– ¿Qué pasa, vaquero?
La Universidad de Granada ofrece un curso sobre el western, un género cinematográfico casi desconocido para los más jóvenes, pese a su importancia en la historia del cine
EL sombrero calado, la mirada de duro, el hueco de un caballo entre las piernas y la pistola al cinto, siempre a mano. ¿Quién es? Nueve de cada diez acertarán: hablamos de John Wayne, estrella de las películas del oeste por excelencia. Pero, ¿qué sabemos de ese género cinematográfico que nació con el siglo XX y prácticamente murió con él? El director del Cine Club de la Universidad de Granada, Juan de Dios Salas, imparte a partir de hoy el curso Todo lo que siempre quisiste saber sobre el western y nunca supiste dónde preguntar, en el que analiza el origen, evolución y características de toda una tradición fílmica genuinamente americana.
Salas (Martos, Jaén, 1965) explica que la idea surgió cuando, a principios de este curso, organizó un ciclo sobre Anthony Mann, director de El hombre del oeste y Horizontes lejanos, entre otros clásicos. «La reacción de la gente fue muy curiosa. Al entrar, comentaban: Buff, un western. Esto lo veía yo en la tele cuando era pequeño. Le gustaban a mi abuelo…. Y salían diciendo: Qué interesante. No me lo esperaba así -apunta el responsable del Cine Club-. Las nuevas generaciones han visto muy pocas películas del oeste y no saben lo que significan en la historia del cine».
Por eso, el curso está planteado como un programa «para principiantes» y su objetivo es explicar «por qué, para algunos críticos e historiadores, el western es el cine con mayúsculas, y por qué tantas obras maestras son películas de vaqueros».
Para este especialista, una de las claves del género es que nació «como crónica de actualidad»: el primer western de la historia, Asalto y robo de un tren (The great train robbery), fue rodada por Edwin S. Porter en 1903, sólo tres años después de que ocurrieran los hechos que la inspiraron. «Eran los últimos estertores de la conquista del oeste, había forajidos y bandidos, y aún se estaban añadiendo estados a la Unión», recuerda Salas.
Con el tiempo, se convirtió en un género histórico -«El 90% de lo que se cuenta es real, aunque fantaseado y retocado»- y vivió su época dorada en los cuarenta y cincuenta, con directores de la talla de John Ford (La diligencia, El hombre que mató a Liberty Valance, Pasión de los fuertes, Fort Apache), Howard Hawks (Río Bravo, Río Rojo, El Dorado) o Raoul Walsh (Murieron con las botas puestas). Pero Salas también considera «imprescindibles» títulos de directores menores como Delmer Daves (El árbol del ahorcado) o John Sturges (Duelo de titanes).
En los sesenta coincidieron las obras crepusculares de los grandes maestros clásicos con la nueva visión del género aportada por Sam Pekinpah (Grupo salvaje, Duelo en la alta sierra, Pat Garret y Billy the kid).
Estética de la frontera
También por estas fechas nació el spaghetti western, con centenares de títulos rodados por directores italianos -y algunos españoles-, muchos de ellos en Almería. De este periodo, resalta Salas, «son interesantes las que rodó Sergio Leone (La muerte tenía un precio, Por un puñado de dólares y El bueno, el feo y el malo, todas con Clint Eastwood como protagonista), pero se hicieron muchísimas que no tenían ningún interés».
Estos filmes rodados en Europa son, sin embargo, los más recordados por los jóvenes, hasta el punto de que, en el imaginario de mucha gente, representan al genuino cowboy. En Estados Unidos, explica, el género abarca «un gran espacio geográfico, muchísimos paisajes, cada uno con sus características concretas»; en cambio, el spaghetti western tuvo como escenario principal los desiertos almerienses y recreó el territorio fronterizo entre México y Estados Unidos, junto al Río Grande. Para mucha gente, concluye, el oeste no es John Wayne, sino el poncho polvoriento, la barba de varias semanas y el eterno cigarrillo en la boca de Clint Eastwood. «Ha creado su propia mítica», concluye.
Indios y mujeres
Aparte de la evolución estética, también hubo cambios ideológicos. Por ejemplo, en el tratamiento dado a las mujeres, que varía con el tiempo y con los directores. «En las películas de John Ford la mujer tiene un halo romántico, de esposa, madre, sufridora… En las de Howard Hawks, actúa como una compañera en las aventuras que corren los personajes masculinos. A veces representa la sensatez y la razón frente a la barbarie y las posturas de fuerza del mundo masculino».
Además, los primeros títulos exaltaban la conquista y sus valores pero, con el tiempo, se atrevieron a criticar algunos de sus aspectos. Así cambió el tratamiento dado a las tribus indígenas: «Se empieza a hablar del exterminio, de la barbarie cometida, y se revaloriza la figura del indio». También se desmitifican personajes como el del sheriff, que en principio representaba la ley y acaba apareciendo como «un forajido con placa». «Pasamos de los buenos muy buenos y los malos muy malos a los matices».
Y la desmitificación abrió la puerta a la parodia. Como todos los géneros, asegura Salas, sus lugares comunes, personajes y situaciones son «parodiables». Dos buenos ejemplos son Sillas de montar calientes, una «comedia simpática» de Mel Brooks, y El día de los tramposos, una crítica ácida de Joseph L. Mankiewicz.
Diversión y reflexión
El especialista justifica su predilección por el western en su doble faceta: las películas de vaqueros son una fuente de diversión y grandes aventuras, pero al mismo tiempo hacen pensar. Sus personajes, siempre al límite, traspasan al espectador dilemas morales universales y eternos, como la relación con la naturaleza, el contacto con el otro -personalizado en los pieles rojas- o la convivencia en sociedad.
Además, se trata de un género «100% cinematográfico. Todos los demás tienen unos precedentes muy fuertes: el cine fantástico y el de aventuras, en la literatura, y el musical, en Broadway». Y su influencia es enorme: aun hoy, asegura el profesor, «el western está visible en muchas películas, desde un melodrama hasta una policiaca».
Juan de Dios Salas cree que ya no se hacen genuinas películas del oeste. Brokeback mountain es, a su juicio, un filme ambientado en el oeste, pero lo que les ocurre a los vaqueros también podía haberles sucedido a dos mecánicos o dos cantantes.
«Sin perdón es el último gran western», sentencia. En su opinión, la película dirigida y protagonizada por Clint Eastwood en 1992 revisa el universo del oeste con una mirada «nueva, crítica, envejecida».
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