Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Un estudio realizado por la Universidad de Granada considera fundamental el intercambio de información entre los servicios de inteligencia y las entidades bancarias para detectar las operaciones de financiación del terrorismo de Al Qaeda.
La investigación, elaborada por Juan Miguel del Cid Gómez, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada, apunta que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de la banda terrorista, según ha informado hoy la institución académica.
El estudio considera fundamental el intercambio de comunicación entre las autoridades y los bancos, porque si la información financiera por sí sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, «cuando se combina con otra información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa».
Desde su fundación, Al Qaeda ha utilizado distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas.
En la actualidad, las células o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.
Según el estudio, todos estos grupos «han tenido que recurrir al hawala (\’transferir\’ en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal».
Existen además otros mecanismos que pueden ser utilizados por los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados, como es el caso del comercio internacional, «que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable».
La aparición de nuevos métodos de pagos propiciados por el avance de las tecnologías de la información, agrega, también supone un riesgo para las autoridades porque pueden ser usados por los terroristas para desplazar el dinero «con total anonimato».
El investigador advierte de que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda.
Según el estudio, la aplicación de la debida diligencia con el cliente tampoco ha mostrado gran eficacia en la detección de operaciones terroristas porque los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen «escaso valor» a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.
La investigación aporta numerosos datos sobre la financiación de banda y otros como que las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran de unos 30 millones de dólares anuales, según un informe de la CIA.
Algunas estimaciones apuntan cuál fue el coste económico de la organización de este atentado: entre 400 y 500.000 dólares.
Del Cid advierte de que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.
Además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares, la formación de sus miembros y la propaganda de la causa, entre otras.
También las actividades caritativas, que según el investigador constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo
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Un fallo en la convocatoria de Erasmus de la UGR deja a 500 alumnos sin beca

Un fallo en la convocatoria de Erasmus de la UGR deja a 500 alumnos sin beca

Estudiantes de Arquitectura presentan una queja formal al rector por abrir una nueva convocatoria a una semana de hacer públicas las listas definitivas · Relaciones Internacionales se ampara en la ley

«Requisito» en vez de «mérito» fue el término que se incluyó en la última convocatoria de movilidad internacional para definir el nivel lingüístico que debían tener los aspirantes de la Universidad de Granada (UGR) que quisieran optar a una beca Erasmus el próximo curso. Este error, que se produjo en las bases de cuatro centros universitarios (la Facultad de Ciencias, Políticas y Sociología, Arquitectura y Filosofía y Letras), impidió a 560 de alumnos (más del 50% del total de solicitudes) optar a una de las plazas.

Al no contar con el nivel suficiente de idiomas, muchos tiraron la toalla y dejaron hueco a los mejor formados en competencia lingüística, que se situaron incluso como únicos candidatos. Así, el 16 de diciembre se publicaron las listas provisionales en cada centro y se constató que muchas de las plazas quedaron vacantes al no haber estudiantes con el nivel de idiomas mínimo exigido.

Pero antes de ayer, a una semana de dar a conocer los listados definitivos, el Vicerrectorado de Relaciones Internacionales de la UGR abrió un nuevo plazo de solicitudes en los cuatro centros donde había cometido el error eliminando, ahora sí, los requisitos lingüísticos obligatorios y excluyentes para los destinos afectados. Esta medida provocó la indignación de todos los universitarios que ya tenían, de manera provisional, su plaza concedida. Algunos de ellos, concretamente de Arquitectura, pusieron una queja formal al rector de la Universidad para que investigara el asunto.

Según explica la directora del Secretariado de Movilidad Internacional, Guadalupe Soriano, su departamento «cometió un error al introducir las bases en el sistema informático». Se percataron de la equivocación cuando la convocatoria estaba aún abierta (vía on line), pero decidieron obviarlo hasta que vieron que quedaban muchas plazas sin cubrir. Fue el caso de Alemania, donde pedían como «requisito» un nivel A2 de alemán cuando en realidad las universidades de destino sólo lo tenían en cuenta como mérito.

Tras consultar con expertos en Derecho Administrativo, el Vicerrectorado supo que podía hacer una «rectificación de errores» amparándose en el Artículo 105 de la Ley 30/1992 del Régimen Jurídico de Administraciones Públicas y abrió un nuevo plazo para estos centros. Esto fue una sorpresa para los estudiantes ya admitidos, algunos de los cuales aseguran que se han preparado en una academia para acreditar el nivel exigido. «Tener el nivel de idioma como requisito indispensable nos ha colocado por delante de los mejores expedientes académicos de la UGR -dijo una de las afectadas- pero ahora tendremos que competir con ellos sin posibilidades algunas».

En ausencia de la vicerrectora de Relaciones Internacionales, Dorothy Kelly, Soriano justificó la postura de la Universidad: «Hemos abierto un plazo extraordinario para que los estudiantes afectados por el error puedan solicitar las plazas». Pero lo que beneficia a unos perjudica sin duda a los estudiantes que desde el principio se han acogido a las normas convocadas. ¿Por qué no subsanaron antes el error, cuando la convocatoria estaba aún abierta? Esta es la pregunta que se hacen muchos estudiantes ahora y que ha motivado la queja formal al máximo responsable.

Este año era la primera vez que la Universidad de Granada incluía en algunos destinos el requisito lingüístico a la hora de conceder las becas de movilidad, tanto las propias como las de Erasmus, porque las universidades de destino así lo exigían. Aunque en la mayoría de las plazas (de un total de 3.396) se establecía como mérito, lo que otorga una puntuación extra al expediente académico, siendo éste el que determina la movilidad de un universitario en el extranjero.
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Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Un estudio realizado por la Universidad de Granada considera fundamental el intercambio de información entre los servicios de inteligencia y las entidades bancarias para detectar las operaciones de financiación del terrorismo de Al Qaeda.
La investigación, elaborada por Juan Miguel del Cid Gómez, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada, apunta que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de la banda terrorista, según ha informado hoy la institución académica.
El estudio considera fundamental el intercambio de comunicación entre las autoridades y los bancos, porque si la información financiera por sí sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, «cuando se combina con otra información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa».
Desde su fundación, Al Qaeda ha utilizado distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas.
En la actualidad, las células o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.
Según el estudio, todos estos grupos «han tenido que recurrir al hawala (\’transferir\’ en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal».
Existen además otros mecanismos que pueden ser utilizados por los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados, como es el caso del comercio internacional, «que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable».
La aparición de nuevos métodos de pagos propiciados por el avance de las tecnologías de la información, agrega, también supone un riesgo para las autoridades porque pueden ser usados por los terroristas para desplazar el dinero «con total anonimato».
El investigador advierte de que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda.
Según el estudio, la aplicación de la debida diligencia con el cliente tampoco ha mostrado gran eficacia en la detección de operaciones terroristas porque los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen «escaso valor» a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.
La investigación aporta numerosos datos sobre la financiación de banda y otros como que las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran de unos 30 millones de dólares anuales, según un informe de la CIA.
Algunas estimaciones apuntan cuál fue el coste económico de la organización de este atentado: entre 400 y 500.000 dólares.
Del Cid advierte de que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.
Además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares, la formación de sus miembros y la propaganda de la causa, entre otras.
También las actividades caritativas, que según el investigador constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo
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Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Un estudio realizado por la Universidad de Granada considera fundamental el intercambio de información entre los servicios de inteligencia y las entidades bancarias para detectar las operaciones de financiación del terrorismo de Al Qaeda.
La investigación, elaborada por Juan Miguel del Cid Gómez, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada, apunta que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de la banda terrorista, según ha informado hoy la institución académica.
El estudio considera fundamental el intercambio de comunicación entre las autoridades y los bancos, porque si la información financiera por sí sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, «cuando se combina con otra información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa».
Desde su fundación, Al Qaeda ha utilizado distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas.
En la actualidad, las células o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.
Según el estudio, todos estos grupos «han tenido que recurrir al hawala (\’transferir\’ en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal».
Existen además otros mecanismos que pueden ser utilizados por los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados, como es el caso del comercio internacional, «que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable».
La aparición de nuevos métodos de pagos propiciados por el avance de las tecnologías de la información, agrega, también supone un riesgo para las autoridades porque pueden ser usados por los terroristas para desplazar el dinero «con total anonimato».
El investigador advierte de que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda.
Según el estudio, la aplicación de la debida diligencia con el cliente tampoco ha mostrado gran eficacia en la detección de operaciones terroristas porque los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen «escaso valor» a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.
La investigación aporta numerosos datos sobre la financiación de banda y otros como que las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran de unos 30 millones de dólares anuales, según un informe de la CIA.
Algunas estimaciones apuntan cuál fue el coste económico de la organización de este atentado: entre 400 y 500.000 dólares.
Del Cid advierte de que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.
Además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares, la formación de sus miembros y la propaganda de la causa, entre otras.
También las actividades caritativas, que según el investigador constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo
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La UGR recomienda buscar en los bancos las huellas de Al Qaeda

La UGR recomienda buscar en los bancos las huellas de Al Qaeda

Un estudio realizado por la Universidad de Granada considera fundamental el intercambio de información entre los servicios de inteligencia y las entidades bancarias para detectar las operaciones de financiación del terrorismo de Al Qaeda.

La investigación, elaborada por Juan Miguel del Cid Gómez, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada, apunta que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de la banda terrorista, según ha informado el pasado jueves la institución académica.

El estudio considera fundamental el intercambio de comunicación entre las autoridades y los bancos porque si la información financiera por sí sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, «cuando se combina con otra información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa».

Desde su fundación, Al Qaeda ha utilizado distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas.

En la actualidad, las células o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.

Según el estudio, todos estos grupos «han tenido que recurrir al hawala (\’transferir\’ en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal».

Existen además otros mecanismos que pueden ser utilizados por los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados, como es el caso del comercio internacional, «que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable».

La aparición de nuevos métodos de pagos propiciados por el avance de las tecnologías de la información, agrega, también supone un riesgo para las autoridades porque pueden ser usados por los terroristas para desplazar el dinero «con total anonimato».

El investigador advierte de que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda.

Según el estudio, la aplicación de la debida diligencia con el cliente tampoco ha mostrado gran eficacia en la detección de operaciones terroristas porque los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen «escaso valor» a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.

La investigación aporta numerosos datos sobre la financiación de banda y otros como que las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran de unos 30 millones de dólares anuales, según un informe de la CIA.

Algunas estimaciones apuntan cuál fue el coste económico de la organización de este atentado: entre 400 y 500.000 dólares.

Del Cid advierte de que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.

Además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares, la formación de sus miembros y la propaganda de la causa, entre otras.

También las actividades caritativas, que según el investigador constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo.
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Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar a Al Qaeda

Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar a Al Qaeda

Un estudio realizado por la Universidad de Granada considera fundamental el intercambio de información entre los servicios de inteligencia y las entidades bancarias para detectar las operaciones de financiación del terrorismo de Al Qaeda.

La investigación, elaborada por Juan Miguel del Cid Gómez, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada, apunta que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de la banda terrorista, según ha informado hoy la institución académica.

El estudio considera fundamental el intercambio de comunicación entre las autoridades y los bancos, porque si la información financiera por sí sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, «cuando se combina con otra información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa».

Desde su fundación, Al Qaeda ha utilizado distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas.

En la actualidad, las células o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.

Según el estudio, todos estos grupos «han tenido que recurrir al hawala (\’transferir\’ en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal».

Existen además otros mecanismos que pueden ser utilizados por los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados, como es el caso del comercio internacional, «que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable».

La aparición de nuevos métodos de pagos propiciados por el avance de las tecnologías de la información, agrega, también supone un riesgo para las autoridades porque pueden ser usados por los terroristas para desplazar el dinero «con total anonimato».

El investigador advierte de que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda.

Según el estudio, la aplicación de la debida diligencia con el cliente tampoco ha mostrado gran eficacia en la detección de operaciones terroristas porque los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen «escaso valor» a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.

La investigación aporta numerosos datos sobre la financiación de banda y otros como que las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran de unos 30 millones de dólares anuales, según un informe de la CIA.

Algunas estimaciones apuntan cuál fue el coste económico de la organización de este atentado: entre 400 y 500.000 dólares.

Del Cid advierte de que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.

Además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares, la formación de sus miembros y la propaganda de la causa, entre otras.

También las actividades caritativas, que según el investigador constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo
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Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Un estudio realizado por la Universidad de Granada considera fundamental el intercambio de información entre los servicios de inteligencia y las entidades bancarias para detectar las operaciones de financiación del terrorismo de Al Qaeda.
La investigación, elaborada por Juan Miguel del Cid Gómez, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada, apunta que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de la banda terrorista, según ha informado hoy la institución académica.
El estudio considera fundamental el intercambio de comunicación entre las autoridades y los bancos, porque si la información financiera por sí sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, «cuando se combina con otra información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa».
Desde su fundación, Al Qaeda ha utilizado distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas.
En la actualidad, las células o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.
Según el estudio, todos estos grupos «han tenido que recurrir al hawala (\’transferir\’ en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal».
Existen además otros mecanismos que pueden ser utilizados por los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados, como es el caso del comercio internacional, «que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable».
La aparición de nuevos métodos de pagos propiciados por el avance de las tecnologías de la información, agrega, también supone un riesgo para las autoridades porque pueden ser usados por los terroristas para desplazar el dinero «con total anonimato».
El investigador advierte de que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda.
Según el estudio, la aplicación de la debida diligencia con el cliente tampoco ha mostrado gran eficacia en la detección de operaciones terroristas porque los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen «escaso valor» a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.
La investigación aporta numerosos datos sobre la financiación de banda y otros como que las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran de unos 30 millones de dólares anuales, según un informe de la CIA.
Algunas estimaciones apuntan cuál fue el coste económico de la organización de este atentado: entre 400 y 500.000 dólares.
Del Cid advierte de que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.
Además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares, la formación de sus miembros y la propaganda de la causa, entre otras.
También las actividades caritativas, que según el investigador constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo
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Geólogos investigan los cambios climáticos del jurásico con fósiles del Sáhara

Geólogos investigan los cambios climáticos del jurásico con fósiles del Sáhara

Investigadores del Departamento de Geología de la Universidad de Jaén estudian las causas de la disminución de oxígeno en el fondo marino que causó hace 180 millones de años la extinción del 84% de las especies marinas, para lo que trabajan con materiales del Sáhara argelino.
«El estudio de esta situación resulta de gran interés, ya que ofrece la posibilidad de modelizar este tipo de fenómenos tanto en el presente como en un futuro», afirmó el investigador Matías Reolid, quien añadió que se han localizado afloramientos en los Montes Ksour del Atlas Medio, donde se recogieron microfósiles para hacer análisis micropaleontológico, mineralógico, geoquímico y de isótopos de oxigeno y carbono.
Las muestras, según informó Andalucía Innova, se tratarán en el Centro de Instrumentación e Investigación de la UJA, en el Centro de Investigación de la Universidad de Granada (UGR), en el Centro Andaluz de Medio Ambiente (Ceama) y en Michigan. «Con estas pruebas vamos a detectar los cambios bióticos, cambios en la paleoproductividad (producción de materia orgánica por los organismos), paleotemperatura y condiciones de reducción de oxigenación en el marino jurásico», indicó el experto.
Con estos datos, este grupo de investigadores pretende interpretar si la situación ha sido provocada por los cambios en las corrientes marinas o por otros relacionados con la expansión o retracción de los casquetes polares. Esta investigación, financiada con 10.550 euros, se enmarca en el Programa de Cooperación Mediterránea de la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo. También intervienen la Universidad de Granada, de Tlemcen y la de Orán.
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Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar Al Qaeda

Un estudio realizado por la Universidad de Granada considera fundamental el intercambio de información entre los servicios de inteligencia y las entidades bancarias para detectar las operaciones de financiación del terrorismo de Al Qaeda.

La investigación, elaborada por Juan Miguel del Cid Gómez, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada, apunta que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de la banda terrorista, según ha informado hoy la institución académica.

El estudio considera fundamental el intercambio de comunicación entre las autoridades y los bancos, porque si la información financiera por sí sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, «cuando se combina con otra información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa».

Desde su fundación, Al Qaeda ha utilizado distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas.

En la actualidad, las células o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.

Según el estudio, todos estos grupos «han tenido que recurrir al hawala (´transferir´ en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal».

Existen además otros mecanismos que pueden ser utilizados por los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados, como es el caso del comercio internacional, «que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable».

La aparición de nuevos métodos de pagos propiciados por el avance de las tecnologías de la información, agrega, también supone un riesgo para las autoridades porque pueden ser usados por los terroristas para desplazar el dinero «con total anonimato».

El investigador advierte de que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda.

Según el estudio, la aplicación de la debida diligencia con el cliente tampoco ha mostrado gran eficacia en la detección de operaciones terroristas porque los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen «escaso valor» a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.

La investigación aporta numerosos datos sobre la financiación de banda y otros como que las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran de unos 30 millones de dólares anuales, según un informe de la CIA.

Algunas estimaciones apuntan cuál fue el coste económico de la organización de este atentado: entre 400 y 500.000 dólares.

Del Cid advierte de que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.

Además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares, la formación de sus miembros y la propaganda de la causa, entre otras.

También las actividades caritativas, que según el investigador constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo.
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Ayer arrancaron las II Jornadas de Orientación Profesional para alumnos de Magisterio

Ayer arrancaron las II Jornadas de Orientación Profesional para alumnos de Magisterio

Organizadas por el Gabinete de Orientación Universitaria de la Facultad de Educación y Humanidades de Melilla en colaboración con el Centro de Promoción de Empleo y Prácticas de la Universidad de Granada, a lo largo de ayer y hoy se van a desarrollar en el salón de actos del Campus las II Jornadas de Orientación Profesional para alumnos de Magisterio.

Las jornadas contarán esta tarde en la clausura con la presencia de Fernando Justicia, catedrático de la Universidad y director del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación que tendrá a su cargo la conferencia de cierre de las jornadas.

Lucía Torres, del Gabinete de Orientación Universitaria, ha señalado que el objetivo de las jornadas es ofrecer al alumnado de las distintas especialidades del titulo de maestro, información actualizada y orientación profesional relativa tanto al acceso a la función pública como al sistema privado.

La matricula es gratuita y se ha tramitado en la Secretaria de la Facultad. Aquellos estudiantes que acrediten la asistencia y presenten un resumen final podrán solicitar un crédito de libre configuración.

Ponentes
A lo largo de lasdos jornadas y en sesión de tarde intervendrán como ponentes Sara Alonso Quirantes, Mohamed Al-Lal Mohand, Tamara Polo Sánchez, Sonia Jurado Vaquero, Matilde Martín Cabrero, Elvira Molina Fernández, Gracia Escobar Minarete, Nadia Mohamed Mustafa, Mustafa El Yousfi Mohamed, Nawel Amakhtari Baba, Salvador Díaz García, Jorge Bueno García y Pilar Gómez.
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Recomiendan aumentar la comunicación entre los bancos y los servicios de inteligencia para detectar la financiación de Al Qaeda

Recomiendan aumentar la comunicación entre los bancos y los servicios de inteligencia para detectar la financiación de Al Qaeda

Un trabajo realizado en la Universidad de Granada apunta que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de la banda terrorista.

El intercambio de información entre las autoridades y las entidades bancarias es fundamental para detectar las operaciones de financiación del terrorismo de Al Qaeda. Porque si la información financiera por si sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, cuando se combina con otra información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa.

Así se desprende de un trabajo de investigación elaborado por Juan Miguel del Cid Gómez, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada.

Su trabajo apunta que Al Qaeda ha utilizado desde su fundación distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas. En la actualidad las células, ramas o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar en gran medida sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.

Todos estos grupos han tenido que recurrir al hawala (transferir, en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal. Pero además, existen otros mecanismos que pueden ser utilizados por los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados. Tal es el caso del comercio internacional que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable destaca el profesor Del Cid Gómez-. La aparición de nuevos métodos de pagos propiciados por el avance de las tecnologías de la información y las comunicaciones también supone un riesgo para las autoridades ya que pueden ser utilizados por los terroristas para desplazar el dinero con total anonimato.

Financiación no interrumpida

Las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda, advierte el investigador. Por otro lado, la aplicación de la debida diligencia con el cliente tampoco ha mostrado gran eficacia en la detección de operaciones terroristas ya que los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen escaso valor a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.

En su trabajo, el experto aporta numerosos datos relevantes sobre la financiación de la banda, las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran de unos 30 millones de dólares anuales, según un informe de la CIA. Algunas estimaciones apuntan cuál fue el coste económico de la organización de este atentado: entre 400 y 500 mil dólares.

Del Cid advierte que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.

Además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares; las comunicaciones entre sí y con la red matriz de la que reciben instrucciones; la formación de sus miembros; el coste de los viajes de los miembros para preparar un atentado; la propaganda de la causa a través de distintos medios de comunicación y las actividades caritativas, que constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo.
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Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar a Al Qaeda

Aconsejan más información entre bancos y autoridades para investigar a Al Qaeda

Un estudio realizado por la Universidad de Granada considera fundamental el intercambio de información entre los servicios de inteligencia y las entidades bancarias para detectar las operaciones de financiación del terrorismo de Al Qaeda.

La investigación, elaborada por Juan Miguel del Cid Gómez, profesor de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Granada, apunta que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de la banda terrorista, según ha informado hoy la institución académica.

El estudio considera fundamental el intercambio de comunicación entre las autoridades y los bancos porque si la información financiera por sí sola puede ser insuficiente para detectar cómo se financian la banda terrorista y sus grupos afines, «cuando se combina con otra información en poder de los servicios de inteligencia sí puede ayudar para que los bancos vean un indicador de una posible actividad sospechosa».

Desde su fundación, Al Qaeda ha utilizado distintos mecanismos para obtener fondos de facilitadores financieros, organizaciones caritativas y empresas.

En la actualidad, las células o grupos asociados a Al Qaeda están obligados a actuar de modo autónomo y autofinanciar sus actividades a través del tráfico de drogas y otros delitos comunes.

Según el estudio, todos estos grupos «han tenido que recurrir al hawala (\’transferir\’ en árabe) y a los correos de efectivo para mover el dinero al margen del sistema financiero formal».

Existen además otros mecanismos que pueden ser utilizados por los grupos terroristas para desplazar sus fondos sin ser detectados, como es el caso del comercio internacional, «que por su volumen y complejidad en los medios de pago es especialmente vulnerable».

La aparición de nuevos métodos de pagos propiciados por el avance de las tecnologías de la información, agrega, también supone un riesgo para las autoridades porque pueden ser usados por los terroristas para desplazar el dinero «con total anonimato».

El investigador advierte de que las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, basadas en la congelación de activos, no han conseguido interrumpir la financiación de Al Qaeda.

Según el estudio, la aplicación de la debida diligencia con el cliente tampoco ha mostrado gran eficacia en la detección de operaciones terroristas porque los informes sobre transacciones sospechosas que generan las instituciones financieras en todo el mundo tienen «escaso valor» a la hora de congelar los fondos de la organización terrorista.

La investigación aporta numerosos datos sobre la financiación de banda y otros como que las necesidades financieras de Al Qaeda antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 eran de unos 30 millones de dólares anuales, según un informe de la CIA.

Algunas estimaciones apuntan cuál fue el coste económico de la organización de este atentado: entre 400 y 500.000 dólares.

Del Cid advierte de que, sin embargo, los grupos terroristas necesitan sufragar tanto el coste directo asociado con la comisión de un atentado como los costes de estructura relativos al mantenimiento de la organización y propagación de su ideología.

Además de la compra de armas, vehículos, materiales explosivos y detonadores que vayan a ser utilizados en el ataque, los grupos terroristas tienen que atender otras necesidades como los gastos de subsistencia de los terroristas y de sus familiares, la formación de sus miembros y la propaganda de la causa, entre otras.

También las actividades caritativas, que según el investigador constituyen un vehículo de legitimación social para las organizaciones que promueven sus objetivos a través del terrorismo.
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