Pág. 66: Antonio Sánchez Trigueros, Pozo de Plata 2015
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EgiptoCancer Un equipo multidisciplinar de investigación, en el que participan las universidades de Granada (UGR) y Jaén (UJA), ha hallado en la Necrópolis de Qubbet el-Hawa (situada en la región egipcia de Asuán) los restos del cáncer de mama más antiguo del que se tiene constancia. Los investigadores han encontrado el esqueleto de una mujer de entre 30 y 40 años, de una altura de 1,62 metros, que murió afectada por esta enfermedad en torno al año 2200 a.C., y cuyo cuerpo estuvo momificado. El análisis de los restos hallados en la Necrópolis de Qubbet el-Hawa, cuya séptima campaña de excavación se inició el pasado mes de enero, ha revelado que esta mujer sufrió además una osteoporosis muy importante en sus huesos, y permaneció mucho tiempo inmovilizada, lo que revelaba un delicado estado de salud debido a la metástasis. El director del Laboratorio de Antropología de la Universidad de Granada, Miguel Botella López, ha explicado durante la rueda de prensa de presentación de esta investigación que el análisis de los restos hallados “demuestra que los habitantes del Antiguo Egipto vivían mucho peor de lo que nos podrían indicar sus grandes monumentos, y padecían numerosas enfermedades infecciosas que mermaban su esperanza de vida”. No en vano, el equipo de antropólogos que ha participado en esta excavación, en el que también se encontraba el investigador de la UGR Ángel Rubio, ha identificado en las momias de la Necrópolis muchas enfermedades infecciosas (como brucelosis o fiebre de Malta); marcas de violencia; tumores; enfermedades degenerativas (artrosis) y anquilosis de miembros. “Debido a estos procesos infecciosos, la mitad de la población egipcia moría antes de cumplir los 5 años”, ha indicado Botella. Aunque la tumba QH33 de la Necrópolis de Qubbet el-Hawa fue descubierta en el siglo XIX y ha sido excavada en numerosas ocasiones, los restos hallados por los investigadores del equipo que dirige el doctor en Historia Antigua de la Universidad de Jaén, Alejandro Jiménez, “son completamente novedosos, se encuentran en un notable estado de conservación y han sido investigados por primera vez”. Miguel Botella ha explicado que, hasta la fecha, la noticia más antigua del cáncer de mama que se conocía databa del año 1600 a.C., es decir, 600 años después del que han encontrado en esta excavación.“Además, esta enfermedad aparece descrita en el conocido Papiro Smith, pero hasta ahora no se ha podido disponer de la evidencia. Nuestro hallazgo nos ha permitido disponer de ella en forma del esqueleto completo de una mujer, de época aún más antigua (hace 4200 años), que ahora estudiaremos minuciosamente”.
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EgiptoCancer El hallazgo en la necrópolis de Qubbet el-Hawa, en la región egipcia de Asuán, del caso del cáncer de mama más antiguo que se conoce demuestra la igualdad ante la enfermedad de las clases sociales en el antiguo Egipto y la apenas variación de las características de este tumor en cuatro mil años.
Han sido investigadores de las universidades españolas de Granada y Jaén (sur) los responsables de este hallazgo, que ha sido posible tras el descubrimiento del esqueleto de una mujer de entre 30 y 40 años, perteneciente a la clase dirigente de la antigua ciudad de Elefantina, que murió por esta enfermedad en torno al dos mil 200 a.C.
El cuerpo momificado de esta mujer, de 1.62 metros de altura, estaba en un ataúd comido por las termitas dentro de una tumba excavada en la roca en una zona donde solo se enterraba a la clase dirigente del lugar, que en esa época y en aquella ciudad estaría conformada por no más de 150 personas de cuatro o cinco o familias.
Así lo explicó este viernes en rueda de prensa el doctor en Historia Antigua de la Universidad de Jaén Alejandro Jiménez, director de este proyecto que suma siete años de excavaciones (el último de investigación).
El análisis de los huesos evidencia que la mujer estaba afectada por metástasis, que sufría además una importante osteoporosis y que permaneció en cama durante más de uno o dos años.
Por ello tuvo que contar con la continua ayuda de un grupo humano para sobrellevar su incapacidad debido a la enfermedad, según el director del laboratorio de Antropología de la Universidad de Granada, Miguel Botella, que extrae de este dato otra conclusión sociológica.
Hasta ahora, la noticia más antigua de cáncer de mama databa del año mil 600 a.C.
«La gente vivía mal, en el límite de la supervivencia, pero ante la enfermedad, su grupo humano los ayudaban hasta que morían», explica Botella sobre la sociedad de una época y un espacio, el antiguo Egipto, en el que la supervivencia «era la misma en unos que en otros», con independencia de la clase social a la que pertenecieran.
Y esto último era así porque la contaminación del agua del Nilo era el origen de muchas de las enfermedades de la época, fundamentalmente infecciosas, como la brucelosis o la fiebre de Malta, además de tumores y otras degenerativas como la artrosis.
De hecho, la mitad de la población egipcia moría antes de cumplir los cinco años, según Botella, que para reforzar la idea de que no por pertenecer a la clase social alta se vivía más, aludió a casos como el del faraón Tutankamón, que murió a los 19 años, o al de otros conocidos gobernadores que no superaron los 25 años.
Todo esto evidencia que los habitantes del antiguo Egipto vivían «mucho peor» de lo que podrían indicar sus grandes monumentos.
El hallazgo también pone de manifiesto que las características del cáncer de mama son «exactamente las mismas» que las que presenta la población actual afectada por este tumor.
«En los últimos cuatro mil años esta enfermedad ha cambiado muy poco», según Botella, uno de los antropólogos de este proyecto arqueológico multidisciplinar llevado a cabo en la necrópolis de Qubbet el-Hawa que, en opinión de su director, de la que solo se ha desvelado «la punta del iceberg».
Hasta ahora, la noticia más antigua de cáncer de mama databa del año mil 600 a.C. (600 años después del hallado en esta excavación) y aparecía descrita en el conocido Papiro Smith -un documento médico de la Dinastía XVIII de Egipto (del 1550 a 1295 a.C.)-, pero no se disponía de la evidencia.
EgiptoCancer Sólo el 15 por ciento de las mujeres a las que se les diagnostica cáncer de mama refieren dolor, por lo que las exploraciones, las visitas a los especialistas y las mamografías resultan claves para prevenir este tipo de tumor. Pero hace miles de años no había ninguna opción de prevenir una enfermedad entonces «desconocida». Pero existía. Dan buena prueba de ello diversos documentos históricos. Hasta la fecha el más antiguo es el Papiro de Edwin Smith, que data del 1600 a. C. Era la descripción escrita del cáncer más antigua que se conociese. Y es «era», porque ayer un equipo multidisciplinar de investigación, en el que han participado las universidades de Granada y de Jaén, anunció que en la Necróplis de Qubbet e-Hawa, situada frente a Asuán, ha hallado los restos del cáncer de mama más antiguo del que se tiene constancia, desbancando al Papiro Smith. En concreto, han descubierto el esqueleto de una mujer cuyos restos datan del 2200 a.C. Es decir, una mujer que vivió hace 4.200 años y a la que este mal se le fue extendiendo por todo el cuerpo, sin que entonces hubiera tratamiento alguno y ni siquiera se soñara con ello.
El hallazgo es impresionante», reconocía ayer a LA RAZÓN Miguel Botella, director del Laboratorio de Antropología de la Universidad de Granada. Este antropólogo, que aún mantenía la sonrisa y su sorpresa por el descubrimiento fue precisamente quien en la colina del viento encontró el esqueleto: «Las excavaciones empezaron en 2008. Este año estuve del 16 de enero al 16 de febrero, aunque la campaña fue de 16 de enero al 4 de marzo. La mujer con cáncer la encontré el 10 de febrero». Una fecha que este antropólogo no puede olvidar. «El cuerpo estaba completo en un ataúd. La mujer había sido momificada, pero los insectos se comieron su carne, por lo que lo que hallamos fue su esqueleto, pero entero».
Un esqueleto que tiene miles de marcas por la metástasis. Y es que, aunque la mujer egipcia tuviera cáncer de mama, el tumor, como explica el antropólogo, «se le había extendido por todo el cuerpo, ya que se observa metástasis desde la parte alta del cráneo hasta el hueso del dedo gordo del pie, aunque más en la cadera y en las vértebras. Y tanto por la extensión como por la gravedad, las muestras indican que tuvo cáncer de mama durante mucho tiempo».
Pero ¿cómo pueden saber que es cáncer de mama y no un tumor de páncreas? «Porque básicamente presenta una destrucción como apolillada con bordes difusos no regulares, y en otros cánceres es redondo», precisa Botella.
Otro detalle interesante es su altura: 1,62 centímetros, que aunque a priori pueda parecer una gran altura si uno se remonta a hace 4.200 años, lo cierto es que «para ser mujer tenía una talla media o ligeramente inferior a la estatura de esa época. Y es que la altura ha cambiado poco, un centímetro o centímetro y medio desde entonces hasta la fecha».
Pero la momia hallada no sólo tenía un cáncer de mama que le pasó al hueso, sino que esta mujer que tenía entre 30 y 40 años de edad «dada la pubis y la soldadura de los huesos largos, padecía también una osteoporosis enorme». Un mal que permite dibujarnos más detalles de ella. Y es que «estuvo inmóvil durante mucho tiempo», lo que revelaba un delicado estado de salud debido a la metástasis, pero a pesar de presentar «unos huesos frágiles ninguno está roto. De modo que estuvo quieta y la sociedad la cuidó», tal y como apunta Botella, que aunque no quiere a priori afirmar con rotundidad si era una mujer de alta cuna dada su especialidad, sí afirma que no sería una persona humilde, ya que era una tumba de gobernadores donde «ponen adobe y van metiendo a toda la familia». Unas tumbas espectaculares excavadas en la roca con «salas de 200 metros cuadrados», precisa.
Esta investigación, «demuestra que los habitantes del Antiguo Egipto vivían mucho peor de lo que nos podrían indicar sus grandes monumentos, y padecían numerosas enfermedades infecciosas que mermaban su esperanza de vida», añadió.
No en vano, el equipo de antropólogos que ha participado en esta excavación, ha identificado en las momias de la Necrópolis muchas enfermedades infecciosas, como brucelosis o fiebre de Malta, así como marcas de violencia, otro tipo de tumores, enfermedades degenerativas (artrosis) y anquilosis de miembros. De ahí que la mitad de la población egipcia muriese antes de cumplir los cinco años, tal y como recordó el antropólogo.
La tumba QH33 de la Necrópolis de la colina del viento fue descubierta en el siglo XIX y excavada desde entonces en no pocas ocasiones, pero los restos hallados por los investigadores del equipo que dirige el doctor en Historia Antigua Alejandro Jiménez, de la Universidad de Jaén, son completamente novedosos y han sido investigados por primera vez.
En definitiva, todo un hallazgo porque esta evidencia encontrada tiene 600 años menos que la del Papiro Smith. «Además, esta enfermedad aparece descrita en el conocido Pario, pero hasta ahora no se ha podido disponer de la evidencia. Nuestro hallazgo nos ha permitido disponer de ella en forma del esqueleto completo de una mujer, de época aún más antigua, que ahora estudiaremos minuciosamente». Un hito que a partir de ahora formará parte de la cronología del cáncer, con otras fechas que estudian los médicos e historiadores especializados en el campo de la Medicina, como la Teoría Humoral de Hipócrates, que atribuyó el exceso de bilis negra al cáncer y fue el primero en emplear términos como «carcinoma»; o Galén, un médico que, según los datos de la web de la Universidad de Emori, creía que era factible curar el cáncer en etapas tempranas y que los tumores desarrollados deberían ser eliminados; o Pablo de Engina, el autor de «Epítome de la Medicina», que dio en el clavo al pensar que el cáncer de mama era uno de los más comunes y que recomendaba su extirpación.
El tumor, en clave histórica
En definitiva, los primeros pasos del conocimiento y de la lucha contra el cáncer que han permitido que –aunque una de cada ocho mujeres presentará cáncer de mama a lo largo de su viva–, la supervivencia haya mejorado notablemente en los últimos 15 años hasta alcanzar una supervivencia global a los cinco años del diagnóstico de este tumor del 82,8 por ciento en España, por encima de la media europea y similar a la de aquellos países que cuentan con las mejores cifras de supervivencia, según los datos de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Pero hoy, como seguramente seguirá siéndolo en el futuro, el diagnóstico precoz (gracias a los programas de cribado con mamografías) es la mejor arma para luchar contra este tumor. Algo que hace 4.200 años, cuando vivía llena de dolores la mujer egipcia encontrada a orillas del Nilo, era completamente impensable.
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EgiptoCancer El hallazgo en la necrópolis de Qubbet el-Hawa, en la región egipcia de Asuán, del caso del cáncer de mama más antiguo que se conoce ha puesto de manifiesto la igualdad de las clases sociales en el antiguo Egipto ante la enfermedad, que afectaba a todos sin diferencias, y la apenas variación de las características de este tumor en los últimos 4.000 años.
Han sido investigadores de las universidades de Granada y de Jaén los responsables de este hallazgo, que ha sido posible tras el descubrimiento del esqueleto de una mujer de entre 30 y 40 años, perteneciente a la clase dirigente de la antigua ciudad de Elefantina, que murió por esta enfermedad en torno a 2.200 a.C.
El cuerpo momificado de esta mujer, de 1,62 metros de altura, estaba en un ataúd comido por las termitas dentro de una tumba excavada en la roca en una zona donde solo se enterraba a la clase dirigente del lugar, que en esa época y en aquella ciudad estaría conformada por no más de 150 personas de cuatro o cinco o familias, explicó ayer en rueda de prensa el doctor en Historia Antigua de la Universidad de Jaén Alejandro Jiménez, director de este proyecto que suma siete años de excavaciones (el último de investigación).
El análisis de los huesos evidencia que la mujer estaba afectada por metástasis, que sufría además una importante osteoporosis y que permaneció en cama durante más de uno o dos años, por lo que tuvo que contar con la continua ayuda de un grupo humano para sobrellevar su incapacidad debido a la enfermedad, según el director del laboratorio de Antropología de la Universidad de Granada, Miguel Botella, que extrae de este dato otra conclusión sociológica.
«La gente vivía mal, en el límite de la supervivencia, pero ante la enfermedad, su grupo humano los ayudaba hasta que morían», explica Botella sobre la sociedad de una época y un espacio, el antiguo Egipto, en el que la supervivencia «era la misma en unos que en otros», con independencia de la clase social a la que pertenecieran.
Y esto último era así porque la contaminación del agua, del Nilo, era el origen de muchas de las enfermedades de la época, fundamentalmente infecciosas, como la brucelosis o la fiebre de Malta, además de tumores y otras degenerativas como la artrosis.
De hecho, la mitad de la población egipcia moría antes de cumplir los cinco años, según Botella, que para reforzar la idea de que no por pertenecer a la clase social alta se vivía más aludió a casos como el del faraón Tutankamón, que murió a los 19 años, o al de otros conocidos gobernadores que no superaron los 25 años. Todo esto evidencia que los habitantes del antiguo Egipto vivían «mucho peor» de lo que podrían indicar sus grandes monumentos.
El hallazgo también ha puesto de manifiesto que las características del cáncer de mama son «exactamente las mismas» que las que presenta la población actual afectada por este tumor.
«En los últimos 4.000 años esta enfermedad ha cambiado muy poco», según Botella, uno de los antropólogos de este proyecto arqueológico multidisciplinar llevado a cabo en la necrópolis de Qubbet el-Hawa que, en opinión de su director, solo ha mostrado hasta ahora «la punta del iceberg».
Hasta ahora, la noticia más antigua de cáncer de mama databa del año 1.600 a.C. (600 años después del hallado en esta excavación). Además, según Botella esta enfermedad aparecía descrita en el conocido Papiro Smith, pero hasta ahora no se disponía de la evidencia.
Botella lleva siete años trabajando en este proyecto andaluz que se desarrolla en la tumba 33 de la necrópolis de Qubbet el-Hawa, el lugar elegido por los gobernadores del sur del país de los faraones para pasar la eternidad. La tumba ya estaba saqueada cuando los investigadores entraron en ella, a pesar de lo cual se han encontrado cerca de 150 restos humanos.
EgiptoCancer Un equipo científico multidisciplinario de España, en el que participan las universidades de Granada (UGR) y Jaén (UJA), halló en la Necrópolis de Qubbet el-Hawa (situada en la región egipcia de Asuán) los restos del cáncer de mama más antiguo del que se tiene constancia.
Se trata del esqueleto de una mujer de entre 30 y 40 años, de una altura de 1.62 metros, que murió por esta enfermedad en torno al año 2200 a.C., y cuyo cuerpo estuvo momificado.
El análisis de los restos hallados en la Necrópolis de Qubbet el-Hawa, cuya séptima campaña de excavación se inició el pasado mes de enero, reveló que además sufrió osteoporosis avanzafa y permaneció mucho tiempo inmóvil, lo que revela un delicado estado de salud debido a la metástasis.
El director del Laboratorio de Antropología de la Universidad de Granada, Miguel Botella López, explicó que el análisis de los restos hallados «demuestra que los habitantes del Antiguo Egipto vivían mucho peor de lo que nos podrían indicar sus grandes monumentos, y padecían numerosas enfermedades infecciosas que mermaban su esperanza de vida».
No en vano, el equipo de antropólogos que ha participado en esta excavación, en el que también se encontraba el investigador de la UGR Ángel Rubio, identificó en las momias de la Necrópolis muchas enfermedades infecciosas (como brucelosis o fiebre de Malta); marcas de violencia; tumores; enfermedades degenerativas (artrosis) y anquilosis de miembros. «Debido a estos procesos infecciosos, la mitad de la población egipcia moría antes de cumplir los 5 años», ha indicado Botella.
Aunque la tumba QH33 de la Necrópolis de Qubbet el-Hawa fue descubierta en el siglo XIX y ha sido excavada en numerosas ocasiones, los restos hallados por los investigadores del equipo que dirige el doctor en Historia Antigua de la Universidad de Jaén, Alejandro Jiménez, «son completamente novedosos, se encuentran en un notable estado de conservación y han sido investigados por primera vez».
Miguel Botella ha explicado que, hasta la fecha, la noticia más antigua del cáncer de mama que se conocía databa del año 1600 a.C., es decir, 600 años después del que encontrarondo en esta excavación.
«Además, esta enfermedad aparece descrita en el conocido Papiro Smith, pero hasta ahora no se ha podido disponer de la evidencia. Nuestro hallazgo nos ha permitido disponer de ella en forma del esqueleto completo de una mujer, de época aún más antigua (hace 4200 años), que ahora estudiaremos minuciosamente».
EgiptoCancer Un equipo multidisciplinar de investigación, en el que participan las universidades de Granada (UGR) y Jaén (UJA), ha hallado en la Necrópolis de Qubbet el-Hawa (situada en la región egipcia de Asuán) los restos del cáncer de mama más antiguo del que se tiene constancia. Los investigadores han encontrado el esqueleto de una mujer de entre 30 y 40 años, de una altura de 1,62 metros, que murió afectada por esta enfermedad en torno al año 2200 a.C., y cuyo cuerpo estuvo momificado.
El análisis de los restos hallados en la Necrópolis de Qubbet el-Hawa, cuya séptima campaña de excavación se inició el pasado mes de enero, ha revelado que esta mujer sufrió además una osteoporosis muy importante en sus huesos, y permaneció mucho tiempo inmovilizada, lo que revelaba un delicado estado de salud debido a la metástasis.
El director del Laboratorio de Antropología de la Universidad de Granada, Miguel Botella López, ha explicado durante la rueda de prensa de presentación de esta investigación que el análisis de los restos hallados «demuestra que los habitantes del Antiguo Egipto vivían mucho peor de lo que nos podrían indicar sus grandes monumentos, y padecían numerosas enfermedades infecciosas que mermaban su esperanza de vida».
No en vano, el equipo de antropólogos que ha participado en esta excavación, en el que también se encontraba el investigador de la UGR Ángel Rubio, ha identificado en las momias de la Necrópolis muchas enfermedades infecciosas (como brucelosis o fiebre de Malta); marcas de violencia; tumores; enfermedades degenerativas (artrosis) y anquilosis de miembros. «Debido a estos procesos infecciosos, la mitad de la población egipcia moría antes de cumplir los 5 años», ha indicado Botella.
Aunque la tumba QH33 de la Necrópolis de Qubbet el-Hawa fue descubierta en el siglo XIX y ha sido excavada en numerosas ocasiones, los restos hallados por los investigadores del equipo que dirige el doctor en Historia Antigua de la Universidad de Jaén, Alejandro Jiménez, «son completamente novedosos, se encuentran en un notable estado de conservación y han sido investigados por primera vez».
Miguel Botella ha explicado que, hasta la fecha, la noticia más antigua del cáncer de mama que se conocía databa del año 1600 a.C., es decir, 600 años después del que han encontrado en esta excavación.»Además, esta enfermedad aparece descrita en el conocido Papiro Smith, pero hasta ahora no se ha podido disponer de la evidencia. Nuestro hallazgo nos ha permitido disponer de ella en forma del esqueleto completo de una mujer, de época aún más antigua (hace 4200 años), que ahora estudiaremos minuciosamente».
EgiptoCancer El hallazgo en la necrópolis de Qubbet el-Hawa, en la región egipcia de Asuán, del caso del cáncer de mama más antiguo que se conoce demuestra la igualdad ante la enfermedad de las clases sociales en el antiguo Egipto y la apenas variación de las características de este tumor en 4.000 años.
Fueron investigadores de las universidades españolas de Granada y Jaén (sur) los responsables de este hallazgo, que fue posible tras el descubrimiento del esqueleto de una mujer de entre 30 y 40 años, perteneciente a la clase dirigente de la antigua ciudad de Elefantina, que murió por esta enfermedad en torno al 2.200 a.c.
El cuerpo momificado de esta mujer, de 1,62 metros de altura, estaba en un ataúd comido por las termitas dentro de una tumba excavada en la roca en una zona donde sólo se enterraba a la clase dirigente del lugar, que en esa época y en aquella ciudad estaría conformada por no más de 150 personas de cuatro o cinco o familias.
Así lo explicó en rueda de prensa el doctor en Historia Antigua de la Universidad de Jaén Alejandro Jiménez, director de este proyecto que suma siete años de excavaciones (el último de investigación).
El análisis de los huesos evidencia que la mujer estaba afectada por metástasis, que sufría además una importante osteoporosis y que permaneció en cama durante más de uno o dos años.
Por ello tuvo que contar con la continua ayuda de un grupo humano para sobrellevar su incapacidad debido a la enfermedad, según el director del laboratorio de Antropología de la Universidad de Granada, Miguel Botella, que extrae de este dato otra conclusión sociológica.
«La gente vivía mal, en el límite de la supervivencia, pero ante la enfermedad, su grupo humano los ayudaban hasta que morían», explica Botella sobre la sociedad de una época y un espacio, el antiguo Egipto, en el que la supervivencia «era la misma en unos que en otros», con independencia de la clase social a la que pertenecieran.
Y esto último era así porque la contaminación del agua del Nilo era el origen de muchas de las enfermedades de la época, fundamentalmente infecciosas, como la brucelosis o la fiebre de Malta, además de tumores y otras degenerativas como la artrosis.
De hecho, la mitad de la población egipcia moría antes de cumplir los cinco años, según Botella, que para reforzar la idea de que no por pertenecer a la clase social alta se vivía más, aludió a casos como el del faraón Tutankamón, que murió a los 19 años, o al de otros conocidos gobernadores que no superaron los 25 años.
EgiptoCancer El cáncer de mama es una de las enfermedades que más padecen las mujeres y una de las que cobran más vidas del sexo femenino. Hasta ahora la descripción más antigua de la enfermedad había sido descubierta en el 3.000 a.C. y las evidencias más antiguas datan del 1.600 a.C. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Granada (UGR) y la Universidad de Jaén (UJA) han descubierto restos con presencia de la enfermedad crónica que datan del 2.200 a.C.
Hasta la fecha, la descripción más antigua de la enfermedad se encontraba en el Papiro de Edwin Smith, un documento egipcio de medicina del 3.000 a.C., uno de los documentos médicos más antiguos conocidos, junto al Código de Hammurabi. En cuanto a la evidencia más antigua de la enfermedad databa del 1.600 a.C.
La 7ª campaña de excavaciones
Los restos fueron descubiertos en una momia de la necrópolis de Qubbet el-Hawa, en Asuán, Egipto y es la evidencia más antigua de cáncer de mama en una mujer. La mujer, momificada a los 30 – 40 años, tiene una estatura de 1,62 metros y padeció metástasis.
El descubrimiento se realizó en el marco de la 7ª campaña de excavación de la necrópolis. El director del Laboratorio de Antropología de la UGR, Miguel Botella, afirma que «los restos demuestran cómo los habitantes del Antiguo Egipto vivían mucho peor de lo que nos podrían indicar sus grandes monumentos, y padecían numerosas enfermedades infeccionas que mermaban su esperanza de vida».
La momia se encontraba en un estado de conservación «complicado, debido a la crudeza de la enfermedad». Se trataba de una mujer de clase dirigente, descubierto a raíz del embalsamiento y del entierro de sus restos.
Los egipcios padecieron muchas enfermedades mortales
Según explica el investigador de la Universidad, Ángel Rubio, «el análisis, desde el punto de vista médico, demuestra que la evolución del cáncer de mama, no ha evolucionado significativamente a lo largo de los siglos».
Asimismo, al haber trabajado en las campañas con muchas momias de la necrópolis, el científico asegura que «se aprecia una importante presencia de enfermedades infecciosas, como tuberculosis o fiebre de Malta, marcas de violencia, tumores o enfermedades degenerativas y anquilosis de miembros». Botella sostiene además que «debido a estos procesos infecciosos la mitad de la población egipcia moría antes de cumplir los 50 años de edad».
EgiptoCancer Cuanto más se conoce de la vida en la Antigüedad, más se comprende cómo hemos avanzado con los siglos. Las poblaciones del antiguo Egipto padecían numerosas enfermedades infecciosas que reducían drásticamente su esperanza de vida y cuando lograban esquivarlas, accidentes de todo tipo y enfermedades degenerativas hacían que muy pocas personas llegasen a lo que nosotros conocemos como vejez.
Un equipo multidisciplinar de investigación, en el que participan las universidades de Granada (UGR) y Jaén (UJA), ha hallado en la Necrópolis de Qubbet el-Hawa (situada en la región egipcia de Asuán) los restos del cáncer de mama más antiguo del que se tiene constancia. Los investigadores han encontrado el esqueleto de una mujer de entre 30 y 40 años, de una altura de 1,62 metros, que murió afectada por esta enfermedad en torno al año 2200 a.C., y cuyo cuerpo estuvo momificado.
El análisis de los restos hallados en la Necrópolis de Qubbet el-Hawa, cuya séptima campaña de excavación se inició el pasado mes de enero, ha revelado que esta mujer sufrió además una osteoporosis muy importante en sus huesos, y permaneció mucho tiempo inmovilizada, lo que revelaba un delicado estado de salud debido a la metástasis.
Evidencias de cáncer de mama en una momia egipcia
El director del Laboratorio de Antropología de la Universidad de Granada, Miguel Botella López, ha explicado durante la rueda de prensa de presentación de esta investigación que el análisis de los restos hallados «demuestra que los habitantes del Antiguo Egipto vivían mucho peor de lo que nos podrían indicar sus grandes monumentos, y padecían numerosas enfermedades infecciosas que mermaban su esperanza de vida».
No en vano, el equipo de antropólogos que ha participado en esta excavación, en el que también se encontraba el investigador de la UGR Ángel Rubio, ha identificado en las momias de la Necrópolis muchas enfermedades infecciosas (como brucelosis o fiebre de Malta); marcas de violencia; tumores; enfermedades degenerativas (artrosis) y anquilosis de miembros. «Debido a estos procesos infecciosos, la mitad de la población egipcia moría antes de cumplir los 5 años», ha indicado Botella.
Aunque la tumba QH33 de la Necrópolis de Qubbet el-Hawa fue descubierta en el siglo XIX y ha sido excavada en numerosas ocasiones, los restos hallados por los investigadores del equipo que dirige el doctor en Historia Antigua de la Universidad de Jaén, Alejandro Jiménez, «son completamente novedosos, se encuentran en un notable estado de conservación y han sido investigados por primera vez».
Miguel Botella ha explicado que, hasta la fecha, la noticia más antigua del cáncer de mama que se conocía databa del año 1600 a.C., es decir, 600 años después del que han encontrado en esta excavación.»Además, esta enfermedad aparece descrita en el conocido Papiro Smith, pero hasta ahora no se ha podido disponer de la evidencia. Nuestro hallazgo nos ha permitido disponer de ella en forma del esqueleto completo de una mujer, de época aún más antigua (hace 4200 años), que ahora estudiaremos minuciosamente».
Pág. 12: Un grupo de universitarios enseña y aprende de niños de seis a doce años
Pág. 33: Cartas al director: Agradecimientos en nombre de la familia de Carlos Orte Martínez
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