Revelan el mecanismo que siguen las arañas para poder nadar

78726 Un equipo internacional de científicos, en el que participa la Universidad de Granada, ha revelado que las arañas no sólo andan, saltan y vuelan, sino que también pueden nadar a través de un curioso mecanismo, lo que explica su omnipresencia en todos los rincones del planeta.

 

Se trata de la primera vez que se demuestra que las arañas tienen comportamientos acuáticos que las hacen parecer «auténticos veleros», ya que utilizan sus patas y abdomen para adoptar curiosas posturas que les permiten aprovechar las corrientes de viento para deslizarse sobre la superficie del agua hacia cualquier dirección, ha informado hoy la Universidad de Granada en un comunicado.

En esta investigación han colaborado expertos del Museo Británico de Historia Natural, de Derbyshire (Reino Unido) y de la Universidad de Nottingham, además de la de Granada.

Según Mohammed Bakkali, del departamento de Genética de la Universidad de Granada y uno de los autores del trabajo, esta tolerancia y las habilidades que tienen en el agua es lo que reduce el riesgo que supone para estos insectos volar de esa manera «tan descontrolada».

«Todos hemos asistido alguna vez a la impresionante lluvia de telas de araña que, brillantes, parecen caer del cielo y de la nada, como ya anotó Darwin cuando estaba en mitad del océano durante su viaje en el Beagle», explica el científico.

La ciencia ya demostró hace tiempo que muchas especies de arañas aprovechan las corrientes de viento para levantar el vuelo y, gracias a la tela que secretan, se elevan y llegan a viajar decenas e incluso cientos de kilómetros.

Lo hacen para dispersarse, conquistar nuevos espacios y buscar nuevos recursos.

Sin embargo, agrega el investigador, este peculiar modo de vuelo resultaba desconcertante por el riesgo que conllevaba para la araña.

Al no tener alas, las arañas voladoras lo hacen a merced del viento, que es el que determina la dirección y duración del vuelo.

Al decidir volar, corren el riesgo de terminar en océanos (como presenció Darwin), mares, ríos, lagos, pantanos o charcos.

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Describen por primera vez cómo nadan las arañas

78726  Un equipo internacional de científicos, en el que participa la Universidad de Granada (UGR), ha revelado un secreto de la naturaleza desconocido hasta la fecha: las arañas no solamente andan, saltan y vuelan, sino que también pueden nadar, lo que explica su omnipresencia en todos los rincones del planeta.

 

Por primera vez, los investigadores han demostrado que las arañas tienen comportamientos acuáticos que las hacen parecer «auténticos veleros», ya que utilizan sus patas y abdomen para adoptar curiosas posturas que les permiten aprovechar las corrientes de viento para deslizarse sobre la superficie del agua hacia la dirección que desean.

«Las arañas usan sus patas y abdomen para deslizarse sobre el agua»

Esta investigación, que publica este viernes la revista BMC Evolutionary Biology, es el fruto de una colaboración científica entre el doctor Morito Hayashi, ecólogo en el Museo Británico de Historia Natural (Reino Unido); el profesor Mohammed Bakkali, genetista en la Universidad de Granada; el fotógrafo profesional de la naturaleza Alexander Hyde (Derbyshire, Reino Unido), y la profesora Sara Goodacre (ecóloga en la Universidad de Nottingham, Reino Unido).

«Esta tolerancia y las habilidades que tienen en el agua es lo que atenúa el riesgo para estos insectos conlleva volar de esa manera tan descontrolada», apunta Bakkali, quien sentencia: «Este artículo supone la resolución de uno de los grandes misterios de la naturaleza».

En el estudio, los investigadores han estudiado el comportamiento sobre el agua de 325 ejemplares de 21 especies de araña. Así, han detectado seis maneras diferentes en las que mueven sus patas sobre el agua.
Las proezas de las arañas

«Todos hemos asistido alguna vez a la impresionante lluvia de telas de araña que, brillantes, parecen caer del cielo y de la nada, como ya anotó Darwin cuando estaba en mitad del océano durante su viaje en el Beagle», explica el científico de la UGR.

La ciencia ya demostró hace tiempo que muchas especies de arañas aprovechan las corrientes de viento para levantar el vuelo y, gracias a la tela que secretan, se elevan y llegan a viajar decenas e incluso cientos de kilómetros. Lo hacen para dispersarse, conquistar nuevos espacios, y buscar nuevos recursos.

«Las arañas vuelan para conquistar nuevos espacios y tiene sus riesgos»

«Sin embargo, este peculiar modo de vuelo resultaba desconcertante, debido al gran riesgo que para la araña voladora supone. Al no tener alas, las arañas voladoras lo hacen a merced de las ‘ganas’ del viento. Vuelan entonces en la dirección que el viento tome y su viaje termina cuando el viento pierde fuerza. Este no control de la dirección de vuelo y punto de aterrizaje es el que conlleva riesgo», apunta Bakkali.

Las arañas son animales terrestres y más de dos tercios de la superficie de la tierra son agua.

«Al decidir volar, corren un gran riesgo de terminar en océanos (como las que observó Darwin), mares, ríos, lagos, pantanos, charcos… Por lo tanto, la selección natural no debería haber permitido tan arriesgado comportamiento», señala el investigador de la UGR.

«De estar entre nosotros, Darwin estaría satisfecho de ver cómo el misterio de las arañas que le caían en el medio del océano sobre su Beagle también se ajusta a uno de sus grandes descubrimientos: la selección natural», concluye Bakkali.

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Las arañas pueden nadar

78726 Por primera vez, los investigadores han demostrado que las arañas tienen comportamientos acuáticos que las hacen parecer «auténticos veleros», ya que utilizan sus patas y abdomen para adoptar curiosas posturas que les permiten aprovechar las corrientes de viento para deslizarse sobre la superficie del agua hacia la dirección que desean.

 

Esta investigación, que publica hoy la revista BMC Evolutionary Biology, es el fruto de una colaboración científica entre Morito Hayashi, ecólogo en el Museo Británico de Historia Natural, Reino Unido, Mohammed Bakkali, genetista en la Universidad de Granada (España), el fotógrafo profesional de la naturaleza Alexander Hyde (Derbyshire, Reino Unido), y Sara Goodacre, ecóloga en la Universidad de Nottingham, (Reino Unido).

«Esta tolerancia y las habilidades que tienen en el agua es lo que atenúa el riesgo que para estos insectos conlleva volar de esa manera tan descontrolada», apunta el investigador Mohammed Bakkali, del departamento de Genética de la Universidad de Granada y uno de los autores de este trabajo. «Este artículo supone la resolución de uno de los grandes misterios de la naturaleza».

«Todos hemos asistido alguna vez a la impresionante lluvia de telas de araña que, brillantes, parecen caer del cielo y de la nada, como ya anotó Darwin cuando estaba en mitad del océano durante su viaje en el Beagle», explica el científico de la UGR.

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Una araña en el agua. (Foto: Alexander Hyde)

La ciencia ya demostró hace tiempo que muchas especies de arañas aprovechan las corrientes de viento para levantar el vuelo y, gracias a la tela que secretan, se elevan y llegan a viajar decenas e incluso cientos de kilómetros. Lo hacen para dispersarse, conquistar nuevos espacios, y buscar nuevos recursos.

«Sin embargo, este peculiar modo de vuelo resultaba desconcertante, debido al gran riesgo que supone para la araña voladora. Al no tener alas, las arañas voladoras lo hacen a merced de las ‘ganas’ del viento. Vuelan en la dirección que el viento tome y su viaje termina cuando el viento pierde fuerza. Este no control de la dirección de vuelo y punto de aterrizaje es el que conlleva riesgo», apunta Bakkali.

Las arañas son animales terrestres y más de dos tercios de la superficie de la tierra son agua. «Al decidir volar, corren un gran riesgo de terminar en océanos (como las que observó Darwin), mares, ríos, lagos, pantanos o charcos. Por lo tanto, la selección natural no debería haber permitido tan arriesgado comportamiento», señala el investigador de la UGR.

«De estar entre nosotros, Darwin estaría satisfecho de ver cómo el misterio de las arañas que le caían en el medio del océano sobre su Beagle también se ajusta a uno de sus grandes descubrimientos: la selección natural», concluye Bakkali. (Fuente: Universidad de Granada)

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¿Las arañas pueden nadar?

78726  Un equipo internacional de científicos, en el que participa la Universidad de Granada, ha revelado un secreto de la naturaleza desconocido hasta la fecha: las arañas no solamente andan, saltan y vuelan, sino que también pueden nadar, lo que explica su omnipresencia en todos los rincones del planeta.

 

Por primera vez, los investigadores han demostrado que las arañas tienen comportamientos acuáticos que las hacen parecer «auténticos veleros», ya que utilizan sus patas y abdomen para adoptar curiosas posturas que les permiten aprovechar las corrientes de viento para deslizarse sobre la superficie del agua hacia la dirección que desean.

Esta investigación, que publica hoy la revista BMC Evolutionary Biology, es el fruto de una colaboración científica entre Morito Hayashi, ecólogo en el Museo Británico de Historia Natural, Reino Unido, Mohammed Bakkali, genetista en la Universidad de Granada, el fotógrafo profesional de la naturaleza Alexander Hyde (Derbyshire, Reino Unido), y Sara Goodacre, ecóloga en la Universidad de Nottingham, (Reino Unido).

«Esta tolerancia y las habilidades que tienen en el agua es lo que atenúa el riesgo que para estos insectos conlleva volar de esa manera tan descontrolada», apunta el investigador Mohammed Bakkali, del departamento de Genética de la Universidad de Granada y uno de los autores de este trabajo. «Este artículo supone la resolución de uno de los grandes misterios de la naturaleza».

Darwin ya lo anotó durante su viaje en el Beagle

«Todos hemos asistido alguna vez a la impresionante lluvia de telas de araña que, brillantes, parecen caer del cielo y de la nada, como ya anotó Darwin cuando estaba en mitad del océano durante su viaje en el Beagle», explica el científico de la UGR.

La ciencia ya demostró hace tiempo que muchas especies de arañas aprovechan las corrientes de viento para levantar el vuelo y, gracias a la tela que secretan, se elevan y llegan a viajar decenas e incluso cientos de kilómetros. Lo hacen para dispersarse, conquistar nuevos espacios, y buscar nuevos recursos.

«Sin embargo, este peculiar modo de vuelo resultaba desconcertante, debido al gran riesgo que supone para la araña voladora. Al no tener alas, las arañas voladoras lo hacen a merced de las ‘ganas’ del viento. Vuelan en la dirección que el viento tome y su viaje termina cuando el viento pierde fuerza. Este no control de la dirección de vuelo y punto de aterrizaje es el que conlleva riesgo», apunta Bakkali.

Las arañas son animales terrestres y más de dos tercios de la superficie de la tierra son agua. «Al decidir volar, corren un gran riesgo de terminar en océanos (como las que observó Darwin), mares, ríos, lagos, pantanos o charcos. Por lo tanto, la selección natural no debería haber permitido tan arriesgado comportamiento», señala el investigador de la UGR.

«De estar entre nosotros, Darwin estaría satisfecho de ver cómo el misterio de las arañas que le caían en el medio del océano sobre su Beagle también se ajusta a uno de sus grandes descubrimientos: la selección natural», concluye Bakkali.

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¿Cómo pueden nadar las arañas?

78726 Un equipo internacional de científicos, en el que participa la Universidad de Granada (UGR), ha revelado un secreto de la naturaleza desconocido hasta la fecha: las arañas no solamente andan, saltan y vuelan, sino que también pueden nadar, lo que explica su omnipresencia en todos los rincones del planeta.

 

Por primera vez, los investigadores han demostrado que las arañas tienen comportamientos acuáticos que las hacen parecer «auténticos veleros», ya que utilizan sus patas y abdomen para adoptar curiosas posturas que les permiten aprovechar las corrientes de viento para deslizarse sobre la superficie del agua hacia la dirección que desean.

Esta investigación, que publica la prestigiosa revista ‘BMC Evolutionary Biology’, es el fruto de una colaboración científica entre el doctor Morito Hayashi (ecólogo en el Museo Británico de Historia Natural, Reino Unido), profesor Mohammed Bakkali (genetista en la Universidad de Granada, España), el fotógrafo profesional de la naturaleza Alexander Hyde (Derbyshire, Reino Unido), y la profesora Sara Goodacre (ecóloga en la Universidad de Nottingham, Reino Unido).

«Esta tolerancia y las habilidades que tienen en el agua es lo que atenúa el riesgo para estos insectos conlleva volar de esa manera tan descontrolada», apunta el investigador Mohammed Bakkali, del departamento de Genética de la Universidad de Granada y uno de los autores de este trabajo. «Este artículo supone la resolución de uno de los grandes misterios de la naturaleza».

DARWIN YA LO ANOTÓ DURANTE SU VIAJE EN EL BEAGLE

«Todos hemos asistido alguna vez a la impresionante lluvia de telas de araña que, brillantes, parecen caer del cielo y de la nada, como ya anotó Darwin cuando estaba en mitad del océano durante su viaje en el Beagle», explica el científico de la UGR.

La ciencia ya demostró hace tiempo que muchas especies de arañas aprovechan las corrientes de viento para levantar el vuelo y, gracias a la tela que secretan, se elevan y llegan a viajar decenas e incluso cientos de kilómetros. Lo hacen para dispersarse, conquistar nuevos espacios, y buscar nuevos recursos.

«Sin embargo, este peculiar modo de vuelo resultaba desconcertante, debido al gran riesgo que para la araña voladora supone. Al no tener alas, las arañas voladoras lo hacen a merced de las ‘ganas’ del viento. Vuelan entonces en la dirección que el viento tome y su viaje termina cuando el viento pierde fuerza. Este no control de la dirección de vuelo y punto de aterrizaje es el que conlleva riesgo», apunta Bakkali.

Las arañas son animales terrestres y más de dos tercios de la superficie de la tierra son agua. «Al decidir volar, corren un gran riesgo de terminar en océanos (como las que observó Darwin), mares, ríos, lagos, pantanos, charcos. Por lo tanto, la selección natural no debería haber permitido tan arriesgado comportamiento», señala el investigador de la UGR.

«De estar entre nosotros, Darwin estaría satisfecho de ver cómo el misterio de las arañas que le caían en el medio del océano sobre su Beagle también se ajusta a uno de sus grandes descubrimientos: la selección natural», concluye Bakkali.

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¿Nadan las arañas?

78726  Se trata de la primera vez que se demuestra que las arañas tienen comportamientos acuáticos que las hacen parecer «auténticos veleros», ya que utilizan sus patas y abdomen para adoptar curiosas posturas que les permiten aprovechar las corrientes de viento para deslizarse sobre la superficie del agua hacia cualquier dirección, ha informado la Universidad de Granada en un comunicado.

 

En esta investigación han colaborado expertos del Museo Británico de Historia Natural, de Derbyshire (Reino Unido) y de la Universidad de Nottingham, además de la de Granada.

Crédito: Alexander Hyde. UGR.

Según Mohammed Bakkali, del departamento de Genética de la Universidad de Granada y uno de los autores del trabajo, esta tolerancia y las habilidades que tienen en el agua es lo que reduce el riesgo que supone para estos insectos volar de esa manera «tan descontrolada».

«Todos hemos asistido alguna vez a la impresionante lluvia de telas de araña que, brillantes, parecen caer del cielo y de la nada, como ya anotó Darwin cuando estaba en mitad del océano durante su viaje en el Beagle», explica el científico.

La ciencia ya demostró hace tiempo que muchas especies de arañas aprovechan las corrientes de viento para levantar el vuelo y, gracias a la tela que secretan, se elevan y llegan a viajar decenas e incluso cientos de kilómetros.

Lo hacen para dispersarse, conquistar nuevos espacios y buscar nuevos recursos.

Sin embargo, agrega el investigador, este peculiar modo de vuelo resultaba desconcertante por el riesgo que conllevaba para la araña.

Al no tener alas, las arañas voladoras lo hacen a merced del viento, que es el que determina la dirección y duración del vuelo.

Al decidir volar, corren el riesgo de terminar en océanos (como presenció Darwin), mares, ríos, lagos, pantanos o charcos. EFEfuturo

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Científicos resuelven el misterio de las arañas: tienen habilidades especiales para nadar

78726   Por primera vez, los investigadores han demostrado que las arañas tienen comportamientos acuáticos que las hacen parecer «auténticos veleros», ya que utilizan sus patas y abdomen para adoptar curiosas posturas que les permiten aprovechar las corrientes de viento para deslizarse sobre la superficie del agua hacia la dirección que desean.

 

Esta investigación, que publica hoy la revista BMC Evolutionary Biology, es el fruto de una colaboración científica entre Morito Hayashi, ecólogo en el Museo Británico de Historia Natural, Reino Unido, Mohammed Bakkali, genetista en la Universidad de Granada, el fotógrafo profesional de la naturaleza Alexander Hyde (Derbyshire, Reino Unido), y Sara Goodacre, ecóloga en la Universidad de Nottingham, (Reino Unido).

«Esta tolerancia y las habilidades que tienen en el agua es lo que atenúa el riesgo que para estos insectos conlleva volar de esa manera tan descontrolada», apunta el investigador Mohammed Bakkali, del departamento de Genética de la Universidad de Granada y uno de los autores de este trabajo. «Este artículo supone la resolución de uno de los grandes misterios de la naturaleza».

Darwin ya lo anotó durante su viaje en el Beagle

«Todos hemos asistido alguna vez a la impresionante lluvia de telas de araña que, brillantes, parecen caer del cielo y de la nada, como ya anotó Darwin cuando estaba en mitad del océano durante su viaje en el Beagle», explica el científico de la UGR.

La ciencia ya demostró hace tiempo que muchas especies de arañas aprovechan las corrientes de viento para levantar el vuelo y, gracias a la tela que secretan, se elevan y llegan a viajar decenas e incluso cientos de kilómetros. Lo hacen para dispersarse, conquistar nuevos espacios, y buscar nuevos recursos.

«Sin embargo, este peculiar modo de vuelo resultaba desconcertante, debido al gran riesgo que supone para la araña voladora. Al no tener alas, las arañas voladoras lo hacen a merced de las ‘ganas’ del viento. Vuelan en la dirección que el viento tome y su viaje termina cuando el viento pierde fuerza. Este no control de la dirección de vuelo y punto de aterrizaje es el que conlleva riesgo», apunta Bakkali.

Las arañas son animales terrestres y más de dos tercios de la superficie de la tierra son agua. «Al decidir volar, corren un gran riesgo de terminar en océanos (como las que observó Darwin), mares, ríos, lagos, pantanos o charcos. Por lo tanto, la selección natural no debería haber permitido tan arriesgado comportamiento», señala el investigador de la UGR.

«De estar entre nosotros, Darwin estaría satisfecho de ver cómo el misterio de las arañas que le caían en el medio del océano sobre su Beagle también se ajusta a uno de sus grandes descubrimientos: la selección natural», concluye Bakkali.

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El sorprendente método de las arañas para nadar

78726  Un equipo internacional de científicos reveló un secreto de la naturaleza desconocido hasta la fecha: las arañas no solamente andan, saltan y vuelan, sino que también pueden nadar, lo que explica su omnipresencia en todos los rincones del planeta.

 

Por primera vez, los investigadores han demostrado que las arañas tienen comportamientos acuáticos que las hacen parecer «auténticos veleros», ya que utilizan sus patas y abdomen para adoptar curiosas posturas que les permiten aprovechar las corrientes de viento para deslizarse sobre la superficie del agua hacia la dirección que desean.

Esta investigación, que publica la prestigiosa revista BMC Evolutionary Biology, es el fruto de una colaboración científica entre el doctor Morito Hayashi (ecólogo en el Museo Británico de Historia Natural, Reino Unido), profesor Mohammed Bakkali (genetista en la Universidad de Granada, España), el fotógrafo profesional de la naturaleza Alexander Hyde (Derbyshire, Reino Unido), y la profesora Sara Goodacre (ecóloga en la Universidad de Nottingham, Reino Unido).

«Esta tolerancia y las habilidades que tienen en el agua es lo que atenúa el riesgo para estos insectos conlleva volar de esa manera tan descontrolada», apunta el investigador Mohammed Bakkali, del departamento de Genética de la Universidad de Granada y uno de los autores de este trabajo. «Este artículo supone la resolución de uno de los grandes misterios de la Naturaleza».

Darwin ya lo anotó durante su viaje en el Beagle

«Todos hemos asistido alguna vez a la impresionante lluvia de telas de araña que, brillantes, parecen caer del cielo y de la nada, como ya anotó Darwin cuando estaba en mitad del océano durante su viaje en el Beagle», explica el científico de la UGR.

La Ciencia ya demostró hace tiempo que muchas especies de arañas aprovechan las corrientes de viento para levantar el vuelo y, gracias a la tela que secretan, se elevan y llegan a viajar decenas e incluso cientos de kilómetros. Lo hacen para dispersarse, conquistar nuevos espacios, y buscar nuevos recursos.

«Sin embargo, este peculiar modo de vuelo resultaba desconcertante, debido al gran riesgo que para la araña voladora supone. Al no tener alas, las arañas voladoras lo hacen a merced de las ‘ganas’ del viento. Vuelan entonces en la dirección que el viento tome y su viaje termina cuando el viento pierde fuerza. Este no control de la dirección de vuelo y punto de aterrizaje es el que conlleva riesgo», apunta Bakkali.

Las arañas son animales terrestres y más de dos tercios de la superficie de la tierra son agua. «Al decidir volar, corren un gran riesgo de terminar en océanos (como las que observó Darwin), mares, ríos, lagos, pantanos, charcos… Por lo tanto, la selección natural no debería haber permitido tan arriesgado comportamiento», señala el investigador de la UGR.

«De estar entre nosotros, Darwin estaría satisfecho de ver cómo el misterio de las arañas que le caían en el medio del océano sobre su Beagle también se ajusta a uno de sus grandes descubrimientos: la selección natural», concluye Bakkali.

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Las arañas también saben nadar

78726  Un equipo internacional de científicos ha descubierto que los arácnidos adoptan una serie de posturas que les permite aprovechar las corrientes de aire para deslizarse sobre el agua

 

El ser humano puede encontrar una araña en cualquier continente de la Tierra. Esto es posible gracias a su habilidad para convertir los hilos de seda que segrega en una suerte de paracaídas y recorrer así más de mil kilómetros desde su lugar de origen. Sin embargo, los arácnidos no solo cruzan distancias a través del aire, también lo hacen por el agua.

Así lo afirma un equipo internacional de científicos que ha descubierto que nuestas amigas de ocho patas adoptan diferentes posturas con su abdomen y extremidades para

aprovechar las corrientes de aire y deslizarse sobre la superficie del agua hacia la dirección que deseen.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron el comportamiento que tenían 325 arañas adulto de 26 especies distintas en el agua. Descubrieron que los arácnidos mostraban comportamientos acuáticos que les hacía parecer

«auténticos veleros» sobre el agua. Uno de los autores del trabajo, el genetista y profesor de la Universidad de Granada (UGR) , Mohammed Bakkali, indica que «esta tolerancia y las habilidades que tienen en el agua es lo que atenúa el riesgo que para estos insectos conlleva

volar de esa manera tan descontrolada». Añade que este artículo, publicado en la revista «BMC Evolutionary Biology» supone «la resolución de uno de los grandes misterios de la Naturaleza».

Darwin ya lo anotó

El científico de la UGR ha indicado que el fenómeno de la «lluvia de telas de araña» que parecen caer del cielo «

ya lo anotó el naturalista inglés Darwin cuando estaba en mitad del océano durante su viaje a bordo del Beagle». Este peculiar modo de vuelo, afirma el investigador, resultaba desconcertante para los científicos debido al riesgo que supone para la araña voladora. «Al no tener alas, las arañas voladoras lo hacen a merced de las «ganas» del viento. Vuelan en la dirección que el viento tome y su viaje termina cuando este pierde fuerza. No controlar la dirección

y punto de aterrizaje es lo que conlleva riesgo», apunta Bakkali.

Las arañas son animales terrestres y más de dos tercios de la superficie de la tierra son agua. «Al decidir volar,

corren un gran riesgo de terminar en océanos (como las que observó Darwin), mares, ríos, lagos, pantanos, charcos… Por lo tanto, la selección natural no debería haber permitido tan arriesgado comportamiento», señala el investigador de la UGR.

«De estar entre nosotros, Darwin estaría satisfecho de ver cómo el misterio de las arañas que le caían en el medio del océano sobre su Beagle también se ajusta a uno de sus grandes descubrimientos: la selección natural», concluye Bakkali.

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¿Pueden nadar las arañas?

78726  Un equipo de científicos ha revelado que las arañas no solo andan, saltan y vuelan, sino que también pueden nadar a través de un curioso mecanismo, lo que explica su presencia en todos los rincones del planeta.

 

Se trata de la primera vez que se demuestra que estos arácnidos tienen comportamientos acuáticos que los hacen parecer «auténticos veleros», pues utilizan sus patas y abdomen para adoptar posturas que les permiten aprovechar las corrientes de viento para deslizarse sobre la superficie del agua hacia cualquier dirección, informó la Universidad de Granada (España) en un comunicado.

En esta investigación han colaborado expertos del Museo Británico de Historia Natural y de las universidades de Nottingham (Reino Unido) y de Granada.

Según Mohammed Bakkali, del departamento de Genética de la Universidad de Granada y uno de los autores del trabajo, las habilidades que tienen las arañas en el agua reduce el riesgo que supone para estos insectos volar de manera descontrolada.

¿Pueden nadar las arañas?

La ciencia ya demostró hace tiempo que muchas especies de arañas aprovechan las corrientes de viento para levantar el vuelo y, gracias a la tela que secretan, se elevan y llegan a viajar decenas e incluso cientos de kilómetros.

Lo hacen para dispersarse, conquistar nuevos espacios y buscar nuevos recursos.

Sin embargo, agrega el investigador, este peculiar modo de vuelo resultaba desconcertante por el riesgo que conllevaba para la araña.

Al no tener alas, las arañas vuelan a merced del viento, que es el que determina la dirección y duración del vuelo.

Al decidir volar, corren el riesgo de terminar en océanos (como presenció Darwin), mares, ríos, lagos, pantanos o charcos.

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Las arañas nadan

78726   Un equipo internacional de científicos, en el que participa la Universidad de Granada, ha revelado un secreto de la naturaleza desconocido hasta la fecha: las arañas no solamente andan, saltan y vuelan, sino que también pueden nadar, lo que explica su omnipresencia en todos los rincones del planeta.

 

Por primera vez, los investigadores han demostrado que las arañas tienen comportamientos acuáticos que las hacen parecer «auténticos veleros», ya que utilizan sus patas y abdomen para adoptar curiosas posturas que les permiten aprovechar las corrientes de viento para deslizarse sobre la superficie del agua hacia la dirección que desean.

Esta investigación, que publica la revista BMC Evolutionary Biology, es el fruto de una colaboración científica entre el doctor Morito Hayashi (ecólogo en el Museo Británico de Historia Natural, Reino Unido), profesor Mohammed Bakkali (genetista en la Universidad de Granada, España), el fotógrafo profesional de la naturaleza Alexander Hyde (Derbyshire, Reino Unido), y la profesora Sara Goodacre (ecóloga en la Universidad de Nottingham, Reino Unido).

«Esta tolerancia y las habilidades que tienen en el agua es lo que atenúa el riesgo que para estos insectos conlleva volar de esa manera tan descontrolada», apunta el investigador Mohammed Bakkali, del departamento de Genética de la Universidad de Granada y uno de los autores de este trabajo, en la nota de prensa de la UGR. «Este artículo supone la resolución de uno de los grandes misterios de la Naturaleza».

«Todos hemos asistido alguna vez a la impresionante lluvia de telas de araña que, brillantes, parecen caer del cielo y de la nada, como ya anotó Darwin cuando estaba en mitad del océano durante su viaje en el Beagle», explica el científico de la UGR.

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Agua

Ya se demostró hace tiempo que muchas especies de arañas aprovechan las corrientes de viento para levantar el vuelo y, gracias a la tela que secretan, se elevan y llegan a viajar decenas e incluso cientos de kilómetros. Lo hacen para dispersarse, conquistar nuevos espacios, y buscar nuevos recursos.

«Sin embargo, este peculiar modo de vuelo resultaba desconcertante, debido al gran riesgo que para la araña voladora supone. Al no tener alas, las arañas voladoras lo hacen a merced de las ganas del viento. Vuelan entonces en la dirección que el viento tome y su viaje termina cuando el viento pierde fuerza. Este no control de la dirección de vuelo y punto de aterrizaje es el que conlleva riesgo», apunta Bakkali.

Las arañas son animales terrestres y más de dos tercios de la superficie de la tierra son agua. «Al decidir volar, corren un gran riesgo de terminar en océanos (como las que observó Darwin), mares, ríos, lagos, pantanos, charcos… Por lo tanto, la selección natural no debería haber permitido tan arriesgado comportamiento», señala el investigador de la UGR. El hecho de que naden resuelve el problema.

Tela

Recientemente, científicos del Massachusetts Institute of Technology (EE.UU.) han desarrollado una fibra sintética similar a la telaraña, modificando genéticamente bacterias para que produjeran las proteínas que usan las arañas.

Aunque aún no es tan fuerte como los materiales naturales, los científicos creen que pronto conseguirán igualar su fortaleza e incluso superarla, diseñándola para usos específicos.

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Las arañas pueden nadar

78726 Por primera vez, se ha demostrado científicamente que las arañas tienen comportamientos acuáticos que las hacen parecer «auténticos veleros», ya que utilizan sus patas y abdomen para adoptar curiosas posturas que les permiten aprovechar las corrientes de viento para deslizarse sobre la superficie del agua hacia la dirección que desean.

 

Esta investigación, que publica la revista BMC Evolutionary Biology, es el fruto de una colaboración científica entre Morito Hayashi, ecólogo en el Museo Británico de Historia Natural, Reino Unido, Mohammed Bakkali, genetista en la Universidad de Granada (España), el fotógrafo profesional de la naturaleza Alexander Hyde (Derbyshire, Reino Unido), y Sara Goodacre, ecóloga en la Universidad de Nottingham, (Reino Unido).

«Esta tolerancia y las habilidades que tienen en el agua es lo que atenúa el riesgo que para estos insectos conlleva volar de esa manera tan descontrolada», apunta el investigador Mohammed Bakkali, del departamento de Genética de la Universidad de Granada y uno de los autores de este trabajo. «Este artículo supone la resolución de uno de los grandes misterios de la naturaleza».

«Todos hemos asistido alguna vez a la impresionante lluvia de telas de araña que, brillantes, parecen caer del cielo y de la nada, como ya anotó Darwin cuando estaba en mitad del océano durante su viaje en el Beagle», explica el científico de la UGR.

La ciencia ya demostró hace tiempo que muchas especies de arañas aprovechan las corrientes de viento para levantar el vuelo y, gracias a la tela que secretan, se elevan y llegan a viajar decenas e incluso cientos de kilómetros. Lo hacen para dispersarse, conquistar nuevos espacios, y buscar nuevos recursos.

«Sin embargo, este peculiar modo de vuelo resultaba desconcertante, debido al gran riesgo que supone para la araña voladora. Al no tener alas, las arañas voladoras lo hacen a merced de las ‘ganas’ del viento. Vuelan en la dirección que el viento tome y su viaje termina cuando el viento pierde fuerza. Este no control de la dirección de vuelo y punto de aterrizaje es el que conlleva riesgo», apunta Bakkali.

Las arañas son animales terrestres y más de dos tercios de la superficie de la tierra son agua. «Al decidir volar, corren un gran riesgo de terminar en océanos (como las que observó Darwin), mares, ríos, lagos, pantanos o charcos. Por lo tanto, la selección natural no debería haber permitido tan arriesgado comportamiento», señala el investigador de la UGR.

«De estar entre nosotros, Darwin estaría satisfecho de ver cómo el misterio de las arañas que le caían en el medio del océano sobre su Beagle también se ajusta a uno de sus grandes descubrimientos: la selección natural», concluye Bakkali.

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