– Un puente electrónico hacia el autismo.
Se llama Scut y nació con el fin de poder tender puentes a las personas con problemas de comunicación y autonomía. Este programa aplicado a las agendas electrónicas PDA ha sido concebido por un grupo de informáticos, psicopedagogos, psicólogos y logopedas para atender inicialmente las necesidades de niños con trastorno autista.
El proyecto, que ahora puede aplicarse a personas con discapacidad de otros tipos, como los que sufren parálisis cerebral, ya ha recibido varias distinciones.
La PDA es un formato de ordenador que gana terreno día a día. Su uso en la hostelería está muy extendido, y recientemente hasta se ha producido un simbólico relevo de los blocs de multas de la Guardia Civil por este artilugio de bolsillo.
Los creadores de la PDA adaptada a niños autistas han optado por este formato porque es relativamente económico y por la facilidad de llevarlo encima, pero el software que han diseñado se puede utilizar también en una PC o una PC Tablet (con una pantalla táctil de grandes dimensiones).
En el año 2000, el psicopedagogo Manuel González decidió buscar una herramienta de mayor utilidad para los niños autistas con los que trabajaba en Granada.
“Los instrumentos que utilizábamos por aquella época eran muy caros, y nunca se sabía de antemano si podían servir para todos los pequeños, así que decidí ponerme en contacto con la facultad de Informática de la Universidad de Granada para que me ayudaran a construir una herramienta más versátil y más asequible. Al final, di con especialistas que vieron lo que necesitaba”.
Así nació este programa que puede adaptarse al perfil de cada niño con trastorno autista. Gracias a toda una serie de pictogramas y sonidos, el pequeño puede señalar con un dedo en la PDA distintos pictogramas, expresar así lo que quiere y llevar un recuento de sus actividades diarias, mientras su padre o educador le pueden transmitir, por ejemplo, cuál es la próxima tarea por realizar.
“Creamos plantillas para los distintos escenarios por los que transita el niño: el colegio, la casa, la pista donde monta a caballo… Las casillas referidas a estas situaciones siempre comparten sitio con otras fijas como la de ir al baño o comer, o las dedicadas al estado de ánimo”, explica María José Rodríguez Fortiz, una de las promotoras del proyecto.
El equipo interdisciplinario apostó por demostrar que la tecnología puede facilitar el aprendizaje de los alumnos autistas. A fin de contribuir al desarrollo del lenguaje, organizaron los pictogramas de tal forma que correspondieran a estructuras gramaticales.
Para expresar una acción, el usuario puede apretar en la pantalla la casilla “yo”, seguida de “quiero”; entonces puede escoger en un nuevo menú y señalar “merendar”, y se le desplegarán toda una serie de posibilidades (bocadillo, bollo, leche) entre las que podrá escoger nuevamente, señalan los responsables de Scut.
Además de favorecer la interacción entre el niño y la familia y educadores, la PDA funciona como una agenda, algo primordial para las personas con este tipo de enfermedades, que necesitan saber qué tareas realizarán a lo largo de todo el día. Una vez ejecutada, el pequeño la tacha y puede comprobar cuál será la siguiente actividad.
“De esta forma, puedes evitar una pataleta – aclara González- porque el niño siente hambre y necesita imperiosamente conocer qué va a comer, aunque sea después de la clase de pintura”.
Aunque aún no cuentan con estudios en profundidad sobre la aplicación de la herramienta, sus promotores aseguran que han constatado que a los niños que usan la PDA se les comprende más y mejor, hablan o construyen frases con estructuras más complejas y disminuyen las conductas disruptivas.
Buena parte de los contenidos elaborados por este equipo interdisciplinario puede consultarse en internet (http://scaut.ugr.es). En este portal ofrecen asesoramiento a los padres y profesionales que estén interesados en usar el software. Scut se aplica desde el curso 2005-06 en varios centros de Granada y Jaén, aunque entre los objetivos a corto plazo está implantarlo en centros de toda Andalucía.
Su posible aplicación a una videoconsola portátil -la Nintendo DS, de dos pantallas-, mucho más resistente que una PDA, los ha llevado a ganar la última edición del Imagine Cup, la competición de tecnología para estudiantes universitarios creada por Microsoft.
Así, un desarrollo de Scut acaba de representar a España en la final internacional celebrada en Corea del Sur. Este mismo año, el proyecto Scut ha recibido también el premio RiviSre, que concede la Asociación Española de Profesionales del Autismo (Aetapi) en colaboración con la Obra Social de Caja Madrid.
En cuanto a la línea de investigación en la que concentran sus esfuerzos, Manuel González explica que, “además de funcionar como una agenda y un comunicador”, están perfeccionado el diseñador de plantillas para que los interesados puedan por sí solos adaptar aún más los contenidos al perfil de cada niño y que este proceso sea lo más fácil posible”.
Mientras, buscan más financiación para que la iniciativa siga creciendo. “Contamos con apoyos de la Junta de Andalucía, pero necesitamos ayuda de otros organismos. Uno de los últimos en colaborar ha sido la Fundació la Caixa”.
La necesaria detección precoz
Los premios Ángel Riviére también reconocieron este año el trabajo de los investigadores que han comprobado en la población española la validez del M-CHAT, un test reconocido internacionalmente para la detección precoz del autismo.
Precisamente estos trastornos del desarrollo continúan siendo muy difíciles de diagnosticar con prontitud.
El trabajo fue realizado por la Universidad de Salamanca y el Instituto de Salud Carlos III, y aplicado en los hospitales de Salamanca y Zamora.
Los testimonios
La lucha sin cuartel de una familia por los derechos de su hijo con transtorno autista, Mariola no debe de saber cuántas veces al día dice “Dani”.
“Dani, no cojas eso”, “Dani, come”, “Dani, la cuchara”, “Dani, traga”… Así son las 24 horas para los padres que han de cuidar a un niño como Dani, de ocho años, al que le diagnosticaron autismo hace seis. Aunque atender a un pequeño que necesita vigilancia intensiva solo consume parte de sus fuerzas. El resto se lo lleva la batalla por conjurar la invisibilidad que rodea a los niños con discapacidad.
Junto con su marido, Daniel Moreno, mantiene una lucha por defender los derechos de su hijo, que amenaza con acabar en los tribunales. “Hemos contratado un abogado, porque queremos que la terapia corra a cargo del sistema sanitario y acudiremos a los juzgados si hace falta”.
Como otras familias en su situación, se quejan de la falta de ayudas. “Un niño como Dani necesita recibir terapia durante toda la vida – para la psicomotricidad, la modificación de conducta, la logopedia-, ya que de lo contrario adopta conductas disruptivas nuevas que lo llevan por ejemplo a autolesionarse”.
Se consideran afortunados porque con esfuerzo pueden hacer frente a los pagos mensuales que cuestan las distintas terapias, pero también tienen en cuenta a “los pequeños que no pueden desarrollar sus capacidades al no disponer de medios”.
No hay datos exactos sobre la población con este tipo de discapacidad. Según el Instituto de Salud Carlos III de Madrid, los estudios epidemiológicos más recientes indican que uno de cada 250 niños en edad escolar presenta algún trastorno de espectro autista.
Los premios Ángel Riviére también reconocieron este año el trabajo de los investigadores que han comprobado en la población española la validez del M-CHAT, un test reconocido internacionalmente para la detección precoz del autismo.
Precisamente estos trastornos del desarrollo continúan siendo muy difíciles de diagnosticar con prontitud.
El trabajo fue realizado por la Universidad de Salamanca y el Instituto de Salud Carlos III, y aplicado en los hospitales de Salamanca y Zamora.
Los testimonios
La lucha sin cuartel de una familia por los derechos de su hijo con transtorno autista, Mariola no debe de saber cuántas veces al día dice “Dani”.
“Dani, no cojas eso”, “Dani, come”, “Dani, la cuchara”, “Dani, traga”… Así son las 24 horas para los padres que han de cuidar a un niño como Dani, de ocho años, al que le diagnosticaron autismo hace seis. Aunque atender a un pequeño que necesita vigilancia intensiva solo consume parte de sus fuerzas. El resto se lo lleva la batalla por conjurar la invisibilidad que rodea a los niños con discapacidad.
Junto con su marido, Daniel Moreno, mantiene una lucha por defender los derechos de su hijo, que amenaza con acabar en los tribunales. “Hemos contratado un abogado, porque queremos que la terapia corra a cargo del sistema sanitario y acudiremos a los juzgados si hace falta”.
Como otras familias en su situación, se quejan de la falta de ayudas. “Un niño como Dani necesita recibir terapia durante toda la vida – para la psicomotricidad, la modificación de conducta, la logopedia-, ya que de lo contrario adopta conductas disruptivas nuevas que lo llevan por ejemplo a autolesionarse”.
Se consideran afortunados porque con esfuerzo pueden hacer frente a los pagos mensuales que cuestan las distintas terapias, pero también tienen en cuenta a “los pequeños que no pueden desarrollar sus capacidades al no disponer de medios”.
No hay datos exactos sobre la población con este tipo de discapacidad. Según el Instituto de Salud Carlos III de Madrid, los estudios epidemiológicos más recientes indican que uno de cada 250 niños en edad escolar presenta algún trastorno de espectro autista.
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