Pág. 18: Los palos del flamencos y el amor, unidos en los cursos de verano
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Pág. 23. La psicología del amor y los palos básicos del flamenco componen la segunda etapa de los «Cursos de Verano»
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Pág. 10 – 11.Las Minas de Alquife esperan su oportunidad
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Pág. 12. Científicos granadinos usan arcilla para lograr fármacos más eficaces
Pág. 14. La independencia que da la cocina
Pág. 24. Antonio Veiga: «Un buen cartel debe ser visualmente atractivo y llamativo»
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Pág. 12. Científicos granadinos usan arcilla para lograr fármacos más eficaces
Pág. 14. La independencia que da la cocina
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Si el Códice Calixtino fue robado desde dentro por el ya famoso electricista, el Codex Granatensis, resguardado en la biblioteca universitaria del Hospital Real, también resultó en 1986 vulnerado por trabajadores internos: dos bibliotecarios y un alumno, que cortaron una página del mismo y la vendieron a un anticuario holandés. El robo fue muy sonado, aunque no tanto como el actual, y el final fue el mismo: recuperaron la hoja, aunque en este caso pagando por ella cinco millones de las antiguas pesetas.
Después de esto, el documento más valioso de la Universidad de Granada y escrito por Tomás de Cantimpré fue asegurado -el Códice Calixtino no lo estaba-. No obstante, María José Ariza, directora de la Biblioteca, afirma: «Por mucho que se asegure es insustituible». Por ello, las medidas de seguridad son extremas: «El Codex duerme en una caja fuerte acorazada, con cámaras de seguridad y alarmas diversas. Además, se abre con distintas llaves y combinaciones, a las que solo tienen acceso cuatro trabajadores del recinto. Yo misma invierto una media hora cada vez que quiero abrir la caja». Tales son las medidas de seguridad que la directora se atreve a afirmar que «es imposible que desde fuera se robe».
Para evitar las tentaciones, se aplican muchas restricciones a la hora de verlo: «Hay que pedir un permiso especial, que se valora y, si el personal considera que es correcto enseñarlo, se procede. No obstante, tenemos una edición facsímil del Codex Granatensis, también llamado Tacuinum Sanitaris, una copia exacta que es lo que se suele mostrar al público, y que es muy difícil de distinguir del original». Lo más común es que solo los especialistas tengan acceso a él para estudiar cuestiones concretas como el tipo de pergamino, y siempre utilizando unos guantes específicos.
Miguel Luís López Guadalupe, prodesor de Historia Moderna de la Universidad de Granada, destaca precisamente el Codex Granatensis como uno de los documentos más valiosos que hay en la ciudad, aunque, añade: «En la Biblioteca del Hospital Real hay otras obras de valor, como el pergamino que contiene la Bula Fundacional de la Universidad firmada por el Papa Clemente VII en 1531, algunas cartas náuticas, un libro de cirugía, un tratado musical o la colección de documentos arábigo-granadinos de carácter notarial». No obstante, el profesor añade que estos documentos, más que por su valor económico, son imprescindibles por su valor histórico. Es por ello que, en el caso de ser robados, su destino son las colecciones privadas de los particulares; se trata de escritos tan conocidos que en el mercado negro serían fácilmente reconocibles.
Tesoros religiosos
Subraya, además, que las instituciones religiosas granadinas guardan celosamente sus bienes más preciados: «Los más valiosos se guardan en el archivo diocesano y en el de cada parroquia, y solo son accesibles tras rellenar un documento de solicitud, y bajo la supervisión del archivero». Otro ejemplo que pone López Guadalupe son los libros corales de la Catedral: «Su acceso es prácticamente imposible desde fuera. A pesar de estar expuestos en algunas de las vitrinas de la Catedral, es muy difícil sustraerlos sin llamar la atención», asegura. Así se puede comprobar en la propia Catedral. Aunque existen numerosos objetos de valor expuestos al público, un cristal se interpone entre ellos y los visitantes, y muchos de ellos son fascímiles.
En estas situaciones la colaboración ciudadana cobra una especial relevancia; Javier y Sofía, dos visitantes valencianos que estaban visitando el mayor monumento cristiano de Granada, aseguran que en caso de ver algún movimiento sospechoso por parte de alguna persona «avisaríamos al encargado de seguridad del recinto. Los documentos de valor histórico son patrimonio de todos, y todos deberíamos de protegerlos». En una mezcla entre inglés, alemán y español, Bernard y Ava, que han venido a visitar Granada directos desde Alemania, afirman que en su país la seguridad de los lugares de interés es muy semejante a ésta. Sin duda, un dato positivo para la ciudad teniendo en cuenta que el país de centoreuropa es uno de los que más coleccionistas privados de arte alberga, lo que promueve los robos y la usurpación de objetos de valor.
Miguel Luís tuvo la oportunidad de visitar el Códice Calixtino pocos meses antes de su desaparición. Destaca que no apreció falta de seguridad alguna, y que a ellos se lo enseñaron «porque era una visita guiada y enfocada a especialistas». Un robo así solo es entendido desde el interior del recinto.
Desde la Policía Nacional aseguran que se les da a los funcionarios encargados de la seguridad de las instituciones religiosas consignas con el objetivo de que los documentos estén lo más protegidos posibles: «Que estén bajo llave es lo mínimo que se pueda pedir». Aunque desde el Codex Granatensis no se ha registrado ningún caso de robo relevante en la ciudad de Granada, aseguran que, en caso de ocurrir, se aplicaría el procedimiento habitual de cualquier saqueo, empezando por la inspección del lugar de los hechos y tomando declaración a los posibles testigos.
Por prevención, Antonio Muñoz Soria, Delegado Diocesano para el Patrimonio Cultural del Arzobispado de Granada, prefiere no dar detalles sobre las medidas de seguridad que se aplican en los recintos religiosos para proteger los documentos y obras de arte de valor, ni concretar cuáles son éstos. No obstante, asegura que los objetos están bien protegidos, y que se espera que nunca se producza un robo «desde dentro», a pesar de que el acceso directo a los documentos esté al alcance de unos pocos trabajadores, siempre de confianza.
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Si el Códice Calixtino fue robado desde dentro por el ya famoso electricista, el Codex Granatensis, resguardado en la biblioteca universitaria del Hospital Real, también resultó en 1986 vulnerado por trabajadores internos: dos bibliotecarios y un alumno, que cortaron una página del mismo y la vendieron a un anticuario holandés. El robo fue muy sonado, aunque no tanto como el actual, y el final fue el mismo: recuperaron la hoja, aunque en este caso pagando por ella cinco millones de las antiguas pesetas.
Después de esto, el documento más valioso de la Universidad de Granada y escrito por Tomás de Cantimpré fue asegurado -el Códice Calixtino no lo estaba-. No obstante, María José Ariza, directora de la Biblioteca, afirma: «Por mucho que se asegure es insustituible». Por ello, las medidas de seguridad son extremas: «El Codex duerme en una caja fuerte acorazada, con cámaras de seguridad y alarmas diversas. Además, se abre con distintas llaves y combinaciones, a las que solo tienen acceso cuatro trabajadores del recinto. Yo misma invierto una media hora cada vez que quiero abrir la caja». Tales son las medidas de seguridad que la directora se atreve a afirmar que «es imposible que desde fuera se robe».
Para evitar las tentaciones, se aplican muchas restricciones a la hora de verlo: «Hay que pedir un permiso especial, que se valora y, si el personal considera que es correcto enseñarlo, se procede. No obstante, tenemos una edición facsímil del Codex Granatensis, también llamado Tacuinum Sanitaris, una copia exacta que es lo que se suele mostrar al público, y que es muy difícil de distinguir del original». Lo más común es que solo los especialistas tengan acceso a él para estudiar cuestiones concretas como el tipo de pergamino, y siempre utilizando unos guantes específicos.
Miguel Luís López Guadalupe, prodesor de Historia Moderna de la Universidad de Granada, destaca precisamente el Codex Granatensis como uno de los documentos más valiosos que hay en la ciudad, aunque, añade: «En la Biblioteca del Hospital Real hay otras obras de valor, como el pergamino que contiene la Bula Fundacional de la Universidad firmada por el Papa Clemente VII en 1531, algunas cartas náuticas, un libro de cirugía, un tratado musical o la colección de documentos arábigo-granadinos de carácter notarial». No obstante, el profesor añade que estos documentos, más que por su valor económico, son imprescindibles por su valor histórico. Es por ello que, en el caso de ser robados, su destino son las colecciones privadas de los particulares; se trata de escritos tan conocidos que en el mercado negro serían fácilmente reconocibles.
Tesoros religiosos
Subraya, además, que las instituciones religiosas granadinas guardan celosamente sus bienes más preciados: «Los más valiosos se guardan en el archivo diocesano y en el de cada parroquia, y solo son accesibles tras rellenar un documento de solicitud, y bajo la supervisión del archivero». Otro ejemplo que pone López Guadalupe son los libros corales de la Catedral: «Su acceso es prácticamente imposible desde fuera. A pesar de estar expuestos en algunas de las vitrinas de la Catedral, es muy difícil sustraerlos sin llamar la atención», asegura. Así se puede comprobar en la propia Catedral. Aunque existen numerosos objetos de valor expuestos al público, un cristal se interpone entre ellos y los visitantes, y muchos de ellos son fascímiles.
En estas situaciones la colaboración ciudadana cobra una especial relevancia; Javier y Sofía, dos visitantes valencianos que estaban visitando el mayor monumento cristiano de Granada, aseguran que en caso de ver algún movimiento sospechoso por parte de alguna persona «avisaríamos al encargado de seguridad del recinto. Los documentos de valor histórico son patrimonio de todos, y todos deberíamos de protegerlos». En una mezcla entre inglés, alemán y español, Bernard y Ava, que han venido a visitar Granada directos desde Alemania, afirman que en su país la seguridad de los lugares de interés es muy semejante a ésta. Sin duda, un dato positivo para la ciudad teniendo en cuenta que el país de centoreuropa es uno de los que más coleccionistas privados de arte alberga, lo que promueve los robos y la usurpación de objetos de valor.
Miguel Luís tuvo la oportunidad de visitar el Códice Calixtino pocos meses antes de su desaparición. Destaca que no apreció falta de seguridad alguna, y que a ellos se lo enseñaron «porque era una visita guiada y enfocada a especialistas». Un robo así solo es entendido desde el interior del recinto.
Desde la Policía Nacional aseguran que se les da a los funcionarios encargados de la seguridad de las instituciones religiosas consignas con el objetivo de que los documentos estén lo más protegidos posibles: «Que estén bajo llave es lo mínimo que se pueda pedir». Aunque desde el Codex Granatensis no se ha registrado ningún caso de robo relevante en la ciudad de Granada, aseguran que, en caso de ocurrir, se aplicaría el procedimiento habitual de cualquier saqueo, empezando por la inspección del lugar de los hechos y tomando declaración a los posibles testigos.
Por prevención, Antonio Muñoz Soria, Delegado Diocesano para el Patrimonio Cultural del Arzobispado de Granada, prefiere no dar detalles sobre las medidas de seguridad que se aplican en los recintos religiosos para proteger los documentos y obras de arte de valor, ni concretar cuáles son éstos. No obstante, asegura que los objetos están bien protegidos, y que se espera que nunca se producza un robo «desde dentro», a pesar de que el acceso directo a los documentos esté al alcance de unos pocos trabajadores, siempre de confianza.
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Si el Códice Calixtino fue robado desde dentro por el ya famoso electricista, el Codex Granatensis, resguardado en la biblioteca universitaria del Hospital Real, también resultó en 1986 vulnerado por trabajadores internos: dos bibliotecarios y un alumno, que cortaron una página del mismo y la vendieron a un anticuario holandés. El robo fue muy sonado, aunque no tanto como el actual, y el final fue el mismo: recuperaron la hoja, aunque en este caso pagando por ella cinco millones de las antiguas pesetas.
Después de esto, el documento más valioso de la Universidad de Granada y escrito por Tomás de Cantimpré fue asegurado -el Códice Calixtino no lo estaba-. No obstante, María José Ariza, directora de la Biblioteca, afirma: «Por mucho que se asegure es insustituible». Por ello, las medidas de seguridad son extremas: «El Codex duerme en una caja fuerte acorazada, con cámaras de seguridad y alarmas diversas. Además, se abre con distintas llaves y combinaciones, a las que solo tienen acceso cuatro trabajadores del recinto. Yo misma invierto una media hora cada vez que quiero abrir la caja». Tales son las medidas de seguridad que la directora se atreve a afirmar que «es imposible que desde fuera se robe».
Para evitar las tentaciones, se aplican muchas restricciones a la hora de verlo: «Hay que pedir un permiso especial, que se valora y, si el personal considera que es correcto enseñarlo, se procede. No obstante, tenemos una edición facsímil del Codex Granatensis, también llamado Tacuinum Sanitaris, una copia exacta que es lo que se suele mostrar al público, y que es muy difícil de distinguir del original». Lo más común es que solo los especialistas tengan acceso a él para estudiar cuestiones concretas como el tipo de pergamino, y siempre utilizando unos guantes específicos.
Miguel Luís López Guadalupe, prodesor de Historia Moderna de la Universidad de Granada, destaca precisamente el Codex Granatensis como uno de los documentos más valiosos que hay en la ciudad, aunque, añade: «En la Biblioteca del Hospital Real hay otras obras de valor, como el pergamino que contiene la Bula Fundacional de la Universidad firmada por el Papa Clemente VII en 1531, algunas cartas náuticas, un libro de cirugía, un tratado musical o la colección de documentos arábigo-granadinos de carácter notarial». No obstante, el profesor añade que estos documentos, más que por su valor económico, son imprescindibles por su valor histórico. Es por ello que, en el caso de ser robados, su destino son las colecciones privadas de los particulares; se trata de escritos tan conocidos que en el mercado negro serían fácilmente reconocibles.
Tesoros religiosos
Subraya, además, que las instituciones religiosas granadinas guardan celosamente sus bienes más preciados: «Los más valiosos se guardan en el archivo diocesano y en el de cada parroquia, y solo son accesibles tras rellenar un documento de solicitud, y bajo la supervisión del archivero». Otro ejemplo que pone López Guadalupe son los libros corales de la Catedral: «Su acceso es prácticamente imposible desde fuera. A pesar de estar expuestos en algunas de las vitrinas de la Catedral, es muy difícil sustraerlos sin llamar la atención», asegura. Así se puede comprobar en la propia Catedral. Aunque existen numerosos objetos de valor expuestos al público, un cristal se interpone entre ellos y los visitantes, y muchos de ellos son fascímiles.
En estas situaciones la colaboración ciudadana cobra una especial relevancia; Javier y Sofía, dos visitantes valencianos que estaban visitando el mayor monumento cristiano de Granada, aseguran que en caso de ver algún movimiento sospechoso por parte de alguna persona «avisaríamos al encargado de seguridad del recinto. Los documentos de valor histórico son patrimonio de todos, y todos deberíamos de protegerlos». En una mezcla entre inglés, alemán y español, Bernard y Ava, que han venido a visitar Granada directos desde Alemania, afirman que en su país la seguridad de los lugares de interés es muy semejante a ésta. Sin duda, un dato positivo para la ciudad teniendo en cuenta que el país de centoreuropa es uno de los que más coleccionistas privados de arte alberga, lo que promueve los robos y la usurpación de objetos de valor.
Miguel Luís tuvo la oportunidad de visitar el Códice Calixtino pocos meses antes de su desaparición. Destaca que no apreció falta de seguridad alguna, y que a ellos se lo enseñaron «porque era una visita guiada y enfocada a especialistas». Un robo así solo es entendido desde el interior del recinto.
Desde la Policía Nacional aseguran que se les da a los funcionarios encargados de la seguridad de las instituciones religiosas consignas con el objetivo de que los documentos estén lo más protegidos posibles: «Que estén bajo llave es lo mínimo que se pueda pedir». Aunque desde el Codex Granatensis no se ha registrado ningún caso de robo relevante en la ciudad de Granada, aseguran que, en caso de ocurrir, se aplicaría el procedimiento habitual de cualquier saqueo, empezando por la inspección del lugar de los hechos y tomando declaración a los posibles testigos.
Por prevención, Antonio Muñoz Soria, Delegado Diocesano para el Patrimonio Cultural del Arzobispado de Granada, prefiere no dar detalles sobre las medidas de seguridad que se aplican en los recintos religiosos para proteger los documentos y obras de arte de valor, ni concretar cuáles son éstos. No obstante, asegura que los objetos están bien protegidos, y que se espera que nunca se producza un robo «desde dentro», a pesar de que el acceso directo a los documentos esté al alcance de unos pocos trabajadores, siempre de confianza.
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Tiene prestigio académico y se nota en la demanda. Hasta 6.730 personas han solicitado estudiar en la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada (UGR). Para Primero solo hay 253 plazas. Este curso 2011-2012 han estudiado en el centro de la avenida de Madrid unos mil setecientos alumnos, de los cuales el 70% cursan licenciatura y el 30% grado. Imparten clases 175 profesores con carácter permanente y otros tantos que ocupan figuras de asociados, ayudantes… Un dato más, en la primera adjudicación la nota de corte se ha quedado en un 12,822. Todo un récord en Andalucía y en el resto del territorio nacional. La Facultad de Medicina es un centro con alumnos muy listos, según su expediente.
El decano de la Facultad de Medicina de la Universidad granadina, Indalecio Sánchez-Montesinos, valora el dato de la nota y la gran demanda con «satisfacción, con esperanza de tener cubierto el futuro del cuidado de la salud de los ciudadanos, pero también con una gran preocupación por la disminución de oferta de trabajo para los nuevos licenciados y graduados en Medicina, siendo consciente de la necesidad y de la importancia que la salud supone para la sociedad como un bien primario y fundamental, como lo es también la educación».
En lo que respecta a la calificación tan elevada «más que prestigio supone responsabilidad, tanto por parte de los estudiantes como de los profesores y del personal de administración y servicios de nuestra facultad y de nuestra tarea universitaria de formación de los hombres y mujeres de un futuro inmediato al servicio público. El prestigio se va construyendo y no hay duda que este es un buen principio, tal vez el mejor, pero en cada profesión hay que ganarlo día a día, desde que se es estudiante, con el trabajo, con el ejemplo, con el compromiso y en definitiva con hechos».
Causa y efecto
A la hora de pedirle al máximo mandatario del centro en el que se forman los futuros médicos una explicación de por qué es tan solicitada esta titulación dice que «porque es una muy buena facultad, enmarcada en una gran Universidad como es la de Granada, avalada por su historia y por los excelentes profesionales que en ella se forman y que representan y son, en realidad, la propia facultad allá donde están».
En esta facultad predominan los alumnos de Granada y de las provincias más próximas, pero también es muy demandada desde otros países comunitarios y extracomunitarios. Y un dato, el porcentaje de éxito académico de los alumnos que comienzan esta carrera es del 95,7%. Solo un 4,3% de suspensos. Todo un éxito si se compara con algunas otros estudios de la UGR.
En cuanto a la inserción laboral, la más inmediata pasa por aprobar el MIR en la práctica totalidad de los casos, por lo que el límite de este paso, de formación, previo a la inserción laboral real, lo marca la oferta de plazas de cada convocatoria, que se sitúa en torno a seis mil quinientas en España. En el último examen MIR un 91,4%, de los estudiantes de Granada han conseguido plaza, situándose 24 alumnos dentro de los 100 primeros.
Tras salvar ese examen, el licenciado, o ahora graduado en Medicina, elige condicionado por la plaza obtenida en el examen MIR el lugar y la especialidad que desea realizar. El lugar de realización de la especialidad suele ser uno de los mayores condicionantes para fijar posteriormente el lugar de trabajo. La mayoría suelen elegir centros de Andalucía y en segundo lugar de la comunidad de Madrid. «En cualquier caso son muy bien considerados también fuera de nuestras fronteras, en países como Alemania, Holanda y, por supuesto, en América tanto del Sur como del Norte. Los que deciden irse a estos países lo hacen con éxito», concreta Sánchez-Montesinos.
Cadáveres e investigación
En el marco de estos buenos datos, la Facultad de Medicina debe responder. Por eso, el decano explica que los principales retos son «sin duda, formar los mejores profesionales, los mejores médicos: Que puedan adquirir el mayor y más extenso nivel de conocimiento, las herramientas para poder obtenerlo ajustándose a las necesidades y circunstancias de cada momento, ciertamente muy cambiantes en la ciencia médica tanto por los avances técnicos como a la diversidad de población y del lugar en la que se ejerce. Que adquieran las competencias y habilidades necesarias de la práctica y la investigación médica que se le debe exigir con garantía a un médico general, al que le falta el periodo formativo como residente, en relación a los buenos medios sanitarios a nuestro alcance. Es decir, lo que podemos llamar un residente cero (R-0). Y lo que es más importante, que sea capaz de adquirir en una época crucial y maravillosa de su vida, los valores universitarios de formación integral desde la libertad, el respeto y el juicio crítico y los valores humanos de honestidad, solidaridad, compromiso y servicio a los demás».
Para ello, «necesitamos asegurar los mejores profesionales clínicos al servicio de la docencia y la investigación y su relevo generacional, así como los medios necesarios tanto para el entrenamiento como para la aproximación al escenario clínico real. Y todo ello procurando una actitud más global mediante la movilidad nacional e internacional», deja dicho Sánchez-Montesinos.
Grupos de investigación
La Facultad de Medicina es particular por muchas cosas. El profesorado es una de ellas: Docencia, práctica profesional en consulta o quirófanos -algunos de ellos- e investigación. Esta última faceta no se descuida. «Tenemos grupos de investigación de altísimo nivel y en todas las disciplinas. Baste señalar cualquier departamento o área de conocimiento y encontrar al menos un grupo de investigación de referencia y de situación contrastada tanto en el ámbito nacional como internacional», dice el decano Indalecio Sánchez-Montesinos. Los trabajos y las acciones son múltiples.
Al hablar del centro de la avenida de Madrid -está pendiente el traslado al Parque Tecnológico de la Salud- no se puede olvidar tampoco los equipos para las clases prácticas del alumnado: Innovación y cadáveres -donados a la ciencia- como desde hace mucho tiempo.
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