TRIBUNAABIERTA
El Albayzín, una vez más…
MIGUEL J. CARRASCOSA SALAS/PRESIDENTE DEL CENTRO UNESCO DE ANDALUCÍA
Imprimir noticiaImprimir Enviar noticiaEnviar
EN mi frecuente recorrido por las calles, rincones, placetas y miradores del viejo Albayzín -donde tengo la suerte de residir desde 1960- experimento sensaciones y experiencias contradictorias: intensa alegría y satisfacción cuando compruebo la acertada restauración de un antiguo palacio o vivienda, de una iglesia, de un aljibe o de una casa, catalogada o no, cuyo número, en la actualidad, sobrepasa, el centenar. Dolor, decepción y rabia cuando descubro -en no pocos rincones, lugares y zonas del barrio- viejas tapias carcomidas y ruinosas; casas abandonadas, pendientes de restauración; numerosas fachadas sin encalar; otras encaladas, pero mostrando las horribles pintadas de grafiteros sin escrúpulos, incivilizados y agresivos, que debieran ser localizados y detenidos por las autoridades competentes, para someterles, sin contemplación alguna, a una ejemplar reeducación, como suele hacer el señor Calatayud con determinados delincuentes de nuestra ciudad. Horrendos parches de alquitrán ocultando los hoyos y deterioros que, a lo largo del año, sufre el empedrado de las calles, plazas y encrucijadas del barrio, con el consentimiento de los servicios municipales de conservación y mantenimiento. El lamentable y reiterado abandono de determinados jardines, parques y espacios típicos del Albayzín (plaza de los Carvajales, parque de Santa Isabel la Real, mirador de San Cristóbal, Cruz de la Rauda y tantos otros). Si a esta situación de deterioro y dejadez sumamos la negligente actitud de determinados centros públicos ubicados en el barrio -cuyos nombres omitimos por respeto a lo que representan y significan en el contexto de la cultura granadina- que vienen descuidando, año tras año, la restauración, encalado y limpieza de fachadas, huecos, murallas y demás instalaciones complementarias de sus respectivos conjuntos, el problema se agrava hasta extremos realmente bochornosos, si tenemos en cuenta que el Albayzín -como conjunto de excepcional valor histórico, paisajístico y monumental- fue declarado por la Unesco, en 1994, Patrimonio Cultural de la Humanidad. La desesperante lentitud de las obras previstas en el Plan Urban, con la construcción y puesta en servicio del Zoco Artesanal del barrio, que se ha levantado a espaldas de la plaza de San Miguel Bajo. El edificio está terminado, ciertamente, a falta solo de ligeros detalles y retoques de última hora; pero su puesta en servicio se dilata de modo incomprensible. ¿Hasta cuándo, señores del Cabildo, vamos a esperar la inauguración de este complejo y, sobre todo, la iniciación de sus actividades, que esperamos satisfagan el interés y las expectativas de los artesanos y la promoción de un sector tan vinculado, históricamente, con el Albayzín?
Se ha llevado a cabo, por parte de la Universidad de Granada, la restauración del palacio del Almirante de Aragón, junto a la parroquia de San José. Un noble y antiguo edificio construido en el siglo XVI por doña Leonor de Manrique, con portada adintelada, flanqueada de columnas jónicas y, en su interior, decorada con interesantes artesonados y unas portadillas con el escudo de los Mendoza, que parece estar destinado a albergar una Escuela Internacional de Restauración, dependiente de la Universidad. Pero, ¿qué obstáculos están impidiendo, desde hace tres años, o más, la puesta en marcha de esta Escuela y el desarrollo consiguiente, desde sus aulas y talleres, de los programas de formación, investigación y estudio de los futuros restauradores del patrimonio? Otra pregunta que ya hicimos a las instituciones competentes en 2004, a través de este periódico y que, lamentablemente, sigue estando sin respuesta. ¿Por qué? -nos interrogamos una y otra vez, cansados de esperar y un tanto decepcionados ante la lentitud y negligencia de los organismos responsables de esta situación. ¿Cuánta razón llevaba Federico García Lorca al afirmar -ya en su tiempo- que nuestra ciudad «vive con la fantasía; está llena de iniciativas, pero falta, muy falta de acción»! Así es en efecto.
Han transcurrido ya doce largos años desde que el Albayzín fue incluido, por decisión unánime de la Unesco, en la Lista del Patrimonio Mundial por su valores excepcionales, gracias a las gestiones que, en este sentido, se llevaron a cabo en su día por determinadas instituciones, grupos y personas de Granada, Andalucía, Madrid y París. En este tiempo -justo es reconocerlo- se han llevado a cabo importantes obras de restauración dentro del conjunto monumental de nuestro barrio por parte de las administraciones y organismos competentes; se han remodelado, con mayor o menor acierto, plazas y miradores; construido el aparcamiento y parque de Santa Isabel la Real; se ha ampliado y mejorado la red pública de agua, gas y electricidad en los sectores más necesitados de la población, por parte del ayuntamiento de Granada; se ha incrementado sensiblemente la restauración y habitabilidad de viviendas en mal estado, con cargo a la iniciativa privada, bajo el control y orientación de la Oficina Técnica de Urbanismo ubicada en el barrio, etc., etc.
Pero, a pesar de estos logros y del meritorio trabajo que realizan en el Albayzín tanto la Fundación del mismo nombre como la Oficina Técnica mencionada, estimamos -con cierta decepción- que el proceso revitalizador del viejo barrio de los halconeros sigue siendo lento, carente de una planificación y programación abarcadora de todo el conjunto histórico del Albayzín, a la que habría que dotar de un eficaz y transparente sistema de control, haciendo más real y participativa la presencia de las asociaciones vecinales del barrio en los órganos de asesoramiento y gestión de los proyectos, cuyos resultados han de satisfacer plenamente las demandas sociales, la calidad, solidez y utilidad de las obras y las legítimas aspiraciones de la comunidad. «No es imaginable -señaló en su día el director adjunto del Centro de Patrimonio Mundial- ir en contra de las tendencias, aspiraciones y necesidades del vecindario. Necesitamos acompañar a la población y ayudarla, puesto que es ella la que revitaliza».
Y, además, tenemos que decir que si el Albayzín no está más cuidado, limpio y hermoso como debiera, la situación es atribuíble, en gran medida, a los propios vecinos. Encalar, a tiempo, las fachadas, tapias y rincones de sus viviendas; cuidar del ornato de sus balcones y rejas; sacar a su hora la bolsa de la basura para depositarla en los contenedores; colaborar con las asociaciones del barrio en el desarrollo y realización de sus programas y actividades; infundir en sus hijos (niños, adolescentes y jóvenes) un profundo cariño y respeto por el barrio y por su rico patrimonio, para evitar los destrozos que en muchos de sus rincones y miradores se produce por las acometidas de adolescentes y jóvenes incontrolados (pintadas, rotura de farolas, destrozo del mobiliario urbano, etc.), no es tarea que incumba a las autoridades municipales, sino a cada una de las personas que vivimos en el Albayzín. Elemental.
¿Y qué pedir, finalmente, a nuestras autoridades? Que sigan tomando mucho más en serio la realización de los planes y programas de revitalización del barrio, imprimiendo una mayor diligencia en su gestión y, concretamente, en la ejecución de las obras de rehabilitación y ordenación del conjunto. Que cuenten más con los vecinos y vecinas a la hora de plantear proyectos relacionados con el barrio. Que su entusiasmo, creatividad y buena disposición sean las armas que pongan siempre a disposición del Albayzín para recuperarlo de una vez, que sus gentes -y cómo no la propia Unesco- están deseosas de lograr esta vieja y justa aspiración. Así lo esperamos.
Descargar