– García Montero, Lombardero y su viuda serán los patronos de la Fundación Ángel González.
El Principado deberá aportar dos miembros más, según aclara el poeta y catedrático granadino, quien afirma que tales decisiones figuran en el testamento Representantes del Principado y amigos se reúnen el mismo sábado para preparar el homenaje.
Ángel González no tenía descendencia. Ni él ni su amada Susana Rivera. Por eso en los últimos años el gran poeta asturiano fallecido el sábado pensó en una fórmula, la más eficaz, para que su obra no se perdiera entre manos no elegidas. Explicaba ayer su amigo y también poeta, el catedrático de Literatura de la Universidad de Granada, Luis García Montero, que él mismo y su otro gran confidente, el editor Manuel Lombardero, serán, junto a su viuda, capitaneando el equipo, los custodios de su legado. Dicho de otro modo, los encargados de vigilar el futuro de los manuscritos que antecedían a sus versos impresos -pues González escribía siempre a mano-, su biblioteca y lo que él llamaba sus «adquisiciones culturales».
Tal vigilancia se gestionará en una fundación, cuyo patronato integrarán los tres, «junto a otros dos portavoces que deberá elegir el Gobierno del Principado de Asturias», según adelantaba ayer el propio García Montero, asegurando que tal es la voluntad que dejó redactada el poeta en su testamento.
La voz de su viuda
Habrá que esperar al próximo mes de febrero para que su también amigo, el ex alcalde de Oviedo y abogado, Antonio Masip, dé lectura a dicha declaración de intenciones. Hecho que recordaba ayer Manuel Lombardero para evitar confirmar su presencia en el mencionado patronato. «Hasta que no se dé a conocer el testamento no podremos saber qué quería exactamente Ángel González», decía el editor desde su casa de Barcelona, algo más cauto que García Montero, para quien está claro que las sorpresas siempre son posibles, pero también que Ángel tenía las cosas claras.
Está convencido el afamado autor granadino de que aquello que el poeta les anunció en vida será lo que se encuentren escrito en el documento al que dará lectura Antonio Masip.
Tan claras tenía las cosas el autor de Palabra sobre palabra que pensaba no sólo en la creación de la fundación que mantuviera presente su existencia literaria, sino en el día en que no sólo faltara él, condición imprescindible para la gestación de la institución -ya que dejó dicho que ésta comenzara a ponerse en marcha el día de su fallecimiento-, sino también su hoy viuda, Susana Rivero.
De momento, ella tendrá la voz principal en todas las decisiones, por encima del resto de los patronos. A ella le tocará decidir, incluso, los contenidos de la fundación. «Es una persona culta, una intelectual, profesora de literatura hispánica. Estoy seguro de que va a mantener su legado y la memoria histórica de Ángel», asegura, a quien en más de una ocasión también le dejó dicho que Oviedo, la ciudad que le veía llegar al mundo en setiembre de 1925, reunía motivos suficientes para convertirse en la sede de su mentado legado cultural. La fundación recogerá «mis papeles, mis libros y las adquisiciones culturales que he ido sumando a lo largo de los años», adelantaba a EL COMERCIO el último octubre el propio Ángel González.
El respetado y querido escritor, que destacó no sólo como poeta, sino también como pensador y ensayista y buen conocedor del mundo del arte, no quería que tras su muerte y la de su esposa hubiese el más mínimo problema con los derechos de autor.
Seguramente pensó en evitar guerras de propiedad intelectual, como la que ahora enfrenta a la herederos de Vicente Aleixandre con otro gran poeta asturiano, Carlos Bousoño, que recientemente ha vendido parte del archivo del Premio Nobel andaluz.
Como advertía ayer Manuel Lombardero para descubrir todos estos detalles habrá que esperar a la lectura del testamento definitivo. Aunque se conozcan sus intenciones y él haya dibujado en más de una ocasión los deseos para esta institución, la última palabra está por saber. Ahora en lo que piensan unos y otros es el próximo homenaje asturiano.
El sábado llegan las cenizas del poeta a Oviedo y se celebrará un primer tributo. Pero para el definitivo habrá que esperar. Es el El Gobierno autonómico, en colaboración con la Universidad de Oviedo, de la que Ángel González era doctor honoris causa, y la Fundación Príncipe de Asturias, que le otorgó uno de sus principales premios, en 1985, el que organizará lo que la consejera de Cultura, Encarnación Rodríguez, definió como un «sentido homenaje».
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