Sanitarios opinan que actualmente ‘no existen criterios válidos para diagnosticar una enfermedad mental’, según estudio

Los profesionales sanitarios que se encargan de diagnosticar cuándo una enfermedad es terminal admiten que, en la actualidad, «no existen criterios válidos y aceptables para el uso del diagnóstico de este tipo de enfermedades», según se desprende de un trabajo «pionero» elaborado en la Universidad de Granada (UGR) y publicado recientemente en la revista ‘International Journal of Clinical and Health Phychology’.

En concreto, esta investigación revela como principal conclusión que las emociones en el juicio clínico de estos profesionales a la hora de dar un diagnóstico de enfermedad terminal tienen bastante peso.

Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores realizaron entrevistas en profundidad a una muestra formada por 42 profesionales de la salud, –21 médicos y 21 enfermeros–, que ejercen su actividad profesional en centros sanitarios de Granada y provincia y que trabajan con enfermos terminales y/o con enfermedad avanzada.

De los 42 participantes, 17 trabajaban en centros de salud públicos; 18 en hospitales públicos, cuatro en unidades mixtas y tres en centros privados. De ello, 22 eran mujeres y 20 hombres, con edades comprendidas entre los 23 y los 53 años.

Entre otras conclusiones que se extraen de dicho trabajo, destaca el hecho de que las respuestas de los profesionales entrevistados sobre la utilización del diagnóstico de enfermedad terminal (ET) en su trabajo cotidiano muestran diversidad de situaciones, relacionadas con el tipo de establecimiento en el que trabajan (atención primaria y atención especializada) y con el tipo de profesional del que se trate (médicos y enfermeros).

EMPLEO DE EUFEMISMOS

En concreto, los profesionales que trabajan en centros de salud públicos, tanto enfermeros como médicos, utilizan y tienen recogido el diagnóstico de enfermedad terminal para determinar la situación clínica de sus pacientes.

Sin embargo, cuando se trata de los profesionales que trabajan en hospitales públicos, las respuestas obtenidas por los autores difieren notablemente, según esta investigación de la UGR. Así, los enfermeros no incorporan este diagnóstico y prefieren usar algún eufemismo o sinónimo, mientras que los profesionales médicos lo utilizan con frecuencia internamente, reconocen y determinan esta situación del enfermo, aunque la omiten o la disfrazan en sus informes.

El trabajo revela, igualmente, que los profesionales perciben dificultades en diferentes aspectos del diagnóstico, lo que plantea la pregunta de si estas problemas pueden estar afectando a que en un importante número de pacientes no se inicien medidas paliativas y, por tanto, se esté perdiendo un tiempo valioso en estos enfermos, sin asistencia y sin medidas específicas para abordar el sufrimiento y la calidad de vida del periodo final de la misma.

Además, los autores del trabajo reconocen que el sentido y la función de los cuidados paliativos se distorsiona, como consecuencia de que los profesionales se sienten afectados por el peso emocional de un diagnóstico, «que en el imaginario social equivale a una condena».

PACIENTES CON CÁNCER

Para profundizar en las dificultades que plantea el uso del diagnóstico de enfermedad terminal y sus consecuencias, los científicos preguntaron a los profesionales sanitarios tanto el tipo de enfermedades en las que se aplica este diagnóstico como el momento en que se produce.

Para la mayoría de profesionales, la enfermedad terminal siempre se refiere a los pacientes con cáncer, aunque un importante número que trabaja en centros de salud públicos también la asocian a la situación de deterioro avanzado de pacientes con enfermedades crónicas y/o degenerativas no cancerosas.

En cuanto al momento de hablar de ‘enfermedad terminal’, se identifica mayoritariamente a un paciente como terminal cuando la situación es preagónica o claramente agónica, siendo ésta una opinión común para la mayoría de profesionales que trabajan tanto en hospitales como en atención primaria.

En este sentido, el trabajo llama la atención sobre el hecho de que contando desde hace una veintena de años con referencias y criterios para delimitar la enfermedad terminal, al menos en lo que a la enfermedad oncológica se refiere, se utilice de manera tan restrictiva un diagnóstico cuya razón de ser es ubicar el momento en el que la situación del enfermo requiere un cambio en la orientación terapéutica y el inicio de medidas especiales de atención y asistencia al enfermo y familia.

Del mismo modo, el estudio pone en el acento en lo llamativo de la «falta de referencias existentes en la bibliografía» relativas al peso emocional que soportan los profesionales ante este diagnóstico, apareciendo en este estudio como un factor clave para explicar por qué es problemático el uso de este diagnóstico, especialmente en el ámbito hospitalario.

Los autores de este trabajo son María Paz García, Francisco Cruz, Jacqueline Schmidt, Antonio Muñoz Vinuesa, Rafael Montoya, Diego Prados y Miguel Botella López, todo ellos de la UGR, además de Atthanasios Pappous, de la Universidad de Kent, en el Reino Unido.
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La Comisión de Defensa del Senado vista hoy Granada para conocer la colaboración entre la UGR y el Madoc

Representantes de la Comisión de Defensa del Senado visitarán hoy Granada para conocer de primera mano el funcionamiento de la Comisión Mixta formada por la Universidad de Granada (UGR) y el Mando de Adiestramiento y Doctrina (Madoc) con el objetivo de recabar información sobre este «modélico ejemplo de colaboración» entre ambas instituciones.

La delegación al completo asistirá también a la entrega de los Premios del Consejo Social de la Universidad de Granada, que este año reconocerán la labor del Madoc en un acto que tendrá lugar en el Salón Rojo del Hospital Real.

Previamente a esta entrega de premios, a las 12,30 horas, los senadores se reunirán con el rector de la Universidad de Granada, Francisco González Lodeiro, y el teniente general Francisco Puentes Zamora, quienes serán los encargados de explicarles todas las actividades que, de forma conjunta, vienen realizando ambas instituciones desde que suscribieron un convenio de colaboración en el año 1994.

Entre los miembros de la Comisión de Defensa del Senado que visitarán Granada estarán su presidente, Jaime Blanco, junto a Hilario Caballero, Ramón Aleu i Jornet, Iñaki Anasagasti, Rosa Orozco y los senadores granadinos Sebastián Pérez y María Escudero.

La cooperación entre la Universidad de Granada (UGR) y el Madoc tiene su origen en un convenio de colaboración suscrito entre el Ministerio de Defensa y la institución académica en el año 1994. Al amparo de ese convenio, se constituyó la Comisión Mixta tras la creación del Madoc.

Los 16 años de cooperación entre ambas instituciones han permitido desarrollar a lo largo del tiempo numerosas iniciativas conjuntas con resultados muy positivos en áreas como la formación, la investigación, o los servicios.
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Granada Hoy

Pág. 10: El Ateneo dice que el cierre de la muestra de Bayona retrotrae a épocas pasadas
Pág. 11: El Claustro de la UGR aprueba una reforma parcial de los Estatutos
Pág. 17: Las emociones condicionan el diagnóstico de los enfermos terminales
Pág. 21 – Publicidad: El teatro español en el nuevo milenio |Crisis en la Historia de España
Pág. 29: II Encuentros de Formación para la Inserción Laboral
Pág. 40: El Gobierno dice que la Ley de Ciencia no obligará a las regiones a sufragar costes
Pág. 56: Las farmacias resuelven muchas de las consultas hechas por síntomas menores
Pág. 70: Paradojas rítmicas
Pág. 72: Científicos responden a unos 500 escolares desde la Antártica
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La Comisión de Defensa del Senado vista hoy Granada para conocer la colaboración entre la UGR y el Madoc

Representantes de la Comisión de Defensa del Senado visitarán hoy Granada para conocer de primera mano el funcionamiento de la Comisión Mixta formada por la Universidad de Granada (UGR) y el Mando de Adiestramiento y Doctrina (Madoc) con el objetivo de recabar información sobre este ‘modélico ejemplo de colaboración’ entre ambas instituciones.

La delegación al completo asistirá también a la entrega de los Premios del Consejo Social de la Universidad de Granada, que este año reconocerán la labor del Madoc en un acto que tendrá lugar en el Salón Rojo del Hospital Real.

Previamente a esta entrega de premios, a las 12,30 horas, los senadores se reunirán con el rector de la Universidad de Granada, Francisco González Lodeiro, y el teniente general Francisco Puentes Zamora, quienes serán los encargados de explicarles todas las actividades que, de forma conjunta, vienen realizando ambas instituciones desde que suscribieron un convenio de colaboración en el año 1994.

Entre los miembros de la Comisión de Defensa del Senado que visitarán Granada estarán su presidente, Jaime Blanco, junto a Hilario Caballero, Ramón Aleu i Jornet, Iñaki Anasagasti, Rosa Orozco y los senadores granadinos Sebastián Pérez y María Escudero.

La cooperación entre la Universidad de Granada (UGR) y el Madoc tiene su origen en un convenio de colaboración suscrito entre el Ministerio de Defensa y la institución académica en el año 1994. Al amparo de ese convenio, se constituyó la Comisión Mixta tras la creación del Madoc.

Los 16 años de cooperación entre ambas instituciones han permitido desarrollar a lo largo del tiempo numerosas iniciativas conjuntas con resultados muy positivos en áreas como la formación, la investigación, o los servicios.
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Sanitarios opinan que actualmente ‘no existen criterios válidos para diagnosticar una enfermedad mental’, según estudio

Los profesionales sanitarios que se encargan de diagnosticar cuándo una enfermedad es terminal admiten que, en la actualidad, «no existen criterios válidos y aceptables para el uso del diagnóstico de este tipo de enfermedades», según se desprende de un trabajo «pionero» elaborado en la Universidad de Granada (UGR) y publicado recientemente en la revista ‘International Journal of Clinical and Health Phychology’.

En concreto, esta investigación revela como principal conclusión que las emociones en el juicio clínico de estos profesionales a la hora de dar un diagnóstico de enfermedad terminal tienen bastante peso.

Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores realizaron entrevistas en profundidad a una muestra formada por 42 profesionales de la salud, —21 médicos y 21 enfermeros—, que ejercen su actividad profesional en centros sanitarios de Granada y provincia y que trabajan con enfermos terminales y/o con enfermedad avanzada.

De los 42 participantes, 17 trabajaban en centros de salud públicos; 18 en hospitales públicos, cuatro en unidades mixtas y tres en centros privados. De ello, 22 eran mujeres y 20 hombres, con edades comprendidas entre los 23 y los 53 años.

Entre otras conclusiones que se extraen de dicho trabajo, destaca el hecho de que las respuestas de los profesionales entrevistados sobre la utilización del diagnóstico de enfermedad terminal (ET) en su trabajo cotidiano muestran diversidad de situaciones, relacionadas con el tipo de establecimiento en el que trabajan (atención primaria y atención especializada) y con el tipo de profesional del que se trate (médicos y enfermeros).

Empleo de eufemismos

En concreto, los profesionales que trabajan en centros de salud públicos, tanto enfermeros como médicos, utilizan y tienen recogido el diagnóstico de enfermedad terminal para determinar la situación clínica de sus pacientes.

Sin embargo, cuando se trata de los profesionales que trabajan en hospitales públicos, las respuestas obtenidas por los autores difieren notablemente, según esta investigación de la UGR. Así, los enfermeros no incorporan este diagnóstico y prefieren usar algún eufemismo o sinónimo, mientras que los profesionales médicos lo utilizan con frecuencia internamente, reconocen y determinan esta situación del enfermo, aunque la omiten o la disfrazan en sus informes.

El trabajo revela, igualmente, que los profesionales perciben dificultades en diferentes aspectos del diagnóstico, lo que plantea la pregunta de si estas problemas pueden estar afectando a que en un importante número de pacientes no se inicien medidas paliativas y, por tanto, se esté perdiendo un tiempo valioso en estos enfermos, sin asistencia y sin medidas específicas para abordar el sufrimiento y la calidad de vida del periodo final de la misma.

Además, los autores del trabajo reconocen que el sentido y la función de los cuidados paliativos se distorsiona, como consecuencia de que los profesionales se sienten afectados por el peso emocional de un diagnóstico, «que en el imaginario social equivale a una condena».

Pacientes con cáncer

Para profundizar en las dificultades que plantea el uso del diagnóstico de enfermedad terminal y sus consecuencias, los científicos preguntaron a los profesionales sanitarios tanto el tipo de enfermedades en las que se aplica este diagnóstico como el momento en que se produce.

Para la mayoría de profesionales, la enfermedad terminal siempre se refiere a los pacientes con cáncer, aunque un importante número que trabaja en centros de salud públicos también la asocian a la situación de deterioro avanzado de pacientes con enfermedades crónicas y/o degenerativas no cancerosas.

En cuanto al momento de hablar de ‘enfermedad terminal’, se identifica mayoritariamente a un paciente como terminal cuando la situación es preagónica o claramente agónica, siendo ésta una opinión común para la mayoría de profesionales que trabajan tanto en hospitales como en atención primaria.

En este sentido, el trabajo llama la atención sobre el hecho de que contando desde hace una veintena de años con referencias y criterios para delimitar la enfermedad terminal, al menos en lo que a la enfermedad oncológica se refiere, se utilice de manera tan restrictiva un diagnóstico cuya razón de ser es ubicar el momento en el que la situación del enfermo requiere un cambio en la orientación terapéutica y el inicio de medidas especiales de atención y asistencia al enfermo y familia.

Del mismo modo, el estudio pone en el acento en lo llamativo de la «falta de referencias existentes en la bibliografía» relativas al peso emocional que soportan los profesionales ante este diagnóstico, apareciendo en este estudio como un factor clave para explicar por qué es problemático el uso de este diagnóstico, especialmente en el ámbito hospitalario.

Los autores de este trabajo son María Paz García, Francisco Cruz, Jacqueline Schmidt, Antonio Muñoz Vinuesa, Rafael Montoya, Diego Prados y Miguel Botella López, todo ellos de la UGR, además de Atthanasios Pappous, de la Universidad de Kent, en el Reino Unido.

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La Comisión de Defensa del Senado vista hoy Granada para conocer la colaboración entre la UGR y el Madoc

Representantes de la Comisión de Defensa del Senado visitarán hoy Granada para conocer de primera mano el funcionamiento de la Comisión Mixta formada por la Universidad de Granada (UGR) y el Mando de Adiestramiento y Doctrina (Madoc) con el objetivo de recabar información sobre este «modélico ejemplo de colaboración» entre ambas instituciones.

Representantes de la Comisión de Defensa del Senado visitarán hoy Granada para conocer de primera mano el funcionamiento de la Comisión Mixta formada por la Universidad de Granada (UGR) y el Mando de Adiestramiento y Doctrina (Madoc) con el objetivo de recabar información sobre este «modélico ejemplo de colaboración» entre ambas instituciones.

La delegación al completo asistirá también a la entrega de los Premios del Consejo Social de la Universidad de Granada, que este año reconocerán la labor del Madoc en un acto que tendrá lugar en el Salón Rojo del Hospital Real.

Previamente a esta entrega de premios, a las 12,30 horas, los senadores se reunirán con el rector de la Universidad de Granada, Francisco González Lodeiro, y el teniente general Francisco Puentes Zamora, quienes serán los encargados de explicarles todas las actividades que, de forma conjunta, vienen realizando ambas instituciones desde que suscribieron un convenio de colaboración en el año 1994.

Entre los miembros de la Comisión de Defensa del Senado que visitarán Granada estarán su presidente, Jaime Blanco, junto a Hilario Caballero, Ramón Aleu i Jornet, Iñaki Anasagasti, Rosa Orozco y los senadores granadinos Sebastián Pérez y María Escudero.

La cooperación entre la Universidad de Granada (UGR) y el Madoc tiene su origen en un convenio de colaboración suscrito entre el Ministerio de Defensa y la institución académica en el año 1994. Al amparo de ese convenio, se constituyó la Comisión Mixta tras la creación del Madoc.

Los 16 años de cooperación entre ambas instituciones han permitido desarrollar a lo largo del tiempo numerosas iniciativas conjuntas con resultados muy positivos en áreas como la formación, la investigación, o los servicios.

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Sanitarios opinan que actualmente ‘no existen criterios válidos para diagnosticar una enfermedad mental’, según estudio

Los profesionales sanitarios que se encargan de diagnosticar cuándo una enfermedad es terminal admiten que, en la actualidad, «no existen criterios válidos y aceptables para el uso del diagnóstico de este tipo de enfermedades», según se desprende de un trabajo «pionero» elaborado en la Universidad de Granada (UGR) y publicado recientemente en la revista ‘International Journal of Clinical and Health Phychology’.

En concreto, esta investigación revela como principal conclusión que las emociones en el juicio clínico de estos profesionales a la hora de dar un diagnóstico de enfermedad terminal tienen bastante peso.

Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores realizaron entrevistas en profundidad a una muestra formada por 42 profesionales de la salud, –21 médicos y 21 enfermeros–, que ejercen su actividad profesional en centros sanitarios de Granada y provincia y que trabajan con enfermos terminales y/o con enfermedad avanzada.

De los 42 participantes, 17 trabajaban en centros de salud públicos; 18 en hospitales públicos, cuatro en unidades mixtas y tres en centros privados. De ello, 22 eran mujeres y 20 hombres, con edades comprendidas entre los 23 y los 53 años.

Entre otras conclusiones que se extraen de dicho trabajo, destaca el hecho de que las respuestas de los profesionales entrevistados sobre la utilización del diagnóstico de enfermedad terminal (ET) en su trabajo cotidiano muestran diversidad de situaciones, relacionadas con el tipo de establecimiento en el que trabajan (atención primaria y atención especializada) y con el tipo de profesional del que se trate (médicos y enfermeros).

EMPLEO DE EUFEMISMOS

En concreto, los profesionales que trabajan en centros de salud públicos, tanto enfermeros como médicos, utilizan y tienen recogido el diagnóstico de enfermedad terminal para determinar la situación clínica de sus pacientes.

Sin embargo, cuando se trata de los profesionales que trabajan en hospitales públicos, las respuestas obtenidas por los autores difieren notablemente, según esta investigación de la UGR. Así, los enfermeros no incorporan este diagnóstico y prefieren usar algún eufemismo o sinónimo, mientras que los profesionales médicos lo utilizan con frecuencia internamente, reconocen y determinan esta situación del enfermo, aunque la omiten o la disfrazan en sus informes.

El trabajo revela, igualmente, que los profesionales perciben dificultades en diferentes aspectos del diagnóstico, lo que plantea la pregunta de si estas problemas pueden estar afectando a que en un importante número de pacientes no se inicien medidas paliativas y, por tanto, se esté perdiendo un tiempo valioso en estos enfermos, sin asistencia y sin medidas específicas para abordar el sufrimiento y la calidad de vida del periodo final de la misma.

Además, los autores del trabajo reconocen que el sentido y la función de los cuidados paliativos se distorsiona, como consecuencia de que los profesionales se sienten afectados por el peso emocional de un diagnóstico, «que en el imaginario social equivale a una condena».

PACIENTES CON CÁNCER

Para profundizar en las dificultades que plantea el uso del diagnóstico de enfermedad terminal y sus consecuencias, los científicos preguntaron a los profesionales sanitarios tanto el tipo de enfermedades en las que se aplica este diagnóstico como el momento en que se produce.

Para la mayoría de profesionales, la enfermedad terminal siempre se refiere a los pacientes con cáncer, aunque un importante número que trabaja en centros de salud públicos también la asocian a la situación de deterioro avanzado de pacientes con enfermedades crónicas y/o degenerativas no cancerosas.

En cuanto al momento de hablar de ‘enfermedad terminal’, se identifica mayoritariamente a un paciente como terminal cuando la situación es preagónica o claramente agónica, siendo ésta una opinión común para la mayoría de profesionales que trabajan tanto en hospitales como en atención primaria.

En este sentido, el trabajo llama la atención sobre el hecho de que contando desde hace una veintena de años con referencias y criterios para delimitar la enfermedad terminal, al menos en lo que a la enfermedad oncológica se refiere, se utilice de manera tan restrictiva un diagnóstico cuya razón de ser es ubicar el momento en el que la situación del enfermo requiere un cambio en la orientación terapéutica y el inicio de medidas especiales de atención y asistencia al enfermo y familia.

Del mismo modo, el estudio pone en el acento en lo llamativo de la «falta de referencias existentes en la bibliografía» relativas al peso emocional que soportan los profesionales ante este diagnóstico, apareciendo en este estudio como un factor clave para explicar por qué es problemático el uso de este diagnóstico, especialmente en el ámbito hospitalario.

Los autores de este trabajo son María Paz García, Francisco Cruz, Jacqueline Schmidt, Antonio Muñoz Vinuesa, Rafael Montoya, Diego Prados y Miguel Botella López, todo ellos de la UGR, además de Atthanasios Pappous, de la Universidad de Kent, en el Reino Unido.

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Sanitarios opinan que actualmente ‘no existen criterios válidos para diagnosticar una enfermedad mental’, según estudio

Los profesionales sanitarios que se encargan de diagnosticar cuándo una enfermedad es terminal admiten que, en la actualidad, «no existen criterios válidos y aceptables para el uso del diagnóstico de este tipo de enfermedades», según se desprende de un trabajo «pionero» elaborado en la Universidad de Granada (UGR) y publicado recientemente en la revista ‘International Journal of Clinical and Health Phychology’.

   En concreto, esta investigación revela como principal conclusión que las emociones en el juicio clínico de estos profesionales a la hora de dar un diagnóstico de enfermedad terminal tienen bastante peso.

   Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores realizaron entrevistas en profundidad a una muestra formada por 42 profesionales de la salud, –21 médicos y 21 enfermeros–, que ejercen su actividad profesional en centros sanitarios de Granada y provincia y que trabajan con enfermos terminales y/o con enfermedad avanzada.

   De los 42 participantes, 17 trabajaban en centros de salud públicos; 18 en hospitales públicos, cuatro en unidades mixtas y tres en centros privados. De ello, 22 eran mujeres y 20 hombres, con edades comprendidas entre los 23 y los 53 años.

   Entre otras conclusiones que se extraen de dicho trabajo, destaca el hecho de que las respuestas de los profesionales entrevistados sobre la utilización del diagnóstico de enfermedad terminal (ET) en su trabajo cotidiano muestran diversidad de situaciones, relacionadas con el tipo de establecimiento en el que trabajan (atención primaria y atención especializada) y con el tipo de profesional del que se trate (médicos y enfermeros).

EMPLEO DE EUFEMISMOS

   En concreto, los profesionales que trabajan en centros de salud públicos, tanto enfermeros como médicos, utilizan y tienen recogido el diagnóstico de enfermedad terminal para determinar la situación clínica de sus pacientes.

   Sin embargo, cuando se trata de los profesionales que trabajan en hospitales públicos, las respuestas obtenidas por los autores difieren notablemente, según esta investigación de la UGR. Así, los enfermeros no incorporan este diagnóstico y prefieren usar algún eufemismo o sinónimo, mientras que los profesionales médicos lo utilizan con frecuencia internamente, reconocen y determinan esta situación del enfermo, aunque la omiten o la disfrazan en sus informes.

   El trabajo revela, igualmente, que los profesionales perciben dificultades en diferentes aspectos del diagnóstico, lo que plantea la pregunta de si estas problemas pueden estar afectando a que en un importante número de pacientes no se inicien medidas paliativas y, por tanto, se esté perdiendo un tiempo valioso en estos enfermos, sin asistencia y sin medidas específicas para abordar el sufrimiento y la calidad de vida del periodo final de la misma.

   Además, los autores del trabajo reconocen que el sentido y la función de los cuidados paliativos se distorsiona, como consecuencia de que los profesionales se sienten afectados por el peso emocional de un diagnóstico, «que en el imaginario social equivale a una condena».

PACIENTES CON CÁNCER

   Para profundizar en las dificultades que plantea el uso del diagnóstico de enfermedad terminal y sus consecuencias, los científicos preguntaron a los profesionales sanitarios tanto el tipo de enfermedades en las que se aplica este diagnóstico como el momento en que se produce.

   Para la mayoría de profesionales, la enfermedad terminal siempre se refiere a los pacientes con cáncer, aunque un importante número que trabaja en centros de salud públicos también la asocian a la situación de deterioro avanzado de pacientes con enfermedades crónicas y/o degenerativas no cancerosas.

   En cuanto al momento de hablar de ‘enfermedad terminal’, se identifica mayoritariamente a un paciente como terminal cuando la situación es preagónica o claramente agónica, siendo ésta una opinión común para la mayoría de profesionales que trabajan tanto en hospitales como en atención primaria.

   En este sentido, el trabajo llama la atención sobre el hecho de que contando desde hace una veintena de años con referencias y criterios para delimitar la enfermedad terminal, al menos en lo que a la enfermedad oncológica se refiere, se utilice de manera tan restrictiva un diagnóstico cuya razón de ser es ubicar el momento en el que la situación del enfermo requiere un cambio en la orientación terapéutica y el inicio de medidas especiales de atención y asistencia al enfermo y familia.

   Del mismo modo, el estudio pone en el acento en lo llamativo de la «falta de referencias existentes en la bibliografía» relativas al peso emocional que soportan los profesionales ante este diagnóstico, apareciendo en este estudio como un factor clave para explicar por qué es problemático el uso de este diagnóstico, especialmente en el ámbito hospitalario.

   Los autores de este trabajo son María Paz García, Francisco Cruz, Jacqueline Schmidt, Antonio Muñoz Vinuesa, Rafael Montoya, Diego Prados y Miguel Botella López, todo ellos de la UGR, además de Atthanasios Pappous, de la Universidad de Kent, en el Reino Unido.

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La Junta beca con cinco meses de retraso a 150 jóvenes investigadores

La Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa ha resuelto con cinco meses de retraso la incorporación a los centros de trabajo de los beneficiarios de las becas de Formación de Personal Docente e Investigador correspondientes a la convocatoria de 2009, lo que ha provocado que algunos candidatos hayan tenido que renunciar.

El Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) publicó el 10 de marzo de 2009 la resolución de la Secretaría General de Universidades, Investigación y Tecnología por la que se convocaban incentivos para la formación de personal docente e investigador predoctoral en las universidades públicas andaluzas en áreas de conocimiento consideradas deficitarias por necesidades institucionales tanto docentes como de investigación.

En el punto 9.3 de las bases de la convocatoria se fijaba expresamente el 1 de octubre como fecha de incorporación a los centros universitarios correspondiente de los investigadores seleccionados, a los que la Junta notificó el 27 de julio la adjudicación de las plazas. La mayoría de los candidatos firmó la aceptación de la plaza en el convencimiento de que, como se detallaba en la resolución oficial, la incorporación se produciría el 1 de octubre. Terminarán haciéndolo, sin embargo, cinco meses después.

Innovación justifica la demora por tratarse de una tramitación «laboriosa» y «compleja»

A preguntas de ELMUNDO.es de Andalucía , un portavoz de Innovación, Ciencia y Empresa justificó el retraso en el «cambio del ejercicio presupuestario» y en lo «laboriosa» y «compleja» que resulta la tramitación administrativa. Según la fuente, la incorporación de los 150 investigadores se concretará entre el 1 y el 15 de este mes.

La resolución de la convocatoria se ha acelerado a raíz de que la comisión andaluza de la Federación de Jóvenes Investigadores denunciara públicamente el retraso y amenazara incluso con convocar movilizaciones si no se agilizaba la incorporación de los becarios.

La demora ha causado un importante perjuicio para muchos de los candidatos. Algunos han terminado renunciando a la beca y otros desecharon incluso ofertas de empleo en el extranjero. Es el caso de un ingeniero informático por la Universidad de Granada que rechazó en agosto el empleo ofrecido por una empresa de Silicon Valley (California, EEUU) especializada en redes al dar por seguro que tendría que incorporarse a principios de octubre a su centro universitario. «Si me dicen que no nos incorporaríamos hasta marzo, podría haber intentado trabajar allí unos meses», se lamenta.

Se trata de un tipo de incentivo de cuatro años de duración dirigida a licenciados, ingenieros, arquitectos o equivalentes que desean realizar la tesis doctoral.

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La Comisión de Defensa del Senado vista hoy Granada para conocer la colaboración entre la UGR y el Madoc

Representantes de la Comisión de Defensa del Senado visitarán hoy Granada para conocer de primera mano el funcionamiento de la Comisión Mixta formada por la Universidad de Granada (UGR) y el Mando de Adiestramiento y Doctrina (Madoc) con el objetivo de recabar información sobre este «modélico ejemplo de colaboración» entre ambas instituciones.

La delegación al completo asistirá también a la entrega de los Premios del Consejo Social de la Universidad de Granada, que este año reconocerán la labor del Madoc en un acto que tendrá lugar en el Salón Rojo del Hospital Real.

Previamente a esta entrega de premios, a las 12,30 horas, los senadores se reunirán con el rector de la Universidad de Granada, Francisco González Lodeiro, y el teniente general Francisco Puentes Zamora, quienes serán los encargados de explicarles todas las actividades que, de forma conjunta, vienen realizando ambas instituciones desde que suscribieron un convenio de colaboración en el año 1994.

Entre los miembros de la Comisión de Defensa del Senado que visitarán Granada estarán su presidente, Jaime Blanco, junto a Hilario Caballero, Ramón Aleu i Jornet, Iñaki Anasagasti, Rosa Orozco y los senadores granadinos Sebastián Pérez y María Escudero.

La cooperación entre la Universidad de Granada (UGR) y el Madoc tiene su origen en un convenio de colaboración suscrito entre el Ministerio de Defensa y la institución académica en el año 1994. Al amparo de ese convenio, se constituyó la Comisión Mixta tras la creación del Madoc.

Los 16 años de cooperación entre ambas instituciones han permitido desarrollar a lo largo del tiempo numerosas iniciativas conjuntas con resultados muy positivos en áreas como la formación, la investigación, o los servicios.
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La soja verde y los altramuces son alimentos beneficiosos para combatir el síndrome metabólico

El investigador Jesús María Porres, perteneciente a uno de los grupos de investigación de la Universidad de Granada (UGR) apuntó hoy a la soja verde (‘Vigna radiata’) y al altramuz (‘Lupinus luteus’) como alimentos beneficiosos para combatir el denominado ‘síndrome metabólico’, ya que son leguminosas con un elevado contenido en nutrientes esenciales y propiedades funcionales derivadas de su composición específica en proteína, fibra alimentaria y diversos compuestos no nutricionales, como polifenoles y ácido fítico.

Andalucía Innova explicó que este estudio se enmarca en el proyecto de Excelencia ‘Efecto de hidrolizados proteicos vegetales procedentes de leguminosas sobre el metabolismo lipídico y energético en un modelo experimental de rata obesa. Interacción con el ejercicio físico aeróbico’, que ha recibido un incentivo de la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de unos 207.000 euros.

En el proyecto, centrado en diseñar alimentos funcionales procedentes de estos dos vegetales, intervienen expertos de distintos grupos de investigación de áreas como fisiología, farmacología, histología y ciencias de la actividad física y el deporte. Además, la iniciativa cuenta con la participación de la empresa BIOTmicrogen.

Para los científicos granadinos, el consumo de hidrolizados proteicos vegetales y fibra de ambos alimentos, junto a rutinas de ejercicio físico aeróbico, podría repercutir «positivamente sobre el metabolismo energético y lipídico», para lo que ensayarán sus efectos en un modelo experimental de rata obesa y con síndrome metabólico desarrollado.

«El potencial de legumbres como el altramuz o la soja verde deriva, no sólo de su elevada calidad nutricional, sino también de las propiedades funcionales de dichas legumbres y de procesos tecnológicos que pudieran mejorarlas», aseguró el investigador. Así, detalló que para la obtención de los hidrolizados proteicos con capacidad funcional se utilizará un proceso de extracción proteica en medio acuoso seguida de hidrólisis con enzimas recombinantes o un proceso de fermentación láctica en el caso de ‘Lupinus luteus’, y un proceso de hidrólisis proteica endógena como es la germinación en el caso de ‘Vigna radiata’.

En este sentido, explicó que la elección del altramuz y la soja verde para este proyecto se debe a que el altramuz es una leguminosa cuyo cultivo se encuentra promocionado y subvencionado por la Comunidad Europea como importante fuente de proteína vegetal, mientras que la soja verde es una legumbre cuya comercialización para la preparación de productos germinados se encuentra en plena expansión.

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Miguel Ríos, nuevo patrón en la Fundación CajaGranada

Miguel Ríos, nuevo patrón en la Fundación CajaGranada

La Fundación también contará con Mercedes del Amo y Juan Ramón Ferreira para impulsar actividades culturales

EFE El cantante Miguel Ríos y la doctora en Filología Árabe por la Universidad de Granada Mercedes del Amo son dos de los nuevos patronos de las tres fundaciones de CajaGranada, que ha decidido impulsar su acción estrechando sus vínculos con los ámbitos económico, social y cultural de Andalucía.

En las primeras reuniones celebradas de las fundaciones de Memoria de Andalucía, CajaGranada y Desarrollo Solidario desde el nombramiento de Antonio Jara como nuevo presidente de la entidad se han trazado las principales líneas estratégicas de actuación, según ha informado la caja en un comunicado.

La primera cita ha sido la del Patronato de la Fundación Memoria de Andalucía, que marca las directrices del Museo CajaGranada Memoria de Andalucía, de la que el presidente ha destacado su «especial trascendencia» debido al marcado carácter cultural, lo que supone «una seña de identidad propia de la caja».

Jara ha manifestado su deseo de que la Fundación Memoria de Andalucía se convierta en un «importante pulmón» de la gran actividad cultural de Andalucía y que contribuya a que aflore la fuerza creativa de la comunidad autónoma.

Además, la Fundación CajaGranada contará con el ex vicepresidente primero de la entidad, Juan Ramón Ferreira, como nuevo patrono en una fundación encargada de impulsar actividades culturales, sociales y económicas de investigación y estudios de la Obra Social de la entidad financiera.

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