Los adolescentes que duermen más sacan mejores notas en matemáticas

Así lo confirma un artículo recientemente publicado en la revista “International Journal of Clinical and Health Psychology” por investigadores de la Universidad de Granada y la Junta de Andalucía. Este trabajo ha demostrado que la media académica es mejor en aquellos jóvenes que tienen un patrón de sueño medio (esto es, que duermen entre 6 y 9 horas), especialmente en la asignatura de Educación Física. Sus autores analizaron una muestra formada por 592 estudiantes adolescentes de Enseñanza Secundaria de entre 12 y 19 años.

Los adolescentes que duermen más obtienen mejores calificaciones en la asignatura de Matemáticas”, mientras que aquellos que duermen entre 6 y 9 horas (esto es, presentan un patrón de sueño medio) obtienen significativamente mejores calificaciones en comparación con los que presentan un patrón de sueño corto (6 horas o menos por noche) o largo (más de 9 horas por noche). Además, esta diferencia es más destacada en la asignatura de “Educación Física”.

Así se desprende de un artículo publicado en el número 1/2011 de la revista International Journal of Clinical and Health Psychology” por Raúl Quevedo-Blasco, profesor del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada y Víctor J. Quevedo-Blasco, profesor de Enseñanza Secundaria del I.E.S. Flavio Irnitano de la Junta de Andalucía (Sevilla).

El objetivo de este trabajo fue verificar cómo diversas variables relacionadas con el sueño pueden influir sobre el rendimiento académico medido a través de la nota media (por asignaturas comunes y a nivel global) de un grupo de estudiantes de Educación Secundaria. Para ello, sus autores analizaron una muestra formada por 592 estudiantes adolescentes de entre 12 y 19 años de un centro de Enseñanza Secundaria ubicado en una zona rural de la comarca de la Sierra Sur de la provincia de Sevilla. De ellos, 231 (el 39%) eran hombres y 361 (61%) mujeres. Todos ellos pertenecen a un nivel socio-económico medio.

Dos cuestionarios distintos
Los investigadores aplicaron a los adolescentes dos cuestionarios distintos, para medir la calidad del sueño y el nivel de somnolencia o tendencia a quedarse dormido en diversas situaciones. Comprobaron que los adolescentes que duermen más horas obtienen mejores calificaciones en la asignatura de “Matemáticas” y que, dentro de los patrones de sueño medio, las diferencias son más significativas en “Educación Física” en comparación con el resto de asignaturas. Esto puede deberse a las características intrínsecas de estas materias, ya que las dos poseen una serie de rasgos que las hacen más susceptibles a la influencia de los patrones del sueño, según especifican los autores del estudio.

Los científicos observaron que las horas de acostarse y de levantarse no influyen significativamente sobre los resultados académicos, a excepción de aquellos sujetos que se acuestan más temprano y se levantan más tarde, que muestran un empeoramiento significativo sobre los resultados académicos en relación al resto.

También es interesante la información obtenida en relación a la latencia de sueño (el tiempo que transcurre desde que el sujeto está en la cama acostado con intención de dormirse hasta que concilia el sueño). Los científicos comprobaron que existe una diferencia significativa en aquellos alumnos que tienen una latencia de sueño muy buena (menor a 15 minutos), ya que también obtienen mejores resultados académicos.

Para concluir de forma general, los autores constatan en la muestra objeto de estudio la influencia del sueño en la variable “rendimiento académico”, ya que los adolescentes con mayor grado de somnolencia diurna obtienen peores puntuaciones.

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LOS ADOLESCENTES QUE DUERMEN MÁS SACAN MEJORES NOTAS EN MATEMÁTICAS

Así lo confirma un artículo recientemente publicado en la revista International Journal of Clinical and Health Psychology por investigadores de la Universidad de Granada y la Junta de Andalucía. Este trabajo ha demostrado que la media académica es mejor en aquellos jóvenes que tienen un patrón de sueño medio (esto es, que duermen entre 6 y 9 horas), especialmente en la asignatura de Educación Física. Sus autores analizaron una muestra formada por 592 estudiantes adolescentes de Enseñanza Secundaria de entre 12 y 19 años.

Los adolescentes que duermen más obtienen mejores calificaciones en la asignatura de Matemáticas, mientras que aquellos que duermen entre 6 y 9 horas (esto es, presentan un patrón de sueño medio) obtienen significativamente mejores calificaciones en comparación con los que presentan un patrón de sueño corto (6 horas o menos por noche) o largo (más de 9 horas por noche). Además, esta diferencia es más destacada en la asignatura de Educación Física.

Así se desprende de un artículo publicado en el número 1/2011 de la revista International Journal of Clinical and Health Psychology por Raúl Quevedo-Blasco, profesor del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada y Víctor J. Quevedo-Blasco, profesor de Enseñanza Secundaria del I.E.S. Flavio Irnitano de la Junta de Andalucía (Sevilla).

El objetivo de este trabajo fue verificar cómo diversas variables relacionadas con el sueño pueden influir sobre el rendimiento académico medido a través de la nota media (por asignaturas comunes y a nivel global) de un grupo de estudiantes de Educación Secundaria. Para ello, sus autores analizaron una muestra formada por 592 estudiantes adolescentes de entre 12 y 19 años de un centro de Enseñanza Secundaria ubicado en una zona rural de la comarca de la Sierra Sur de la provincia de Sevilla. De ellos, 231 (el 39%) eran hombres y 361 (61%) mujeres. Todos ellos pertenecen a un nivel socio-económico medio.

Dos cuestionarios distintos

Los investigadores aplicaron a los adolescentes dos cuestionarios distintos, para medir la calidad del sueño y el nivel de somnolencia o tendencia a quedarse dormido en diversas situaciones. Comprobaron que los adolescentes que duermen más horas obtienen mejores calificaciones en la asignatura de “Matemáticas” y que, dentro de los patrones de sueño medio, las diferencias son más significativas en “Educación Física” en comparación con el resto de asignaturas. Esto puede deberse a las características intrínsecas de estas materias, ya que las dos poseen una serie de rasgos que las hacen más susceptibles a la influencia de los patrones del sueño, según especifican los autores del estudio.

Los científicos observaron que las horas de acostarse y de levantarse no influyen significativamente sobre los resultados académicos, a excepción de aquellos sujetos que se acuestan más temprano y se levantan más tarde, que muestran un empeoramiento significativo sobre los resultados académicos en relación al resto.

También es interesante la información obtenida en relación a la latencia de sueño (el tiempo que transcurre desde que el sujeto está en la cama acostado con intención de dormirse hasta que concilia el sueño). Los científicos comprobaron que existe una diferencia significativa en aquellos alumnos que tienen una latencia de sueño muy buena (menor a 15 minutos), ya que también obtienen mejores resultados académicos.

Para concluir de forma general, los autores constatan en la muestra objeto de estudio la influencia del sueño en la variable “rendimiento académico”, ya que los adolescentes con mayor grado de somnolencia diurna obtienen peores puntuaciones.

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Los adolescentes que duermen más sacan mejor nota en matemáticas

Los adolescentes que duermen más obtienen mejores calificaciones en matemáticas, según un estudio de la Universidad de Granada, que ha demostrado también que en la asignatura de educación física el mejor rendimiento lo obtienen aquellos que duermen entre seis y nueve horas cada noche.

Además, el sueño diurno empeora los resultados de los estudiantes de entre 12 y 19 años que han conformado la muestra de 592 jóvenes Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) de esta investigación de la Universidad de Granada (UGR) y la Junta de Andalucía. Las calificaciones escolares también disminuyen entre los que tienen un patrón de sueño corto (seis horas o menos cada noche) o largo (más de nueve horas por noche).

Las diferencias se observan sobre todo en asignaturas como matemáticas y educación física, pues sus «características intrínsecas» las hacen más susceptibles a la influencia que en el alumno pueda tener la calidad de su sueño y la somnolencia o tendencia a quedarse dormido en algunas situaciones durante el día.

La investigación ha sido realizada por Raúl Quevedo-Blasco, profesor del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada, y Víctor Quevedo-Blasco, profesor de Enseñanza Secundaria del instituto público Flavio Irnitano, ubicado en una zona rural de la comarca de la Sierra Sur de la provincia de Sevilla.

De los 592 estudiantes participantes en el estudio, 231 (el 39%) han sido varones y 361 (61%) chicas, pertenecientes todos ellos a un nivel socio-económico medio.

Las horas de acostarse y de levantarse no influyen significativamente sobre los resultados académicos, a excepción de aquellos sujetos que se acuestan más temprano y se levantan más tarde, que muestran un empeoramiento significativo sobre los resultados académicos en relación con el resto. También se ha obtenido información en relación a la «latencia de sueño», que es el tiempo que transcurre desde que la persona está en la cama acostada con intención de dormirse hasta que concilia el sueño.

Los científicos han comprobado que existe una diferencia significativa en aquellos alumnos que tienen una «latencia de sueño muy buena», esto es, menor a 15 minutos.

Estos alumnos obtienen mejores resultados académicos, según la investigación, cuyos resultados han sido publicados en la revista International Journal of Clinical and Health Psychology.

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Dormir más, el secreto para sacar mejores notas en matemáticas

Un artículo publicado en la revista ‘International Journal of Clinical and Health Psychology’ por investigadores de la Universidad de Granada y la Junta de Andalucía confirma la influencia del sueño en el rendimiento académico.

El artículo de Raúl Quevedo-Blasco, profesor del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada, y Víctor Quevedo Blasco, profesor de Enseñanza Secundaria del I.E.S. Flavio Irnitano de la Junta de Andalucía (Sevilla), recoge el análisis de una muestra formada por 591 adolescentes de Enseñanza Secundaria Obligatoria de entre 12 y 19 años, de un centro ubicado en una zona rural de la comarca de la comarca de la Sierra Sur de la provincia de Sevilla.

Los adolescentes que duermen más obtienen mejores calificaciones en la asignatura de “Matemáticas”, mientras que aquellos que duermen entre 6 y 9 horas (esto es, presentan un patrón de sueño medio) obtienen significativamente mejores calificaciones en comparación con los que presentan un patrón de sueño corto (6 horas o menos por noche) o largo (más de 9 horas por noche). Además, esta diferencia es más destacada en la asignatura de “Educación Física”. Así se desprende de un artículo publicado en el número 1/2011 de la revista “International Journal of Clinical and Health Psychology”.

El objetivo de este trabajo era verificar cómo diversas variables relacionadas con el sueño pueden influir sobre el rendimiento académico medido a través de la nota media (por asignaturas comunes y a nivel global) de un grupo de estudiantes de Educación Secundaria.

De ellos, 231 (el 39%) eran hombres y 361 (61%) mujeres. Todos ellos pertenecen a un nivel socio-económico medio.

Los investigadores aplicaron a los adolescentes dos cuestionarios distintos para medir la calidad del sueño y el nivel de somnolencia o tendencia a quedarse dormido en diversas situaciones. Comprobaron que los adolescentes que duermen más horas obtienen mejores calificaciones en la asignatura de “Matemáticas” y que, dentro de los patrones de sueño medio, las diferencias son más significativas en “Educación Física” en comparación con el resto de asignaturas.

Esto puede deberse a las características intrínsecas de estas materias, ya que las dos poseen una serie de rasgos que las hacen más susceptibles a la influencia de los patrones del sueño, según especifican los autores del estudio.

Los científicos observaron que las horas de acostarse y de levantarse no influyen significativamente sobre los resultados académicos a excepción de aquellos sujetos que se acuestan más temprano y se levantan más tarde, que muestran un empeoramiento significativo sobre los resultados académicos en relación al resto.

También es interesante la información obtenida en relación a la latencia de sueño (el tiempo que transcurre desde que el sujeto está en la cama acostado con intención de dormirse hasta que concilia el sueño). Los científicos comprobaron que existe una diferencia significativa en aquellos alumnos que tienen una latencia de sueño muy buena (menor a 15 minutos), ya que también obtienen mejores resultados académicos.

Para concluir de forma general, los autores constatan en la muestra objeto de estudio la influencia del sueño en la variable “rendimiento académico”, ya que los adolescentes con mayor grado de somnolencia diurna obtienen peores puntuaciones.

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Dormir más mejorar el rendimiento en matemáticas y gimnasia

Los adolescentes que duermen más obtienen mejores calificaciones en la asignatura de Matemáticas, mientras que aquellos que duermen entre seis y nueve horas (esto es, presentan un patrón de sueño medio) obtienen significativamente mejores calificaciones en comparación con los que presentan un patrón de sueño corto (seis horas o menos por noche) o largo (más de nueve horas por noche). Además, esta diferencia es más destacada en la asignatura de Educación Física.

Así se desprende de un artículo publicado en el número 1/2011 de la revista «International Journal of Clinical and Health Psychology» por Raúl Quevedo-Blasco, profesor del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada y Víctor J. Quevedo-Blasco, profesor de Enseñanza Secundaria del I.E.S. Flavio Irnitano de la Junta de Andalucía (Sevilla).

El objetivo de este trabajo fue verificar cómo diversas variables relacionadas con el sueño pueden influir sobre el rendimiento académico medido a través de la nota media (por asignaturas comunes y a nivel global) de un grupo de estudiantes de Educación Secundaria. Para ello, sus autores analizaron una muestra formada por 592 estudiantes adolescentes  de entre 12 y 19 años de un centro de Enseñanza Secundaria ubicado en una zona rural de la comarca de la Sierra Sur de la provincia de Sevilla. De ellos, 231 (el 39%) eran hombres y 361 (61%) mujeres. Todos ellos pertenecen a un nivel socio-económico medio.
 
Los investigadores aplicaron a los adolescentes dos cuestionarios distintos, para medir la calidad del sueño y el nivel de somnolencia o tendencia a quedarse dormido en diversas situaciones. Comprobaron que los adolescentes que duermen más horas  obtienen mejores calificaciones en la asignatura de «Matemáticas» y que, dentro de los patrones de sueño medio, las diferencias son más significativas en «Educación Física» en comparación con el resto de asignaturas. Esto puede deberse a las características intrínsecas de estas materias, ya que las dos poseen una serie de rasgos que las hacen más susceptibles a la influencia de los patrones del sueño, según especifican los autores del estudio.

Los científicos observaron que las horas de acostarse y de levantarse no influyen significativamente sobre los resultados académicos, a excepción de aquellos sujetos que se acuestan más temprano y se levantan más tarde, que muestran un empeoramiento significativo sobre los resultados académicos en relación al resto.

También es interesante la información obtenida en relación a la latencia de sueño (el tiempo que transcurre desde que el sujeto está en la cama acostado con intención de dormirse hasta que concilia el sueño). Los científicos comprobaron que existe una diferencia significativa en aquellos alumnos que tienen una latencia de sueño muy buena (menor a 15 minutos), ya que también obtienen mejores resultados académicos.

Para concluir de forma general, los autores constatan en la muestra objeto de estudio la influencia del sueño en la variable «rendimiento académico», ya que los adolescentes con mayor grado de somnolencia diurna obtienen peores puntuaciones.

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La UGR edita Las Cruzadas, del prestigioso historiador francés Jean Flori

El libro, publicado por la Editorial de la Universidad de Granada (eug), ha sido traducido por el profesor Rafael Peinado Santaella.

Las cruzadas” es el título del libro escrito por el prestigioso historiador medievalista Jean Flori, y traducido por el profesor Rafael Peinado Santaella, que ha sido publicado por la Editorial Universidad de Granada (eug) en la colección Eirene.

El término “cruzada” apareció poco antes del año 1200, es decir, un año después de que se produjeran los acontecimientos que justificaron su creación.

En su día, la palabra “cruzada” aludía a la manera con que se percibieron aquellos hechos: expediciones militares emprendidas en nombre de la Cruz, signo distintivo de los guerreros que participaron en ellas, es decir, “los cruzados”.

El libro, de 170 páginas, se divide en cuatro capítulos que se refieren a: “La Cruzada, un choque de civilizaciones”; “El Papa y la Cruzada”; “¿Por qué se partía a la Cruzada?”; y “La Cruzada y lo maravilloso`. Profetas, visionarios, iluminados y místicos”.

Jean Flori
Jean Flori (Lillebonne, 1936) es uno de los mejores medievalistas de nuestro tiempo. Discípulo y amigo de Georges Duby, doctor en Letras y Ciencias Humanas, fue director de Investigación en el Centre Nationale de la Recherche Scientifique (CNRS), cargo que ahora ocupa en el Centre d’Études Supérieures de Civilisation Médiévale de Poitiers (Francia).

Especialista de las ideologías guerreras (caballería, guerra santa, cruzada) ha publicado un centenar de artículos y una quincena de libros, cuatro de ellos han sido traducidos al español en fechas recientes: Caballeros y caballería en la Edad Media(Paidós, 2001), La caballería (Alianza Editorial, 2001), Ricardo Corazón: el rey cruzado (Edhasa, 2002), y La guerra santa. La formación de la idea de cruzada en el Occidente cristiano (Trotta y Editorial Universidad de Granada, 2003). En lengua francesa ha publicado un voluminoso estudio sobre Aliénor d’Aquitaine, la reine insoumise (Payot, 2004).

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Las ventajas de ser bilingüe

Hace décadas que los investigadores indagan en los efectos que tiene en el cerebro humano el conocimiento de dos lenguas distintas. En la última reunión de la Sociedad Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS según sus siglas en inglés), que acaba de comenzar en Washington (EEUU), el bilingüismo tampoco ha pasado desapercibido.

Varias investigaciones presentadas en Washington, en el contexto de una jornada sobre ‘¿Qué nos dice el bilingüismo sobre nuestro cerebro?’, echan por tierra décadas en las que se temía que aprender dos lenguas podía crear confusión en el cerebro, sobre todo en el caso de los niños.

Uno de los estudios procede de los laboratorios de la Universidad de Granada, donde los profesores María Teresa Bajo y Pedro Macizo han trabajado con varios voluntarios que hablaban perfectamente tanto español como inglés (aunque no habían crecido necesariamente entre ambas lenguas).

Tras medir su tiempo de respuesta y actividad cerebral ante una pregunta, los investigadores observaron que las personas bilingües son capaces de activar dos idiomas al mismo tiempo, incluso en situaciones en las que sólo necesitan uno. Como explica su univeridad en una nota de prensa, el blingüismo no sólo mejora la atención sino que también es entrena la memoria de estas personas, como si fuese una especie de ‘gimnasia mental’.
Desde la infancia

Más sorprendente es el hallazgo de Nùria Sebastián-Gallés, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. En sus trabajos con varios niños de cuatro, seis y ocho meses, criados en hogares donde se hablaba indistintamente el catalán o el castellano, detectó que los pequeños bilingües son inculso capaces de discernir entre dos idiomas que no conocen.

A los pequeños se les pusieron varios vídeos sin sonido en los que aparecían personas hablando en inglés o francés (dos idiomas desconocidos en el hogar de los bebés). Incluso aunque nunca habían escuchado dichas lenguas, los investigadores aseguran que los niños fueron capaces de distinguirlas únicamente por las expresiones faciales de quienes aparecían en el vídeo. Una evidencia, a su juicio, de que el bilingüismo amplia la capacidad perceptiva del cebrebro.
Otras ventajas

Aunque como ha reconocido en el mismo foro Judith Kroll, de la Universidad de Pensilvania (EEUU), todas estas ventajas no significan que las personas bilingües sean más inteligentes, ni que aprendan mejor. En su caso, sus hallazgos muestran que son, eso sí, personas ‘multitarea’, capaces de procesar varias tareas al mismo tiempo y despreciar rápidamente la información irrelevante que percibe su cerebro.

Recientemente, un estudio sobre el mismo tema publicado en la revista ‘Neurology’ por Elen Byalistok (de Toronto) mostró que usar dos lenguas cada día conseguía retrasar una media de cuatro años la aparición de Alzheimer. Y aunque las mayores ventajas se observaron en las personas que usabanambas lenguas a diario, la investigadora canadiense destaca que incluso practicar en verano esa segunda lengua aprendida en el colegio puede ser beneficioso contra la demencia.

Cambiar de un idioma a otro, explicaba Byalistok, parece ser un estímulo para el cerebro, de manera que éste se fabrica una especie de ‘reserva cognitiva’. Su siguiente paso va a ser comprobar si, además de una mejora cognitiva, el bilingüismo también provoca cambios físicos en la estructura del cerebro.

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Los adolescentes que duermen más sacan mejores notas en matemáticas

Los adolescentes que duermen más obtienen mejores calificaciones en matemáticas, según un estudio de la Universidad de Granada, que ha demostrado también que en la asignatura de educación física el mejor rendimiento lo obtienen aquellos que duermen entre seis y nueve horas cada noche.

Además, el sueño diurno empeora los resultados de los estudiantes de entre 12 y 19 años que han conformado la muestra de 592 jóvenes Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) de esta investigación de la Universidad de Granada (UGR) y la Junta de Andalucía, según ha dado hoy a conocer la institución académica.

Las calificaciones escolares también disminuyen entre los que tienen un patrón de sueño corto (seis horas o menos cada noche) o largo (más de nueve horas por noche).

Las diferencias se observan sobre todo en asignaturas como matemáticas y educación física, pues sus «características intrínsecas» las hacen más susceptibles a la influencia que en el alumno pueda tener la calidad de su sueño y la somnolencia o tendencia a quedarse dormido en algunas situaciones durante el día.

La investigación ha sido realizada por Raúl Quevedo-Blasco, profesor del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada, y Víctor Quevedo-Blasco, profesor de Enseñanza Secundaria del instituto público Flavio Irnitano, ubicado en una zona rural de la comarca de la Sierra Sur de la provincia de Sevilla.

De los 592 estudiantes participantes en el estudio, 231 (el 39%) han sido varones y 361 (61%) chicas, pertenecientes todos ellos a un nivel socio-económico medio.

Las horas de acostarse y de levantarse no influyen significativamente sobre los resultados académicos, a excepción de aquellos sujetos que se acuestan más temprano y se levantan más tarde, que muestran un empeoramiento significativo sobre los resultados académicos en relación con el resto.

También se ha obtenido información en relación a la «latencia de sueño», que es el tiempo que transcurre desde que la persona está en la cama acostada con intención de dormirse hasta que concilia el sueño.

Los científicos han comprobado que existe una diferencia significativa en aquellos alumnos que tienen una «latencia de sueño muy buena», esto es, menor a 15 minutos.

Estos alumnos obtienen mejores resultados académicos, según la investigación, cuyos resultados han sido publicados en la revista «International Journal of Clinical and Health Psychology».

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Hablar dos idiomas parece retrasar el mal de Alzheimer

El dominio de una segunda lengua puede ejercitar de tal manera al cerebro que parece retrasar la aparición del mal de Alzheimer, dijeron científicos el viernes.

¿Nunca aprendió a hablar otra lengua? Aunque esta investigación se centra sobre todo en las personas que han sido bilingües desde hace mucho tiempo, los científicos creen que incluso aquellas personas que aprendan un nuevo idioma en su vejez también pueden beneficiarse.

Mientras más hábil sea alguien en el manejo de otra lengua es mejor, pero «todo sirve de ayuda», dijo Ellen Bialystok, profesora de psicología de la Universidad de York, en Toronto.

La mayor parte del estudio sobre el bilingüismo se centró en niños pequeños. Los científicos se preguntaban por qué el simple hecho de hablarle a los niños en dos idiomas les permite aprender ambos en el mismo tiempo que la mayoría de los pequeños toman para aprender uno.

Dijeron que su cerebro parece volverse más flexible y más capaz de realizar varias tareas a la vez. A medida que crecen, su cerebro muestra un mejor «control ejecutivo», una característica que permite un mejor funcionamiento. En palabras de Bialystok, es «la parte más importante de tu mente».

¿Y cómo es que hacer malabarismos mentales cuando se es joven se traduce en una especie de mejor protección contra el deterioro cognitivo cuando se es viejo?

Bialystok estudió a 450 pacientes con Alzheimer, todos ellos con el mismo grado de deterioro en el momento del diagnóstico. La mitad han hablado dos lenguas con regularidad durante la mayor parte de sus vidas y el resto son monolingües.

Los pacientes bilingües tuvieron síntomas de Alzheimer y fueron diagnosticados entre cuatro y cinco años más tarde que aquellos pacientes que hablaban una sola lengua, dijo la investigadora durante la reunión anual de la American Association for the Advancement of Science (Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, AAAS).

El ser bilingüe no hace nada para evitar que alguien tenga el mal de Alzheimer, pero una vez que la enfermedad inicia su ataque silencioso, esos años de «control ejecutivo» le ofrecen a la persona una gran protección para que los síntomas no se manifiesten tan rápido, dijo Bialystok.

«Ellos han sido capaces de afrentar la enfermedad», dijo.

La profesora de psicología Teresa Bajo, de la Universidad de Granada en España, dijo que los pacientes bilingües tienen esencialmente ambas lenguas «encendidas» todo el tiempo, pero que el cerebro aprende a inhibir la que no es necesaria.

Esa es una actividad bastante constante, pero no es la única área donde ocurre.

La psicóloga de la Universidad de Columbia Británica Janet Werker estudia a niños expuestos a dos idiomas desde su nacimiento para ver por qué no confunden ambos, y dice que los bebés bilingües aprenden muy pronto a prestar más atención que otros.

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Aprender idiomas es la mejor gimnasia cerebral para prevenir el Alzheimer

Aprender idiomas es la mejor gimnasia cerebral que existe, ya que no sólo proporciona la capacidad de comunicarse con otros, sino previene demencias seniles como el Alzheimer, aseguró un panel de expertos en Washington.

Durante la reunión anual de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS), los investigadores indicaron que los estudios realizados con individuos en diferentes etapas de aprendizaje, desde los bebes hasta los adultos, han demostrado que las personas bilingües tienen mayores capacidades de concentración y aprendizaje.

«Dicen que los niños que tienen dos idiomas parece que lo tienen más confuso pero eso no es así, ya que desde muy pequeños aprenden a separar los idiomas y evitan las interferencias», señaló la doctora María Teresa Bajo, del departamento de psicología experimental de la Universidad de Granada.

Los idiomas tienen estructuras diferentes y requieren estructuras cognitivas diferentes, aseguró, pero está demostrado que los niños que aprenden dos idiomas, ya sea castellano y catalán, que tienen una raíz común, o sean dos idiomas totalmente diferentes, inglés y francés, tienen la memoria activa en todo momento.

Esto beneficia a la capacidad de concentración a la hora de realizar una tarea cuando hay otros que interfiere la atención, y ayuda a desarrollar más algunas partes del cerebro.

Según explicó, los niños bilingües son capaces de cambiar de un idioma a otro sin dificultad y a diferencia de quien aprende un idioma de adulto, que tiene que dejar de pensar en uno para centrarse en el otro, ellos mantienen abiertos los dos canales.

Alternar entre las lenguas permite a las personas bilingües ejercer sus mentes de manera más eficaz que las personas que hablan un solo idioma, aseguró.

«Los niños bilingües son capaces de alguna manera de negociar entre la competencia de las lenguas, lo que incrementa sus habilidades cognitivas y les hace más capaces a la hora de realizar varias tareas a la vez», señaló.

Pero no sólo ser bilingüe, sino también aprender un idioma de adulto puede ayudar a retrasar los efectos del envejecimiento, según explicó la doctora Ellen Bialystok, profesora de Psicología de la Universidad de York en Toronto (Canadá).

Bialystok mostró los resultados de un estudio realizado con 450 pacientes con Alzhemier. La mitad había hablado dos lenguas la mayor parte de su vida y el resto sólo una y encontró que, a las personas que hablaban más de un idioma empezaron a mostrar los síntomas y se les diagnosticó la enfermedad entre 4 y 5 años más tarde.

La doctora coincidió en señalar que una de las razones por las que el bilingüismo es un potente mecanismo de protección de los síntomas de demencia es que mantienen el cerebro activo.

«Son como un gimnasio para el cerebro», dijo.

Pero Bialystok señaló que no hace falta ser bilingüe para disfrutar de los beneficios que aportan los idiomas ya que incluso aunque se empiece a estudiar a los 50 años o a edades en las que es poco probable que se llegue a ser bilingüe «se está contribuyendo a una reserva cognitiva a través de actividades muy intensas», dijo.

Los estudios neuronales de las personas bilingües abren una nueva vía para identificar las partes más débiles del cerebro en los adultos a la hora de aprender un idioma y potenciarlas.

En la Universidad de Maryland, los científicos estudian la forma de identificar a los adultos que serían buenos candidatos para dominar un nuevo idioma según explicó la directora adjunta del Centro de Estudios Avanzados de Lingüística, Amy Weinberg.

También están desarrollando métodos para ayudar a mantener y mejorar las habilidades lingüísticas en adultos.

Los panelistas señalaron que otras actividades como completar pasatiempos como sudokus o sopas de letras también ayudan, pero los idiomas son un de las maneras más completas de mantener el cerebro en forma.

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Aprender idiomas es la mejor gimnasia cerebral para prevenir el Alzheimer

Aprender idiomas es la mejor gimnasia cerebral que existe, ya que no sólo proporciona la capacidad de comunicarse con otros, sino previene demencias seniles como el Alzheimer, aseguró hoy un panel de expertos en Washington.

Durante la reunión anual de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS), los investigadores indicaron que los estudios realizados con individuos en diferentes etapas de su aprendizaje, desde los bebés hasta los adultos, han demostrado que las personas bilingües tienen mayores capacidades de concentración y aprendizaje.

«Dicen que los niños que tienen dos idiomas parece que lo tienen más confuso pero eso no es así, ya que desde muy pequeños aprenden a separar los idiomas y evitan las interferencias», señaló la doctora María Teresa Bajo, del departamento de psicología experimental de la Universidad de Granada.

Los idiomas tienen estructuras diferentes y requieren estructuras cognitivas diferentes, aseguró, pero está demostrado que los niños que aprenden dos idiomas, ya sea castellano y catalán, que tienen una raíz común, o sean dos idiomas totalmente diferentes, como el inglés y el francés, tienen la memoria activa en todo momento.

Esto beneficia a la capacidad de concentración a la hora de realizar una tarea y ayuda a desarrollar más algunas partes del cerebro.

Según explicó, los niños bilingües son capaces de cambiar de un idioma a otro sin dificultad y a diferencia de quien aprende un idioma de adulto, que tiene que dejar de pensar en uno para centrarse en el otro, ellos mantienen abiertos los dos canales.

Alternar entre las lenguas permite a las personas bilingües ejercer sus mentes de manera más eficaz que las personas que hablan un solo idioma, aseguró.

«Los niños bilingües son capaces de alguna manera de negociar entre la competencia de las lenguas, lo que incrementa sus habilidades cognitivas y les hace más capaces a la hora de realizar varias tareas a la vez», señaló.

Pero no sólo ser bilingüe, sino también aprender un idioma de adulto puede ayudar a retrasar los efectos del envejecimiento, según explicó la doctora Ellen Bialystok, profesora de Psicología de la Universidad de York en Toronto (Canadá).

Bialystok mostró los resultados de un estudio realizado con 450 pacientes con Alzhemier. La mitad había hablado dos lenguas la mayor parte de su vida y el resto sólo una y encontró que, las personas que hablaban más de un idioma empezaron a mostrar los síntomas y se les diagnosticó la enfermedad entre 4 y 5 años más tarde.

La doctora coincidió en señalar que una de las razones por las que el bilingüismo es un potente mecanismo de protección de los síntomas de demencia es que mantienen el cerebro activo.

«Son como un gimnasio para el cerebro», dijo.

Pero Bialystok señaló que no hace falta ser bilingüe para disfrutar de los beneficios que aportan los idiomas, ya que incluso aunque se empiece a estudiar a los 50 años o a edades en las que es poco probable que se llegue a ser bilingüe «se está contribuyendo a una reserva cognitiva a través de actividades muy intensas», dijo.

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Aprender idiomas es la mejor gimnasia cerebral para prevenir el Alzheimer

Aprender idiomas es la mejor gimnasia cerebral que existe, ya que no sólo proporciona la capacidad de comunicarse con otros, sino previene demencias seniles como el Alzheimer, aseguró un panel de expertos en Washington.

Durante la reunión anual de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS), los investigadores indicaron que los estudios realizados con individuos en diferentes etapas de aprendizaje, desde los bebes hasta los adultos, han demostrado que las personas bilingües tienen mayores capacidades de concentración y aprendizaje.

«Dicen que los niños que tienen dos idiomas parece que lo tienen más confuso pero eso no es así, ya que desde muy pequeños aprenden a separar los idiomas y evitan las interferencias», señaló la doctora María Teresa Bajo, del departamento de psicología experimental de la Universidad de Granada.

Añadió que  está demostrado que los niños que aprenden dos idiomas, ya sea castellano y catalán, que tienen una raíz común, o sean dos idiomas totalmente diferentes, inglés y francés, tienen la memoria activa en todo momento.

Esto beneficia a la capacidad de concentración a la hora de realizar una tarea cuando hay otros que interfiere la atención, y ayuda a desarrollar más algunas partes del cerebro.

Pero no sólo ser bilingüe, sino también aprender un idioma de adulto puede ayudar a retrasar los efectos del envejecimiento, según explicó la doctora Ellen Bialystok, profesora de Psicología de la Universidad de York en Toronto (Canadá).

La doctora coincidió en señalar que una de las razones por las que el bilingüismo es un potente mecanismo de protección de los síntomas de demencia es que mantienen el cerebro activo pues “son como un gimnasio para el cerebro”.

Los panelistas señalaron que otras actividades como completar pasatiempos como sudokus o sopas de letras también ayudan, pero los idiomas son una de las maneras más completas de mantener el cerebro en forma.

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