La libertad de elección ayuda al consumo de verduras de los niños

Un estudio desarrollado en la Universidad de Granada (UGR) ha demostrado que cuando los niños pueden elegir qué verdura quieren ingerir cada día su consumo de este tipo alimentos aumenta hasta en un ochenta por ciento.

    La investigación, según ha informado hoy la institución académica, también ha identificado que el sabor amargo del calcio, muy presente en verduras como las espinacas y acelgas, la col, la cebolla, el cardo o el brócoli, puede ser un «factor sensorial» que influye muy negativamente en el consumo infantil.

    Para llevar a cabo este estudio experimental, sus autores han analizado los principales factores determinantes del consumo de verdura en niños de menos de 6 años y han evaluado la eficacia de una estrategia denominada «Provisión de elección», que consiste les permite elegir en cada comida qué tipo de verduras desean tomar.

    En concreto, los investigadores trabajaron con 150 niños en las aulas escolares de cuatro colegios públicos de Granada gestionados por la Fundación Granada Educa, a quienes se les dio la oportunidad de que pudieran elegir la verdura que querían comer durante la comida.

    Se les dotó así de una herramienta conocida como «provisión de elección», con la que comprobaron que el consumo de verduras aumentó hasta en un 80 por ciento.

    Observaron además que aquellos niños a quienes se les permitió elegir qué verdura deseaban comer ingirieron 20 gramos más, lo que supone una media de 40 gramos más al día entre comida y cena.

    Teniendo en cuenta que la ración de verduras que se les sirvió fue de 150 gramos, «se trata de una cantidad muy importante», advierten los autores del trabajo.

    La autora principal de esta investigación, pionera en España, es Paloma Rohlfs Domínguez, del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Granada, y ha sido dirigida por el profesor Jaime Vila Castelar, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico.

    El trabajo también ha revelado que la sensibilidad de los pequeños hacia el sabor amargo de los glucosinolatos contenidos en las verduras, indicado por la sensibilidad hacia el componente químico denominado 6-n-propylthiouracil (PROP), puede ser una de las causas de que muchos niños rechacen las verduras.

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Presentación del Premio a la Acción Magistral 2010: ‘Alehop: Programa para el desarrollo de la competencia lingüística’ en Ciencias de la Educación

Tiene como objetivo facilitar y desarrollar el lenguaje oral de los alumnos de educación infantil españoles de origen amazight del entorno más empobrecido de Melilla

El Proyecto de Innovación Docente “Desarrollo de competencias profesionales a través de la reflexión sobre la práctica docente” ha organizado un seminario en el que se realizará la presentación del proyecto “Alehop”: Programa para el desarrollo de la competencia lingüística, mañana jueves, 27 de enero a las 17:30 h en el aula M2 de la Facultad de Ciencias de la Educación.

Este proyecto, coordinado por Elvira Molina Fernández, ha recibido el Premio a la Acción Magistral 2010, otorgado por S.M. la Reina de España. La profesora Elvira Molina dirige este proyecto que se lleva a cabo en el CEIP “León Solá” de la Ciudad Autónoma de Melilla.

El proyecto ganador “Alehop” del CEIP “León Solá” de Melilla tiene como objetivo facilitar y desarrollar el lenguaje oral de los alumnos de educación infantil españoles de origen amazight del entorno más empobrecido de Melilla, provocando situaciones de diálogo con ayuda de cuentos, juegos, dinámicas, experiencias y conversaciones.

El premio a la Acción Magistral está convocado por la FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción), la Comisión Nacional Española de Cooperación con la Unesco y la entidad financiera BBVA. A su sexta convocatoria se han presentado 296 proyectos educativos de profesores y colegios de toda España que han desarrollado durante el curso 2009/2010 una iniciativa o experiencia educativa en Educación Infantil, Primaria, Secundaria Obligatoria o Educación Especial.

Contacto: Profa. Almudena Ocaña Fernández. Dpto de Didáctica de la Expresión Musical, Plástica y Corporal. Teléfono: 958 246189. Correo electrónico: aocafer@ugr.es

CONVOCATORIA:

DÍA: jueves, 27 de enero.

HORA: 17:30 h.

LUGAR: aula M2 de la Facultad de Ciencias de la Educación. Campus de Cartuja.


PERMITIR A LOS NIÑOS QUE ELIJAN QUÉ VERDURA QUIEREN COMER CADA DÍA AUMENTA SU CONSUMO

Un estudio de la Universidad de Granada demuestra que, cuando pueden elegir, los pequeños ingieren hasta un 80% más de verdura. También han identificado que el sabor amargo del calcio, muy presente en verduras como las espinacas y acelgas, la col, la cebolla, el cardo o el brócoli, puede ser un factor sensorial que influye muy negativamente en el consumo infantil.

Un gesto tan simple como permitir a un niño pequeño que elija libremente qué verdura le gustaría comer ayuda a aumentar el consumo de estos alimentos en la población infantil, según han comprobado investigadores de la Universidad de Granada. Además, su trabajo apunta que el sabor amargo del calcio, muy presente en verduras como las espinacas y acelgas, la col, la cebolla, el cardo o el brócoli, puede ser un factor sensorial que influye muy negativamente en el consumo infantil.

Para llevar a cabo este estudio experimental, sus autores analizaron los principales factores determinantes del consumo de verdura en niños de menos de 6 años, evaluando la eficacia de una estrategia denominada ‘Provisión de elección’, consistente en permitir a los pequeños elegir en cada comida qué tipo de verduras deseaban tomar.

Provisión de elección

Los investigadores trabajaron con 150 niños y niñas en las aulas escolares de cuatro colegios públicos de Granada gestionados por la Fundación Granada Educa, a quienes se les dio la oportunidad de que pudieran elegir la verdura que querían comer durante la comida. Se les dotó así de una herramienta conocida como “provisión de elección”, con la que comprobaron que el consumo de verduras aumentó hasta en un 80 por ciento. Observaron además que aquellos niños a quienes se les permitió elegir qué verdura deseaban comer ingirieron 20 gramos más, lo que supone una media de 40 gramos más al día entre comida y cena. Teniendo en cuenta que la ración de verduras que se les sirvió fue de 150 gramos, “se trata de una cantidad muy importante”, advierten los autores del trabajo.

La autora principal de esta investigación, pionera en España, es Paloma Rohlfs Domínguez, del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Granada, y el trabajo fue dirigido por el profesor Jaime Vila Castelar, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. En el estudio también participaron otros investigadores de la UGR, así como de la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos.

Su trabajo también ha revelado que la sensibilidad de los pequeños hacia el sabor amargo de los glucosinolatos contenidos en las verduras, indicado por la sensibilidad hacia el componente químico 6-n-propylthiouracil (PROP), puede ser una de las causas de que muchos niños rechacen las verduras. Del mismo modo, el sabor amargo del calcio también influye muy negativamente en este aspecto.

Parte de los resultados de este trabajo han sido recientemente aceptados para su publicación en la revista científica de distribución internacional Brain Research Bulletin y se encuentran disponibles para su lectura online en Siencedirect.

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Permitir a los niños que elijan qué verdura quieren comer aumenta su consumo

Un estudio desarrollado en la Universidad de Granada (UGR) ha demostrado que cuando los niños pueden elegir qué verdura quieren ingerir cada día su consumo de este tipo alimentos aumenta hasta en un ochenta por ciento.

La investigación, según ha informado hoy la institución académica, también ha identificado que el sabor amargo del calcio, muy presente en verduras como las espinacas y acelgas, la col, la cebolla, el cardo o el brócoli, puede ser un «factor sensorial» que influye muy negativamente en el consumo infantil.

Para llevar a cabo este estudio experimental, sus autores han analizado los principales factores determinantes del consumo de verdura en niños de menos de 6 años y han evaluado la eficacia de una estrategia denominada «Provisión de elección», que consiste les permite elegir en cada comida qué tipo de verduras desean tomar.

En concreto, los investigadores trabajaron con 150 niños en las aulas escolares de cuatro colegios públicos de Granada gestionados por la Fundación Granada Educa, a quienes se les dio la oportunidad de que pudieran elegir la verdura que querían comer durante la comida.

Se les dotó así de una herramienta conocida como «provisión de elección», con la que comprobaron que el consumo de verduras aumentó hasta en un 80 por ciento.

Observaron además que aquellos niños a quienes se les permitió elegir qué verdura deseaban comer ingirieron 20 gramos más, lo que supone una media de 40 gramos más al día entre comida y cena.

Teniendo en cuenta que la ración de verduras que se les sirvió fue de 150 gramos, «se trata de una cantidad muy importante», advierten los autores del trabajo.

La autora principal de esta investigación, pionera en España, es Paloma Rohlfs Domínguez, del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Granada, y ha sido dirigida por el profesor Jaime Vila Castelar, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico.

El trabajo también ha revelado que la sensibilidad de los pequeños hacia el sabor amargo de los glucosinolatos contenidos en las verduras, indicado por la sensibilidad hacia el componente químico denominado 6-n-propylthiouracil (PROP), puede ser una de las causas de que muchos niños rechacen las verduras.

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Permitir a los niños que elijan qué verdura quieren comer aumenta su consumo

Un gesto tan simple como permitir a un niño pequeño que elija libremente qué verdura le gustaría comer ayuda a aumentar el consumo de estos alimentos en la población infantil, según han comprobado investigadores de la Universidad de Granada (UGR).

   Además, su trabajo apunta que el sabor amargo del calcio, muy presente en verduras como las espinacas y acelgas, la col, la cebolla, el cardo o el brócoli, puede ser un factor sensorial que influye muy negativamente en el consumo infantil. 

   Para llevar a cabo este estudio experimental, sus autores analizaron los principales factores determinantes del consumo de verdura en niños de menos de seis años, evaluando la eficacia de una estrategia denominada ‘Provisión de elección’, consistente en permitir a los pequeños elegir en cada comida qué tipo de verduras deseaban tomar.

   Los investigadores trabajaron con 150 niños en las aulas escolares de cuatro colegios públicos de Granada gestionados por la Fundación Granada Educa, a quienes se les dio la oportunidad de que pudieran elegir la verdura que querían comer durante la comida. Se les dotó así de una herramienta conocida como «provisión de elección», con la que comprobaron que el consumo de verduras aumentó hasta en un 80 por ciento.

   Observaron además que aquellos niños a quienes se les permitió elegir qué verdura deseaban comer ingirieron 20 gramos más, lo que supone una media de 40 gramos más al día entre comida y cena. Teniendo en cuenta que la ración de verduras que se les sirvió fue de 150 gramos, «se trata de una cantidad muy importante», advierten los autores del trabajo.

   La autora principal de esta investigación, pionera en España, es Paloma Rohlfs Domínguez, del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Granada, y el trabajo fue dirigido por el profesor Jaime Vila Castelar, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. En el estudio también participaron otros investigadores de la UGR, así como de la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos.

   Su trabajo también ha revelado que la sensibilidad de los pequeños hacia el sabor amargo de los glucosinolatos contenidos en las verduras, indicado por la sensibilidad hacia el componente químico 6-n-propylthiouracil (PROP), puede ser una de las causas de que muchos niños rechacen las verduras. Del mismo modo,  el sabor amargo del calcio también influye muy negativamente en este aspecto.

   Parte de los resultados de este trabajo han sido recientemente aceptados para su publicación en la revista científica de distribución internacional Brain Research Bulletin y se encuentran disponibles para su lectura online en Siencedirect.

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Permitir a los niños que elijan qué verdura quieren comer aumenta su consumo, según un estudio de la UGR

Un gesto tan simple como permitir a un niño pequeño que elija libremente qué verdura le gustaría comer ayuda a aumentar el consumo de estos alimentos en la población infantil, según han comprobado investigadores de la Universidad de Granada (UGR).

Además, su trabajo apunta que el sabor amargo del calcio, muy presente en verduras como las espinacas y acelgas, la col, la cebolla, el cardo o el brócoli, puede ser un factor sensorial que influye muy negativamente en el consumo infantil.

Para llevar a cabo este estudio experimental, sus autores analizaron los principales factores determinantes del consumo de verdura en niños de menos de seis años, evaluando la eficacia de una estrategia denominada ‘Provisión de elección’, consistente en permitir a los pequeños elegir en cada comida qué tipo de verduras deseaban tomar.

Los investigadores trabajaron con 150 niños en las aulas escolares de cuatro colegios públicos de Granada gestionados por la Fundación Granada Educa, a quienes se les dio la oportunidad de que pudieran elegir la verdura que querían comer durante la comida. Se les dotó así de una herramienta conocida como «provisión de elección», con la que comprobaron que el consumo de verduras aumentó hasta en un 80 por ciento.

Observaron además que aquellos niños a quienes se les permitió elegir qué verdura deseaban comer ingirieron 20 gramos más, lo que supone una media de 40 gramos más al día entre comida y cena. Teniendo en cuenta que la ración de verduras que se les sirvió fue de 150 gramos, «se trata de una cantidad muy importante», advierten los autores del trabajo.

La autora principal de esta investigación, pionera en España, es Paloma Rohlfs Domínguez, del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Granada, y el trabajo fue dirigido por el profesor Jaime Vila Castelar, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. En el estudio también participaron otros investigadores de la UGR, así como de la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos.

Su trabajo también ha revelado que la sensibilidad de los pequeños hacia el sabor amargo de los glucosinolatos contenidos en las verduras, indicado por la sensibilidad hacia el componente químico 6-n-propylthiouracil (PROP), puede ser una de las causas de que muchos niños rechacen las verduras. Del mismo modo, el sabor amargo del calcio también influye muy negativamente en este aspecto.

Parte de los resultados de este trabajo han sido recientemente aceptados para su publicación en la revista científica de distribución internacional Brain Research Bulletin y se encuentran disponibles para su lectura online en Siencedirect.

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Permitir a los niños que elijan qué verdura quieren comer aumenta su consumo, según un estudio de la UGR

Un gesto tan simple como permitir a un niño pequeño que elija libremente qué verdura le gustaría comer ayuda a aumentar el consumo de estos alimentos en la población infantil, según han comprobado investigadores de la Universidad de Granada (UGR).

Además, su trabajo apunta que el sabor amargo del calcio, muy presente en verduras como las espinacas y acelgas, la col, la cebolla, el cardo o el brócoli, puede ser un factor sensorial que influye muy negativamente en el consumo infantil.

Para llevar a cabo este estudio experimental, sus autores analizaron los principales factores determinantes del consumo de verdura en niños de menos de seis años, evaluando la eficacia de una estrategia denominada ‘Provisión de elección’, consistente en permitir a los pequeños elegir en cada comida qué tipo de verduras deseaban tomar.

Los investigadores trabajaron con 150 niños en las aulas escolares de cuatro colegios públicos de Granada gestionados por la Fundación Granada Educa, a quienes se les dio la oportunidad de que pudieran elegir la verdura que querían comer durante la comida. Se les dotó así de una herramienta conocida como «provisión de elección», con la que comprobaron que el consumo de verduras aumentó hasta en un 80 por ciento.

Observaron además que aquellos niños a quienes se les permitió elegir qué verdura deseaban comer ingirieron 20 gramos más, lo que supone una media de 40 gramos más al día entre comida y cena. Teniendo en cuenta que la ración de verduras que se les sirvió fue de 150 gramos, «se trata de una cantidad muy importante», advierten los autores del trabajo.

La autora principal de esta investigación, pionera en España, es Paloma Rohlfs Domínguez, del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Granada, y el trabajo fue dirigido por el profesor Jaime Vila Castelar, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. En el estudio también participaron otros investigadores de la UGR, así como de la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos.

Su trabajo también ha revelado que la sensibilidad de los pequeños hacia el sabor amargo de los glucosinolatos contenidos en las verduras, indicado por la sensibilidad hacia el componente químico 6-n-propylthiouracil (PROP), puede ser una de las causas de que muchos niños rechacen las verduras. Del mismo modo, el sabor amargo del calcio también influye muy negativamente en este aspecto.

Parte de los resultados de este trabajo han sido recientemente aceptados para su publicación en la revista científica de distribución internacional Brain Research Bulletin y se encuentran disponibles para su lectura online en Siencedirect.

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Permitir a los niños que elijan qué verdura quieren comer aumenta su consumo, según un estudio de la UGR

Un gesto tan simple como permitir a un niño pequeño que elija libremente qué verdura le gustaría comer ayuda a aumentar el consumo de estos alimentos en la población infantil, según han comprobado investigadores de la Universidad de Granada (UGR).

Además, su trabajo apunta que el sabor amargo del calcio, muy presente en verduras como las espinacas y acelgas, la col, la cebolla, el cardo o el brócoli, puede ser un factor sensorial que influye muy negativamente en el consumo infantil.

Para llevar a cabo este estudio experimental, sus autores analizaron los principales factores determinantes del consumo de verdura en niños de menos de seis años, evaluando la eficacia de una estrategia denominada ‘Provisión de elección’, consistente en permitir a los pequeños elegir en cada comida qué tipo de verduras deseaban tomar.

Los investigadores trabajaron con 150 niños en las aulas escolares de cuatro colegios públicos de Granada gestionados por la Fundación Granada Educa, a quienes se les dio la oportunidad de que pudieran elegir la verdura que querían comer durante la comida. Se les dotó así de una herramienta conocida como ‘provisión de elección’, con la que comprobaron que el consumo de verduras aumentó hasta en un 80 por ciento.

Observaron además que aquellos niños a quienes se les permitió elegir qué verdura deseaban comer ingirieron 20 gramos más, lo que supone una media de 40 gramos más al día entre comida y cena. Teniendo en cuenta que la ración de verduras que se les sirvió fue de 150 gramos, ‘se trata de una cantidad muy importante’, advierten los autores del trabajo.

La autora principal de esta investigación, pionera en España, es Paloma Rohlfs Domínguez, del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Granada, y el trabajo fue dirigido por el profesor Jaime Vila Castelar, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. En el estudio también participaron otros investigadores de la UGR, así como de la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos.

Su trabajo también ha revelado que la sensibilidad de los pequeños hacia el sabor amargo de los glucosinolatos contenidos en las verduras, indicado por la sensibilidad hacia el componente químico 6-n-propylthiouracil (PROP), puede ser una de las causas de que muchos niños rechacen las verduras. Del mismo modo, el sabor amargo del calcio también influye muy negativamente en este aspecto.

Parte de los resultados de este trabajo han sido recientemente aceptados para su publicación en la revista científica de distribución internacional Brain Research Bulletin y se encuentran disponibles para su lectura online en Siencedirect.

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Permitir a los niños que elijan qué verdura quieren comer aumenta su consumo, según un estudio de la UGR

Un gesto tan simple como permitir a un niño pequeño que elija libremente qué verdura le gustaría comer ayuda a aumentar el consumo de estos alimentos en la población infantil, según han comprobado investigadores de la Universidad de Granada (UGR).

Además, su trabajo apunta que el sabor amargo del calcio, muy presente en verduras como las espinacas y acelgas, la col, la cebolla, el cardo o el brócoli, puede ser un factor sensorial que influye muy negativamente en el consumo infantil.

Para llevar a cabo este estudio experimental, sus autores analizaron los principales factores determinantes del consumo de verdura en niños de menos de seis años, evaluando la eficacia de una estrategia denominada ‘Provisión de elección’, consistente en permitir a los pequeños elegir en cada comida qué tipo de verduras deseaban tomar.

Los investigadores trabajaron con 150 niños en las aulas escolares de cuatro colegios públicos de Granada gestionados por la Fundación Granada Educa, a quienes se les dio la oportunidad de que pudieran elegir la verdura que querían comer durante la comida. Se les dotó así de una herramienta conocida como «provisión de elección», con la que comprobaron que el consumo de verduras aumentó hasta en un 80 por ciento.

Observaron además que aquellos niños a quienes se les permitió elegir qué verdura deseaban comer ingirieron 20 gramos más, lo que supone una media de 40 gramos más al día entre comida y cena. Teniendo en cuenta que la ración de verduras que se les sirvió fue de 150 gramos, «se trata de una cantidad muy importante», advierten los autores del trabajo.

La autora principal de esta investigación, pionera en España, es Paloma Rohlfs Domínguez, del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Granada, y el trabajo fue dirigido por el profesor Jaime Vila Castelar, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. En el estudio también participaron otros investigadores de la UGR, así como de la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos.

Su trabajo también ha revelado que la sensibilidad de los pequeños hacia el sabor amargo de los glucosinolatos contenidos en las verduras, indicado por la sensibilidad hacia el componente químico 6-n-propylthiouracil (PROP), puede ser una de las causas de que muchos niños rechacen las verduras. Del mismo modo, el sabor amargo del calcio también influye muy negativamente en este aspecto.

Parte de los resultados de este trabajo han sido recientemente aceptados para su publicación en la revista científica de distribución internacional Brain Research Bulletin y se encuentran disponibles para su lectura online en Siencedirect.

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Permitir a los niños que elijan qué verdura quieren comer aumenta su consumo

Un gesto tan simple como permitir a un niño pequeño que elija libremente qué verdura le gustaría comer ayuda a aumentar el consumo de estos alimentos en la población infantil, según han comprobado investigadores de la Universidad de Granada (UGR). Además, su trabajo apunta que el sabor amargo del calcio, muy presente en verduras como las espinacas y acelgas, la col, la cebolla, el cardo o el brócoli, puede ser un factor sensorial que influye muy negativamente en el consumo infantil.

Para llevar a cabo este estudio experimental, sus autores analizaron los principales factores determinantes del consumo de verdura en niños de menos de seis años, evaluando la eficacia de una estrategia denominada ‘Provisión de elección’, consistente en permitir a los pequeños elegir en cada comida qué tipo de verduras deseaban tomar.

Los investigadores trabajaron con 150 niños en las aulas escolares de cuatro colegios públicos de Granada gestionados por la Fundación Granada Educa, a quienes se les dio la oportunidad de que pudieran elegir la verdura que querían comer durante la comida. Se les dotó así de una herramienta conocida como ‘provisión de elección’, con la que comprobaron que el consumo de verduras aumentó hasta en un 80 por ciento.

Observaron además que aquellos niños a quienes se les permitió elegir qué verdura deseaban comer ingirieron 20 gramos más, lo que supone una media de 40 gramos más al día entre comida y cena. Teniendo en cuenta que la ración de verduras que se les sirvió fue de 150 gramos, ‘se trata de una cantidad muy importante’, advierten los autores del trabajo.

La autora principal de esta investigación, pionera en España, es Paloma Rohlfs Domínguez, del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Granada, y el trabajo fue dirigido por el profesor Jaime Vila Castelar, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. En el estudio también participaron otros investigadores de la UGR, así como de la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos.

Su trabajo también ha revelado que la sensibilidad de los pequeños hacia el sabor amargo de los glucosinolatos contenidos en las verduras, indicado por la sensibilidad hacia el componente químico 6-n-propylthiouracil (PROP), puede ser una de las causas de que muchos niños rechacen las verduras. Del mismo modo,  el sabor amargo del calcio también influye muy negativamente en este aspecto.

Parte de los resultados de este trabajo han sido recientemente aceptados para su publicación en la revista científica de distribución internacional Brain Research Bulletin y se encuentran disponibles para su lectura online en Siencedirect.

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Deje al niño elegir las verduras

Un gesto tan simple como permitir a un niño pequeño elegir libremente qué verdura le gustaría comer ayuda a aumentar el consumo de estos alimentos en la población infantil, según han comprobado investigadores de la Universidad de Granada. Además, su trabajo apunta que el sabor amargo del calcio, muy presente en verduras como las espinacas y acelgas, la col, la cebolla, el cardo o el brócoli, puede ser un factor sensorial que influye muy negativamente en el consumo infantil.

Para llevar a cabo este estudio experimental, sus autores analizaron los principales factores determinantes del consumo de verdura en niños menores de seis años, evaluando la eficacia de una estrategia denominada ‘Provisión de elección’, que consiste en permitir a los pequeños elegir en cada comida qué tipo de verduras deseaban tomar.

Los investigadores trabajaron con 150 niños en las aulas de cuatro colegios públicos de Granada gestionados por la Fundación Granada Educa, a quienes se les dio la oportunidad de elegir la verdura que querían comer durante la comida. Los investigadores comprobaron que con esta ‘técnica’ el consumo de verduras aumentó hasta un 80%. Observaron además que aquellos niños a quienes se les permitió elegir los vegetales que deseaban comer ingirieron 20 gramos más, lo que supone una media de 40 gramos más al día entre comida y cena.

Teniendo en cuenta que la ración de verduras que se les sirvió fue de 150 gramos, «se trata de una cantidad muy importante», advierten los autores del trabajo.

La autora principal de esta investigación, pionera en España, es Paloma Rohlfs Domínguez, del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Granada, y el trabajo fue dirigido por el profesor Jaime Vila Castelar, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico.

Su trabajo también ha revelado que la sensibilidad de los pequeños hacia el sabor amargo de los glucosinolatos contenidos en las verduras, indicado por la sensibilidad hacia el componente químico 6-n-propylthiouracil (PROP), puede ser una de las causas de que muchos niños rechacen las verduras. Del mismo modo, el sabor amargo del calcio también influye muy negativamente en este aspecto.

Parte de los resultados de este trabajo han sido recientemente aceptados para su publicación en la revista científica de distribución internacional ‘Brain Research Bulletin’ y se encuentran disponibles para su lectura online en ‘Siencedirect’.

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John Frankenheimer, protagonista del cine club de la UGR

El director neoyorquino de cine y televisión John Frankenheimer es el protagonista del Ciclo «Maestros del cine moderno (I)» que El Cine Club de la UGR pone en marcha en febrero, con la programación de las películas «El hombre de Alcatraz», «El mensajero del miedo», «Siete días de mayo»,  y «El tren».

Las proyecciones, en versión original, subtituladas en español, tendrán lugar en el Salón de Actos de la E.T.S. de Ingeniería de Edificación (antigua E.U. de Arquitectura Técnica), los martes y viernes, a las 21.30 horas.

El ciclo (la entrada es libre, hasta completar el aforo) ha sido organizado por el Cine Club Universitario que dirige Juan de Dios Sala, en el Centro de Cultura Contemporánea, Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Cooperación al Desarrollo de la Universidad de Granada.
 
Programa
 
Martes, 1 de febrero
«El hombre de Alcatraz»  (1962)
 
Viernes, 4 de febrero
 «El mensajero del miedo»  (1962)
 
Martes, 8 de febrero
«Siete días de mayo»  (1964)
 
Viernes, 11 de febrero
«El tren» (1964)
 
Martes, 15 de febrero
«Plan diabólico»  (1966)
 
Viernes, 18 de febrero
 «Los temerarios del aire»  (1969)
 
Martes, 22 de febrero
«Yo vigilo el camino»  (1970)
 
Viernes, 25 de febrero
«Orgullo de estirpe» (1971)

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