A los españoles les gusta ser europeos

– A los españoles les gusta ser europeos
La mayoría coincide en que pertenecer a la UE resulta beneficioso, pero muestran escaso interés y conocimiento de las instituciones

A los españoles les gusta ser europeos y la mayoría coincide en que pertenecer a la UE ha resultado beneficioso para el país, pero muestran uno de los niveles más bajos de los países miembros en cuanto al interés, el conocimiento de las instituciones y la participación en las elecciones europeas.

Esta es una de las tesis que se desprende del estudio Veinte años de pertenencia a la UE: actitudes de los españoles ante el proceso de integración comunitaria, elaborado por la profesora de Ciencia Política de la Universidad de Granada Inmaculada Szmolka y publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Según este trabajo, siete de cada diez españoles se muestran a favor de la Unión Europea, aunque sólo el 50% dice que se disgustaría si se disolviera.

Szmolka quería comprobar si el apoyo a la UE, basado principalmente en los beneficios que ha tenido para el país pertenecer a la organización, ha descendido al converger España con el resto de países miembros, pero comprueba que el balance sigue siendo positivo para los españoles, tras superarse momentos críticos, como la implementación de la unión monetaria.

De hecho, un 61,5% cree que España se ha visto beneficiada por la incorporación a la Europa comunitaria, sobre todo en áreas como las infraestructuras, la cultura o el desarrollo de las regiones más desfavorecidas.

La opinión cambia, sin embargo, si se aborda la unión económica y monetaria, ya que, según el estudio, el 82% de los españoles cree que la UE ha sido perjudicial para los precios y el 47,5% para los salarios.

No cala la identidad europea

Szmolka analiza también el éxito de las élites comunitarias a la hora de fomentar el sentimiento de identidad europea y comprueba que, al menos en España, no ha calado de forma generalizada. Sólo tres de cada diez españoles se sienten españoles y europeos al mismo tiempo.

Llama la atención la evolución registrada en la última década, durante la que se ha incrementado el porcentaje de quienes se definen con una identidad española y europea (del 19,2% en 1997 al 31,8 en 2006), mientras que ha descendido más de quince puntos el porcentaje de quienes se identifican exclusivamente como españoles (hasta el 52,4%).

Desinformación

Szmolka destaca asimismo el constante desinterés hacia los asuntos europeos y el desconocimiento de los españoles sobre los asuntos comunitarios, superando incluso la baja media europea.

Así, si en la Europa de 25 países miembros el grado de información sobre la política comunitaria se situaba en 4,2 puntos en una escala de 0 a 10, España alcanzaba 3,7 puntos, en el furgón de cola junto al Reino Unido y Hungría.

Los españoles además se muestran mayoritariamente críticos con la gestión del Gobierno en la defensa de los intereses del país ante la UE y con el papel que desempeña España dentro de las instituciones europeas.
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Canibalismo era un ritual en la Europa neolítica

– Canibalismo era un ritual en la Europa neolítica.

Desde finales del 3000 al 2500 antes de Cristo, el canibalismo era común en toda la cuenca mediterránea europea y en Finlandia, y la carne de los fallecidos se tomaba tras hervirla unas tres o cuatro horas

El canibalismo era una actividad sistemática y ritual en el México prehispánico y durante el Neolítico prácticamente en toda Europa, según ha constatado un equipo de antropólogos tras el estudio de las marcas que su práctica dejaba en los huesos humanos.

Así lo explicó a Efe el director del Laboratorio de Antropología Física de la Universidad española de Granada (sur), Miguel Botella, que efectúa esta investigación en colaboración con expertos de la Universidad Autónoma de México y el Instituto de Antropología mexicano.

Desde finales del 3000 al 2500 antes de Cristo, el canibalismo era común en toda la cuenca mediterránea europea y en Finlandia, y la carne de los fallecidos se tomaba tras hervirla unas tres o cuatro horas, tal vez para asimilar sus características, dijo Botella.

Los huesos estudiados, con marcas de cuchillos y de dientes humanos y procedentes de hombres, mujeres y niños, aparecieron en basureros mezclados con restos de los animales que conformaban su dieta, lo que constata el canibalismo en el Neolítico, especialmente en un periodo del que apenas se han encontrado sepulturas.

Sólo en Granada se han encontrado once lugares donde esta práctica era habitual, pero también son numerosos en la fachada mediterránea del resto de España y en Europa.

En cuanto a las culturas mesoamericanas, los más de 20.000 restos óseos estudiados por estos expertos han demostrado que el canibalismo era sistemático en toda América, lo que posiblemente indica que lo llevaron los humanos que pasaron el estrecho de Bering cuando ocuparon el continente por primera vez.

El antropólogo señaló que en el México prehispánico, tras los sacrificios rituales en los que se ofrecían los corazones de la víctima a las deidades, el resto del cuerpo se cocía con maíz y era repartido entre todos los participantes en el acto como en la comunión cristiana o sólo entre determinados sacerdotes.

Ocurría como en las actuales corridas de toros, donde todo sigue un ritual, pero una vez que muere, el animal es carne, manifestó Botella.

En la investigación se han recabado recetas de cocina de carne humana que recogieron los frailes españoles durante su labor evangelizadora tras la conquista, que señalan que nunca se tomaba asada y que era habitual añadirla al pozole, un guiso típico mexicano en el que hoy se usa carne de cerdo o de pollo.

Según el testimonio de uno de estos frailes, la carne humana sabía como la del cerdo, de ahí que, tras ser prohibido su consumo durante la cristianización de los indígenas, fuera sustituida por el puerco.

La manipulación de los cuerpos humanos para su ingesta -cortes, desuello, descarnado o cocción, entre otros- dejó marcas en los huesos, que han sido analizadas por estos expertos y han permitido determinar toda la metodología utilizada en lo que constituían acontecimientos ritualizados.

Botella subrayó que es interesantísimo comprobar que las descripciones de estos rituales por parte de los frailes españoles se corresponden con las marcas de los huesos estudiados, por lo que concluyó que exageraban bastante menos de lo que se suponía.

El equipo de investigadores, que lleva diez años enfrascado en este estudio, trabaja ahora en unir las celebraciones de las que hablan los frailes españoles con las evidencias de canibalismo.

Se trata de una tarea bastante complicada porque la variedad de sacrificios prehispánicos era enorme y hay que estudiar a qué fiestas o motivos se corresponde cada cual.

Una muestra de que el canibalismo era sistemático es que este antropólogo ha estudiado en Guadalajara (México) más de 2.000 herramientas hechas con huesos humanos, desde punzones a arpones pasando por instrumentos musicales, lo que evidencia una industria artesana establecida.

Es decir, el cuerpo humano no sólo sirvió para alimentar a esos pueblos, sino que generó una industria del hueso, que era considerado el mejor material para las herramientas.
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En la antigüedad, el canibalismo fue habitual en Europa y América

– En la antigüedad, el canibalismo fue habitual en Europa y América.

El canibalismo estaba relacionado con determinados rituales sagrados en la Europa y América prehistóricas. La investigación fue llevada a cabo por la Universidad de Granada y expertos mexicanos. Se recabaron recetas de cocina de carne humana.

El canibalismo era una actividad sistemática y ritual en el México prehispánico y durante el Neolítico prácticamente en toda Europa, según afirmó un equipo de antropólogos tras el estudio de las marcas que su práctica dejaba en los huesos humanos. Así lo reveló el director del Laboratorio de Antropología Física de la Universidad de Granada, Miguel Botella, que efectúa esta investigación en colaboración con expertos mexicanos.

Desde finales del 3000 al 2500 a.C, el canibalismo era común en toda la cuenca mediterránea europea y en Finlandia, y la carne de los fallecidos se consumía tras hervirla unas tres o cuatro horas, tal vez para asimilar sus características, dijo Botella.

Los huesos estudiados, con marcas de cuchillos y de dientes humanos y procedentes de hombres, mujeres y niños, aparecieron en basureros mezclados con restos de los animales que conformaban su dieta, lo que constata el canibalismo en el Neolítico, especialmente en un periodo del que apenas se han encontrado sepulturas.

Sólo en Granada se han encontrado once lugares -algunos de ellos en Alfacar, Píñar o Moclín- donde esta práctica era habitual, pero también son numerosos en la fachada mediterránea del resto de España y en Europa.

Sacrificios rituales
En cuanto a las culturas mesoamericanas, los más de 20.000 restos óseos estudiados por estos expertos han demostrado que el canibalismo era sistemático en toda América, lo que posiblemente indica que lo llevaron los humanos que pasaron el estrecho de Bering cuando ocuparon el continente por primera vez.

El antropólogo señaló que en el México prehispánico, tras los sacrificios rituales en los que se ofrecían los corazones de la víctima a las deidades, el resto del cuerpo se cocía con maíz y era repartido entre todos, como en la comunión cristiana.

En la investigación se han recabado recetas de cocina de carne humana que recogieron los frailes españoles durante su labor evangelizadora tras la conquista, que señalan que nunca se tomaba asada y que era habitual añadirla al pozole, un guiso contundente típico mexicano en el que hoy se usa carne de cerdo o de pollo.

Según el testimonio de uno de estos frailes, la carne humana sabía como la del cerdo, de ahí que, tras ser prohibido su consumo durante la cristianización de los indígenas, fuera sustituida por el puerco.

Industria del hueso
La manipulación de los cuerpos humanos para su ingesta -cortes, desuello, descarnado o cocción, entre otros- dejó marcas en los huesos, que han sido analizadas por estos expertos y han permitido determinar toda la metodología utilizada en lo que constituían acontecimientos ritualizados.

Botella subrayó que es interesantísimo comprobar que las descripciones de estos rituales por parte de los frailes españoles se corresponden con las marcas de los huesos estudiados.

Es decir, el cuerpo humano no sólo sirvió para alimentar a esos pueblos, sino que generó una industria del hueso, que era considerado el mejor material para las herramientas.
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Créalo: Estudio revela que mexicanos éramos caníbales en la época prehispánica

– Créalo: Estudio revela que mexicanos éramos caníbales en la época prehispánica

Un estudio que realizaron diferentes antropólogos, reveló que México en la época prehispánica, tenía prácticas caníbales así como práctimente en toda Europa durante el Neolítico.

El canibalismo era una actividad sistemática y ritual en el México prehispánico y durante el Neolítico prácticamente en toda Europa, según ha constatado un equipo de antropólogos tras el estudio de las marcas que esta práctica dejaba en los huesos humanos.

Desde finales del 3.000 al 2.500 antes de Cristo, el canibalismo era común en toda la cuenca mediterránea europea y en Finlandia, y la carne de los fallecidos se tomaba tras hervirla unas tres o cuatro horas, tal vez para asimilar sus características, ha explicado el director del Laboratorio de Antropología Física de la Universidad de Granada, Miguel Botella, quien dirige esta investigación en colaboración con expertos de la Universidad Autónoma de México y el Instituto de Antropología mexicano.

Botella ha asegurado que en el México prehispánico, tras los sacrificios rituales en los que se ofrecían los corazones de la víctima a las deidades, el resto del cuerpo se cocía con maíz y era repartido entre todos los participantes en el acto como en la comunión cristiana o sólo entre determinados sacerdotes. Ocurría como en las actuales corridas de toros, donde todo sigue un ritual, pero una vez que muere, el animal es carne, ha explicado Botella.

En la investigación se han recabado recetas de cocina de carne humana que recogieron los frailes españoles durante su labor evangelizadora tras la conquista, que señalan que nunca se tomaba asada y que era habitual añadirla al pozole, un guiso contundente típico mexicano en el que hoy se usa carne de cerdo o de pollo.
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Estudio óseo constata canibalismo en México

– Estudio óseo constata canibalismo en México

El canibalismo era una actividad sistemática y ritual en el México prehispánico y durante el Neolítico prácticamente en toda Europa, según ha constatado un equipo de antropólogos tras el estudio de las marcas que su práctica dejaba en los huesos humanos.

Así lo explicó el director del Laboratorio de Antropología Física de la Universidad española de Granada (sur), Miguel Botella, que efectúa esta investigación en colaboración con expertos de la Universidad Autónoma de México y el Instituto de Antropología mexicano.

Desde finales del 3000 al 2500 antes de Cristo, el canibalismo era común en toda la cuenca mediterránea europea y en Finlandia, y la carne de los fallecidos se tomaba tras hervirla unas tres o cuatro horas, tal vez para asimilar sus características, dijo Botella.

Los huesos estudiados, con marcas de cuchillos y de dientes humanos y procedentes de hombres, mujeres y niños, aparecieron en basureros mezclados con restos de los animales que conformaban su dieta, lo que constata el canibalismo en el Neolítico, especialmente en un periodo del que apenas se han encontrado sepulturas.

Sólo en Granada se han encontrado once lugares donde esta práctica era habitual, pero también son numerosos en la fachada mediterránea del resto de España y en Europa.

En cuanto a las culturas mesoamericanas, los más de 20.000 restos óseos estudiados por estos expertos han demostrado que el canibalismo era sistemático en toda América, lo que posiblemente indica que lo llevaron los humanos que pasaron el estrecho de Bering cuando ocuparon el continente por primera vez.

El antropólogo señaló que en el México prehispánico, tras los sacrificios rituales en los que se ofrecían los corazones de la víctima a las deidades, el resto del cuerpo se cocía con maíz y era repartido entre todos los participantes en el acto como en la comunión cristiana o sólo entre determinados sacerdotes.

Ocurría como en las actuales corridas de toros, donde todo sigue un ritual, pero una vez que muere, el animal es carne, manifestó Botella.

En la investigación se han recabado recetas de cocina de carne humana que recogieron los frailes españoles durante su labor evangelizadora tras la conquista, que señalan que nunca se tomaba asada y que era habitual añadirla al pozole, un guiso típico mexicano en el que hoy se usa carne de cerdo o de pollo.

Según el testimonio de uno de estos frailes, la carne humana sabía como la del cerdo, de ahí que, tras ser prohibido su consumo durante la cristianización de los indígenas, fuera sustituida por el puerco.

La manipulación de los cuerpos humanos para su ingesta -cortes, desuello, descarnado o cocción, entre otros- dejó marcas en los huesos, que han sido analizadas por estos expertos y han permitido determinar toda la metodología utilizada en lo que constituían acontecimientos ritualizados.

Botella subrayó que es interesantísimo comprobar que las descripciones de estos rituales por parte de los frailes españoles se corresponden con las marcas de los huesos estudiados, por lo que concluyó que exageraban bastante menos de lo que se suponía.

El equipo de investigadores, que lleva diez años enfrascado en este estudio, trabaja ahora en unir las celebraciones de las que hablan los frailes españoles con las evidencias de canibalismo.

Se trata de una tarea bastante complicada porque la variedad de sacrificios prehispánicos era enorme y hay que estudiar a qué fiestas o motivos se corresponde cada cual.

Una muestra de que el canibalismo era sistemático es que este antropólogo ha estudiado en Guadalajara (México) más de 2.000 herramientas hechas con huesos humanos, desde punzones a arpones pasando por instrumentos musicales, lo que evidencia una industria artesana establecida.

Es decir, el cuerpo humano no sólo sirvió para alimentar a esos pueblos, sino que generó una industria del hueso, que era considerado el mejor material para las herramientas.
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A los españoles les gusta ser europeos

– A los españoles les gusta ser europeos
La mayoría coincide en que pertenecer a la UE resulta beneficioso, pero muestran escaso interés y conocimiento de las instituciones

A los españoles les gusta ser europeos y la mayoría coincide en que pertenecer a la UE ha resultado beneficioso para el país, pero muestran uno de los niveles más bajos de los países miembros en cuanto al interés, el conocimiento de las instituciones y la participación en las elecciones europeas.

Esta es una de las tesis que se desprende del estudio Veinte años de pertenencia a la UE: actitudes de los españoles ante el proceso de integración comunitaria, elaborado por la profesora de Ciencia Política de la Universidad de Granada Inmaculada Szmolka y publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Según este trabajo, siete de cada diez españoles se muestran a favor de la Unión Europea, aunque sólo el 50% dice que se disgustaría si se disolviera.

Szmolka quería comprobar si el apoyo a la UE, basado principalmente en los beneficios que ha tenido para el país pertenecer a la organización, ha descendido al converger España con el resto de países miembros, pero comprueba que el balance sigue siendo positivo para los españoles, tras superarse momentos críticos, como la implementación de la unión monetaria.

De hecho, un 61,5% cree que España se ha visto beneficiada por la incorporación a la Europa comunitaria, sobre todo en áreas como las infraestructuras, la cultura o el desarrollo de las regiones más desfavorecidas.

La opinión cambia, sin embargo, si se aborda la unión económica y monetaria, ya que, según el estudio, el 82% de los españoles cree que la UE ha sido perjudicial para los precios y el 47,5% para los salarios.

No cala la identidad europea

Szmolka analiza también el éxito de las élites comunitarias a la hora de fomentar el sentimiento de identidad europea y comprueba que, al menos en España, no ha calado de forma generalizada. Sólo tres de cada diez españoles se sienten españoles y europeos al mismo tiempo.

Llama la atención la evolución registrada en la última década, durante la que se ha incrementado el porcentaje de quienes se definen con una identidad española y europea (del 19,2% en 1997 al 31,8 en 2006), mientras que ha descendido más de quince puntos el porcentaje de quienes se identifican exclusivamente como españoles (hasta el 52,4%).

Desinformación

Szmolka destaca asimismo el constante desinterés hacia los asuntos europeos y el desconocimiento de los españoles sobre los asuntos comunitarios, superando incluso la baja media europea.

Así, si en la Europa de 25 países miembros el grado de información sobre la política comunitaria se situaba en 4,2 puntos en una escala de 0 a 10, España alcanzaba 3,7 puntos, en el furgón de cola junto al Reino Unido y Hungría.

Los españoles además se muestran mayoritariamente críticos con la gestión del Gobierno en la defensa de los intereses del país ante la UE y con el papel que desempeña España dentro de las instituciones europeas.
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A los españoles les gusta ser europeos

– A los españoles les gusta ser europeos
La mayoría coincide en que pertenecer a la UE resulta beneficioso, pero muestran escaso interés y conocimiento de las instituciones

A los españoles les gusta ser europeos y la mayoría coincide en que pertenecer a la UE ha resultado beneficioso para el país, pero muestran uno de los niveles más bajos de los países miembros en cuanto al interés, el conocimiento de las instituciones y la participación en las elecciones europeas.

Esta es una de las tesis que se desprende del estudio Veinte años de pertenencia a la UE: actitudes de los españoles ante el proceso de integración comunitaria, elaborado por la profesora de Ciencia Política de la Universidad de Granada Inmaculada Szmolka y publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Según este trabajo, siete de cada diez españoles se muestran a favor de la Unión Europea, aunque sólo el 50% dice que se disgustaría si se disolviera.

Szmolka quería comprobar si el apoyo a la UE, basado principalmente en los beneficios que ha tenido para el país pertenecer a la organización, ha descendido al converger España con el resto de países miembros, pero comprueba que el balance sigue siendo positivo para los españoles, tras superarse momentos críticos, como la implementación de la unión monetaria.

De hecho, un 61,5% cree que España se ha visto beneficiada por la incorporación a la Europa comunitaria, sobre todo en áreas como las infraestructuras, la cultura o el desarrollo de las regiones más desfavorecidas.

La opinión cambia, sin embargo, si se aborda la unión económica y monetaria, ya que, según el estudio, el 82% de los españoles cree que la UE ha sido perjudicial para los precios y el 47,5% para los salarios.

No cala la identidad europea

Szmolka analiza también el éxito de las élites comunitarias a la hora de fomentar el sentimiento de identidad europea y comprueba que, al menos en España, no ha calado de forma generalizada. Sólo tres de cada diez españoles se sienten españoles y europeos al mismo tiempo.

Llama la atención la evolución registrada en la última década, durante la que se ha incrementado el porcentaje de quienes se definen con una identidad española y europea (del 19,2% en 1997 al 31,8 en 2006), mientras que ha descendido más de quince puntos el porcentaje de quienes se identifican exclusivamente como españoles (hasta el 52,4%).

Desinformación

Szmolka destaca asimismo el constante desinterés hacia los asuntos europeos y el desconocimiento de los españoles sobre los asuntos comunitarios, superando incluso la baja media europea.

Así, si en la Europa de 25 países miembros el grado de información sobre la política comunitaria se situaba en 4,2 puntos en una escala de 0 a 10, España alcanzaba 3,7 puntos, en el furgón de cola junto al Reino Unido y Hungría.

Los españoles además se muestran mayoritariamente críticos con la gestión del Gobierno en la defensa de los intereses del país ante la UE y con el papel que desempeña España dentro de las instituciones europeas.
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A los españoles les gusta ser europeos

– A los españoles les gusta ser europeos
La mayoría coincide en que pertenecer a la UE resulta beneficioso, pero muestran escaso interés y conocimiento de las instituciones

A los españoles les gusta ser europeos y la mayoría coincide en que pertenecer a la UE ha resultado beneficioso para el país, pero muestran uno de los niveles más bajos de los países miembros en cuanto al interés, el conocimiento de las instituciones y la participación en las elecciones europeas.

Esta es una de las tesis que se desprende del estudio Veinte años de pertenencia a la UE: actitudes de los españoles ante el proceso de integración comunitaria, elaborado por la profesora de Ciencia Política de la Universidad de Granada Inmaculada Szmolka y publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Según este trabajo, siete de cada diez españoles se muestran a favor de la Unión Europea, aunque sólo el 50% dice que se disgustaría si se disolviera.

Szmolka quería comprobar si el apoyo a la UE, basado principalmente en los beneficios que ha tenido para el país pertenecer a la organización, ha descendido al converger España con el resto de países miembros, pero comprueba que el balance sigue siendo positivo para los españoles, tras superarse momentos críticos, como la implementación de la unión monetaria.

De hecho, un 61,5% cree que España se ha visto beneficiada por la incorporación a la Europa comunitaria, sobre todo en áreas como las infraestructuras, la cultura o el desarrollo de las regiones más desfavorecidas.

La opinión cambia, sin embargo, si se aborda la unión económica y monetaria, ya que, según el estudio, el 82% de los españoles cree que la UE ha sido perjudicial para los precios y el 47,5% para los salarios.

No cala la identidad europea

Szmolka analiza también el éxito de las élites comunitarias a la hora de fomentar el sentimiento de identidad europea y comprueba que, al menos en España, no ha calado de forma generalizada. Sólo tres de cada diez españoles se sienten españoles y europeos al mismo tiempo.

Llama la atención la evolución registrada en la última década, durante la que se ha incrementado el porcentaje de quienes se definen con una identidad española y europea (del 19,2% en 1997 al 31,8 en 2006), mientras que ha descendido más de quince puntos el porcentaje de quienes se identifican exclusivamente como españoles (hasta el 52,4%).

Desinformación

Szmolka destaca asimismo el constante desinterés hacia los asuntos europeos y el desconocimiento de los españoles sobre los asuntos comunitarios, superando incluso la baja media europea.

Así, si en la Europa de 25 países miembros el grado de información sobre la política comunitaria se situaba en 4,2 puntos en una escala de 0 a 10, España alcanzaba 3,7 puntos, en el furgón de cola junto al Reino Unido y Hungría.

Los españoles además se muestran mayoritariamente críticos con la gestión del Gobierno en la defensa de los intereses del país ante la UE y con el papel que desempeña España dentro de las instituciones europeas.
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A los españoles les gusta ser europeos

– A los españoles les gusta ser europeos
La mayoría coincide en que pertenecer a la UE resulta beneficioso, pero muestran escaso interés y conocimiento de las instituciones

A los españoles les gusta ser europeos y la mayoría coincide en que pertenecer a la UE ha resultado beneficioso para el país, pero muestran uno de los niveles más bajos de los países miembros en cuanto al interés, el conocimiento de las instituciones y la participación en las elecciones europeas.

Esta es una de las tesis que se desprende del estudio Veinte años de pertenencia a la UE: actitudes de los españoles ante el proceso de integración comunitaria, elaborado por la profesora de Ciencia Política de la Universidad de Granada Inmaculada Szmolka y publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Según este trabajo, siete de cada diez españoles se muestran a favor de la Unión Europea, aunque sólo el 50% dice que se disgustaría si se disolviera.

Szmolka quería comprobar si el apoyo a la UE, basado principalmente en los beneficios que ha tenido para el país pertenecer a la organización, ha descendido al converger España con el resto de países miembros, pero comprueba que el balance sigue siendo positivo para los españoles, tras superarse momentos críticos, como la implementación de la unión monetaria.

De hecho, un 61,5% cree que España se ha visto beneficiada por la incorporación a la Europa comunitaria, sobre todo en áreas como las infraestructuras, la cultura o el desarrollo de las regiones más desfavorecidas.

La opinión cambia, sin embargo, si se aborda la unión económica y monetaria, ya que, según el estudio, el 82% de los españoles cree que la UE ha sido perjudicial para los precios y el 47,5% para los salarios.

No cala la identidad europea

Szmolka analiza también el éxito de las élites comunitarias a la hora de fomentar el sentimiento de identidad europea y comprueba que, al menos en España, no ha calado de forma generalizada. Sólo tres de cada diez españoles se sienten españoles y europeos al mismo tiempo.

Llama la atención la evolución registrada en la última década, durante la que se ha incrementado el porcentaje de quienes se definen con una identidad española y europea (del 19,2% en 1997 al 31,8 en 2006), mientras que ha descendido más de quince puntos el porcentaje de quienes se identifican exclusivamente como españoles (hasta el 52,4%).

Desinformación

Szmolka destaca asimismo el constante desinterés hacia los asuntos europeos y el desconocimiento de los españoles sobre los asuntos comunitarios, superando incluso la baja media europea.

Así, si en la Europa de 25 países miembros el grado de información sobre la política comunitaria se situaba en 4,2 puntos en una escala de 0 a 10, España alcanzaba 3,7 puntos, en el furgón de cola junto al Reino Unido y Hungría.

Los españoles además se muestran mayoritariamente críticos con la gestión del Gobierno en la defensa de los intereses del país ante la UE y con el papel que desempeña España dentro de las instituciones europeas.
Descargar


A los españoles les gusta ser europeos

– A los españoles les gusta ser europeos
La mayoría coincide en que pertenecer a la UE resulta beneficioso, pero muestran escaso interés y conocimiento de las instituciones

A los españoles les gusta ser europeos y la mayoría coincide en que pertenecer a la UE ha resultado beneficioso para el país, pero muestran uno de los niveles más bajos de los países miembros en cuanto al interés, el conocimiento de las instituciones y la participación en las elecciones europeas.

Esta es una de las tesis que se desprende del estudio Veinte años de pertenencia a la UE: actitudes de los españoles ante el proceso de integración comunitaria, elaborado por la profesora de Ciencia Política de la Universidad de Granada Inmaculada Szmolka y publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Según este trabajo, siete de cada diez españoles se muestran a favor de la Unión Europea, aunque sólo el 50% dice que se disgustaría si se disolviera.

Szmolka quería comprobar si el apoyo a la UE, basado principalmente en los beneficios que ha tenido para el país pertenecer a la organización, ha descendido al converger España con el resto de países miembros, pero comprueba que el balance sigue siendo positivo para los españoles, tras superarse momentos críticos, como la implementación de la unión monetaria.

De hecho, un 61,5% cree que España se ha visto beneficiada por la incorporación a la Europa comunitaria, sobre todo en áreas como las infraestructuras, la cultura o el desarrollo de las regiones más desfavorecidas.

La opinión cambia, sin embargo, si se aborda la unión económica y monetaria, ya que, según el estudio, el 82% de los españoles cree que la UE ha sido perjudicial para los precios y el 47,5% para los salarios.

No cala la identidad europea

Szmolka analiza también el éxito de las élites comunitarias a la hora de fomentar el sentimiento de identidad europea y comprueba que, al menos en España, no ha calado de forma generalizada. Sólo tres de cada diez españoles se sienten españoles y europeos al mismo tiempo.

Llama la atención la evolución registrada en la última década, durante la que se ha incrementado el porcentaje de quienes se definen con una identidad española y europea (del 19,2% en 1997 al 31,8 en 2006), mientras que ha descendido más de quince puntos el porcentaje de quienes se identifican exclusivamente como españoles (hasta el 52,4%).

Desinformación

Szmolka destaca asimismo el constante desinterés hacia los asuntos europeos y el desconocimiento de los españoles sobre los asuntos comunitarios, superando incluso la baja media europea.

Así, si en la Europa de 25 países miembros el grado de información sobre la política comunitaria se situaba en 4,2 puntos en una escala de 0 a 10, España alcanzaba 3,7 puntos, en el furgón de cola junto al Reino Unido y Hungría.

Los españoles además se muestran mayoritariamente críticos con la gestión del Gobierno en la defensa de los intereses del país ante la UE y con el papel que desempeña España dentro de las instituciones europeas.
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PRUEBAS DE CANIBALISMO EN MÉXICO Y ESPAÑA

– PRUEBAS DE CANIBALISMO EN MÉXICO Y ESPAÑA

El canibalismo era una actividad sistemática y ritual en el México prehispánico y durante el Neolítico prácticamente en toda Europa, según constató un equipo de antropólogos tras el estudio de las marcas que su práctica dejaba en los huesos humanos.
Así lo explicó a Efe el director del Laboratorio de Antropología Física de la Universidad española de Granada (sur), Miguel Botella, que efectúa esta investigación en colaboración con expertos de la Universidad Autónoma de México y el Instituto de Antropología mexicano.

Desde finales del 3000 al 2500 antes de Cristo, el canibalismo era común en toda la cuenca mediterránea europea y en Finlandia, y la carne de los fallecidos se tomaba tras hervirla unas tres o cuatro horas, tal vez para asimilar sus características, dijo Botella.

Los huesos estudiados, con marcas de cuchillos y de dientes humanos y procedentes de hombres, mujeres y niños, aparecieron en basureros mezclados con restos de los animales que conformaban su dieta, lo que constata el canibalismo en el Neolítico, especialmente en un periodo del que apenas se han encontrado sepulturas.

Sólo en Granada se han encontrado once lugares donde esta práctica era habitual, pero también son numerosos en la fachada mediterránea del resto de España y en Europa.

En cuanto a las culturas mesoamericanas, los más de 20.000 restos óseos estudiados por estos expertos han demostrado que el canibalismo era sistemático en toda América, lo que posiblemente indica que lo llevaron los humanos que pasaron el estrecho de Bering cuando ocuparon el continente por primera vez.

El antropólogo señaló que en el México prehispánico, tras los sacrificios rituales en los que se ofrecían los corazones de la víctima a las deidades, el resto del cuerpo se cocía con maíz y era repartido entre todos los participantes en el acto como en la comunión cristiana o sólo entre determinados sacerdotes.

Ocurría como en las actuales corridas de toros, donde todo sigue un ritual, pero una vez que muere, el animal es carne, manifestó Botella.

En la investigación se recabaron recetas de cocina de carne humana que recogieron los frailes españoles durante su labor evangelizadora tras la conquista, que señalan que nunca se tomaba asada y que era habitual añadirla al pozole, un guiso típico mexicano en el que hoy se usa carne de cerdo o de pollo.

Según el testimonio de uno de estos frailes, la carne humana sabía como la del cerdo, de ahí que, tras ser prohibido su consumo durante la cristianización de los indígenas, fuera sustituida por el puerco.

La manipulación de los cuerpos humanos para su ingesta -cortes, desuello, descarnado o cocción, entre otros- dejó marcas en los huesos, que han sido analizadas por estos expertos y han permitido determinar toda la metodología utilizada en lo que constituían acontecimientos ritualizados.

Botella subrayó que es interesantísimo comprobar que las descripciones de estos rituales por parte de los frailes españoles se corresponden con las marcas de los huesos estudiados, por lo que concluyó que exageraban bastante menos de lo que se suponía.

El equipo de investigadores, que lleva diez años enfrascado en este estudio, trabaja ahora en unir las celebraciones de las que hablan los frailes españoles con las evidencias de canibalismo.

Se trata de una tarea bastante complicada porque la variedad de sacrificios prehispánicos era enorme y hay que estudiar a qué fiestas o motivos se corresponde cada cual.

Una muestra de que el canibalismo era sistemático es que este antropólogo ha estudiado en Guadalajara (México) más de 2.000 herramientas hechas con huesos humanos, desde punzones a arpones pasando por instrumentos musicales, lo que evidencia una industria artesana establecida.

Es decir, el cuerpo humano no sólo sirvió para alimentar a esos pueblos, sino que generó una industria del hueso, que era considerado el mejor material para las herramientas.
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Confirman prácticas de canibalismo en Mesoamérica y Europa neolítica

– Confirman prácticas de canibalismo en Mesoamérica y Europa neolítica.

El canibalismo era una actividad sistemática y ritual en el México prehispánico y durante el Neolítico prácticamente en toda Europa, según ha constatado un equipo de antropólogos tras el estudio de las marcas que su práctica dejaba en los huesos humanos.

Así lo explicó a Efe el director del Laboratorio de Antropología Física de la Universidad española de Granada (sur), Miguel Botella, que efectúa esta investigación en colaboración con expertos de la Universidad Autónoma de México y el Instituto de Antropología mexicano.

Desde finales del 3000 al 2500 antes de Cristo, el canibalismo era común en toda la cuenca mediterránea europea y en Finlandia, y la carne de los fallecidos se tomaba tras hervirla unas tres o cuatro horas, tal vez para asimilar sus características, dijo Botella.

Los huesos estudiados, con marcas de cuchillos y de dientes humanos y procedentes de hombres, mujeres y niños, aparecieron en basureros mezclados con restos de los animales que conformaban su dieta, lo que constata el canibalismo en el Neolítico, especialmente en un periodo del que apenas se han encontrado sepulturas.

Sólo en Granada se han encontrado once lugares donde esta práctica era habitual, pero también son numerosos en la fachada mediterránea del resto de España y en Europa.

En cuanto a las culturas mesoamericanas, los más de 20 mil restos óseos estudiados por estos expertos han demostrado que el canibalismo era sistemático en toda América, lo que posiblemente indica que lo llevaron los humanos que pasaron el estrecho de Bering cuando ocuparon el continente por primera vez.

El antropólogo señaló que en el México prehispánico, tras los sacrificios rituales en los que se ofrecían los corazones de la víctima a las deidades, el resto del cuerpo se cocía con maíz y era repartido entre todos los participantes en el acto como en la comunión cristiana o sólo entre determinados sacerdotes.

Ocurría como en las actuales corridas de toros, donde todo sigue un ritual, pero una vez que muere, el animal es carne, manifestó Botella.

En la investigación se han recabado recetas de cocina de carne humana que recogieron los frailes españoles durante su labor evangelizadora tras la conquista, que señalan que nunca se tomaba asada y que era habitual añadirla al pozole, un guiso típico mexicano en el que hoy se usa carne de cerdo o de pollo.

Según el testimonio de uno de estos frailes, la carne humana sabía como la del cerdo, de ahí que, tras ser prohibido su consumo durante la cristianización de los indígenas, fuera sustituida por el puerco.

La manipulación de los cuerpos humanos para su ingesta -cortes, desuello, descarnado o cocción, entre otros- dejó marcas en los huesos, que han sido analizadas por estos expertos y han permitido determinar toda la metodología utilizada en lo que constituían acontecimientos ritualizados.

Botella subrayó que es interesantísimo comprobar que las descripciones de estos rituales por parte de los frailes españoles se corresponden con las marcas de los huesos estudiados, por lo que concluyó que exageraban bastante menos de lo que se suponía.

El equipo de investigadores, que lleva diez años enfrascado en este estudio, trabaja ahora en unir las celebraciones de las que hablan los frailes españoles con las evidencias de canibalismo.

Se trata de una tarea bastante complicada porque la variedad de sacrificios prehispánicos era enorme y hay que estudiar a qué fiestas o motivos se corresponde cada cual.

Una muestra de que el canibalismo era sistemático es que este antropólogo ha estudiado en Guadalajara (México) más de 2.000 herramientas hechas con huesos humanos, desde punzones a arpones pasando por instrumentos musicales, lo que evidencia una industria artesana establecida.

Es decir, el cuerpo humano no sólo sirvió para alimentar a esos pueblos, sino que generó una industria del hueso, que era considerado el mejor material para las herramientas.
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