Controlan el exceso de sudoración de las manos con ligeras descargas eléctricas

Controlan el exceso de sudoración de las manos con ligeras descargas eléctricas
EFE/GRANADA

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Un grupo de investigadores de la Universidad de Granada ha conseguido controlar la hiperhidrosis palmar -exceso de sudoración en las manos- mediante la electroterapia, consistente en sumergir las manos en bandejas con agua por las que se deja pasar una corriente eléctrica.

Los investigadores, pertenecientes al departamento de Fisioterapia y dirigidos por Carmen Moreno, han diseñado diferentes protocolos de aplicación de la técnica y los han ensayado en 60 pacientes. En concreto, aplicaron a subgrupos experimentales diferentes tipos de corriente eléctrica galvánica y modificaron la frecuencia e intensidad, así como el tiempo de exposición de la misma. En cualquiera de las modalidades, las dosis fueron ajustadas a la tolerancia y compatibilidad individual de cada paciente para prevenir posibles efectos adversos como irritación o quemaduras.

Eficacia

Según Moreno, las corrientes terapéuticas aplicadas disminuyeron la humedad relativa palmar, así como los efectos clínicos secundarios asociados a esta patología como la coloración, temperatura y edema, en todos los subgrupos tratados. En cuanto a la secuencia temporal de las sesiones e intensidad de las corrientes aplicadas, los científicos apreciaron una mayor disminución porcentual de la humedad relativa en los subgrupos a los que se aplicaron sesiones diarias y dosis de corriente más baja, frente a las sesiones alternas y con dosis de corrientes más alta.

Los científicos también han demostrado a través de un estudio histopatológico del tejido dérmico de la palma de la mano que, a diferencia de lo que argumentan otros estudios, una vez realizada la aplicación terapéutica la sudoración no remite por la obstrucción de los poros.

Rechazo social

La hiperhidrosis -sudoración superior a lo normal- está causada por la secreción excesiva de las glándulas sudoríparas ecrinas, que se distribuyen por todo el cuerpo si bien su concentración es mayor en las plantas de los pies y las palmas de las manos. Las personas que padecen esta afección, que también se combate con la farmacología, psicología y cirugía, sienten rechazo social y, especialmente cuando la sufren en las manos, provoca una «auténtica incapacidad profesional», según el grupo de investigación.
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Científicos de la UGR descubren cómo parar el sudor de las manos

Científicos de la UGR descubren cómo parar el sudor de las manos

EFE
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granada. Un grupo de investigadores de la Universidad de Granada ha conseguido controlar la hiperhidrosis palmar –exceso de sudoración en las manos– mediante la electroterapia, consistente en sumergir las manos en bandejas con agua por las que se deja pasar una corriente eléctrica.
Los investigadores, pertenecientes al departamento de Fisioterapia y dirigidos por Carmen Moreno, han diseñado diferentes protocolos de aplicación de la técnica y los han ensayado en 60 pacientes, informó a Efe la Universidad de Granada.

En concreto, aplicaron a subgrupos experimentales diferentes tipos de corriente eléctrica galvánica y modificaron la frecuencia e intensidad, así como el tiempo de exposición de la misma.

En cualquiera de las modalidades, las dosis fueron ajustadas a la tolerancia y compatibilidad individual de cada paciente para prevenir posibles efectos adversos como irritación o quemaduras.

Según Moreno, las corrientes terapéuticas aplicadas disminuyeron la humedad relativa palmar, así como los efectos clínicos secundarios asociados a esta patología como la coloración, temperatura y edema, en todos los subgrupos tratados.

En cuanto a la secuencia temporal de las sesiones e intensidad de las corrientes aplicadas, los científicos apreciaron una mayor disminución porcentual de la humedad relativa en los subgrupos a los que se aplicaron sesiones diarias y dosis de corriente más baja, frente a las sesiones alternas y con dosis de corrientes más alta.

Los científicos también han demostrado a través de un estudio histopatológico del tejido dérmico de la palma de la mano que, a diferencia de lo que argumentan otros estudios, una vez realizada la aplicación terapéutica la sudoración palmar no remite por la obstrucción de los poros.

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Imágenes matemáticas

Imágenes matemáticas
Potentes ordenadores. Más programas informáticos con fórmulas matemáticas. Más creatividad y sentido artístico. Igual a fractales. Un nuevo campo de expresión de la geometría de lo irregular. Éstas son algunas de las mejores imágenes de un concurso internacional
PABLO FRANCESCUTTI
EL PAIS SEMANAL – 16-07-2006
A primera vista, nada hay más distante que el arte y las matemáticas. El primero, el reino de la creación libre, de lo único e irrepetible, poco tiene que ver con las segundas, el dominio de la exactitud, la precisión, la regularidad. Aparentemente, la poesía no casa con los teoremas, ni el bodegón con los logaritmos. Sin embargo, el arte fractal ha venido a cuestionar esa impresión. Sus composiciones gráficas, de una impactante y extraña belleza, se apoyan en un patrón que, con variaciones, se repite infinitamente por medio de fórmulas matemáticas complejas.

La palabra fractal la acuñó en 1975 el matemático Benoit Mandelbrot a partir del latín fractus, que significa “fragmentado” o “irregular”. Al investigador de origen polaco le desvelaba el hecho de que las formas perfectas de la geometría griega –conos, cuadrados, parábolas y elipses– sólo existiesen en la mente humana, mientras la naturaleza presenta contornos sensiblemente distintos. “Las nubes no son esferas, ni las montañas conos, ni las costas circulares, ni las cortezas lisas”, advirtió, “ni el rayo se mueve en línea recta”. Razonando por esa senda desarrolló una teoría equipada con fórmulas y explicaciones matemáticas capaces de dar cuenta de los patrones irregulares que organizan el mundo real.

Por decirlo de modo sencillo, las figuras fractales surgen de la repetición de la misma pauta a distintas escalas. Así, una roca presenta un perfil escarpado muy similar al de la montaña a la que pertenece. Otros ejemplos los tenemos en las hojas de los helechos, en la estructura de los bronquios o en la del sistema vascular. Mandelbrot no fue el primero en reflexionar sobre esas formas; pero sí fue pionero en el uso de ordenadores para representarlas y verificarlas gráficamente. Pero al hacerlo se hallaba muy lejos de pensar que sus investigaciones en la geometría de la naturaleza contribuirían en unos pocos años a una explosión de creatividad digital.

El gran salto del arte fractal tuvo lugar con la llegada de los algoritmos de color, secuencias informáticas que permiten colorear la misma fórmula de las más diversas maneras. Hoy, las espirales y arborescencias de esas figuras de abigarrado cromatismo se han hecho tan populares que Mandelbrot ha admitido que “ayudan a tender puentes en el abismo que separa las cuestiones matemáticas de la gente de la calle”. De ahí que los organizadores del Congreso Internacional de Matemáticos ICM2006, que se celebrará del 22 al 30 de agosto en Madrid, incluyesen entre las actividades paralelas un Concurso Internacional de Arte Fractal, organizado con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECyT).

“De las más de 300 obras presentadas, un jurado presidido por Mandelbrot escogió 25, que se expondrán en el Centro Cultural Conde Duque”, indica Raúl Ibáñez, uno de los comisarios de la muestra. Cada obra representa la expresión plástica de una o varias fórmulas matemáticas. Encore, la composición del ingeniero americano Paul de Celle, se basa en la magnificación del Conjunto de Mandelbrot, uno de los primeros fractales diseñados por el matemático. “Si imaginamos ese Conjunto como un paisaje montañoso, veremos que Encore ha sido creada con el algoritmo Slope, que asigna un mismo color a las regiones de igual altura, como en un mapa topográfico, y con el algoritmo Lighting, que blanquea regiones iluminadas por un sol imaginario, mientras las sombreadas se oscurecen paulatinamente”, explica Javier Barrallo, profesor de Arquitectura de la Universidad del País Vasco y organizador del certamen. “Con ese procedimiento se dota al gráfico de un efecto tridimensional que resalta su ornamentación”.

También se inspira en un Conjunto de Mandelbrot la obra de Damien Jones Overwrought, aunque distorsionado por una turbulencia. “La coloración lúgubre y apocalíptica produce una respuesta emocional distinta a otras imágenes fractales”, comenta Barrallo, que además es uno de los pocos artistas fractales españoles con proyección internacional.

Ninguna de estas obras habría sido posible sin el aumento en potencia experimentado por los ordenadores. “Una pequeña imagen como la del escritorio de nuestro PC contiene 786.432 puntos. Cada uno de ellos debe calcularse con una o más fórmulas fractales, y sólo ese punto pueden necesitar cientos de miles de operaciones matemáticas. Algunas de las imágenes de gran formato que he elaborado han requerido varios días para procesarse”, apunta Barrallo.

Indra Family supone el tributo del belga Jos Leys al libro Las Perlas de Indra: la visión de Felix Klein, cuyas técnicas de cálculo iterativo le descubrieron un mundo de imágenes fractales por explorar. “En particular, el concepto hindú de Perlas de Indra alude a una red de cuerdas de seda que se expande al infinito en todas las direcciones y que contiene en cada intersección una perla de gran brillo que refleja sobre sí cada una de las perlas de la red, y así sucesivamente, como espejos hacia el infinito”, señala el profesor de la Universidad del País Vasco. En Eifiona, la artista Tina Oloyede empleó 13 fórmulas matemáticas distintas: siete para la estructura básica, tres para añadir diferentes texturas y otras tres para el coloreado. El título remite al nombre de una amiga suya, quien le encargó el cuadro con la condición de que en él incluyese colores otoñales, una cualidad que ha conseguido trasmitir. Enmpperaltta, del experto en realidad virtual Íñigo Quílez, consiste en un fotograma de una animación calculada a partir de una variante del algoritmo de Pickover, con la que se generan formas semejantes a las producidas al teñir líquidos de diversos colores.

Al igual que la mayoría de las imágenes de la exposición, Sanctuary se elaboró con el software Ultrafractal. Su autor, Nicholas Rougeaux, buscó infundir la idea de un santuario a través de suaves curvas, creando una sensación de protección y de bienvenida, y evocar con sus colores templados un lugar confortable donde los espíritus se sientan libres. En similar frecuencia de onda se sitúa Xolis, el cuadro abstracto de Jaroslaw Wierny, un diseñador gráfico polaco que relaciona la filosofía budista con la estructura fractal del mundo.

La espiritualidad que destilan muchas de estas obras no es casual. Las estructuras fractales, en las que ninguna parte es arbitraria, en la que cada parte se asemeja a la otra, y a su vez se parece al todo, proporcionan las señales de armonía que los seres humanos han venido buscando en la Naturaleza, muchas veces guiados por un anhelo metafísico.

De esa pauta se aparta Potemkine, la creación del canadiense Etienne Saint-Amant. Se trata de una composición semiabstracta inspirada en la rebelión del acorazado Potemkin. “Aquí se intuye al navío envuelto en humo, la traza de los proyectiles, el fragor de la batalla… el escenario del terrible conflicto emocional de las tropas suscitado por la orden de aplastar la rebelión y su sentimiento de compasión hacia sus compatriotas”, interpreta Barrallo.

Las obras expuestas se sitúan a una enorme distancia técnica de las obras de precursores como el pintor japonés Hokusai, cuyo grabado tallado a buril La gran ola de Kanagawa mostraba la disposición fractal de los remolinos en una ola rompiéndose. Sin embargo, mientras que el estatuto artístico de Hokusai se halla fuera de discusión, no ocurre lo mismo con el arte fractal. ¿Cuánto de artístico hay en estas creaciones gráficas por ordenador? Los expertos no se ponen de acuerdo. Barrallo le encuentra similitudes “con la fotografía, cuyo reconocimiento como arte también se vio rodeado de escepticismo en sus inicios”. Y añade: “No hace falta saber muchas matemáticas; con las del bachillerato basta. Tampoco hay que pasar horas y días interminables frente al ordenador para obtenerlas. Y tampoco el proceso de diseño es tedioso y aburrido. Para convencerse de ello basta instalar en un ordenador un programa de los muchos que hay para generar fractales, y probar al azar”, afirma José Martínez Aroza, profesor del departamento de Matemática Aplicada de la Universidad de Granada (de los sitios donde se puede descargar programas destaca http://www.ultrafactal.com).

No sería raro que el fascinante impacto visual de las obras logre despertar nuevas vocaciones a esta corriente de arte digital. Los organizadores, explica Ibáñez, se darán por satisfechos con “realizar un homenaje a Mandelbrot, que el 26 de agosto dictará una conferencia en Madrid”, y con “demostrar que las matemáticas siempre han estado presentes en el arte”.

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Controlan el exceso de sudoración en manos con la electroterapia

Controlan el exceso de sudoración en manos con la electroterapia
Granada, 15 jul (EFE).- Un grupo de investigadores de la Universidad de Granada ha conseguido controlar la hiperhidrosis palmar -exceso de sudoración en las manos- mediante la electroterapia, consistente en sumergir las manos en bandejas con agua por las que se deja pasar una corriente eléctrica.
Los investigadores, pertenecientes al departamento de Fisioterapia y dirigidos por Carmen Moreno, han diseñado diferentes protocolos de aplicación de la técnica y los han ensayado en 60 pacientes, informó a Efe la Universidad de Granada.
En concreto, aplicaron a subgrupos experimentales diferentes tipos de corriente eléctrica galvánica y modificaron la frecuencia e intensidad, así como el tiempo de exposición de la misma.
En cualquiera de las modalidades, las dosis fueron ajustadas a la tolerancia y compatibilidad individual de cada paciente para prevenir posibles efectos adversos como irritación o quemaduras.
Según Moreno, las corrientes terapéuticas aplicadas disminuyeron la humedad relativa palmar, así como los efectos clínicos secundarios asociados a esta patología como la coloración, temperatura y edema, en todos los subgrupos tratados.
En cuanto a la secuencia temporal de las sesiones e intensidad de las corrientes aplicadas, los científicos apreciaron una mayor disminución porcentual de la humedad relativa en los subgrupos a los que se aplicaron sesiones diarias y dosis de corriente más baja, frente a las sesiones alternas y con dosis de corrientes más alta.
Los científicos también han demostrado a través de un estudio histopatológico del tejido dérmico de la palma de la mano que, a diferencia de lo que argumentan otros estudios, una vez realizada la aplicación terapéutica la sudoración palmar no remite por la obstrucción de los poros.
La hiperhidrosis está causada por la secreción excesiva de las glándulas sudoríparas ecrinas, que se distribuyen por todo el cuerpo, si bien su concentración es mayor en las plantas de los pies y las palmas de las manos.
Las personas que padecen esta afección, que también se combate con la farmacología, psicología y cirugía, sienten rechazo social y, especialmente cuando la sufren en las manos, provoca una auténtica incapacidad profesional, según el grupo de investigación. EFE

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PLAZAS DE PROFESORADO CONTRATADO

Se comunica a los posibles interesados que, de acuerdo con la legislación vigente, la Universidad de Granada convoca concurso público para la adjudicación de contratos de Ayudante, Profesor Ayudante Doctor, Profesor Asociado y Profesor Colaborador.

Las bases de la convocatoria y los anexos de plazas que se publicarán de forma inminente en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, se encuentran expuestos en la página web de la Universidad de Granada ( www.ugr.es/local/vic_oape ) y en el tablón de anuncios del Servicio de Personal Docente e Investigador.

Los interesados habrán de presentar en el Registro General de la Universidad de Granada solicitud normalizada a partir del modelo que se encuentra en la citada página web y en el Servicio de Personal Docente e Investigador de la Universidad de Granada,
C/ Santa Lucía, 2.
Teléfonos: 958 243 035, 958 244 346 y 958 244 328.
El plazo de presentación de solicitudes será de 20 días naturales a partir del día siguiente al de la publicación de la convocatoria en el B.O.J.A.


La Universidad y el Puerto de Motril investigarán un nuevo biocombustible

La Universidad y el Puerto de Motril investigarán un nuevo biocombustible

El acuerdo prevé que estudiantes y personal técnico completen su formación académica con prácticas en las instalaciones portuarias

sole miranda
convenio. La Universidad desarrollará estudios de control ambiental en el recinto.

Las instalaciones cumplen cien años

ESTEFANÍA GARCÍA
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granada. La Universidad de Granada y la Autoridad Portuaria de Motril firmaron ayer un convenio de colaboración que, entre otros aspectos, prevé estudios sobre un nuevo biocombustible que contribuya a evitar el efecto invernadero. Se trataría de la fabricación de biodiésel, un nuevo combustible biológico, explicó ayer el presidente de la Autoridad Portuaria de Motril, Ángel Díaz Sol.
Las investigaciones previstas en el acuerdo las desarrollará el departamento de Química Analítica de la Universidad, que se encargará de elaborar un estudio de control medioambiental del puerto, llevando a cabo un trabajo sobre la calidad del aire y del agua. Díaz Sol adelantó que próximamente se realizará otro estudio similar acerca de la calidad de las aguas de la Costa granadina.

Con motivo de la independencia del Puerto de Motril, es ahora un momento excepcional para establecer relaciones institucionales y poner en marcha un marco de cooperación muy ambicioso, destacó por su parte el rector de la Universidad de Granada, David Aguilar.

El acuerdo permitirá desarrollar trabajos de investigación relacionados con los puertos y las costas granadinas,y también estudios sobre biología marina, fisiología vegetal, saneamiento, arquitectura e ingeniería.

Una primera parte será destinada a la investigación y desarrollo tecnológico donde ya se ha publicado una convocatoria para obtener recursos relacionados con este campo, además el puerto tiene intereses muy concretos en esta área según informaba el Rector.

El convenio también busca una presencia más activa universitaria en Motril, con este nuevo convenio de carácter genérico que tiene una financiación conjunta y una relación recíproca de servicios técnicos y profesionales. La unión de ambas instituciones tiene un alto potencial económico, técnico y cultural, como dijo Díaz Sol.

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Más de 55.000 personas asistieron este año al Festival de Música

Más de 55.000 personas asistieron este año al Festival de Música

El certamen granadino tuvo una recaudación en taquilla de 641.000 euros y dejó unos beneficios indirectos en la ciudad por valor de dos millones y medio de euros en hoteles, bares y restaurantes

miguel rodríguez
creciendo. Enrique Gámez, ayer, durante la presentación del balance.

El Réquiem de García Román, entre lo mejor

JESÚS ARIAS
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granada. Más de 55.000 personas asistieron a alguno de los espectáculos que ofreció el Festival Internacional de Música y Danza de Granada entre los días 23 de junio y 9 de julio, según informó ayer su director, Enrique Gámez, durante la presentación del balance final del certamen. La recaudación del festival fue de 641.400 euros. Entre las actuaciones que más interés despertaron el director mencionó el estreno del Réquiem, de José García Román, y la recuperación de la ópera Andrómaca, de Vicente Martín y Soler.
El certamen vendió el 98,7 por ciento de las localidades puestas en circulación para los 127 espectáculos programados (49 oficiales en los distintos espacios de la Alhambra y 78 de los correspondientes al FEX, el festival alternativo) con una asistencia exacta de 55.797 espectadores. Lo importante es que de los 49 espectáculos de la programación oficial del festival, señaló Gámez, es que la venta de entradas llegó prácticamente al cien por ciento. Sólo en la segunda representación de la ópera Mitridate o en el espectáculo de danza de Paul Taylor el porcentaje fue del 97 y el 98 por ciento. El FEX, por su lado, también superó todas las expectativas.

Gámez también dio a conocer un estudio sociológico realizado por el grupo de investigación Los problemas sociales de Andalucía, del departamento de Sociología de la Universidad de Granada en el que se hace notar que el 76 por ciento de los espectadores que acudieron al certamen proceden de Granada o de la provincia en tanto que el 21 por ciento lo hace desde el resto de España y un pequeño porcentaje procede del extranjero. El festival calculó, por su parte, que la gente procedente de fuera de Granada tuvo un gasto diario en la ciudad de 223 euros por persona, lo que arrojaría una cifra de 2,5 millones de euros de beneficios para el sector hostelero y el de restauración de la ciudad teniendo en cuenta que acudieron al certamen más de 6.500 personas que no eran de Granada.

Respecto a la valoración que los asistentes al certamen hicieron de éste, la media es una calificación de notable y sobresaliente, con una puntuación de 8,15 sobre diez en cuanto a calidad y prestigio. También fue muy destacado el trato por parte del personal del certamen. Otro dato interesante que refleja el estudio, señaló Gámez, es que ha aumentado hasta el 89 por ciento el número de espectadores que asistieron acompañados o bien de su pareja o bien de amigos.

La página web del Festival Internacional de Música y Danza de Granada recibió un total de 300.000 visitas, lo que da cuenta del interés que el certamen despierta en todo el mundo. El director del festival también incidió en el hecho de que todos los espectáculos programados tuvieron incidencia en los medios de comunicación. Eso puede servir mucho de estímulo a los artistas, sobre todo cuando empiezan, dijo.

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La Junta invertirá 15 millones en la sede del Instituto del Bienestar

La Junta invertirá 15 millones en la sede del Instituto del Bienestar

DIARIO / MÁLAGA

Quince millones de euros será la cantidad invertida por la Junta de Andalucía para la construcción en Málaga de la primera sede del Instituto de Innovación para el Bienestar Social, un centro mundial de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) para dar solución a los problemas de dependencia.

Esta primera instalación, a la que se sumará otra en el Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud en Granada, se ubicará en el Parque Tecnológico de Andalucía y tiene previsto comenzar su labor en 2007 con treinta expertos de diferentes disciplinas dirigidos por el regidor del Centro de Innovación para la E-Salud global de la Universidad de Toronto, Alejandro Jadad.

El centro quedó ayer constituido formalmente tras el acuerdo suscrito entre el consejero de Innovación, Francisco Vallejo; el rector de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), Juan Manuel Suárez Japón, y el director general de la Fundación Vodafone España, José Luis Ripoll. En función de este convenio, la UNIA correrá a cargo de la gestión del proyecto y fomentará la colaboración con otras facultades y entidades educativas, mientras que la Fundación Vodafone España aportará 600.000 euros para sufragar la promoción y lanzamiento del proyecto.

Vallejo explicó ayer en rueda de prensa que esta nueva infraestructura pretende convertirse en un centro de investigación de “referencia internacional” para dar respuesta a las nuevas necesidades de la sociedad actual, en la que ha aumentado la esperanza de vida y, con ella, el sector de la población mayor de 65 años, por lo que se han incrementado los problemas derivados de situaciones de dependencia.

La gestión del Instituto de Innovación para el Bienestar Social supondrá para la Junta un coste de alrededor de 1,5 millones de euros en su primer año de funcionamiento (2007), 3 millones en el segundo año y 3,5 millones de euros anuales cuando se encuentre a pleno rendimiento, una situación que, según el consejero, alcanzará en 2009.

Este proyecto fue presentado en Málaga el pasado 11 de mayo durante la celebración de la Conferencia Europea sobre Salud Digital ‘E-Health’ por Vallejo que anunció que se trataba de crear soluciones prácticas con la tecnología existente.

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Cristóbal Colón, el cruel

Su pericia como navegante ha tapado durante siglos su verdadera personalidad y los cruentos métodos que Cristóbal Colón empleó para controlar a nativos y colonos durante su gobierno en las Indias. Ahora, un estudio ha rescatado la cara más oculta del insigne almirante para mostrar su carácter despótico, incluso con su familia, y su nula capacidad de gestor.
Dos investigadoras del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Consuelo Varela e Isabel Aguirre, han hallado en el Archivo General de Simancas (Valladolid) el expediente del juicio que se siguió contra el marino para destituirlo como virrey y gobernador de las Indias y traerlo a España preso y encadenado, junto a sus hermanos Diego y Bartolomé, en el año 1500. El legajo, de 46 páginas, fue escrito por el comendador de la Orden de Calatrava, Francisco de Bobadilla, siguiendo un encargo de los Reyes Católicos, y confirma las sospechas de los historiadores acerca de los verdaderos motivos del apresamiento.

Intentonas golpistas
El documento original, que aparece recogido en La caída de Cristóbal Colón. La pesquisa de Bobadilla (Ediciones Marcial Pons), incluye el interrogatorio a 23 testigos –ninguno de ellos nativo– sobre la gestión de Colón, la evangelización de los indígenas e incluso sus intentonas golpistas contra el propio Bobadilla, nuevo gobernador de la región. Sus declaraciones revelan a los hermanos Colón como unos tiranos que aplicaban justicia sin juicios, no distribuían los víveres entre los colonos y que no permitían bautizar a los indígenas para usarlos como esclavos, explica Varela. Su crueldad queda de manifiesto incluso con los más cercanos: Su concuñado murió a causa de los tormentos que Colón le propinó.
El legajo, que fue descubierto el año pasado, ha tenido que ser transcrito íntegramente dado que aparte de la mala letra, los copistas oían las cosas pero no sabían de qué hablaban. Sin embargo, su auténtico valor es su perspectiva absolutamente renovadora de los inicios de la colonización en el Nuevo Mundo, convirtiéndolo en el documento más importante de los aparecidos en el último siglo sobre la vida en la colonia.
Es interesante conocer detalles de esa ciudad de frontera, como del Oeste americano, que era las Indias, repleta de gente perdida al descubrir que la tierra prometida no era como les aseguraron, indica. Así, incluye datos sobre las calamidades para subsistir, la organización de la vida cotidiana –subastas, almonedas y hasta prostíbulos– y los motines producidos. Aparecen incluso nombres de mujeres, cuando nunca antes habían sido mencionadas.

La caída de un mito
Por primera vez, frente a todos los textos conocidos –escritos por él mismo o sus amigos–, la historiografía no se muestra favorable al marino. Varela es consciente de que el estudio va a hacer mucho daño. Cuesta que un mito caiga. Sabíamos que no era un ángel, pero no pensábamos que pudiera haber sido así. Ahora conocemos las buenas razones para que fuera destituido.
Por otra parte, hasta finales de año no se darán a conocer los resultados de la investigación sobre el origen del marino, según confirmó el investigador del Laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de Granada (UGR) Miguel Lorente Acosta, dado que aún se están recopilando muestras en Italia, Portugal, Catalunya y Mallorca. El estudio trata de probar la conexión genética de los restos de Colón que reposan en Sevilla con familias de ese mismo origen etimológico, como Colombo y Colone (Italia) o Colom (Catalunya).

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La ópera de Manuel García ‘El califa de Bagdad’ abrirá el festival de 2007

La ópera de Manuel García El califa de Bagdad abrirá el festival de 2007
Casi 56.000 espectadores acudieron a los 127 actos del programa oficial y el FEX.Gámez afirma que el certamen deja este año en Granada 2,5 millones de euros
INÉS GALLASTEGUI/GRANADA

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El festival de 2007 se abrirá con la ópera El califa de Bagdad, del cantante y compositor sevillano Manuel García (1775-1832), poco conocido aunque en vida fuera «el Plácido Domingo del siglo XIX» y cosechara grandes éxitos en Europa y América. Así lo anunció ayer el director del Festival Internacional de Música y Danza, Enrique Gámez, tras realizar un balance muy positivo de la edición que acaba de clausurarse. Casi 56.000 espectadores acudieron a los 127 conciertos y espectáculos programados, tanto gratuitos como de pago, que lograron una ocupación media del 98,7%. Según el director, el evento cultural más importante del año dejó en la ciudad 2,5 millones de euros, entre los gastos realizados por los espectadores de fuera de la ciudad (un 22% del total) y los implicados en la propia organización.

Respecto al avance de la programación para 2007, Gámez advirtió que se trata sólo de previsiones. Aparte de la recuperación de El califa de Bagdad, a cargo de Les Talents Liriques de Christophe Rousset, adelantó que habrá tres conciertos de la Orquesta de París, dos de ellos dirigidos por su titular, Christophe Eschenbach, y un tercero a cargo de Josep Pons. Y como en las últimas ediciones cerrará Daniel Barenboim y su Staatskapelle de Berlín. Se estrenará una producción encargada por el propio festival, pero su director no quiso revelar quién es el compositor.

Enrique Gámez insistió en que su intención no es aumentar el número de actividades, sino su calidad. En cuanto a nuevos escenarios, confió en agregar la Iglesia de San Juan de los Reyes -«una impresionante sala de conciertos en el Albaicín», siempre que la curia permita que en ella se interprete música no religiosa- y la qubba del Cuarto Real de Santo Domingo. También se podrían excluir recintos que «no han dado todas las facilidades» para la celebración de los conciertos.

Balance

El responsable del festival compareció ayer en rueda de prensa armado de decenas de cifras para avalar su satisfacción por la marcha del festival que se desarrolló del 23 de junio al 9 de julio. Los espectadores del programa oficial (31.647) superaron en número a los del FEX (24.150) en esta 55ª edición. Aumentó el número de espectáculos: fueron 127, de ellos 49 oficiales y 78 fextivaleros. La recaudación en taquilla -641.400 euros, frente a 482.000 en 2005- representa un 16% del presupuesto global, que fue de 3.870.000 euros.

La ocupación de los recintos de pago, con una media del 98,7%, fue similar. No obstante, Gámez matizó que estas cifras varían año a año en función del programa: el aforo del teatro del Generalife, que acoge la danza, es superior al del Palacio de Carlos V, donde se realizan los conciertos sinfónicos.

Enrique Gámez subrayó la importancia del festival, no sólo como evento cultural, sino también como acontecimiento que genera riqueza en la ciudad. Según el «estudio sociológico» que cada año realiza un grupo de investigación de la Universidad de Granada mediante entrevistas a los espectadores del festival, el 22% de los espectadores procede de fuera de la provincia y, de ellos, el 80% viene a Granada expresamente para asistir a los conciertos. La estancia suele oscilar entre dos y cuatro días y el gasto medio ronda los 223 euros diarios.

Gámez resaltó que si al gasto de los espectadores se suma el que realiza el propio festival -que invierte en imprentas y floristerías, azafatas y mensajeros, entre otros muchos sectores de la ciudad- la cantidad resultante alcanza los 2,5 millones de euros.

El director del festival agradeció el trabajo de su equipo y el apoyo de las instituciones, los patrocinadores y los medios de comunicación. En cuanto al público, aseguró que todos los artistas habían comentado su «calidad, atención, puntualidad, silencio y participación». «Granada es una ciudad culta, abierta y respetuosa con todas las manifestaciones artísticas», concluyó.
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Represión, miedo y silencio: la Desmemoria Histórica

Represión, miedo y silencio: la Desmemoria Histórica

Enrique González Duro
Rebelión
Conferencia pronunciada en el marco de las “Jornadas de Memoria Histórica y Reconstrucción de la Paz”, organizadas por el Instituto de la Paz y los Conflictos (Universidad de Granada), el Foro por la Memoria de Granada y Acción Alternativa, los días 28 y 29 de junio de 2006.

La represión franquista durante la guerra civil y la posguerra española fue mucho mayor de lo que los militares rebeldes podrían “justificar” en tanto que necesaria para la consecución de la victoria. Así, en las provincias en las que el Movimiento triunfó desde el primer momento y sin apenas resistencia (Burgos, Valladolid, Navarra, La Coruña, Pontevedra, Cádiz, Huelva, Sevilla, etc.,), la violencia que se ejerció sobre las autoridades republicanas, sobre los militantes de izquierdas, sindicalistas, masones, simpatizantes del Frente Popular o sospechosos de serlo, fue implacablemente sistematizada: detenciones masivas, torturas, vejaciones, trabajo forzoso, encarcelamientos en campos de concentración o en las numerosas cárceles habilitadas, “paseos“, sacas, ejecuciones por condena de los consejos de guerra sumarísimos por delitos de rebelión (“el derecho al revés”), depuraciones profesionales, incautaciones de bienes, etc. Era lo que figuraba en las instrucciones reservadas del General Mola, organizador de la conspiración para el golpe de estado: “La acción ha de ser en extremo violenta […] Hay que extender el terror, hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos a todo el que no piense como nosotros”. Ese plan de exterminio se fue aplicando durante la guerra en todas las zonas que iban siendo “liberadas” por las tropas “nacionales”, y luego en la posguerra.
Cuando a finales de julio de 1.936 Franco, al mando del Ejército del Norte de África, esperaba pasar el Estrecho de Gibraltar, un periodista norteamericano le preguntó cuánto duraría la matanza, ahora que el golpe militar había fracasado. Franco le respondió: “No puede haber acuerdo ni tregua. Seguiré preparando mi avance sobre Madrid. Tomaré la capital. Salvaré a España del marxismo a cualquier precio”. Cuando el periodista le replicó: “¿Significa eso que tendrá que matar a media España?”; un Franco sonriente le respondió: “Le repito, a cualquier precio”. En Sevilla se instaló el feroz Queipo de Llano: los cadáveres se amontonaban, las cárceles estaban atiborradas y patrullas de caballistas realizaban frecuentes “razzias”, en las poblaciones cercanas, al tiempo que él aterrorizaba a toda Andalucía con sus siniestras charlas radiofónicas. Gran parte de la población estaba realmente aterrorizada y pretendía vanamente no enterarse de lo que estaba pasando. Una mujer de Sevilla, por ejemplo, recuerda los días que siguieron a la ocupación del barrio obrero en que vivía: “Pasamos cinco días sin salir de casa para nada […]. Había fusilamientos en el paredón, justo delante de donde vivíamos. Pero yo no los veía. Algunos se despertaban por la mañana para ver a quién habían matado. Los dejaban allí dos o tres horas para que la gente los pudiera ver […]. Los camiones cargados de gente en dirección al cementerio también bajaban por mi calle […]. Pero tampoco queríamos verlos. Cuando sonaban los disparos por la noche nos tapábamos los oídos”. Nadie preguntaba nada porque eso podía implicarle. Era el miedo en estado puro…

Desde Sevilla las columnas africana enviadas por Franco avanzaban rápidamente por Extremadura, llenando de sangre los pueblos que iban tomando y enterrando los cadáveres en fosas comunes cercanas a la carretera. La intimidación y el uso del terror, denominados eufemísticamente “castigo“, estaba especificada en las órdenes que llevaban. La mayor carnicería tuvo lugar el 14 de agosto de 1.936 en Badajoz, donde más de dos mil prisioneros fueron masacrados en la plaza de toros. Tres días antes Franco había enviado una misiva a Mola en la que revelaba su voluntad de purgar de enemigos todo el territorio ocupado, lo que le parecía más importante que una victoria rápida. No tenía ninguna prisa en tomar Madrid, lo que probablemente supondría el fin de la guerra, y prefería una guerra larga, largamente exterminadora de todo adversario posible. A primeros de Septiembre cayó Talavera de la Reina, con la consiguiente masacre. El 21 del mismo mes Yagüe tomó Maqueda, y Franco tomó una decisión aparentemente desconcertante: desvió sus tropas de la ruta hacia Madrid, que comenzaba a fortificarse, y las dirigió hacia Toledo para liberar el Alcázar, asediados por las milicias republicanas. El 27 de septiembre liberó el Alcázar, con el consiguiente efecto propagandístico ante la opinión pública mundial, “chocada” por la pasada matanza de Badajoz. Un día después el alto mando nacionalista confirmó a Franco como Generalísimo de los Ejércitos Nacionales y le confirió el cargo de Jefe de Estado. Inmediatamente, asumió la dirección de la guerra de exterminio tal como él deseaba y comenzó la construcción de un Nuevo Estado en Burgos, haciendo cierta la predicción de historiador republicano José Castillejo: “La guerra, el pánico, la miseria y la memoria de los crímenes horribles van a impedir la libertad durante mucho tiempo”.

Al comenzar la guerra, los sublevados eran incapaces de ponerse de acuerdo sobre la forma constitucional que hubiesen podido poner a la República, pero compartían algunas ideas reaccionarias. Se unificaron en la idea de la vuelta a una España idealizada, a la fuente de la patria y a la hispanidad. Entonces su justificación se hizo primeramente en base a negarle a los adversarios la calidad de españoles. Si se consideraban caducadas las instituciones republicanas, era “porque favorecían el desorden y la revolución”, algo contrario a lo español. Para los militares España era una, eterna y bien ordenada, tierra de tradiciones, religión y orden, una nación organizada y no política. Por consiguiente, cuando el desorden se convirtió en revolución y la sublevación en guerra, se hizo indispensable insistir en la expulsión del adversario fuera de lo español. Siendo la revolución extraña al alma del país, los revolucionarios eran extranjeros. Fueron designados “los rojos”, siendo los comunistas privilegiados después por la propaganda: además de ser enemigos de los valores españoles, aparecían más claramente como “agente del extranjero” e intoxicadores de las incultas clases populares.

La inversión también se situaba en el terreno religioso: el enemigo era impío, quemaba iglesias, quería destruir la esencia de la España tradicional y representaba la Anti-España. Con el apoyo de la jerarquía católica se desarrolló el tema de la cruzada, que ayudó a fijar una nueva ideología con los elementos comunes a todos los sublevados: la patria y la religión. Múltiples propagandistas difundieron esta ideología, en el centro de la cual se situaba el Caudillo, enviado por Dios para salvar España y a la civilización cristiana. De la misma manera que, antes del 18 de julio, se atribuía la responsabilidad del desorden público a los sindicatos y a los partidos de izquierda, fue fácil ver la guerra como una agresión comunista. La deslegitimación del campo heterogéneo del adversario residía en la proyección de una imagen tópica construida alrededor de la noción de “rojo“. La categoría abarcadora de “rojos” se podía declinar en “rojo-separatista” o “rojo-masón”, o bien “republicano”, compañero de viaje. Los rojos no eran el movimiento obrero ni la pequeña burguesía ilustrada, sino esas “hordas salvajes” marxistizadas por agentes del comunismo internacional. No había que tener piedad con ellos… Franco vendía la imagen de baluarte frente a la “barbarie roja”, aunque la denuncia republicana del fuerte apoyo que recibía de las potencias del Eje le obligó a situar el enfrentamiento en el terreno de la defensa patriótica y de la religión católica, esencia de la españolidad: aquello no era una guerra civil, ni mucho menos una guerra de clases. Apenas era una guerra, sino una cruzada contra el comunismo, o en todo caso “una guerra de liberación nacional” contra la invasión extranjera y la “lepra roja”. Así se fijaba la frontera indestructible entre “nosotros” (los buenos) y “ellos” (los malos), sin paliativos y sin posibilidad de mediación alguna. Ni los obispos la querían.

El primero de abril de 1.939, con el ejército rojo preso o exiliado, Franco obtuvo una resonante victoria, que suponía la rendición incondicional y la sumisión completa del enemigo. No pocos republicanos, combatientes o no, se alegraron un tanto ingenuamente porque supusieron que eso significaba el fin de la cruenta violencia y de tantas privaciones, y porque creyeron lo que la propaganda franquista había difundido por doquier: no habría represalia para los que tuvieran las manos “limpias de sangre”. Incluso muchos de los que se habían exiliado volvieron al cabo de poco tiempo, porque no habían tenido buena acogida en el extranjero, porque el quedarse fuera implicaba un delito cuyas consecuencias pagarían con creces sus propios familiares o porque literalmente fueron puestos en la frontera por el gobierno colaboracionista francés: no sabían que les esperaba la ejecución, la cárcel o, cuando menos, la libertad vigilada por la policía. Muchos republicanos volvieron a sus casas, a sus pueblos de origen, donde serían rechazados como apestados, vejados, detenidos, torturados y encarcelados, otros optaron por echarse al monte, o convertirse en “topos” -también los había en la antigua zona nacional-, ocultados durante años y años en increíbles escondrijos: cuando al fin pudieron salir, algunos habían enloquecido. Todo había sido una vil engañifa propagandística…

Al final de la guerra, todos los combatientes republicanos y muchos significados políticos fueron llamados o buscados e internados en los numerosos campos de concentración distribuidos a lo largo y a lo ancho de todo el país, en pésimas condiciones de habitabilidad e higiene (sin apenas comida, a veces sin agua, sin techo para cobijarse, vejados por los guardianes y por las frecuentes visitas de falangistas y familiares de víctimas nacionales para identificarlos y “sacarlos”, en atroz hacinamiento, con sarna y expuesto a toda clase de enfermedades). Se trataba de clasificarlos, con una lentitud agobiante, en cuatro categorías, una de las cuales era la de Adictos al Movimiento: para demostrarlo tenían que haber sido combatientes no voluntarios y presentar los correspondientes “avales “de “personas de orden”, o del jefe de Falange, el Comandante de puesto de la Guardia Civil y el cura; y aún así tenían que incorporarse a filas para hacer el servicio militar. Muchos más fueron encarcelados, previo paso por la comisaría de policía o el cuartelillo de los falangistas -donde fueron ferozmente torturados durante semanas o meses-, para ser procesados por los juzgados militares y condenados a muerte o a largos años de prisión. Se cebaron especialmente con los militares republicanos: creyeron que sus antiguos compañeros de armas iban a ser benévolos con ellos, teniendo en cuenta además que en su mayoría eran católicos fervientes. Se equivocaron del todo: considerados traidores, fueron de los primeros procesados, juzgados en consejos de guerra sumarísimos, condenados a muerte y ejecutados con la mayor brevedad posible. No se libraron de la purga ni siquiera algunos militares que habían combatido en el bando franquista, siendo cuando menos expulsados del ejército por sus antecedentes masones.

En realidad, la desaparición no significaba el final de la guerra: de hecho el estado de guerra se mantuvo hasta el año 1.948. Había habido una guerra civil, y la naturaleza del conflicto había residido sobre todo en la definición de la forma de sociedad, de la forma misma de la ciudadanía, de la ideología. Porque lo que estaba en juego era sobre todo una cuestión social, los vencedores debieron seguir batallando. Los soldados no tenían más territorio que ocupar, pero el General que los mandaba y sus aliados (falangistas, carlistas, monárquicos, eclesiásticos, conservadores tradicionalistas y gente que había hecho un “pacto de sangre” -¿sangre de quién?- con Franco no habían terminado con el adversario). Por eso dijo Franco que “la paz no existe, la paz es la constante preparación para la guerra“. Y por eso todas las noches el “parte” de Radio Nacional, que los españoles debían oír en posición de firmes y con el brazo en alto, repetía la misma cantinela: “¡Españoles, alerta! España sigue en guerra contra todo enemigo del interior o del exterior, perfectamente fiel a sus caídos”. No se habla de paz, ni mucho menos de reconciliación, sino de victoria, una victoria que jactanciosamente exhiben los vencedores uniformados: falangistas de camisa azul, carlistas de boina roja, guardias civiles, curas, monjas, las muchachas del Auxilio Social o de la Sección Femenina y muchos que lucen emblemas del nuevo régimen tal vez para no resultar sospechosos. Una nueva palabra identificaba al enemigo, una palabra que podía resultar peligrosa para quienes se les atribuyera: “desafecto”. Los desafectos no salían a la calle o de su barrio, a no ser en busca de comida, porque iban muy mal vestidos y podían ser identificados. En la Gran Vía de Madrid estaba prohibido circular sin chaqueta ni corbata. Los periódicos, absolutamente controlados por el nuevo régimen, atizaban el fuego, repetían machaconamente los tremebundos estragos que los republicanos habían cometido en la guerra y por los que debían pagar, alentando a la delación. La victoria era casi la única fuente de legitimación del franquismo. Por eso era continuamente referida y celebrada.

Pero el discurso de la victoria constantemente renovado, cultivaba la retórica de la nostalgia como medio de remoralización y reconstrucción nacional, de recuperación o vuelta a un pasado mítico (El Cid, Los Reyes Católicos, Felipe II, etc.); una retórica de la obediencia como fundamento de la vida política. La historiografía franquista se planteaba junto a la glorificación de Franco, una identificación infantil y narcisista con el pasado perdido, que chocaba con un hipotético duelo que significaba el reconocimiento implícito de su radical alteridad, de su singularidad, de su anacronismo. Y aunque Franco mantuvo en pie de guerra un ejército de un millón de hombres, con vistas a una posible alianza con Hitler como medio de recuperar parte del viejo imperio español, el discurso fascistoide e imperial resultaba cada vez más incongruente con la creciente penuria económica del país, el hambre de la mayor parte de la población, la cartilla del racionamiento, la falta de abastecimientos, el “estraperlo”, el enriquecimiento súbito de muchos jerarcas del régimen, la ruptura de la familia, la prostitución, la orfandad de tantos niños, la apabullante mendicidad, la corrupción generalizada a todos los niveles.

Así la reconstrucción nacional del Orden Nuevo era prácticamente imposible, por lo que pretendió fundamentarse en la exaltación de lo espiritual, de lo religioso y de lo milagrero; en la moralización de las costumbres y en el exterminio y el silencio de los desafectos. Mientras se concedía a los vencedores vivos o muertos, derechos exclusivos sobre los sentimientos patrióticos, la autojustificación, la sensación de comunidad y sentido del sacrificio, amén del reconocimiento público, de la preferencia en el empleo, de la pensión como caballeros mutilados o ex-cautivos, la lápida de los “caídos” en las iglesias, etc., el “luto republicano” tenía que ser reducido al ámbito de lo muy privado, porque expresarlo públicamente era considerado como un crimen que sólo podía ser redimido por la aceptación del pecado y del castigo. Los republicanos que no estaban en el exilio, en la cárcel o en una fosa común, tenían que “olvidar” su pasado inmediato, aislarse, renunciar a todo sentimiento de pertenencia social y callar siempre. Callar incluso dentro de su propio hogar, porque los hijos iban al colegio o al Auxilio Social y podían contarlo todo. En familia no se podía hablar de la guerra civil. Los que no estaban casados debían hacerlo, bautizar a los hijos, verles cantar el “Cara al Sol” y hasta vestirse de falangistas. Iban incluso a misa y asistían a celebraciones religiosas y patrióticas para no despertar la sospecha de la muchedumbre de delatores, estimulados por el propio régimen, con el que querían congraciarse. No se podían fiar de nadie, pues hasta en los bares y cafés había infiltrados de la policía, que podían denunciarlos incluso por no colaborar en las numerosas cuestaciones que se hacían, o por no saber disimular su alegría por las victorias de los aliados. Cualquiera podía ser detenido por la vía gubernativa y pasarse meses en la cárcel sin cargo alguno. Había que tener mucho cuidado con lo que se hablaba, con lo que se escribía en las cartas familiares, con lo que se decía por teléfono, porque todo estaba absolutamente controlado. De modo que lo mejor era quedarse en casa, trabajar si era posible y no hablar con nadie. El “luto” reducido a lo estrictamente privado era lo menos doloroso para los que habían sido republicanos, o era una simple cuestión de supervivencia, pero a la larga podía aumentar el daño psicológico, la duda, la culpa, o el arrepentimiento. Ellos mismos podían ser los culpables de lo que les había pasado. Está psiquiátricamente comprobado que el acosado que no señala, nombra o denuncia a su agresor, interioriza el conflicto, pierde autoestima e identidad. Imposible hacerlo en aquellos tiempos en que la guerra se prolongaba a través de la guerra simbólica. Los pocos que resistían trataban de reorganizarse, corrían gravísimos peligros, pero ganaban dignidad.

El silencio también se lo auto-impusieron muchas familias conservadoras y de derechas. Todas tenían algún pariente que había “desaparecido”, que había sido ejecutado, que estaba en la cárcel o en el exilio. No era conveniente hablar de ello, podía fracturar la armonía familiar y no era acorde con los nuevos tiempos. Tampoco nadie se sentía obligado a comprender a los “equivocados”, porque un manto de pudor, de pensamiento ortodoxo, de temor de Dios y de rancia religiosidad encubría todo. Y, sin embargo, la guerra civil permaneció durante muchísimo tiempo en el imaginario colectivo de la gente, como una oscura nebulosa nada fácil de descifrar. Naturalmente, a ello contribuía decisivamente la estricta censura, que no toleraba la menor disidencia de la verdad oficial. Juan Benet, en su novela Volverás a Región, iniciada a comienzos de los años 50 y no publicada hasta 1.967, se refería a la gente de un remoto país -¿España?- que había “optado por olvidar su propia historia: muy pocos deben conservar una idea veraz de sus padres, de sus primeros pasos, de una edad dorada y adolescente que terminó de súbito en un momento de estragos y abandono”. Como en la novela, los niños que crecieron en la dura posguerra, especialmente los de familias republicanas, no se sometían a la estrategia del olvido de los adultos que combatieron en la guerra, porque en su memoria reciente quedaron grabadas experiencias que, por su aparente y desagradable absurdidad, no podían ni querían olvidar. Y el rememorar es parte de la supervivencia psicológica, y es bueno para la introspección y la comprensión de la realidad. “Mi madre nos decía: no digáis nunca que han matado a tu padre. Pasaron años y nadie iba a nuestra casa porque estábamos fichados […]. Mi hermanito de tres años no podía salir a la calle porque los niños le decían: te vamos a matar como a tu padre”.

¿Cómo se puede olvidar eso? Era el comienzo de una ruptura generacional en una familia ya fracturada: los niños querían saber, pero nadie satisfacía su curiosidad, porque de la guerra no se podía hablar y la verdad oficial no convencía a casi nadie.

En la posguerra el tiempo parecía detenido, estancado. Aunque las cárceles se fueron vaciando por sucesivos indultos, los excarcelados seguían controlados por las comisiones sobre la libertad condicional e incluso podían ser deportados. La dura represión continuaba especialmente contra los comunistas, que no cesaban de tratar de organizar la resistencia pese a sus frecuentes caídas, y contra los guerrilleros que fueron masacrados casi en público, juntamente con sus familiares y enlaces. El gobierno se empeñó en acabar con ellos a toda costa y como fuese, lo que no logró hasta pasado el año 1.950. Luego, la posición de Franco se fue consolidando cada vez más, hasta convertirse en una figura clave en la defensa de Occidente. En 1.959 se cambió la política económica y se inició el desarrollo, en buena parte financiado por las divisas que aportaban los turistas y las que enviaban los millones de españoles que trabajaban en el extranjero. Pronto el mito del “milagro económico” desplazaría el mito de la cruzada. En 1.964 se hizo un enorme esfuerzo propagandístico para celebrar, no ya la victoria, sino los “veinticinco años de paz”. La paz significaba en ese año el orden: el control social siguió siendo más importante que la representación, aunque el control a través de la familia, la escuela y el sindicato vertical resultaba cada vez más difícil, cuando no inoperante. La paz debían seguir manteniéndola las fuerzas de seguridad. Pero, a pesar del inmovilismo del régimen, la sociedad española había ido evolucionando una ruptura, no sólo de la memoria, sino también en la narrativa de la identidad personal y colectiva. Ese cambio se debió a los efectos sociales desestabilizadores del “estraperlo” de los años 40 y a los efectos psicológicos de la emigración forzada por el hambre de los años 50 y continuada en los 60. A fines de la década de 1.950, miles de jornaleros sin tierra, arrendatarios y pequeños propietarios habían emigrado del campo a las grandes ciudades industrializadas, donde los “desafectos” podían pasar desapercibidos si no se dedicaban a otra cosa que a trabajar. Los recuerdos de la represión estaban aún muy vivos en los años 60, pero su valor político fue reorientado por la magnitud de un cambio que abría el futuro para los hijos. Para que los hijos progresasen, la generación anterior hubo de sacrificarse.

La resignación se mezclaba con una ligera crítica social compartida con muchos otros trabajadores, reforzando la disociación con el pasado y con la cultura del “pueblo”: “Desde luego, aquí estamos llenos de miseria, pero nada se puede comparar con lo que hemos pasado en el pueblo, enfermedades, hambre, frío y cada año un hijo”. Por lo menos, ahora los inmigrantes podían trabajar, aunque con salarios bajos y viviendo en chabolas, y los hijos tenían mejor porvenir. Durante los años 50 y 60, los inmigrantes rurales se vieron obligados a adoptar una nueva forma de vivir y otras maneras de relacionarse con los demás, saliendo del aislamiento coactivo que habían soportado. Dejaban atrás el pasado y miraban hacia el futuro. Pero la memoria se fue perdiendo casi del todo, aunque persistiesen los malos recuerdos. Lentamente, se fue generalizando un estilo de vida asociado a una incipiente sociedad de consumo y a una cultura de masas: crecía la apatía política y la tendencia a la evasión (el football, el cine, la canción folklórica, etc.). Aumentaba la amnesia colectiva con respecto a lo pasado, y se fue asumiendo el acuerdo tácito de que la guerra civil había sido una trágica locura, de la que todos los españoles habían sido culpables, porque los españoles eran casi congénitamente ingobernables, demasiado apasionados y poco preparados para la democracia. Pero seguía siendo difícil olvidar que el régimen político, tal como seguía funcionando, había nacido con los “castigos” de la guerra y de la posguerra y a costa de las libertades públicas. Una cierta sensación de pecado original, de frustración y de culpa persistió de algún modo mientras se mantuvo el poder franquista. Pero la aceptación de una corresponsabilidad abstracta de todos por lo que había sucedido, suponía justificar la “purificación” y la “purga” efectuada por la dictadura. Esta justificación quedó anticuada en el discurso oficial del régimen, y al cabo de tanto tiempo coincide con la posición actual de los grupos más conservadores, tan neofranquistas en muchos aspectos.

Ciertamente, las generaciones más jóvenes no sabían lo que había pasado en este país, no sólo porque los vencedores lo habían oscurecido y tergiversado, sino también porque los que tanto habían sufrido se guardaron la verdad para sí mismos y no quisieron o no pudieron transmitirla a sus descendientes. Era como si la evocación de los recuerdos trajera consigo los horrores de la guerra y que se repetiría afectando a los mismos de antes. Tras la victoria franquista prosiguió la política de exterminio, represión, depuración y “regeneración” de las víctimas, avalada por la chusca teoría de los fervorosos psiquiatras que abogaban por la higienización de la verdadera raza hispánica, bendecida por la iglesia. Era imposible que las propias víctimas fueran corresponsables de aquello, y sus descendientes biológicos o ideológicos no podían ser cómplices de la conspiración del silencio, ni del miedo impuesto por el régimen a través de una represión que nunca cesó. En todo caso, los españoles fueron prudentes, debiendo aprender que era mejor permanecer callados o desinteresados por las cuestiones políticas. El legado de la guerra y el duro disciplinamiento condujeron a una cierta forma de autocensura que aún, después de tanto tiempo, dura. Hasta finales de los años 80 no pudo iniciarse el movimiento, hoy imparable, de la recuperación de la memoria, en contra de la prolongada inercia y de la desmemoria histórica. Es vergonzoso que aún existan más de treinta mil desaparecidos de la guerra civil, y es sumamente penoso que a los jóvenes actuales se les trate de impedir el conocer un pasado que les fue amputado. El dolor persiste, aunque sea negado por los descendientes biológicos o ideológicos de los vencedores en aras de una reconciliación que nunca se ha efectuado. No se puede confundir la reconciliación con el revanchismo. Aquí y desde hace setenta años los revanchistas siempre han sido los mismos: “ellos”.

Enrique González Duro (La Guardia, Jaén, 1939), profesor universitario y psiquiatra. Con más de treinta años de labor profesional a sus espaldas, ha sido uno de los grandes renovadores de la psiquiatría en España. Colaborador habitual en diversos medios de comunicación es autor de numerosas obras. Actualmente trabaja en el hospital Gregorio Marañón de Madrid. Es autor entre otros títulos de Psiquiatría y Sociedad Autoritaria, Consumo de Drogas en España, Distancia a la locura, Treinta años de psiquiatría en España. Memoria de un manicomio, La paranoia. Franco una biografía psicológica, Historia de la locura en España, Biografía interior de Juan Ramón Jiménez, El miedo en la posguerra y La sombra del General.

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El papel de la Vega de Granada en el Imperio Romano

El papel de la Vega de Granada en el Imperio Romano
Universidad de Granada

La situación estratégica de la Vega granadina y la fertilidad de sus tierras convirtieron la provincia de Granada en un lugar clave dentro de la Bética romana.

Desde los siglos III a.C hasta el siglo V, la Bética fue una de los territorios anexionados al Imperio Romano. Bajo su dominio, este espacio geográfico fue reconocido por su producción minera, oleícola, cerealística y por el elevado nivel de romanización de sus habitantes, algo que no evitó, sin embargo, que éstos se mantuvieran fieles a sus tradiciones. Muestra del grado de romanización alcanzado por esta provincia es la subida al poder imperial a fines del siglo I y durante el II de dos emperadores béticos: Trajano y Adriano, ambos nacidos en Itálica.

Dentro de este territorio, la Vega de Granada ocupaba una situación estratégica (dado su carácter fronterizo entre la Andalucía oriental (Bastetania) y la Occidental (Turdetania), que sumada a la fertilidad de sus tierras convertía a nuestra provincia en un lugar clave dentro de la Bética romana. Julio Miguel Román Punzón, investigador del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, ha estudiado por primera vez el papel de la Vega en la Época Clásica.

Arqueología en el Cerro de La Mora
Su trabajo ha sido realizado íntegramente en el yacimiento del Cerro de La Mora, en el término municipal de Moraleda de Zafayona, uno de los más importantes y representativos de la Vega de Granada. Mediante un escrupuloso análisis, ha conseguido determinar que dicho yacimiento era una aglomeración rural (un ‘vicus’), ubicada junto a la vía de comunicación más importante que los romanos construyeron en nuestra provincia: la que unía Iliberris (Granada) con Anticaria (Antequera), que permitía conectar, por un lado, con las factorías fenicias ubicadas en la costa malagueña, y por otro, con el Valle del Guadalquivir.

Los restos arqueológicos del Cerro de la Mora examinados por Julio Miguel Román, demuestran que los habitantes de este enclave mantuvieron unas intensas relaciones comerciales y culturales con la Andalucía occidental (Turdetania), en mayor grado que con la oriental (Bastetania), probablemente como reflejo de su propia identidad cultural, más turdetana que bastetana. Su trabajo –que ha permitido estudiar importantes producciones cerámicas- ha evidenciado, además, que los habitantes del Cerro de la Mora se mostraron reticentes a las costumbres que llegaban desde Roma, manteniéndose fieles a sus propias tradiciones y modelos de vida.

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