Comer huevos no se asocia con altos niveles de colesterol

66777 Un estudio de la Universidad de Granada que ha analizado la asociación entre la ingesta de huevo en edad adolescente y los principales factores de riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como el perfil lipídico, la adiposidad, la resistencia a la insulina o la tensión arterial, concluye que comer huevos no se asocia con altos niveles de colesterol en adolescentes.

«Tradicionalmente los profesionales de la salud mantenían que comer huevos incrementaba el nivel de colesterol, por ello en las últimas décadas ha habido una tendencia a restringir su ingesta desde diversos organismos de salud pública», explica a SINC Alberto Soriano Maldonado, primer autor del trabajo.

Sin embargo, las investigaciones más recientes afirman que el incremento del colesterol plasmático parece estar más influenciado por la ingesta de grasas saturadas y grasas trans -presentes en carnes rojas, bollería industrial, etc.-, que por el propio colesterol de la dieta.

Así, los resultados de este artículo, perteneciente al estudio europeo HELENA y con nueve países implicados, demostraron que comer más cantidad de huevo no se vincula con un mayor nivel de colesterol plasmático ni con un peor perfil cardiovascular en adolescentes, independientemente de su actividad física.

«Las conclusiones, publicadas en la revista Nutrición Hospitalaria, concuerdan con estudios recientes en adultos sanos que sugieren que una ingesta de hasta siete huevos por semana no está asociada con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares», apunta Soriano.

Nuevas recomendaciones

Como consecuencia, los autores sugieren una revisión de las recomendaciones para la alimentación de los adolescentes, si bien sostienen que sería conveniente replicar la investigación en una población en la que la ingesta de huevo fuese superior.

«El huevo es un alimento barato y rico en proteínas de primera calidad, minerales, folatos y vitaminas del grupo B y, por tanto, puede aportar gran cantidad de los nutrientes que son necesarios en edad adolescente para un óptimo desarrollo», subraya el investigador.

En 1973, la Asociación Americana del Corazón recomendó limitar la ingesta de huevos a un máximo de tres por semana, una idea que fue aceptada durante años por los responsables sanitarios. Sin embargo, aunque la mayor parte de los alimentos ricos en colesterol suelen ser también ricos en grasas saturadas, un huevo de tamaño medio contiene unos 200 miligramos de colesterol, pero tiene más grasas insaturadas que saturadas y aporta solo 70 calorías.

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Comer huevos no se asocia con altos niveles de colesterol

66777 Un estudio de la Universidad de Granada que ha analizado la asociación entre la ingesta de huevo en edad adolescente y los principales factores de riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como el perfil lipídico, la adiposidad, la resistencia a la insulina o la tensión arterial, concluye que comer huevos no se asocia con altos niveles de colesterol en adolescentes.

«Tradicionalmente los profesionales de la salud mantenían que comer huevos incrementaba el nivel de colesterol, por ello en las últimas décadas ha habido una tendencia a restringir su ingesta desde diversos organismos de salud pública», explica a SINC Alberto Soriano Maldonado, primer autor del trabajo.

Sin embargo, las investigaciones más recientes afirman que el incremento del colesterol plasmático parece estar más influenciado por la ingesta de grasas saturadas y grasas trans -presentes en carnes rojas, bollería industrial, etc.-, que por el propio colesterol de la dieta.

Así, los resultados de este artículo, perteneciente al estudio europeo HELENA y con nueve países implicados, demostraron que comer más cantidad de huevo no se vincula con un mayor nivel de colesterol plasmático ni con un peor perfil cardiovascular en adolescentes, independientemente de su actividad física.

«Las conclusiones, publicadas en la revista Nutrición Hospitalaria, concuerdan con estudios recientes en adultos sanos que sugieren que una ingesta de hasta siete huevos por semana no está asociada con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares», apunta Soriano.

Nuevas recomendaciones

Como consecuencia, los autores sugieren una revisión de las recomendaciones para la alimentación de los adolescentes, si bien sostienen que sería conveniente replicar la investigación en una población en la que la ingesta de huevo fuese superior.

«El huevo es un alimento barato y rico en proteínas de primera calidad, minerales, folatos y vitaminas del grupo B y, por tanto, puede aportar gran cantidad de los nutrientes que son necesarios en edad adolescente para un óptimo desarrollo», subraya el investigador.

En 1973, la Asociación Americana del Corazón recomendó limitar la ingesta de huevos a un máximo de tres por semana, una idea que fue aceptada durante años por los responsables sanitarios. Sin embargo, aunque la mayor parte de los alimentos ricos en colesterol suelen ser también ricos en grasas saturadas, un huevo de tamaño medio contiene unos 200 miligramos de colesterol, pero tiene más grasas insaturadas que saturadas y aporta solo 70 calorías.

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Comer huevos no se asocia con altos niveles de colesterol

66777 Un estudio de la Universidad de Granada que ha analizado la asociación entre la ingesta de huevo en edad adolescente y los principales factores de riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como el perfil lipídico, la adiposidad, la resistencia a la insulina o la tensión arterial, concluye que comer huevos no se asocia con altos niveles de colesterol en adolescentes.

«Tradicionalmente los profesionales de la salud mantenían que comer huevos incrementaba el nivel de colesterol, por ello en las últimas décadas ha habido una tendencia a restringir su ingesta desde diversos organismos de salud pública», explica a SINC Alberto Soriano Maldonado, primer autor del trabajo.

Sin embargo, las investigaciones más recientes afirman que el incremento del colesterol plasmático parece estar más influenciado por la ingesta de grasas saturadas y grasas trans -presentes en carnes rojas, bollería industrial, etc.-, que por el propio colesterol de la dieta.

Así, los resultados de este artículo, perteneciente al estudio europeo HELENA y con nueve países implicados, demostraron que comer más cantidad de huevo no se vincula con un mayor nivel de colesterol plasmático ni con un peor perfil cardiovascular en adolescentes, independientemente de su actividad física.

«Las conclusiones, publicadas en la revista Nutrición Hospitalaria, concuerdan con estudios recientes en adultos sanos que sugieren que una ingesta de hasta siete huevos por semana no está asociada con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares», apunta Soriano.

Nuevas recomendaciones

Como consecuencia, los autores sugieren una revisión de las recomendaciones para la alimentación de los adolescentes, si bien sostienen que sería conveniente replicar la investigación en una población en la que la ingesta de huevo fuese superior.

«El huevo es un alimento barato y rico en proteínas de primera calidad, minerales, folatos y vitaminas del grupo B y, por tanto, puede aportar gran cantidad de los nutrientes que son necesarios en edad adolescente para un óptimo desarrollo», subraya el investigador.

En 1973, la Asociación Americana del Corazón recomendó limitar la ingesta de huevos a un máximo de tres por semana, una idea que fue aceptada durante años por los responsables sanitarios. Sin embargo, aunque la mayor parte de los alimentos ricos en colesterol suelen ser también ricos en grasas saturadas, un huevo de tamaño medio contiene unos 200 miligramos de colesterol, pero tiene más grasas insaturadas que saturadas y aporta solo 70 calorías.

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El consumo de altas cantidades de huevo no se vincula con un mayor nivel de colesterol, según estudio

66777 (Caracas, 22 de julio. Noticias24) – El diario ABC publicó un estudio realizado por la Universidad de Granada, relacionado con la asociación entre la ingesta de huevo en edad adolescente y los principales factores de riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como el perfil lipídico, la adiposidad, la resistencia a la insulina o la tensión arterial.

La investigación arrojó que comer huevos no se asocia con altos niveles de colesterol en adolescentes.

A continuación el texto publicado en el diario ABC:

«Tradicionalmente los profesionales de la salud mantenían que comer huevos incrementaba el nivel de colesterol, por ello en las últimas décadas ha habido una tendencia a restringir su ingesta desde diversos organismos de salud pública», explica a Sinc Alberto Soriano Maldonado, primer autor del trabajo.

Sin embargo, las investigaciones más recientes afirman que el incremento del colesterol plasmático parece estar más influenciado por la ingesta de grasas saturadas y grasas trans -presentes en carnes rojas, bollería industrial, etc.-, que por el propio colesterol de la dieta.

«El huevo es un alimento barato y rico en proteínas de primera calidad»
Así, los resultados de este artículo, perteneciente al estudio europeo Helena y con nueve países implicados, demostraron que comer más cantidad de huevo no se vincula con un mayor nivel de colesterol plasmático ni con un peor perfil cardiovascular en adolescentes, independientemente de su actividad física.

«Las conclusiones, publicadas en la revista Nutrición Hospitalaria, concuerdan con estudios recientes en adultos sanos que sugieren que una ingesta de hasta siete huevos por semana no está asociada con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares», apunta Soriano.

Nuevas recomendaciones

Como consecuencia, los autores sugieren una revisión de las recomendaciones para la alimentación de los adolescentes, si bien sostienen que sería conveniente replicar la investigación en una población en la que la ingesta de huevo fuese superior.

«El huevo es un alimento barato y rico en proteínas de primera calidad, minerales, folatos y vitaminas del grupo B y, por tanto, puede aportar gran cantidad de los nutrientes que son necesarios en edad adolescente para un óptimo desarrollo», subraya el investigador.

En 1973, la Asociación Americana del Corazón recomendó limitar la ingesta de huevos a un máximo de tres por semana, una idea que fue aceptada durante años por los responsables sanitarios. Sin embargo, aunque la mayor parte de los alimentos ricos en colesterol suelen ser también ricos en grasas saturadas, un huevo de tamaño medio contiene unos 200 miligramos de colesterol, pero tiene más grasas insaturadas que saturadas y aporta solo 70 calorías.

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El consumo de altas cantidades de huevo no se vincula con un mayor nivel de colesterol, según estudio

66777 (Caracas, 22 de julio. Noticias24) – El diario ABC publicó un estudio realizado por la Universidad de Granada, relacionado con la asociación entre la ingesta de huevo en edad adolescente y los principales factores de riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como el perfil lipídico, la adiposidad, la resistencia a la insulina o la tensión arterial.

La investigación arrojó que comer huevos no se asocia con altos niveles de colesterol en adolescentes.

A continuación el texto publicado en el diario ABC:

«Tradicionalmente los profesionales de la salud mantenían que comer huevos incrementaba el nivel de colesterol, por ello en las últimas décadas ha habido una tendencia a restringir su ingesta desde diversos organismos de salud pública», explica a Sinc Alberto Soriano Maldonado, primer autor del trabajo.

Sin embargo, las investigaciones más recientes afirman que el incremento del colesterol plasmático parece estar más influenciado por la ingesta de grasas saturadas y grasas trans -presentes en carnes rojas, bollería industrial, etc.-, que por el propio colesterol de la dieta.

«El huevo es un alimento barato y rico en proteínas de primera calidad»
Así, los resultados de este artículo, perteneciente al estudio europeo Helena y con nueve países implicados, demostraron que comer más cantidad de huevo no se vincula con un mayor nivel de colesterol plasmático ni con un peor perfil cardiovascular en adolescentes, independientemente de su actividad física.

«Las conclusiones, publicadas en la revista Nutrición Hospitalaria, concuerdan con estudios recientes en adultos sanos que sugieren que una ingesta de hasta siete huevos por semana no está asociada con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares», apunta Soriano.

Nuevas recomendaciones

Como consecuencia, los autores sugieren una revisión de las recomendaciones para la alimentación de los adolescentes, si bien sostienen que sería conveniente replicar la investigación en una población en la que la ingesta de huevo fuese superior.

«El huevo es un alimento barato y rico en proteínas de primera calidad, minerales, folatos y vitaminas del grupo B y, por tanto, puede aportar gran cantidad de los nutrientes que son necesarios en edad adolescente para un óptimo desarrollo», subraya el investigador.

En 1973, la Asociación Americana del Corazón recomendó limitar la ingesta de huevos a un máximo de tres por semana, una idea que fue aceptada durante años por los responsables sanitarios. Sin embargo, aunque la mayor parte de los alimentos ricos en colesterol suelen ser también ricos en grasas saturadas, un huevo de tamaño medio contiene unos 200 miligramos de colesterol, pero tiene más grasas insaturadas que saturadas y aporta solo 70 calorías.

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El consumo de altas cantidades de huevo no se vincula con un mayor nivel de colesterol, según estudio

66777 (Caracas, 22 de julio. Noticias24) – El diario ABC publicó un estudio realizado por la Universidad de Granada, relacionado con la asociación entre la ingesta de huevo en edad adolescente y los principales factores de riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como el perfil lipídico, la adiposidad, la resistencia a la insulina o la tensión arterial.

La investigación arrojó que comer huevos no se asocia con altos niveles de colesterol en adolescentes.

A continuación el texto publicado en el diario ABC:

«Tradicionalmente los profesionales de la salud mantenían que comer huevos incrementaba el nivel de colesterol, por ello en las últimas décadas ha habido una tendencia a restringir su ingesta desde diversos organismos de salud pública», explica a Sinc Alberto Soriano Maldonado, primer autor del trabajo.

Sin embargo, las investigaciones más recientes afirman que el incremento del colesterol plasmático parece estar más influenciado por la ingesta de grasas saturadas y grasas trans -presentes en carnes rojas, bollería industrial, etc.-, que por el propio colesterol de la dieta.

«El huevo es un alimento barato y rico en proteínas de primera calidad»
Así, los resultados de este artículo, perteneciente al estudio europeo Helena y con nueve países implicados, demostraron que comer más cantidad de huevo no se vincula con un mayor nivel de colesterol plasmático ni con un peor perfil cardiovascular en adolescentes, independientemente de su actividad física.

«Las conclusiones, publicadas en la revista Nutrición Hospitalaria, concuerdan con estudios recientes en adultos sanos que sugieren que una ingesta de hasta siete huevos por semana no está asociada con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares», apunta Soriano.

Nuevas recomendaciones

Como consecuencia, los autores sugieren una revisión de las recomendaciones para la alimentación de los adolescentes, si bien sostienen que sería conveniente replicar la investigación en una población en la que la ingesta de huevo fuese superior.

«El huevo es un alimento barato y rico en proteínas de primera calidad, minerales, folatos y vitaminas del grupo B y, por tanto, puede aportar gran cantidad de los nutrientes que son necesarios en edad adolescente para un óptimo desarrollo», subraya el investigador.

En 1973, la Asociación Americana del Corazón recomendó limitar la ingesta de huevos a un máximo de tres por semana, una idea que fue aceptada durante años por los responsables sanitarios. Sin embargo, aunque la mayor parte de los alimentos ricos en colesterol suelen ser también ricos en grasas saturadas, un huevo de tamaño medio contiene unos 200 miligramos de colesterol, pero tiene más grasas insaturadas que saturadas y aporta solo 70 calorías.

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El precio de la matrícula de la UGR subirá sólo un 1,04% este curso

l El coste del crédito de primera matriculación sólo aumenta 13 céntimos.
El precio medio de una primera matrícula en la Universidad de Granada será de 750 euros el próximo curso, lo que significa un incremento de menos de ocho euros respecto al curso anterior, según lo aprobado en el último Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, institución encargada de fijar estos precios. El dato supone que, tal y como ha dicho en varias ocasiones el rector de la UGR, Francisco González Lodeiro, desde la institución educativa de la que depende el Campus de nuestra ciudad, continúan intentando que los alumnos sufran lo menos posible el aumento de las tasas.
Si estas tarifas se comparan con las de otras regiones como Madrid o Barcelona, la diferencia salta a la vista. En la capital, las tasas han aumentado un 20% respecto al curso anterior (un 68% en los últimos dos años). En Cataluña, un alumno puede pagar hasta 2.000 euros por su matrícula. Es decir, que los precios en la UGR son casi la mitad que los de estas otras universidades.
En concreto, el crédito para las titulaciones universitarias en primera matrícula durante el próximo curso tendrá un precio de 12,62 euros, 13 céntimos más que el año académico anterior. Este incremento es más leve que el que se produjo el curso pasado respecto al 2011-2012, cuando el precio del crédito aumentó 20 céntimos.
Asimismo, el estudiante que no consiga aprobar la materia a la primera y tenga que volver a inscribirse, tendrá que pagar un precio bastante más elevado. En concreto, el crédito de segunda matriculación alcanzará los 25,25 euros en todas las carreras y en todo el Distrito Único Andaluz. El año pasado costaba 24,97 euros, hace dos años el precio era de sólo 14,10.
A partir de la tercera matriculación, los precios de los créditos aumentan cada vez de forma más acusada, pero no de la misma forma para todas la carreras, sino que depende del grupo al que pertenezca cada titulación.
En el caso de las enseñanzas del Campus de Melilla son los estudiantes de Enfermería los que pagarán más. En concreto, el precio alcanzará los 54,71 euros por crédito para los que se matriculen por tercera vez (61 céntimos más que el año pasado) y llegará a los 75,75 euros para aquellos alumnos que se inscriban cuatro o más veces en una misma materia (84 céntimos más que el curso anterior). Hace dos años el precio máximo que un alumno podía pagar por un crédito era de 18,3 euros, fuera cual fuera la titulación que estuviera cursando.
Por su parte, los alumnos de las titulaciones del grupo dos, en el que se incluyen todas las carreras de la Facultad de Educación del Campus, abonarán 50,84 euros por crédito de tercera matriculación (56 céntimos más que el año anterior) y 67,79 euros (75 céntimos más que el pasado curso), para los que se inscriban por cuarta vez.
Sin embargo, en el caso de los másteres universitarios, el crédito de primera matriculación será de 19,5 euros, un 40% más que el curso anterior.
En cuanto a los precios de las Pruebas de Acceso a la Universidad, el de la fase general subirá un euro, pasando de los 57,70 euros del curso pasado a los 58,70 euros de éste.
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El precio de la matrícula de la UGR subirá sólo un 1,04% este curso

l El coste del crédito de primera matriculación sólo aumenta 13 céntimos.
El precio medio de una primera matrícula en la Universidad de Granada será de 750 euros el próximo curso, lo que significa un incremento de menos de ocho euros respecto al curso anterior, según lo aprobado en el último Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, institución encargada de fijar estos precios. El dato supone que, tal y como ha dicho en varias ocasiones el rector de la UGR, Francisco González Lodeiro, desde la institución educativa de la que depende el Campus de nuestra ciudad, continúan intentando que los alumnos sufran lo menos posible el aumento de las tasas.
Si estas tarifas se comparan con las de otras regiones como Madrid o Barcelona, la diferencia salta a la vista. En la capital, las tasas han aumentado un 20% respecto al curso anterior (un 68% en los últimos dos años). En Cataluña, un alumno puede pagar hasta 2.000 euros por su matrícula. Es decir, que los precios en la UGR son casi la mitad que los de estas otras universidades.
En concreto, el crédito para las titulaciones universitarias en primera matrícula durante el próximo curso tendrá un precio de 12,62 euros, 13 céntimos más que el año académico anterior. Este incremento es más leve que el que se produjo el curso pasado respecto al 2011-2012, cuando el precio del crédito aumentó 20 céntimos.
Asimismo, el estudiante que no consiga aprobar la materia a la primera y tenga que volver a inscribirse, tendrá que pagar un precio bastante más elevado. En concreto, el crédito de segunda matriculación alcanzará los 25,25 euros en todas las carreras y en todo el Distrito Único Andaluz. El año pasado costaba 24,97 euros, hace dos años el precio era de sólo 14,10.
A partir de la tercera matriculación, los precios de los créditos aumentan cada vez de forma más acusada, pero no de la misma forma para todas la carreras, sino que depende del grupo al que pertenezca cada titulación.
En el caso de las enseñanzas del Campus de Melilla son los estudiantes de Enfermería los que pagarán más. En concreto, el precio alcanzará los 54,71 euros por crédito para los que se matriculen por tercera vez (61 céntimos más que el año pasado) y llegará a los 75,75 euros para aquellos alumnos que se inscriban cuatro o más veces en una misma materia (84 céntimos más que el curso anterior). Hace dos años el precio máximo que un alumno podía pagar por un crédito era de 18,3 euros, fuera cual fuera la titulación que estuviera cursando.
Por su parte, los alumnos de las titulaciones del grupo dos, en el que se incluyen todas las carreras de la Facultad de Educación del Campus, abonarán 50,84 euros por crédito de tercera matriculación (56 céntimos más que el año anterior) y 67,79 euros (75 céntimos más que el pasado curso), para los que se inscriban por cuarta vez.
Sin embargo, en el caso de los másteres universitarios, el crédito de primera matriculación será de 19,5 euros, un 40% más que el curso anterior.
En cuanto a los precios de las Pruebas de Acceso a la Universidad, el de la fase general subirá un euro, pasando de los 57,70 euros del curso pasado a los 58,70 euros de éste.
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El precio de la matrícula de la UGR subirá sólo un 1,04% este curso

l El coste del crédito de primera matriculación sólo aumenta 13 céntimos.
El precio medio de una primera matrícula en la Universidad de Granada será de 750 euros el próximo curso, lo que significa un incremento de menos de ocho euros respecto al curso anterior, según lo aprobado en el último Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, institución encargada de fijar estos precios. El dato supone que, tal y como ha dicho en varias ocasiones el rector de la UGR, Francisco González Lodeiro, desde la institución educativa de la que depende el Campus de nuestra ciudad, continúan intentando que los alumnos sufran lo menos posible el aumento de las tasas.
Si estas tarifas se comparan con las de otras regiones como Madrid o Barcelona, la diferencia salta a la vista. En la capital, las tasas han aumentado un 20% respecto al curso anterior (un 68% en los últimos dos años). En Cataluña, un alumno puede pagar hasta 2.000 euros por su matrícula. Es decir, que los precios en la UGR son casi la mitad que los de estas otras universidades.
En concreto, el crédito para las titulaciones universitarias en primera matrícula durante el próximo curso tendrá un precio de 12,62 euros, 13 céntimos más que el año académico anterior. Este incremento es más leve que el que se produjo el curso pasado respecto al 2011-2012, cuando el precio del crédito aumentó 20 céntimos.
Asimismo, el estudiante que no consiga aprobar la materia a la primera y tenga que volver a inscribirse, tendrá que pagar un precio bastante más elevado. En concreto, el crédito de segunda matriculación alcanzará los 25,25 euros en todas las carreras y en todo el Distrito Único Andaluz. El año pasado costaba 24,97 euros, hace dos años el precio era de sólo 14,10.
A partir de la tercera matriculación, los precios de los créditos aumentan cada vez de forma más acusada, pero no de la misma forma para todas la carreras, sino que depende del grupo al que pertenezca cada titulación.
En el caso de las enseñanzas del Campus de Melilla son los estudiantes de Enfermería los que pagarán más. En concreto, el precio alcanzará los 54,71 euros por crédito para los que se matriculen por tercera vez (61 céntimos más que el año pasado) y llegará a los 75,75 euros para aquellos alumnos que se inscriban cuatro o más veces en una misma materia (84 céntimos más que el curso anterior). Hace dos años el precio máximo que un alumno podía pagar por un crédito era de 18,3 euros, fuera cual fuera la titulación que estuviera cursando.
Por su parte, los alumnos de las titulaciones del grupo dos, en el que se incluyen todas las carreras de la Facultad de Educación del Campus, abonarán 50,84 euros por crédito de tercera matriculación (56 céntimos más que el año anterior) y 67,79 euros (75 céntimos más que el pasado curso), para los que se inscriban por cuarta vez.
Sin embargo, en el caso de los másteres universitarios, el crédito de primera matriculación será de 19,5 euros, un 40% más que el curso anterior.
En cuanto a los precios de las Pruebas de Acceso a la Universidad, el de la fase general subirá un euro, pasando de los 57,70 euros del curso pasado a los 58,70 euros de éste.
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Andalucía, A La Cabeza De Europa En Cáncer De Vías Aerodigestivas Superiores Y Labio

Puede ser que la conjunción del sol, alcohol y tabaco sea un reclamo en ocasiones para atraer turismo, pero lo que el radiólogo e investigador de la Universidad de Granada Nicolás Olea tiene claro es que esta combinación es letal para la población andaluza. Según Olea, la comunidad autónoma se sitúa a la cabeza de Europa en cánceres de vías aerodigestivas superiores: lengua, mejilla, laringe, faringe y orofaringe o labio por estos factores de riesgo, sin olvidar los de vejiga y pulmón debido a la exposición química en provincias como Huelva, Cádiz, Sevilla o Almería. Así, el investigador resalta la importancia de la «localización geográfica» para dilucidar el tipo de cáncer que puede predominar en una zona y puso como ejemplo el de mama, que suele darse con más frecuencia «en las grandes ciudades al estar relacionado con la calidad de vida». 

Olea también destaca entre los factores de riesgo más importantes para desarrollar enfermedades el momento de la exposición a ciertos productos químicos, lo que se denomina ‘the windows of exposure’ o las ventanas de exposición. Según los estudios realizados por su grupo de trabajo, estos investigadores sospechan que las exposiciones del embrión y feto durante el embarazo y primera infancia son especialmente peligrosas, ya que «las exposiciones tempranas en momentos críticos son las más importantes, las tardías no son tan definitivas». Así, la ventana de exposición temprana, desde prácticamente la concepción de una vida hasta la primera infancia, aumenta el riesgo de enfermedad, aunque ésta «aparece cuando tiene que aparecer».

Así, el radiólogo pone como ejemplo la hambruna que se produjo en Dinamarca durante la II Guerra Mundial cuando los supervivientes perdieron un tercio de su peso durante 12 ó 14 meses. «Nacieron en un estado carencial grande y por lo que se ha podido comprobar, los efectos del hambre y la pobreza alimentaria han tenido impacto en su salud y, aunque posteriormente en los años 50 recuperaran un nivel aceptable de nutrición, se sabe que hay momentos que condicionan para siempre tus riesgos de enfermedad», explica Olea, que también señala otra experiencia como Hiroshima y Nagasaki donde «las chicas que se expusieron a la radiación ionizante con 11 años sufrieron un aumento exponencial del cáncer de mama a los 50», mientras que «las exposiciones tardías no fueron tan definitivas».

Nicolás Olea junto a su equipo de trabajo
Nicolás Olea junto a su equipo de trabajo

El investigador de la Universidad de Granada hace especial hincapié en la necesidad de instaurar en España una mayor cultura de prevención, sobre todo en el ámbito sanitario. Olea critica que la prevención en la medicina es «anecdótica» y que con la crisis, «como somos pobres, hay una mayor permisividad que permite hacerlo todo» y añade que «sólo cuando el Estado se lo cree, hace cosas beneficiosas para todos». Así, pone como ejemplo la campaña contra el tabaquismo o las acciones para la desaparición de las gasolinas con plomo. En el estudio de plomo en placenta que hizo su equipo de investigación descubrió que en 2001 el 30% de las placentas estudiadas en mujeres contenían plomo mientras que, tras prohibirlo en las gasolinas, en 2007 este porcentaje disminuyó hasta un 1%. «El efecto de la prohibición de gasolinas de plomo ha hecho que este elemento químico en los niños sea casi no detectable» apostilla.

Olea, además, critica la moda que domina la enseñanza y práctica médica hoy en día: «La medicina que se enseña y se practica es diagnóstica y terapéutica porque parece que es más científica, más moderna, más acorde con el desarrollo de la técnica». Según el investigador, «la medicina diagnóstica cuenta con grandes máquinas y la terapéutica igual, grandes productos, avances tecnológicos que son muy bien recibidos por la población. Ya lo dicen en la televisión: ‘sigue consumiendo modernidad, que todos nuestros problemas y enfermedades provocadas por el desarrollo las solucionaremos con más desarrollo, con más tecnología: una máquina que te detecta el cáncer, otra te irradia selectivamente…’, una solución para cada cosa», indica Olea, a la vez que aboga por «reeducar» e «informar» a los ciudadanos, así como impulsar la medicina de prevención.

Por último, Olea, como muchos otros investigadores que se dieron cita durante el VIII Conferencia Nacional de Disruptores Endocrinos celebrada hace unas semanas en la Escuela Andaluza de Salud Pública, critica la «parálisis por análisis» que sufre España y Europa. «En 1998 comenzó el plan europeo sobre disrupción endocrina y llevamos 15 años esperando que la Comisión Europea tome medidas», señala el investigador, que añade que «después de este tiempo y más de 100 millones de euros en investigación, en la última comisión estaban discutiendo una redefinición del término (disruptores endocrinos)», por lo que se pregunta si estos grupos de expertos trabajan «para el bien de la gente o para favorecer los intereses desarrollistas de los grupos económicos».

El equipo de investigadores liderado por Olea está trabajando actualmente en enfermedades endocrinas hormonodependientes como el cáncer tiroides, mama, próstata, testículo, el neurodesarrollo y la incidencia de los factores ambientales en los casos de diabetes. Según señala el médico, estas enfermedades están registrando un aumento «epidémico» entre la población y «como no podemos controlar nuestra susceptibilidad individual ni nuestros genes, preferimos actuar sobre nuestro medioambiente, que es lo que podemos modificar y nos permite anticiparnos a la enfermedad».

Más información:

FUNDACIÓN DESCUBRE

Departamento de Comunicación

e-mail: comunicacion@fundaciondescubre.es

Página web: www.fundaciondescubre.es

www.facebook.com/cienciadirecta

@cienciadirecta

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Andalucía, A La Cabeza De Europa En Cáncer De Vías Aerodigestivas Superiores Y Labio

Puede ser que la conjunción del sol, alcohol y tabaco sea un reclamo en ocasiones para atraer turismo, pero lo que el radiólogo e investigador de la Universidad de Granada Nicolás Olea tiene claro es que esta combinación es letal para la población andaluza. Según Olea, la comunidad autónoma se sitúa a la cabeza de Europa en cánceres de vías aerodigestivas superiores: lengua, mejilla, laringe, faringe y orofaringe o labio por estos factores de riesgo, sin olvidar los de vejiga y pulmón debido a la exposición química en provincias como Huelva, Cádiz, Sevilla o Almería. Así, el investigador resalta la importancia de la «localización geográfica» para dilucidar el tipo de cáncer que puede predominar en una zona y puso como ejemplo el de mama, que suele darse con más frecuencia «en las grandes ciudades al estar relacionado con la calidad de vida». 

Olea también destaca entre los factores de riesgo más importantes para desarrollar enfermedades el momento de la exposición a ciertos productos químicos, lo que se denomina ‘the windows of exposure’ o las ventanas de exposición. Según los estudios realizados por su grupo de trabajo, estos investigadores sospechan que las exposiciones del embrión y feto durante el embarazo y primera infancia son especialmente peligrosas, ya que «las exposiciones tempranas en momentos críticos son las más importantes, las tardías no son tan definitivas». Así, la ventana de exposición temprana, desde prácticamente la concepción de una vida hasta la primera infancia, aumenta el riesgo de enfermedad, aunque ésta «aparece cuando tiene que aparecer».

Así, el radiólogo pone como ejemplo la hambruna que se produjo en Dinamarca durante la II Guerra Mundial cuando los supervivientes perdieron un tercio de su peso durante 12 ó 14 meses. «Nacieron en un estado carencial grande y por lo que se ha podido comprobar, los efectos del hambre y la pobreza alimentaria han tenido impacto en su salud y, aunque posteriormente en los años 50 recuperaran un nivel aceptable de nutrición, se sabe que hay momentos que condicionan para siempre tus riesgos de enfermedad», explica Olea, que también señala otra experiencia como Hiroshima y Nagasaki donde «las chicas que se expusieron a la radiación ionizante con 11 años sufrieron un aumento exponencial del cáncer de mama a los 50», mientras que «las exposiciones tardías no fueron tan definitivas».

Nicolás Olea junto a su equipo de trabajo
Nicolás Olea junto a su equipo de trabajo

El investigador de la Universidad de Granada hace especial hincapié en la necesidad de instaurar en España una mayor cultura de prevención, sobre todo en el ámbito sanitario. Olea critica que la prevención en la medicina es «anecdótica» y que con la crisis, «como somos pobres, hay una mayor permisividad que permite hacerlo todo» y añade que «sólo cuando el Estado se lo cree, hace cosas beneficiosas para todos». Así, pone como ejemplo la campaña contra el tabaquismo o las acciones para la desaparición de las gasolinas con plomo. En el estudio de plomo en placenta que hizo su equipo de investigación descubrió que en 2001 el 30% de las placentas estudiadas en mujeres contenían plomo mientras que, tras prohibirlo en las gasolinas, en 2007 este porcentaje disminuyó hasta un 1%. «El efecto de la prohibición de gasolinas de plomo ha hecho que este elemento químico en los niños sea casi no detectable» apostilla.

Olea, además, critica la moda que domina la enseñanza y práctica médica hoy en día: «La medicina que se enseña y se practica es diagnóstica y terapéutica porque parece que es más científica, más moderna, más acorde con el desarrollo de la técnica». Según el investigador, «la medicina diagnóstica cuenta con grandes máquinas y la terapéutica igual, grandes productos, avances tecnológicos que son muy bien recibidos por la población. Ya lo dicen en la televisión: ‘sigue consumiendo modernidad, que todos nuestros problemas y enfermedades provocadas por el desarrollo las solucionaremos con más desarrollo, con más tecnología: una máquina que te detecta el cáncer, otra te irradia selectivamente…’, una solución para cada cosa», indica Olea, a la vez que aboga por «reeducar» e «informar» a los ciudadanos, así como impulsar la medicina de prevención.

Por último, Olea, como muchos otros investigadores que se dieron cita durante el VIII Conferencia Nacional de Disruptores Endocrinos celebrada hace unas semanas en la Escuela Andaluza de Salud Pública, critica la «parálisis por análisis» que sufre España y Europa. «En 1998 comenzó el plan europeo sobre disrupción endocrina y llevamos 15 años esperando que la Comisión Europea tome medidas», señala el investigador, que añade que «después de este tiempo y más de 100 millones de euros en investigación, en la última comisión estaban discutiendo una redefinición del término (disruptores endocrinos)», por lo que se pregunta si estos grupos de expertos trabajan «para el bien de la gente o para favorecer los intereses desarrollistas de los grupos económicos».

El equipo de investigadores liderado por Olea está trabajando actualmente en enfermedades endocrinas hormonodependientes como el cáncer tiroides, mama, próstata, testículo, el neurodesarrollo y la incidencia de los factores ambientales en los casos de diabetes. Según señala el médico, estas enfermedades están registrando un aumento «epidémico» entre la población y «como no podemos controlar nuestra susceptibilidad individual ni nuestros genes, preferimos actuar sobre nuestro medioambiente, que es lo que podemos modificar y nos permite anticiparnos a la enfermedad».

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Andalucía, A La Cabeza De Europa En Cáncer De Vías Aerodigestivas Superiores Y Labio

Puede ser que la conjunción del sol, alcohol y tabaco sea un reclamo en ocasiones para atraer turismo, pero lo que el radiólogo e investigador de la Universidad de Granada Nicolás Olea tiene claro es que esta combinación es letal para la población andaluza. Según Olea, la comunidad autónoma se sitúa a la cabeza de Europa en cánceres de vías aerodigestivas superiores: lengua, mejilla, laringe, faringe y orofaringe o labio por estos factores de riesgo, sin olvidar los de vejiga y pulmón debido a la exposición química en provincias como Huelva, Cádiz, Sevilla o Almería. Así, el investigador resalta la importancia de la «localización geográfica» para dilucidar el tipo de cáncer que puede predominar en una zona y puso como ejemplo el de mama, que suele darse con más frecuencia «en las grandes ciudades al estar relacionado con la calidad de vida». 

Olea también destaca entre los factores de riesgo más importantes para desarrollar enfermedades el momento de la exposición a ciertos productos químicos, lo que se denomina ‘the windows of exposure’ o las ventanas de exposición. Según los estudios realizados por su grupo de trabajo, estos investigadores sospechan que las exposiciones del embrión y feto durante el embarazo y primera infancia son especialmente peligrosas, ya que «las exposiciones tempranas en momentos críticos son las más importantes, las tardías no son tan definitivas». Así, la ventana de exposición temprana, desde prácticamente la concepción de una vida hasta la primera infancia, aumenta el riesgo de enfermedad, aunque ésta «aparece cuando tiene que aparecer».

Así, el radiólogo pone como ejemplo la hambruna que se produjo en Dinamarca durante la II Guerra Mundial cuando los supervivientes perdieron un tercio de su peso durante 12 ó 14 meses. «Nacieron en un estado carencial grande y por lo que se ha podido comprobar, los efectos del hambre y la pobreza alimentaria han tenido impacto en su salud y, aunque posteriormente en los años 50 recuperaran un nivel aceptable de nutrición, se sabe que hay momentos que condicionan para siempre tus riesgos de enfermedad», explica Olea, que también señala otra experiencia como Hiroshima y Nagasaki donde «las chicas que se expusieron a la radiación ionizante con 11 años sufrieron un aumento exponencial del cáncer de mama a los 50», mientras que «las exposiciones tardías no fueron tan definitivas».

Nicolás Olea junto a su equipo de trabajo
Nicolás Olea junto a su equipo de trabajo

El investigador de la Universidad de Granada hace especial hincapié en la necesidad de instaurar en España una mayor cultura de prevención, sobre todo en el ámbito sanitario. Olea critica que la prevención en la medicina es «anecdótica» y que con la crisis, «como somos pobres, hay una mayor permisividad que permite hacerlo todo» y añade que «sólo cuando el Estado se lo cree, hace cosas beneficiosas para todos». Así, pone como ejemplo la campaña contra el tabaquismo o las acciones para la desaparición de las gasolinas con plomo. En el estudio de plomo en placenta que hizo su equipo de investigación descubrió que en 2001 el 30% de las placentas estudiadas en mujeres contenían plomo mientras que, tras prohibirlo en las gasolinas, en 2007 este porcentaje disminuyó hasta un 1%. «El efecto de la prohibición de gasolinas de plomo ha hecho que este elemento químico en los niños sea casi no detectable» apostilla.

Olea, además, critica la moda que domina la enseñanza y práctica médica hoy en día: «La medicina que se enseña y se practica es diagnóstica y terapéutica porque parece que es más científica, más moderna, más acorde con el desarrollo de la técnica». Según el investigador, «la medicina diagnóstica cuenta con grandes máquinas y la terapéutica igual, grandes productos, avances tecnológicos que son muy bien recibidos por la población. Ya lo dicen en la televisión: ‘sigue consumiendo modernidad, que todos nuestros problemas y enfermedades provocadas por el desarrollo las solucionaremos con más desarrollo, con más tecnología: una máquina que te detecta el cáncer, otra te irradia selectivamente…’, una solución para cada cosa», indica Olea, a la vez que aboga por «reeducar» e «informar» a los ciudadanos, así como impulsar la medicina de prevención.

Por último, Olea, como muchos otros investigadores que se dieron cita durante el VIII Conferencia Nacional de Disruptores Endocrinos celebrada hace unas semanas en la Escuela Andaluza de Salud Pública, critica la «parálisis por análisis» que sufre España y Europa. «En 1998 comenzó el plan europeo sobre disrupción endocrina y llevamos 15 años esperando que la Comisión Europea tome medidas», señala el investigador, que añade que «después de este tiempo y más de 100 millones de euros en investigación, en la última comisión estaban discutiendo una redefinición del término (disruptores endocrinos)», por lo que se pregunta si estos grupos de expertos trabajan «para el bien de la gente o para favorecer los intereses desarrollistas de los grupos económicos».

El equipo de investigadores liderado por Olea está trabajando actualmente en enfermedades endocrinas hormonodependientes como el cáncer tiroides, mama, próstata, testículo, el neurodesarrollo y la incidencia de los factores ambientales en los casos de diabetes. Según señala el médico, estas enfermedades están registrando un aumento «epidémico» entre la población y «como no podemos controlar nuestra susceptibilidad individual ni nuestros genes, preferimos actuar sobre nuestro medioambiente, que es lo que podemos modificar y nos permite anticiparnos a la enfermedad».

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