NTONIO GALLEGO MORELL ESCRITOR Y CATEDRÁTICO EMÉRITO DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA: «Me confundían con Neruda; un halago literario pero un insulto, porque era muy feo»
«Me confundían con Neruda; un halago literario pero un insulto, porque era muy feo»
Presenta mañana su libro Memoria viva, que recopila un centenar de artículos publicados en IDEAL sobre grandes personajes de la cultura y la política a los que ha conocido
MARÍA RUIZ/GRANADA
«Me confundían con Neruda; un halago literario pero un insulto, porque era muy feo»
ESCRITOR. Gallego Morell recopila ahora parte de sus artículos en IDEAL. / R. L. PÉREZ
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EN DETALLE
F Título: Memoria viva.
F Autor: Antonio Gallego Morell.
F Editorial: Universidad de Granada y Aula de Cultura de IDEAL.
F Páginas: 376.
F Contenido: 102 artículos publicados desde septiembre de 2000 hasta diciembre de 2004 en el periódico IDEAL, sobre los recuerdos de Gallego Morell, sus viajes y las personas a las que conoció.
Toda una vida dedicada a estudiar, viajar, a leer, a conocer personas y lugares que le han convertido en un sabio. Orgulloso de Granada, Antonio Gallego Morell confiesa que uno de los errores de su vida fue «haberse afincado demasiado» en su ciudad natal. Catedrático emérito de la Universidad de Granada, escritor y columnista de IDEAL, Gallego Morell ha exprimido al máximo sus 82 años, ha recorrido más de medio mundo y ha desmenuzado en centenares de conferencias sus conocimientos sobre escritores, músicos y filósofos.
Mañana, con la sabiduría que aportan los años y «los errores», presentará su libro Memoria viva, una recopilación de 102 artículos publicados en IDEAL con los que presta a todos los lectores la emoción de cruzarse con Borges, el sufrimiento de padecer el toque de queda del régimen de Pinochet o el privilegio de tomar café con Picasso o Dalí. Un trozo de su vida que ahora pone a disposición de cualquier lector.
-Ha escrito miles de artículos y se ha quedado sólo con un centenar para este libro. ¿Se trata de una recopilación para que no se le olvide nada de lo vivido?
-En Memoria viva me he quedado con 102 artículos, los que he escrito desde mi enfermedad. Incluyo desde los primeros que escribí en el hospital cuando me dio la hemiplejia hasta los últimos que he publicado antes de cerrar la edición.
-Con todo lo que ha vivido, ¿qué parte le regala ahora a sus lectores?
-Todos los artículos son recuerdos de libros, lecturas, vivencias, viajes y cartas de toda mi vida. Todo, con una característica fundamental, la de ver mi vida desde el prisma y la distancia de los ochenta años.
-Puede presumir de haber conversado con lo más granado de la cultura y la política nacional e internacional. ¿Da tiempo a conocer a tanta gente?
-En ochenta años se conoce a muchísima gente. Además, tenía una situación muy privilegiada que me ha permitido acceder a escritores, músicos… Primero por mi padre y luego como catedrático. Además, siempre aproveché mi vocación de universitario y, después, una fuerte vocación de periodista que me llevó a escribir en periódicos como ABC, La Vanguardia o IDEAL.
-De todas las personas a las que ha conocido, ¿quién le impresionó más?
-En su momento, la persona que más me sorprendió fue Eugenio dOrs, quizá porque era el más internacional de nuestros escritores y porque se leían sus obras escritas en catalán, francés y castellano. Y eso, en su tiempo, era un logro increíble.
-Compartió numerosas charlas con Alberti, Jorge Guillén, Picasso…
-Conocerlos fue un gran placer porque eran encantadores. En un viaje a Roma, para participar en unos cursos, acudí con Alberti y todos me comentaron que, desde la Guerra Civil, era la primera vez que Alberti se atrevía a entrar en la academia española.
-Conoció a dos grandes de la pintura. ¿Puede elegir entre Picasso y Dalí?
-Mantuve muy buena relación con Aitana, la hija de Alberti, que me ayudó a conocer a Dalí. Luego contacté con Manuel Ruiz Blasco, el hijo de Picasso, por el que llegué hasta el pintor. Los dos eran grandes personajes y no se puede elegir entre dos referentes.
-Ha recorrido medio mundo y en sus artículos destaca sus visitas a países latinoamericanos. ¿Recomienda algún viaje?
-Para mí fue muy especial un viaje a México para participar en unas jornadas de la Universidad Autónoma de México con otros cinco rectores. También disfruté mucho de una visita a los centros universitarios de Israel, porque era impresionante ver que esas universidades eran tan grandes, cómo se perdían por el desierto.
-¿Qué fue lo primero que vio al llegar a Buenos Aires?
-Lo cuento en uno de los artículos. Me impresionó tropezar con Borges, cruzando la calle con María Kodama. Le conocí, algo que era casi inabarcable para un joven profesor de literatura como yo. Me lo había leído todo de él y fue un gran placer.
-¿Qué le pasó con Neruda?
-¿Puff! Cuando llegué a Santiago hacía mucho frío y llevaba una gorra negra, como la de Neruda, y me confundían con él. Era un halago literario pero un insulto, porque Neruda era muy feo. Como fue durante la dictadura de Pinochet, me recomendaron que cambiara de aspecto. Pero hacía tanto frío que preferí arriesgarme y seguir pareciendo Neruda.
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