MIGUEL LORENTE ACOSTA DOCTOR EN MEDICINA Y CIRUGÍA / «La violencia de género es de origen cultural y nace de la normalidad»
Este médico forense pide a los médicos que apliquen medidas concretas para cada caso de violencia doméstica porque no es bueno generalizar»
Miguel Lorente Acosta, ayer en Laredo. / DM
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Miguel Lorente Acosta (Serón, Almería, 1962) es doctor en Medicina y Cirugía, con premio extraordinario; médico forense desde 1988; profesor asociado de Medicina Legal de la Universidad de Granada y miembro de la Real Academia de Medicina y Cirugía de dicha ciudad. Es pionero en la investigación sobre la violencia de género, ámbito en el que es un especialista reconocido internacionalmente.
Los trabajos del doctor Lorente han sido premiados, entre otras instituciones, por los Ilustres Colegios de Médicos de Granada y Jaén, y por la Real Academia de Medicina y Cirugía de Granada. En 1999 fue Premio Mujeres Progresistas. Ha sido asesor técnico de la comisión mixta Congreso-Senado sobre la violencia contra la mujer y experto de la Organización Mundial de la Salud sobre violencia contra las mujeres y agresiones sexuales. Se le concedió la Medalla de Andalucía en 2002. También es autor del conocido libro Mi marido me pega lo normal. Su último libro, El rompecabezas. Anatomía del maltratador, incluye un prólogo de Iñaki Gabilondo.
-¿Cómo empezó a interesarse por la violencia de género?
-En el año 88 trabajaba como forense y me impactó el caso de una mujer que había recibido una agresión brutal y que espontáneamente dijo eso de «mi marido me pega lo normal». Era la primera vez que tenía delante de mí a una mujer maltratada. Me quedé sobrecogido y sorprendido por esa actitud avergonzada de la víctima. Esa vivencia me hizo aproximarme a la realidad de los casos de violencia de género y comprobé el gran contraste que existía por entonces entre lo que se comentaba y lo que yo veía.
-Las agresiones a las mujeres han existido siempre. ¿Por qué la sociedad responde ahora a este problema?
-El principal motivo es que ahora se conoce más. Yo creo que el caso de Ana Orantes marcó un antes y un después. Esa mujer salió en la tele contando lo que le ocurría y días más tarde su marido la asesinó. Fue entonces cuando la sociedad tuvo conciencia de lo que sucede en muchos hogares y los medios de comunicación mostraron la realidad de una mujer maltratada tal y como es. Antes, la violencia se relacionaba con gente de bajo nivel social y cultural, con problemas de alcohol y psicológicos; ahora está demostrado que los malos tratos afectan a personas de cualquier condición social que llevan una vida normal.
-¿Por qué mucha gente define al agresor como un hombre normal?
-Por desconocimiento. Está demostrado que la violencia no parte de una anormalidad, puesto que el agresor es una persona normal. El maltratador no es un ser violento, sólo recurre a eso para imponer su autoridad. La violencia de género es de origen cultural y nace de la normalidad. Es un tipo de violencia diferente al resto, porque está amparada en ciertos valores y costumbres asumidas por la sociedad. Los casos de agresión a la mujer contribuyen a la perpetuación de una desigualdad social entre hombres y mujeres, que deriva hacia el control y la sumisión de éstas y favorece la aparición y el uso de la violencia.
-Parece que los casos de agresiones a mujeres se ven como hechos aislados.
-Todavía sí, pero las modificaciones legislativas y la Ley Integral contra la Violencia de Género han contribuido de manera muy importante a insistir a la sociedad en que se trata de un proceso. Detrás de una agresión siempre hay una historia de violencia. Una de las principales metas que tenemos es que la mujer deje de ver las agresiones como algo normal. La realidad es que las víctimas de violencia de género no denuncian todas las agresiones, sólo las más graves, las más violentas o las que padecen sus hijos.
-¿Cuál es la razón por la que algunos agresores queman a sus víctimas?
-El fuego es un elemento lesivo directo y se usa con una frecuencia relativa. Casi el cien por cien de los casos en los que se produce una agresión con fuego la víctima es una mujer. En la inmensa mayoría de los casos de violencia de género en los que la agresión se produce prendiendo fuego a la víctima, la situación de la pareja se encuentra cercana a la separación. El agresor sabe que el fuego produce una muerte lenta y dolorosa y si la mujer sobrevive el sufrimiento será mayor porque estará marcada de por vida.
-¿Por qué, en algunos casos, también agrede a los hijos?
-Según el maltratador, los hijos también deben acatar las pautas familiares que exige el agresor y cuando las trasgreden son castigados. Además, los hijos son un instrumento para asustar y coaccionar a la mujer. Son su punto vulnerable y los agresores saben que en muchos casos ellas prefieren padecer el maltrato antes de que los maltratadores descarguen su violencia con los hijos. En los casos en los que el agresor mata a los hijos, claramente está buscando un mayor sufrimiento de la mujer.
-¿Y los motivos por los que muchos se entregan tras cometer el asesinato?
-El agresor se entrega porque se trata de un crimen moral y necesita reivindicarse como autor de la agresión. De este modo se demuestra a sí mismo y a los demás que no iba en broma y que su autoridad está por encima de todo. Otro caso muy distinto es cuando el hombre se suicida tras haber cometido el crimen en el que influye el componente de vinculación al ambiente que le rodea. El agresor se considera una persona respetada en su barrio y en su trabajo y no está preparado para asumir la crítica, el rechazo y el aislamiento por parte de su entorno. El suicidio es una manera de no enfrentarse a la realidad que le espera, es la mejor manera de huir.
-¿Cuál fue su trabajo como asesor técnico de la Comisión Mixta del Congreso-Senado sobre la violencia contra la mujer?
-Insistir en la realidad de la violencia contra las mujeres y plantear las características diferenciales respecto a otros tipos de violencia. Es muy diferente separarla de la violencia de la mujer sobre el hombre puesto que la del hombre como agresor tiene amparo cultural. Además propuse a la Comisión la creación de la Unidad de Valoración Integral, que hasta ahora sólo Andalucía cuenta con este servicio. Allí un equipo multidisciplinar valora los casos de manera integral teniendo en cuenta al agresor, la mujer y los hijos y elabora un informe de la situación que pasa a manos de los jueces para que apliquen medidas concretas para cada caso, ya que no es bueno generalizar en la toma de decisiones.
-¿Cree que el problema de la violencia de género tiene solución?
-Soy optimista al respecto pero también realista y sé que no es fácil. Soy consciente de que hace falta una continuidad e insistencia por parte de todos y no porque un año la estadística indique que los datos son negativos signifique que vamos a peor. Ha sido un gran paso el que las instituciones y el Gobierno se involucren en este problema que es de todos.
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