Diseñan dispositivos para proteger los edificios frente a los terremotos

Diseñan dispositivos para proteger los edificios frente a los terremotos

Mejorar la construcción de los edificios para minimizar los efectos de los seísmos. Ese es el objetivo que desde hace tiempo se han marcado los Investigadores del Departamento de Estructuras e Ingeniería Hidráulica de la Universidad de Granada (UGR), que acaban de desarrollar el diseño de disipadores de energía, es decir, dispositivos que actúan como los fusibles de una instalación eléctrica durante un terremoto, haciendo que las estructuras de los edificios soporten mejor el movimiento.

En una nota, Andalucía Innova indicó que los expertos de la UGR proponen tecnologías de «bajo coste, fáciles de instalar y con sistemas para evaluar su vida útil». Esta tecnología de disipación pasiva de energía reduce la vulnerabilidad sísmica en estructuras proyectadas con normas sísmicas antiguas, según explicó. Además, en el caso de construcciones de nueva planta, mejora y aumenta los niveles de comportamiento para que, en caso de seísmo, concentren el daño en el disipador y protejan de esta forma al resto de la edificación.
El uso de disipadores de energía está muy extendido en Japón, Estados Unidos y algunos países europeos, «pero no ocurre lo mismo en España». La novedad de los dispositivos que están desarrollando en la Universidad de Granada radica en mejoras como su bajo coste, su facilidad de instalación y la posibilidad de predecir cuándo van a romperse, es decir, su capacidad límite.
La investigación se completa con una línea de actuación centrada en marketing industrial orientada a facilitar la implementación del nuevo producto en el mercado. Según el director del proyecto, Amadeo Benavent, se pretende «plantear un modelo mediante encuestas a profesionales como ingenieros y arquitectos, con el objetivo de crear una tecnología con sello andaluz para exportar al ámbito nacional y extranjero».
Simulación de seísmos
La metodología para desarrollar los nuevos disipadores tiene una parte experimental y otra numérica o de análisis. La primera incluye ensayos dinámicos en la nueva mesa sísmica instalada a finales de 2008 en el Laboratorio de Estructuras de la Universidad de Granada.
Este sistema, único en Andalucía y segundo en España por su tamaño (3×3 metros) y prestaciones, permite simular terremotos reales sobre modelos a escala de edificios y evaluar la eficacia de los disipadores.
Dentro del apartado numérico se incluye el tratamiento avanzado de señales y simulaciones numéricas con un nuevo modelo de daño ideado por los mismos investigadores en trabajos anteriores. Con él se pretende predecir la resistencia sísmica de las construcciones, es decir, qué cantidad de energía son capaces de absorber los edificios sin derrumbarse.
Esta iniciativa constituye un Proyecto de Excelencia de la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa que ha recibido una financiación de 569.668 euros.
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Los adolescentes creen que el maltrato escolar ocurre desde siempre

Los adolescentes creen que el maltrato escolar ocurre desde siempre

La mayoría de los adolescentes cree que el maltrato entre iguales en el ámbito escolar «es algo que ocurre desde siempre y que además va a continuar», y presenta «una visión negativa, pesimista y de resignación» ante esta lacra social, lo que dificulta la intervención y deja pocas esperanzas para su erradicación, según un estudio realizado en el departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada.

Este trabajo, cuyo objetivo era conocer la representación que los adolescentes hacen acerca del maltrato entre iguales o bullying, se basa en una encuesta a una muestra de 1.237 niños de entre 11 y 16 años. Así, los investigadores constatan que, en los centros estudiados, existen comportamientos de victimización con una tasa de incidencia del 7,3% de víctimas, 8,5% de agresores y 84,1% de niños que intervienen como espectadores. El estudio advierte, además, de que es necesario demostrar a los chavales que estos actos «no tienen que continuar para siempre, y que se puede hacer algo para terminar con ellos».

Para la autora de la investigación, María Jesús Caurcel, el maltrato se incorpora «cada vez más» al bagaje cotidiano de la interacción entre grupos de iguales, y se considera «como algo natural, que goza de cierta aprobación social». «Los escolares apoyan el comportamiento de los agresores, y dejan aislada y desprotegida a la víctima», alerta.

El cuestionario reveló que los participantes se sirven de estereotipos sociales, caracterizando a la víctima como una persona pasiva, socialmente incompetente y que experimenta estados emocionales desagradables de ansiedad, depresión e inseguridad. Sin embargo, identifican al agresor como alguien fuerte, valiente, extrovertido y que experimenta estados emocionales agradables, que le dan poder.
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Los escolares ven «natural» el acoso

Los escolares ven «natural» el acoso

El acoso escolar es un fenómeno con cierto arraigo entre los estudiantes, que se muestran «resignados y pesimistas» ante este fenómeno, lo que deja pocas puertas abiertas para combatirlo. Así se desprende de un estudio realizado por la Universidad de Granada entre más de 1.200 adolescentes en el que se destaca que la víctima suele ser vista como una persona «socialmente incompetente», frente al estereotipo de «valiente y extrovertido» del agresor. Según la profesora responsable del informe, María Jesús Caurcel, la mayoría de los alumnos cree que el maltrato entre iguales en el ámbito escolar «es algo que ocurre desde siempre y que además va a continuar».

«El acoso o bullying se está incorporando cada vez más al bagaje cotidiano, se considera como algo natural y goza de cierta aprobación social», explica Caurcel, quien subraya que los estudiantes «apoyan el comportamiento de los agresores, y dejan aislada y desprotegida a la víctima».
En este sentido, el elemento más preocupante es que un elevado número de los más de 1.200 alumnos encuestados presentan «una visión negativa, pesimista y de resignación» ante esta lacra social, por lo que la responsable del informe alerta de las dificultades de los pedagogos para intervenir ante esta situación y ponerle freno. Por ello, la experta advierte de que es necesario «demostrar a los chavales que este tipo de actos no tienen que continuar para siempre, y que se puede hacer algo para terminar con ellos», especialmente a través de programas educativos más completos.
Según los datos aportados por los alumnos de entre 11 y 16 años, éstos recurren a estereotipos sociales para describir a los protagonistas del maltrato. Así, representan a la víctima como una persona «pasiva, socialmente incompetente y que experimenta estados emocionales desagradables de ansiedad, depresión e inseguridad».
Por el contrario, el agresor es visto como «una persona fuerte, valiente, extrovertida que experimenta estados emocionales agradables», una especie de «victimizador feliz» en palabras de Caurcel, al que sus actos «le dan poder y confianza en sí mismo y refuerzan su estatus en el grupo», aunque inhiben otras motivaciones sociales para terminar con los abusos.
Los investigadores han constatado que en los centros escolares estudiados existen comportamientos de victimización con una tasa de incidencia de 7,3% de víctimas, mientras que el 8,5% son agresores y 84,1% de niños se limitan a ser espectadores.
Diferente percepción
El informe pone de manifiesto que existen diferentes percepciones del fenómeno según el sexo y la edad de los alumnos. Así, las chicas condenan los abusos «de una forma más crítica», reaccionan ante ellos con emociones desagradables. Apoyan a la víctima, ya que la describen con cualidades positivas y «reconocen su sufrimiento». Mientras, los chavales resaltan la vulnerabilidad y responsabilidad moral del acosado, del que llegan a decir que «debería sentirse culpable y avergonzado».
Respecto a la edad, el informe constata que a medida que crecen «se acentúa la idea de vulnerabilidad de las víctimas y se intensifica el rechazo contra los agresores», algo que los investigadores achacan a una «mayor interiorización» de las normas sociales por parte de los niños.
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Los adolescentes perciben el acoso escolar como algo natural que ocurre «desde siempre»

Los adolescentes perciben el acoso escolar como algo natural que ocurre «desde siempre»

El acoso escolar es un fenómeno con cierto arraigo entre los estudiantes, que se muestran «resignados y pesimistas» ante este fenómeno, lo que deja pocas puertas abiertas para combatirlo. Al menos eso es lo que se desprende de un estudio realizado en la Universidad de Granada entre adolescentes españoles y portugueses, en el que se destaca, además, que la víctima suele ser vista como «socialmente incompetente» frente al estereotipo de persona fuerte y alegre.

El estudio ha sido realizado entre alumnos de Granada y Braga (Portugal) por el departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada, y sus resultados han sido publicados en varios medios especializados. Según la profesora responsable del informe, Maria Jesús Caurcel, la mayoría de los adolescentes cree que el maltrato entre iguales en el ámbito escolar no sólo «es algo que ocurre desde siempre» sino que además va a continuar».
«El acoso o bullying se está incorporando cada vez más al bagaje cotidiano, se considera como algo natural y goza de cierta aprobación social», explica Caurcel, quien subraya que «los escolares apoyan el comportamiento de los agresores, y dejan aislada y desprotegida a la víctima».
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Los adolescentes ven el acoso en la escuela como algo natural que «ocurre desde siempre»

Los adolescentes ven el acoso en la escuela como algo natural que «ocurre desde siempre»

El acoso escolar es un fenómeno con cierto arraigo entre los estudiantes, que se muestran «resignados y pesimistas» ante este fenómeno, lo que deja pocas puertas abiertas para combatirlo. Al menos es lo que se desprende de un estudio realizado en la Universidad de Granada entre adolescentes españoles y portugueses, en el que se destaca además que la víctima suele ser vista como «socialmente incompetente» frente al estereotipo de persona fuerte y alegre.

El estudio ha sido realizado entre alumnos de Granada y Braga (Portugal) por el departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada, y sus resultados han sido publicados en varios medios especializados. Según la profesora responsable del informe, María Jesús Caurcel, la mayoría de los adolescentes cree que el maltrato entre iguales en el ámbito escolar «es algo que ocurre desde siempre y que además va a continuar».
«El acoso se está incorporando cada vez más al bagaje cotidiano, se considera como algo natural y goza de cierta aprobación social», explica Caurcel, quien subraya que «los escolares apoyan el comportamiento de los agresores, y dejan aislada y desprotegida a la víctima». El elemento más preocupante es que un elevado número de los más de 1.200 alumnos encuestados presentan «una visión negativa, pesimista y de resignación» ante esta lacra social, por lo que la responsable del informe alerta de las dificultades de los pedagogos para intervenir.
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Acoso escolar: la historia de nunca acabar

Acoso escolar: la historia de nunca acabar

EL acoso escolar es un fenómeno con cierto arraigo entre los estudiantes, que se muestran «resignados y pesimistas» ante este fenómeno, lo que deja pocas puertas abiertas para combatirlo. Al menos es lo que se desprende de un estudio realizado en la Universidad de Granada entre adolescentes españoles y portugueses, en el que se destaca además que la víctima suele ser vista como «socialmente incompetente» frente al estereotipo de persona fuerte y alegre.

El estudio ha sido realizado entre alumnos de Granada y Braga (Portugal) por el departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada, y sus resultados han sido publicados en varios medios especializados.
Según la profesora responsable del informe, Maria Jesús Caurcel, la mayoría de los adolescentes cree que el maltrato entre iguales en el ámbito escolar «es algo que ocurre desde siempre y que además va a continuar».
«El acoso o bullying se está incorporando cada vez más al bagaje cotidiano, se considera como algo natural y goza de cierta aprobación social», explica Caurcel, quien subraya que «los escolares apoyan el comportamiento de los agresores, y dejan aislada y desprotegida a la víctima».
Lacra social
En este sentido, el elemento más preocupante es que un elevado número de los más de 1.200 alumnos encuestados presentan «una visión negativa, pesimista y de resignación» ante esta lacra social, por lo que la responsable del informe alerta de las dificultades de los pedagogos para intervenir ante esta situación y ponerle freno.
Por ello, la docente advierte que es necesario «demostrar a los chavales que este tipo de actos no tienen que continuar para siempre, y que se puede hacer algo para terminar con ellos», especialmente a través de programas educativos más completos.
Según los datos aportados por los alumnos de entre 11 y 16 años, los alumnos recurren a estereotipos sociales para describir a los protagonistas del maltrato. Así, representan a la víctima como una persona «pasiva, socialmente incompetente y que experimenta estados emocionales desagradables de ansiedad, depresión e inseguridad».
Por el contrario, el agresor es visto como «una persona fuerte, valiente, extrovertida que experimenta estados emocionales agradables», una especie de «victimizador feliz» en palabras de Caurcel al que sus actos «le dan poder y confianza en sí mismo y refuerzan su estatus en el grupo», aunque inhiben otras motivaciones sociales para terminar con los abusos.
Victimización
Los investigadores han constatado que, en los centros escolares estudiados, existen comportamientos de victimización con una tasa de incidencia de 7,3 por ciento de víctimas, mientras que el 8,5 por ciento son agresores y 84,1 por ciento de niños se limitan a ser espectadores.
El informe pone de manifiesto que existen diferentes percepciones del fenómeno según el sexo y la edad de los alumnos.
Así, las chicas condenan los abusos «de una forma más crítica», reaccionan ante ellos con emociones desagradables. Reflexionan sobre la víctima», ya que la describen con cualidades positivas y «reconocen su sufrimiento». Mientras, los chicos resaltan la vulnerabilidad y responsabilidad moral de la víctima, de la que llegan a señalar que «debería sentirse culpable y avergonzada».
Rechazo
Respecto a la edad, el informe constata que a medida que crecen «se acentúa la idea de vulnerabilidad de las víctimas y se intensifica el rechazo contra los agresores», algo que los investigadores achacan a una mayor interiorización de las normas sociales por parte de los niños.
Caurcel destaca que este informe ha sido una herramienta fundamental para hallar asociaciones, regularidades y factores de riesgo y de protección, que la comunidad educativa podrán usar como punto de partida para buscar una respuesta adecuada y realista al fenómeno del acoso escolar y ayudar a los escolares a salir adelante con sus propios medios.
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Los adolescentes valoran el maltrato escolar como algo «natural» y aíslan a la víctima

Los adolescentes valoran el maltrato escolar como algo «natural» y aíslan a la víctima

Califican al agresor como una «persona fuerte, valiente y extrovertida»
Un estudio de la UGR destaca que el alumnado cree que «esto seguirá»

Resultados preocupantes. Los adolescentes creen que el maltrato escolar «ocurre desde siempre y continuará». Eso no es todo, «el maltrato se está incorporando cada vez más al bagaje cotidiano de la interacción entre los grupos de iguales, se considera como algo natural y goza de cierta aprobación social». Los escolares apoyan el comportamiento de los agresores, y dejan aislada y desprotegida a la víctima.
Son parte de las conclusiones de una tesis doctoral realizada en el departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada (UGR), que advierte de que, desde un punto de vista de la acción psicopedagógica, «es necesario demostrar al chaval que estos actos no tienen que continuar para siempre, y que se puede hacer algo para terminar con ellos», a través de programas educativos más completos.
Este trabajo, cuyo objetivo era conocer la representación y valoraciones que los adolescentes hacen sobre el fenómeno del maltrato entre iguales, ha sido realizado por la profesora Mª Jesús Caurcel Cara, y dirigido por los profesores Fernando Justicia (UGR), Ana Mª Tomás (Universidade do Minho, Portugal) y Mª del Carmen Pichardo (UGR). Ha sido una tesis europea desarrollada en dos idiomas. Se ha realizado durante más de cuatro años y medio.
Para llevarlo a cabo, los autores encuestaron a 1.237 niños de entre 11 y 16 años de Granada y Braga (Portugal), a quienes se aplicó un cuestionario para conocer su percepción sobre el \’bullying\’. Así, los investigadores constataron que, en los centros escolares estudiados, existen comportamientos de victimización con una tasa de incidencia de 7,3% de víctimas, 8,5% de agresores y 84,1% de niños \’espectadores\’, según se informa en un comunicado.
El cuestionario aplicado a los niños reveló que, para describir a los protagonistas del maltrato, los participantes se sirven de estereotipos sociales, caracterizando a la víctima como una persona pasiva, socialmente incompetente y que experimenta estados emocionales desagradables de ansiedad, depresión e inseguridad. Todo lo contrario ocurre con el agresor, los calificativos son de una persona fuerte, valiente, extrovertida que experimenta estados emocionales agradables -victimizador feliz- que le dan poder y confianza en sí mismo, refuerzan su estatus en el grupo e inhiben otras motivaciones sociales para terminar con los abusos.
La investigación realizada en la UGR también ha demostrado que existen diferencias de sexo en la percepción social que los escolares tienen del maltrato entre iguales. Las chicas condenan los abusos de una forma más crítica, reaccionan ante ellos con emociones desagradables, rechazan este tipo de situaciones y muestran más empatía hacia la víctima.
Por su parte, los chicos resaltaban en sus categorizaciones la vulnerabilidad y responsabilidad moral de la víctima, al afirmar que «debería sentirse culpable y avergonzada».
En función de la edad de los participantes en el estudio, las diferencias más marcadas se encontraron entre los preadolescentes de 11 y 12 años y los de 15, en adelante. «La percepción de la vulnerabilidad de las víctimas y la intensificación del rechazo contra los agresores se acentúan conforme los adolescentes crecen, lo que se debe a una mayor interiorización de las normas sociales por los niños», sentencia Caurcel.
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Los alumnos de la ESO ven el maltrato escolar como algo natural

Los alumnos de la ESO ven el maltrato escolar como algo natural

El cabeza de lista del PSOE a las elecciones europeas, Juan Fernando López Aguilar, abrirá mañana jueves el I Congreso sobre Participación y Democracia en la Unión Europea que organiza la Universidad de Almería, Europe Direct Almería y la Diputación provincial.

López Aguilar intervendrá en la sesión inaugural con una conferencia titulada «Democracia y participación en la Unión Europea». La próxima semana, el congreso tendrá continuidad con dos nuevas sesiones: el jueves 14 de mayo, está prevista la participación de Jaume Duch, portavoz del Parlamento Europeo y se espera contar también con la presencia de Soledad Becerril, nombrada por Leopoldo Calvo Sotelo ministra de Cultura en 1981. Becerril fue la primera mujer que accedió al Consejo de Ministros desde la II República. En la actualidad forma parte de la candidatura del Partido Popular al Parlamento europeo.

El viernes 15, el Catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad de Granada Javier Roldán Barbero impartirá una conferencia sobre el sistema institucional en la Unión Europea, en tanto que la conferencia de clausura está previsto que la ofrezca el presidente del Consejo Consultivo de Andalucía y Catedrático de Derecho Constitucional de la UAL, Juan Cano Bueso.
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Los alumnos de la ESO ven el maltrato escolar como algo natural

Los alumnos de la ESO ven el maltrato escolar como algo natural

«Algo que ocurre desde siempre y que va a continuar». Ésta es la visión que tienen del acoso escolar o bullying los 1.237 niños granadinos y portugueses, de entre 11 y 16 años, que ha entrevistado María Jesús Caurcel, integrante del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada, para elaborar su tesis doctoral.

«Dar voz a sus protagonistas» y «descubrir los pensamientos de los adolescentes sobre el maltrato escolar» motivó a esta joven a investigar dicho fenómeno, siempre analizado por profesores y padres.

El trabajo arroja «una visión negativa» del asunto, según valora su autora. La investigación indica que estos incidentes son frecuentes en el 55% de las escuelas estudiadas, ya sean públicas, privadas o concertadas; y de procedencia lusa o española. En todos los centros se han hallado ejemplos de cada comportamiento de victimización. Las tasas de incidencia apuntan a un 7,3% de víctimas, un 8,5% de agresores y un 84,1% de espectadores, que son aquéllos que presencian los incidentes sin decantarse por ninguno de sus protagonistas. Las víctimas son vistas como «personas pasivas y socialmente incompetentes» y a los agresores como «personas fuertes, valientes y extrovertidas».

Uno de los resultados que más sorprendió a Caurcel fue que, al mostrar a los alumnos una historieta con escenas de acoso, el 21,5% de los chicos reaccionaran con «indiferencia». La aprobación de estos actos (17,4%), por parte de los agresores y su entorno, y el rechazo, por parte de la mayoría, «era algo previsible, pero no la indiferencia».

La investigación muestra que las chicas, «más sensibles», critican estas actitudes y se identifican con las víctimas. En cambio, la mayoría de los niños opina que las víctimas «deberían avergonzarse y sentirse culpables». María Jesús Caurcel cree que hay que cambiar su mentalidad «interviniendo en las aulas desde Infantil para inculcar tolerancia y compromiso social». Su propuesta es implantar una asignatura como Educación Para la Ciudadanía, «con la que coincido porque hay que enseñar a los chavales a convivir». Las tutorías son otra opción.
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Los alumnos de la ESO ven el maltrato escolar como algo natural

Los alumnos de la ESO ven el maltrato escolar como algo natural

«Algo que ocurre desde siempre y que va a continuar». Ésta es la visión que tienen del acoso escolar o bullying los 1.237 niños granadinos y portugueses, de entre 11 y 16 años, que ha entrevistado María Jesús Caurcel, integrante del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada, para elaborar su tesis doctoral.

«Dar voz a sus protagonistas» y «descubrir los pensamientos de los adolescentes sobre el maltrato escolar» motivó a esta joven a investigar dicho fenómeno, siempre analizado por profesores y padres.

El trabajo arroja «una visión negativa» del asunto, según valora su autora. La investigación indica que estos incidentes son frecuentes en el 55% de las escuelas estudiadas, ya sean públicas, privadas o concertadas; y de procedencia lusa o española. En todos los centros se han hallado ejemplos de cada comportamiento de victimización. Las tasas de incidencia apuntan a un 7,3% de víctimas, un 8,5% de agresores y un 84,1% de espectadores, que son aquéllos que presencian los incidentes sin decantarse por ninguno de sus protagonistas. Las víctimas son vistas como «personas pasivas y socialmente incompetentes» y a los agresores como «personas fuertes, valientes y extrovertidas».

Uno de los resultados que más sorprendió a Caurcel fue que, al mostrar a los alumnos una historieta con escenas de acoso, el 21,5% de los chicos reaccionaran con «indiferencia». La aprobación de estos actos (17,4%), por parte de los agresores y su entorno, y el rechazo, por parte de la mayoría, «era algo previsible, pero no la indiferencia».

La investigación muestra que las chicas, «más sensibles», critican estas actitudes y se identifican con las víctimas. En cambio, la mayoría de los niños opina que las víctimas «deberían avergonzarse y sentirse culpables». María Jesús Caurcel cree que hay que cambiar su mentalidad «interviniendo en las aulas desde Infantil para inculcar tolerancia y compromiso social». Su propuesta es implantar una asignatura como Educación Para la Ciudadanía, «con la que coincido porque hay que enseñar a los chavales a convivir». Las tutorías son otra opción.
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«Hay que consolidar la capitalidad judicial de Granada»

«Hay que consolidar la capitalidad judicial de Granada»

El nuevo delegado de Justicia y vicedecano de Derecho de la UGR, Baldomero Oliver, se compromete a trabajar por la mejora de “un servicio que es público”

Incluso él reconoce haberle sorprendido el nombramiento, pero lo cierto es que el profesor y doctor en Derecho Constitucional de la Universidad de Granada (UGR) Baldomero Oliver, igualmente decano de la facultad granadina de estudios jurídicos, deberá dejar durante un tiempo su labor docente para encargarse del sistema judicial de la provincia. Oliver (Granada, 1963), casado y padre de dos hijos, ha sido elegido por la también nueva consejera de Justicia de Andalucía, la igualmente granadina Begoña Álvarez, para sucederla al frente de la Delegación Provincial de Justicia.

Oliver, profesor de la UGR desde 1989 y militante socialista desde 1985, se muestra convencido de poder contribuir, desde hoy mismo, a la mejora del sistema judicial de la provincia. Su móvil, de momento, echa humo. Ayer se colapsó por las felicitaciones. En los próximos días será ´investido´ oficialmente por la Junta de Andalucía, pero ayer seguía trabajando en su despacho de la Facultad de Derecho y atendiendo a los alumnos como cualquier otra jornada.

-¿Supondrá este nombramiento su adiós a la docencia?

-En absoluto. Es cierto que a partir de este momento tendré total dedicación a esta nueva responsabilidad, pero soy consciente de que, como cualquier cargo público, se trata de un trayecto de ida y vuelta, algo de lo que deben ser conscientes todos los políticos. Pasaré a una situación de excedencia en la UGR pero pienso volver a impartir clases. Eso sí, durante los próximos meses o años estaré totalmente volcado en la Delegación.

-¿Lo esperaba? O dicho de otra manera: ¿Alguien se lo había notificado previamente?

-Es algo que estoy asimilando todavía y que constituye una total novedad para mí. Se abre ante mí una etapa totalmente novedosa, aunque llevo mucho tiempo en la Universidad de Granada tomando decisiones, y si algo tengo claro es el sentido de la responsabilidad y de servicio público de mi profesión. Es la línea que quiero mantener en la Delegación provincial de Justicia.

-¿Es especial motivo de satisfacción que una paisana, Begoña Álvarez, haya confiado en usted para tomar su testigo en la Delegación?

-La he conocido como compañera de partido y, sin duda, es un motivo de orgullo que la nueva consejera haya depositado su confianza en mí.

– En un primer balance ¿Qué opinión le merece la situación de sistema judicial de la provincia en estos momentos?

-Es pronto para realizar un análisis detallado de la situación, pero tengo dos cuestiones claras. La primera es que hay que seguir trabajando por consolidar la capitalidad judicial de Granada dentro de Andalucía. Es un camino que ya emprendió la anterior delegada y en el que hay que seguir insistiendo. La segunda cuestión, y no menos importante, es mejorar el servicio público que se ofrece al ciudadano granadino. Hay que facilitar las mejores condiciones para que el sistema judicial sea ágil y eficaz, tanto para el ciudadano como para el profesional.
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Los adolescentes ven el maltrato escolar como una actitud natural

Los adolescentes ven el maltrato escolar como una actitud natural

Un estudio de la UGR entre alumnos de 11 a 16 años revela que los comportamientos agresivos y quienes los practican “gozan de cierta aprobación social”

Los adolescentes consideran el maltrato escolar como algo natural, por lo que se está incorporando al bagaje cotidiano de la interacción entre los grupos, según un estudio efectuado por la Universidad de Granada (UGR) sobre jóvenes de entre once y dieciséis años.

Además, este comportamiento goza de «cierta aprobación social» y los escolares apoyan la actitud de los agresores, mientras que dejan aislada y desprotegida a la víctima.

El estudio, hecho sobre una muestra de más de 1.200 niños de Granada y Braga (Portugal), ha revelado que para describir a los participantes en el maltrato aparecen los estereotipos sociales, por lo que se caracteriza a la víctima como una persona pasiva, socialmente incompetente y que experimenta estados emocionales de ansiedad, depresión e inseguridad.

Por su parte, el agresor se ve como una persona fuerte, valiente y extrovertida, que experimenta estados emocionales agradables que le dan poder y confianza en sí mismo.

En cambio, las chicas condenan los abusos de una forma más crítica y reaccionan ante ellos con emociones desagradables, mientras que los chicos resaltan la vulnerabilidad y responsabilidad moral de la víctima, al afirmar que «debería sentirse culpable y avergonzada».

Cambios por la edad. La percepción de la vulnerabilidad de las víctimas y el aumento del rechazo hacia los agresores se acentúan a medida que los adolescentes crecen, lo que se debe a una mayor interiorización de las normas sociales por parte de los niños, según el estudio de la UGR.

Además, la mayoría de los adolescentes creen que el maltrato entre iguales en el ámbito escolar es algo que ocurre desde siempre y que va a continuar, por lo que presentan una visión «negativa, pesimista y de resignación».
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