Policías, ladrones y ciudadanos «corrientes» tienen una lógica distinta a la hora de tomar decisiones, según un estudio de la UGR
Una investigación realizada en las universidades de Granada y Cambridge revela que los policías y los delincuentes son más consistentes en sus valoraciones que los ciudadanos de a pie, si bien el razonamiento de los policías es más parecido al de éstos últimos que al de los ladrones. Esta información podría tener importantes implicaciones para la justicia criminal. Para llevar a cabo este trabajo, sus autoras realizaron un estudio en el que seleccionaron una muestra de 120 personas: 40 delincuentes expertos, 40 policías expertos, y 40 estudiantes no familiarizados con el ámbito de la delincuencia
Una investigación realizada en la Universidad de Granada, en colaboración con la Universidad de Cambridge, ha demostrado que los policías y los ciudadanos de a pie tienen una lógica distinta a la hora de tomar decisiones que los delincuentes, es decir, emplean razonamientos distintos al actuar, una información que podría tener importantes implicaciones para la justicia criminal.
Este trabajo ha sido realizado por Rocío García-Retamero del Departamento de Psicología Experimental y Fisiología del Comportamiento de la Universidad de Granada, y Mandeep K. Dhabi, del Institute of Criminology (Universidad de Cambridge, Reino Unido).
Para llevar a cabo este trabajo, García-Retamero y Dhami realizaron un estudio en el que seleccionaron una muestra de 120 personas, que participaron voluntariamente: 40 delincuentes, 40 policías expertos, y 40 estudiantes no familiarizados con el ámbito de la delincuencia. Los policías habían trabajado para las fuerzas de seguridad durante 19,4 años de promedio y se habían centrado fundamentalmente en la investigación de casos de robo.
Los delincuentes informaron del número de robos que habían cometido (57,2 de media). Eran delincuentes convictos, que habían sido encarcelados por delito de robo sólo en una ocasión. Los estudiantes especificaron el número de veces que habían sufrido robo (sólo 0,6 ocasiones de promedio).
Algunas claves
Los participantes en la investigación –policías y delincuentes expertos, y estudiantes no familiarizados con el ámbito de la delincuencia– debían estimar el peso de las claves como predictores de la probabilidad de robo en un inmueble. Algunas de estas claves eran tener el buzón de correos lleno o vacío; las luces encendidas o apagadas; el hecho de que las viviendas fueran pisos o casas, o que las plantas estuvieran más o menos cuidadas. También debían clasificarlas jerárquicamente, en función del grado en que permitieran predecir la probabilidad de éxito en el robo en dicho inmueble. Por ejemplo, para la clave «seguridad en el inmueble» se decía: «Imagine dos inmuebles: uno de ellos tiene sistema de alarma antirrobo, el otro no. ¿Hasta qué punto es más probable que roben en el inmueble sin sistema de alarma antirrobo que en el que sí lo posee?». Para emitir la respuesta, los participantes debían rodear con un círculo un valor entre cero y cien en una escala con intervalos de diez puntos. Tras ello, los participantes se clasificaban dependiendo de la estrategia utilizada.
Diferencias sustanciales
Los resultados han puesto de manifiesto que los dos grupos de expertos (ladrones y policías) muestran diferencias sustanciales en las estimaciones sobre los pesos de las claves y en la clasificación jerárquica que realizan sobre las mismas, y uno de ellos –los policías– presenta mayores similitudes con el grupo de noveles (no expertos) que el otro. Así, los policías y los participantes noveles coinciden en que el modo de acceso al inmueble es la clave de mayor poder predictivo a la hora de predecir el éxito del robo. Estas estimaciones contrastan con las que hacen los delincuentes, quienes consideran que la clave de mayor poder predictivo es si éste posee alarma antirrobo.
A pesar de las diferencias entre los grupos de expertos, éstos muestran mayor consistencia en sus respuestas que los noveles, es decir, son menos variables en sus propios juicios cuando utilizan distintos métodos para emitirlos, y son más consistentes con otros expertos de su mismo grupo.
Los resultados de este trabajo suponen, en palabras de sus autoras, “una aportación novedosa al estudio de las diferencias entre expertos y noveles, y podrían tener implicaciones importantes para la justicia criminal y los modelos de toma de decisiones”.
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