Los profesionales sanitarios creen que no hay criterios válidos para diagnosticar una enfermedad terminal

Una investigación realizada en la Universidad de Granada revela el peso que tienen las emociones en el juicio clí­nico de los profesionales a la hora de dar un diagnóstico de enfermedad Terminal. Para llevar a cabo este trabajo, plantearon un estudio cualitativo sobre una muestra de 42 entrevistas en profundidad para conocer la perspectiva y el discurso de los profesionales implicados en la atención a las personas con enfermedades terminales.

Los propios profesionales sanitarios que se encargan de diagnosticar cuándo una enfermedad es terminal perciben que en la actualidad, «no existen criterios válidos y aceptables para el uso del diagnóstico» de este tipo de enfermedades. Así­ se desprende de un trabajo pionero elaborado en la Universidad de Granada y publicado recientemente en la revista International Journal of Clinical and Health Phychology (IJCHP).

Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores realizaron 42 entrevistas en profundidad a una muestra formada por 42 profesionales de la salud, 21 médicos y 21 enfermeros, que ejercen su actividad profesional en establecimientos sanitarios de Granada y provincia, y que trabajan con enfermos terminales y/o con enfermedad avanzada. De los 42 participantes, 22 eran mujeres y 20 eran hombres, con edades comprendidas entre los 23 y los 53 años; 17 trabajaban en centros de salud públicos; 18 en hospitales públicos, 4 en unidades mixtas y 3 en centros privados.

De su trabajo se obtienen muchas conclusiones interesantes. Las respuestas de los profesionales entrevistados sobre la utilización del diagnóstico de enfermedad terminal (ET) en su trabajo cotidiano muestran diversidad de situaciones, relacionadas con el tipo de establecimiento en el que trabajan (atención primaria y atención especializada) y con el tipo de profesional del que se trate (médicos y enfermeros).

Empleo de eufemismos

En concreto, los profesionales que trabajan en centros de salud públicos (tanto enfermeros como médicos) utilizan y tienen recogido el diagnóstico de enfermedad terminal para determinar la situación clí­nica de sus pacientes.

Sin embargo, cuando se trata de los profesionales que trabajan en hospitales públicos, las respuestas obtenidas por los autores difieren notablemente: los profesionales enfermeros no incorporan este diagnóstico y prefieren usar algún eufemismo o sinónimo mientras que los profesionales médicos lo utilizan con frecuencia internamente, reconocen y determinan esta situación del enfermo, pero la omiten o la disfrazan en sus informes.

El trabajo realizado en la UGR revela que los profesionales perciben dificultades en diferentes aspectos del diagnóstico, lo que plantea la pregunta de si éstas pueden estar afectando a que en un importante número de pacientes no se inicien medidas paliativas y, por tanto, se esté perdiendo un tiempo valioso, para quienes ya no lo tienen, sin asistencia y sin medidas especí­ficas para abordar el sufrimiento y la calidad de vida del periodo final de la misma. Además, apuntan los autores del trabajo, se distorsiona el sentido y la función de los cuidados paliativos, ya que los profesionales se sienten afectados por el peso emocional de un diagnóstico que en el imaginario social equivale a una «condena».

Los autores de este trabajo son Marí­a Paz Garcí­a Caro, Francisco Cruz Quintana, Jacqueline Schmidt Rí­o Valle, Antonio Muñoz Vinuesa, Rafael Montoya Juárez, Diego Prados Peña y Miguel C. Botella López (Universidad de Granada, España) y Atthanasios Pappous (Universidad de Kent, Reino Unido).

Pacientes con cáncer

Para profundizar en las dificultades que plantea el uso del diagnóstico de enfermedad terminal y sus consecuencias, los cientí­ficos preguntaron a los profesionales sanitarios tanto el tipo de enfermedades en las que se aplica este diagnóstico como el momento en que se produce. Para la mayorí­a de profesionales enfermeros y médicos, la enfermedad terminal siempre se refiere a los pacientes con cáncer, aunque un importante número que trabaja en centros de salud públicos también la asocian a la situación de deterioro avanzado de pacientes con enfermedades crónicas y/o degenerativas no cancerosas.

En cuanto al momento de hablar de «enfermedad terminal», se identifica mayoritariamente a un paciente como terminal cuando la situación es preagónica o claramente agónica. Siendo esta una opinión común para la mayorí­a de profesionales que trabajan tanto en hospitales como en atención primaria.

En este sentido, el trabajo llama la atención sobre el hecho de que contando desde hace una veintena de años con referencias y criterios para delimitar la enfermedad terminal al menos en lo que a la enfermedad oncológica se refiere, se utilice de manera tan restrictiva un diagnóstico cuya razón de ser es ubicar el momento en el que la situación del enfermo requiere un cambio en la orientación terapéutica y el inicio de medidas especiales de atención y asistencia al enfermo y familia.

Del mismo modo, llama la atención sobre la falta de referencias existentes en la bibliografí­a al peso emocional que soportan los profesionales ante este diagnóstico, apareciendo en este estudio como un factor clave para explicar por qué es problemático el uso de este diagnóstico, especialmente en el ámbito hospitalario.

El trabajo pone de relieve la necesidad de mejorar la formación de los profesionales en cuanto a la delimitación del diagnóstico de enfermedad terminal, especialmente en enfermedades crónicas y degenerativas avanzadas, y de investigar para mejorar la evidencia cientí­fica de este procedimiento.

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Sanitarios opinan que actualmente ‘no existen criterios válidos para diagnosticar una enfermedad terminal’, según estudio

Los profesionales sanitarios que se encargan de diagnosticar cuándo una enfermedad es terminal admiten que, en la actualidad, «no existen criterios válidos y aceptables para el uso del diagnóstico de este tipo de enfermedades», según se desprende de un trabajo «pionero» elaborado en la Universidad de Granada (UGR) y publicado recientemente en la revista ‘International Journal of Clinical and Health Phychology’.

En concreto, esta investigación revela como principal conclusión que las emociones en el juicio clínico de estos profesionales a la hora de dar un diagnóstico de enfermedad terminal tienen bastante peso.

Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores realizaron entrevistas en profundidad a una muestra formada por 42 profesionales de la salud, –21 médicos y 21 enfermeros–, que ejercen su actividad profesional en centros sanitarios de Granada y provincia y que trabajan con enfermos terminales y/o con enfermedad avanzada.

De los 42 participantes, 17 trabajaban en centros de salud públicos; 18 en hospitales públicos, cuatro en unidades mixtas y tres en centros privados. De ello, 22 eran mujeres y 20 hombres, con edades comprendidas entre los 23 y los 53 años.

Entre otras conclusiones que se extraen de dicho trabajo, destaca el hecho de que las respuestas de los profesionales entrevistados sobre la utilización del diagnóstico de enfermedad terminal (ET) en su trabajo cotidiano muestran diversidad de situaciones, relacionadas con el tipo de establecimiento en el que trabajan (atención primaria y atención especializada) y con el tipo de profesional del que se trate (médicos y enfermeros).

EMPLEO DE EUFEMISMOS

En concreto, los profesionales que trabajan en centros de salud públicos, tanto enfermeros como médicos, utilizan y tienen recogido el diagnóstico de enfermedad terminal para determinar la situación clínica de sus pacientes.

Sin embargo, cuando se trata de los profesionales que trabajan en hospitales públicos, las respuestas obtenidas por los autores difieren notablemente, según esta investigación de la UGR. Así, los enfermeros no incorporan este diagnóstico y prefieren usar algún eufemismo o sinónimo, mientras que los profesionales médicos lo utilizan con frecuencia internamente, reconocen y determinan esta situación del enfermo, aunque la omiten o la disfrazan en sus informes.

El trabajo revela, igualmente, que los profesionales perciben dificultades en diferentes aspectos del diagnóstico, lo que plantea la pregunta de si estas problemas pueden estar afectando a que en un importante número de pacientes no se inicien medidas paliativas y, por tanto, se esté perdiendo un tiempo valioso en estos enfermos, sin asistencia y sin medidas específicas para abordar el sufrimiento y la calidad de vida del periodo final de la misma.

Además, los autores del trabajo reconocen que el sentido y la función de los cuidados paliativos se distorsiona, como consecuencia de que los profesionales se sienten afectados por el peso emocional de un diagnóstico, «que en el imaginario social equivale a una condena».

PACIENTES CON CÁNCER

Para profundizar en las dificultades que plantea el uso del diagnóstico de enfermedad terminal y sus consecuencias, los científicos preguntaron a los profesionales sanitarios tanto el tipo de enfermedades en las que se aplica este diagnóstico como el momento en que se produce.

Para la mayoría de profesionales, la enfermedad terminal siempre se refiere a los pacientes con cáncer, aunque un importante número que trabaja en centros de salud públicos también la asocian a la situación de deterioro avanzado de pacientes con enfermedades crónicas y/o degenerativas no cancerosas.

En cuanto al momento de hablar de ‘enfermedad terminal’, se identifica mayoritariamente a un paciente como terminal cuando la situación es preagónica o claramente agónica, siendo ésta una opinión común para la mayoría de profesionales que trabajan tanto en hospitales como en atención primaria.

En este sentido, el trabajo llama la atención sobre el hecho de que contando desde hace una veintena de años con referencias y criterios para delimitar la enfermedad terminal, al menos en lo que a la enfermedad oncológica se refiere, se utilice de manera tan restrictiva un diagnóstico cuya razón de ser es ubicar el momento en el que la situación del enfermo requiere un cambio en la orientación terapéutica y el inicio de medidas especiales de atención y asistencia al enfermo y familia.

Del mismo modo, el estudio pone en el acento en lo llamativo de la «falta de referencias existentes en la bibliografía» relativas al peso emocional que soportan los profesionales ante este diagnóstico, apareciendo en este estudio como un factor clave para explicar por qué es problemático el uso de este diagnóstico, especialmente en el ámbito hospitalario.

Los autores de este trabajo son María Paz García, Francisco Cruz, Jacqueline Schmidt, Antonio Muñoz Vinuesa, Rafael Montoya, Diego Prados y Miguel Botella López, todo ellos de la UGR, además de Atthanasios Pappous, de la Universidad de Kent, en el Reino Unido.
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La Comisión de Defensa del Senado vista hoy Granada para conocer la colaboración entre la UGR y el Madoc

Representantes de la Comisión de Defensa del Senado visitarán hoy Granada para conocer de primera mano el funcionamiento de la Comisión Mixta formada por la Universidad de Granada (UGR) y el Mando de Adiestramiento y Doctrina (Madoc) con el objetivo de recabar información sobre este «modélico ejemplo de colaboración» entre ambas instituciones.

La delegación al completo asistirá también a la entrega de los Premios del Consejo Social de la Universidad de Granada, que este año reconocerán la labor del Madoc en un acto que tendrá lugar en el Salón Rojo del Hospital Real.

Previamente a esta entrega de premios, a las 12,30 horas, los senadores se reunirán con el rector de la Universidad de Granada, Francisco González Lodeiro, y el teniente general Francisco Puentes Zamora, quienes serán los encargados de explicarles todas las actividades que, de forma conjunta, vienen realizando ambas instituciones desde que suscribieron un convenio de colaboración en el año 1994.

Entre los miembros de la Comisión de Defensa del Senado que visitarán Granada estarán su presidente, Jaime Blanco, junto a Hilario Caballero, Ramón Aleu i Jornet, Iñaki Anasagasti, Rosa Orozco y los senadores granadinos Sebastián Pérez y María Escudero.

La cooperación entre la Universidad de Granada (UGR) y el Madoc tiene su origen en un convenio de colaboración suscrito entre el Ministerio de Defensa y la institución académica en el año 1994. Al amparo de ese convenio, se constituyó la Comisión Mixta tras la creación del Madoc.

Los 16 años de cooperación entre ambas instituciones han permitido desarrollar a lo largo del tiempo numerosas iniciativas conjuntas con resultados muy positivos en áreas como la formación, la investigación, o los servicios.

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La Comisión de Defensa del Senado vista hoy Granada para conocer la colaboración entre la UGR y el Madoc

Representantes de la Comisión de Defensa del Senado visitarán hoy Granada para conocer de primera mano el funcionamiento de la Comisión Mixta formada por la Universidad de Granada (UGR) y el Mando de Adiestramiento y Doctrina (Madoc) con el objetivo de recabar información sobre este «modélico ejemplo de colaboración» entre ambas instituciones.

La delegación al completo asistirá también a la entrega de los Premios del Consejo Social de la Universidad de Granada, que este año reconocerán la labor del Madoc en un acto que tendrá lugar en el Salón Rojo del Hospital Real.

Previamente a esta entrega de premios, a las 12,30 horas, los senadores se reunirán con el rector de la Universidad de Granada, Francisco González Lodeiro, y el teniente general Francisco Puentes Zamora, quienes serán los encargados de explicarles todas las actividades que, de forma conjunta, vienen realizando ambas instituciones desde que suscribieron un convenio de colaboración en el año 1994.

Entre los miembros de la Comisión de Defensa del Senado que visitarán Granada estarán su presidente, Jaime Blanco, junto a Hilario Caballero, Ramón Aleu i Jornet, Iñaki Anasagasti, Rosa Orozco y los senadores granadinos Sebastián Pérez y María Escudero.

La cooperación entre la Universidad de Granada (UGR) y el Madoc tiene su origen en un convenio de colaboración suscrito entre el Ministerio de Defensa y la institución académica en el año 1994. Al amparo de ese convenio, se constituyó la Comisión Mixta tras la creación del Madoc.

Los 16 años de cooperación entre ambas instituciones han permitido desarrollar a lo largo del tiempo numerosas iniciativas conjuntas con resultados muy positivos en áreas como la formación, la investigación, o los servicios.
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Visita de la Comisión de Defensa del Senado a Granada

El objetivo es conocer el funcionamiento «modélico de colaboración» de la Comisión Mixta formada por la UGR y el Madoc

Representantes de la Comisión de Defensa del Senado visitan este jueves Granada para conocer de primera mano el funcionamiento de la Comisión Mixta formada por la Universidad de Granada y el Mando de Adiestramiento y Doctrina (Madoc) con el objetivo de recabar información sobre este «modélico ejemplo de colaboración» entre ambas instituciones.

La delegación al completo asistirá también a la entrega de los Premios del Consejo Social de la Universidad de Granada, que este año reconocerán la labor del Madoc en un acto que tendrá lugar en el Salón Rojo del Hospital Real.

Previamente a esta entrega de premios, a las 12:30 horas está previsto que los senadores se reúnan con el rector de la Universidad de Granada, Francisco González Lodeiro, y el teniente general Francisco Puentes Zamora, quienes serán los encargados de explicarles todas las actividades que, de forma conjunta, vienen realizando ambas instituciones desde que suscribieron un convenio de colaboración en el año 1994.

Entre los miembros de la Comisión de Defensa del Senado que visitan Granada estarán su presidente, Jaime Blanco, junto a Hilario Caballero, Ramón Aleu i Jornet, Iñaki Anasagasti, Rosa Orozco y los senadores granadinos Sebastián Pérez y María Escudero.

La cooperación entre la Universidad de Granada y el Madoc tiene su origen en un convenio de colaboración suscrito entre el Ministerio de Defensa y la institución académica en el año 1994. Al amparo de ese convenio, se constituyó la Comisión Mixta tras la creación del Madoc.

Los 16 años de cooperación entre ambas instituciones han permitido desarrollar a lo largo del tiempo numerosas iniciativas conjuntas con resultados muy positivos en áreas como la formación, la investigación, o los servicios.

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Miguel Ríos y Mercedes del Amo, nuevos patronos de Fundaciones de CajaGranada

El cantante Miguel Ríos y la doctora en Filología Árabe por la Universidad de Granada Mercedes del Amo son dos de los nuevos patronos de las tres fundaciones de CajaGranada, que ha decidido impulsar su acción estrechando sus vínculos con los ámbitos económico, social y cultural de Andalucía.

En las primeras reuniones celebradas de las fundaciones de Memoria de Andalucía, CajaGranada y Desarrollo Solidario desde el nombramiento de Antonio Jara como nuevo presidente de la entidad se han trazado las principales líneas estratégicas de actuación, según ha informado hoy la caja en un comunicado.

La primera cita ha sido la del Patronato de la Fundación Memoria de Andalucía, que marca las directrices del Museo CajaGranada Memoria de Andalucía, de la que el presidente ha destacado su «especial trascendencia» debido al marcado carácter cultural, lo que supone «una seña de identidad propia de la caja».

Jara ha manifestado su deseo de que la Fundación Memoria de Andalucía se convierta en un «importante pulmón» de la gran actividad cultural de Andalucía y que contribuya a que aflore la fuerza creativa de la comunidad autónoma.

Además, la Fundación CajaGranada contará con el ex vicepresidente primero de la entidad, Juan Ramón Ferreira, como nuevo patrono en una fundación encargada de impulsar actividades culturales, sociales y económicas de investigación y estudios de la Obra Social de la entidad financiera.

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La UGR acoge los II Encuentros de Formación para la Inserción Laboral del Alumnado de Pedagogía

El Aula Magna de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada acogerá mañana jueves, 4 de marzo, y el próximo día 11 de marzo, los Segundos Encuentros de Formación para la Inserción Laboral del Alumnado de Pedagogía.

La actividad esta abierta a todos los interesados en conocer la profesión, dada la amplitud del campo de intervención de los pedagogos y el beneficio social que puede desprenderse de su labor, tanto en el sistema educativo formal (asesoramiento al profesorado, orientación escolar y profesional, docencia, AMPAs, relaciones familia/escuela, creación de escuelas de padres, actividades extraescolares…), como en otros lugares educativos distintos de la escuela (familias, museos, hospitales, prisiones, ayuntamientos, empresas, ONGs, asociaciones, granjas/escuela, ludotecas, bibliotecas, editoriales, medios de comunicación, etc.) y la diversidad de funciones que le competen (orientación escolar y profesional, selección de personal, animación sociocultural, ocio y tiempo libre, salud, educación familiar, infancia, juventud, personas mayores, inmigración, creación de materiales educativos…).

Estos Encuentros se celebran con el patrocinio del Centro de Promoción de Empleo y Prácticas de la Universidad de Granada (Vicerrectorado de Estudiantes) y el Grupo de investigación Valores Emergentes y Educación Social (HUM?580) y con la colaboración del Vicedecanato de Cultura y Cooperación de la Facultad de Ciencias de la Educación y el Departamento de Pedagogía.

La entrada y es libre y gratuita hasta completar el aforo.
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El Centro de Estudios Andaluces presenta un estudio ‘pionero’ sobre el fenómeno migratorio marroquí

El Centro de Estudios Andaluces presenta mañana 4 de marzo, a las 12,00 horas, en el marco del Seminario ‘Andalucía-Marruecos. Escenario presente y posibilidades de futuro’, los «principales» resultados del proyecto de investigación ‘Inmigrantes marroquíes instalados en Andalucía. Una investigación colectiva 2007-2010’.

Dirigido por el doctor en Antropología Social e investigador de la Escuela de Altos Estudios Sociales de París, Mokhtar Mohatar Marzok, el proyecto arroja principalmente datos relacionados con el origen, los lugares de destino y las condiciones sociolaborales de la población marroquí asentada en Andalucía, así como los perfiles sociológicos de los individuos y de las familias, se indicó en nota de prensa.

Esta investigación, «pionera» en Andalucía y de «especial» interés ante la carencia de estudios relacionados con esta temática, constituye una herramienta de utilidad para la administración pública y para la comunidad científica interesada en el estudio de la inmigración marroquí.

Coordinado y financiado por el Centro de Estudios Andaluces, se trata de un macro proyecto de carácter internacional en el que han colaborado un total de 32 investigadores, procedentes de Marruecos, Francia y Andalucía, además de otras instituciones como la Fundación Tres Culturas, la Dirección General de Políticas Migratorias de la Consejería de Gobernación, la Consejería de Educación, la Universidad de Granada y la Fundación Euroárabe.

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¿Por qué tantos terremotos?

Podría parecer que los devastadores terremotos que han sacudido a la Tierra en los últimos meses, como el de Haití y Chile, reflejan un incremento en la actividad sísmica del planeta, pero no es así.

En realidad, estos terremotos forman parte de un patrón constante que se ha visto desde los 1900, cuando comenzaron los registros geológicos.

Según el Servicio de Inspección Geológica de Estados Unidos (USGS) los registros muestran que desde 1900 ha habido cada año en el mundo unos 18 terremotos «importantes» (con una magnitud de entre 7,0 y 7,9) y un «gran» terremoto (de magnitud 8,0 o mayor).

«No ha habido más terremotos en el mundo» dijo a BBC Ciencia el profesor Francisco Vidal Sánchez, sismólogo investigador del Instituto Andaluz de Geofísica de la Universidad de Granada.

«Los terremotos son procesos condicionados en el tiempo en cada zona y si vemos la distribución a escala global podríamos considerarlos como un proceso aleatorio».

Lo que sí es un hecho, afirman los expertos, es que estos fenómenos son cada vez más devastadores. Pero no porque la Tierra se sacuda más, sino por el incremento en la densidad de población que vive en las zonas de riesgo.

Es decir, la percepción de que estos fenómenos están en aumento y que cada vez son más destructores se debe a que el público sólo se entera de los terremotos que devastan a zonas pobladas, como en el caso de Haití y Chile.

Y sin embargo el Centro Nacional de Información de Terremotos del USGS actualmente detecta entre 12.000 y 14.000 sismos cada año -unos 50 por día- y muchos de estos de grandes magnitudes.

Los que «hacen» noticia

«A escala global , los terremotos destructores -que son los que hacen «noticia»- a veces parecen agruparse en el tiempo porque ocurren en zonas pobladas» explica Francisco Vidal.

«Pero hay ocasiones en las que ocurren más terremotos y no necesariamente son tan destructores porque no tienen un efecto en las personas».

Otro factor es la mejora en la comunicación global.

Hace sólo unas décadas el mundo no se enteraba de un gran terremoto en China o Indonesia, por ejemplo, sino hasta unos días o semanas después de que había ocurrido. Y para entonces la noticia quedaba relegada a las páginas interiores de los diarios, si acaso se informaba de ella.

Hoy en día, gracias a internet, las redes sociales y los noticieros de 24 horas, la información puede llegar a todo el mundo de forma casi inmediata.

Otra explicación por la que parecería que los terremotos están en aumento es porque en los últimos 20 años se han logrado detectar más estos fenómenos debido al incremento en el número de estaciones de sismógrafos en el mundo y la mejora en la comunicación global.

Según el USGS, en 1931 operaban en el mundo 350 estaciones. Hoy en día, hay más de 4.000 sismógrafos y los datos que recogen pueden viajar rápidamente a través del planeta vía satélite, computadoras e internet.

«Las estadísticas geológicas nos dicen que los grandes terremotos, como este de Chile o el de Sumatra de 2004, son fenómenos que ocurren con una frecuencia de uno cada año», explica el profesor Vidal.

«Pero también pueden pasar cinco años sin ningún terremoto fuerte y después ocurran cuatro o cinco seguidos en diferentes partes del mundo».

Menos no es más

Según el experto, otra creencia común -y errada- sobre los terremotos es que si en una zona de riesgo no han ocurrido movimientos de la tierra durante mucho tiempo, pronto ocurrirá un sacudimiento de gran magnitud.

La quiesencia -o falta de actividad sísmica- no necesariamente significa que tiene que ocurrir un gran terremoto. Porque un incremento o disminución en la actividad sísmica a menudo forma parte de la variación natural en la sismicidad de la zona.

«Se ha visto en una irregularidad en diferentes lugares del mundo», dice Francisco Vidal.
«En unos sitios se «relaja» energía antes de que se acumule toda la energía posible, en otros sitios se libera de una sola vez , es decir, es distinto de un sitio a otro».

Por ahora, los científicos no tienen forma de saber si un aumento o disminución en la actividad sísmica de una zona conducirá a un gran terremoto o a un sismo de menor magnitud.

Tal como expresa el sismólogo Francisco Vidal, lo único cierto hoy en día es que un terremoto será más devastador entre más poblada sea la zona afectada.

«Por eso se han establecido movimientos a nivel internacional para prevenir desastres naturales y fundamentalmente terremotos».

«Y esa prevención está orientada a reducir la vulnerabilidad de un país disminuyendo la densidad de la población expuesta al riesgo e incrementando las medidas preventivas de sismoresistencia y de atención después del desastre».

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La Comisión de Defensa del Senado visita Granada para conocer la colaboración UGR-MADOC

El objetivo de esta visita es recabar información sobre este «modélico ejemplo de colaboración» entre ambas instituciones. La delegación realizará una visita institucional al Hospital Real y asistirá posteriormente a la entrega de los Premios del Consejo Social de la UGR

Representantes de la Comisión de Defensa del Senado visitarán Granada mañana jueves, día 4 de marzo, para conocer de primera mano el funcionamiento de la Comisión Mixta UGR-MADOC, con el objetivo de recabar información sobre este «modélico ejemplo de colaboración» entre ambas instituciones.

La delegación al completo asistirá también a la entrega de los Premios del Consejo Social de la Universidad de Granada, que este año reconocerán la labor del MADOC, institución galardonada con uno de los premios, en un acto que tendrá lugar en el Salón Rojo del Hospital Real.

Previamente, a las 12,30 horas, los senadores se reunirán con el rector de la Universidad de Granada, Francisco González Lodeiro, y el teniente general Francisco Puentes Zamora, quienes serán los encargados de explicarles todas las actividades que, de forma conjunta, vienen realizando ambas instituciones desde que suscribieron un convenio de colaboración en el año 1994.

Miembros de la delegación

Entre los miembros de la Comisión de Defensa del Senado que visitarán Granada estarán su presidente, Jaime Blanco, junto a Hilario Caballero, Ramón Aleu i Jornet, Iñaki Anasagasti, Rosa Orozco y los senadores granadinos Sebastián Pérez y María Escudero.

La cooperación entre la Universidad de Granada (UGR) y el Mando de Adiestramiento y Doctrina tiene su origen en un convenio de colaboración suscrito entre el Ministerio de Defensa y la institución académica en el año 1994.

Al amparo de ese convenio, se constituyó la Comisión Mixta tras la creación del MADOC.

Los 16 años de cooperación entre ambas instituciones han permitido desarrollar a lo largo del tiempo numerosas iniciativas conjuntas con resultados muy positivos en áreas como la formación, la investigación, o los servicios.

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¿Por qué tantos terremotos?

Parecería que está aumentando la actividad sísmica en la Tierra, pero lo vivido en Haití y Chile es un fenómeno normal.

Podría parecer que los devastadores terremotos que han sacudido a la Tierra en los últimos meses, como el de Haití y Chile, reflejan un incremento en la actividad sísmica del planeta, pero no es así.

En realidad, estos terremotos forman parte de un patrón constante que se ha visto desde los 1900, cuando comenzaron los registros geológicos.

Según el Servicio de Inspección Geológica de Estados Unidos (USGS) los registros muestran que desde 1900 ha habido cada año en el mundo unos 18 terremotos «importantes» (con una magnitud de entre 7,0 y 7,9) y un «gran» terremoto (de magnitud 8,0 o mayor).

«No ha habido más terremotos en el mundo» dijo a BBC Ciencia el profesor Francisco Vidal Sánchez, sismólogo investigador del Instituto Andaluz de Geofísica de la Universidad de Granada.

«Los terremotos son procesos condicionados en el tiempo en cada zona y si vemos la distribución a escala global podríamos considerarlos como un proceso aleatorio».

Lo que sí es un hecho, afirman los expertos, es que estos fenómenos son cada vez más devastadores. Pero no porque la Tierra se sacuda más, sino por el incremento en la densidad de población que vive en las zonas de riesgo.

Es decir, la percepción de que estos fenómenos están en aumento y que cada vez son más destructores se debe a que el público sólo se entera de los terremotos que devastan a zonas pobladas, como en el caso de Haití y Chile.

Y sin embargo el Centro Nacional de Información de Terremotos del USGS actualmente detecta entre 12.000 y 14.000 sismos cada año -unos 50 por día- y muchos de estos de grandes magnitudes.

 Los que «hacen» noticia

«A escala global , los terremotos destructores -que son los que hacen «noticia»- a veces parecen agruparse en el tiempo porque ocurren en zonas pobladas» explica Francisco Vidal.

«Pero hay ocasiones en las que ocurren más terremotos y no necesariamente son tan destructores porque no tienen un efecto en las personas».

Otro factor es la mejora en la comunicación global.

Hace sólo unas décadas el mundo no se enteraba de un gran terremoto en China o Indonesia, por ejemplo, sino hasta unos días o semanas después de que había ocurrido. Y para entonces la noticia quedaba relegada a las páginas interiores de los diarios, si acaso se informaba de ella.

Hoy en día, gracias a internet, las redes sociales y los noticieros de 24 horas, la información puede llegar a todo el mundo de forma casi inmediata.

Otra explicación por la que parecería que los terremotos están en aumento es porque en los últimos 20 años se han logrado detectar más estos fenómenos debido al incremento en el número de estaciones de sismógrafos en el mundo y la mejora en la comunicación global.

Según el USGS, en 1931 operaban en el mundo 350 estaciones. Hoy en día, hay más de 4.000 sismógrafos y los datos que recogen pueden viajar rápidamente a través del planeta vía satélite, computadoras e internet.

«Las estadísticas geológicas nos dicen que los grandes terremotos, como este de Chile o el de Sumatra de 2004, son fenómenos que ocurren con una frecuencia de uno cada año», explica el profesor Vidal.

«Pero también pueden pasar cinco años sin ningún terremoto fuerte y después ocurran cuatro o cinco seguidos en diferentes partes del mundo».

Menos no es más

Según el experto, otra creencia común -y errada- sobre los terremotos es que si en una zona de riesgo no han ocurrido movimientos de la tierra durante mucho tiempo, pronto ocurrirá un sacudimiento de gran magnitud.

La quiesencia -o falta de actividad sísmica- no necesariamente significa que tiene que ocurrir un gran terremoto. Porque un incremento o disminución en la actividad sísmica a menudo forma parte de la variación natural en la sismicidad de la zona.

«Se ha visto en una irregularidad en diferentes lugares del mundo», dice Francisco Vidal.

«En unos sitios se «relaja» energía antes de que se acumule toda la energía posible, en otros sitios se libera de una sola vez , es decir, es distinto de un sitio a otro».

Por ahora, los científicos no tienen forma de saber si un aumento o disminución en la actividad sísmica de una zona conducirá a un gran terremoto o a un sismo de menor magnitud.

Tal como expresa el sismólogo Francisco Vidal, lo único cierto hoy en día es que un terremoto será más devastador entre más poblada sea la zona afectada.

«Por eso se han establecido movimientos a nivel internacional para prevenir desastres naturales y fundamentalmente terremotos».

«Y esa prevención está orientada a reducir la vulnerabilidad de un país disminuyendo la densidad de la población expuesta al riesgo e incrementando las medidas preventivas de sismoresistencia y de atención después del desastre».

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¿Por qué tantos terremotos?

Podría parecer que los devastadores terremotos que han sacudido a la Tierra en los últimos meses, como el de Haití y Chile, reflejan un incremento en la actividad sísmica del planeta, pero no es así.

En realidad, estos terremotos forman parte de un patrón constante que se ha visto desde los 1900, cuando comenzaron los registros geológicos.

Según el Servicio de Inspección Geológica de Estados Unidos (USGS) los registros muestran que desde 1900 ha habido cada año en el mundo unos 18 terremotos «importantes» (con una magnitud de entre 7,0 y 7,9) y un «gran» terremoto (de magnitud 8,0 o mayor).

«No ha habido más terremotos en el mundo» dijo a BBC Ciencia el profesor Francisco Vidal Sánchez, sismólogo investigador del Instituto Andaluz de Geofísica de la Universidad de Granada.

«Los terremotos son procesos condicionados en el tiempo en cada zona y si vemos la distribución a escala global podríamos considerarlos como un proceso aleatorio».

Lo que sí es un hecho, afirman los expertos, es que estos fenómenos son cada vez más devastadores. Pero no porque la Tierra se sacuda más, sino por el incremento en la densidad de población que vive en las zonas de riesgo.

Es decir, la percepción de que estos fenómenos están en aumento y que cada vez son más destructores se debe a que el público sólo se entera de los terremotos que devastan a zonas pobladas, como en el caso de Haití y Chile.

Y sin embargo el Centro Nacional de Información de Terremotos del USGS actualmente detecta entre 12.000 y 14.000 sismos cada año -unos 50 por día- y muchos de estos de grandes magnitudes.

Los que «hacen» noticia

«A escala global , los terremotos destructores -que son los que hacen «noticia»- a veces parecen agruparse en el tiempo porque ocurren en zonas pobladas» explica Francisco Vidal.

«Pero hay ocasiones en las que ocurren más terremotos y no necesariamente son tan destructores porque no tienen un efecto en las personas».

Otro factor es la mejora en la comunicación global

Hace sólo unas décadas el mundo no se enteraba de un gran terremoto en China o Indonesia, por ejemplo, sino hasta unos días o semanas después de que había ocurrido. Y para entonces la noticia quedaba relegada a las páginas interiores de los diarios, si acaso se informaba de ella.

Hoy en día, gracias a internet, las redes sociales y los noticieros de 24 horas, la información puede llegar a todo el mundo de forma casi inmediata.

Otra explicación por la que parecería que los terremotos están en aumento es porque en los últimos 20 años se han logrado detectar más estos fenómenos debido al incremento en el número de estaciones de sismógrafos en el mundo y la mejora en la comunicación global.

Según el USGS, en 1931 operaban en el mundo 350 estaciones. Hoy en día, hay más de 4.000 sismógrafos y los datos que recogen pueden viajar rápidamente a través del planeta vía satélite, computadoras e internet.

Menos no es más

Según el experto, otra creencia común -y errada- sobre los terremotos es que si en una zona de riesgo no han ocurrido movimientos de la tierra durante mucho tiempo, pronto ocurrirá un sacudimiento de gran magnitud.

La quiesencia -o falta de actividad sísmica- no necesariamente significa que tiene que ocurrir un gran terremoto. Porque un incremento o disminución en la actividad sísmica a menudo forma parte de la variación natural en la sismicidad de la zona.

Por ahora, los científicos no tienen forma de saber si un aumento o disminución en la actividad sísmica de una zona conducirá a un gran terremoto o a un sismo de menor magnitud. (Con información de BBC)

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