VIVIR
Una casa de Cájar en el MoMA
Una vivienda de Juan Domingo Santos, el Museo de Andalucía, de Campo Baeza, y el edificio Zaida, de Siza, estarán presentes en una exposición sobre arquitectura española en la pinacoteca neoyorquina
INÉS GALLASTEGUI //FOTOS: JUAN ORTIZ / GRANADA
HUERTO. En la maqueta se aprecia la intención del autor.
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U NA casa de Cájar diseñada por un arquitecto granadino será la más genuina representación provincial en la exposición sobre la nueva arquitectura española que el Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York inaugura el mes próximo. Pero que nadie se imagine el típico charlé con sus arcos, sus rejas y su ladrillo visto. En realidad, la vivienda, a punto de terminarse, disfruta de una curiosa relación con su entorno: el autor, Juan Domingo Santos, ha intentado integrar a su criatura vanguardista en la Vega, al rodearla de árboles que prácticamente meten en el salón las estaciones del año con el cambiante color de sus hojas. Pero la Casa en un Huerto de Cerezos junto a las hileras de adosados resulta tan impactante como un ovni en un aparcamiento de diligencias.
La casa de José Domingo no es la única embajadora de Granada en el MoMA. Allí estarán también el edificio Zaida de Puerta Real, obra del portugués Álvaro Siza -premio Pritzker de 1992- y el proyecto del Museo de la Memoria de Andalucía de CajaGranada, creado por el prestigioso arquitecto Alberto Campo Baeza, también autor del aplaudido Cubo de la entidad financiera.
Con estos tres edificios, Granada se convierte en una de las provincias españolas con más presencia en la muestra, que estará abierta durante dos meses y medio en la capital del mundo. Aparte de Madrid, con siete proyectos, y Barcelona, con seis, sólo otras cuatro provincias disfrutan de tanta representación: Tenerife, Alicante, Valencia y Vizcaya. Cuatro más, entre ellas Sevilla y Cádiz, llevan a Nueva York dos diseños. Y otras 17 -ninguna andaluza-, uno solo.
La exposición refleja, según el museo, «la variedad geográfica, generacional, internacional y tipológica de la última arquitectura española». Y en esa variedad está lo mejor: sin ir más lejos, hay ocho premios Pritzker, una especie de Nobel de Arquitectura. Además de Siza, el español Rafael Moneo, autor del Ayuntamiento de Murcia, terminado en 1998, que es el edificio más antiguo de la exposición; el norteamericano Frank Gehry, que presenta en el MoMA un hotel en unas bodegas riojanas; los suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron, la Ciudad del Flamenco de Jerez; el holandés Rem Koolhaas, el Centro de Congresos de Córdoba; el británico Zaha Hadid, la sede central de la compañía ferroviaria vasca; y el estadounidense Thom Mayne, galardonado en 2005, que aporta un bloque de viviendas sociales en Carabanchel.
Entre los diseños de la nueva arquitectura española hay 35 proyectos en construcción, que estarán representados a través de maquetas, y 18 terminados en los últimos años, presentes a través de las fotografías de Roland Halbe. Cerca de un tercio de los arquitectos son extranjeros.
La exposición incluye, además de las tipologías ya citadas, museos, teatros, centros culturales, educativos, deportivos y sanitarios, auditorios, aeropuertos -como la ampliación de Barajas-, un estadio, un mercado y una capilla.
«Drama» en la Vega
En cambio, las viviendas son minoría. La que ha diseñado Juan Domingo Santos para Rafael López Guzmán, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Granada, es una de las pocas que se verán en el MoMA.
A este arquitecto, que también fue el director de obra del edificio Zaida, el encargo le obligó a analizar a fondo una cuestión muy actual: cómo transformar los terrenos en el límite entre la ciudad y el campo sin caer en «soluciones pintorescas». Juan Domingo considera «dramática» la destrucción de la Vega, pero también ve «inevitable» la ampliación de las zonas urbanas. Por eso, asegura, su propuesta es «realista, no nostálgica»: una vivienda integrada en un huerto elevado.
Sobre una parcela de 900 metros y con unos 300 construidos, la casa está hecha de hormigón -que con el tiempo, el agua y la tierra adquiere nuevos colores-, cristal y una malla textil similar a la que separa las fincas agrícolas para «privatizar» algunas zonas de la vivienda. Los dormitorios son dos cubos de hormigón con ventanas circulares inspiradas en los respiraderos de los secaderos de tabaco. Un segundo bloque lo constituye el estudio acristalado, con una biblioteca debajo. El tercero lo forma el salón, con una amplia cristalera que mira al patio o zona central del huerto, de modo que los cerezos «se convierten en un paisaje interior». Una fina lámina de agua refresca la terraza.
Según el arquitecto, el Ayuntamiento de Cájar estudia su propuesta de ampliar este tipo de desarrollo agro-urbano a otras parcelas del municipio. ¿Y cuánto vale vivir en una casa que no se parece en nada a las demás? Juan Domingo afirma que el precio de construcción es «equiparable» al de cualquier unifamiliar.
No es la primera vez que una de sus obras sale al exterior: en el año 2000 una vivienda suya en San Matías estuvo en la Bienal de Venecia. Pero este joven arquitecto apenas podía creérselo cuando le anunciaron que el comisario de la muestra del MoMA, Terence Riley, quería ver su Casa en un Huerto de Cerezos. «Creí que era una broma -asegura-. Tuvieron que llamarme cinco veces, una de ellas en español, para convencerme de que era cierto».
Pantalla de píxeles
Si la casa de Cájar produce un impacto fuerte pero limitado a las proximidades, el Museo de la Memoria de Andalucía de Alberto Campo Baeza está llamado a repetir la onda expansiva -polémica primero, aplausos después- que ya provocó su hermano mayor, el Cubo de CajaGranada.
El arquitecto ha enviado al MoMA la maqueta que hasta hace unos días se exponía en el vestíbulo de la sede central de la entidad. En ella aparecen ambos edificios, ya que «forman un conjunto: el edificio-pantalla es como una loncha del Cubo».
Los diámetros del patio elíptico coinciden con los del Palacio de Carlos V, con lo que «hay un cierto reconocimiento intuitivo del espacio que ya conoce Granada». En este edificio estará el museo propiamente dicho, las salas para exposiciones temporales y un espacio escénico.
El edificio-pantalla, indicó Campo Baeza, albergará bibliotecas y salas de investigación, pero su piso estrella será sin duda el mirador. El arquitecto confía en llevar a cabo «una vieja idea»: transformar este edificio en «una verdadera pantalla», insertando píxeles en su superficie para ofrecer una imagen emitida, no proyectada, donde los espectadores situados en la explanada puedan ver una película, un partido o un espectáculo.
Campo Baeza aseguró que la exposición del MoMA corrobora algo que él ya pensaba: «La arquitectura española contemporánea está en un momento de dulce». A su juicio, el hecho de que en la muestra se presenten «tres piezas de Granada significa mucho: la exposición va a tener mucha repercusión». Aquí, recordó, hay «un grupo de arquitectos estupendos que merecerían estar en esa exposición. Desde Antonio Jiménez Torrecillas, con el Centro José Guerrero, hasta gente más joven como Carmen Moreno, Javier Castellano, Rubén Cortés o Tomás García Piriz, por citar algunos».
Renovar el centro
Aunque su construcción levantó cierta controversia ciudadana, el edificio Zaida es el único de la provincia diseñado por un premio Pritzker. Cuando, el mes pasado, Álvaro Siza recogió en Granada el Premio García de Paredes, reconoció que «no es un trabajo fácil» proyectar un edificio nuevo en el centro histórico. Sobre todo, en una ciudad como ésta: «Granada es la imagen de un sueño casi irreal, con la Alhambra flotando. Nunca olvidaré la primera vez que la vi, en los años 40. Me pareció mágica».
El edificio, de oficinas y viviendas, tiene cinco plantas más bajo y terraza, con piedra de Sierra Elvira en el exterior y mármol y madera, en el interior. El arquitecto portugués no sólo ha diseñado la estructura, sino también muebles y electrodomésticos. Uno de sus mayores atractivos es la sala de arte de la Caja Rural, de 200 metros cuadrados, en la primera planta.
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