Un ‘miniterremoto’ muy madrugador

A las ocho menos cuarto de la mañana, muchos objetos pueden hacer vibrar el suelo y las ventanas de una ciudad, despertando a sus vecinos. Puede ser el ruido de un camión de gran tonelaje, el rugido de las bocinas en un atasco o el traqueteo de un tren soterrado bajo el asfalto. Quizá sea ese maldito martillo hidráulico de la obra de abajo, que no tiene mejor momento para ponerse a funcionar.
Sin embargo, ayer, a esa hora de la mañana el suelo vibró en mitad del mar en el Golfo de Cádiz, por un motivo mucho más natural: la Tierra se desperezó de nuevo en forma de terremoto. Lo hace a menudo en esta zona del mundo, pues El Estrecho, aunque separa dos continentes a la vista; los une en realidad bajo sus aguas, sirviendo de punto de fricción de las placas tectónicas de Europa y Asia, que cada cierto tiempo se chocan o se separan, haciendo temblar todo a su alrededor. A veces lo hacen con más fuerza, otras con menos.
Ayer, el vibrante madrugar del planeta fue de los medianos, y apenas dejó huella en esta latitud desarrollada del mundo. Por no hacer, ni siquiera despertó a los vecinos de Cádiz capital que aún dormían a esa hora, a 60 kilómetros de distancia del epicentro. Quizá la vibración se confundió con el camión, el tren o el maldito martillo hidráulico.
Lo cierto es que el ‘miniterremoto’ ni siquiera se dejó notar entre los que ya se habían despertado, ya que tembló con una magnitud de apenas 3,1 grados en la famosa escala que Charles Francis Richter creó allá por 1935. Y es que si no supera el 3,5, no suele percibirse.
«Tenemos una web interactiva, en la cual la gente puede rellenar un cuestionario si siente un terremoto y así medimos con qué intensidad ha llegado la onda hasta al continente, pero esta mañana (por ayer) no se ha recibido ninguna visita y ninguna llamada al teléfono 112», explicaba ayer Mercedes Ferichis, del Instituto de Geofísica de la Universidad de Granada, una de las estaciones sismológicas donde se registran, miden y catalogan los seísmos de toda Andalucía.
Zonas habituales
Granada es, de hecho, una zona habituada a los terremotos, como una de las regiones donde más temblores se producen al año en España, pero Cádiz no le va a la zaga. Todo el sur de Andalucía es «de elevada peligrosidad», según explica Mercedes Ferichis, que calcula que en el Golfo de Cádiz pueden repetirse al año unos 10 terremotos similares al que ocurrió en la mañana de ayer, además de un sinfín de temblores de menor entidad (de en torno a 1 y 2 grados de magnitud).
Entre una provincia y otra, en Andalucía, hay no obstante distintos grados de peligro sísmico. Para ser más gráficos: en una escala de colores entre el amarillo y el rojo, donde el primero es poco riesgo y el segundo el más elevado, la provincia de Cádiz recibiría apenas un naranja pálido, según los demarca en sus informes el Instituto Geográfico Nacional, la más alta institución en la materia. La provincia de Granada, en cambio, tendría una tonalidad roja intensa, de un peligro alto de seísmos, mientras Huelva y Málaga aparecería en esa escala con un naranja más oscuro. En la frontera entre la provincia malagueña y la gaditana, en Jimena de la Frontera, tuvo su epicentro uno de los últimos miniterremotos que se dieron en Cádiz, algo inferior en su magnitud al ocurrido ayer (con 2,2 grados en la escala Ritcher). Ocurrió el pasado 27 de febrero, mientras a cientos de kilómetros de allí, en el cabo de San Vicente, otro seísmo de 3,2 grados daba una muestra de lo que ocurrió ayer.
La Sierra de Cádiz también se alteró, hace poco más de un mes, por la sacudida de las montañas. Así, el domingo 20 de enero, se sucedieron tres terremotos distintos en apenas una hora en la cercana serranía de Ronda.
Aunque la fuerza con la que vibró la tierra entonces no superó los 2,8 grados, entonces sí se percibieron algunos municipios gaditanos. Meses antes, el 29 de septiembre, un temblor algo más intenso tuvo su epicentro en Ubrique, dejándose notar hasta Villaluenga, donde, esa vez sí, algún dormilón se despertó movido por los caprichosos temblores de la Tierra.

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El arreglo del tramo de autovía hundido en Granada costará 6,5 millones

Habrá socavón para rato. La lluvia no permitirá iniciar los trabajos para reponer el trozo de calzada hundida en la A-92 Norte, entre los kilómetros 246 y 249 en el término de Jun, según dijo ayer la consejera de Obras Públicas, Rosa Aguilar, tras personarse en el lugar donde se ha hundido este vial. «No quiero dar fechas. Vamos a actuar con máxima celeridad, pero con máxima garantía y rigor profesional como siempre lo hacemos».
Las inclemencias meteorológicas impiden la entrada de las máquinas en el terreno colindante a la autovía para iniciar la instalación y anclaje de mocropivotes y reposición posterior del terraplén. «Lo primero es la seguridad y no vamos a arriesgar la vida de nadie por ahorrar tiempo», dijo la consejera durante su comparecencia ante los medios de comunicación. Y después habrá que tener en cuenta el tiempo para rehacer la calzada.
El tramo hundido en el año 2001, sólo mil metros más arriba del socavón localizado en el kilómetro 247, tardó ocho meses en reabrirse, pese a que los plazos fijados para su reconstrucción oscilaron entre los cuatro y los seis. Eso sí, las dimensiones de aquel desprendimiento eran el doble del actual. A falta de fechas, dos ingenieros consultados por este periódico han augurado que los cinco meses de obras no se los quita nadie. Dos para crear el muro de contención que aguante la parte sana del vial y otros tres para arreglar el socavón. La consejera estimó un gasto de cinco millones de euros para arreglar este hundimiento.
De momento, las máquinas sí están trabajando ya en la creación de un muro de hormigón de cincuenta metros de longitud y quince de profundidad para evitar el hundimiento del resto de la autovía que se encuentra en buen estado. Aguilar sí dio fechas para finalizar esta obra: «dos meses». Sesenta días y no una semana como el día anterior había anunciado el delegado de Obras Públicas, Jorge Rodríguez. Este muro dispondrá de micropivotes verticales cada setenta centímetros a lo largo de los 50 metros de longitud del muro, y cada dos columnas se pondrá una tercera inclinada hacia el plano horizontal para afianzar más el terreno que aún no está dañado. Este bloque de hormigón irá instalado en la mediana de la autovía y costará 1,5 millones de euros, lo cual elevará a 6,5 millones de euros la inversión definitiva para solucionar este desaguisado que sorprendió a propios y extraños el lunes.
Los operarios trabajarán en turno de noche si hiciera falta. El pasado martes permanecieron en el lugar sobre hasta las ocho de la tarde y retomaron las labores el miércoles a las siete de la mañana. Obras Públicas trajo ayer un grupo de generadores que les dará luz para permitir prolongar a la jornada de trabajo en horario nocturno.
«Si para hacer el muro de contención que aguantará la parte sana tardarán dos meses, hay que contar con otros tres más para rehacer la parte dañada, teniendo en cuenta que sólo me aventuro a dar una estimación porque me faltan elementos para facilitar una fecha más exacta», comentó ayer el ingeniero de caminos y profesor de la Universidad de Granada, Antonio Menéndez Ondina. Haciendo cuentas y si se suman cinco meses: la primera operación salida del verano cogerá a este tramo de la A-92 sin arreglar, y si todo va bien, podría estar para finales del mes de julio. Sólo si todo va bien y si las lluvias dan una tregua durante la primavera, después de estos dos meses de temporal.
Mil litros de agua
El terreno deslizado ha soportado desde el pasado 20 de diciembre hasta la fecha de ayer la nada desdeñable cantidad de mil litros de agua, según comunicó Aguilar. «Eso no hay suelo que lo pueda aguantar», según Menéndez Ondina. El componente arcilloso de los materiales de esta zona en contacto con el agua ha ido moviendo el subsuelo y generando balsas de agua debajo de la autovía, que han devorado los drenajes de que disponía este terreno.
Además de este socavón y del hundimiento de 200 metros de calzada en el año 2001 justo un kilómetro más arriba, el 11 de febrero de 2003 se hundió un talud en el punto kilométrico 247, justo en el mismo tramo donde está cortada ahora la A-92 en dirección Almería. El corrimiento de tierra dejó inservibles los tres kilómetros inutilizados ahora, del 247 al 249.

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‘Vuelvo a mi Caja’

El cantante Miguel Ríos tomó ayer posesión de su cargo como nuevo patrono de CajaGranada, entidad de la que fue consejero hace más de veinte años. De ahí que parafraseara una de sus canciones emblema para definir su retorno: «Vuelvo a mi Caja, vuelvo a mi hogar». Otros patronos elegidos han sido la arabista Mercedes del Amo y el ex presidente primero de la entidad Juan Ramón Ferreira.
La elección se enmarca en la estrategia de CajaGranada ha decidido impulsar la acción de sus tres fundaciones con el objetivo de estrechar aún más sus vínculos con los ámbitos económico, social y cultural de Andalucía, donde desarrollan la mayor parte de sus actividades. En las primeras reuniones de las fundaciones, tras ser elegido Antonio Jara presidente de la entidad, los nuevos patronos, tomaron posesión de sus cargos en unas sesiones en las que, respectivamente, se han trazado las principales líneas estratégicas de actuación.
En la primera reunión del patronato de la Fundación Memoria de Andalucía, que marca las directrices del museo CajaGranada Memoria de Andalucía, el presidente de la entidad, Antonio Jara subrayó la «especial trascendencia» de la fundación por su marcado «carácter cultural», una seña de identidad propia de la Caja, según recalcó. El presidente de CajaGranada expresó su deseo de que la Fundación Memoria de Andalucía se convierta en un «importante pulmón» de la gran actividad cultural de Andalucía y que contribuya a que aflore la fuerza creativa de esta Comunidad autónoma.
A este respecto, Antonio Jara aludió a la «extraordinaria capacidad de Andalucía para generar cultura de calidad» en muy diversos ámbitos y animó a los patronos a impulsar la actividad de los nuevos autores, de los innovadores y a hacerlo «con acierto».
Respecto a los nuevos patronos, Miguel Ríos expresó su satisfacción por haber sido propuesto miembro de una fundación presidida por Antonio Jara al reseñar, en referencia a la época de alcalde del actual presidente de la Caja, que «como ciudadano mayor que lo fue de esta ciudad demostró ser un buen administrador de la ciudad». El cantante añadió que la presencia de Antonio Jara es «una garantía de éxito» de la Caja y de la Fundación y sobre las funciones de Fundación señaló que debería apoyar a los jóvenes valores, así como a los artistas más consolidados.
Por su parte, Mercedes del Amo, doctora en Filología Árabe por la Universidad de Granada, especialista en estudios semíticos, estudiosa de la sociedad y cultura árabes, mostró su agradecimiento por pertenecer a este Patronato, al que, según la entidad, «tratará de aportar, además de su extraordinario bagaje, la sensibilidad del mundo universitario».

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Nuevas réplicas causaron pánico en Chile

La ciudad de Concepción volvió a vivir escenas de pánico este miércoles luego de sentirse un nuevo sismo de 5,9 grados en la escala de Richter, según informaron medios locales.
La situación fue aún de mayor confusión luego de que los bomberos de la ciudad emitieron una alarma de tsunami, que luego fue levantada.
«La magnitud no corresponde a la alerta de un tsunami», dijo un portavoz de la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) en Santiago, según un informe del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA).
«Lo más importante en este momento es conservar la calma», informó el comandante de Bomberos de la ciudad, Juan Carlos Subercaseux, luego de declarar la falsa alarma.

La gente corrió
La gente corrió por las calles hacia zonas más altas tras escucharse la sirena.
Las mismas escenas de angustia se vieron en la localidad de Constitución, más al norte.
Sin embargo, la calma ha vuelto a la capital de la región de Bio Bio.
Existe mucho temor de que las edificaciones que ya han sufrido daños terminen por colapsar ante las réplicas que no se han dejado de sentir desde el poderoso sismo de 8,8 del pasado 27 de febrero.
Las autoridades de Concepción elaboraron una lista en que se detalla que hay 17 edificios de más de 15 pisos que están en precarias condiciones y con un alto peligro de derrumbe y cuyos habitantes han sido desalojados.
El gobierno elevó la cifra de muertos por el terremoto del sábado pasado a 799, aunque sigue insistiendo en que seguirá aumentando una vez comiencen a descubrirse cuerpos en la zona costera de las regiones de Maule y Bio Bio, donde el maremoto produjo mayores daños.
La presidenta Michelle Bachelet ha desplegado 14.000 efectivos de las fuerzas armadas en la zonas del desastre para distribuir ayuda y alimentos y mantener el orden en Concepción y zonas aledañas.
«Las labores de reconstrucción serán enormes», dijo Bachelet en una aparición televisada este miércoles en la mañana.

Argentina
El gobierno argentino envió ayer otros dos aviones con implementos para levantar un hospital de campaña en Chile, donde fueron localizados finalmente jóvenes riojanos que dejaron de comunicarse desde el terremoto del sábado, que con sus nuevas réplicas generó un sismo en Mendoza.
En tanto, Bachelet calificó de «excelente» la asistencia brindada por Argentina desde el sábado tras el terremoto, al resaltar que el país «fue el primero en enviar ayuda concreta».
El diputado nacional por La Rioja, Jorge Yoma, aseguró ayerque según una funcionaria de la Dirección de Asuntos Consulares los jóvenes Sergio Romero, Maximiliano Bóveda y Cristian Bazán, «se encuentran bien y con intenciones de retornar» a sus casas.
Asimismo, autoridades riojanas dijeron que seguía la búsqueda de Mario Bazán, padre de uno de los deportistas, quien regresaba desde la localidad chilena de Concepción hacia Mendoza el sábado.

¿Hay más terremotos?
Podría parecer que los devastadores terremotos que han sacudido a la Tierra en los últimos meses, como el de Haití y Chile, reflejan un incremento en la actividad sísmica del planeta, pero no es así.
En realidad, estos terremotos forman parte de un patrón constante que se ha visto desde los 1900, cuando comenzaron los registros geológicos.
Según el Servicio de Inspección Geológica de Estados Unidos (USGS) los registros muestran que desde 1900 ha habido cada año en el mundo unos 18 terremotos «importantes» (con una magnitud de entre 7,0 y 7,9) y un «gran» terremoto (de magnitud 8,0 o mayor).
«No ha habido más terremotos en el mundo» dijo el profesor Francisco Vidal Sánchez, sismólogo investigador del Instituto Andaluz de Geofísica de la Universidad de Granada.
Lo que sí es un hecho, afirman los expertos, es que estos fenómenos son cada vez más devastadores. Pero no porque la Tierra se sacuda más, sino por el incremento en la densidad de población que vive en las zonas de riesgo.
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La UGR publica el Código Qatarí de la familia que somete a la mujer a la autoridad del hombre

La profesora de la UGR Caridad Ruiz-Almodóvar en su estudio y traducción de este código aplicable a los ciudadanos musulmanes seguidores de la escuela jurídica hanbalí, señala que, pese a introducir mejoras, «no ha eliminado ninguno de los principios del derecho islámico que establecen la dependencia y sometimiento de la mujer a la autoridad del hombre».

La esposa será declarada rebelde si rehúsa viajar con su marido, según recoge el Código Qatarí de la familia, publicado por la profesora del departamento de Estudios Semíticos de la UGR Caridad Ruiz-Almodóvar, después de un estudio y traducción, en el volumen 58 de la Revista ‘Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos’ que dije la profesora Mercedes del Amo y edita la Universidad de Granada.

El Código Qatarí de Familia fue promulgado en 2006 y está compuesto por 301 artículos de la escuela jurídica hanbalí, pero a diferencia de los demás países árabes, solo es aplicable a los ciudadanos musulmanes que sigan esta escuela.
Según la autora del estudio, Caridad Ruiz-Almodóvar, aunque en la redacción de este código se introdujeron algunas mejoras, como el hecho de otorgar a la mujer, al igual que al hombre, el derecho a renunciar a la realización del contrato matrimonial, «no ha eliminado ninguno de los principios del derecho islámico que establecen la dependencia y sometimiento de la mujer a la autoridad del hombre».

El Código Qatarí señala, así, que «no hay herencia entre los que tengan diferente religión»; que «la esposa no tendrá derecho a que vivan con ellos en el domicilio conyugal sus hijos habidos con otro esposo, a menos que no exista otro titular de su custodia que no sea ella»; que «el juez emitirá la separación de los cónyuges por la apostasía de uno de los dos o de ambos, después de la consumación del matrimonio, después de requerir el retorno al Islam durante un plazo equivalente al plazo legal de espera y si se excluye el retorno, emitirá la separación»; o que «el hermafrodita equívoco tendrá derecho a la menor de las dos partes en consideración a su masculinidad y su feminidad».
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Profesionales sanitarios creen que no existen criterios válidos para diagnosticar una enfermedad terminal

Una investigación realizada en la Universidad de Granada revela el peso que tienen las emociones en el juicio clínico de los profesionales a la hora de dar un diagnóstico de enfermedad terminal. Para llevar a cabo este trabajo, plantearon un estudio cualitativo sobre una muestra de 42 entrevistas en profundidad para conocer la perspectiva y el discurso de los profesionales implicados en la atención al enfermo terminal

Los propios profesionales sanitarios que se encargan de diagnosticar cuándo una enfermedad es terminal perciben que en la actualidad, «no existen criterios válidos y aceptables para el uso del diagnóstico» de este tipo de enfermedades. Así se desprende de un trabajo pionero elaborado en la Universidad de Granada y publicado recientemente en la revista International Journal of Clinical and Health Phychology (IJCHP)

Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores realizaron 42 entrevistas en profundidad a una muestra formada por 42 profesionales de la salud, 21 médicos y 21 enfermeros, que ejercen su actividad profesional en establecimientos sanitarios de Granada y provincia, y que trabajan con enfermos terminales y/o con enfermedad avanzada. De los 42 participantes, 22 eran mujeres y 20 eran hombres, con edades comprendidas entre los 23 y los 53 años; 17 trabajaban en centros de salud públicos; 18 en hospitales públicos, 4 en unidades mixtas y 3 en centros privados.

De su trabajo se obtienen muchas conclusiones interesantes. Las respuestas de los profesionales entrevistados sobre la utilización del diagnóstico de enfermedad terminal (ET) en su trabajo cotidiano muestran diversidad de situaciones, relacionadas con el tipo de establecimiento en el que trabajan (atención primaria y atención especializada) y con el tipo de profesional del que se trate (médicos y enfermeros).

Empleo de eufemismos

En concreto, los profesionales que trabajan en centros de salud públicos (tanto enfermeros como médicos) utilizan y tienen recogido el diagnóstico de enfermedad terminal para determinar la situación clínica de sus pacientes.

Sin embargo, cuando se trata de los profesionales que trabajan en hospitales públicos, las respuestas obtenidas por los autores difieren notablemente: los profesionales enfermeros no incorporan este diagnóstico y prefieren usar algún eufemismo o sinónimo mientras que los profesionales médicos lo utilizan con frecuencia internamente, reconocen y determinan esta situación del enfermo, pero la omiten o la disfrazan en sus informes.

El trabajo realizado en la UGR revela que los profesionales perciben dificultades en diferentes aspectos del diagnóstico, lo que plantea la pregunta de si éstas pueden estar afectando a que en un importante número de pacientes no se inicien medidas paliativas y, por tanto, se esté perdiendo un tiempo valioso, para quienes ya no lo tienen, sin asistencia y sin medidas específicas para abordar el sufrimiento y la calidad de vida del periodo final de la misma.

Además, apuntan los autores del trabajo, se distorsiona el sentido y la función de los cuidados paliativos, ya que los profesionales se sienten afectados por el peso emocional de un diagnóstico que en el imaginario social equivale a una ?condena?.

Los autores de este trabajo son María Paz García Caro, Francisco Cruz Quintana, Jacqueline Schmidt Río Valle, Antonio Muñoz Vinuesa, Rafael Montoya Juárez, Diego Prados Peña y Miguel C. Botella López (Universidad de Granada, España) y Atthanasios Pappous (Universidad de Kent, Reino Unido).

Pacientes con cáncer

Para profundizar en las dificultades que plantea el uso del diagnóstico de enfermedad terminal y sus consecuencias, los científicos preguntaron a los profesionales sanitarios tanto el tipo de enfermedades en las que se aplica este diagnóstico como el momento en que se produce. Para la mayoría de profesionales enfermeros y médicos, la enfermedad terminal siempre se refiere a los pacientes con cáncer, aunque un importante número que trabaja en centros de salud públicos también la asocian a la situación de deterioro avanzado de pacientes con enfermedades crónicas y/o degenerativas no cancerosas.

En cuanto al momento de hablar de «enfermedad terminal», se identifica mayoritariamente a un paciente como terminal cuando la situación es preagónica o claramente agónica. Siendo esta una opinión común para la mayoría de profesionales que trabajan tanto en hospitales como en atención primaria.

En este sentido, el trabajo llama la atención sobre el hecho de que contando desde hace una veintena de años con referencias y criterios para delimitar la enfermedad terminal al menos en lo que a la enfermedad oncológica se refiere, se utilice de manera tan restrictiva un diagnóstico cuya razón de ser es ubicar el momento en el que la situación del enfermo requiere un cambio en la orientación terapéutica y el inicio de medidas especiales de atención y asistencia al enfermo y familia.

Del mismo modo, llama la atención sobre la falta de referencias existentes en la bibliografía al peso emocional que soportan los profesionales ante este diagnóstico, apareciendo en este estudio como un factor clave para explicar por qué es problemático el uso de este diagnóstico, especialmente en el ámbito hospitalario.

El trabajo realizado en la UGR ha puesto de relieve la necesidad de mejorar la formación de los profesionales en cuanto a la delimitación del diagnóstico de enfermedad terminal, especialmente en enfermedades crónicas y degenerativas avanzadas, y de investigar para mejorar la evidencia científica de este procedimiento.

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La Facultad de Ciencias acoge unas jornadas de formación para pedagogos

La Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada acoge hoy y el próximo día 11 de marzo los segundos Encuentros de Formación para la Inserción Laboral del Alumnado de Pedagogía.

La actividad está abierta a todos los interesados en conocer la profesión, dada la amplitud del campo de intervención de los pedagogos y el beneficio social que puede desprenderse de su labor, tanto en el sistema educativo formal como en otros lugares educativos distintos de la escuela y la diversidad de funciones que le competen. Estos encuentros se celebran con el patrocinio del Centro de Promoción de Empleo y Prácticas de la UGR y el Grupo de Investigación Valores Emergentes y Educación Social .
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¿Por qué tantos terremotos?

Podría parecer que los devastadores terremotos que han sacudido a la Tierra en los últimos meses, como el de Haití y Chile, reflejan un incremento en la actividad sísmica del planeta, pero no es así.

En realidad, estos terremotos forman parte de un patrón constante que se ha visto desde los 1900, cuando comenzaron los registros geológicos.

Según el Servicio de Inspección Geológica de Estados Unidos (USGS) los registros muestran que desde 1900 ha habido cada año en el mundo unos 18 terremotos «importantes» (con una magnitud de entre 7,0 y 7,9) y un «gran» terremoto (de magnitud 8,0 o mayor).

«No ha habido más terremotos en el mundo» dijo a BBC Ciencia el profesor Francisco Vidal Sánchez, sismólogo investigador del Instituto Andaluz de Geofísica de la Universidad de Granada.

«Los terremotos son procesos condicionados en el tiempo en cada zona y si vemos la distribución a escala global podríamos considerarlos como un proceso aleatorio».

Lo que sí es un hecho, afirman los expertos, es que estos fenómenos son cada vez más devastadores. Pero no porque la Tierra se sacuda más, sino por el incremento en la densidad de población que vive en las zonas de riesgo.

Es decir, la percepción de que estos fenómenos están en aumento y que cada vez son más destructores se debe a que el público sólo se entera de los terremotos que devastan a zonas pobladas, como en el caso de Haití y Chile.

Y sin embargo el Centro Nacional de Información de Terremotos del USGS actualmente detecta entre 12.000 y 14.000 sismos cada año -unos 50 por día- y muchos de estos de grandes magnitudes.

Los que «hacen» noticia

«A escala global , los terremotos destructores -que son los que hacen «noticia»- a veces parecen agruparse en el tiempo porque ocurren en zonas pobladas» explica Francisco Vidal.

«Pero hay ocasiones en las que ocurren más terremotos y no necesariamente son tan destructores porque no tienen un efecto en las personas».

No ha habido más terremotos en el mundo. Los terremotos son procesos condicionados en el tiempo en cada zona y si vemos la distribución a escala global podríamos considerarlos como un proceso aleatorio.

Hace sólo unas décadas el mundo no se enteraba de un gran terremoto en China o Indonesia, por ejemplo, sino hasta unos días o semanas después de que había ocurrido. Y para entonces la noticia quedaba relegada a las páginas interiores de los diarios, si acaso se informaba de ella.

Hoy en día, gracias a internet, las redes sociales y los noticieros de 24 horas, la información puede llegar a todo el mundo de forma casi inmediata.

Otra explicación por la que parecería que los terremotos están en aumento es porque en los últimos 20 años se han logrado detectar más estos fenómenos debido al incremento en el número de estaciones de sismógrafos en el mundo y la mejora en la comunicación global.

Según el USGS, en 1931 operaban en el mundo 350 estaciones. Hoy en día, hay más de 4.000 sismógrafos y los datos que recogen pueden viajar rápidamente a través del planeta vía satélite, computadoras e internet.

«Las estadísticas geológicas nos dicen que los grandes terremotos, como este de Chile o el de Sumatra de 2004, son fenómenos que ocurren con una frecuencia de uno cada año», explica el profesor Vidal.

«Pero también pueden pasar cinco años sin ningún terremoto fuerte y después ocurran cuatro o cinco seguidos en diferentes partes del mundo».

Menos no es más

Según el experto, otra creencia común -y errada- sobre los terremotos es que si en una zona de riesgo no han ocurrido movimientos de la tierra durante mucho tiempo, pronto ocurrirá un sacudimiento de gran magnitud.

La quiesencia -o falta de actividad sísmica- no necesariamente significa que tiene que ocurrir un gran terremoto. Porque un incremento o disminución en la actividad sísmica a menudo forma parte de la variación natural en la sismicidad de la zona.

«Se ha visto en una irregularidad en diferentes lugares del mundo», dice Francisco Vidal.

«En unos sitios se «relaja» energía antes de que se acumule toda la energía posible, en otros sitios se libera de una sola vez , es decir, es distinto de un sitio a otro».

Por ahora, los científicos no tienen forma de saber si un aumento o disminución en la actividad sísmica de una zona conducirá a un gran terremoto o a un sismo de menor magnitud.

Tal como expresa el sismólogo Francisco Vidal, lo único cierto hoy en día es que un terremoto será más devastador entre más poblada sea la zona afectada.

«Por eso se han establecido movimientos a nivel internacional para prevenir desastres naturales y fundamentalmente terremotos».

«Y esa prevención está orientada a reducir la vulnerabilidad de un país disminuyendo la densidad de la población expuesta al riesgo e incrementando las medidas preventivas de sismoresistencia y de atención después del desastre».

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El Centro de Estudios Andaluces presenta hoy en Granada un estudio ‘pionero’ la inmigración marroquí en Andalucía

El Centro de Estudios Andaluces presenta hoy, a las 12,00 horas, en el marco del Seminario ‘Andalucía-Marruecos. Escenario presente y posibilidades de futuro’, los «principales» resultados del proyecto de investigación ‘Inmigrantes marroquíes instalados en Andalucía. Una investigación colectiva 2007-2010’.

Dirigido por el doctor en Antropología Social e investigador de la Escuela de Altos Estudios Sociales de París, Mokhtar Mohatar Marzok, el proyecto arroja principalmente datos relacionados con el origen, los lugares de destino y las condiciones sociolaborales de la población marroquí asentada en Andalucía, así como los perfiles sociológicos de los individuos y de las familias, se indicó en nota de prensa.

Esta investigación, «pionera» en Andalucía y de «especial» interés ante la carencia de estudios relacionados con esta temática, constituye una herramienta de utilidad para la administración pública y para la comunidad científica interesada en el estudio de la inmigración marroquí.

Coordinado y financiado por el Centro de Estudios Andaluces, se trata de un macro proyecto de carácter internacional en el que han colaborado un total de 32 investigadores, procedentes de Marruecos, Francia y Andalucía, además de otras instituciones como la Fundación Tres Culturas, la Dirección General de Políticas Migratorias de la Consejería de Gobernación, la Consejería de Educación, la Universidad de Granada y la Fundación Euroárabe.
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Sanitarios opinan que actualmente ‘no existen criterios válidos para diagnosticar una enfermedad terminal’

Los profesionales sanitarios que se encargan de diagnosticar cuándo una enfermedad es terminal admiten que, en la actualidad, «no existen criterios válidos y aceptables para el uso del diagnóstico de este tipo de enfermedades», según se desprende de un trabajo «pionero» elaborado en la Universidad de Granada (UGR) y publicado recientemente en la revista ‘International Journal of Clinical and Health Phychology’.

En concreto, esta investigación revela como principal conclusión que las emociones en el juicio clínico de estos profesionales a la hora de dar un diagnóstico de enfermedad terminal tienen bastante peso.

Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores realizaron entrevistas en profundidad a una muestra formada por 42 profesionales de la salud, –21 médicos y 21 enfermeros–, que ejercen su actividad profesional en centros sanitarios de Granada y provincia y que trabajan con enfermos terminales y/o con enfermedad avanzada.

De los 42 participantes, 17 trabajaban en centros de salud públicos; 18 en hospitales públicos, cuatro en unidades mixtas y tres en centros privados. De ello, 22 eran mujeres y 20 hombres, con edades comprendidas entre los 23 y los 53 años.

Entre otras conclusiones que se extraen de dicho trabajo, destaca el hecho de que las respuestas de los profesionales entrevistados sobre la utilización del diagnóstico de enfermedad terminal (ET) en su trabajo cotidiano muestran diversidad de situaciones, relacionadas con el tipo de establecimiento en el que trabajan (atención primaria y atención especializada) y con el tipo de profesional del que se trate (médicos y enfermeros).

Empleo de eufemismos

En concreto, los profesionales que trabajan en centros de salud públicos, tanto enfermeros como médicos, utilizan y tienen recogido el diagnóstico de enfermedad terminal para determinar la situación clínica de sus pacientes.

Sin embargo, cuando se trata de los profesionales que trabajan en hospitales públicos, las respuestas obtenidas por los autores difieren notablemente, según esta investigación de la UGR. Así, los enfermeros no incorporan este diagnóstico y prefieren usar algún eufemismo o sinónimo, mientras que los profesionales médicos lo utilizan con frecuencia internamente, reconocen y determinan esta situación del enfermo, aunque la omiten o la disfrazan en sus informes.

El trabajo revela, igualmente, que los profesionales perciben dificultades en diferentes aspectos del diagnóstico, lo que plantea la pregunta de si estas problemas pueden estar afectando a que en un importante número de pacientes no se inicien medidas paliativas y, por tanto, se esté perdiendo un tiempo valioso en estos enfermos, sin asistencia y sin medidas específicas para abordar el sufrimiento y la calidad de vida del periodo final de la misma.

Además, los autores del trabajo reconocen que el sentido y la función de los cuidados paliativos se distorsiona, como consecuencia de que los profesionales se sienten afectados por el peso emocional de un diagnóstico, «que en el imaginario social equivale a una condena».

Pacientes con cáncer

Para profundizar en las dificultades que plantea el uso del diagnóstico de enfermedad terminal y sus consecuencias, los científicos preguntaron a los profesionales sanitarios tanto el tipo de enfermedades en las que se aplica este diagnóstico como el momento en que se produce.

Para la mayoría de profesionales, la enfermedad terminal siempre se refiere a los pacientes con cáncer, aunque un importante número que trabaja en centros de salud públicos también la asocian a la situación de deterioro avanzado de pacientes con enfermedades crónicas y/o degenerativas no cancerosas.

En cuanto al momento de hablar de ‘enfermedad terminal’, se identifica mayoritariamente a un paciente como terminal cuando la situación es preagónica o claramente agónica, siendo ésta una opinión común para la mayoría de profesionales que trabajan tanto en hospitales como en atención primaria.

En este sentido, el trabajo llama la atención sobre el hecho de que contando desde hace una veintena de años con referencias y criterios para delimitar la enfermedad terminal, al menos en lo que a la enfermedad oncológica se refiere, se utilice de manera tan restrictiva un diagnóstico cuya razón de ser es ubicar el momento en el que la situación del enfermo requiere un cambio en la orientación terapéutica y el inicio de medidas especiales de atención y asistencia al enfermo y familia.

Del mismo modo, el estudio pone en el acento en lo llamativo de la «falta de referencias existentes en la bibliografía» relativas al peso emocional que soportan los profesionales ante este diagnóstico, apareciendo en este estudio como un factor clave para explicar por qué es problemático el uso de este diagnóstico, especialmente en el ámbito hospitalario. Los autores de este trabajo son María Paz García, Francisco Cruz, Jacqueline Schmidt, Antonio Muñoz Vinuesa, Rafael Montoya, Diego Prados y Miguel Botella López, todo ellos de la UGR, además de Atthanasios Pappous, de la Universidad de Kent, en el Reino Unido.

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UN ESTUDIO ASEGURA QUE ‘NO EXISTEN’ CRITERIOS VÁLIDOS PARA DIAGNOSTICAR ENFERMEDADES TERMINALES

Un estudio realizado por la Universidad de Granada (UGR) asegura que «no existen» criterios válidos para diagnosticar enfermedades terminales, además de revelar el «gran peso» que tienen las emociones de los médicos y enfermeros en el diagnóstico de este tipo de dolencias.

Estas conclusiones se extrajeron de las 42 encuestas realizadas por la Universidad de Granada a médicos y enfermeros que trabajan «directamente» con enfermos terminales.

El estudio, que fue publicado recientemente en la revista International «Journal of Clinical and Health Phychology», desveló que los profesionales entrevistados «perciben dificultades» en diferentes aspectos del diagnóstico, por lo que «habría que preguntarse», según el informe, si estas dificultades perjudican a los pacientes a la hora de iniciar las medidas paliativas adecuadas.

La investigación de la UGR añadió que los médicos y enfermeros «se sienten afectados» por el peso emocional de diagnosticar una enfermedad terminal porque estas dolencias «equivalen a una condena» para el enfermo que lo padece.

Asimismo, el estudio concluye en la «necesidad de mejorar la formación de los profesionales» en cuanto a la delimitación del diagnóstico de enfermedad terminal.

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Ideal

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Pág. 13: La UGR aprueba reformar sus Estatutos en el segundo intento y entre críticas |El Defensor Universitario pide el gabinete de mediación
VIVIR – Pág. 2, 3 y 4: ¿Están trabajando?
Pág. 41: Al colegio, pasando por la Antártida
Pág. 42: Trece cortos de cineastas noveles, en el Alhambra
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