Marcos Ana y el árbol de la concordia
Gracias a una iniciativa de la Universidad de Granada, España, el nombre del poeta Marcos Ana ha sido propuesto para recibir el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2009. Dicha distinción se concede a la persona, institución, grupo de personas o de instituciones cuya labor haya contribuido de forma ejemplar y relevante al entendimiento y a la convivencia en paz entre los hombres, a la lucha contra la injusticia, la pobreza, la enfermedad, la ignorancia o a la defensa de la libertad, o que haya abierto nuevos horizontes al conocimiento o se haya destacado, también de manera extraordinaria, en la conservación y protección del patrimonio de la Humanidad.
A favor de Marcos Ana se han pronunciado ya más de seis mil personas, incluyendo a escritores como José Saramago, Clarivel Alegría, Juan Gelman y José Emilio Pachecho, así como una constelación de artistas, científicos y profesionales de España y el resto del mundo. Tal convergencia es el resultado del reconocimiento de la vida y la obra del poeta que escribió la mayor parte de su obra durante las más de dos décadas que pasó en la cárcel franquista. Sin amargura, Marcos Ana escribe: “Yo me sentiría completamente desgraciado si después de haber pasado veintitrés años en la cárcel mi única venganza fuera llenar la cabeza de plomo a aquellos que fueron los causantes de que yo dejara media vida y toda mi juventud en la prisión”. Por el contrario, el poeta al reafirmar sus convicciones, reinvindica el entendimiento y la convivencia en paz en los hombres y las mujeres del mundo. Por esas y otras razones humanas y poéticas, Marcos Ana es merecedor del Premio de la Concordia.
José Saramago: Al príncipe de Asturias le falta Marcos Ana
Con Marcos Ana vengo sintiendo desde hace tanto tiempo que la memoria se confunde. Una vez escribí que a Antonio Machado lo conocía sin conocerlo cuando, siendo un adolescente perplejo, miraba la guerra de España en un mapa que me había fabricado y en el que ponía banderitas de papel según iba avanzando el ejército de Franco, que ganaba siempre, o al menos eso decían las radios de la dictadura de mi país. Entonces también debí de conocer a Marcos Ana porque ya ambos estábamos en el mismo lugar. Luego, mucho más tarde, cuando supe que Marcos Ana preguntaba, y no a gritos, sino directamente a nuestros corazones, tal vez al mío, cómo es un árbol, he de reconocer que no pude decírselo aunque quizá él me oyera y diera por buena la respuesta de que un árbol, amigo mío, es lo que estamos haciendo para que salgas de la cárcel, para que no haya presos políticos, para poder ser, en tu país y en el mío, a pleno pulmón, militantes de todos los partidos, ya sin miedos y sin complejo, seres libres gozando de árboles que crezcan con nosotros, que nos pongan sombra al caer la tarde y nosotros los regaremos cada mañana para que el mundo no se acabe. Eso le decía a Marcos Ana y es probable que me oyera, porque lo poetas conocen lo que no se dice con palabras, pero está y ellos lo saben. Por eso cuando escriben nos hacen más humanos.
Con Marcos Ana, ya digo, vengo sintiendo hace tanto que no se mide por años. A Marcos Ana, que es nombre de hombre y de mujer juntos, le hemos oído las mejores palabras y hemos sido más buenos. ¿A Marcos Ana le falta el Premio Príncipe de Asturias? No: al Premio Príncipe de Asturias le falta Marcos Ana y ese premio nunca estará completo sin el luchador español, el hombre sin rencor que amó la libertad desde la cárcel y que hoy, desde la vida recuperada, sigue honrando la libertad, que no es un concepto sino un modo de estar en el mundo que a todos nos dignifica.
Marcos Ana, Premio Príncipe de Asturias. Cuando oigamos esa proclamación nos saludaremos en la calle, aplaudiremos en las plazas y en las casas y diremos, haciendo sonar las bocinas de nuestros coches, que hemos ganado la batalla contra el olvido y a la inercia, que somos, por fin, protagonistas de la historia, porque somos, hombres y mujeres, dueños de nuestro tiempo y tenemos voz y la usamos. Como estamos haciendo ahora.
Mi mundo es un patio
| MARCOS ANA
1
La Tierra no es redonda:
es un patio cuadrado
donde los hombres giran
bajo un cielo de estaño
2
Soñé que el mundo era
un redondo espectáculo
envuelto por el cielo,
con ciudades y campos
en paz, con trigo y besos,
con ríos, montes y anchos
mares donde navegan
corazones y barcos.
Pero el mundo es un patio.
(Un patio donde giran
los hombres sin espacio.)
3
A veces cuando subo
a mi ventana, palpo
con mis ojos la vida
de luz que voy soñando.
Y entonces digo: “El mundo
es algo más que este patio
y las losas terribles
donde me voy gastando”
Y oigo colinas libres,
voces entre los álamos,
la charla azul del río
que ciñe mi cadalso.
“Es la vida”, me dicen
los aromas, el canto
rojo de los jilgueros,
la música en el vaso
blanco y azul del día,
la risa de un muchacho…
Pero es soñar despierto.
(Mi reja es el costado
de un sueño que da al campo)
4
Amanezco, y ya todo
– fuera del sueño- es patio:
Un patio donde giran
los hombres sin espacio.
¡Hace ya tantos siglos
que nací emparedado,
que me olvidé del mundo,
de cómo canta el árbol,
de la pasión que enciende
el amor en los labios,
de si hay puertas sin llaves
y otras manos sin clavos!
Yo ya creo que todo
-fuera del sueño- es patio.
(Un patio bajo un cielo
de fosa, desgarrado,
que acuchillan y acotan
muros y pararrayos.)
5
Ya ni el sueño me lleva
hacia mis libres años.
Ya todo, todo, todo
hasta el sueño- es patio.
Un patio donde gira
mi corazón, clavado;
mi corazón, desnudo;
mi corazón, clamando;
mi corazón que tiene
la forma gris de un patio.
(un patio donde giran
los hombres sin descanso)
Biografía mínima de Marcos Ana
Marcos Ana (Fernando Macarro Castillo) nació en una pequeña aldea de Salamanca en 1920, en el seno de una familia pobrísima de jornaleros del campo. Desde niño conoció todas las privaciones y, también, los ideales más apasionantes: católico en su adolescencia, socialista en su juventud, comunista hoy, su vida fue una pasión constante en defensa de los oprimidos y desheredados. Pese a su corta edad combatió activamente durante la guerra civil y fue un dirigente de la Juventud Socialista Unificada. Al terminar la contienda en 1939, fue detenido junto a millares de demócratas y condenado a muerte. Permaneció encarcelado durante 23 años ininterrumpidos de prisión: toda su juventud y la mitad de su vida. Los últimos 16 años de su cautiverio los cumplió en la Prisión central de Burgos. Fue en este penal, su verdadera Universidad, donde escribió los poemas que le hicieron popular en el mundo y que contribuyeron a desencadenar una campaña internacional de solidaridad en su favor. Rafael Alberti, Pablo Neruda, Louis Aragón, Miguel Ángel Asturias y otros, se destacaron en esa campaña extendiendo su nombre y defendiendo su libertad y su vida. Fue el primer preso político español que apadrinado por Amnistía Internacional.
Al ser liberado Marcos Ana, nada más llegar a Francia, recibió un homenaje en los salones de la UNESCO, presentado por el poeta francés Louis Aragón. Sin apenas tiempo para adaptarse a la vida fundó en París el CISE, Centro de Información y Solidaridad con España, cuyo Presidente de honor fue Pablo Picasso, y recorrió toda Europa y gran parte de América, siendo recibido en Parlamentos, Universidades, y por las mas diversas personalidades entre ellas la Reina madre Elisabeth de Bélgica.
Pese a su largo cautiverio. Marcos Ana no salió marcado por el odio y en todas sus actuaciones públicas y políticas, en sus poemas, en su vida, su amor a la libertad aparece siempre ligado a su amor a España y a la reconciliación de sus hijos para acabar con las consecuencias extenuadoras de la guerra civil:
“La venganza no es un ideal político ni un fin revolucionario. Yo quiero el triunfo de la democracia para acabar con el odio y el fratricidio, para quo todos los españoles podamos vivir pacíficamente, coincidir o discrepar en la defensa de nuestras ideas sin tener que degollarnos los unos a los otros. Ya se ha derramado bastante sangre en España. La democracia debe traernos la libertad y la seguridad a todos los españoles” (Londres, el 3 de junio de 1962)
Acaba de publicar sus memorias, con el título de “Decidme como es un árbol”, prologado por el Premio Nóbel José Saramago, que están siendo un gran éxito editorial. Pese a tantos años sufridos, es un libro generoso, sin rencores, un canto a la convivencia, al amor, a la vida y un homenaje a la dignidad de la lucha por la libertad.
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