Movilidad entre la escuela y el domicilio

75922 Investigadores de las universidades de Granada, Cambridge y Anglia del Este (Reino Unido) demuestran que la distancia entre el domicilio y el centro educativo es un factor ambiental que determina claramente la posibilidad de ir andando o no al colegio. En el trabajo participaron un total de 2064 niños, a quienes los científicos analizaron durante varios años seguidos: cuando tenían 10 años, 11 y al cumplir 14.

 

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UGR /Un estudio realizado por investigadores de las universidades de Granada, Cambridge y Anglia del Este (Reino Unido) ha analizado por primera vez la distancia que los niños están dispuestos a andar para ir al colegio cada día, y ha cuantificado cómo ésta aumenta con la edad.

Esta investigación, publicada en la revista Health&Place, ha puesto de manifiesto que la distancia entre el domicilio y el centro educativo es un factor ambiental que determina claramente la posibilidad de ir andando o no al colegio.

En el trabajo participaron un total de 2064 niños ingleses, a quienes los científicos analizaron durante varios años seguidos: cuando tenían 10 años, cuando tenían 11 y al cumplir 14. En cada ocasión, analizaron la manera de desplazarse al colegio (andando, en bicicleta, en coche o en transporte público, es decir, en tren o en autobús), así como la distancia que los pequeños recorrían cada día para ir al colegio en el caso de que fueran andando.

De este modo, comprobaron que los mismos niños con 10 años andaban cerca de 1,4 kilómetros diarios para ir al colegio, una cifra que aumentaba a los 1,6 kilómetros cuando tenían 11 años, y que se duplicaba hasta los 3 kilómetros cuando con 14 años iban andando hasta el instituto.

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Andando o no: depende de la distancia

Como explica la autora principal de este trabajo, Palma Chillón Garzón, del departamento de Educación Física y Deportiva de la UGR, «esta investigación confirma que los niños y adolescentes que viven más cerca de su colegio o instituto están más predispuestos a ir andando que los que viven más lejos. Además, por primera vez hemos identificado dónde está el límite de distancia que, a cada edad, los chavales están dispuestos a andar».

Chillón apunta que ir andando al colegio «tiene múltiples beneficios para la salud del escolar y para la salud de la sociedad»
Chillón apunta que ir andando al colegio «tiene múltiples beneficios para la salud del escolar y para la salud de la sociedad. Por ejemplo, disminuye la contaminación ambiental y el peligro de colisiones de coches en las puertas de los colegios en horas punta».

La investigadora de la UGR cree que el valor de la distancia que andan los niños para ir al colegio «es muy útil para establecer políticas educativas que favorezcan la movilidad de los jóvenes al centro educativo. Así, por ejemplo, se pueden establecer las distancias a partir de las cuáles debería funcionar el transporte escolar, y favorecer el andar en estas distancias, disponiendo de zonas de estacionamiento para los vehículos alejados de las puertas de los centros educativos, en función de estas distancias.»

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Referencia bibliográfica:

A longitudinal study of the distance that young people walk to school
P.Chillón, J.Panter, K.Corder, A.P.Jones, E.M.F.VanSluijs
Health&Place

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Movilidad entre la escuela y el domicilio

75922 Investigadores de las universidades de Granada, Cambridge y Anglia del Este (Reino Unido) demuestran que la distancia entre el domicilio y el centro educativo es un factor ambiental que determina claramente la posibilidad de ir andando o no al colegio. En el trabajo participaron un total de 2064 niños, a quienes los científicos analizaron durante varios años seguidos: cuando tenían 10 años, 11 y al cumplir 14.

 

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UGR /Un estudio realizado por investigadores de las universidades de Granada, Cambridge y Anglia del Este (Reino Unido) ha analizado por primera vez la distancia que los niños están dispuestos a andar para ir al colegio cada día, y ha cuantificado cómo ésta aumenta con la edad.

Esta investigación, publicada en la revista Health&Place, ha puesto de manifiesto que la distancia entre el domicilio y el centro educativo es un factor ambiental que determina claramente la posibilidad de ir andando o no al colegio.

En el trabajo participaron un total de 2064 niños ingleses, a quienes los científicos analizaron durante varios años seguidos: cuando tenían 10 años, cuando tenían 11 y al cumplir 14. En cada ocasión, analizaron la manera de desplazarse al colegio (andando, en bicicleta, en coche o en transporte público, es decir, en tren o en autobús), así como la distancia que los pequeños recorrían cada día para ir al colegio en el caso de que fueran andando.

De este modo, comprobaron que los mismos niños con 10 años andaban cerca de 1,4 kilómetros diarios para ir al colegio, una cifra que aumentaba a los 1,6 kilómetros cuando tenían 11 años, y que se duplicaba hasta los 3 kilómetros cuando con 14 años iban andando hasta el instituto.

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Andando o no: depende de la distancia

Como explica la autora principal de este trabajo, Palma Chillón Garzón, del departamento de Educación Física y Deportiva de la UGR, «esta investigación confirma que los niños y adolescentes que viven más cerca de su colegio o instituto están más predispuestos a ir andando que los que viven más lejos. Además, por primera vez hemos identificado dónde está el límite de distancia que, a cada edad, los chavales están dispuestos a andar».

Chillón apunta que ir andando al colegio «tiene múltiples beneficios para la salud del escolar y para la salud de la sociedad»
Chillón apunta que ir andando al colegio «tiene múltiples beneficios para la salud del escolar y para la salud de la sociedad. Por ejemplo, disminuye la contaminación ambiental y el peligro de colisiones de coches en las puertas de los colegios en horas punta».

La investigadora de la UGR cree que el valor de la distancia que andan los niños para ir al colegio «es muy útil para establecer políticas educativas que favorezcan la movilidad de los jóvenes al centro educativo. Así, por ejemplo, se pueden establecer las distancias a partir de las cuáles debería funcionar el transporte escolar, y favorecer el andar en estas distancias, disponiendo de zonas de estacionamiento para los vehículos alejados de las puertas de los centros educativos, en función de estas distancias.»

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Referencia bibliográfica:

A longitudinal study of the distance that young people walk to school
P.Chillón, J.Panter, K.Corder, A.P.Jones, E.M.F.VanSluijs
Health&Place

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¿Cuánto están dispuestos a andar los niños para ir al colegio?

75922 Un estudio realizado por investigadores de las universidades de Granada, Cambridge y Anglia del Este (Reino Unido) ha analizado por primera vez la distancia que los niños están dispuestos a andar para ir al colegio cada día, y ha cuantificado cómo ésta aumenta con la edad.

 

Esta investigación, publicada en la revista ‘Health&Place’, ha puesto de manifiesto que la distancia entre el domicilio y el centro educativo es un factor ambiental que determina claramente la posibilidad de ir andando o no al colegio.

En el trabajo participaron un total de 2.064 niños ingleses, a quienes los científicos analizaron durante varios años seguidos: cuando tenían 10 años, cuando tenían 11 y al cumplir 14, informa la UGR en una nota.

En cada ocasión, analizaron la manera de desplazarse al colegio (andando, en bicicleta, en coche o en transporte público, es decir, en tren o en autobús), así como la distancia que los pequeños recorrían cada día para ir al colegio en el caso de que fueran andando.

De este modo, comprobaron que los mismos niños con 10 años andaban cerca de 1,4 kilómetros diarios para ir al colegio, una cifra que aumentaba a los 1,6 kilómetros cuando tenían 11 años, y que se duplicaba hasta los 3 kilómetros cuando con 14 años iban andando hasta el instituto.

Como explica la autora principal de este trabajo, Palma Chillón Garzón, del departamento de Educación Física y Deportiva de la UGR, «esta investigación confirma que los niños y adolescentes que viven más cerca de su colegio o instituto están más predispuestos a ir andando que los que viven más lejos.

Además, por primera vez hemos identificado dónde está el límite de distancia que, a cada edad, los chavales están dispuestos a andar».

Chillón apunta que ir andando al colegio «tiene múltiples beneficios para la salud del escolar y para la salud de la sociedad.

Por ejemplo, disminuye la contaminación ambiental y el peligro de colisiones de coches en las puertas de los colegios en horas punta».

La investigadora de la UGR cree que el valor de la distancia que andan los niños para ir al colegio «es muy útil para establecer políticas educativas que favorezcan la movilidad de los jóvenes al centro educativo.

Así, por ejemplo, se pueden establecer las distancias a partir de las cuáles debería funcionar el transporte escolar, y favorecer el andar en estas distancias, disponiendo de zonas de estacionamiento para los vehículos alejados de las puertas de los centros educativos, en función de estas distancias».

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¿Cuánto están dispuestos a andar los niños para ir al colegio?

75922 Un estudio realizado por investigadores de las universidades de Granada, Cambridge y Anglia del Este (Reino Unido) ha analizado por primera vez la distancia que los niños están dispuestos a andar para ir al colegio cada día, y ha cuantificado cómo ésta aumenta con la edad.

 

Esta investigación, publicada en la revista ‘Health&Place’, ha puesto de manifiesto que la distancia entre el domicilio y el centro educativo es un factor ambiental que determina claramente la posibilidad de ir andando o no al colegio.

En el trabajo participaron un total de 2.064 niños ingleses, a quienes los científicos analizaron durante varios años seguidos: cuando tenían 10 años, cuando tenían 11 y al cumplir 14, informa la UGR en una nota.

En cada ocasión, analizaron la manera de desplazarse al colegio (andando, en bicicleta, en coche o en transporte público, es decir, en tren o en autobús), así como la distancia que los pequeños recorrían cada día para ir al colegio en el caso de que fueran andando.

De este modo, comprobaron que los mismos niños con 10 años andaban cerca de 1,4 kilómetros diarios para ir al colegio, una cifra que aumentaba a los 1,6 kilómetros cuando tenían 11 años, y que se duplicaba hasta los 3 kilómetros cuando con 14 años iban andando hasta el instituto.

Como explica la autora principal de este trabajo, Palma Chillón Garzón, del departamento de Educación Física y Deportiva de la UGR, «esta investigación confirma que los niños y adolescentes que viven más cerca de su colegio o instituto están más predispuestos a ir andando que los que viven más lejos.

Además, por primera vez hemos identificado dónde está el límite de distancia que, a cada edad, los chavales están dispuestos a andar».

Chillón apunta que ir andando al colegio «tiene múltiples beneficios para la salud del escolar y para la salud de la sociedad.

Por ejemplo, disminuye la contaminación ambiental y el peligro de colisiones de coches en las puertas de los colegios en horas punta».

La investigadora de la UGR cree que el valor de la distancia que andan los niños para ir al colegio «es muy útil para establecer políticas educativas que favorezcan la movilidad de los jóvenes al centro educativo.

Así, por ejemplo, se pueden establecer las distancias a partir de las cuáles debería funcionar el transporte escolar, y favorecer el andar en estas distancias, disponiendo de zonas de estacionamiento para los vehículos alejados de las puertas de los centros educativos, en función de estas distancias».

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¿Cuánto están dispuestos a andar los niños para ir al colegio?

75922 Un estudio realizado por investigadores de las universidades de Granada, Cambridge y Anglia del Este (Reino Unido) ha analizado por primera vez la distancia que los niños están dispuestos a andar para ir al colegio cada día, y ha cuantificado cómo ésta aumenta con la edad.

 

Esta investigación, publicada en la revista ‘Health&Place’, ha puesto de manifiesto que la distancia entre el domicilio y el centro educativo es un factor ambiental que determina claramente la posibilidad de ir andando o no al colegio.

En el trabajo participaron un total de 2.064 niños ingleses, a quienes los científicos analizaron durante varios años seguidos: cuando tenían 10 años, cuando tenían 11 y al cumplir 14, informa la UGR en una nota.

En cada ocasión, analizaron la manera de desplazarse al colegio (andando, en bicicleta, en coche o en transporte público, es decir, en tren o en autobús), así como la distancia que los pequeños recorrían cada día para ir al colegio en el caso de que fueran andando.

De este modo, comprobaron que los mismos niños con 10 años andaban cerca de 1,4 kilómetros diarios para ir al colegio, una cifra que aumentaba a los 1,6 kilómetros cuando tenían 11 años, y que se duplicaba hasta los 3 kilómetros cuando con 14 años iban andando hasta el instituto.

Como explica la autora principal de este trabajo, Palma Chillón Garzón, del departamento de Educación Física y Deportiva de la UGR, «esta investigación confirma que los niños y adolescentes que viven más cerca de su colegio o instituto están más predispuestos a ir andando que los que viven más lejos.

Además, por primera vez hemos identificado dónde está el límite de distancia que, a cada edad, los chavales están dispuestos a andar».

Chillón apunta que ir andando al colegio «tiene múltiples beneficios para la salud del escolar y para la salud de la sociedad.

Por ejemplo, disminuye la contaminación ambiental y el peligro de colisiones de coches en las puertas de los colegios en horas punta».

La investigadora de la UGR cree que el valor de la distancia que andan los niños para ir al colegio «es muy útil para establecer políticas educativas que favorezcan la movilidad de los jóvenes al centro educativo.

Así, por ejemplo, se pueden establecer las distancias a partir de las cuáles debería funcionar el transporte escolar, y favorecer el andar en estas distancias, disponiendo de zonas de estacionamiento para los vehículos alejados de las puertas de los centros educativos, en función de estas distancias».

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El robot Curiosity confirma la existencia de metano en la atmósfera de Marte, lo que puede indicar que existió vida

75302 El Espectrómetro Láser Sintonizable (TLS) del instrumento SAM (Sample Analysis at Mars), situado en el robot Curiosity, ha detectado de forma inequívoca un incremento episódico de la concentración de metano en la atmósfera de Marte a partir de un exhaustivo análisis de datos obtenidos durante 605 soles o días marcianos, lo que puede indicar que existió vida en el planeta.

 

Así se refleja en un artículo suscrito por científicos de la misión MSL (Mars Science Laboratory) que publica la prestigiosa revista ‘Science’ esta semana. En el artículo participa Francisco Javier Martín-Torres, investigador del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (CSIC- UGR), informa la Universidad de Granada en una nota.

Se resuelve así la prolongada polémica sobre la presencia de metano en Marte, iniciada hace más de una década con las primeras detecciones desde telescopios terrestres, y avivada posteriormente con las medidas obtenidas desde orbitadores, que resultaban contradictorias en algunos casos.

Tras los nuevos datos, ahora fehacientes, se abren nuevas vías de investigación orientadas a esclarecer cuáles son las fuentes que lo producen (entre las que podría estar algún tipo de actividad biológica), y cuáles los mecanismos a través de los que se elimina con inexplicable rapidez.

Desde que se anunció por primera vez la detección de metano en la atmósfera marciana con el Telescopio del Observatorio Canadá-Francia-Hawái en Mauna Kea, se han sucedido a lo largo de los últimos años varias mediciones del gas mediante diversos instrumentos, tanto de sondeo remoto desde la Tierra como desde orbitadores (Mars Express y Mars Global Surveyor).

Al ser el metano un producto muy notorio de la actividad biológica (la práctica totalidad del existente en la atmósfera terrestre tiene este origen), se abrieron grandes expectativas ante la posibilidad de que también éste fuera el caso de Marte.

METANO EN MARTE

Estas observaciones resultaban aparentemente disconformes, y algunas sugerían un patrón de distribución de metano en el planeta delimitado espacial (con fuente localizada en el hemisferio Norte) y temporalmente (con un pico de concentración durante el verano del hemisferio Norte y su posterior desaparición en cuestión de pocos meses). Ambos hechos resultan inexplicables mediante los modelos de circulación general y fotoquímicos disponibles, que definen la comprensión actual de la atmósfera de Marte.

De acuerdo con ellos, de existir realmente metano allí, su permanencia se prolongaría por término medio unos 300 años, durante los cuales además quedaría homogéneamente repartido por toda la atmósfera. Ante la carencia de un modelo capaz de justificar su generación, localización y rápida desaparición, las detecciones se empezaron a poner en duda y se achacaron a artefactos derivados de las mediciones, obtenidas en el límite de la capacidad de los instrumentos utilizados y teniendo en cuenta además que los valores de concentración del gas que arrojaban eran del orden de ppbv (partes por mil millones en volumen).

«En este contexto y cuando parecía imponerse el convencimiento de que realmente los datos recabados hasta ahora eran cuando menos groseros si no inválidos, las expectativas para dirimir la cuestión se cifraban en la capacidad del instrumento SAM para obtener medidas precisas», destaca el investigador del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra.

A través de su unidad TLS, SAM ha venido detectando valores basales de concentración de metano de en torno a 0,7 ppbv, y ha confirmado un evento de incremento episódico de hasta 10 veces este valor durante un periodo de 60 soles (días marcianos), es decir, de unas 7 ppbv.

Los nuevos datos se basan en la observación a lo largo de casi todo un año marciano (casi dos años terrestres), incluido en la previsión inicial de duración de la misión (misión nominal), durante el que Curiosity ha recorrido unos 8 kilómetros sobre la cuenca del cráter Gale.

ESTACIONES MARCIANAS

En este periodo, que abarca toda la sucesión de estaciones marcianas, la referencia a los datos ambientales recogidos por la estación meteorológica REMS (Rover Environmental Monitoring Station), ha permitido establecer posibles correlaciones con los parámetros ambientales que este instrumento monitoriza: humedad relativa del aire, temperatura ambiente y opacidad atmosférica, esta última medida tanto a través del sensor UV de REMS como de MastCam (Mast Camera), la cámara de Curiosity que se usa como apoyo para los estudios atmosféricos.

Es de destacar que REMS es un instrumento desarrollado y explotado científicamente por investigadores españoles, algunos de los cuales han formado parte igualmente del equipo que ha realizado este significativo estudio.

La posible existencia de una variación estacional de la concentración de metano en correlación con ciertas variables ambientales, en cualquier caso, sólo podrá ser confirmada a través de medidas continuadas en lo sucesivo y específicamente orientadas a dilucidar qué factores pueden ser determinantes para la emisión esporádica y posterior degradación del compuesto. En cuanto a la disposición espacial de las plumas de metano, se ha llegado a la conclusión de que se generan en eventos cortos y débiles muy localizados.

INCÓGNITAS

Como explica Francisco Javier Martín Torres, las incógnitas suscitadas por este trabajo, en cualquier caso, son más que las respuestas que aporta. «Se trata de un hallazgo que cierra la cuestión de la presencia de metano en la atmósfera de Marte, a la vez que abre otras más peliagudas y trascendentes, como son la explicación de su origen, que se cree debe estar en una o varias fuentes adicionales a las contempladas en los citados modelos y entre las que no se descarta la metanogénesis biológica, y de su extraña evolución posterior en la atmósfera marciana. Ambas deberán afrontarse en el futuro con las oportunas investigaciones».

El recién llegado orbitador MAVEN (Mars Atmosphere and Volatile Evolution) de la NASA dará continuidad al estudio de este asunto de forma inmediata y, en un futuro próximo, el Trace Gas Orbiter (TGO), desarrollado conjuntamente por la Agencia Espacial Europea (ESA) y la agencia espacial rusa (Roscosmos) y englobado en la misión ExoMars, medirá la concentración de metano a escalas mayores, permitiendo establecer un marco en el que contextualizar los resultados obtenidos y profundizar en el conocimiento de la dinámica del metano de Marte.

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El robot Curiosity confirma la existencia de metano en la atmósfera de Marte, lo que puede indicar que existió vida

75302 El Espectrómetro Láser Sintonizable (TLS) del instrumento SAM (Sample Analysis at Mars), situado en el robot Curiosity, ha detectado de forma inequívoca un incremento episódico de la concentración de metano en la atmósfera de Marte a partir de un exhaustivo análisis de datos obtenidos durante 605 soles o días marcianos, lo que puede indicar que existió vida en el planeta.

 

Así se refleja en un artículo suscrito por científicos de la misión MSL (Mars Science Laboratory) que publica la prestigiosa revista ‘Science’ esta semana. En el artículo participa Francisco Javier Martín-Torres, investigador del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (CSIC- UGR), informa la Universidad de Granada en una nota.

Se resuelve así la prolongada polémica sobre la presencia de metano en Marte, iniciada hace más de una década con las primeras detecciones desde telescopios terrestres, y avivada posteriormente con las medidas obtenidas desde orbitadores, que resultaban contradictorias en algunos casos.

Tras los nuevos datos, ahora fehacientes, se abren nuevas vías de investigación orientadas a esclarecer cuáles son las fuentes que lo producen (entre las que podría estar algún tipo de actividad biológica), y cuáles los mecanismos a través de los que se elimina con inexplicable rapidez.

Desde que se anunció por primera vez la detección de metano en la atmósfera marciana con el Telescopio del Observatorio Canadá-Francia-Hawái en Mauna Kea, se han sucedido a lo largo de los últimos años varias mediciones del gas mediante diversos instrumentos, tanto de sondeo remoto desde la Tierra como desde orbitadores (Mars Express y Mars Global Surveyor).

Al ser el metano un producto muy notorio de la actividad biológica (la práctica totalidad del existente en la atmósfera terrestre tiene este origen), se abrieron grandes expectativas ante la posibilidad de que también éste fuera el caso de Marte.

METANO EN MARTE

Estas observaciones resultaban aparentemente disconformes, y algunas sugerían un patrón de distribución de metano en el planeta delimitado espacial (con fuente localizada en el hemisferio Norte) y temporalmente (con un pico de concentración durante el verano del hemisferio Norte y su posterior desaparición en cuestión de pocos meses). Ambos hechos resultan inexplicables mediante los modelos de circulación general y fotoquímicos disponibles, que definen la comprensión actual de la atmósfera de Marte.

De acuerdo con ellos, de existir realmente metano allí, su permanencia se prolongaría por término medio unos 300 años, durante los cuales además quedaría homogéneamente repartido por toda la atmósfera. Ante la carencia de un modelo capaz de justificar su generación, localización y rápida desaparición, las detecciones se empezaron a poner en duda y se achacaron a artefactos derivados de las mediciones, obtenidas en el límite de la capacidad de los instrumentos utilizados y teniendo en cuenta además que los valores de concentración del gas que arrojaban eran del orden de ppbv (partes por mil millones en volumen).

«En este contexto y cuando parecía imponerse el convencimiento de que realmente los datos recabados hasta ahora eran cuando menos groseros si no inválidos, las expectativas para dirimir la cuestión se cifraban en la capacidad del instrumento SAM para obtener medidas precisas», destaca el investigador del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra.

A través de su unidad TLS, SAM ha venido detectando valores basales de concentración de metano de en torno a 0,7 ppbv, y ha confirmado un evento de incremento episódico de hasta 10 veces este valor durante un periodo de 60 soles (días marcianos), es decir, de unas 7 ppbv.

Los nuevos datos se basan en la observación a lo largo de casi todo un año marciano (casi dos años terrestres), incluido en la previsión inicial de duración de la misión (misión nominal), durante el que Curiosity ha recorrido unos 8 kilómetros sobre la cuenca del cráter Gale.

ESTACIONES MARCIANAS

En este periodo, que abarca toda la sucesión de estaciones marcianas, la referencia a los datos ambientales recogidos por la estación meteorológica REMS (Rover Environmental Monitoring Station), ha permitido establecer posibles correlaciones con los parámetros ambientales que este instrumento monitoriza: humedad relativa del aire, temperatura ambiente y opacidad atmosférica, esta última medida tanto a través del sensor UV de REMS como de MastCam (Mast Camera), la cámara de Curiosity que se usa como apoyo para los estudios atmosféricos.

Es de destacar que REMS es un instrumento desarrollado y explotado científicamente por investigadores españoles, algunos de los cuales han formado parte igualmente del equipo que ha realizado este significativo estudio.

La posible existencia de una variación estacional de la concentración de metano en correlación con ciertas variables ambientales, en cualquier caso, sólo podrá ser confirmada a través de medidas continuadas en lo sucesivo y específicamente orientadas a dilucidar qué factores pueden ser determinantes para la emisión esporádica y posterior degradación del compuesto. En cuanto a la disposición espacial de las plumas de metano, se ha llegado a la conclusión de que se generan en eventos cortos y débiles muy localizados.

INCÓGNITAS

Como explica Francisco Javier Martín Torres, las incógnitas suscitadas por este trabajo, en cualquier caso, son más que las respuestas que aporta. «Se trata de un hallazgo que cierra la cuestión de la presencia de metano en la atmósfera de Marte, a la vez que abre otras más peliagudas y trascendentes, como son la explicación de su origen, que se cree debe estar en una o varias fuentes adicionales a las contempladas en los citados modelos y entre las que no se descarta la metanogénesis biológica, y de su extraña evolución posterior en la atmósfera marciana. Ambas deberán afrontarse en el futuro con las oportunas investigaciones».

El recién llegado orbitador MAVEN (Mars Atmosphere and Volatile Evolution) de la NASA dará continuidad al estudio de este asunto de forma inmediata y, en un futuro próximo, el Trace Gas Orbiter (TGO), desarrollado conjuntamente por la Agencia Espacial Europea (ESA) y la agencia espacial rusa (Roscosmos) y englobado en la misión ExoMars, medirá la concentración de metano a escalas mayores, permitiendo establecer un marco en el que contextualizar los resultados obtenidos y profundizar en el conocimiento de la dinámica del metano de Marte.

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La ‘app’ más científica

76032 Los interesados por la Física tienen ahora la posibilidad de conocer más acerca de ella gracias a una aplicación para móviles y tablets Android desarrollada por científicos de la Universidad de Granada (UGR). Esta ‘app’ permite determinar la fuerza nuclear y predice las propiedades de estructura del núcleo de helio-4 y de materia nuclear.
El objetivo de esta aplicación denominada Handroica es, por un lado, divulgar algunos de los métodos de la física nuclear implementando un cálculo completo ‘ab initio’, es decir, los que asumen leyes básicas y bien establecidas. En segundo lugar, la ‘app’ demuestra la potencialidad de los ‘smartphones’ como herramienta de trabajo para uso científico. Uno de los desarrolladores, José Enrique Amaro, asegura que la potencialidad de los teléfonos inteligentes hará que «en pocos años el ‘smartphone’, la televisión y el ordenador funcionen fusionados».

 

«En pocos años el ‘smartphone’, la televisión y los ordenadores funcionarán fusionados»

Así, pone de manifiesto la potencia de cálculo de los dispositivos portátiles, ya que la ‘app’ se encarga de realizar cálculos de mecánica cuántica avanzada y minimización de funciones con muchas variables en tiempo real. Los resultados de este cálculo con un teléfono son similares a los que se obtienen por otras técnicas complicadísimas con ordenadores de gran potencia.

Por último, este proyecto pretende fomentar el uso del lenguaje de programacón Android entre investigadores, profesores y estudiantes de la rama más científica. Los alumnos de 4º curso del grado en Física de la UGR son los primeros en estar usando esta aplicación en su proyecto de innovación docente titulado ‘Aplicaciones educativas en fñisica para dispositivos Android’.

Amaro explica que han obtenido resultados «satisfactorios» ya que ha sido un ejercicio muy útil para ellos y para el profesor ya que esta herramienta permite resolver varios problemas concretos de forma interactiva, obteniendo los resultados numéricos y representaciones gráficas al momento. «Este sistema de simulaciones y problemas interactivos abre muchas posibilidades en la enseñanza», comenta el profesor.

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La ‘app’ más científica

76032 Los interesados por la Física tienen ahora la posibilidad de conocer más acerca de ella gracias a una aplicación para móviles y tablets Android desarrollada por científicos de la Universidad de Granada (UGR). Esta ‘app’ permite determinar la fuerza nuclear y predice las propiedades de estructura del núcleo de helio-4 y de materia nuclear.
El objetivo de esta aplicación denominada Handroica es, por un lado, divulgar algunos de los métodos de la física nuclear implementando un cálculo completo ‘ab initio’, es decir, los que asumen leyes básicas y bien establecidas. En segundo lugar, la ‘app’ demuestra la potencialidad de los ‘smartphones’ como herramienta de trabajo para uso científico. Uno de los desarrolladores, José Enrique Amaro, asegura que la potencialidad de los teléfonos inteligentes hará que «en pocos años el ‘smartphone’, la televisión y el ordenador funcionen fusionados».

 

«En pocos años el ‘smartphone’, la televisión y los ordenadores funcionarán fusionados»

Así, pone de manifiesto la potencia de cálculo de los dispositivos portátiles, ya que la ‘app’ se encarga de realizar cálculos de mecánica cuántica avanzada y minimización de funciones con muchas variables en tiempo real. Los resultados de este cálculo con un teléfono son similares a los que se obtienen por otras técnicas complicadísimas con ordenadores de gran potencia.

Por último, este proyecto pretende fomentar el uso del lenguaje de programacón Android entre investigadores, profesores y estudiantes de la rama más científica. Los alumnos de 4º curso del grado en Física de la UGR son los primeros en estar usando esta aplicación en su proyecto de innovación docente titulado ‘Aplicaciones educativas en fñisica para dispositivos Android’.

Amaro explica que han obtenido resultados «satisfactorios» ya que ha sido un ejercicio muy útil para ellos y para el profesor ya que esta herramienta permite resolver varios problemas concretos de forma interactiva, obteniendo los resultados numéricos y representaciones gráficas al momento. «Este sistema de simulaciones y problemas interactivos abre muchas posibilidades en la enseñanza», comenta el profesor.

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Una ‘app’ determina la fuerza nuclear

76032 Esta aplicación educativa, denominada Handroica, está dirigida a estudiantes, profesores, investigadores y público en general interesado por la Física

 UGR/DICYT Investigadores de la Universidad de Granada han desarrollado una ‘app’ para teléfonos móviles y tablets con sistema operativo Android que permite determinar la fuerza nuclear y predecir las propiedades de estructura del núcleo de helio-4 y de materia nuclear.

Esta aplicación educativa, denominada Handroica, está dirigida a estudiantes, profesores, investigadores y público en general interesado por la Física. Funciona correctamente en cualquier teléfono o tablet con sistema operativo Android API 7 en adelante.

La finalidad de Handroica es triple. En primer lugar, pretende divulgar algunos de los métodos de la Física Nuclear implementando un cálculo completo ‘ab initio’. En segundo lugar, demostrar la potencialidad de los smartphones como herramienta de trabajo para uso científico. En tercer lugar, sirve para fomentar el uso del lenguaje de programación Android entre investigadores, profesores y estudiantes.

Además pone de manifiesto la potencia de cálculo de los dispositivos portátiles, ya que la ‘app’ se encarga de realizar cálculos de mecánica cuántica avanzada y minimización de funciones con muchas variables en tiempo real. Los resultados de este cálculo con un teléfono son similares a los que se obtienen por otras técnicas complicadísimas con super-ordenadores.

La ‘app’ se está empleando por primera vez durante el curso 2014/15 por los alumnos de cuarto curso del grado en Física en el ámbito del proyecto de innovación docente titulado «Aplicaciones educativas de física para dispositivos Android» dentro del programa de innovación y buenas prácticas docentes de la Universidad de Granada.

La ‘app’ Handroica ha sido desarrollada por los profesores José Enrique Amaro Soriano, Rodrigo Navarro Pérez y Enrique Ruiz Arriola del departamento de Física Atómica, Molecular y Nuclear y del Instituto Carlos I de Física Teórica y Computacional.

Libro

El código fuente (en lenguaje JAVA) de la primera versión (que no calculaba la energía de materia nuclear) se publicó por primera vez en un apéndice del libro «Android: programación de dispositivos móviles a través de ejemplo», de José Enrique Amaro Soriano (Editorial Marcombo, Barcelona). Este libro presenta de forma comprensible las bases necesarias para iniciarse en la programación con Android.

El libro (y su segunda parte «El gran libro de programación avanzada con Android») ha sido editado también en México por la editorial Alfaomega con amplia aceptación en Hispanoamérica, ya que es uno de los pocos en castellano. También cuentan con edición e-book en Amazon Kindle.

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Una ‘app’ determina la fuerza nuclear

76032 Esta aplicación educativa, denominada Handroica, está dirigida a estudiantes, profesores, investigadores y público en general interesado por la Física

 UGR/DICYT Investigadores de la Universidad de Granada han desarrollado una ‘app’ para teléfonos móviles y tablets con sistema operativo Android que permite determinar la fuerza nuclear y predecir las propiedades de estructura del núcleo de helio-4 y de materia nuclear.

Esta aplicación educativa, denominada Handroica, está dirigida a estudiantes, profesores, investigadores y público en general interesado por la Física. Funciona correctamente en cualquier teléfono o tablet con sistema operativo Android API 7 en adelante.

La finalidad de Handroica es triple. En primer lugar, pretende divulgar algunos de los métodos de la Física Nuclear implementando un cálculo completo ‘ab initio’. En segundo lugar, demostrar la potencialidad de los smartphones como herramienta de trabajo para uso científico. En tercer lugar, sirve para fomentar el uso del lenguaje de programación Android entre investigadores, profesores y estudiantes.

Además pone de manifiesto la potencia de cálculo de los dispositivos portátiles, ya que la ‘app’ se encarga de realizar cálculos de mecánica cuántica avanzada y minimización de funciones con muchas variables en tiempo real. Los resultados de este cálculo con un teléfono son similares a los que se obtienen por otras técnicas complicadísimas con super-ordenadores.

La ‘app’ se está empleando por primera vez durante el curso 2014/15 por los alumnos de cuarto curso del grado en Física en el ámbito del proyecto de innovación docente titulado «Aplicaciones educativas de física para dispositivos Android» dentro del programa de innovación y buenas prácticas docentes de la Universidad de Granada.

La ‘app’ Handroica ha sido desarrollada por los profesores José Enrique Amaro Soriano, Rodrigo Navarro Pérez y Enrique Ruiz Arriola del departamento de Física Atómica, Molecular y Nuclear y del Instituto Carlos I de Física Teórica y Computacional.

Libro

El código fuente (en lenguaje JAVA) de la primera versión (que no calculaba la energía de materia nuclear) se publicó por primera vez en un apéndice del libro «Android: programación de dispositivos móviles a través de ejemplo», de José Enrique Amaro Soriano (Editorial Marcombo, Barcelona). Este libro presenta de forma comprensible las bases necesarias para iniciarse en la programación con Android.

El libro (y su segunda parte «El gran libro de programación avanzada con Android») ha sido editado también en México por la editorial Alfaomega con amplia aceptación en Hispanoamérica, ya que es uno de los pocos en castellano. También cuentan con edición e-book en Amazon Kindle.

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