OPINIÓN
TRIBUNAABIERTA
El Realejo y la nueva Escuela de Arquitectura de Granada
JOSÉ MIGUEL GÓMEZ ACOSTA/E.T.S.A. GRANADA
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COMIENZAN al fin las obras para el definitivo acondicionamiento del antiguo edificio del Hospital Militar como Escuela de Arquitectura de Granada. Es este un edificio curioso, lleno de historia e interés arquitectónico y arqueológico. Cualquiera que desee saber más sobre él deberá dirigirse sin duda al fantástico estudio de Fernando Acale Sánchez, El Hospital Militar de Granada. En dicho libro, el autor repasa, en un exhaustivo recorrido, las sucesivas transformaciones que el inmueble ha ido experimentando desde su primitiva forma hasta la actualidad.
Habilitado hace unos años de forma provisional para acoger a la incipiente e itinerante Escuela Superior de Arquitectura, el antiguo Hospital Militar afronta ahora su conversión definitiva en sede universitaria, según el proyecto ganador del concurso de ideas llevado a cabo en 1988 y firmado por el equipo del arquitecto Víctor López Cotelo.
Universidad y ciudad
La presencia de la Universidad, tanto por su aporte de población y actividad como por su puesta en escena física en diversos puntos de la ciudad, es determinante a la hora de entender mejor el contexto urbano de Granada. La diseminación de centros, campus, y todo tipo de instalaciones ayuda a generar las condiciones propicias para una envidiable vida urbana. De este modo, la Universidad recupera edificios históricos, aporta edificación nueva, ayuda a establecer unos flujos de actividades y eventos por encima de lo que se podría esperar en una ciudad media.
La lista de actuaciones urbanísticas de la Universidad es amplia. Ya es difícil imaginar un barrio como Cartuja sin la presencia de los estudiantes, o edificios singulares como el Colegio Máximo, el Centro de Lenguas Modernas, el Hospital Real o la Facultad de Derecho, gozando de una excelente salud. Es en este punto cuando hay que recordar que el mejor modo de mantener la arquitectura es usándola y, en la mayoría de los casos, merece la pena modificar, aunque sin destruir, las antiguas tipologías con el fin de adaptarlas a usos, modos y formas de habitar propios de nuestro tiempo.
El asunto de la flexibilidad y la multifuncionalidad de la arquitectura es un antiguo tema de debate. Uno de los primeros en aportar una visión diferente sobre esto en el siglo XX, el arquitecto italiano Aldo Rossi, argumentaba a favor de las grandes construcciones históricas, capaces de admitir sucesivas transformaciones de uso. Las acertadas dimensiones de estos edificios permitirían no sólo resolver una función determinada, sino admitir muchas otras no previstas. Es el caso de la historia del Hospital Militar: casa sobre un cementerio musulmán, palacio renacentista, Hospital de la Encarnación, Escuela de San Cecilio y Escuela Normal, Hospital Militar de Granada, Escuela Técnica Superior de Arquitectura.
De palacio renacentista a Escuela de Arquitectura
Tras el subtítulo del anteriormente mencionado estudio de Fernando Acale Sánchez se esconde la compleja realidad de un edifico que, tras una azarosa historia, se prepara para ser lugar de aprendizaje de los futuros arquitectos. Esta última etapa comienza en 1994, cuando la Universidad de Granada compra el edificio al Ministerio de Defensa para, acto seguido, proponer un proyecto de rehabilitación parcial que permita albergar el uso docente de Escuela de Arquitectura. Debido a su urgencia, fue éste un proyecto realizado casi a pie de obra, tras la demolición de uno de los pabellones del hospital. Tras una primera etapa de ocupación, el aumento progresivo del número de alumnos hizo necesaria la convocatoria de un concurso de ideas para la definitiva rehabilitación del edificio.
El proyecto ganador de la nueva Escuela de Arquitectura propone una clarificación de la estructura del edificio, dotándolo de un sistema de circulación y comunicación adecuado para su función universitaria. Se persigue, de este modo, la idea de que las distintas etapas históricas del edificio encuentren su correcta expresión, sin que ello suponga una fragmentación sino una integración serena. El edificio, una gran manzana urbana, se articula en torno a dos patios. El primero de ellos, el de mayor interés histórico, mantiene su presencia y su peculiar atmósfera. El segundo, se remodela con un aula magna excavada bajo rasante. Estos patios se entienden, por tanto, casi como partes de la ciudad que se cuelan activamente en el edificio, espacios semipúblicos donde se dan la mano la expresión del pasado y la de nuestro tiempo, bajo la actividad docente de la Escuela de Arquitectura.
Si la actuación propuesta por el equipo de López Cotelo merece detenerse un momento en su análisis, también merece atención el hecho de que la nueva Escuela de Arquitectura vaya a convertirse en un foco revitalizador de un barrio como el Realejo, que intenta poco a poco recuperar el peso específico que le corresponde dentro de la ciudad. La historia nos muestra muy diversas maneras de acometer la restauración y rehabilitación de restos, ruinas, edificios y, por ende, barrios y ciudades, desde las primeras teorías modernas de Viollet-le-Duc, hasta ejemplos tan destacados como la actuación granadina de Leopoldo Torres Balbás. Sin embargo, las estrategias contemporáneas suelen ser más sutiles, y en lugar de grandes y complejas operaciones optan por actuaciones muy concretas y puntuales, capaces de desencadenar nuevos procesos. La llegada de la Universidad al Campo del Príncipe no sólo afecta al edificio concreto del Hospital Militar. Es fácil suponer los cambios que el barrio irá experimentando con el paso del tiempo debido a esta actuación. Quizá el papel fundamental dentro de la conservación de nuestro patrimonio esté en la creatividad o flexibilidad de las instituciones públicas, que son además promotoras, creadoras de ciudad. En el caso de Granada, la Universidad puede ser un ente que apueste en gran medida por la recuperación del centro, aunque aún carezcamos de una idea global de su relación con la ciudad. Como ejemplo, la Escuela de Arquitectura supone la rehabilitación difícil y no siempre comprendida de un edificio histórico, lo que junto a otras actuaciones puede propiciar un giro radical en el barrio del Realejo, recuperando en cierta medida una vida perdida.
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