tributo actos de homenaje a salvador vila, rector de la universidad fusilado en 1936
Memoria recuperada
pepe torres
juntos. Ángel Vila junto al retrato de su padre.
G. CAPPA
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granada. Granada hizo ayer memoria histórica en la calle, en el Ayuntamiento, en las aulas, en los libros… La razón: recuperar en todos estos ámbitos la figura de Salvador Vila Hernández, rector de la Universidad de Granada que fue fusilado el 23 de octubre de 1936 por los sublevados al comienzo de la Guerra Civil.
El tributo de las calles se plasmó en una plaza con su nombre que fue inaugurada en la mañana de ayer en el centro histórico de la ciudad. Además del alcalde, José Torres Hurtado, el acto contó con la presencia de representantes de todos los partidos políticos del Ayuntamiento de Granada.
Y entre ellos, el hijo del rector asesinado, Ángel Vila, residente en Londres y, hasta hace apenas cuatro años, desconocedor de gran parte de las circunstancias que rodearon la muerte de su padre. Ahora mismo se me ha abierto una herida personal, que no política, explicaba visiblemente emocionado. No se trata sólo de la memoria de mi padre, es la memoria de los tiempos que vivió.
En su despertar tuvo mucho que ver la profesora de la Universidad de Granada Mercedes del Amo, quien, tras el acto, presentó en el Salón de Rectores del Hospital Real su libro Salvador Vila. El rector asesinado en Víznar. Después, en el mismo salón, se realizó una de las demandas de la viuda de Vila Hernández, Gerda Leindörfer: que en el cuadro de su marido que allí se muestra aparezca una placa que especifique que fue asesinado. Hasta el día de ayer, esta inscripción decía asépticamente que había cesado el 23 de julio de 1936.
Desde ayer, como explicó el rector de la Universidad de Granada, David Aguilar, no habrá que explicar de palabra a los visitantes el destino de Vila Hernández. La nueva placa reza así: Fue asesinado por sus ideas y sin procedimiento legal el 23 de octubre en Víznar.
Hasta 1976, el único testimonio de Vila Hernández en este salón era su ausencia. Fue ese año cuando culminó la iniciativa de devolver a Salvador Vila desde el sueño de los justos a la Universidad en forma de retrato. Recordaba estos tiempos el ex-rector Vida Soria. Eran tiempos difíciles y había que tener talante… y aguante. También se refirió al que fue el antecesor de Vila Hernández y, tras su asesinato, sucesor, Antonio Marín Ocete. Está claro que asumió la herencia del régimen fascista, aunque tampoco estaban los tiempos como para dejar de asumirlo, decía.
Lo que sí ha asumido la profesora Mercedes del Amo es el legado y la trayectoria de Salvador Vila. El libro comenzó a gestarse a comienzos de los noventa aunque la profesora tuvo que abandonar el proyecto por dos veces. Lo retomó en 2001 y no lo dejó hasta ayer tras más de tres años recogiendo fotografías, documentos, recortes de periódicos, correspondencia… Dedicó el libro a dos personas: Gerda Leindörfer y Margerete Adler, la primera mujer fusilada en la guerra bajo la acusación de ser espía. Se trataba de una joven judía refugiada en casa de los Vila por haber mantenido relaciones con un concejal del PSOE. Al no poder dar con él fusilaron a Adler, contó Del Amo.
Entre el público asentía con la cabeza Mercedes Linares, una de las alumnas de la Universidad de Granada en 1936 que no pudo examinarse ese verano, testigo de primera mano de cómo algunos profesores intentaron rebelar a los alumnos contra Vila Hernández, explicó Del Amo.
La introducción de su libro ahonda aún más en esto: Todas sus virtudes le costaron la vida en un momento en que en el ámbito cultural, científico y educativo los segundones se revolvieron contra los de la primera fila, justo el lugar que ocupaba Vila. Los detentadores del poder secular no soportaron la pérdida de una pizca del mismo y prefirieron un retroceso de cincuenta años al avance rápido y prometido de los republicanos.
Según la biografía de Del Amo, el día anterior a la detención de Vila, Miguel de Unamuno, maestro e íntimo amigo, se había reunido con Franco en el Palacio Arzobispal de Salamanca, en ese momento cuartel general del dictador, para pedirle que no sacrificara las vidas de otros dos allegados suyos, entre ellos el alcalde de Salamanca, detenidos por las tropas franquistas. A partir de ahí no pudo hacer nada por Vila Hernández, que ya estaba sentenciado en Granada.
Por su parte, Angel Vila, hijo del rector, exiliado desde su muerte en Londres, a quienes sus familiares ocultaron durante su infancia el modo en que murió su padre, agradeció a Del Amo el interés y esfuerzo invertido en esta biografía que le ha permitido conocer con detalle la tela de araña de mentiras y traiciones que llevaron a su fusilamiento. Este acto no es para mí, es para mi madre, dijo con la voz entrecortada. Para la autora de Salvador Vila. El rector asesinado en Víznar, este trabajo ha significado poder entender los silencios de muchas familias. Ahora hablan por ellas los libros
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