Diplomados y licenciados temen menos a la muerte que los no universitarios

Los diplomados y licenciados universitarios tienen menos miedo a la muerte que las personas con un nivel más bajo de estudios, según un estudio de la Universidad de Granada (UGR) que también ha concluido que las mujeres temen más al fallecimiento que los hombres.

La percepción del final de la vida que tienen los padres «influye directamente en sus hijos», según el estudio, ya que el 76 por ciento de los niños que manifiestan tener miedo a la muerte lo hacen porque sus madres «evitan más el tema», temen más una muerte prematura y tienen «peores estrategias» para afrontarla, ha informado hoy la UGR en un comunicado.

Titulada ‘Educación para la muerte: estudio sobre la construcción del concepto en niños de entre ocho y doce años de edad en el ámbito escolar’, la investigación del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la UGR ha sido realizada por Claudia Fabiana y dirigida por los profesores Francisco Cruz y Nieves Pérez.

Para llevar a cabo esta investigación, sus autores han trabajado con una muestra formada por 288 niños escolarizados de entre 8 y 12 años, junto con sus padres, madres, tutores y docentes.

Tras concluir este trabajo, los investigadores han puesto de manifiesto «la necesidad de un cambio de mentalidad en las familias y en los profesores respecto del tema de la muerte y el proceso de fin de la vida», ya que es «crucial» para la salud de los niños y la configuración de su personalidad.

Del estudio se desprenden datos como que todos los niños han tenido experiencias personales relacionadas con la muerte, creen en la vida después de la muerte -las niñas en mayor medida- y, en general, muestran preocupación por ella.

En el caso de los docentes, ocho de cada diez afirma que la muerte no está contemplada en el currículo escolar, reconociendo, sin embargo, seis de cada diez haber hablado en algún momento de su actividad académica sobre la muerte con sus alumnos.

La mayoría de estos docentes afrontaron el tema con sus alumnos ante el fallecimiento de un familiar de algún compañero.

Según los científicos de la UGR, hay que situar la muerte «como un modo de valorar la vida, acabando con la idea falsa, irreal, que de la muerte transmiten los medios de comunicación».

El trabajo ha concluido que el nivel educativo es un factor protector ante «actitudes negativas» como son el miedo y la evitación hacia la muerte.

La incorporación de este tema al currículo escolar, según los resultados obtenidos en este trabajo, proveería a los niños de una perspectiva «más cierta e intensa de la vida, y evitaría dificultades en los procesos de duelo que deberán afrontar en la edad adulta.

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La UGR y la empresa Nacimiento firman un convenio de colaboración

Hoy, martes, 11 de mayo, la Vicerrectora de Política Científica e Investigación de la Universidad de Granada, María Dolores Suárez, y el director gerente de la empresa Nacimiento, Francisco José Rodríguez Ríos, han firmado un convenio para la puesta en marcha del proyecto Planificación ambiental basada en los criterios sonoros y de paisaje sonoro, cuyo investigador responsable será el profesor del departamento de Física Aplicada Diego Pablo Ruiz Padillo.

Se formaliza así una colaboración para definir una herramienta que proporcione elementos que permitan y faciliten a cualquier planificador la toma de decisiones, e incluir las necesidades y requerimientos de la población en la planificación del territorio, desde el punto de vista de la acústica ambiental, incluyendo variables físicas, acústicas y psicoacústicas. En concreto, se trata de desarrollar una metodología basada en la definición de espacios sonoros como elemento de evaluación del impacto sonoro y de planificación ambiental y urbanística.
Esta metodología basada en los espectros del sonido y su composición temporal, se pretende aplicar a casos concretos de interés en núcleos urbanos, puertos o espacios naturales, y permitirá establecer criterios y métodos para clasificar el terreno en zonas teniendo en cuenta sus características sonoras, además de otras variables urbanísticas.

Con este proyecto se pretende contribuir a la necesidad manifiesta de considerar otras variables para evaluar el impacto del ambiente sonoro sobre la población, y así prevenir, vigilar y reducir la contaminación acústica, para evitar y minimizar los daños que de ésta pueden derivarse para la salud humana, los bienes o el medio ambiente. Y es que actualmente, los mapas estratégicos establecidos en la normativa europea y nacional, como herramienta de planificación territorial y urbanística, que exige y establece criterios de calidad acústica y limitaciones a emisores acústicos, basadas ambas únicamente en el nivel de presión sonora, no fija ningún límite para los territorios ya afectados por infraestructuras de transporte existentes, lo cual dificulta en demasía la valoración del impacto sonoro generado por tales infraestructuras sobre la población.

La empresa granadina Nacimiento, que desarrolla sus áreas de negocio en el campo de la ingeniería, la arquitectura y fundamentalmente el medioambiente, mantiene en todas sus actuaciones la mejora y la capacitación del entorno para conseguir el equilibrio entre el desarrollo de las infraestructuras y la conservación del medio natural, por lo que en su constante evolución y adaptación a la mejora continua hace una apuesta firme por la investigación universitaria destinando para este proyecto una dotación económica de 22.000 euros.

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Diplomados y licenciados temen menos a la muerte que los no universitarios

Los diplomados y licenciados universitarios tienen menos miedo a la muerte que las personas con un nivel más bajo de estudios, según un estudio de la Universidad de Granada (UGR) que también ha concluido que las mujeres temen más al fallecimiento que los hombres.

La percepción del final de la vida que tienen los padres «influye directamente en sus hijos», según el estudio, ya que el 76 por ciento de los niños que manifiestan tener miedo a la muerte lo hacen porque sus madres «evitan más el tema», temen más una muerte prematura y tienen «peores estrategias» para afrontarla, ha informado hoy la UGR en un comunicado.

Titulada ‘Educación para la muerte: estudio sobre la construcción del concepto en niños de entre ocho y doce años de edad en el ámbito escolar’, la investigación del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la UGR ha sido realizada por Claudia Fabiana y dirigida por los profesores Francisco Cruz y Nieves Pérez.

Para llevar a cabo esta investigación, sus autores han trabajado con una muestra formada por 288 niños escolarizados de entre 8 y 12 años, junto con sus padres, madres, tutores y docentes.

Tras concluir este trabajo, los investigadores han puesto de manifiesto «la necesidad de un cambio de mentalidad en las familias y en los profesores respecto del tema de la muerte y el proceso de fin de la vida», ya que es «crucial» para la salud de los niños y la configuración de su personalidad.

Del estudio se desprenden datos como que todos los niños han tenido experiencias personales relacionadas con la muerte, creen en la vida después de la muerte -las niñas en mayor medida- y, en general, muestran preocupación por ella.

En el caso de los docentes, ocho de cada diez afirma que la muerte no está contemplada en el currículo escolar, reconociendo, sin embargo, seis de cada diez haber hablado en algún momento de su actividad académica sobre la muerte con sus alumnos.

La mayoría de estos docentes afrontaron el tema con sus alumnos ante el fallecimiento de un familiar de algún compañero.

Según los científicos de la UGR, hay que situar la muerte «como un modo de valorar la vida, acabando con la idea falsa, irreal, que de la muerte transmiten los medios de comunicación».

El trabajo ha concluido que el nivel educativo es un factor protector ante «actitudes negativas» como son el miedo y la evitación hacia la muerte.

La incorporación de este tema al currículo escolar, según los resultados obtenidos en este trabajo, proveería a los niños de una perspectiva «más cierta e intensa de la vida, y evitaría dificultades en los procesos de duelo que deberán afrontar en la edad adulta.

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Diplomados y licenciados temen menos a la muerte que los no universitarios

Los diplomados y licenciados universitarios tienen menos miedo a la muerte que las personas con un nivel más bajo de estudios, según un estudio de la Universidad de Granada (UGR) que también ha concluido que las mujeres temen más al fallecimiento que los hombres.

La percepción del final de la vida que tienen los padres «influye directamente en sus hijos», según el estudio, ya que el 76 por ciento de los niños que manifiestan tener miedo a la muerte lo hacen porque sus madres «evitan más el tema», temen más una muerte prematura y tienen «peores estrategias» para afrontarla, ha informado hoy la UGR en un comunicado.

Titulada ‘Educación para la muerte: estudio sobre la construcción del concepto en niños de entre ocho y doce años de edad en el ámbito escolar’, la investigación del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la UGR ha sido realizada por Claudia Fabiana y dirigida por los profesores Francisco Cruz y Nieves Pérez.

Para llevar a cabo esta investigación, sus autores han trabajado con una muestra formada por 288 niños escolarizados de entre 8 y 12 años, junto con sus padres, madres, tutores y docentes.

Tras concluir este trabajo, los investigadores han puesto de manifiesto «la necesidad de un cambio de mentalidad en las familias y en los profesores respecto del tema de la muerte y el proceso de fin de la vida», ya que es «crucial» para la salud de los niños y la configuración de su personalidad.

Del estudio se desprenden datos como que todos los niños han tenido experiencias personales relacionadas con la muerte, creen en la vida después de la muerte -las niñas en mayor medida- y, en general, muestran preocupación por ella.

En el caso de los docentes, ocho de cada diez afirma que la muerte no está contemplada en el currículo escolar, reconociendo, sin embargo, seis de cada diez haber hablado en algún momento de su actividad académica sobre la muerte con sus alumnos.

La mayoría de estos docentes afrontaron el tema con sus alumnos ante el fallecimiento de un familiar de algún compañero.

Según los científicos de la UGR, hay que situar la muerte «como un modo de valorar la vida, acabando con la idea falsa, irreal, que de la muerte transmiten los medios de comunicación».

El trabajo ha concluido que el nivel educativo es un factor protector ante «actitudes negativas» como son el miedo y la evitación hacia la muerte.

La incorporación de este tema al currículo escolar, según los resultados obtenidos en este trabajo, proveería a los niños de una perspectiva «más cierta e intensa de la vida, y evitaría dificultades en los procesos de duelo que deberán afrontar en la edad adulta.

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Los jóvenes de Granada se creen los mitos sobre las drogas y el alcohol

El estudio ‘Conductas de riesgo en adolescentes urbanos andaluces’ muestra que en gran parte, las campañas de prevención del consumo de drogas no han tenido efecto en estos jóvenes. La investigación fue realizada por Nuria Romo Avilés, departamento de Antropología Social de la Universidad de Granada (UGR); Eugenia Gil, Universidad de Sevilla; y Carmen Meneses, Universidad Pontificia Comillas Madrid, centrándose principalmente en estudiantes de Secundaria. De esta publicación salen conclusiones como que los chicos consumen más drogas ilegales -cannabis y cocaína- mientras las chicas más drogas legales -tabaco y tranquilizantes.

En el ámbito universitario, las falsas creencias que rodean las drogas parecen tener más fuerza que nunca. Se han perpetuado mitos como que «el alcohol no tiene peligro» o «yo controlo en el tema de las drogas» y «hay drogas que estimulan para estudiar». Para combatir esta desinformación, el Centro de Iniciativas de Cooperación al Desarrollo de la Universidad de Granada (Cicode) organiza un curso de prevención del uso de drogas. Las jornadas se celebran hasta este viernes en la Facultad de Filosofía y Letras. Las cuarenta plazas ofertadas se han agotado.

También se hablará sobre la facilidad percibida por los jóvenes a la hora de conseguir determinadas sustancias. El estudio asegura que no es raro que jóvenes universitarios reconozcan que en las bibliotecas de las facultades les hayan ofrecido drogas a cualquier hora.

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Diplomados y licenciados temen menos a la muerte que los no universitarios

Los diplomados y licenciados universitarios tienen menos miedo a la muerte que las personas con un nivel más bajo de estudios, según un estudio de la Universidad de Granada (UGR) que también ha concluido que las mujeres temen más al fallecimiento que los hombres.

La percepción del final de la vida que tienen los padres «influye directamente en sus hijos», según el estudio, ya que el 76 por ciento de los niños que manifiestan tener miedo a la muerte lo hacen porque sus madres «evitan más el tema», temen más una muerte prematura y tienen «peores estrategias» para afrontarla, ha informado hoy la UGR en un comunicado.

Titulada ‘Educación para la muerte: estudio sobre la construcción del concepto en niños de entre ocho y doce años de edad en el ámbito escolar’, la investigación del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la UGR ha sido realizada por Claudia Fabiana y dirigida por los profesores Francisco Cruz y Nieves Pérez.

Para llevar a cabo esta investigación, sus autores han trabajado con una muestra formada por 288 niños escolarizados de entre 8 y 12 años, junto con sus padres, madres, tutores y docentes.

Tras concluir este trabajo, los investigadores han puesto de manifiesto «la necesidad de un cambio de mentalidad en las familias y en los profesores respecto del tema de la muerte y el proceso de fin de vida», ya que es «crucial» para la salud de los niños y la configuración de su personalidad.

Del estudio se desprenden datos como que todos los niños han tenido experiencias personales relacionadas con la muerte, creen en la vida después de la muerte -las niñas en mayor medida- y, en general, muestran preocupación por ella.

En el caso de los docentes, ocho de cada diez afirma que la muerte no está contemplada en el currículo escolar, reconociendo, sin embargo, seis de cada diez haber hablado en algún momento de su actividad académica sobre la muerte con sus alumnos.

La mayoría de estos docentes afrontaron el tema con sus alumnos ante el fallecimiento de un familiar de algún compañero.

Según los científicos de la UGR, hay que situar la muerte «como un modo de valorar la vida, acabando con la idea falsa, irreal, que de la muerte transmiten los medios de comunicación».

El trabajo ha concluido que el nivel educativo es un factor protector ante «actitudes negativas» como son el miedo y la evitación hacia la muerte.

La incorporación de este tema al currículo escolar, según los resultados obtenidos en este trabajo, proveería a los niños de una perspectiva «más cierta e intensa de la vida, y evitaría dificultades en los procesos de duelo que deberán afrontar en la edad adulta.

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Premio de ´Red Life´ a proyectos del lince

LA REINTRODUCCION del lince ibérico en la zona cordobesa de Guadalmellato; el Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada; un proyecto de hacking  para el halcón peregrino desarrollado por la Universidad de Córdoba; el proyecto Conoce tus Fuentes de la Universidad de Granada y la Agencia Andaluza del Agua; la salida de la nutria paleártica de la lista roja de los vertebrados amenazados llevada a cabo por la Secem de Málaga, y el Foro de la Biodiversidad del CSIC, han sido los proyectos andaluces galardonados por la revista conservacionista Red Life  en la cuarta edición de sus premios a las diez mejores ideas para salvar la naturaleza .
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Diplomados y licenciados temen menos a la muerte que los no universitarios

Los diplomados y licenciados universitarios tienen menos miedo a la muerte que las personas con un nivel más bajo de estudios, según un estudio de la Universidad de Granada (UGR) que también ha concluido que las mujeres temen más al fallecimiento que los hombres.

La percepción del final de la vida que tienen los padres «influye directamente en sus hijos», según el estudio, ya que el 76 por ciento de los niños que manifiestan tener miedo a la muerte lo hacen porque sus madres «evitan más el tema», temen más una muerte prematura y tienen «peores estrategias» para afrontarla, ha informado hoy la UGR en un comunicado.

Titulada ´Educación para la muerte: estudio sobre la construcción del concepto en niños de entre ocho y doce años de edad en el ámbito escolar´, la investigación del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la UGR ha sido realizada por Claudia Fabiana y dirigida por los profesores Francisco Cruz y Nieves Pérez.

Para llevar a cabo esta investigación, sus autores han trabajado con una muestra formada por 288 niños escolarizados de entre 8 y 12 años, junto con sus padres, madres, tutores y docentes.

Tras concluir este trabajo, los investigadores han puesto de manifiesto «la necesidad de un cambio de mentalidad en las familias y en los profesores respecto del tema de la muerte y el proceso de fin de la vida», ya que es «crucial» para la salud de los niños y la configuración de su personalidad.

Del estudio se desprenden datos como que todos los niños han tenido experiencias personales relacionadas con la muerte, creen en la vida después de la muerte -las niñas en mayor medida- y, en general, muestran preocupación por ella.

En el caso de los docentes, ocho de cada diez afirma que la muerte no está contemplada en el currículo escolar, reconociendo, sin embargo, seis de cada diez haber hablado en algún momento de su actividad académica sobre la muerte con sus alumnos.

La mayoría de estos docentes afrontaron el tema con sus alumnos ante el fallecimiento de un familiar de algún compañero.

Según los científicos de la UGR, hay que situar la muerte «como un modo de valorar la vida, acabando con la idea falsa, irreal, que de la muerte transmiten los medios de comunicación».

El trabajo ha concluido que el nivel educativo es un factor protector ante «actitudes negativas» como son el miedo y la evitación hacia la muerte.

La incorporación de este tema al currículo escolar, según los resultados obtenidos en este trabajo, proveería a los niños de una perspectiva «más cierta e intensa de la vida, y evitaría dificultades en los procesos de duelo que deberán afrontar en la edad adulta.

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LOS NIÑOS CREEN QUE HAY VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE MÁS QUE LOS ADULTOS

Los niños creen en la vida después de la muerte más que los adultos. Además, las personas con formación universitaria (licenciados y diplomados) tienen menos miedo a la muerte que quienes cuentan con un menor nivel de estudios, según una investigación realizada por la Universidad de Granada.

Otra de las conclulsiones del estudio ?Educación para la muerte: Estudio sobre la construcción del concepto de muerte en niños de entre ocho y 12 años de edad en el ámbito escolar? es «la necesidad de un cambio de mentalidad en las familias y en los profesores respecto al tema de la muerte y el proceso de fin de vida, ya que es crucial para la salud de los niños y la configuración de su personalidad».

Además, los niños que han participado en el estudio creen en la vida después de la muerte y muestran preocupación por ella. Las niñas creen más en que hay vida después de la muerte que los niños.

Según explicaron los docentes que participaron en la muestra, ?en la actualidad la muerte no es abordada en educación, de manera formal y sistematizada?.

Su incorporación, según los resultados obtenidos en este trabajo, ?sería una forma de proveer a los niños de una perspectiva más cierta e intensa de la vida, y evitaría muchas de las dificultades en la resolución de los procesos de duelo que la persona debe afrontar una vez que es adulto?.

La muestra en la que se ha basado el citado estudio de la Universidad de Granada estaba formada por 288 niños escolarizados de entre ocho y 12 años, junto con sus padres, madres y/ o tutores y docentes.

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La UGR diseña inhibidores del cáncer a partir de una enzima

El cáncer es la enfermedad genética más frecuente en países desarrollados, teniendo todavía un alto grado de mortalidad. Las células cancerígenas se caracterizan porque acumulan numerosas alteraciones, que terminan modificando las vías de ‘transducción’ de señales que controlan la proliferación, diferenciación y apoptosis. Como consecuencia de ello, se han dedicado muchísimos esfuerzos a diseñar moléculas específicas que interfieran con estas rutas de señalización envueltas en procesos de tumoración. Sin embargo, todavía es necesario desarrollar nuevas terapias antitumorales que permitan un tratamiento apropiado para cada paciente.

Investigadores de la Universidad de Granada, dirigidos por Antonio Espinosa Úbeda, han iniciado un proyecto de excelencia, que la Consejería de Economía, Innovación y Ciencia ha financiado con 297.668 euros, dirigido al diseño, síntesis y evaluación biológica de nuevos y más potentes inhibidores de la colina quinasa, una enzima clave para el diseño de nuevas moléculas con actividad antitumoral. El objetivo, el desarrollo de nuevos fármacos antitumorales. Las células cancerígenas se desarrollan como resultado de una serie de mutaciones en sus sistemas de señalización: se dividen de forma inapropiada en relación al ambiente en el que se encuentran; desarrollan señales anti-apoptóticas o mecanismos moleculares para escapar del sistema inmune.

La inhibición de la colina quinasa produce una disminución de la proliferación celular y previene el crecimiento tumoral en ratones. «Aún más, la inhibición esta enzima mediante inhibidores específicos conduce a las células tumorales a la apoptosis, mientras que no afecta a las células normales», concluye el investigador.

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Comer después del infarto

Hay una serie de alimentos que, limitados en caso de enfermedad coronaria, deben desterrarse de la dieta completamente después de un episodio grave. El Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos nos ofrece algunas pautas a seguirUna enfermedad coronaria grave, un episodio de infarto, provocan, cuando se supera felizmente, la necesidad de cambiar de vida. Un infarto es un toque de atención que nuestro organismo, un aviso serio de que nuestra vida corre peligro. Por ello, es el momento de tomar medidas, y un capítulo tan importante como el de la alimentación deviene clave para el futuro del paciente y su calidad de vida.

Por eso, nos preguntamos: ¿Qué elementos fundamentales debe tener una dieta post-infarto? ¿Hay varias fases en la incorporación de alimentos? Los expertos del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Granada comentan que después de un infarto se debe seguir las mismas pautas que las que acompañan a una dieta preventiva o una dieta para evitar la hipercolesterolemia, haciendo especial énfasis en adelgazar, si se tiene sobrepeso u obesidad, y mantener el peso adecuado, tomar pescado azul con más frecuencia o alimentos enriquecidos en Omega-3 y frutos secos. También se debe de cuidar el consumo de sal, sobre todo si hay hipertensión.

En movimiento

Cuando se ha producido un infarto, en la mayoría de las ocasiones, siempre que las circunstancias del paciente lo permitan, se aconseja la realización de ejercicio físico. El ejercicio supone un cierto gasto energético. En este sentido, lógicamente, los pacientes post-infarto deben adecuar la cantidad de calorías que ingieren a la actividad física que realizan (normalmente una actividad física moderada de baja intensidad, aerobia). Si el paciente está, además en proceso de pérdida de peso, debe cuidar su ingesta de calorías totales. De nuevo es conveniente vigilar, bien el mantenimiento del peso corporal adecuado dentro de los valores antes expuestos en personas sin sobrepeso, o bien la pérdida de peso en los que tenían previamente al infarto sobrepeso u obesidad.

¿Cómo como?

Los expertos han recomendado desde siempre no «inflarse» a comer dos veces al día, sino repartir la ingesta de calorías en al menos cinco momentos de la jornada. Indicativamente, se suelen marcar la hora del desayuno (entre y siete y nueve de la mañana), la media

mañana (a las doce), el almuerzo (entre dos y tres y media), la merienda (en torno a las seis y media), y la cena (en torno a las nueve). La cena debe hacerse con al menos dos horas de antelación al momento de ir a la cama, para que la digestión se haya realizado, y debiera ser especialmente ligera. Desde el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Granada aconsejan

que antes y después de la realización de cada comida se repose entre cinco y diez minutos, para preparar al cuerpo para la ingestión y comenzar de forma adecuada la digestión. Las comidas, en cualquier caso, deberán ser ricas en frutas y verduras. En este sentido, no hay ninguna fruta o verdura que prevenga el infarto de forma más activa. Es decir, no hay unas frutas o verduras mejores que otras en este sentido, aunque las ricas en ácido fólico (naranjas), y verduras de hoja verde, pueden tener un efecto importante ya que afectan a algún parámetro de la sangre relacionado con las enfermedades cardiovasculares como es la homocisteína.

Adiós a…

La sal, en primer lugar. Todos los alimentos ricos en sal deben desterrarse completamente de la dieta, según los expertos. Del mismo modo, embutidos y carnes grasas (pato, cordero…), leche y derivados lácteos enteros (sí se pueden consumir yogures y quesos desnatados), nata y mantequilla, y cualquier alimento que aporte ácidos grasos saturados, deben desaparecer de la dieta. Las grasas

monoinsaturadas y polinsaturadas, sin embargo, sí que están indicadas, ya que ejercen sobre el organismo el efecto contrario a las saturadas. Al renunciar a las carnes rojas y grasas, puede existir, en determinados casos, un vacío en la ingesta de proteínas. La reorientación de la dieta en este caso es sencilla. De este modo, las proteínas que la carne deja de aportar las podrá conseguir el paciente ingiriendo pescado, legumbres (no hay que renunciar a los platos de cuchara, pero sí al chorizo, la morcilla y el tocino), la clara de huevo (concentra las proteínas y no el colesterol, que se queda en la yema), las carnes blancas (pollo y pavo, por ejemplo), y la leche

desnatada. En cualquier caso, hay que destacar que la cantidad de proteínas que necesita una persona adulta diariamente puede cubrirse con una ración de pescado, un vaso de leche y una clara de huevo.

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La Universidad lanza una campaña para reforzar el control de las becas

La Universidad de Granada ha puesto en marcha por primera vez una campaña sobre tramitación de becas con el fin de informar a su alumnado del procedimiento que ha de seguir para solicitarlas y de las obligaciones que adquieren al ser beneficiarios de las mismas. «La mayor parte de la gente que tiene que devolver el dinero de las becas universitarias son de primer curso», explicó una de las técnicas que trabajan en el Servicio de Becas de la UGR y que ayer integraba la primera mesa informativa en Ciencias.

Desde 2009, la tramitación de ayudas a las enseñanzas universitarias, tanto las que concede el Ministerio de Educación (General o de Movilidad) como las propias de la UGR, se realiza a través de internet. Un procedimiento más ágil, pues evita largas colas de espera frente a las oficinas de la Universidad, pero también más complicado, ya que el lenguaje legal de las convocatorias es enrevesado para los jóvenes. «Tenéis que tener cuidado -advertía ayer la jefa del servicio, Josefa González, a medio centenar de estudiantes-, el dedo índice juega malas pasadas cuando rellenáis las solicitudes».

Unos por no entender la letra pequeña de la convocatoria y otros por falta de responsabilidad acaban por ver rechazadas las ayudas económicas que solicitan o, lo que es peor, el día menos esperado tienen que devolver el reintegro de la beca. «El Ministerio os ingresa un dinero que es público, y que de hecho está contemplado en los presupuestos del Estado, pero que sólo podréis utilizar como inversión en los estudios», aclaran las técnicas.

Es decir, el alumno debe ser consciente (más en tiempos de crisis) que por el hecho de ser becario tiene unas obligaciones: tiene la obligación de matricularse de los créditos por los que ha solicitado la beca (los de primero con un mínimo de 60 créditos), debe asistir a clase y presentarse a los exámenes. Y, sobre todo, «el alumno no se tiene que sentir ofendido si la Universidad lo llama para controlar que está cumpliendo con sus obligaciones».

Si se anula la matrícula, no se presentan al menos a un tercio de los créditos que se ha matriculado o cambian de estudios sin notificarlo se les exigirá la devolución de la ayuda. «Y durante los cuatro años restantes pueden reclamaros el importe», advirtieron.

El principal motivo por el que se deniegan las ayudas es la causa económica. Concretamente, por superar los umbrales de patrimonio, que están fijados en 1.700 euros. «El año pasado se denegaron becas a aquellos que habían recibido algún premio, fueron beneficiarios de una rifa o estaban suscritos a un plan de pensiones», explicaron las responsables. Aunque este año no computarán 1.500 euros de ganancias. El 8 de mayo salió publicado en el BOE el listado con los umbrales de renta por los que se regirán los organismos oficiales. El más común para los trámites de becas es el que remite a la declaración de la renta, con las siguientes casillas: 450+452-454+457+460-741. «Si la cifra resultante supera el umbral os denegarán la beca», insisten las responsables de Becas.

Un aluvión de consultas se agolpan en el Servicio de Becas cuando llega el 1 de septiembre, que es cuando se abre el plazo de solicitudes tanto para las de Educación como las de la Universidad. Las becas suelen denegarlas también cuando falta información fiscal de alguno de los miembros de la unidad familiar, o falta el titular principal en la declaración de la renta (padres separados) o la Agencia tributaria no tiene constancia (excluidos) de la familia.

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