El recuerdo continuo del país que les permitió sobrevivir
reportaje fotográfico: pepe torres
unión. La Asociación Granadina de Emigrantes Retornados tiene más de 20.000 socios que luchan por conseguir sus derechos.
SUSANA VALLEJO
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el reportaje
granada. Los emigrantes viven el continuo recuerdo de la tierra que les sacó de la miseria en unos años en los que vivir en España era más que difícil. Con una vida entera labrada a golpe de trabajo en un país extraño que los acoge como suyos, los hijos y nietos son un recuerdo diario de la experiencia personal que decidieron vivir.
La dificultad económica en los años de la dictadura española es el principal motivo que llevó a miles de granadinos a salir de España. Ese es, sólo como ejemplo de las miles de experiencias personales, el caso de Rafael León Galindo, granadino emigrante en Alemania durante 23 años y actual presidente de la Asociación de Emigrantes Retornados de Granada.
León salió en enero de 1965 de España, concretamente desde Puertollano (Ciudad Real). Allí trabajaba en una refinería de petróleo, donde ganaba 31 pesetas con las que tenía que mantener a su mujer y sus dos hijos. Había unos salarios míseros pese a que yo tenía la suerte de ser empleado fijo de la refinería, recuerda León, quien con 40 años decidió viajar a Frankfurt, Alemania, donde encontró trabajo en una empresa química.
No me fui por gusto, sino obligado por la situación, matiza León. En la fábrica en la que trabajaba en Frankfurt había 30.000 personas, de las que 2.500 eran españolas, lo que refleja la importancia que tuvo la emigración.
A los cuatro años de trabajar en Alemania, decidió volver a España, donde permanecían sus hijos y esposa. Si embargo, al recibir un contrato de trabajo y ver lo que cobraba decidí volver con pasaporte de turista para toda mi familia.
En Frankfurt permaneció durante 23 años hasta su regreso definitivo en 1988.
De su paso por Alemania sólo tiene buenos recuerdos, aunque asegura que ahora sólo vuelve por turismo. De hecho, su hija vive aún en Frankfurt con su marido y sus hijas, completamente integrada en un país en el que no nació.
Sin duda, los hijos de los emigrantes son una de las partes más afectadas en este fenómeno social. Sus opiniones solían ser las menos barajadas y no tenían más que asumir las decisiones familiares de dejar o volver a un país determinado.
El punto de vista de esa segunda generación es el de María del Carmen Cordovilla Espinosa. En el año 1963, cuando sólo tenía 2 años, su padre la llevó junto con su madre y sus tres hermanos al norte de Francia, donde trabajaba desde un año antes. Allí la familia aumentó ya que nacieron dos hermanos más. Allí estudié, trabajé, me casé y tuve a mis hijos, manifiesta Cordovilla, que vive en Granada desde hace once años.
Mi madre me decía que había mucha necesidad en España y por eso se fueron a Francia, ya que mi padre no sólo nos tenía que ayudar a nosotros sino también a su madre, que era viuda, relata. No obstante, continua, la vida para mí era fácil ya que me adapté desde pequeña. Además, cuando sus padres decidieron volver a España ella permaneció en Francia hasta que regresó con sus hijos, que tenían, entonces,8 y 3 años.
Para analizar los efectos que la emigración causó en la segunda generación, la profesora de la facultad de Traducción e interpretación de la Universidad de Granada Karin Vilar, realizó un estudio en 2003 en el que se ponían de manifiesto los aspectos lingüísticos, psicológicos y laborales de los emigrantes de segunda generación que viven en Granada.
Para los jóvenes fue un trauma dejar el país extranjero en el que se criaron y volver a España, de la que tenían buena consideración ya que disfrutaban de ella en vacaciones y la asociaban a la familia y la diversión. No obstante, no entendían el motivo por el que tenían que dejar su colegio y sus amigos para volver con sus padres, revels Vilar.
La edad de vuelta de los jóvenes suele ser entre los 10 y 14 años, una edad conflictiva en la que no se aceptan los cambios. La emigración los convirtió en jóvenes con una mentalidad abierta y un gran dominio del idioma, explicó Vilar, quien asegura que ninguno quiere volver a tener la experiencia de la emigración por el cambio involuntario y la falta de apoyo recibida.
Uno de los problemas de estos jóvenes es la lengua. Dominan perfectamente el idioma del país de residencia, que se queda relegado a la hora de volver a España porque no reciben el apoyo lingüístico necesario y porque utilizarlo les provoca cierto rechazo por parte de sus conocidos. No obstante, muchos sí lo utilizan laboralmente. Así, de los que deciden cursar estudios universitarios, la gran mayoría se decanta por estudiar Traducción, seguido de Turismo y Filología.
Según el estudio, el 84 por ciento de los jóvenes hablaba mejor la lengua extranjera que la española, que se usaba para las conversaciones familiares. No obstante, más del 80 por ciento se siente español y contento de estar en España.
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