Estudio explica mecanismos mentales de la conducción imprudente de los jóvenes
¿Por qué los jóvenes se arriesgan al volante? Es lo que han tratado de constatar un equipo de científicos que trabajan en el laboratorio de la Facultad de Sicología de la Universidad de Granada (España).
Allí está instalado, y en pleno funcionamiento, el primer centro de investigación de Europa donde se están estudiando los mecanismos mentales que empujan a los adolescentes y jóvenes a ejecutar conductas de riesgo cuando van al volante de una motocicleta o un auto.
Los estudios son factibles gracias al uso de tres simuladores de motocicletas de última generación obtenidas mediante un convenio firmado con la compañía Honda Motor.
Dotados de un software, miden las conductas de riesgo al volante de los jóvenes.
«Los accidentes con ciclomotores son los únicos que no han disminuido en los últimos años, como ha sucedido con el resto de vehículos», afirma al diario español El Mundo Leandro Luigi Di Stasi, miembro del grupo de investigación de Ergonomía Cognitiva de la universidad.
Tanto él como el equipo investigador esperan que los datos obtenidos sean la base para desarrollar programas de intervención destinados a modificar conductas de riesgo en las carreteras.
El 50 por ciento de los siniestros con víctimas se produce en zonas urbanas; la mitad de ellos se realiza en los cruces y la mayoría de las víctimas son peatones o varones de 18 a 25 años que conducen motocicletas o ciclomotores.
«Conducir una motocicleta es una actividad sicomotora dinámica y compleja que demanda procesar información a distintos niveles cognitivos así como una variedad de actividades físicas en constante cambio de posición», señalan los científicos de Granada en la revista Traffic Psychology and Behaviour.
Los investigadores reclutaron a 49 estudiantes de su facultad a los que sometieron a dos escenarios distintos con los simuladores.
«El experimento tenía como fin descubrir los efectos de las alertas auditivas en el momento previo a estar expuestos a una situación de riesgo al volante. Para ello, 500 milimésimas de segundo antes de que el simulador les pusiera en dicha situación, que implicaba un 25 por ciento de posibilidades de sufrir un accidente, les hicimos escuchar un sonido neutro (pitido) y posteriormente un sonido emocional (un llanto de bebé o un grito de mujer)», explica Luigi.
Los datos constatan que el riesgo de accidente es mayor cuando se escucha un sonido emocional instantes antes de verse involucrado en una situación vial.
«En otro trabajo hemos medimos la percepción de una situación de riesgo al volante y su relación con el estrés mental. Para ello empleamos también como medidor del estrés la actividad ocular (dilatación de pupila o movimiento del ojo)», agrega el científico de la universidad de Granada.
Según el trabajo, bajo estrés mental la sensibilidad para percibir el riesgo es menor pero, sobre todo, evidencia que aquéllos que más conductas peligrosas tenían al volante eran los que más estrés mental padecían.
Este experto reconoce que los estudios van a continuar dado que «aunque empezamos con un simulador es ahora cuando nos han llegado los dos últimos que además son más avanzados».
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