GRANADA
religión
La movida no llega a la Iglesia
La juventud se aleja de la Iglesia: el 32% no cree y el 33% cree pero nunca va a misa
Sólo un tercio de los jóvenes se declaran católicos practicantes y visitan la iglesia de vez en cuando, pero muy pocos cumplen los preceptos, por ejemplo, en materia sexual
INES GALLASTEGUIGRANADA
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La Iglesia se hace vieja. Las generaciones jóvenes apenas se sienten ya vinculadas a esta institución que, hace sólo treinta años, dominaba casi por completo el mundo simbólico de los españoles. En relación con la religión, los jóvenes están divididos en tres grupos casi iguales: el de los católicos que alguna vez van a misa, el de los católicos que no van casi nunca y el de los no católicos. Pero lo más llamativo es que, de quienes se declaran creyentes y practicantes, sólo una minoría comparte la doctrina de los obispos en temas como la sexualidad o la anticoncepción.
Así lo indican los abrumadores resultados del último estudio de la Fundación Santa María, dependiente de la congregación de los marianistas. En Jóvenes 2000 y religión, presentado el pasado febrero, los sociólogos Juan González-Anleo, Pedro González Blasco, Javier Elzo y Francisco Carmona -este último profesor de la Universidad de Granada- difunden encuestas históricas y actuales que revelan el progresivo desapego de los jóvenes españoles hacia la Iglesia católica.
Sus datos señalan que sólo un 12% de los jóvenes son católicos practicantes, según la definición clásica -los que van a misa todos los domingos-, mientras que más de un 53% no entra nunca en una iglesia. Según otra clasificación, hay un 35% que se declara practicante -incluidos los que sólo van a misa en celebraciones especiales, como Navidad o Semana Santa-; un 32% se considera católico no practicante; y el restante 33%, no católico. ¿Qué está ocurriendo? Tres jóvenes de Granada que pertenecen a cada uno de esos tres grupos explican cuál es su relación con la religión católica.
PABLO
Católico practicante. 24 años
La religión la mamas de chico
Pablo se declara católico practicante y costalero. Y atribuye la responsabilidad de esa condición a la tradición familiar, al modo en que fue educado. Pero reconoce que ni cree ni respeta todo lo que recomienda la Iglesia.
Mis padres son católicos practicantes. Desde primero de EGB estuve en un colegio de curas, donde íbamos a misa con mucha frecuencia. La religión la mamas de chico, afirma este alumno de Derecho.
A los 16 años ingresó en la cofradía de la Soledad de San Jerónimo, de la que su abuelo era hermano mayor. Hoy es secretario de la hermandad y costalero. La religión está presente todos los días en mi vida. Voy todos los domingos a misa. No me cuesta ningún esfuerzo; a veces hasta lo necesito. Si hay actos de la cofradía y escucho dos o tres misas por semana, no me importa.
Pese a tanto fervor, Pablo guarda las distancias con la Iglesia en muchos asuntos, y uno de ellos es la moral sexual. En cuanto al veto a las relaciones sexuales antes del matrimonio y a los anticonceptivos, es tajante: Eso no lo comparto. No lo puedo compartir.
Otro ejemplo de esa distancia es su rechazo a la reciente pastoral en la que el Episcopado culpaba del aumento de la violencia doméstica a la revolución sexual. Como católico practicante, lo que digan los obispos no me parece fundamental. No le presto mucha atención -asegura-. La Iglesia está formada por personas y se equivocan muchas veces, pero eso no me supone un enfrentamiento con la Iglesia. La fe se basa en la palabra de Cristo y cada uno la interpreta como más le conviene.
En su opinión, hay más jóvenes católicos de lo que parece, pero muchos lo ocultan o, al menos, no alardean de su condición. Mucha gente lo hace pero no lo dice. Por miedo a que los demás se rían: ¿Vas a misa? Ya está el beato… La juventud está más pendiente de la fiesta, de los amigos. Pero, aunque parezca mentira, hay muchos jóvenes comprometidos con la Iglesia. Hay parroquias que están plagadas de gente joven. La Semana Santa es un ejemplo.
ANTONIO
Católico no practicante. 21 años
No creo en las milongas de curas
Para Antonio, que se define como católico no practicante, el grado de cumplimiento de los preceptos religiosos está relacionado con el entorno en que uno se mueve, pero no tiene que ver con las creencias íntimas de la persona.
Cuando era chico era practicante. Estaba en un colegio que hacía mucho hincapié en la religión. Pero ya pasé al instituto público y la religión quedó en un segundo plano. Depende del ámbito donde te mueves; te dejas guiar por lo que hace todo el mundo. Mis amigos tampoco son practicantes, se justifica.
A su juicio, la falta de religiosidad pública no es incompatible con una creencia firme. Soy creyente. Tengo fe en Dios. Pero dentro de mí: no me hace falta ir a la iglesia para tener fe. No voy porque lo que me han enseñado lo he aprendido de chico y porque me lo repitan no voy a tener más o menos fe, argumenta.
No me gustan las milongas que te cuentan los curas, reconoce después. Por ejemplo, las prohibiciones en materia sexual: Según el nivel de creencia o religiosidad, uno se las toma más o menos en serio. Yo me considero creyente a pesar de tener relaciones antes del matrimonio. No creo que dejes de ser creyente por eso.
Antonio, que también estudia Derecho, coincide con Pablo en que ir a misa no está de moda. La mayoría de la gente lo ve como algo aburrido, algo anticuado… Quizá deberían modernizarlo…, afirma. Pero luego se lo piensa un poco mejor y añade: Aunque yo creo que no hay manera de modernizarlo. Eso está ahí y quien quiera lo acepta y quien no, no.
AZAHARA
Atea. 19 años
El Papa vive como Dios y hay hambre
Azahara se considera atea. Sus padres decidieron no bautizarle ni a ella ni a su hermano. Querían que fuéramos libres para bautizarnos de mayores si queríamos, explica esta estudiante de segundo de Farmacia. Pero se ha hecho mayor y no ha sentido esa necesidad.
Eso no la ha librado de muchas presiones. Las primeras, del resto de sus parientes, que sí son católicos y no siempre han respetado la decisión de esta familia. Después, se encontró el proselitismo católico en la escuela pública. Antes no había asignatura optativa y tenía que ir a la de Religión. Cuando ya no quise ir, me pasaba la hora en la sala de profesores. Casi siempre estaba sola, o con otro niño.
Sin embargo, puede entrar en una iglesia cuando hay una celebración social, como una comunión o una boda. Pero no lo puedo soportar -confiesa-. Lo respeto, pero estoy convencida de que no creo. Me defino como atea.Soy bastante de Ciencias, añade.
El entorno en que se mueve Azahara es muy variado. En mi familia, sobre todo por parte de padre, sí son practicantes -explica-. En mi piso estamos cuatro: hay una que sí cree, pero no reza ni va a misa, y las demás son, más o menos, como yo. El tema de la religión no es uno de sus favoritos, pero si sale la conversación, se habla de eso y todo el mundo se respeta. A mí me fastidia que intenten convencerme, asegura.
Sus desencuentros con la ideología católica son muy numerosos. No evolucionan, afirma. A su juicio, su política sobre sexo y anticoncepción está totalmente desfasada. Y en cuanto al dinero, hay mucha hipocresía: El Papa vive como Dios y hay gente muriéndose de hambre. Eso no lo entiendo.
Aunque no sabe cuál es el motivo del progresivo alejamiento entre los jóvenes y la Iglesia, cree que las prácticas religiosas han perdido su lugar entre las costumbres de la gente. Yo estoy convencida, pero hay gente que no va a misa porque no se lleva o porque sus amigos tampoco lo hacen. Ya hay muy pocas familias que van a misa los domingos: no es una costumbre, argumenta.
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