La incertidumbre y la constancia de lo destructivo que pueden llegar a ser son suficientes ingredientes para dotar a los terremotos de un carácter indómito y peligroso. La historia de Granada está jalonada de episodios sísmicos que han colocado a la provincia en el punto de mira de los especialistas de toda Andalucía, y es más, aparece de forma clara en todos los mapas sísmicos nacionales, que resaltan de forma clara a la provincia como zona de peligrosidad sísmica moderada.
Saber cuándo tendrá lugar el próximo terremoto es algo que la ciencia, a día de hoy, no puede resolver. Así las cosas, en territorios en un principio propicios a que se produzca un sismo, como es Granada, buena parte del trabajo de los investigadores se centra en la prevención. No se sabe cuándo, pero, al menos, se pueden tomar medidas para mitigar.
La importancia de esta labor preventiva quedó patente en los sismos que sacudieron recientemente Chile y Haití. A pesar de que el primero tuvo una magnitud mayor -es decir, se liberó más energía durante el temblor- el segundo fue más devastador. 400 muertos contra 200.000. Inevitable reducir a cifras dos catástrofes humanitarias. Como también es inevitable sentir cierta preocupación cuando se es consciente de la intensa actividad sísmica que se desarrolla en la provincia de Granada, así como buena parte del sur de la Península Ibérica, como es el caso de las provincias de Almería y Málaga.
Con los antecedentes sobre la mesa, desde el Instituto Andaluz de Geofísica se trabaja, entre otros proyectos, en la evaluación del riesgo sísmico, una labor fundamental en la tarea de prevención. «El riesgo sísmico es el resultado de la combinación de la peligrosidad sísmica -probabilidad de ocurrencia de un terremoto de una determinada magnitud en una zona e intervalo de tiempo específicos- y de la vulnerabilidad sísmica -susceptibilidad de las edificaciones a sufrir un determinado grado de daño ante un terremoto-. Así, para reducir el riesgo sísmico, basta con disminuir uno de estos dos factores; la peligrosidad no se puede cambiar, pero sí es posible disminuir la vulnerabilidad de las construcciones mediante normas de construcción sismorresistente y adecuados Planes de Ordenación Urbana», explica Mercedes Feriche, técnica superior de Apoyo a la Docencia e Investigación de la Universidad de Granada.
Por esta razón, si en los países más pobres los efectos de los terremotos son brutales es en buena medida porque las construcciones son más débiles o vulnerables. Sin embargo, en los países desarrollados, en teoría, las edificaciones no son tan propensas a sufrir un colapso en caso de temblor. Tan importante es este aspecto que en Granada, como en el resto de Andalucía, es «de obligado cumplimiento la norma de construcción sismorresistente», explica Feriche.
Un paso más allá en este ámbito lo han dado de la mano la Junta de Andalucía y el propio Instituto Andaluz de Geofísica, con la elaboración de un mapa de peligrosidad que tiene en cuenta otro factor fundamental: las características del terreno sobre el que se asientan esas construcciones. «Cuanto más blando sea el terreno, mayor va a ser la amplificación y la duración de la sacudida sísmica, de ahí la importancia de los Planes de Ordenación del Territorio», explica de forma concisa Feriche.
Esta herramienta cartográfica pretende ser lo más exacta posible. Así, se tiene en cuenta que en un mismo municipio pueden combinarse distintos tipos de terreno. «Se ha analizado por municipio, pero cada municipio tiene características especiales y diferenciadoras», explica. Un ejemplo sencillo de su utilidad podría ser éste: los equipos de sanitarios podrían, con esta herramienta, saber dónde se ha podido producir más daños y, por lo tanto, atender antes a los posibles heridos.
Esta minuciosa tarea -enmarcada dentro del Proyecto Sismosan de la Consejería de Gobernación- ha servido para poner en pie el Plan de Emergencia ante el Riesgo Sísmico en Andalucía, una ‘hoja de ruta’ que marca de forma clara y definitiva la organización y los procedimientos de actuación en el caso de que se produzca un terremoto destructor en territorio andaluz.
El objetivo del proyecto no es sólo la elaboración de un protocolo, sino que debe servir para que los «propio municipios elaboren sus propios planes», según afirma Feriche, aunque su desarrollo dependerá de los medios de los que dispongan los propios ayuntamientos. No sólo servirá para atender de forma más eficaz a los afectados, sino que por ejemplo, y ya en el terreno de lo más material, puede ayuda a estimar las posibles pérdidas económicas que puede provocar un sismo de una cierta magnitud o incluso el coste que puede tener la posterior reconstrucción. Se trata pues de una herramienta más que, según explica la técnico del Instituto Andaluz de Geofísica, «la Junta quiere dar a los municipios».
En este plan de emergencias -que debe encontrarse en fase de implementación- se establece de forma clara y jerárquica las actuaciones y quién es el responsable de la toma de decisiones que deben darse en el caso de que se produzca un terremoto, tanto a nivel provincial como regional. El un primer nivel se establece que la dirección del plan corresponde al titular de la Consejería de Gobernación, y, ya en Granada, al titular de la Delegación del Gobierno de la Junta en la provincia. Desde ahí se tomarán, en un principio, decisiones que pueden ser vitales, tales como el suministro a la población de ropa, alimentos o agua, albergues o el rescate y salvamento.
Sin embargo, «a pesar de todo esto resulta al menos curioso constatar que a fecha de hoy no existe ningún tipo de convenio marco, ni específico, que permita formalizar relación entre la Junta de Andalucía y el Instituto Andaluz de Geofísica en temas de seguimiento de actividad sísmica o riesgo sísmico», explica el director del centro, Jesús Ibáñez. «Sin él, es casi imposible llevar a cabo con eficiencia, fiabilidad, y sobre todo con colaboración fluida, actividades tales como seguimiento de la actividad sísmica de la región, planes de emergencia, desarrollo de mapas de daños y otros. Sin este tipo de convenios puede que el horizonte siga siendo como en el pasado, buenas intenciones y pocos planes efectivos».