La Escuela de Arquitectura se ‘mudará’ al Campo del Príncipe en el curso 2013/14

«Haremos un seguimiento de la nueva escuela en el Campo del Príncipe para que en el transcurso de este mandato se ponga fin a nuestra travesía por el desierto». Las palabras las pronunciaba ayer Emilio Herrera Cardenete, en el acto de toma de posesión como director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Granada (UGR). Han sido muchos años de retrasos, problemas con el presupuesto, con el proyecto… Todo han sido contratiempos en las obras en el antiguo Hospital Militar, sede oficial de la Escuela de Arquitectura.
Alumnos, profesores y personal de administración y servicios están en un antiguo instituto en la autopista de Badajoz en unas condiciones que «todos sabemos que no son las mejores y ha habido que hacer sacrificios». Eso sí parece que los plazos para hacer la mudanza se acortan. El rector Francisco González Lodeiro explicó que ayer mismo personal del ministerio estaba visitando las obras junto a la vicerrectora de Infraestructuras y «me han dicho que se van a terminar seis o siete meses antes de lo previsto».

Esto significa que a finales de 2013 terminarán, «si no aparece alguna nueva sorpresa». El equipamiento está comprometido para que esté en Granada a finales de este año. Mientras tanto se mantendrá almacenado. «El traslado se podría producir en el segundo cuatrimestre del curso 2013-2014 o todo lo más para el inicio del curso 2014-2015», adelantó Lodeiro.

Las obras se adjudicaron por un importe de 10.764.466 euros, habiéndose obtenido una baja del 18,5% sobre el precio base de licitación. El Ministerio de Fomento aporta el 55,2% de la inversión y la UGR el 44,8% restante.

Tal como reconoció ayer González Lodeiro y el director saliente, el profesor Amadeo Benavent, fueron «momentos complicados» cuando se tuvo que negociar de nuevo con el Ejecutivo. «Ha costado poner recursos propios y hacer un esfuerzo», pero según el mandatario es lo que se tenía que hacer.
Herrera asumió ayer el reto de adaptar los estudios de Arquitectura –no exentos de polémica tampoco estos últimos años– y en su alocución no se olvidó de los estudiantes, que «son magníficos». Todo en tiempos «muy complicados».

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La Escuela de Arquitectura se ‘mudará’ al Campo del Príncipe en el curso 2013/14

«Haremos un seguimiento de la nueva escuela en el Campo del Príncipe para que en el transcurso de este mandato se ponga fin a nuestra travesía por el desierto». Las palabras las pronunciaba ayer Emilio Herrera Cardenete, en el acto de toma de posesión como director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Granada (UGR). Han sido muchos años de retrasos, problemas con el presupuesto, con el proyecto… Todo han sido contratiempos en las obras en el antiguo Hospital Militar, sede oficial de la Escuela de Arquitectura.
Alumnos, profesores y personal de administración y servicios están en un antiguo instituto en la autopista de Badajoz en unas condiciones que «todos sabemos que no son las mejores y ha habido que hacer sacrificios». Eso sí parece que los plazos para hacer la mudanza se acortan. El rector Francisco González Lodeiro explicó que ayer mismo personal del ministerio estaba visitando las obras junto a la vicerrectora de Infraestructuras y «me han dicho que se van a terminar seis o siete meses antes de lo previsto».

Esto significa que a finales de 2013 terminarán, «si no aparece alguna nueva sorpresa». El equipamiento está comprometido para que esté en Granada a finales de este año. Mientras tanto se mantendrá almacenado. «El traslado se podría producir en el segundo cuatrimestre del curso 2013-2014 o todo lo más para el inicio del curso 2014-2015», adelantó Lodeiro.

Las obras se adjudicaron por un importe de 10.764.466 euros, habiéndose obtenido una baja del 18,5% sobre el precio base de licitación. El Ministerio de Fomento aporta el 55,2% de la inversión y la UGR el 44,8% restante.

Tal como reconoció ayer González Lodeiro y el director saliente, el profesor Amadeo Benavent, fueron «momentos complicados» cuando se tuvo que negociar de nuevo con el Ejecutivo. «Ha costado poner recursos propios y hacer un esfuerzo», pero según el mandatario es lo que se tenía que hacer.
Herrera asumió ayer el reto de adaptar los estudios de Arquitectura –no exentos de polémica tampoco estos últimos años– y en su alocución no se olvidó de los estudiantes, que «son magníficos». Todo en tiempos «muy complicados».

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Las universidades canarias son las que más difunden el software libre en España

Las universidades canarias son las que más difunden el software libre en España, 20 puntos por encima del segundo clasificado, Aragón, según el ranking de las universidades españolas en software libre (RuSL).

Los resultados de este estudio indica que los centros que más difunden este tipo de software son la Universidad de Granada (100), la Universidad de Zaragoza (93,48) y la Universidad de La Laguna (90,27), mientras que la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ocuparía el sexto lugar del ranking (47,69).

Por comunidades autónomas, Canarias es la región con mayor puntuación en el uso de software libre. La segunda y tercera posición la ocupan Aragón (79,71) y Andalucía (39,68), que han demostrado ser también las comunidades más punteras en software libre en sus universidades.

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Las universidades canarias son las que más difunden el software libre en España, 20 puntos por encima del segundo clasificado, Aragón, según el ranking de las universidades españolas en software libre (RuSL).

Los resultados de este estudio indica que los centros que más difunden este tipo de software son la Universidad de Granada (100), la Universidad de Zaragoza (93,48) y la Universidad de La Laguna (90,27), mientras que la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ocuparía el sexto lugar del ranking (47,69).

Por comunidades autónomas, Canarias es la región con mayor puntuación en el uso de software libre. La segunda y tercera posición la ocupan Aragón (79,71) y Andalucía (39,68), que han demostrado ser también las comunidades más punteras en software libre en sus universidades.

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Las universidades canarias son las que más difunden el software libre en España, 20 puntos por encima del segundo clasificado, Aragón, según el ranking de las universidades españolas en software libre (RuSL).

Los resultados de este estudio indica que los centros que más difunden este tipo de software son la Universidad de Granada (100), la Universidad de Zaragoza (93,48) y la Universidad de La Laguna (90,27), mientras que la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ocuparía el sexto lugar del ranking (47,69).

Por comunidades autónomas, Canarias es la región con mayor puntuación en el uso de software libre. La segunda y tercera posición la ocupan Aragón (79,71) y Andalucía (39,68), que han demostrado ser también las comunidades más punteras en software libre en sus universidades.

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Un libro evoca la represión del movimiento estudiantil en Granada

Tras más de cuatro años de investigación, un grupo de profesores, principalmente de instituto, formado por Pedro Sánchez, José María Sánchez, Miguel Conejero, Óscar Rodríguez e Isabel Rueda, ha concluido una obra en la que se explica cómo se fue creando el movimiento estudiantil en Granada, cómo se enlazó con el obrero y cuáles fueron sus principales actividades en la lucha antifranquista. La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981) es el título del libro que detalla además la doble represión, gubernativa y académica, de los activistas universitarios.

Mañana sábado en el Hospital Real se presenta la obra, que ha coordinado el presidente de la Fundación de Estudios Sindicales de CC OO-A y profesor del IES Albaycín de Granada, Alfonso Martínez Foronda. Se escogió la Universidad de Granada por ser la tercera más importante del país, tras Madrid y Barcelona. En la segunda mitad de los años sesenta el movimiento era ya «incontestable», explica Martínez, que destaca cómo la universidad se convirtió en «una escuela democrática de ciudadanía» en la que se formaron líderes de la transición.

A través del Sindicato Democrático de Estudiantes Universitarios (Sdeug) y de otras formas de organización, los estudiantes reivindicaban la reforma democrática de la universidad y también de las libertades perdidas tras el triunfo franquista en la Guerra Civil. Las facultades, pero también las calles de Granada, Jaén, Almería y Málaga, estaban sembradas de octavillas y carteles que cuestionaban contenidos de la enseñanza y formas de represión. Conferencias, exposiciones, teatro, recitales musicales o cine-club eran algunas de las actividades culturales alternativas que se organizaban y que confrontaron con el régimen y las propias autoridades académicas.

En la primera parte, la obra, que edita El Páramo y Fundación de Estudios Sindicales-Archivo Histórico de CC OO-A, aborda los efectos que tuvo sobre la universidad el triunfo del golpe de Estado de julio de 1936 y la represión sobre quienes habían defendido ideales republicanos, así como el nacimiento de las primeras disidencias. Tanto el Sdeug como la recomposición de núcleos políticos, fundamentalmente el PCE, suponen un «primer toque de atención» a las autoridades gubernativas y académicas. La segunda parte se dedica a cómo se desarrolla el activismo universitario y la tercera exclusivamente a la represión al movimiento estudiantil, que junto con el obrero, fue pilar esencial de la lucha antifranquista.

Según los datos recopilados en la investigación, 350 estudiantes de la UGR fueron represaliados: detenidos, encarcelados, buscados por la policía o agredidos por la extrema derecha. 66 fueron mujeres, de las que 25 pasaron por la prisión provincial. Hay otro medio centenar de represaliados sin identificar, media quincena deportados a sus domicilios familiares y otros muchos a los que se les quitó la prórroga del servicio militar y se les negó el pasaporte. Un asesinado: Javier Verdejo; un expulsado del país: Juan José Sánchez, y un exiliado: Joaquín Sabina.

«Intentar que el franquismo no quede impune y hacer justicia a las personas que lucharon por la libertad» son los motivos que han inspirado esta investigación que quiere contar cómo el régimen condicionó la vida de muchos españoles. 62 estudiantes de la UGR, recuerda Martínez, pasaron por el Tribunal de Orden Público, pero por las comisarías y cárceles «fueron muchos más». Se prohibían actos culturales y conferencias, y se procesó a otros por asociación ilícita, propaganda ilegal y manifestación no pacífica.

La cara al viento presta especial atención en un apartado a la lucha de las mujeres universitarias que también tenían superar los obstáculos de una sociedad profundamente misógina. La reacción de las autoridades académicas y una cuarta parte dedicada a los colegios universitarios de Almería y Jaén, que de forma más tardía en relación a la UGR se configuraron también como espacios de oposición al régimen, completan el trabajo.

El libro, de 1.063 páginas, pone en valor la escuela de ciudadanía que supuso la lucha del movimiento estudiantil para la conquista de la democracia en España, al tiempo que da cuenta de la represión que durante dos décadas sufrieron centenares de universitarios en Granada.

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Un libro evoca la represión del movimiento estudiantil en Granada

Tras más de cuatro años de investigación, un grupo de profesores, principalmente de instituto, formado por Pedro Sánchez, José María Sánchez, Miguel Conejero, Óscar Rodríguez e Isabel Rueda, ha concluido una obra en la que se explica cómo se fue creando el movimiento estudiantil en Granada, cómo se enlazó con el obrero y cuáles fueron sus principales actividades en la lucha antifranquista. La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981) es el título del libro que detalla además la doble represión, gubernativa y académica, de los activistas universitarios.

Mañana sábado en el Hospital Real se presenta la obra, que ha coordinado el presidente de la Fundación de Estudios Sindicales de CC OO-A y profesor del IES Albaycín de Granada, Alfonso Martínez Foronda. Se escogió la Universidad de Granada por ser la tercera más importante del país, tras Madrid y Barcelona. En la segunda mitad de los años sesenta el movimiento era ya «incontestable», explica Martínez, que destaca cómo la universidad se convirtió en «una escuela democrática de ciudadanía» en la que se formaron líderes de la transición.

A través del Sindicato Democrático de Estudiantes Universitarios (Sdeug) y de otras formas de organización, los estudiantes reivindicaban la reforma democrática de la universidad y también de las libertades perdidas tras el triunfo franquista en la Guerra Civil. Las facultades, pero también las calles de Granada, Jaén, Almería y Málaga, estaban sembradas de octavillas y carteles que cuestionaban contenidos de la enseñanza y formas de represión. Conferencias, exposiciones, teatro, recitales musicales o cine-club eran algunas de las actividades culturales alternativas que se organizaban y que confrontaron con el régimen y las propias autoridades académicas.

En la primera parte, la obra, que edita El Páramo y Fundación de Estudios Sindicales-Archivo Histórico de CC OO-A, aborda los efectos que tuvo sobre la universidad el triunfo del golpe de Estado de julio de 1936 y la represión sobre quienes habían defendido ideales republicanos, así como el nacimiento de las primeras disidencias. Tanto el Sdeug como la recomposición de núcleos políticos, fundamentalmente el PCE, suponen un «primer toque de atención» a las autoridades gubernativas y académicas. La segunda parte se dedica a cómo se desarrolla el activismo universitario y la tercera exclusivamente a la represión al movimiento estudiantil, que junto con el obrero, fue pilar esencial de la lucha antifranquista.

Según los datos recopilados en la investigación, 350 estudiantes de la UGR fueron represaliados: detenidos, encarcelados, buscados por la policía o agredidos por la extrema derecha. 66 fueron mujeres, de las que 25 pasaron por la prisión provincial. Hay otro medio centenar de represaliados sin identificar, media quincena deportados a sus domicilios familiares y otros muchos a los que se les quitó la prórroga del servicio militar y se les negó el pasaporte. Un asesinado: Javier Verdejo; un expulsado del país: Juan José Sánchez, y un exiliado: Joaquín Sabina.

«Intentar que el franquismo no quede impune y hacer justicia a las personas que lucharon por la libertad» son los motivos que han inspirado esta investigación que quiere contar cómo el régimen condicionó la vida de muchos españoles. 62 estudiantes de la UGR, recuerda Martínez, pasaron por el Tribunal de Orden Público, pero por las comisarías y cárceles «fueron muchos más». Se prohibían actos culturales y conferencias, y se procesó a otros por asociación ilícita, propaganda ilegal y manifestación no pacífica.

La cara al viento presta especial atención en un apartado a la lucha de las mujeres universitarias que también tenían superar los obstáculos de una sociedad profundamente misógina. La reacción de las autoridades académicas y una cuarta parte dedicada a los colegios universitarios de Almería y Jaén, que de forma más tardía en relación a la UGR se configuraron también como espacios de oposición al régimen, completan el trabajo.

El libro, de 1.063 páginas, pone en valor la escuela de ciudadanía que supuso la lucha del movimiento estudiantil para la conquista de la democracia en España, al tiempo que da cuenta de la represión que durante dos décadas sufrieron centenares de universitarios en Granada.

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Un libro evoca la represión del movimiento estudiantil en Granada

Tras más de cuatro años de investigación, un grupo de profesores, principalmente de instituto, formado por Pedro Sánchez, José María Sánchez, Miguel Conejero, Óscar Rodríguez e Isabel Rueda, ha concluido una obra en la que se explica cómo se fue creando el movimiento estudiantil en Granada, cómo se enlazó con el obrero y cuáles fueron sus principales actividades en la lucha antifranquista. La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981) es el título del libro que detalla además la doble represión, gubernativa y académica, de los activistas universitarios.

Mañana sábado en el Hospital Real se presenta la obra, que ha coordinado el presidente de la Fundación de Estudios Sindicales de CC OO-A y profesor del IES Albaycín de Granada, Alfonso Martínez Foronda. Se escogió la Universidad de Granada por ser la tercera más importante del país, tras Madrid y Barcelona. En la segunda mitad de los años sesenta el movimiento era ya «incontestable», explica Martínez, que destaca cómo la universidad se convirtió en «una escuela democrática de ciudadanía» en la que se formaron líderes de la transición.

A través del Sindicato Democrático de Estudiantes Universitarios (Sdeug) y de otras formas de organización, los estudiantes reivindicaban la reforma democrática de la universidad y también de las libertades perdidas tras el triunfo franquista en la Guerra Civil. Las facultades, pero también las calles de Granada, Jaén, Almería y Málaga, estaban sembradas de octavillas y carteles que cuestionaban contenidos de la enseñanza y formas de represión. Conferencias, exposiciones, teatro, recitales musicales o cine-club eran algunas de las actividades culturales alternativas que se organizaban y que confrontaron con el régimen y las propias autoridades académicas.

En la primera parte, la obra, que edita El Páramo y Fundación de Estudios Sindicales-Archivo Histórico de CC OO-A, aborda los efectos que tuvo sobre la universidad el triunfo del golpe de Estado de julio de 1936 y la represión sobre quienes habían defendido ideales republicanos, así como el nacimiento de las primeras disidencias. Tanto el Sdeug como la recomposición de núcleos políticos, fundamentalmente el PCE, suponen un «primer toque de atención» a las autoridades gubernativas y académicas. La segunda parte se dedica a cómo se desarrolla el activismo universitario y la tercera exclusivamente a la represión al movimiento estudiantil, que junto con el obrero, fue pilar esencial de la lucha antifranquista.

Según los datos recopilados en la investigación, 350 estudiantes de la UGR fueron represaliados: detenidos, encarcelados, buscados por la policía o agredidos por la extrema derecha. 66 fueron mujeres, de las que 25 pasaron por la prisión provincial. Hay otro medio centenar de represaliados sin identificar, media quincena deportados a sus domicilios familiares y otros muchos a los que se les quitó la prórroga del servicio militar y se les negó el pasaporte. Un asesinado: Javier Verdejo; un expulsado del país: Juan José Sánchez, y un exiliado: Joaquín Sabina.

«Intentar que el franquismo no quede impune y hacer justicia a las personas que lucharon por la libertad» son los motivos que han inspirado esta investigación que quiere contar cómo el régimen condicionó la vida de muchos españoles. 62 estudiantes de la UGR, recuerda Martínez, pasaron por el Tribunal de Orden Público, pero por las comisarías y cárceles «fueron muchos más». Se prohibían actos culturales y conferencias, y se procesó a otros por asociación ilícita, propaganda ilegal y manifestación no pacífica.

La cara al viento presta especial atención en un apartado a la lucha de las mujeres universitarias que también tenían superar los obstáculos de una sociedad profundamente misógina. La reacción de las autoridades académicas y una cuarta parte dedicada a los colegios universitarios de Almería y Jaén, que de forma más tardía en relación a la UGR se configuraron también como espacios de oposición al régimen, completan el trabajo.

El libro, de 1.063 páginas, pone en valor la escuela de ciudadanía que supuso la lucha del movimiento estudiantil para la conquista de la democracia en España, al tiempo que da cuenta de la represión que durante dos décadas sufrieron centenares de universitarios en Granada.

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Conductoras de primera

Los viejos taxistas sevillanos, que son un subgremio entrañable pero con fama de misógino, acostumbran a llevar en el salpicadero una imagen de la Virgen del Rocío con la siguiente leyenda: «Yo conduzco, ella me guía». Algún malpensado podría interpretar que ni siquiera a la Madre de Dios apean estos tipos del asiento del copiloto. Lo cierto es que hasta hace pocas décadas todo hombre llegaba al volante con un catecismo bien explícito, resumido en dos puntos: los ingleses manejan por la izquierda y la mujer al volante «es un peligro constante». El machismo imperante las quería lentas, distraídas e inseguras. Es indudable que el coche ha sido, desde el principio, el «juguetito» de ellos, pero, ¡atención!, las mujeres vienen pisando el acelerador. No sólo se ha registrado un ascenso sostenido en su incorporación a la conducción –exactamente, un 50% de aumento de nuevas conductoras en la última década–, sino que, además, han cogido confianza a los mandos. «A pesar de lo que piensan muchas personas, nosotras también sabemos «sentir» el coche que llevamos y disfrutar de él». Lo dice Arancha Pato, directora de «Motorlife Magazine».
No es nada infrecuente ya ver a féminas en potentes berlinas o al volante de un cuatro por cuatro, rompiendo el tópica de los turismos achaparrados que, en la puja familiar, les caían en suerte. En algunos casos, esta mayor confianza deriva en un aumento de la temeridad. La mujer, aunque aún en un pequeño porcentaje, está adoptando pautas de conducción más agresiva, en sintonía con las que tradicionalmente se achacan al hombre y sus índices de siniestralidad han subido. Investigadores de la Universidad de Granada mantienen en un estudio en el International Journal of Psychological Research que se ha detectado un «preocupante crecimiento del número de mujeres que sufren accidentes» pese a que «la agresividad femenina al volante tiende a pasar desapercibida; sólo se muestra de forma sutil». Para Arancha Pato, «estamos más crispadas en todos los ámbitos de nuestra vida». Mario Arnaldo, presidente de AEA, lo circunscribe especialmente al ámbito anglosajón. «Las estadísticas muestran una sobrerepresentación de los conductores masculinos en los accidentes mortales de tráfico», concluye el informe universitario.
Evidentemente, ellos siguen siendo los «gallitos del corral», y eso tiene un reflejo nefasto en las estadísticas. Lideran sin discusión, por encima del 90% los accidentes de tráfico y la pérdida de puntos. ¿Significa esto que las mujeres conducen mejor? A la luz del cumplimiento de las normas, sí. En cuanto a las habilidades puras y duras, la cuestión no está tan clara. El punto de partida es bien distinto: ellas, cerebrales y metódicas, se lucen en el teórico, mientras que los novatos –curtidos en el Scalextrix de la infancia y los pinitos «piratas» en el coche de papá– descollan en el práctico. Ya al volante…, «los hombres realizan las tareas visuoespaciales mejor, como el sentido de la orientación, mirar mapas, etc…; las mujeres tienen mejor memoria espacial y habilidad verbal, identifican mejor la falta de objetos o pueden mantener varias conversaciones a la vez», explica Arnaldo. Eso sí, tanto él como la directora de «Motorlife» coinciden en que la conducción del hombres es más «agresiva», algo que en los menores de 30 años alcanza niveles casi patológicos.

 

A por el carné a Cuenca
¿Pagará más por su matrícula Ana de Armas que Jon Kortajarena (en la imagen)? Si hubieran cursado el práctico en Zaragoza, donde han denunciado a autoescuelas sexistas en los precios, quizás… En Cuenca es otra historia. ¿Qué lleva a los famosos a tan apartada ciudad? ¿La fama del «carné exprés» o las casas colgadas?

A FAVOR
por Alfonso Merlos
Precaución… ma non troppo
Lo siento. Tengo que decirlo. Un carril de aceleración no es un carril de deceleración; ante una glorieta desértica no es necesario parar el coche en seco; el intermitente no hay que darlo veinte segundos antes de hacer un desplazamiento lateral; en autovía o autopista no es imprescindible rayar el límite de velocidad mínimo; y para aparcar un utilitario no hace falta una plaza de toros. ¡Es que me ponen de los nervios! No a este modesto periodista. Muchos de los hábitos de conducción de las mujeres ponen de los nervios… ¡a las mujeres! A unas cuantas que me lo han contado y que se han desahogado. Por no hablar de la prueba del algodón: al volante, el coche delantero amaga, titubea, no se define: «¡¿Qué piensa hacer?!». Y al volante uno piensa: «Mujer o abuelo».Y cuando mira de reojo al rebasar a ese vehículo… ¡no falla una!

EN CONTRA
por Rosetta Forner
No me toques el pito, que me irrito
A l volante ellos suelen picarse con una de pipas y van haciendo carreras a ver quién tiene las ruedas más redondas, compiten en la carretera lo que no saben defender en otro terreno. Antaño, las mujeres eran educadas, prudentes y sensatas al volante. Ahora, muchas se aflojaron las tuercas de la diadema tornándose damiselas y van por ahí echando humo, vociferando cual carretero, repartiendo exabruptos tratando de compensar al volante su complejo de inferioridad, tal como hacen los machistas resentidos, o sea, les imitan en lo malo. Las mujeres-reinas, al llevar las riendas emocionales de sus vidas, conducen de maravilla, pues el conducir es una prolongación metafórica del cómo nos manejamos en la vida y en el terreno psicológico. Si te estresas, no conduzcas. Lo importante es llegar «enteros» a nuestro destino, no medirse los «caballos» con todo el que se cruce en nuestro camino.

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Conductoras de primera

Los viejos taxistas sevillanos, que son un subgremio entrañable pero con fama de misógino, acostumbran a llevar en el salpicadero una imagen de la Virgen del Rocío con la siguiente leyenda: «Yo conduzco, ella me guía». Algún malpensado podría interpretar que ni siquiera a la Madre de Dios apean estos tipos del asiento del copiloto. Lo cierto es que hasta hace pocas décadas todo hombre llegaba al volante con un catecismo bien explícito, resumido en dos puntos: los ingleses manejan por la izquierda y la mujer al volante «es un peligro constante». El machismo imperante las quería lentas, distraídas e inseguras. Es indudable que el coche ha sido, desde el principio, el «juguetito» de ellos, pero, ¡atención!, las mujeres vienen pisando el acelerador. No sólo se ha registrado un ascenso sostenido en su incorporación a la conducción –exactamente, un 50% de aumento de nuevas conductoras en la última década–, sino que, además, han cogido confianza a los mandos. «A pesar de lo que piensan muchas personas, nosotras también sabemos «sentir» el coche que llevamos y disfrutar de él». Lo dice Arancha Pato, directora de «Motorlife Magazine».
No es nada infrecuente ya ver a féminas en potentes berlinas o al volante de un cuatro por cuatro, rompiendo el tópica de los turismos achaparrados que, en la puja familiar, les caían en suerte. En algunos casos, esta mayor confianza deriva en un aumento de la temeridad. La mujer, aunque aún en un pequeño porcentaje, está adoptando pautas de conducción más agresiva, en sintonía con las que tradicionalmente se achacan al hombre y sus índices de siniestralidad han subido. Investigadores de la Universidad de Granada mantienen en un estudio en el International Journal of Psychological Research que se ha detectado un «preocupante crecimiento del número de mujeres que sufren accidentes» pese a que «la agresividad femenina al volante tiende a pasar desapercibida; sólo se muestra de forma sutil». Para Arancha Pato, «estamos más crispadas en todos los ámbitos de nuestra vida». Mario Arnaldo, presidente de AEA, lo circunscribe especialmente al ámbito anglosajón. «Las estadísticas muestran una sobrerepresentación de los conductores masculinos en los accidentes mortales de tráfico», concluye el informe universitario.
Evidentemente, ellos siguen siendo los «gallitos del corral», y eso tiene un reflejo nefasto en las estadísticas. Lideran sin discusión, por encima del 90% los accidentes de tráfico y la pérdida de puntos. ¿Significa esto que las mujeres conducen mejor? A la luz del cumplimiento de las normas, sí. En cuanto a las habilidades puras y duras, la cuestión no está tan clara. El punto de partida es bien distinto: ellas, cerebrales y metódicas, se lucen en el teórico, mientras que los novatos –curtidos en el Scalextrix de la infancia y los pinitos «piratas» en el coche de papá– descollan en el práctico. Ya al volante…, «los hombres realizan las tareas visuoespaciales mejor, como el sentido de la orientación, mirar mapas, etc…; las mujeres tienen mejor memoria espacial y habilidad verbal, identifican mejor la falta de objetos o pueden mantener varias conversaciones a la vez», explica Arnaldo. Eso sí, tanto él como la directora de «Motorlife» coinciden en que la conducción del hombres es más «agresiva», algo que en los menores de 30 años alcanza niveles casi patológicos.

 

A por el carné a Cuenca
¿Pagará más por su matrícula Ana de Armas que Jon Kortajarena (en la imagen)? Si hubieran cursado el práctico en Zaragoza, donde han denunciado a autoescuelas sexistas en los precios, quizás… En Cuenca es otra historia. ¿Qué lleva a los famosos a tan apartada ciudad? ¿La fama del «carné exprés» o las casas colgadas?

A FAVOR
por Alfonso Merlos
Precaución… ma non troppo
Lo siento. Tengo que decirlo. Un carril de aceleración no es un carril de deceleración; ante una glorieta desértica no es necesario parar el coche en seco; el intermitente no hay que darlo veinte segundos antes de hacer un desplazamiento lateral; en autovía o autopista no es imprescindible rayar el límite de velocidad mínimo; y para aparcar un utilitario no hace falta una plaza de toros. ¡Es que me ponen de los nervios! No a este modesto periodista. Muchos de los hábitos de conducción de las mujeres ponen de los nervios… ¡a las mujeres! A unas cuantas que me lo han contado y que se han desahogado. Por no hablar de la prueba del algodón: al volante, el coche delantero amaga, titubea, no se define: «¡¿Qué piensa hacer?!». Y al volante uno piensa: «Mujer o abuelo».Y cuando mira de reojo al rebasar a ese vehículo… ¡no falla una!

EN CONTRA
por Rosetta Forner
No me toques el pito, que me irrito
A l volante ellos suelen picarse con una de pipas y van haciendo carreras a ver quién tiene las ruedas más redondas, compiten en la carretera lo que no saben defender en otro terreno. Antaño, las mujeres eran educadas, prudentes y sensatas al volante. Ahora, muchas se aflojaron las tuercas de la diadema tornándose damiselas y van por ahí echando humo, vociferando cual carretero, repartiendo exabruptos tratando de compensar al volante su complejo de inferioridad, tal como hacen los machistas resentidos, o sea, les imitan en lo malo. Las mujeres-reinas, al llevar las riendas emocionales de sus vidas, conducen de maravilla, pues el conducir es una prolongación metafórica del cómo nos manejamos en la vida y en el terreno psicológico. Si te estresas, no conduzcas. Lo importante es llegar «enteros» a nuestro destino, no medirse los «caballos» con todo el que se cruce en nuestro camino.

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Los viejos taxistas sevillanos, que son un subgremio entrañable pero con fama de misógino, acostumbran a llevar en el salpicadero una imagen de la Virgen del Rocío con la siguiente leyenda: «Yo conduzco, ella me guía». Algún malpensado podría interpretar que ni siquiera a la Madre de Dios apean estos tipos del asiento del copiloto. Lo cierto es que hasta hace pocas décadas todo hombre llegaba al volante con un catecismo bien explícito, resumido en dos puntos: los ingleses manejan por la izquierda y la mujer al volante «es un peligro constante». El machismo imperante las quería lentas, distraídas e inseguras. Es indudable que el coche ha sido, desde el principio, el «juguetito» de ellos, pero, ¡atención!, las mujeres vienen pisando el acelerador. No sólo se ha registrado un ascenso sostenido en su incorporación a la conducción –exactamente, un 50% de aumento de nuevas conductoras en la última década–, sino que, además, han cogido confianza a los mandos. «A pesar de lo que piensan muchas personas, nosotras también sabemos «sentir» el coche que llevamos y disfrutar de él». Lo dice Arancha Pato, directora de «Motorlife Magazine».
No es nada infrecuente ya ver a féminas en potentes berlinas o al volante de un cuatro por cuatro, rompiendo el tópica de los turismos achaparrados que, en la puja familiar, les caían en suerte. En algunos casos, esta mayor confianza deriva en un aumento de la temeridad. La mujer, aunque aún en un pequeño porcentaje, está adoptando pautas de conducción más agresiva, en sintonía con las que tradicionalmente se achacan al hombre y sus índices de siniestralidad han subido. Investigadores de la Universidad de Granada mantienen en un estudio en el International Journal of Psychological Research que se ha detectado un «preocupante crecimiento del número de mujeres que sufren accidentes» pese a que «la agresividad femenina al volante tiende a pasar desapercibida; sólo se muestra de forma sutil». Para Arancha Pato, «estamos más crispadas en todos los ámbitos de nuestra vida». Mario Arnaldo, presidente de AEA, lo circunscribe especialmente al ámbito anglosajón. «Las estadísticas muestran una sobrerepresentación de los conductores masculinos en los accidentes mortales de tráfico», concluye el informe universitario.
Evidentemente, ellos siguen siendo los «gallitos del corral», y eso tiene un reflejo nefasto en las estadísticas. Lideran sin discusión, por encima del 90% los accidentes de tráfico y la pérdida de puntos. ¿Significa esto que las mujeres conducen mejor? A la luz del cumplimiento de las normas, sí. En cuanto a las habilidades puras y duras, la cuestión no está tan clara. El punto de partida es bien distinto: ellas, cerebrales y metódicas, se lucen en el teórico, mientras que los novatos –curtidos en el Scalextrix de la infancia y los pinitos «piratas» en el coche de papá– descollan en el práctico. Ya al volante…, «los hombres realizan las tareas visuoespaciales mejor, como el sentido de la orientación, mirar mapas, etc…; las mujeres tienen mejor memoria espacial y habilidad verbal, identifican mejor la falta de objetos o pueden mantener varias conversaciones a la vez», explica Arnaldo. Eso sí, tanto él como la directora de «Motorlife» coinciden en que la conducción del hombres es más «agresiva», algo que en los menores de 30 años alcanza niveles casi patológicos.

 

A por el carné a Cuenca
¿Pagará más por su matrícula Ana de Armas que Jon Kortajarena (en la imagen)? Si hubieran cursado el práctico en Zaragoza, donde han denunciado a autoescuelas sexistas en los precios, quizás… En Cuenca es otra historia. ¿Qué lleva a los famosos a tan apartada ciudad? ¿La fama del «carné exprés» o las casas colgadas?

A FAVOR
por Alfonso Merlos
Precaución… ma non troppo
Lo siento. Tengo que decirlo. Un carril de aceleración no es un carril de deceleración; ante una glorieta desértica no es necesario parar el coche en seco; el intermitente no hay que darlo veinte segundos antes de hacer un desplazamiento lateral; en autovía o autopista no es imprescindible rayar el límite de velocidad mínimo; y para aparcar un utilitario no hace falta una plaza de toros. ¡Es que me ponen de los nervios! No a este modesto periodista. Muchos de los hábitos de conducción de las mujeres ponen de los nervios… ¡a las mujeres! A unas cuantas que me lo han contado y que se han desahogado. Por no hablar de la prueba del algodón: al volante, el coche delantero amaga, titubea, no se define: «¡¿Qué piensa hacer?!». Y al volante uno piensa: «Mujer o abuelo».Y cuando mira de reojo al rebasar a ese vehículo… ¡no falla una!

EN CONTRA
por Rosetta Forner
No me toques el pito, que me irrito
A l volante ellos suelen picarse con una de pipas y van haciendo carreras a ver quién tiene las ruedas más redondas, compiten en la carretera lo que no saben defender en otro terreno. Antaño, las mujeres eran educadas, prudentes y sensatas al volante. Ahora, muchas se aflojaron las tuercas de la diadema tornándose damiselas y van por ahí echando humo, vociferando cual carretero, repartiendo exabruptos tratando de compensar al volante su complejo de inferioridad, tal como hacen los machistas resentidos, o sea, les imitan en lo malo. Las mujeres-reinas, al llevar las riendas emocionales de sus vidas, conducen de maravilla, pues el conducir es una prolongación metafórica del cómo nos manejamos en la vida y en el terreno psicológico. Si te estresas, no conduzcas. Lo importante es llegar «enteros» a nuestro destino, no medirse los «caballos» con todo el que se cruce en nuestro camino.

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