OPINIÓN
TRIBUNAABIERTA
Esperpentia granatensis
OSÉ VICENTE PASCUAL/
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A estas alturas del siglo XXI ya va siendo hora de que todos los granadinos, autoridades y ciudadanía en general, reflexionemos muy seriamente sobre el futuro de nuestra tierra (que nuestra, lo que se dice nuestra no es; es de las inmobiliarias, los titulares en el Registro de la Propiedad y los bancos que tengan embargados tanto los bienes inmuebles como los de abadengo, mostrencos y no digamos raíces). Para empezar, y ya que hablamos de la tierra, hay que decidir de una vez por todas qué hacemos con esa rémora insoportable que es la Vega. Lo suyo sería pegarle fuego desde El Padul hasta Loja y construir urbanizaciones, que es lo que deja dinero, vamos a lo que vamos. Pero como me parece que esta medida puede ser considerada demasiado tajante, pueden aplicarse otras menos agresivas como sería, por ejemplo, construir varios parques temáticos, todo ellos de muy generosa extensión, que abarcasen la práctica totalidad de ese terreno condenado por la Historia a extinguirse y que por otra parte, no lo olvidemos, es legado de los moros, gente que no sabe más que darnos disgustos. «Una huerta es un tesoro si el hortelano es un moro», dice el refrán, Bueno, pues como ya no hay moro hortelano, la Vega a hacer puñetas, fuera complejos. Lo dicho: Parques temáticos. Hay que terminar el Campus de la Salud, pero dándole una dimensión mucho más espectacular, y cambiarle el nombre, desde luego.
Propongo el de Campus De La Salud, De Hoy No Me Encuentro Muy Bien, De Enfermedades Terminales y De Pompas Fúnebres. De este modo, por un lado se entraría sano cual manzana golden y por otro se saldría convenientemente incinerado, todo un ahorro y una racionalización de recursos. Aunque también habría que emprender la construcción de otros parques, como el del Botellón Sin Límite, abierto a todo trapo siete días por semana, veinticuatro horas al día, con atracciones tales como Dancing Mortal, Tímpanos Sangrantes, La Aventura del Éxtasis y similares. Otro parque fundamental sería La Ciudad de la Usura, formado por ciclópeas estructuras arquitectónicas, cada cual perteneciente a su entidad crediticia, donde los granadinos aprendiesen a entramparse definitivamente y para el resto de sus días, conocieran por propia experiencia lo que es pagar un 28% anual de intereses por descubiertos en cuenta y otros pintorescos usos de nuestra no menos pintoresca banca local.
UNA vez solucionado el problema de la Vega, habría que mirar hacia el futuro con amplias miras. El turismo, sin duda, ha sido y será una fuente de ingresos notabilísima para Granada. Requiere toda nuestra atención y redoblar esfuerzos por acrecentar dichas ganancias de forma portentosa. Bajo esta premisa, con valentía y aliento, se deben introducir nuevos criterios de reclamo hacia el turismo con el objetivo inaplazable de cambiar la figura del viajero culto (que gasta pocos munises), por la del turista masoquista, ese que espera cuatro horas bajo el sol de agosto a que le sirvan una paella de arroz con arroz pasado y paga noventa euros por cubierto, el que aguarda seis días en la puerta de la Alhambra, alimentándose de Doritos, con la ciega ilusión de fotografiar nuestro monumento emblemático, el mismo que duerme en tórridos cuchitriles por 120 euros la noche (210 si le ponen un ventilador), el que abona 6 por una cerveza caldorra, el que es atracado en el Albaycín por ágiles chorizos que le hacen soñar con experiencias de antiguos viajeros románticos, y el que paga siete u ocho billetes (no importa la cuantía de los mismos), por el privilegio de que un gorrilla vigile su coche mientras visita el sepulcro de los Reyes Católicos. Ese turismo es el que interesa y el que debemos atraer a nuestra ciudad con renovado entusiasmo; total, a estos guiris se les ponen dos sangrías bien cargadas y ya los tienes contentos hasta el día de su marcha. No van a pedir el libro de reclamaciones.
OTRO reto es la Universidad, secular fuente de conocimiento, sabiduría y beneficio pecuniario para Granada. Hay que formalizar y estructurar convenientemente la Asociación de Harpías Arrendadoras de Tabucos, Pisos con Fideos Pegados en el Suelo Desde el Curso Anterior y Otros Horrores Domiciliarios. Estas damas son un bastión fundamental para nuestra economía, hay que mimarlas como se mima a una madre. Subvencionarlas si es preciso. También es necesario ampliar la oferta de congelados caducados en los bares de comida rápida y barata para estudiantes hambrientos, así como pergeñar nuevos planes de estudio para facultades y titulaciones inéditas al par que originales. Es preciso, urgente diría yo, una Facultad de Ciencias de Cobros a Morosos, otra de Economía del Trapicheo y Tráfico Hormiga de Drogas Blandas, otra de Ciencias Químicas del Garrafón (tan popular entre nuestros jóvenes), y otra, por lo menos, de Estadística Aplicada al Ocio Productivo, Tragaperras, Loterías, Juegos de Embite y Demás Artes Lúdicas.
Todo eso sin contar con el proyecto, ya en marcha, de la Escuela Universitaria de Aspirantes a Concursar en Gran Hermano, iniciativa que debemos apoyar con entusiasmo.
El mundo cultural granadino necesita un par de remoces que sin duda mucho lo enriquecerán y enaltecerán. La Academia de Buenas Letras debería cambiar su nombre por el de Buenas Personas, que le pega más. Como andan escuetos de financiación, debe apoyarse sin reservas al ilustrísimo señor que titula las letras Omega mayúscula y Omega minúscula, el cual gestiona importantes patrocinios de Patatas Conchifrí e Inmobiliaria La Peana. Dada su experiencia en estos asuntos hay motivos para ser optimista. En su discurso de entrada a la magna institución, titulado Contri menos prosa leo mejor hablo en verso libre, dará cuenta de dichas diligencias. Anhelamos buenas nuevas. Por su parte, la Academia de Bellas Artes debería declinar su advocación a la Santísima Virgen de las Angustias (con todo respeto, eso sí), transmutándola por el cuido admonitorio de la Virgen de los Desamparados, que es valenciana y más desprendida a la hora de otorgar favores a sus fieles; no hay más que observar la cantidad de veces que toca la lotería en Valencia y lo poco que se deja caer por Granada. Quedan muchas iniciativas que sería conveniente estudiar más despacio, como la terminación del AVE Granada-Calahonda, más que nada para evitar los atascos de bañistas y domingueros en verano; la instalación de una gasolinera cada cuatro manzanas y un video club X por cada setenta y cinco habitantes… y no digamos la extraordinaria ampliación que el próspero negocio del proxenetismo requiere. El machacón y radiofónico mensaje de Don Pepe, Don José, seriedad, discreción y ambiente selecto va quedándose obsoleto, y eso son dineros que se pierden. ¿Es que no hay un don Telesforo, un don Juande, un don Manuel, un don Apuleyo, un don Andrés, un don Pascual que quiera meterse en el negocio? La hombría irreductible del granadino lo está exigiendo, la sociedad lo necesita (ya lo advirtió san Agustín: «Quitad a la meretrices de los burdeles y veréis a las mujeres honestas asaltadas y ofendidas por las calles»), y el crecimiento económico de la ciudad, acorde con nuestra tradición putera, lo impetra desde su impelencia gonocócica. Más puticlubs y menos tiendas de Zara.
LO del metro es otro cantar. Soterrado, aireado, por la periferia o que transite por mitad del salón de actos del Centro Artístico es lo mismo. Lo del metro, perdón por la expresión, es un coñazo: hay que meterse en obras, levantar calles, gastar guita en materiales que siempre valen una pasta aunque sean de muy baja calidad… mejor olvidarlo. La gente que vaya en autobús, bien apretados, como siempre, que ya tienen costumbre. O que hagan como un servidor: Andando se llega a todas partes. Granada no es tan grande, demonios. Si es que nos hacemos cómodos, nos apoltronamos, nos quedamos satisfechos con la prosperidad de hoy sin pensar ni caer en la cuenta, ilusos, de que el dinero se devalúa a ritmo frenético y cuatro duros en el banco hoy, son hambre para mañana.
Lo dicho, a ver si se reúne el Órgano Consultivo Provincial de la Comisión Para Mantener lo que Haya que Mantener y Hacer lo que Haya que Hacer, y se toman las meritadas y oportunas medidas. Drásticas, por supuesto. Si seguimos así cuatro o cinco siglos más, no quiero pensar siquiera en el triste futuro de esos pequeños inocentes bastardos, aún no nacidos, que serán los nietos de los nietos de mis nietos. Pena me dan. O sea, caballeros: háganlo por ellos.
http://josevicentepascual.blogia.com JOSÉ IBARROLA
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