TRIBUNAABIERTA
Carta a los Reyes Magos desde Granada
JOSÉ CAZORLA/
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QUERIDOS Reyes Magos: Hace ya mucho tiempo que no os escribo, ni siquiera por intermedio de IDEAL, porque en cierto modo he perdido algo de mi fe en los milagros, y como os quiero hablar de las cosas de Granada, pues de milagros se trata. Porque cuando las cosas no marchan tan bien como quisiéramos, al cabo de un tiempo sólo queda recurrir a ayudas muy especiales, como las vuestras, ya que no todos los hombres que en este mundo tienen responsabilidad, la acompañan de voluntad. Así que me atrevo a pediros ayuda, que buena falta nos hace aquí.
Las demás instancias de poder, o miran para otro lado cuando alguien -raramente- les habla de Granada, o dicen que el presupuesto está ya agotado para varios años (pero no para otros lugares), o dicen que ya a Andalucía se le dieron en el 92 muchos millones y espléndidos servicios, y que es ya hora de que el Norte se le subvencione a fondo, como se hizo toda la vida. Y como se está demostrando de nuevo. De manera que recurro a vosotros, por si pudiérais ayudarnos, no interviniendo directamente en estas cosas materiales, claro, sino inspirando a autoridades, políticos, empresarios, y gentes de poder, para que hagan lo que tendrían que haber hecho ellos mismos o sus predecesores hace ya largo tiempo. Un pequeño soplido mágico a los corazones y las mentes de esas personas sería oportunísimo, y cambiaría hacia la prosperidad una apatía y casi decadencia de una tierra, que Dios bendijo con su belleza y los hombres con su esfuerzo a lo largo de casi toda la Historia.
Sin más preámbulo, paso a enumeraros algunas de las cosas que podríais inducir a acometer a tantos servidores públicos y empresarios privados. Ante todo, y comenzando por las cúpulas políticas nacional y andaluza, procurad que los respectivos Gobiernos coordinen su actuación, de forma que se favorezca más a quienes más lo necesitan y no a quienes más tienen. Recordando que esta provincia y otras de Andalucía se encuentran en los niveles más bajos de renta, y con peores servicios públicos, ambos Gobiernos tendrían una importante labor pendiente, perceptible ahora sólo en algunas promesas, de cumplimiento nebuloso o lejano.
Además, las altas tasas de paro subsisten, hasta el punto de que somos la única región con inmigrantes y a la vez emigrantes (a la vendimia, en Francia), situación anómala demostrativa de un ya incomprensible retraso, y de una modernización que en buena parte del medio rural es meramente cosmética.
Hablando de la emigración, también ambos Gobiernos debieran regular con mucha mayor eficacia la entrada de extranjeros: junto a trabajadores competentes, de cualquier nacionalidad, se están introduciendo en nuestro país poderosas mafias que aumentan tráficos ilegales, actividades peligrosas, explotación de menores y mujeres, y negocios penados por la ley, so capa de empresas productivas. Sería preciso igualmente controlar la entrada de decenas de miles que entran como turistas con un pasaporte para tres meses y pasado ese tiempo se quedan tranquilamente en el país en actividades más o menos legítimas o en dura explotación por patronos sin escrúpulos. Y desde luego, es cierto que España necesitará la aportación de centenares de miles de inmigrantes en el futuro, pero no la entrada indiscriminada de cualesquiera de ellos, con cualesquiera conocimientos y en cualquier cantidad.
Durante largo tiempo (y aparte publicaciones académicas), la Prensa, radio y TV local han venido insistiendo en la imprescindible mejora de las comunicaciones de la provincia, que ha sido un importante factor de la relegación de sus posibilidades económicas. Concretamente, el día en que Granada se llegue a aproximar a los servicios de autovía y ferrocarril de que gozan ciudades vecinas, habrán transcurrido 16 o 17 años en conseguirlos, desde que ellas gozan de los mismos. Este retraso -no debe olvidarse- a partir de entonces significará todavía una inferioridad económica considerable, tal vez irrecuperable. Las oportunidades perdidas pertenecen ya al ámbito de la Historia. Y eso, sin contar la red secundaria provincial de carreteras, muchas de las cuales, como la de la Cabra o la Órgiva-Ugíjar, siguen siendo igual que hace medio siglo. Tampoco se puede olvidar el incierto porvenir de una parte de nuestro medio rural -sobre todo andaluz- durante 18 años dependiente en forma considerable de las subvenciones de la Unión Europea (más o menos un billón de pesetas anual). El recorte inmediato y próxima supresión total de tales subvenciones obliga a establecer ya previsiones para suplir los necesarios medios de empleo.
También deberían cambiar algunas mentalidades. La reducida clase más pudiente de Granada, en parte grandes fortunas, de origen inmobiliario, empresarial u otros, no se ha caracterizado por su iniciativa. Lo que ha llevado a Granada a ser una de las provincias con menor proporción de población activa industrial del país. Una nueva generación se percibe ya en el mercado como más activa, pero la rémora de los viejos procedimientos y la ausencia de innovaciones, pesan aún demasiado. Esta actitud ha repercutido paralelamente en la escasa presencia de fundaciones e instituciones que impulsaran actividades productivas o culturales. Con la excepción de algunas Cajas de Ahorros y un pequeño número de empresas, las iniciativas científicas, artísticas y similares han encontrado escasísimo apoyo económico, en una ciudad famosa por su tradición artística. Los grandes beneficios de las inmobiliarias, por ejemplo, no encuentran apenas eco en alguna forma de ayuda a la cultura o la sociedad de la que viven. La Universidad misma, cuando ha recurrido a la ayuda del capital privado -y a cuyos vástagos probablemente había formado- no ha hallado casi respuesta, ni en las instituciones ni en las personas. En cuanto a mecenas, se pueden contar con los dedos de una mano.
Curiosamente, esta apatía parece haberse contagiado a los responsables políticos, electos o no, porque iniciativas que hubieran empujado ostensiblemente los intereses de Granada han quedado desde hace décadas en el anónimo silencio de las sesudas reflexiones de nuestros representantes. Mientras tanto, en menos de diez años, Málaga ha inaugurado tres Museos, Valencia seis, y Zaragoza, Santiago, Valladolid y otras ciudades ofrecen una envidiable variedad cultural que aquí brilla por su ausencia.
Más aún, sólo de tarde en tarde, la Prensa nacional, radio o TV se ocupan de algo que ocurra en Granada, salvo algún suceso o accidente. Así, no hemos visto referencias en los medios nacionales, por ejemplo, a la espléndida exposición del Hospital Real sobre Isabel la Católica, que está pasando desapercibida, frente a las cotidianas payasadas o vulgaridades de personajes de baja estofa, en cadenas de gran difusión.
No quiero molestar más la atención de los Reyes Magos, si han tenido la paciencia de leerme, y por tanto no voy a entrar en más detalles, que seguramente conocen, sobre la laberíntica circulación de Granada, la macizada construcción de bloques y callejuelas intermedias, en donde no se deja espacio ni a una maceta, los ambiciosos planes de desarrollo metropolitano, una y otra vez sometidos a la avaricia de los intereses de los constructores, y en fin, las múltiples necesidades de una ciudad que en otro tiempo fue monumental, y ahora tiene monumentos.
Perdonad mi atrevimiento, y comprended cuanta es mi ilusión en vuestra ayuda, con la misma esperanza con que en otro tiempo, aquella esperaba la del cielo.
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