– ¿Paseíllos recalificación! Momentos de amistad
Sr. Director de IDEAL: Le agradecería que me diera la oportunidad de compartir unas líneas con sus lectores. Líneas, temo, no exentas de ironía que, para el caso, poco tiene de fina.
La Universidad de Granada perdió una gran oportunidad hace unos años, un momento mágico para llenar las arcas de la institución y casi refundarse. Una de esas ocasiones que sólo una coyuntura histórica es capaz de poner en el camino de los que han de decidir.
La historia enseña que momentos así son escasos, pero haberlos haylos. Cuentan que ya a final del XIX, un rector granadino de apellido catalán, Montels i Nadal, planteó una revolución perdida como la que ahora destacaré, cierto que de otro orden. Montels pensó en una línea férrea que uniese Granada y Málaga, su puerto natural. Montels calculó hasta el detalle todos los elementos de la genial idea, olvidó uno: Graná no es Granada, y Graná estaba bien en su ser; que siempre sería mucho mejor mantenerla aislada del mundo, lamentándose por ello, que meterse de lleno en él y arriesgarse a que algo saliera mal. Cierto que para tirar el proyecto al cesto algo debieron influir la épica y la estética y las empresas de arrieros de la época.
Hace cinco años, algunos iluminados plantearon al antiguo equipo de gobierno de la UGR la idea de recalificar los Paseíllos Universitarios. Las cuentas salían: bloques de 8 plantas (si hacían falta 10 tampoco iba a pasar nada, con no levantar más que San Lázaro ), amplias avenidas de seis metros de ancho (ocho si era menester), bajos para comercio educativo y primeros y segundos de protección oficial, ya el resto para gente de bien de clase media baja, baja media o baja sin más todos ellos con capacidad de crédito bancario a 40 ó 50 años.
Por si alguien anda despistado era una broma, ¿era una broma! (cierto que a lo mejor colaba si se dedicaban dos plantas de beneficios a universidad, dos a ayuntamiento, cuatro a constructor, una a publicidad y una al Graná Club de Fútbol).
Ahora, ¿qué desperdicio!, parte de los Paseíllos para un tranvía como si no hubiera ya vías de tren a 25 metros de los Paseíllos. ¿Alguien lo entiende? (véase un mapa aéreo de Granada para que el que lo entienda deje de entender). Si Montels levantara la cabeza sí entendería: de épica, estética, errar, herrar, yerros, hierros y un largo etc.
Sr. Director de IDEAL: Hace ya algunos años, no hace falta precisar cuántos, llegaste un día a nuestro instituto y al entrar en la Jefatura de Estudios, para presentarte, en seguida supe que quien acababa de llegar no era sólo un compañero más que venía a realizar, durante un par de años, una estación de penitencia en tránsito hacia su querida Granada. Podría decirse, por tu impetuosidad, que una especie de Capitán Trueno o -usando un símil cinematográfico- un Marlon Brando en versión simpática acababa de incorporarse a nuestro claustro y, por qué no decirlo, también a nuestras vidas.¿Y de qué manera lo hiciste!.
Lo cierto es que aquella primera impresión mía, no errónea pero sí un tanto superficial, dio paso en poco tiempo a un conocimiento mucho más profundo, a través de una estrecha amistad de la que me siento orgulloso. Pronto tus amigos fuimos descubriendo en ti a un auténtico caballero con modos a la antigua usanza: alma limpia y clara, con una palabra que iría a misa si hiciese falta, de fácil oratoria y desde luego con rasgos a veces tan impulsivos que, de haber vivido en épocas pretéritas, algún giro significativo podría haber sufrido la Historia. Pero por encima de todo eres un gran amigo de tus amigos, siempre dispuesto a contentar a todos y haciéndonos partícipes en todo momento de tus alegrías y ratos de gloria. ¿O es que no hemos vivido contigo tus viajes o tus periplos por esos mundos?
Tú, que sabes de Historia, has organizado con una estrategia digna de Viriato una defensa numantina de esos principios y valores que la sociedad actual echa en falta; al menos eso nos parece a muchos de los que seguimos entregados a la noble profesión docente con una carga de romanticismo sin la que ya habríamos arrojado la toalla. Y de eso tú sabes y nos has enseñado mucho, amigo mío. Como también nos has enseñado a navegar, con un espíritu libre y aventurero, por esos vericuetos de la vida que exigen una nobleza de la que tú siempre has hecho gala; de un modo tan natural y sencillo que has alentado aún más nuestro afecto y admiración hacia ti. Por todo ello te deseo, en estos momentos jubilosos, que seas feliz en tu nueva etapa y que emprendas nuevas aventuras en tu vida; tal vez por una de esas perdidas islas del Caribe donde un día soñaste un retiro entregado a la pintura y a otros menesteres que algún día ya tendremos ocasión de repasar.
No quiero acabar estas deshilachadas líneas sin darte las gracias porque un día quisiste enseñarme que a plena luz del día, y con sonido de trompetas, no se debe intentar el asalto a un castillo; aunque no sé si, llegado el caso, seguiría tus consejos. Pero quiero que sepas que me reconforta mucho sentir que, si alguna vez lo intento en esas condiciones, tú estarás ahí a mi lado, puede que sermoneándome e incluso riñéndome, pero a mi lado.Y ese apoyo sólo lo puede dar un gran amigo como tú.
¿Un abrazo y suerte!. Es mi humilde regalo para que te lo lleves contigo a donde vayas. Algún día, espero que aún tarde mucho, seguro que volveremos a coincidir en otro instituto de un pueblo que aún no conozco; pero sé que allí van todos aquellos besos, piropos, reconocimientos y abrazos que, sin saber por qué, a veces nos guardamos y no damos. Ese pueblo posiblemente tendrá un Cinema Paradiso para que puedas disfrutar con todas esas escenas de vida social que tanto te gusta destacar en las películas de John Ford; y con unas agencias de viaje maravillosas que organizan unos fantásticos viajes al corazón mismo de los años setenta, en que tantas y tantas cosas nos quedaban aún por hacer.
Mientras tanto, cada vez que vayamos a tomar nuestro cafelito del recreo, te buscaremos como si no te hubieras ido a tu Granada del alma. Tú quizás estarás contando tus batallitas, esas que nos gustan tanto oírte, a otros compañeros lejos de tu también querida Fuengirola.
A Evaristo Fernández Alarcón, nuestro buen amigo que se nos jubila dejándonos el almario repleto de su amistad.
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