El cierre de la UGR en verano, los problemas de dominio informático y la exigencia de una copia en papel de la automatrícula provocan enormes colas en la Universidad
«Aceptar, grabar e imprimir» es la operación que deben realizar los estudiantes cuando finalizan el trámite burocrático que requiere la automatrícula online para la Universidad. Aunque parece simple, la mayoría se salta la segunda operación, la de «grabar», y cuando quieren imprimir no hay forma de que el documento quede reflejado en papel. Por este motivo tan nimio hay cientos de alumnos todos los días en las oficinas de administración de la Universidad de Granada formando unas colas kilométricas y con las clases en curso.
La era digital hace ya un par de años que llegó a las instituciones superiores andaluzas, pero todavía quedan cabos sueltos que le impide despegar en distintos ámbitos de la Universidad.
Uno de ellos es la exigencia a los estudiantes de entregar un documento que acredite la correcta tramitación de la matrícula online. «Es paradójico que se establezca la matriculación vía internet y luego se les pida a los universitarios que nos traigan en papel la solicitud», decía una de las administrativas de la UGR.
De esta forma, los alumnos tienen que guardar cola también ante las oficinas universitarias. «La mayoría vienen primero para consultas, porque no realizan bien la operación online y luego tienen que volver para entregarnos el papel», advierten.
La presencia de tantos alumnos por las mañanas en los centros superiores ha llevado a los responsables administrativos a solicitar oficialmente al Rectorado que se retire la obligatoriedad del papeleo en la matrícula, pero no está en sus manos acabar con una operación así. Al parecer, este paso viene impuesto por el Plan de Calidad, al que están sometidos todas las universidades españolas y sólo una orden regional, aceptada por todas las instituciones andaluzas, podría acabar con algo así. «No sirve de mucho que se haya digitalizado el procedimiento», comenta otra administrativa.
La Universidad de Granada, que cuenta con casi 60.000 estudiantes, es junto a la de Sevilla, una de las más pobladas de la región, lo que hace también más difícil la carga de trabajo que soporta el personal de administración.
Para colmo, este año se han dado dos circunstancias que ha obstaculizado aún más la tarea: el cierre de la Universidad en agosto y la coincidencia con la solicitud de becas.
Según opinan algunos administrativos de la UGR que prefieren no dar nombres, la decisión del Rectorado de cerrar los servicios administrativos durante quince días en agosto ha hecho que los alumnos aprobados en julio posterguen su matriculación a septiembre, coincidiendo con los de esta convocatoria. «Hace años que no formalizábamos matrículas en octubre, con las clases ya comenzadas -explica una administrativa- y nunca habíamos tenido estas colas». En cursos anteriores, la matriculación se realizó escalonadamente y sin provocar ‘tapones’ en los centros.
Para solicitar becas, los estudiantes están obligados a presentar un resguardo de su inscripción, así que los retrasos en la matriculación están afectando también a la tramitación de ayudas. El plazo para solicitarlas concluye el 15 de octubre y la mayoría está en pleno proceso burocrático estos días. «Hay días que atendemos a 150 alumnos en una sola mañana», se lamenta una administrativa en la Facultad de ciencias del Trabajo.
Los estudiantes son los primeros perjudicados, porque tienen que perder clases para consultas, trámites y entrega de papeleo.
«Y se comenta que el próximo verano el cierre de la Universidad de Granada durará el mes completo de agosto», añaden con cierta preocupación.
Para que no se vuelva a producir este problema, hace falta informar mejor al alumnado de cómo deben realizar sus procedimientos digitales, acabar con la impresión de la automatrícula y reforzar los servicios de administración en los meses de septiembre y octubre.
Los alumnos que salen de la oficina con sus expedientes formalizados no entienden por qué han tenido que perder tanto tiempo, cuando con un sólo ‘clic’ pueden acceder desde sus hogares a los fondos bibliográficos de las asignaturas que van a cursar en la carrera. O cuando buena parte de los docentes universitarios están ya trabajando para que sus alumnos puedan acceder a plataformas digitales con los contenidos propios de las materias. Esta brecha digital que sufren todavía las universidades andaluzas deberá ir quedando atrás, máxime si a lo que aspiran ahora las instituciones es a implantar un Campus de Excelencia Internacional.
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