La UAL gana la apuesta por la investigación

La UAL gana la apuesta por la investigación

LA posición de privilegio en la que se encuentra nuestra Universidad en investigación ha sido para la comunidad universitaria almeriense una noticia muy grata esta semana. Especialmente, por cuanto ha venido a refrendar el trabajo que realizan los ochenta grupos de investigación que hay activos en la UAL y que son los auténticos responsables de ese resultado. Que en materia de investigación, la Universidad de Almería esté bastante por encima de Universidades como las de Granada, Málaga, Sevilla, Salamanca o la Complutense de Madrid, señala que la política que pusimos en marcha hace dos años está siendo la adecuada, que sabemos lo que hay que hacer y cómo hacerlo.

Pero también es cierto que esos datos reflejan el espíritu de esta provincia, un espíritu que es innovador y competitivo. Es evidente que nuestra Universidad, como institución al servicio público y reflejo de la sociedad de la que forma parte, no podía ser distinta y que esas ansias de progreso son un magnífico caldo de cultivo que facilita la concreción posterior de los proyectos que se ponen en marcha. Habernos situado en investigación entre las 15 primeras de las 69 Universidades españolas presenciales, demuestra que no existen las pócimas mágicas, ni los milagros, sólo el trabajo y la creencia de que la Universidad tiene que estar al lado de la I+D+i y de innovación y de que existe una filosofía muy clara por nuestra parte que, como institución, la Universidad de Almería debe ser competitiva en ambas cosas.

Quisiera también reflexionar sobre los resultados que arroja ese ranking en cuanto a la docencia. Es evidente que para nosotros, que somos aún una Universidad muy joven (hemos cumplido los 16 años de vida) y de tamaño mediano, es difícil competir con instituciones que triplican nuestro número de alumnos o que tienen tras de sí una historia de siglos, como la Universidad de Granada, fundada por el Emperador Carlos V en el año 1531. Por ello, creo que es necesario explicar que no es lo mismo evaluar el número de ordenadores o de libros que hay en una biblioteca que la calidad de la enseñanza. Las 24.000 encuestas anónimas que realizamos cada curso académico entre los alumnos para conocer su opinión sobre los docentes de la UAL ofrecen datos que nos hacen también estar muy seguros de que, en esta materia, también vamos por el buen camino: nuestro profesorado saca un 8 de nota media, muy por encima de la media de las Universidades andaluzas. Sin ánimo de caer en la complacencia, creo que estos datos nos permiten, pues, estar de enhorabuena y nos animan a seguir trabajando para lograr que nuestra Universidad se sitúe en los máximos niveles de calidad y de excelencia, algo que debe ser nuestro objetivo prioritario.
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Ideal

Pág. 7: Marcos Ana
Pág. 8: La UGR retrasa un año la implantación de nuevos títulos adaptados al Plan Bolonia|El rector clausura el curso académico en Aparejadores|La inclusión de asignaturas enfrenta a los docentes de varios departamentos
Pág. 64: \»Veo el San Jerónimo como la historia de amor de una pareja\»
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Agua oculta que ríe

Agua oculta que ríe

NO se ofendan los defensores a ultranza de Manuel Machado; sólo se trata de lo que se llama una alusión intertextual, o sea, aludir a otro texto dentro de un texto. Incluso puede, y debe, considerarse como un pequeño homenaje a otro poeta genial y universal, el de Fuente Vaquero, gracias a la cercanía de cuyo Centro por fin se verá desterrado el Aguador de la Romanilla. Desde aquí expreso mi solidaridad con su próximo destino -se habla del Camino de los Neveros; total, la nieve derretida es agua- con la esperanza de que otro artista provoque su traslado.

Hablando de artistas, en el blog de Juan Vida -a quien me unen lazos caninos entrañables (él sabe a qué me refiero)- del 8 de mayo, explica con toda claridad que, al contrario de lo que muchos han pensado, el mal gusto de la escultura del Aguador se debe a la condición humana, y no a la «condición granadina», poniendo así en pie de igualdad a los granadinos con la raza humana. Esto es progreso y, a medida que se vayan viendo los enormes beneficios que nos aportará tener el Puerto de Motril a tiro, más se irán alejando futuros aguadores aún más feos.

En esto también acierta Juan cuando dice: «Lo que hace que Granada sea diferente no es en sí la escala con que se mide, sino la frecuencia con que se producen los desafueros». Es hasta paradójico porque para hacer algo con «frecuencia» ha menester cierta dosis de energía, y siempre se ha acusado a esta ciudad de inmovilismo a casi todos los niveles. Pues resulta que no; al menos para producir desafueros, en opinión de nuestro artista de marras.

Sin embargo, la concesión de la Universiada a Granada, la designación de Granada como una de las sedes del Mundobasket de 2014, y, ya puestos, la obtención de la Universidad de Granada del séptimo lugar en el «ranking» de las universidades españolas -gracias sobre todo a la docencia- son otras opciones para reírnos de alegría en vez de llorar sin fundamento.

Hay quien dice que las universidades españolas son de pacotilla porque ninguna está entre las cien «mejores del mundo», lo cual es ridículo porque el famoso ranking se basa en los exalumnos premio Nobel, y los profesores premio Nobel. Es decir, el ranking se compra. La docencia ni entra en las consideraciones del ranking de Shanghai.

La única agua oculta que no quiero ver ni llorando ni riendo en Granada es la agüita amarilla de los insoportables botelloneros maleducados. (¿Los hay bien educados? Creo que sí pero ésos sí que son ocultos.) ¿Por qué no llevan el Aguador al botellódromo?

Poco a poco estamos haciendo que el agua oculta de Granada se ría en vez de llorar.
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Junta concede 90.000 euros a la UGR para el servicio de préstamos de bicicletas, que comenzará en septiembre

Junta concede 90.000 euros a la UGR para el servicio de préstamos de bicicletas, que comenzará en septiembre

La Junta de Andalucía ha concedido una subvención de 90.000 euros a la Universidad de Granada (UGR) para la implantación del servicio de préstamos de bicicletas para el desplazamiento \’intercampus\’ entre los miembros de la comunidad universitaria, lo que se pondrá en marcha de forma definitiva a partir del próximo curso.
La citada subvención ha sido publicada en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) conforme a una resolución del 19 de mayo de la Dirección General de la Agencia Andaluza de la Energía, con la que la UGR firmó un convenio hace unos meses para poner en marcha el proyecto.

El profesor de la UGR e impulsor de la iniciativa, Juan Manuel Santiago Zaragoza, explicó a Europa Press que a partir del próximo septiembre se implantará una primera fase con un total de 50 bicicletas y varios puntos de préstamo repartidos por el Campus de Fuentenueva y de Aynadamar, así como en las instalaciones deportivas de Cartuja y el Complejo Administrativo Triunfo.

Posteriormente se iniciará una segunda fase con unas 150 bicicletas y la ampliación de los puntos de préstamo al Campus de la Salud y las facultades de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Traducción e Interpretación, Psicología y Centro de Lenguas Modernas.

La idea inicial era poner en marcha este servicio durante el presente curso, aunque «ha habido una serie de retrasos por parte de la empresa», que ofreció a la universidad bicicletas sin marchas, «lo que no es muy operativo para una ciudad como Granada», explicó Zaragoza.

La empresa valenciana enviará las primeras 50 bicicletas en los próximos días, aunque después de las fiestas del Corpus la finalización del curso «ya estará encima», motivo por el que la universidad ha preferido aprovechar estas semanas para dar la máxima difusión al servicio e implantarlo en septiembre.

Los usuarios de este servicio deberán ser en principio miembros de la comunidad universitaria –aunque no se descarta el acceso a otros colectivos en función de la demanda– y deberán pagar unos diez euros anuales en concepto de seguro de accidentes.

La idea es que los estudiantes puedan acceder al servicio mandando un mensaje de móvil, tras lo que recibirán una clave que deberán introducir en los puntos de préstamos electrónicos a fin de poder desconectar la bicicleta de su soporte

El profesor de la UGR calificó de muy positiva esta medida, que favorecerá el uso de un modo de transporte más sostenible entre la comunidad universitario, aunque consideró que sería más fácil implantarlo si hubiera más carriles bici en la ciudad.

La bicicleta es un medio de transporte muy rápido y eficaz, aseguró Zaragoza, que manifestó su deseo de que este servicio de préstamo tenga éxito y anime a las instituciones a crear más carriles específicos para promover su uso.
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Un programa crea música a partir de las emociones del receptor

Un programa crea música a partir de las emociones del receptor

La creación de música a partir de las emociones que afloran en el receptor es posible gracias a Inmamusys, un software desarrollado por un grupo de investigadores de la Universidad de Granada (UGR), según informó el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC). Haciendo uso de técnicas de inteligencia artificial, el programa propone la reproducción continua de música emotiva y original libre de derechos de autor.

Con el propósito de diseñar un software que permitiese a cualquiera generar música sin necesidad de saber componerla, los investigadores de la UGR Miguel Delgado, Waldo Fajardo y Miguel Molina recurrieron a la inteligencia artificial para crear Inmamusys, acrónimo de Intelligent Multiagent Music System, un sistema capaz de componer e interpretar música en tiempo real.

Esta aplicación podría cambiar muchas cosas en el futuro, como la repetitiva prominencia de los hilos musicales en zonas públicas, señalaron sus creadores. «El repertorio de los hilos musicales es muy limitado y con el nuevo invento se crea un ambiente agradable, pero nada repetitivo para quien debe estar en ese espacio durante todo el día», afirmó Miguel Molina.
Emotiva y original

El equipo investigador llegó a la conclusión de que «sería muy interesante diseñar y construir un sistema inteligente que generara música de forma automática, garantizando su grado de emotividad (para controlar el ambiente creado), y su originalidad (debe componerse una pieza que no se repite, original e infinita)», indicó el investigador.

Inmamusys tiene el conocimiento necesario para la composición emotiva mediante la utilización de técnicas de inteligencia artificial. En su diseño y desarrollo, los investigadores abordaron tareas relacionadas con la representación abstracta de conceptos necesarios para el tratamiento de emociones y sentimientos. El sistema ha sido evaluado mediante una encuesta cuyos resultados han demostrado que los usuarios pueden identificar el tipo de música que el ordenador compone. «Cualquier persona sin conocimientos musicales puede usar este compositor musical artificial ya que el usuario sólo debe decidir el tipo de música», explicó Molina.

El desarrollo comercial de este prototipo no sólo cambiaría la forma de investigar la relación entre ordenadores y emociones, los métodos de interactuar con la música y los marcos de composición musical en el futuro, sino que también serviría para reducir costos, destacaron sus autores. «La utilización de piezas musicales en ámbitos públicos conlleva el pago de derechos de autor. Nuestro sistema evitaría el pago de estos derechos de autor relativos a la música», aseguraron.
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Vida tras la ‘Malaya’

Vida tras la \’Malaya\’

El juez Miguel Ángel Torres tiene la concentración de un ajedrecista soviético metido a controlador aéreo. En un juicio de dos horas y media contra un promotor acusado de desobedecer una orden de paralización de obra, el juez Torres, de 38 años, sólo abre la boca para hacer preguntas concisas a los testigos y cortar las digresiones de los peritos. La vista es un peñazo infumable, como lo fue la anterior, un juicio por un delito contra la seguridad del tráfico, y como probablemente lo serán muchas del resto de los días: robos de poca monta, casos de malos tratos y demás miserias del Código Penal, pero Torres no muestra aburrimiento, cansancio o fastidio. Es una esfinge con toga.

El juez sufrió una gran presión de abogados y de policías que querían interferir en la instrucción marbellí

Hubo una manifestación de letrados cuando dijo que algunos formaban parte de la «industria auxiliar de la corrupción»

Cuesta creer que el hierático Miguel Ángel Torres, que ahora dirige juicios rutinarios y sin asomo de glamour en un juzgado penal de Granada, sea el mismo magistrado que en marzo de 2006 puso patas arriba a Marbella (Málaga) con el caso Malaya, la mayor trama de corrupción destapada hasta ahora en España, tanto por número de imputados -se acumulan 107- como por sus repercusiones políticas: supuso la primera disolución de un Consistorio por corrupción en la historia de España. O el que por primera vez se atrevió a investigar un despacho de abogados y ordenar la detención de tres notarios por un caso de blanqueo de capitales, la Operación Ballena Blanca. Visto desde fuera, da la impresión de que ahora es un juez desaprovechado.

Fue Malaya la causa que le lanzó, muy a su pesar, a la fama: las tres oleadas de detenciones de los gobernantes del extinto Grupo Independiente Liberal (GIL) abrieron todos los informativos. Sólo el arresto de la cantante Isabel Pantoja, pieza absolutamente menor en el caso, logró eclipsar al mismísimo cerebro de la trama, Juan Antonio Roca, que amasó ilegalmente una fortuna de 2.400 millones de euros, según los cálculos policiales, gracias a su control omnímodo del urbanismo marbellí durante 15 años.

En julio de 2007, tras agotar dos prórrogas de seis meses, Torres dejó voluntariamente el Juzgado de Instrucción número 5 de Marbella, donde todavía colea el caso Malaya, un sumario con 110 tomos y más de 80.000 folios que su sucesor, Óscar Pérez, trata de gobernar. Torres se hizo cargo del Juzgado de lo Penal número 5 de Granada, una plaza que el Consejo General del Poder Judicial le había concedido desde septiembre de 2005, tres meses antes de que se iniciaran las investigaciones que condujeron a la Operación Malaya y cuyo estallido le llevó a aplazar su incorporación al más tranquilo juzgado granadino.

En su ciudad natal, el juez ha demostrado la misma capacidad de trabajo que le hizo legendario en la Costa del Sol. En 2008 redactó 550 sentencias, cuando la media de los seis juzgados penales de Granada es de 496 fallos, según datos del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA). Sólo dos sentencias han merecido la atención informativa. En la primera, de diciembre de 2007, el magistrado multó con 3.750 euros al arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, por un delito de coacciones y una falta de injurias a un cura en torno a la publicación de un libro sobre la catedral de Granada. En abril de 2008, la Audiencia Provincial absolvió al prelado de las coacciones y consideró que las injurias fueron un delito, no una falta, y que habían prescrito. A Torres, siendo granadino, no le sorprendió la absolución del primer arzobispo que se sentó en el banquillo en la historia de España.

En su segunda sentencia destacada atacó a otra institución granadina, aunque esta vez progresista. En noviembre pasado condenó al poeta Luis García Montero a una multa de 1.800 euros y una indemnización de 3.000 por calificar, en un artículo publicado en EL PAÍS, a su compañero de departamento en la Universidad de Granada José Antonio Fortes de «tonto indecente» y «perturbado, con un vocabulario marxista de cuarta fila, muy cercano al delirium tremens». En sus clases, Fortes había calificado de «fascistas» a los escritores Federico García Lorca y Francisco Ayala. García Montero abandonó la Universidad y recibió muestras de solidaridad de intelectuales de toda España, pero no recurrió la sentencia.

El resto del trabajo de Torres queda fuera de los focos. Tres días a la semana dirige juicios en sala y dedica el resto del tiempo a redactar las sentencias. El trato con otros jueces y fiscales es más impersonal que el que mantenía con los de Marbella o en su primer destino en Santa Fe (Granada). A pesar de la fama de duro que se labró en Marbella, Torres no es como aquellos magistrados franquistas que empezaban los juicios diciendo «que pase el condenado». Con una sentencia absolutoria por cada 2,7 condenatorias, se muestra como el segundo más benévolo de los seis jueces penales de la capital granadina, de acuerdo con las estadísticas del TSJA. Las infracciones que más quebraderos de cabeza le dan ahora son los delitos contra la Hacienda Pública, según fuentes próximas al magistrado.

Sobre las aficiones de Torres, casado y con un hijo, poco se sabe, excepto que es hincha del Athletic de Bilbao desde que los leones ganaron las dos ligas consecutivas entre 1982 y 1984, y que le gustan las novelas policiacas y de misterio -no ha sido capaz de terminar todavía Los pilares de la tierra, de Ken Follett- y la música pop española. Durante sus primeros años en el juzgado de Santa Fe, pasó varias noches enganchado a un videojuego llamado Imperium, sobre las grandes batallas de Roma.

Aunque su oficina ya no es un fortín inexpugnable para los periodistas como lo era la de Marbella, Torres rechaza de plano las entrevistas y sólo atiende a los reporteros por imperativo protocolario, en los momentos previos a las conferencias que imparte por toda Andalucía. Sobre él han circulado numerosas leyendas. Una de ellas dice que en el caso Ballena Blanca imputó a los tres notarios como venganza por haber suspendido las oposiciones a ese cuerpo. Las únicas oposiciones a las que ha concurrido fueron las de judicatura, que aprobó en 2000 a la primera, tras dos años de estudio. Otro mito, también desmentido, cuenta que tras su paso por Marbella ha sido tentado discretamente por varios partidos para sumarse a sus filas. El juez, infiel en política, según sus amigos, mantiene su independencia hasta el punto de no estar afiliado a ninguna asociación profesional. Eso sí, el pasado 18 de febrero secundó la huelga de magistrados.

Aunque le llena su nueva faceta de juzgador, Torres no oculta a los suyos cierta nostalgia de su etapa en Marbella y de las emociones fuertes de la instrucción. Unos de esos momentos estimulantes eran las tomas de declaración a Juan Antonio Roca. Interrogar al ex asesor urbanístico marbellí tenía bastante de reto intelectual. El juez era consciente de estar frente a una persona de inteligencia privilegiada, un gran estratega que maneja mucha más información sensible de la que se ha podido obtener en tres años y medio de instrucción. Además, Roca mantenía una entereza tremenda.

Desde un punto de vista personal, el juez Torres no le recomendaría a un amigo suyo embarcarse en una instrucción como el caso Malaya, que, además de una inmensa carga de trabajo tanto judicial como de oficina, le obligó a vivir durante muchos meses con escolta. El macrosumario marbellí le hizo vivir momentos muy duros. Una noche de agosto de 2006 regresaba a su domicilio, un piso de alquiler en la avenida principal de la ciudad, cuando vio desde la calle que las luces estaban encendidas. Sus escoltas avisaron a la policía. Cuando los agentes entraron, en la casa no había nadie, pero algunos objetos cambiados de sitio evidenciaban que alguien había querido darle un aviso. Otras fuentes aseguran que la advertencia mafiosa fue «algo peor» que encontrarse unas cuantas cosas desordenadas.

Otro pasaje crudo sucedió en junio de 2007, poco antes de incorporarse al juzgado de Granada. Entre los papeles de la oficina desde la que Roca controlaba Marbella se encontró la escritura de propiedad de la casa de su compañero y amigo Francisco de Urquía, titular entonces del Juzgado de Instrucción número 2 de Marbella. El hallazgo del documento, cruzado con unos apuntes de la contabilidad de Roca y con varias escuchas telefónicas, permitió demostrar que Urquía recibió 73.800 euros a cambio de paralizar la emisión de un programa de televisión sobre la inmensa fortuna del ex asesor urbanístico. El magistrado fue condenado por el TSJA a dos años de prisión, siete de inhabilitación y multa de 73.800 euros por prevaricación y cohecho. El Tribunal Supremo le absolvió el pasado abril del delito de prevaricación y rebajó la condena a 21 meses de suspensión del cargo de magistrado y multa.

Sólo su sentido del deber ciudadano, el mismo que le hizo bajar al barro del caso Malaya, hizo llevadero el trago de tener que informar al TSJA sobre el cohecho de su amigo. La relación entre ambos era tan cercana que compartieron piso en 2003, cuando Torres fue destinado durante tres meses a un juzgado de Vélez-Málaga antes de incorporarse a su plaza de Marbella. No era extraño verlos juntos, o acompañados del fiscal anticorrupción Juan Carlos López Caballero, tomando una copa en un pub de Marbella. Según sus amigos, Torres considera que la confesión de Roca de que sobornó a Urquía forma parte de una estrategia, como una especie de aviso a navegantes de que si es capaz de lograr la condena de un juez, puede llevarse por delante a gente muy poderosa que ahora vive tranquila.

El juez, que sólo ha vuelto una vez a Marbella tras su marcha a Granada, ha llegado a olvidar la enorme presión a la que fue sometido, especialmente por un grupo de abogados y por altos mandos policiales de Madrid deseosos de interferir en una investigación cuyo contenido completo conocían no más de seis personas. En contra de lo que se piensa, Torres mantenía una buena relación con el 90% de los letrados personados en el caso Malaya. Algunos llegaron incluso a darle ánimos en su despacho por una instrucción que, entre otras virtudes, devolvió la dignidad a la ciudad de Marbella, aunque después, en la calle, se quejaran de cada coma de sus resoluciones.

También se ha sacudido la presión mediática. Torres tiene una fuerte alergia a la prensa, aunque leía cuanto se publicaba del caso Malaya como forma de adelantarse a las posibles estrategias de los letrados defensores. El magistrado sigue interesándose en la distancia por las investigaciones y conserva una buena amistad con el fiscal López Caballero y con el inspector del Cuerpo Nacional de Policía especializado en blanqueo José Manuel Rando, que llevaron el peso de las pesquisas. En una conferencia de los tres en el Ateneo de Málaga el pasado noviembre, Torres afirmó compartir «una filosofía de vida» con sus compañeros de investigación.

Quizá para aliviar el síndrome de abstinencia del instructor, Torres acude a cuanto foro jurídico o académico le invita a dar conferencias sobre urbanismo y corrupción. Estas charlas -tan contundentes como los autos que redactaba, muchas veces de madrugada, sobre Juan Antonio Roca y sus 106 compinches- son un caladero de titulares: «El caso Malaya me ha cambiado absolutamente la vida, las actividades rutinarias y e incluso las relaciones personales» (Ronda, agosto de 2007). «Es más interesante la incautación de los bienes de los narcotraficantes que las penas que se impongan» (Marbella, agosto de 2008). «El miedo social hace que algunos jueces prefieran dedicarse a perseguir sólo delitos de perfil más bajo. Eso genera una forma de corrupción» (Málaga, noviembre de 2008). «Existe una industria auxiliar de la corrupción formada por abogados, gestores y asesores fiscales» (Granada, abril de 2009). Estas últimas manifestaciones retumbaron en Marbella hasta el punto de provocar una manifestación de letrados.

La última conferencia fue el 13 de mayo. Tras celebrar los dos aburridos juicios en Granada y despachar otros asuntos del juzgado, Miguel Ángel Torres se monta en su coche y se marcha a Almería. Pese a conducir 161 kilómetros y almorzar un bocadillo -«bastante malo, por cierto»- en un área de servicio, el juez mantiene la guardia alta y demuestra que no sólo sabe hacer frases redondas para la prensa. Ante un centenar de personas y con el mismo gesto concentrado de la mañana, desmenuza los artículos 319 y 320 del Código Penal -sobre construcciones en suelo rústico y prevaricación urbanística- con precisión quirúrgica. La charla es puramente técnica, tal vez para evitar un motín del colegio de abogados, pero el juez-esfinge no puede evitar lanzar al aire sus reflexiones: «¿Para qué sirve la pena del 319 si no se derriba la vivienda ilegal?» o «El artículo 320 no me gusta si impide ir más allá y descubrir el motivo, generalmente económico o de interés personal, que está detrás de la concesión de la licencia ilegal».

En el turno de preguntas, Torres responde al público con la misma concisión que exigía a los testigos en los juicios de la mañana. Con los aplausos finales, se le relaja el gesto y le vuelve la sonrisa. Todavía llega a tiempo de ver en Granada la segunda parte del Athletic-Barça de la Copa del Rey.
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Salomé Guadalupe Ingelmo gana el Paso del Estrecho con un relato de naufragios

Salomé Guadalupe Ingelmo gana el Paso del Estrecho con un relato de naufragios

El 17 de junio de 1816, una flota formada por cuatro navíos, partió de Francia para tomar posesión del puerto senegalés de Saint Louis, devuelto por los británicos como muestra de apoyo a la restauración borbónica. Pero la fragata Medusa, que se había alejado de los otros barcos, encalló el 2 de julio, en las aguas del banco de Arguin, a 160 kilómetros de la costa africana. El capitán, Hugues Duroy de Chaumereys, dispuso que los 400 pasajeros del navío se repartieran de la siguiente manera: los aristócratas y políticos -entre ellos el nuevo gobernador y su familia-, subirían a bordo de los seis botes salvavidas. El resto, aproximadamente 150 personas entre marineros y soldados, serían remolcados por los botes en una balsa que medía 20 por 7 metros. Diecisiete personas decidieron quedarse a bordo del navío.
Como la balsa lastraba la marcha de los botes, y el descontento de sus ocupantes hizo pensar que podían abordarlos en cualquier momento, el capitán decidió cortar las cuerdas que los unían con la balsa, y abandonarla a su suerte. Las embarcaciones salvavidas llegaron sin contratiempo a distintos puntos de la costa.
A bordo de la balsa, rescatada trece días después de que se hubieran cortado las cuerdas, sólo quedaron quince personas con vida. Cinco fallecieron poco tiempo después. Dos de los diez supervivientes, el médico Henri Savigny y el armador Alexander Corréard, difundieron el desastre en un panfleto que se convirtió en un superventas al describir lo que ocurrió en aquella travesía: suicidios, asesinatos, canibalismo.
A partir de esta tragedia, que alcanzó renombre internacional a través del lienzo que le dedicó Théodore Géricault, surge el cuento \’Bajo el signo del naufragio\’, de Salomé Guadalupe Ingelmo, ganadora de la segunda edición del Premio Paso del Estrecho. La autora reflexiona sobre la naturaleza humana en este relato que establece un paralelismo entre el horror que se vivió en la balsa de la Medusa y el que sufren, día a día en pleno siglo XXI, aquellos que se deciden a cruzar a nuestras costas desde el otro lado del Estrecho.
Poderosos y plebe
«En la tragedia de la Medusa sólo se salvan los poderosos, los \’ilustres\’, mientras que a las personas de a pie las meten a todas en una balsa a la que luego cortan las cuerdas porque impide a los botes de los poderosos avanzar suficientemente», explica Salomé Guadalupe. «En la actualidad me horroriza -añade- que un grupo de gente gane tanto dinero a partir de personas desgraciadas que buscan una vida mejor, el egoísmo del que somos capaces las personas es tremendo».
A pesar de la crudeza de su relato, la autora madrileña, que se presenta por primera vez a este certamen, que considera muy positivo «al promover la comprensión al otro», deja la puerta abierta a la esperanza y a la confianza de que algo pueda cambiar. Por su parte, la marroquí Zineb Ben Yaya, finalista con su relato \’En el camino\’, se centra en la historia de un marroquí que cruza a España, y después de muchos años e incluso de legalizar su situación, ve cómo no ha visto satisfechas sus ilusiones, ni cumplidos sus sueños, ya que llegó con la esperanza de doctorarse en su especialidad universitaria, y lo máximo que consigue es trabajar en un invernadero. «Mi relato tiene un punto negativo, decepcionado y desesperado, y está escrito a partir de mi propia experiencia -Zineb es traductora y vive en Almería- y la de muchas personas que conozco o me cuentan lo que les ha ocurrido a ellos. Incluso, lo que leo o veo en televisión».
Ceremonia
La entrega de premios tuvo lugar en el Palacio de Carlos V, con la actuación de la Coral Ciudad de Granada y la presentación del libro de la primera edición del certamen.
El jurado, coordinado por el doctor en Filología Antonio Barnés, está integrado por Mouna Aboussi, lectora de Árabe de la Escuela Oficial de Idiomas de Málaga; José Julio Cabanillas, escritor y profesor de Literatura en Sevilla; Jesús Cotta, escritor y profesor de Filosofía en Sevilla; Miguel d\’Ors, poeta, premio de la Crítica y profesor de Literatura de la Universidad de Granada; Ángel Esteban, escritor y profesor de Literatura de la Universidad de Granada; Pilar González, profesora de Árabe en el Instituto San Justino de Madrid; y Aram Hamparzoumian, profesor de Árabe de la Escuela Oficial de Idiomas de Málaga.
El Premio Paso del Estrecho está convocado por la Fundación Cultura y Sociedad, con la colaboración de la Asociación UNESCO para la Promoción de la Ética en los Medios de Comunicación.
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La Opinión

Pág. 6: El Plan Bolonia renovará los estudios de la UGR cada tres años
Pág. 7: El campus se marca como necesidad no exceder de 65 alumnos por clase
Pág. 14: El PSOE destaca la apuesta por la movilidad del alumnado
Pág. 15: La Rural premia la investigación y divulgación en el área de salud|Más de 500 invitados arropan la ceremonia de esta V edición
Pág. 16: Medallas para conmemorar 25 años de servicio en la UGR
Pág. 50: Música del alma y libre de derechos
Contraportada: \»La Universiada dinamizará la economía de la provincia\»
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Granada Hoy

Pág. 2: Primeros pasos para la Universiada
Pág. 12 y 13: Las citas deportivas y los fondos Zapatero revitalizan la capital
Pág. 14: El polen del olivo alcanza niveles extremos en la ciudad y aumenta los síntomas alérgicos
Pág. 17: Medallas a una vida dedicada a la UGR
Pág. 21: Premios al trabajo por la salud|Patrón en Arquitectura Técnica
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UN ESTUDIO DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA UNE ARTE Y MODA

UN ESTUDIO DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA UNE ARTE Y MODA

El Doctor Luís Casablanca Migueles, investigador de la Universidad de Granada, ha realizado un estudio que pretende completar un macro-trabajo de investigación que él ha desarrollado en forma individual durante su actividad artística y su relación como diseñador adjunto al modisto madrileño Jesús del Pozo en la decada de los noventa. El objeto del proyecto es buscar las bases teórico-practicas que establezcan una relación entre arte y moda. Se trata de la primera investigación en España que analiza en profundidad la moda como disciplina artística, y su relación con la pintura, la escultura o la arquitectura. Para ello, se han tenido en cuenta a artistas como Klimt, Sonia Delaunay, Dalí o Picasso, que en su momento estuvieron muy vinculados con el fenómeno de la moda.

Nuestra indumentaria no sólo es la forma visible de nuestras intenciones, sino que en la vida cotidiana, el vestir, es la manera por la cual somos interpretados e interpretamos a los demás. La moda es un testigo veraz y expresivo de las transformaciones en las distintas formas de vida, cultura, pensamiento y comportamiento que se producen en el campo social a lo largo de la historia.

Luís Casablanca Migueles entiende la Moda como una disciplina artística contemporánea, y desde esta premisa abordó la investigación que fue la base de su tesis doctoral presentada en el Departamento de Dibujo de la Universidad de Granada Alonso Cano.

Este investigador granadino ha realizado un estudio profundo de las relaciones existentes entre el arte y la moda en España. Para ello ha analizado la generación de los llamados “nuevos creadores”, germen de la moda española, entre los que se encuentran Toni Miró, Adolfo Domínguez, Francis Montensinos, Manuel Piña o Jesús del Pozo.

Además, a lo largo de la investigación se tuvieron en cuenta variables como los cambios de orden político y cultural que tuvieron lugar en España, y que marcaron la apertura de las fronteras del país, tales como ‘mayo del 68’ y el fin del letargo producido por 40 años de dictadura.

Análisis de la moda

Para realizar este estudio, Luís Casablanca Migueles definió en primer lugar qué es la moda, abordada desde los ámbitos de la sociología, la psicología, la antropología, la semiótica, o el lenguaje de la moda. En segundo lugar, realizó un seguimiento de la moda nacional en la España de Felipe II. En esta época, el investigador encontró información que confirma que España exportaba moda y costumbres, pues conformaba política y hegemónicamente el centro del mundo. Este breve recorrido demuestra cómo la moda española brilló con gracia propia en todas las cortes reinantes europeas y cómo vestir ‘a la española’ era sinónimo de buen gusto y elegancia”, afirma el doctorando de la Universidad de Granada.

Tras estos primeros resultados, el estudio da un salto a la contemporaneidad y se centra en dos diseñadores considerados como artistas de ámbito mundial, Mariano Fortuny y Madrazo y Cristóbal Balenciaga, el primero granadino y el segundo vasco. Sus trabajos son considerados hoy en día ‘obra artística’ de relevancia y fuente de inspiración de obras de otros artistas diseñadores tales como Jesús del Pozo en España e Issey Miyake en Francia.

Luis Casablanca Migueles

Luis Casablanca Migueles
Como siguiente peldaño de la demostración empírica de la relación entre arte y moda, el investigador de la UGR analizó en profundidad la obra del diseñador madrileño Jesús del Pozo, ya que tiempo atrás, investigador y diseñador habían trabajado conjuntamente. Este hecho le permitió a Casablanca comprobar que no sólo hacía colecciones para vender moda femenina, sino algo más que moda, ya que la obra de este diseñador se acercaba al mundo del arte, puesto que sus creaciones surgían a partir de la nada para terminar siendo verdaderas ‘esculturas habitables’. Gracias a este recorrido histórico por la historia de la moda española, se puede ver la conexión interna de ésta con el mundo del arte.

Una parte del todo

La tesis doctoral de Luís Casablanca Migueles forma parte de un trabajo pionero del Departamento de Dibujo de la Facultad de Bellas Artes Alonso Cano de la UGR, que reúne de manera sistemática y organizada el estudio de la moda española y sus vinculaciones con el arte. Así han comprobado que los movimientos artísticos más influyentes del siglo XX están relacionados con la moda, como queda manifiestamente explícito en las famosas colaboraciones entre la diseñadora Coco Chanel y el artista Jean Cocteau, o las investigaciones conjuntas entre la modista italiana Elsa Schiaparelli y Salvador Dalí.

Con esa base científica, el investigador han llegado a la conclusión general de que la moda está íntimamente relacionada con la creación de una obra artística, tanto por su componente creativa como técnica, dando como fruto una colección de ropa, de la misma forma que lo haría un cuadro o una escultura.

Los datos obtenidos por estos investigadores podrían ser de gran utilidad en las escuelas de arte de toda España, donde cada vez es más frecuente encontrar estudiantes que se interesan por el diseño y en particular por el fenómeno moda.

El trabajo fue galardonado con el Premio Nacional de Investigación Cultural Marqués de Lozoya 2008, que concede el Ministerio de Cultura.
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