Si no hay escándalos políticos, el cine se centra en la crítica social
Además de sus clase se Derecho, el profesor Xavier Daverat imparte cursos sobre cine y política en la Universidad de Burdeos IV y en la de Toulouse. Su afición por la literatura y las películas norteamericanas se encuentra en la base de una serie de investigaciones que ahora se ven reflejadas en seminarios, trabajos y conferencias como la que ayer ofreció en Granada.
Miguel Rodríguez
Especialista. Xavier Daverat, profesor de Derecho en la Univesidad de Burdeos, es un experto en cine norteamericano.
BELÉN RICO
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Granada. Xavier Daverat, profesor de Derecho de la Universidad de Burdeos y especialista en cine norteamericano, analizó ayer los mecanismos de las cintas de Hollywood contra el nazismo. El teatro utilizado para reflejar en la pantalla los entresijos de la propaganda nazi, como si del espejo de Hamlet se tratase, es el recurso más frecuente en las películas de los cuarenta, el eje de la conferencia que Daverat pronunció ayer durante su participación en las II Jornadas de Cine y Política de la Universidad de Granada, la primera que imparte en España. Pero el corpus del cine de denuncia es muy amplio, tanto en las formas de crítica como en los objetos hacia los que ésta se dirige.
–La cinta elegida para proyectar tras la ponencia ha sido Ser o no ser. ¿Por qué esta película de Lubitsch?
–La elección la ha realizado la organización de las jornadas, pero es un buen ejemplo de cómo las películas clásicas han utilizado las formas teatrales para criticar la propaganda del nazismo. Lubitsch propone una contra representación en la que se muestra la manipulación de la propaganda, la maquinación frente al pueblo. Hay cintas que utilizan por completo este recurso del teatro, como El gran dictador, pero en otras, más o menos conocidas, hay actores que aparecen como personajes más o menos secundarios o representan montajes en alguna escena.
–Exactamente, ¿cómo utilizan el teatro para denunciar la manipulación?
–En ellas se toma de forma burlesca la maquinaria de propaganda nazi, como un simulacro. Películas como la de Lubitsch recurren a lo grotesco para señalar la hipertrofia del circo nazi. La exageración del actor, que pasa del juego a la realidad, es una denuncia de los métodos del nazismo. La atracción que despierta refleja que la fascinación y el fascismo van juntos: el fascismo se basa en la fascinación del pueblo.
–¿Hay muchas películas en las que se trate esa cuestión?
–Sí, muchísimas. Existe un corpus de unas 200 producciones norteamericanas entre 1940 y 1946 que demuestran la existencia de una resistencia contra el nazismo en Estados Unidos. En ellas se presenta a héroes ordinarios, personas normales que deben estar atentas porque la amenaza puede llegar a América.
–Ese corpus, ¿incluye las películas en las que se trata la cuestión de forma metafórica?
–No, sólo en Norteamérica unos 170 ó 200 filmes tratan directamente sobre el nazismo. Y esto no engloba ni a las películas que denuncian este problema de forma metafórica ni a las del género documental.
–Además de la figura del héroe ordinario o del recurso del teatro. ¿Qué más características comunes tienen?
–La resistencia en este cine recae casi siempre sólo en el pueblo, no en las élites.
–¿Todos esos mecanismos se siguen utilizando en el cine de Hollywood actual?
–Sí, pero ahora se emplean para otros temas. El teatro, por ejemplo, ahora sirve para critcar los valores tradicionales, como el matrimonio.
–¿Ya no se usan en el cine de denuncia o propaganda política?
–No sé si se podría hablar de propaganda en el cine contestatario del Hollywood de ahora. En la actualidad hay películas un poco marginales que sí se pueden calificar como de propaganda, como las de Michael Moore. La mayoría, sin embargo, denuncian la evolución social de los Estados Unidos y utilizan formas del cine de los setenta. Por ejemplo, una película de Sean Peen que habla de los veteranos de la Guerra del Vietnam utiliza mecanismos similares a los de los primeros filmes de Scorsese o de otros directores de esa etapa.
–¿Cada época tiene sus formas de denuncia en el cine?
–Sí, claro. En los cincuenta y sesenta, con la evolución de la técnica, se utilizó la ciencia ficción como denuncia. La figura del extraterrestre era la imagen de los miedos fundamentales de la sociedad norteamericana. En los setenta las películas de horror con el personaje del niño monstruoso reflejaban que el mal estaba ya definitivamente dentro de la sociedad. En los setenta se pusieron de moda los falsos documentales. En los ochenta sigue el cine fantástico pero se critica más la búsqueda del dinero fácil. En los noventa lo que hay es una acumulación de las formas anteriores.
–Luego… no sólo cambia la forma de denunciar, también el objeto denunciado.
–Si hay sucesos políticos importantes, como la Segunda Guerra Mundial, la del Vietnam o el Watergate, eso es lo que critica. Cuando no hay un escándalo, lo que se critica es globalmente a la sociedad norteamericana o problemas sociales concretos, como la situación de las minorías étnicas.