El Ministerio de Medio Ambiente, a estos efectos, representado ante nosotros por la Delegación en Granada de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, ha sacado a concurso las obras destinadas a la construcción del Canal del Castril, contemplado en el Plan Hidrológico Nacional, consistentes en esencia en la construcción de una tubería enterrada de hormigón armado de 20 km. de longitud, que irá desde lo que hoy son aguas abajo de la Presa del Portillo hasta el Canal del Jabalcón, pasando por un fantástico sistema de sifones que pretende atravesar el propio Embalse del Negratín. La finalidad confesada de este trasvase es mejorar los regadíos de 8.000 hectáreas y poner 1.500 nuevas en la Hoya de Baza.
El Presupuesto de la licitación de la obra es de 22.666.867 euros, al que hay que añadir el capítulo de expropiaciones de las tierras por donde transcurrirá el Canal, que lo situará en una cantidad nunca inferior a 40 millones de euros. Pero, además, como todo el mundo sabe, esta es la cantidad inicial de licitación, pero a ésta hay que añadir las nuevas cantidades derivadas de un replanteamiento, otro, un reformado, otro, un periodo de parada por las protestas de los vecinos, los costes de mantenimiento,…alguna que otra comisión., etc. En definitiva, seguramente no resultará una cantidad inferior a la que sería suficiente para procurar un importantísimo impulso a la modernización de los regadíos de la Hoya de Baza, que falazmente le sirven de justificación. Si se cambia el destino de los 40 millones de euros a las mencionadas mejoras este atentado al Río Castril carecería de coartada. Pero, en realidad, como todo el mundo sabe, este agua irá para los nuevos invernaderos de los desiertos de Almería, más pronto que tarde, por lo que el presente y cualquier otro intento de convencer de la irracionalidad de la utilización de estos fondos al Canal resulta estéril.
Los destrozos que causará esta obra a los ecosistemas y, por consiguiente, a la propia viabilidad económica de la zona son innumerables: movimientos de tierras y paso de maquinarias pesadas a lo largo de 20 Km. de frágiles y valiosísimos ecosistemas, la agonía del Parque Natural de Castril,… en definitiva, la muerte de un ser vivo como es el Río, que hoy articula ecológica y económicamente la zona basada en la agricultura y los regadíos tradicionales y cada vez más en un modelo de turismo respetuoso y que hace del medio ambiente su principal activo.
Pero es que, además de todo esto, la obra es claramente ilegal ya que su realización iría contra varias directivas europeas (aves, hábitat ..) e, incluso, de la Propia Directiva Marco de Aguas Europea, que prohibe de hecho la realización de trasvases y, además, establece la recuperación completa de costes en las tarifas exigibles a los usuarios del agua, lo que acarrearía que, de aplicarse ésta, prácticamente ninguno de los futuros beneficiarios del trasvase quería serlo ahora. Por otro lado, incluso, viola los contenidos dispositivos de su engendro-paternal, el PHN, que prohíbe expresamente que los trasvases se destinen a nuevos regadíos.
En definitiva el Trasvase Río Castril-Embalse del Negratín-Canal de Jabalcón es una auténtica barbarie ecológica, un monstruoso despilfarro económico, una flagrante ilegalidad y una inutilidad social, salvo quizás y claro está para el político de turno que aparezca en la foto cortando la cinta el día de la inauguración, precisamente una fechas antes de las elecciones, y quizás también para su amigo constructor que se ha quedado con la licitación de la obra. Pero todos habremos perdido y el que más, el Río que, ya mutilado, exhalará su último suspiro.
Las aguas del Río Castril, de magnífica calidad, han sido deseadas por muchos desde tiempos inmemoriales. Restos quedan del Canal Castril-Murcia que en 1775 pretendía llevar este agua a Caravaca, Lorca y al Puerto de Cartagena. A medio construir se exhiben los canales que a principios de la década pasada pretendía trasvasar el agua desde la cabecera del Río Castril hasta el embalse de San Clemente, otro monumento a la barbarie y al despilfarro. Restos se muestran del intento de trasvase desde el Canal del Portillo hasta el río Guardal…..En definitiva las reacciones airadas de la población ha ido provocando la reducción de los objetivos de la Confederación hasta el Proyecto actual. Y hay que reconocer que esta Institución no ha fracasado totalmente en su estrategia. Estos días se observa que algunas personas ya cansadas de tan larga lucha desigual están aceptando esta última propuesta como el menor mal de los posibles y, en consecuencia, la intensidad de la reacción en contra de este proyecto ha disminuido.
Es loable la buena voluntad de algunos colectivos de Castril que intentan amortiguar los destrozos del proyecto, de tal suerte que, sin cuestionar la esencia de éste, tratan mediante la realización de imaginativas propuestas de minimizar aquéllos. Pero en realidad, ni éste ni tal vez ningún trasvase esté justificado, desde la perspectiva del interés general actual de nuestra sociedad que, instalada en el décimo puesto en renta percápita de los países del mundo sitúa entre sus preferencias sociales más nítidas la calidad medioambiental. Por fortuna y por la acertada actuación de muchos de los nuestros hoy no estamos en el país atrasado y hambriento de la postguerra, que en caso contrario hubiera justificado casi todas actuaciones públicas que contribuyan al incremento de la producción agrícola e, incluso, a la mera la realización de obras públicas. Hoy las restricciones de la PAC y las nuevas demandas sociales alteran sustancialmente aquel escenario.
En definitiva, no es sostenible un medio rural apoyado en la subvención permamente, (en este caso mediante el precio del agua que, pese a significar en algunos lugares indiscutibles mejoras, tanto daño ha causado a la tradicional laboriosidad de nuestras gentes del Sur) y despojado de sus riquezas naturales, si no que, en sintonía con las nuevas tendencias de nuestro entorno, el PROGRESO de las zonas rurales tiene que articularse entorno a proyectos globales de desarrollo rural en los que, sin duda, la calidad medioambiental constituirá su principal factor de producción.
Dicho de otra forma, para muchos de nosotros el compromiso con el medio ambiente nos procede de inquietudes éticas, morales, estéticas, científicas, etc,.. pero si para los que aquí y ahora tienen intereses económicos las anteriores razones no son suficientes, tal vez la insostenibilidad de sus tasas de beneficios, si esto se sigue degradando, tal vez si lo sea.
Aunque nuestra Universidad, como institución, exhibe aún un lamentable retraso e inadaptación a las nuevas tendencias en la política del agua, me congratulo al observar que, al menos, individualmente cada vez somos más los miembros de la misma, alguno de ellos profesores muy ilustres, que nos encontramos y coincidimos en los foros e ideas de la Nueva Cultura del Agua. En definitiva, en este caso y en otros muchos, propongo salvar el Río Castril de sus depredadores, es decir, recuperar el discurso ecológico no sólo en el sentido conservacionista sino, sobre todo, en el del placer por lo bien hecho.
En fin, ¡No a la guerra!