance de EE.UU. La razón es simple: la realidad para una persona gorda, como explica Wann, es «una vida no vivida, llena de odio a sí mismo», escondiéndose de las burlas y, peor aún, del desprecio de aquellos que ven su condición física como propia de alguien flojo, sin voluntad, glotón y hasta tonto, como dice la autora.

«Esto suena familiar. Son los atributos negativos con que a todas las personas oprimidas las han etiquetado», ha dicho, con respecto a los pueblos y minorías que han sufrido tratos diferentes en la historia. «Y la gente gorda es el último objeto aceptable de discriminación», agregó.

El tema sigue siendo motivo de lucha. Por eso en la convención de estudios de la gordura, en Nueva Zelanda -país con un cuarto de su población calificada de obesa-, se le pidió al gobierno que legisle, así como se ha hecho con temas raciales y de diversidad sexual, para que se termine el trato peyorativo a los gordos.

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